Se viene diciendo desde hace años, detrás de cada estallido violento en ellas, y de los muertos y los lesionados de cada motín, de los escándalos de corrupción entre las autoridades penitenciarias y los peligrosos presidiarios que operan con los funcionarios el control de los presidios, de las denuncias constantes de que el ‘autogobierno’ sigue prevaleciendo en las prisiones y de que ese autogobierno es el de las mafias; y se sigue diciendo desde que se sabe que el crimen en la entidad es del tamaño de la misma pavorosa escalada de la inmigración a ella, y de que a pesar de ese crecimiento desmedido de la delincuencia común y de la organizada y de la sobrepoblación en los penales, sigue sin considerarse como una prioridad la construcción de otros.