Nadie se chupa el dedo: es claro que lo que el senador pretende no es salvar a los animales de la explotación y de la extinción. Porque si ni la misma vida humana está entre sus prioridades, menos ha de estar la de las demás especies biológicas. Ni el Partido Verde de México fue creado con fines de sustentabilidad ambiental –nada más lejos de sus propósitos reales-, ni él es un servidor público, ni es mucho menos un samaritano (y sí, en cambio, todo lo contrario: un hombre enriquecido con los patrimonios del Estado y al que se le conoce más por sus escandalosos vicios que por sus virtudes), como consta en su oscuro historial.