Mundo Kids (Edición 45)

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GUIA GUIA INFANTIL INFANTIL

Nº45 - Año 10 - 2017 Distribución gratuita www.mundokidsweb.com.ar




Cuando me convocaron a dar una charla a padres de secundario para hablar sobre límites comencé a pensar qué podría decirles que les resultara útil y/o significativo que ya no supieran, que ya no les hubieran dicho o pensado miles de veces. Un padre de un hijo adolescente lidia con el tema límites todos los días, varias veces al día. Si bien es un tema que preocupa, también es un tema que agota. Todos sabemos que los límites son necesarios, que los ponemos porque queremos cuidar a la persona que queremos, que a los padres les cuesta ponerlos, que a los hijos recibirlos… eso no es nada nuevo. Entonces empecé a pensar por qué es así. Por qué los padres decimos y pensamos esto. ¿Lo sabemos? ¿Realmente lo entendemos? Y volví al pasado… unos 17 años atrás. Y comencé a pensar en mi adolescencia. En mis papás, en mis límites, en lo que yo sentía. Luego, mi memoria me llevó por la universidad y me di cuenta que era un tema que veíamos en todas las materias… y me detuve un rato largo en cada una. Hice un recorrido por mi experiencia laboral y me di cuenta que los uso a diario… pero no al modo clásico que un padre entiende el concepto “límites”. Y, finalmente… pensé lo que me pasa ahora, como madre. Entonces entendí lo que quería decirles y decidí empezar por el comienzo. Qué significa la palabra “límite”. Poner un límite es ponerle FIN a algo. Es delimitar lo que algo NO ES y, por lo tanto, lo que algo ES. Entonces, cuando ponemos un límite estamos dando entidad a eso que estamos definiendo. Si esto no es así, o no puede ser así, es porque es otra cosa. Es porque si Pancho fuera Juan, ya no sería Pancho. Si yo quisiera poder hacer todo lo que hace María, debería tener los padres que tiene María, pero soy Eugenia y no tengo a esos padres porque tengo a estos padres que son así, como son y no de otra manera. Entonces, me di cuenta que el mayor problema de los límites es aceptarlos, no ponerlos. Y acá ya no importa quien es padre y quién es hijo porque a todos nos pasa lo mismo con los límites. En distintos aspectos, en distintos momentos de nuestras vidas. Me di cuenta que estamos poniendo límites todos los días casi todo el tiempo, sin darnos cuenta. Desde que nacemos lidiamos con ellos ¡y lo necesario que es para nuestra salud psíquica, física y social! Cuando un bebé nace, la madre entiende que ya no está dentro de su cuerpo.

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La condición cambió y debe reconocer otra realidad. Entonces lo mira, lo observa, lo conoce, lo reconoce, lo comprende tal cual es y ayuda al bebé a hacer ese mismo proceso consigo mismo. Cuando le jugamos a un bebé con sus manos, moviéndolas, mostrándole las nuestras y luego las suyas, le estamos diciendo, este soy yo y este sos vos. Acá comienza mi cuerpo, acá termina, acá comienza y tuyo, acá termina. Cuando le decimos a un niño “no podés subir a la escalera porque te podés caer y lastimar”, también le estamos diciendo “no tenés la naturaleza de volar”. Cuando le enseñamos a un niño a jugar a la pelota le decimos, “vos te parás ahí, yo me paro acá y nos pasamos la pelota, una vez cada uno. No vale agarrarla con la mano”. Es así y no puede ser de otra manera. Estas cosas parecieran no generar tantas dificultades y son límites igual que todos los otros. La gran diferencia es que en esos casos es tan clara y evidente la manera en que entendemos la realidad que no hay cuestionamiento. La aceptamos tal cual se nos presenta. Entonces… otra vez me pregunté, ¿cuál es la particularidad de este tema que nos atraviesa toda la vida y pareciera tan difícil de resolver? Y entendí que tenía que ver con varias cosas y que nunca se termina de resolver. Tiene que ver, entre otras, con que nuestra subjetividad hace que necesariamente veamos la realidad de diferentes maneras. Cada ser humano, de una manera particular y personal. Y, por otro lado, que por este motivo, esa realidad no presenta los mismos límites para todos y cuando los presenta, algunos


podemos hacer distintas cosas con estos límites… ¿Qué podemos hacer con los límites? Supónganse que viajan a un país que no conocen, ¿qué es lo primero que sentirían la necesidad de saber? Qué se puede hacer y qué no. Qué es peligroso y qué no. Qué queda bien y qué no. Cómo son las normas, sociales y morales de esa cultura. Lo primero que puede pasar, entonces, es que desconozcamos los límites, “voy por este camino que parece llevarme a donde quiero ir”. Luego y madurativamente podría continuar el proceso de este modo: que los conozcamos y los neguemos: “Acá dice contramano, pero me meto igual, no me importa”. Que los conozcamos, los reconozcamos pero no los aceptemos y asumamos el riesgo de desafiarlos: “Ya que que no se puede por acá, pero yo voy igual porque este camino es más corto, pueden llegar a ponerme una multa pero no creo que me vean”. Que los entendamos: “Me gustaría ir por acá pero si es contramano debe ser porque puede ser peligroso”. Que los cuestionemos: “Será verdad que es más peligroso?”. Que los aceptemos: “Por el lugar que estamos, si la otra calle es mano para allá y acá cerca hay una avenida… y si, deber ser cierto que es más peligroso. Me parece que me conviene respetar la norma”. Que los negociemos: “La verdad que no tiene sentido que este calle sea contramano… no entiendo por qué lo será. Voy a acercarme al ente que regula este asunto y presentaré el tema fundamentadamente”. Cuando un límite es conocido, entendido y aceptado, es internalizado, incorporado como propio. Cuestionarlo es sano. Cuando uno se cuestiona busca

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fundamentos y madura. Si encuentra la respuesta que está buscando, lo internaliza con más convicción aún y se apropia de tal manera que pasa a ser parte de la identidad, de su manera de funcionar en el mundo. Genera autonomía. No es lo mismo decirle a un nene: “no toques el horno porque quema” que decirle, “no toques el horno porque quema, mirá, vení, acercá tu manito, sentís el calor? Si lo tocás te lastima, se pone rojo el dedo y duele mucho, no lo toques”. Esto es así a cualquier edad. Cuando enseñamos así, formamos criterio. Cuando un adolescente pide fundamentos está tratando de entender, de formar criterio. Responder “No, porque no y punto”, sin haber previamente explicado, no es poner un límite adecuadamente. Estamos dejando un vacío que probablemente se llene con enojo y frustración. No estamos ayudando a internalizar un límite funcional, no estamos generando autonomía. Cuando la realidad es comprendida, recién entonces puede ser cuestionada y del cuestionamiento fundamentado, siempre van a salir res-puestas productiva. O aceptación ó negociación. Pero siempre adaptación. En definitiva, es lo que buscamos, para nosotros mismos y para nuestros hijos. ¿Por qué no los dejamos ir a donde creemos que es peligroso? Porque preservamos su integridad física. Porque por algún motivo, algo de ese lugar lo vemos amenazante. ¿Por qué no los dejamos ver todo el día la televisión? Porque preservamos su integridad psicológica. Jugar a otros juegos estimula la creatividad. Al destinar tiempo al juego físico, estamos valorando y dando entidad a su capacidad creativa, analítica, a su destreza motora, etc. ¿Por qué les exigimos que saluden cuando entran a una casa? Porque preservamos su integridad social. Entendemos que así los verán más amables y serán mejor aceptados por el otro. Y así podríamos dar miles de ejemplos. El problema es que los demás no siempre entienden la realidad de esta manera. De hecho, tal vez Ud. no está de acuerdo con que su hijo debe saludar cuando llega a un lugar… y esto es porque la realidad es distinta para cada uno. Fácil sería que viviésemos todos de acuerdo y estas diferencias no existiesen. Que los hijos nazcan con las normas establecidas y no las confrontaran, mucho menos, las negociaran. Pero por suerte no es así… y esto tiene que ver con el valor más grande que tenemos como especie. La subjetividad y la libertad. Y con este concepto cerramos el círculo madurativo del límite. A medida que vamos conociendo y aceptando la realidad, la vamos desafiando y negociando… vamos intentando ajustarla a nuestra voluntad. Vamos intentando sentir que armamos nuestra vida como nosotros queremos. Desde nuestra voluntad, autonomía y libertad. Así aflora la adolescencia y con suerte, vivimos el resto de nuestra vida. Pero también, saludablemente, nos vamos dando cuenta que esta libertad es condicionada.


Porque somos lo que somos, somos quienes somos, vivimos donde vivimos y creemos en lo que creemos. Entonces, todo no lo podemos. Porque si todo lo pudiésemos, no tendríamos fin. Y si no tuviésemos fin, no podríamos definirnos y si no pudiésemos definirnos, no tendríamos entidad. No podríamos saber qué somos ni quién somos ni dónde estamos ni en qué creemos. El todo y la nada van juntos de la mano. El sin límite es la nada… y la nada es muy desconcertante para el ser humano. Por eso necesitamos el límite, para saber quienes somos. En la charla les decía a los padres. El límite da entidad, da IDENTIDAD. Y esto es necesario para la estructuración del psiquismo. Sobre todo, en la adolescencia donde este conflicto es el eje central que nos moviliza. Cuando entramos a una cancha a jugar a algo, o jugamos a un juego de mesa. No nos sentimos “limitados”, sin embargo estamos llenos de normas. Por ellas comenzamos, por ellas ese juego es ese juego y no otro, por ellas podemos jugar. Necesitamos conocer esas normas, aceptarlas. A lo sumo las cuestionaremos y si los demás están de acuerdo, modificaremos algunas… pero no podríamos jugar sin ellas y no somos menos libres por eso. Al contrario. Hay un sin fin de posibilidades de acción a partir de esas normas. Los límites nos habilitan! Por eso son necesarios. Una persona sin límites no sabe quién es. Por lo tanto, buscará conocer sus propios límites para encontrar identidad. Si no los encuentra, si los niega, si los desafía infundadamente, si no los entiende, si los acepta sistemáticamente sin cuestionarlos, tendrá conductas inmaduras y desadaptadas que lo pondrán en riesgo o no le permitirán saber quién es y qué puede hacer en el mundo. Cuando me pidieron que hable de límites me dijeron que lo presente como un “acto de amor”. ¿Algo duele más que ver a un hijo o alguien que queremos perdido en una realidad que no acepta o no comprende? Barbieri, Ma. Eugenia. Lic. en Psicología. 25.06.15

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Dumbo fue el quinto largometraje animado de Walt Disney Pictures. Basado en el libro para niños homónimo, escrito por Helen Aberson e ilustrado por Harold Pearl, Dumbo fue producido por Walt Disney, film estrenado el 23 de octubre de 1941 por RKO Radio Pictures (Radio-KeithOrpheum), compañía cinematográfica estadounidense, considerado uno de los cinco grandes estudios de la época dorada de Hollywood. RKO fue fundada en octubre de 1928, producto de la fusión del circuito de teatro de Keith-Albee-Orpheum (KAO) (1882) y los estudios Film Booking Offices of America (FBO) de Joseph P. Kennedy (1917), bajo el control de Radio Corporation of America (RCA) (1909). Retomando los inicios y posterior desarrollo de DUMBO, debemos recordar (e informar) que el personaje principal en cuestión es Jumbo Jr. Se trata de un elefante antropomórfico que es cruelmente apodado Dumbo (en inglés, dumb significa mudo, o directamente “tonto”, según cómo ustedes lo interpreten). Es ridiculizado a cada instante por sus grandísimas orejas, aunque descubre que puede volar usándolas como alas. Su único amigo es el ratón Timoteo, parodiando el estereotipado terror de los elefantes hacia los roedores. Una ambigüedad de película. Dumbo fue producida para recuperar las pérdidas financieras de Fantasía (cuarto largometraje animado de Walt Disney Pictures). Fue un ejercicio deliberado de simplicidad y economía del estudio Disney, que actualmente se considera como un clásico de la animación. Con 64 minutos, es una de las más cortas películas animadas de Disney. Mientras los animales del circo son transportados, la señora Jumbo, uno de los elefantes, recibe su bebé de una cigüeña. El bebé elefante se convierte rápidamente en el centro de las burlas de los otros elefantes debido a sus grandes orejas. Precisamente, lo apodan “Dumbo”, tal cual ya hemos señalado… Una vez que el circo ya está instalado, la señora Jumbo pierde los nervios con un grupo de chicos que se están burlando de su hijo; es encerrada y tratada como loca. Dumbo es rechazado por los otros elefantes y sin madre que lo cuide, ahora está solo, a excepción de un tutor (Timothy P. Ratón), que siente simpatía por Dumbo y se propone hacerlo feliz otra vez. El director del circo hace de Dumbo la parte superior del truco de la pirámide elefante, pero Dumbo hace que el truco salga mal, hiriendo a los otros ele-


fantes y derribando la gran carpa. Como resultado, Dumbo se transforma en un payaso; juega el papel principal en un acto que lo involucra… al caer en un relleno de empanada. A pesar de su reciente popularidad y fama, Dumbo odia ese trabajo y ahora es más miserable que nunca. Para animar a Dumbo, Timoteo lo lleva a visitar a su madre. En el camino de regreso Dumbo oye gritos y luego comienza el contratiempo. Timoteo decide llevarlo a tomar una copa de agua de un cubo desconocido para él; accidentalmente allí cae una botella de champán. En consecuencia, Dumbo y Timoteo se embriagan, ven alucinaciones. A la mañana siguiente, Dumbo y Timoteo se despiertan en un árbol. Timoteo se pregunta cómo llegaron hasta ese lugar; concluye que Dumbo voló hasta allí con sus grandes orejas como alas. Con la ayuda de un grupo de cuervos, Timoteo es capaz de ver


a Dumbo volar de nuevo, usando un truco psicológico (la “pluma mágica”) para aumentar su confianza. De regreso al circo, Dumbo debe realizar su truco, intentando saltar desde un edificio, esta vez desde una plataforma mucho más alta. En el camino y el trayecto hacia abajo… Dumbo pierde la pluma; Timoteo le dice que esa pluma nunca fue mágica, y que todavía es capaz de volar. Dumbo es capaz de salir de la inmersión y vuela alrededor del circo, finalmente, contraatacando a sus verdugos, mientras el público atónito mira con asombro. Después de esta actuación, Dumbo se convierte en una sensación en los medios, Timoteo se convierte en su manager, y a Dumbo y a la señora Jumbo se les da un vehículo particular en el tren del circo.

A pesar de todo Ubicando y posicionando el desarrollo de la película en un contexto sociopolítico, debemos señalar que a pesar del advenimiento de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Dumbo fue la película de Disney financieramente más exitosa de la década del 40. Fue una de las primeras películas de animación de Disney que se emitió, aunque severamente editada, en la televisión, como parte de la serie de antología de Disney. La película recibió una nueva distinción en 1981, cuando fue la primera del canon de Disney de dibujos animados que se estrenó con el vídeo doméstico. En período de guerra y posguerra, resultó ser un milagro financiero en comparación con otras películas de Disney. Sólo costó 813.000 dólares para la producción, la mitad del costo de Blancanieves, menos de un tercio del coste de Pinocho, y ciertamente menos costosa que Fantasía. Dumbo finalmente recaudó 1,6 millones de dólares en su versión original. Ganó el Premio 1941 de la Academia de Música Original, otorgado a los directores musicales Frank Churchill y Oliver Wallace. Churchill y el letrista Ned Washington también fueron nominados para el Oscar a la Mejor Canción por “Baby Be Mine” (la canción que se reproduce durante la visita de Dumbo a la celda de su madre), pero no ganó en esta categoría. La película también ganó como Mejor Animación en el Diseño 1947 Festival de Cine de Cannes. Infinidad de cuestiones han girado, históricamente, alrededor de este film tan particular. Actualmente, en estos tiempos tan modernos, ya en “otra época” (en pleno siglo XXI), es preciso poner énfasis en que Dumbo se considera un gran clásico de Disney, sin lugar a dudas, más allá de gustos y preferencias. ¿Todo tiempo pasado fue mejor…? Lo cierto y lo concreto es que Dumbo es una de las películas más encantadoras de Walt Disney. Ha recibido una edición especial en DVD (60º aniversario de Disney) el 23 de octubre de 2001, exactamente 60 años después de su primer lanzamiento. Si Walt Disney viviera no lo podría creer. Un éxito impensado para muchos, soñado por pocos. A Dumbo lo dejaron volar… y finalmente tocó el cielo con sus propias manos. O mejor dicho, con sus propias orejas. Hasta el infinito… y más allá. Ver para creer. Otra historia de película, entre la realidad y la ficción.



Mickey Mouse (exitoso personaje de dibujos animados, famoso emblema de la compañía Disney) fue creado en el año 1928. Su origen fue disputado. La leyenda oficial explica que fue creado por Walt Disney durante un viaje en tren, y que su nombre inicial fue Mortimer, pero que cambió a Mickey a petición de su esposa, Lillian. Según Bob Thomas, la leyenda del nombre es ficticia, y cita el caso de un personaje llamado Mortimer Mouse, que nació en 1936, tío de Minnie Mouse. La versión más verosímil es que el personaje fue creado por el dibujante Ub Iwerks (animador estadounidense, nacido en 1901; fallecido en 1971), a petición de Disney, para compensar la pérdida de los derechos de Oswald, el conejo afortunado (en inglés “Oswald, the Lucky Rabbit”: un personaje de dibujos animados creado por Ub Iwerks y Walt Disney para una serie de cortometrajes de animación que fueron distribuidos por los estudios Universal en los años 1920 y 1930). Lo cierto es que Mickey no es más que una variación del personaje de Oswald. A Walt Disney hay que atribuirle tanto la voz del personaje (lo dobló durante 17 años), como la personalidad y el carácter del ratón. Su cabeza era un círculo con otro círculo a modo de hocico; su cuerpo era como una pera y tenía una cola larga; sus patas eran tubos, metidas en zapatos grandes para darle el aspecto de un chiquillo con el calzado de su padre. The Walt Disney Company celebra el cumpleaños de Mickey el 18 de noviembre de 1928, a raíz del estreno de Steamboat Willie, primer cortometraje sonoro de dibujos animados, y tercera aparición del ratón. Walt Disney prestó su voz al personaje desde 1929 hasta 1946, cuando fue sustituido por el técnico de sonido Jimmy MacDonald. Desde 1983 la voz es de Wayne Allwine. A lo largo de los años Mickey ha aparecido en dibujos animados, tiras cómicas, videojuegos, y se ha convertido en el ícono de la compañía Walt Disney. The Gallopin’ Gaucho fue el segundo cortometraje protagonizado por Mickey que produjo Walt Disney. The Walt Disney Company no logró, sin embargo, encontrar un distribuidor para la película, que se estrenó después del éxito del tercer corto del personaje, Steamboat Willie, el 30 de diciembre de 1928. Por ese motivo, aunque fue el segundo cortometraje de Mickey Mouse en cuanto a su producción, fue el tercero en ser estrenado. Tanto Mickey como su novia, Minnie, habían aparecido ya en el primer corto de la serie, Plane Crazy, que se estrenó el 15 de mayo de 1928 y no obtuvo el éxito esperado. Disney e Iwerks volvieron a intentar captar el interés de la audiencia con una nueva película sobre los mismos personajes, The Gallopin’ Gaucho. La animación del filme corrió exclusivamente a cargo de Iwerks. The Gallopin’ Gaucho pretendía ser una parodia de una película de Douglas Fairbanks, titulada The Gaucho, estrenada poco antes, el 21 de noviembre de 1927. La acción se desarrolla en la Pampa argentina, y Mickey es el propio gaucho. El protagonista monta un ñandú en lugar de un caballo (aunque

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a veces se dice que es un avestruz). Llega al bar-restaurante Cantina Argentina, aparentemente para relajarse tomando una copa y fumando. En el restaurante se encuentra a la camarera y bailarina Minnie Mouse, y un parroquiano, que no es otro que Pete Patapalo (en inglés Peg Leg Pete, más tarde Black Pete o simplemente Pete), presentado como un forajido. El papel de villano de Pete había quedado ya establecido en las series de las Comedias de Alicia y Oswald el conejo afortunado. Este corto, sin embargo, representa su primer encuentro con Mickey y Minnie. Los dos últimos parecen no conocerse, aunque ambos habían aparecido juntos ya en Plane Crazy. Minnie baila un tango y los dos personajes masculinos se pelean por ella. Pete intenta apresurar el final de la pelea raptando a Minnie y llevándosela en su caballo, pero Mickey le sigue a lomos de su ñandú y pronto se pone a su altura. Mickey y Pete entablan entonces un duelo a espada, de la que el primero sale victorioso, rescatando a la damisela en apuros. El corto termina con la imagen de Mickey y Minnie, a lomos del ñandú, perdiéndose en el horizonte. En entrevistas posteriores, Iwerks comentaría que en The Gallopin’ Gaucho pretendía presentar a Mickey como un espadachín aventurero, semejante a los personajes que solía representar en el cine Douglas Fairbanks. Las personalidades, tanto de Mickey como de Minnie, son, sin embargo, muy diferentes de como llegarían a ser en años posteriores. Mickey es todavía un personaje muy parecido a Oswald, aunque Disney estaba trabajando ya en darle una personalidad propia. Como resultado de estos trabajos se creó el siguiente cortometraje de Mickey, el segundo en ser estrenado y el primero que realmente llamó la atención del público: Steamboat Willie.




Capital Federal Zoológico de Buenos Aires Av. Las Heras y Sarmiento. Tel. 4011-9900. Parque Tierra Santa Av. Rafael Obligado 5790 (Costanera). Tel. 4784-9551. Jardín Botánico Av. Santa Fe 3951. Tel. 4831-4527. Museo de los Niños Abasto Av. Corrientes 3247. Abasto de Buenos Aires. Tel. 4861-2325. Museo Eduardo Sívori Av. Infanta Isabel 555 (frente al puente del Rosedal). Tel. 4772-5628. Museo de la Ciudad Defensa 219. Tel. 4343-2123. Planetario de la Ciudad Galileo Galilei Av. Sarmiento y Belisario Roldán. Tel. 4771-6629 / 9393. Museo Argentino de Ciencias Naturales Angel Gallardo 490. Tel. 4982-6595. Museo Argentino del Títere Piedras 905. Tel. 4304-4376.


Observatorio de la Asociación Amigos de la Astronomía Av. Patricias Argentinas 550. Tel. 4863-3366. Museo Participativo de Ciencias C. C. Recoleta. Junín 1930 Tel. 4807-3260. Jardín Japonés Av. Casares y Figueroa Alcorta. Tel. 4804-4922. Museo Histórico de Cera Del Valle Iberlucea 1261. Tel. 4301-1497. Museo Etnográfico Moreno 350. Tel. 4345-8196. Museo Nacional de Bellas Artes Av. del Libertador 1473. Tel. 4803-0802. Tranvía histórico de buenos aires: Sale de 16 a 19:30 hs. Cada 20 min, Sáb, Dom y Feriados. Emilio Mitre y Bonifacio. Cdad. Aut. De Bs. As. Tel: 4431-1073.

Zona Norte Reserva Ecológica Ribera Norte Camino de la Ribera, entre López y Planes y Almafuerte (Av. del Libertador 15.400). En Acassuso. Tel. 4747-6179 Tren de la Costa Av. Maipú 2.300 (Olivos). Tel. 4002-6000. Museo Mariposas del Mundo Italia 650 (San Miguel). Tel. 4664-2108.


Parque de la Costa Vivanco 1509 (Tigre). Tel. 4793-5986. www.parquedelacosta.com.ar Temaiken Ruta 25 km. 0,700 (Escobar). Tel. (03488) 43-6900 www.temaiken.com.ar Granja Mundo Natural Mermoz 1800 (Escobar). Tel. 4791-4032. Museo Ferroviario Paseo Costanera y Luis Piedrabuena (Campana). Tel. (03489) 43-1513. Reserva Ecológica de Vicente López Paraná y el río (altura Libertador al 4.000, La Lucila). En Vicente López. Tel. 4513-9858. Centro Náutico Delta Río Luján y Canal Benavídez (Tigre). Tel. 4728-0410 /12/15. Museo Municipal Manuel Iglesias Guemes 730 (Campana). Tel. (03489) 43-2783. www.clubprimerautomovil.com.ar


Pequeña Holanda Ruta 25 y Río Luján (Escobar). Tel. 4773-5091. www.pequenaholanda.8m.com Museo Ferroviario Paseo Costanera y Luis Piedrabuena (Campana). Tel. (03489) 43-1513. La Granja Chocolatada Panamericana, Ramal Pilar, km. 47,5 (Pilar). Tel. (02322) 64-4540. www.granjachocolatada.com.ar Reserva Natural del Pilar Calle Savio y Río Luján (Pilar). Tel. (02322) 49-9601. Museo de Arte de Tigre Paseo Victorica 972 - Tigre Tel: (05411) 4512-4528

Zona Sur Ferroclub Argentino Av. 29 de Septiembre 3500 (Remedios de Escalada). Tel. (0221) 475-0018. Parque Hudson Calle El Zaino s/n (Florencio Varela). Tel. 4283-1053. Abremate Av. Hipolito Yrigoyen 5682, Remedios de Escalada Tel. 4247-4485/89/90 interno 106 Zoo Florencio Varela Presidente Perón 800. Tel. 4275-0614.

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República de los Niños Camino General Belgrano km. 7 (Gonnet). Tel. (0221) 484-1409 / 0800-999-5959. www.republica.laplata.gov.ar Museo de Ciencias Naturales Paseo del Bosque s/n (La Plata). Tel. (0221) 425-9161 / 7744. Jardín Zoológico y Botánico Calle 52 y 118 (La Plata). Tel. (0221) 427-3925. www.laplata-argentina.com.ar Granja Loma Verde Ruta 215, km. 44,5 (Brandsen). Tel. (02223) 44-2209 / 44-2937.




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