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Manolo Sierra. cerco al cielo
EXPOSICIร N 13 de marzo a 12 de abril. Sala Rivadavia. Cรกdiz 2009
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Es una gran satisfacción para mi, presentar la obra de un artista de la provincia de Cádiz como es Manolo Sierra (Chiclana, 1973) en la Sala Rivadavia que, desde sus inicios se ha caracterizado por compaginar en su programación artistas de la más variada procedencia, estilo y disciplina, haciendo hincapié, por pura lógica, en los de la provincia de Cádiz, junto con otros creadores andaluces y de fuera de nuestra comunidad. Sierra es un artista viajero. Pasó dos años de su vida (2001-2003), recorriendo Sudamérica. Después vivió en Amsterdam y Barcelona, afincándose definitivamente en Albons, un pequeño pueblo de Girona. Esta circunstancia le ha marcado y ha hecho de él un atento observador de lo que le rodea. Sus cuadros están llenos de escenas cotidianas donde los amigos se reúnen a pasar el día, acompañados de buena comida y buen vino. En estas escenas, el es un participante más pero también un observador ajeno, inmerso en su mundo propio, aunque esté rodeado de gente. En “Cerco al Cielo”, el artista nos avisa del cerco que hacemos a las cosas, debido fundamentalmente a vicios adquiridos que evitan poder observarlas nítidamente. Me gustaría, antes de terminar, que al igual que Manolo Sierra comparte con sus amigos estas escenas de “buen vivir”, compartir con los visitantes de la Sala Rivadavia esta exposición que estoy segura, no les defraudará.
Ana Mosquera Mayán Diputada de Cultura
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obras.
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Hueco รณleo sobre lienzo 60 x 73 cm. 2008
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Cerco 贸leo sobre lienzo 150 x 140 cm. 2007
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Pareja a contraluz acuarela y tinta china 36 x 51 cm. 2008
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Para establecer diferencias Bernardo Palomo
Una de las características principales del Arte del siglo XX y, sobre todo, del que tiene lugar en las últimas décadas, ha sido el excesivo intelectualismo que han mostrado las obras de los autores; la idea y el concepto han prevalecido sobre cualquier otra circunstancia. Esto produjo, entre otras muchas cosas, que el gran público se alejara manifiestamente de una realidad artística a la que era difícil acceder. La creación estaba muy de espaldas a la inmensa mayoría que no sabía – ni sigue sabiendo – muy bien a qué atenerse. Incluso, en muchos sitios y desde muchos sectores, no se tuvo más remedio que intentar una vuelta clara a la sensatez. Ya, en los años setenta y ochenta, en Estados Unidos existió una reacción contraria a los excesos conceptualistas de décadas anteriores. Surgieron gran cantidad de artistas que plantearon la necesidad de una pintura – también de una escultura – que manifestara, sin cortapisas, las concreciones de la realidad y, sobre todo, de esa realidad cercana y casi cotidiana que reflejara los modos de actuación de la moderna sociedad. En este sentido y en esta situación se encuentra la pintura de Manolo Sierra. Su proceso narrativo es bien sencillo y responde a esa necesidad, casi perentoria, de abandonar los complejos postulados del concepto y centrarse, sobre todo, en el mero sentido relator. Su obra deja de formular propuestas ideográficas y asume las coordenadas de una mera realidad que patrocina sus desarrollos más visuales. Manolo Sierra es un pintor determinantemente realista. Yo diría, incluso, que conceptualmente abarca posiciones tangentes al hiperrealismo, aunque sus desenlaces pictóricos abandonen los epidérmicos contornos del fotorrealismo para adentrarse por posiciones menos superficiales. Su pintura no narra, y aquí se adentra en los postulados más cercanos a la estética pop, las circunstancias que acontecen en su entorno cotidiano, incluso, a veces, juega a manifestar posiciones hedonistas donde lo inmediato nos muestra su posición más
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festiva. Encontramos escenas cotidianas, escenarios cercanos, situaciones desenmascaradoras de una realidad no excesivamente crispada donde la figura humana juega un papel decisivo. Los registros pictóricos de Manolo Sierra oscilan entre la plasmación textual de la realidad, sin excesivos desmarques virtuosistas y una clara decantación hacia posiciones más esenciales, menos constreñidas y, al mismo tiempo, transmisoras de unos registros reales ajenos a los condicionantes que impone ese mimetismo embaucador que, en otros, enmascara carencias y oculta verdades. Sierra somete al entorno cercano a nuevas consideraciones. Su espacio inmediato se configura sin excesos, ni compositivos ni plásticos ni estéticos, sólo desarrollan su mínima naturaleza narrativa. Por sus obras transcurre una pausada escenografía en la que se suceden íntimos episodios de una sociedad urbana que no plantea desenlaces extremos. Los encuadres de su paisaje transmiten serenidad, están aprehendidos en su medio y dejan traslucir la amabilidad de una humanidad que sabe consumir sobrada calidad de vida. Pero estas circunstancias no son si no el trasunto de un hecho que el autor eleva a categoría artística para dejar que aquellas oferten una pintura hedonista, sin reveces, amable y abierta a felices y jugosos encuentros. Además el artista plantea situaciones que adereza con un nuevo sentido artístico, dejando entrever novedosas posiciones que hacen mucho más feliz y atractiva la realidad que se relata. Manolo Sierra en un pintor que juega una baza pictórica en este universo artístico complejo y desmesurado. Su pintura no se detiene en la formulación de meros planteamientos realistas – eso sería lo más fácil y también lo menos satisfactorio artísticamente – sino que afronta el compromiso de una figuración nueva que desentraña una humanidad sin complejos, mostrándose cual es y con toda su arbitraria carga de naturaleza altamente cuestionable.
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Esta exposición en Rivadavia se nos antoja altamente necesaria. Se trata de un pintor de aquí, residente fuera y, por tanto poco habitual – tampoco lo necesita- de los ambientes y círculos artísticos de la provincia, pero del que conocemos su solvencia desde sus exitosas comparecencias en certámenes de nuestro entorno – la colección Vipren lo atestigua -. Manolo Sierra es un buen pintor; un pintor distinto que habla un lenguaje conocido, cercano y sin acentos chocantes pero que, además, deja traslucir un perfecto dominio de la idea para, desde él, promocionar un discurso perfectísimamente adecuado en fondo y forma. Llega la pintura de Manolo Sierra en un momento importante. El arte en general y la pintura en particular, se encuentran buscando rutas de sensatez. Llevamos tiempo inmersos en formulaciones artísticas extrañas – cuando no erróneas y descabelladas – y es hora de retomar discursos perfectamente estructurados y ajustados a razón. Se está harto de ver autores – o lo que sean – portadores de nada, que se empeñan, bien auspiciados por intereses espurios, en mostrarnos, con cohetería y extravagantes alharacas, sus pobres alforjas vacías de todo. Por eso, la pintura de este artista nos sirve para saber a qué atenernos y establecer diferencias. Y todo porque en el arte no cabe todo y mucho sobra.
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Círculo acrílico sobre lienzo 180 x 200 cm. 2009
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Cielo 贸leo sobre lienzo 130 x 162 cm. 2008
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Perro negro 贸leo sobre dm 33 x 41 cm. 2008
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Cerco al cielo (preferiría no hacerlo). Eudald Camps
Decía el romántico conde Leopardi que la vista del cielo era menos agradable que la de los campos y las montañas, los ríos y las ciudades, porque resulta siempre menos variada o incluso monótona, porque a pesar de que nos sobrevuela y es testigo de todas y cada una de nuestras miserias, no se asemeja tanto a nosotros como el perfil irregular de las cosas pegadas al suelo. Leopardi nos habla (híbrido perfecto de poeta y filósofo) de dos aspectos que definen de una manera muy íntima esa cosa que llamamos (haciendo uso del pleonasmo) persona humana. En primer lugar, de la escisión elemental que caracteriza a cualquier ser que se siente dividido entre un cuerpo sustentador y una mente que suele ser sinónimo de sustancia; en segundo lugar, de la tendencia “natural” que tienen algunos a refugiarse en la comodidad de los lugares conocidos y, en cambio, a la irracional propensión de otros a dirigirse directamente hacia el abismo, hacia el espacio celeste indeterminado donde todo aún está por escribir (y me vienen ahora a la cabeza los personajes extremos de Werner Herzog y, por qué no, los locos imposibles de Fassbinder, que también se llamaba Werner…). Entre el cielo y la tierra, en todo caso, se convierte, incluso antes de Leopardi, en el extraño lugar donde estamos atrapados. Manolo Sierra lo sabe bien: contempla el cielo y la tierra, los escruta con una frialdad que a veces roza la impertinencia (del forense, del que disecciona) y, a pesar de todo, sigue clavando su pintura justo en el lugar que los separa (o los une). De eso se trata. Cercar al cielo es como intentar domar la nada. Lo paradójico es descubrirnos en este intento a sabiendas que de su imposibilidad emanará nuestra particular manera de mirar el mundo. La cuestión es que, a pesar de todo, preferiríamos no hacerlo. La frase (“preferiría no hacer-lo”) es perfecta en su dramatismo. La hizo célebre el malogrado Bartleby imaginado por el genio de Herman Melville: se trataba de un hombre tozudo que aspiraba a una forma de tranquilidad incompatible con su ocupación de funcionario. La otra cara de la moneda nos la
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ofrece el mismísimo Melville: a las antípodas del indolente oficinista, el capitán Ahab dedica toda su vida a la pura acción de perseguir a la ballena blanca (Moby-Dyck). La metáfora es perfecta para recuperar a Leopardi: el hombre de acción niega el gesto mínimo que encarna toda negación; el que niega aspira a la totalidad de la nada. Pura tierra y puro cielo que encierran la vida en todos y cada uno de sus matices. Manolo Sierra cerca al cielo y, a pesar de que él nunca lo ha dicho, es posible que prefiera no hacerlo. Nos encontramos ante un poeta romántico afectado de nihilismo que sobrevive gracias a la pintura. A partir de aquí, sus lienzos ya no son ningún misterio: el contraste evidente entre lo sólido y lo etéreo es una manera de escenificar el paisaje que languidece en los intersticios; sus fronteras tienen la consistencia del gesto desesperado del que aún sueña que es posible entender algo; su pintura se sabe virtuosa pero renuncia al malabarismo ingenuo consciente de la perversa mentira que éste esconde; sus historias son tan insignificantes que pueden llegar a parecer grandiosas; su perfecta mezcla de Leopardi, Bartleby i Ahab lo convierten, sencillamente, en un artista de nuestro tiempo. Manolo Sierra: poeta-filósofo, obstinado anacoreta y depredador de utopías en forma de ballena. Ahora lo sabemos: su trabajo es una forma de supervivencia.
Entre los pinos óleo sobre lienzo 195 x 130 cm. 2008
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Bajo el pino óleo y acrílico sobre lienzo 180 x 200 cm. 2008
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Representaci贸n 贸leo sobre lienzo 162 x 130 cm. 2008
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La ducha 贸leo sobre lienzo 122 x 100 cm. 2008
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La puerta 贸leo sobre lienzo 122 x 100 cm. 2008
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Nupcias 贸leo sobre lienzo 180 x 200 cm. 2007
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Orden 2 y 3 tinta, acuarela y tinta china 36 x 51 cm. 2008
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Manolo Sierra. Cádiz 1973 Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla con la especialidad de escultura. Amplié mis estudios universitarios con la beca Erasmus en Carrara, Italia, y en Sevilla con asignaturas de especialidades como grabado y pintura. Actualmente curso grabado con el profesor Eusebi Subirós en el centre cultural de la Mercè de Gerona.
EXPOSICIONES He expuesto en la antigua sala La Caserne de Bruselas (peintures, 1998), en la galería La Santa de Barcelona (colectiva, 1998), en la Casa de Cultura de Chiclana, Cádiz (luz, tiempo y espacio 2000, a las puertas del Desierto 2005 ), con la galería Safia de Barcelona (l’Illa d’Art 2005 y 2007), en la galería 13 de Ventalló, Girona ( la llum i la cova, 2005), en la exposición sobre la batalla de Trafalgar en el Claustro de Exposiciones del Palacio de la Diputación de Cádiz (Trafalgar, palabras y visiones, 2005-06), en el Convento de Sta. Clara de Moguer, Fundación Municipal de Cultura, Huelva, (el hilo que conecta, 2006), en la Oude Kerk de Amsterdam y en el Castillo de Sta. Catalina de Cádiz (Viceversa 2007), en la galería Punto.Arte de Barcelona (contenidos y ciudad campo 2006, bcn 3 vcs bcn 2007), en la galería art-andalus, de Dubai, Emiratos Árabes Unidos (colectiva Dubai 2008 y colectiva Abu Dhabi, 2008), en la galería Acento Galery de Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos (colectiva Abu Dhabi, 2008), en el Supermerkart de American Prints-Galería Alcolea, (Supermerkart, Barcelona 2008-09) y en la Sala Rivadavia de la Fundación Provincial de Cultura, Diputación de Cádiz, (Cerco al cielo 2009, Cádiz), CONCURSOS He sido seleccionado en el XXII Certamen de Escultura de Caja Madrid (Madrid, 1998), Primer premio en el Certamen de Pintura Joven de Chiclana, (Cádiz 1999), seleccionado en el III y IV Premio de Pintura Contemporanea de la Fundació Vilacasas, exposición en el Palau Solterra de Torroella de Montgrí, (Gerona 2005 y 2007), seleccionado en el 47 Concurso de Pintura Joven organizado por el Banc Sabadell y la Sala Parés (Barcelona 2005), 3er Premio en el 48 Concurso de Pintura Joven, Sala Parés (Barcelona 2006), seleccionado para el catálogo del I Premio de Pintura figurativa de la Fundación de las Artes y los artistas (2006), seleccionado en el XXI Premio BMW de Pintura (2006), seleccionado en el 29 Salón de Otoño de Plasencia, Cáceres (2007) y premiado en el 30 Concurso Internacional Caja Extremadura (2008).
www.manolosierra.com
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Este catálogo se terminó de imprimir el día 6 de marzo, festividad de Santa María de la Providencia