En junio de 2013, durante las discusiones para la modificación del Programa de Ordenamiento Ecológico Local del Municipio de Benito Juárez, se armó el escándalo porque se pretendía elevar las densidades de construcción de cuartos de hotel en la llamada “Milla de oro”, un prodigioso y codiciado paraje del norte del Caribe mexicano donde hasta entonces no se había desarrollado infraestructura hotelera para el turismo masivo. Para los defensores del ambiente la cifra de 12 mil cuartos de hospedaje en el área resultaba excesiva y peligrosa (en términos ambientales y de protección civil, la acumulación de nitrógeno por la masiva construcción de inmuebles puede ser altamente tóxica para la biodiversidad, además de explosiva), pues por los desmontes que se permitirían se corría el riesgo de acabar con los manglares, que sobreviven apenas en el límite de la extinción (y que funcionan como filtros naturales de protección para los arrecifes.