Nuestro desarrollo social: ¿Está marcado por la crianza recibida o por nuestros valores?
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Por: Vivian F. Arroyo Solá, MHR, CCC, marzo 2016, Educadora, Oficina de Ética Gubernamental de Puerto Rico
uiero compartir con ustedes la importancia que tiene reflexionar sobre la manera en que fuimos criados. Se dice que, “los niños no vienen con un manual” o “no existe una escuela “Porque la familia no es una simple para ser padres”. Escribir sobre este tema busca facilitar esa invención del hombre para alcanzar importante tarea y nos ayuda a cierta meta, ni es susceptible de ser mejorar como padres, madres, reinventada o reformulada para abuelos, tíos, parientes y a muchos otros que de alguna alcanzar otros objetivos.” manera aportan, directa o indirectamente, a la crianza de -James Wilson un ser humano. Inclusive, hay quienes solo conocieron las sabias palabras y los admirables ejemplos de sus maestros en la escuela.
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¿Está marcado por nuestra crianza o por nuestros valores?
LA CRIANZA Distintas circunstancias nos llevan a decidir sobre cómo vamos a criar: ser parte de una familia tradicional, padre soltero o madre soltera, escoger la adopción, ser la madrastra o el padrastro, y hasta tener acceso a un vientre subrogado para iniciar una familia. Estas son algunas de las opciones a escoger. Utilizamos el término familia como aquel grupo que nos cría, nos forma como personas, estableciendo nuestros valores morales y el que nos orientará a lo largo de nuestro desarrollo como seres humanos, en especial durante los primeros pasos. Otra definición de familia un poco más técnica es, un grupo social básico creado por vínculos de parentesco o matrimonio, el mismo se hace presente en absolutamente todas las sociedades. La familia debe, moralmente, proporcionar a sus miembros aspectos como seguridad, protección, socialización y compañía. Decidir aportar responsablemente a la crianza de un ser humano, puede lograrse dentro de una unión matrimonial, mediante alguna relación de pareja, o de forma individual. Optar por criar no tiene que ocurrir en el seno de una familia tradicional. Es importante reconocer que el mundo de hoy plantea una variedad de retos para nuestro desarrollo familiar y social. Una pregunta que debemos formularnos es, ¿mi crianza ha tenido efectos en mis éxitos o fracasos? Responder a esa interrogante nos requiere recordar, meditar y educarnos para realizar las modificaciones que sean necesarias para beneficio personal y social.
Como mujer, en un segundo matrimonio, madre de dos universitarias, ambas del primer matrimonio, les comparto que ha sido necesario detenerme a evaluar la crianza y la estructura familiar en la cual me desarrollé. Esto ha sido centro de diálogo para descubrir situaciones, razones y justificaciones en el carácter y comportamiento de las personas que más amo. De ese descubrimiento ha surgido una lista de proyectos, la misma siempre ha estado dirigida a conocerme y evaluarme con las fortalezas y debilidades heredadas o aprendidas. Aquí se destaca la importancia de vivir en un aprendizaje constante y adquirir nuevos conocimientos. Todo esto debe estar acompañado por las prácticas adecuadas para relacionarnos con los demás, dirigidas al beneficio de una mejor convivencia familiar, profesional y social. Otra pregunta importante es: ¿soy capaz de identificar las costumbres que heredé en mi proceso
de crianza? El ser humano está influenciado por las costumbres. La costumbre es una de las razones para no aceptar los cambios. Ese cambio que necesitamos y queremos ver en nuestra sociedad, en nuestras vidas, no es un acto de magia; pero ese
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cambio es una opción real que podemos lograr. La educación será fundamental en este proceso. Al educarnos logramos ampliar nuestra visión sobre el proceso de crianza, la educación será fundamental para aceptar y respetar los cambios y la diversidad. Ejemplo para entender esto en la actualidad, son las múltiples maneras mediante las cuales una persona puede tener un hijo: trasplante de óvulo o embrión, vientre subrogado, fertilización “in vitro”, por adopción, madre soltera, padre soltero o como parte de una familia no tradicional. Esta es la realidad que vivimos, no se imponen opciones o visiones, estamos reconociéndola. Claro, dependerá de cada familia la importancia que le otorgue a la educación, el afecto, el sentido común, las creencias, la socialización y los valores; el respeto a la diversidad será fundamental. La palabra crianza en estos momentos puede ser percibida o asociada con formación y desarrollo, pero ante todo está fuertemente relacionada con la familia. Estoy segura que existe en nuestra memoria el retrato de muchos encuentros familiares, esos momentos en que recordamos lo compleja que puede llegar a ser una familia. Al observar algún vecino, compañero de trabajo y algún conocido, curiosamente podemos identificar que mantienen conductas similares a las de alguien que forma o haya formado parte de nuestra propia familia.
La base de la realidad que hoy vives se originó durante tu crianza. Ese grupo, la familia al cual pertenecemos y conocemos, por quienes fuimos influenciados, tiene una variedad de vivencias que fijaron en nuestra memoria las acciones a seguir para llegar a los resultados que tenemos hoy. Acciones que pueden resultar en adultos que son felices o no. Es de conocimiento general que nuestra trayectoria en la vida puede ser interrumpida por la violencia en las calles, la escuela y hasta puede llegar a nuestros hogares. Nos afecta cuando tenemos parientes o conocidos que han sentido en carne propia la situación. Es momento de hacernos algunas de las preguntas necesarias para meditar sobre el tema. Además, es momento de observar a esas personas que causan daño a la sociedad y reflexionar lo siguiente: ¿Quién ha sido esa persona?, ¿Qué tipo de
relación tuvo con su familia? ¿Cuál es la razón de su conducta agresiva?, ¿Cómo fue su crianza? Conocemos personas que no tienen confianza en ellos mismos, por lo que no saben tomar decisiones; otros hacen una crisis de un pequeño detalle, algunos no pueden estar relajados, muchos son incapaces de ofrecer su amistad. Existen los que viven de manera agresiva, los que humillan, y otros que pueden ignorar las necesidades que tienen sus parientes más cercanos. Por otro lado, también podemos conocer a seres amables y de buen ánimo. Compartir con personas bondadosas, optimistas y de buen humor es bien necesario en nuestro diario vivir. La profesora Nilda López-Cruz, en su libro “La familia un enfoque interdisciplinario” nos comparte lo siguiente:
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“Típicamente se culpa a la familia por todos los males sociales; perdiendo de vista que la familia es sólo una de las instituciones sociales que interactúa para moldear y condicionar la vida de los seres humanos. El solo ejemplo de cómo la pobreza por sí sola tiene repercusiones en los gustos, preferencias, actitudes hacia la vida, sentimientos de bienestar, de logro, oportunidades educativas y hace reflexionar si la familia por sí sola debe culparse por los males sociales que aquejan a la sociedad internacional.” Por su parte, la Educadora Senior, Mercedes Pabón Ríos, en su trabajo investigativo, La Práctica de los Valores en la Vida Cotidiana, nos comparte que… “la familia es la primera escuela de la vida. El crecimiento y desarrollo de una persona es proporcional al valor con el que se le ha tratado y se le trata, y a los valores que esta asuma y practique en su cotidianidad. En la medida en que practiquemos valores para el beneficio de nuestros niños, los que nos rodean y nosotros mismos, la calidad de nuestra vida individual y social incrementará notablemente” Poder identificar algunas prácticas de crianza para contribuir a una mejor convivencia social, nos permite desarrollar nuevos enfoques y aportar estrategias para modificar nuestros modelos, aprendidos desde la niñez. Los estudiosos del tema mencionan que esos modelos de crianza son el primer estilo educativo que vivimos. Desde el momento en que se inicia con la crianza de un ser humano se pretende dirigir la conducta en la dirección que se valora o se conoce. El adulto se enfoca en su propia personalidad, nivel educativo, ideas, creencias religiosas o de otro tipo. Hay que tener en cuenta la eficacia de los diversos estilos de
disciplina, las características de cada niño, de los padres, así como la interacción entre ambos. Palacios (1998) postula que, las prácticas educativas en la crianza de los padres pueden estar determinadas por una serie de factores que se dividen en tres grupos: 1er grupo relacionado con el niño – edad, sexo, orden de nacimiento y características de personalidad. 2do grupo, relacionado con los padres – sexo, experiencia previa como hijos y como padres, características de personalidad, nivel educativo, ideas acerca del proceso evolutivo, la educación y expectativas de logro que tienen puestas en sus hijos. 3er grupo, relacionado con la situación o el ambiente – características físicas de la vivienda y contexto histórico (generacional). No podemos pretender decir que los padres utilicen siempre las mismas estrategias con cada uno de sus hijos o en todas las situaciones, sino que los padres, dentro de un “continuum” [serie] más o menos amplio de tácticas, seleccionan con flexibilidad las pautas educativas (Ceballos y Rodrigo 1998). Los resultados de investigaciones como la de Wilson (1995), indican que las percepciones maternales de las conductas de las prácticas de crianza están asociadas con la estructura familiar en relación con el nivel de estudios.
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La relación entre la percepción de la madre, su conducta en las prácticas de crianza y la estructura familiar que la formó, será bastante significativa con el nivel educativo de las madres, aunque también se relaciona con el número de niños en la familia y con los recursos económicos.
generaciones” será importante que puedas estudiar las variaciones y perfiles de los grupos sociales dentro de determinado tiempo. Porque estas experiencias tendrán efectos variados sobre los sujetos en función de sus distintos hábitos que también cambian según el origen social.
La clase social es un factor relacionado con los padres que demuestra ser el más consistentemente asociado a los estilos de crianza.
La teoría de Borudieu (1988) expone que “no podemos hablar de generación más que en la medida en que se comparta, además de una contemporaneidad cronológica, una misma situación en el espacio social. Que se compartan unas mismas condiciones materiales y sociales. Esta coincidencia social y temporal debe hallarse en la misma situación del espacio social en la misma época. Ello supondrá una producción similar de “habitus”. Sin embargo, se evalúa la crianza recibida y lo enfocamos en el marco generacional en que nos desarrollamos. Se encuentran aspectos en común por clase social o por la educación formal alcanzada.
Además, dentro de las variables sociales o niveles socioeconómicos, se identifica el nivel de estudios, lo que diferencia a unos padres de otros en los estilos de crianza. La crianza de cada individuo se nutre según los diferentes estilos de vida. En mi experiencia, ha sido interesante, descubrir la importancia que alcanza el nivel educativo de una madre, padre o abuelos, para brindar calidad en la crianza y educar a un ser humano funcional para la sociedad. Para reconocer la relevancia y el alcance que tiene la educación, es necesario experimentar el valor que añade a nuestra vida individual y social. La manera en que criamos también se relaciona con la generación a la que pertenecemos. Generación no es un grupo concreto, sino un grupo delimitado por compartir unas mismas condiciones de existencia, al igual que creencias y expectativas. Hablar en términos de generaciones abarcaría a un grupo de la sociedad unido por una serie de acontecimientos importantes y determinantes: una guerra, una crisis económica, son acontecimientos que afectarían significativamente, pero tienen efectos muy distintos según la estructura familiar y la posición social en que se encuentren. Por lo cual, no podemos partir de generalizaciones, “la Generación del 68, etc…” Para entender los famosos “conflictos de
¿PUEDE LA FAMILIA MARCAR LA DIFERENCIA EN NUESTRO DESARROLLO? En ocasiones nos convertimos en un molde exacto de nuestra familia. Basamos nuestras decisiones en lo que tuvimos, aceptamos lo vivido y repetimos lo escuchado. Esto puede incluir las creencias sociales, religiosas y políticas. Se preservan las costumbres sin considerar la re-invención o la reformulación familiar. En ocasiones le colocamos adornos a una relación, por lo que se paga un precio muy alto. Tal vez se adapta al entorno social, que recién adoptamos basado en logros económicos. Es probable que mi crianza se haya desarrollado en
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un barrio, de repente nace la oportunidad de vivir en sectores más exclusivos, lo cual hace necesariodesarrollar y modificar el carácter y evaluar las circunstancias en mi vida o familia. ¿Cuántas veces nos hemos ocupado de corregir o cambiar un detalle negativo de nuestra crianza? ¿Alguna vez has tenido la impresión de que actúas igual que tu padre ó madre? No es casualidad que estas preguntas despierten inquietudes o sentimientos al recordar algún momento intenso. Conocer sobre la crianza nos lleva a una mejor convivencia. Nos lleva a ver las razones del desarrollo personal y social de cada individuo. Ese momento en que se determina cambiar la trayectoria familiar, puede ser decisivo para el desarrollo sicológico y social. Es beneficioso aprender sobre todo lo sucedido antes de mi nacimiento. Esto será crucial para aceptar su importancia, el alcance, y ver las marcas que ha dejado en la vida personal y social. Es necesario poner límites durante la crianza; y hay múltiples estilos de crianza. Les comparto un resumen de los diferentes estilos de crianza. Identificar las diferencias puede ayudarnos a entender los mismos: Crianza con autoridad o enérgica - Es reconocida como democrática. En ella los padres se caracterizan por ser exigentes y sensibles. Comparten cuidados y afecto, exigencias adecuadas y castigos razonables. Mantienen un control firme basado en lo que se conoce como disciplina inductiva. Es la disciplina que consiste en explicar el propósito de las reglas que dirigen la
conducta del niño y reciben argumentos fundamentados y funcionales, que pueden lograr cambiarla. Como resultado: Los padres enérgicos son firmes, claros, poseen determinación e interiormente están relajados y se sienten seguros de sí mismos. Sus hijos aprenden que lo que ellos dicen hay que cumplirlo, pero, al mismo tiempo, saben que no tendrán que soportar humillaciones ni malos tratos. Crianza autoritaria – Es reconocida como muy exigente y poco sensible. Los padres manifiestan alto nivel de control y de exigencias de madurez, bajos niveles de comunicación y de afecto explicito, basada en una obediencia estricta. Como resultado: El estilo de crianza autoritario socava la capacidad de autonomía de los hijos. Los padres son incapaces o no están dispuestos a mantener la autoridad sobre sus hijos adolescentes, lo que dificultará que estos lleguen a ser personas responsables o independientes. Crianza permisiva – Es poco exigente y muy sensible. La crianza permisiva permite que los hijos maltraten a los padres y estos reaccionen cuando las cosas se salen de control. La actitud permisiva de los padres no exige madurez, pero tampoco exige responsabilidad ni orden. Como resultado: Será un estilo permisivo que se asocia con un pobre desarrollo de habilidades cognitivas y sociales, con los consiguientes efectos en la vida escolar y
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social del adolescente (Kimmel y Weimer 1998).
¿Puede algo tan sencillo cambiar la vida de un ser humano? Sí, y esto se debe al modo en que trabaja
Crianza agresiva –La palabra la describe. Los padres descargan sus tensiones y frustraciones con los niños. Puede ser que no
la mente humana.
esté a gusto en su trabajo, con su matrimonio, o con la vida en general. Quizás no estaban preparados para convertirse en padre o madre. El resultado será, un individuo complejo. Es posible abandonar un estilo de crianza y adoptar otro. Conocer los diferentes estilos de crianza, junto a los acontecimientos que has experimentado, te convierten en la persona que eres hoy. Tenemos la capacidad de recordar. En muchas conversaciones se mencionan asuntos familiares, particularmente sobre los niños, cuando se piensa que no están escuchando, sin embargo, con el tiempo nos damos cuenta que el niño recuerda todo lo que se dijo. Se asume que cada estilo de crianza tiene consecuencias en el desarrollo positivo o negativo del individuo. El estilo democrático o con autoridad es el único que consistentemente se ha relacionado con aspectos positivos en el desarrollo, tales como motivación de logros, autoestima, habilidades sociales y aprovechamiento escolar por mencionar algunos (Rodrigo y Palacios, 1998)
No solamente los elogios o las frases negativas determinan el desarrollo de un niño. Existen muchas formas para programar a un ser humano, en especial la forma de dar órdenes e instrucciones, eligiendo palabras positivas o negativas. Las palabras crean enfoques y reacciones en todos los seres humanos.
El desarrollo de la crianza será determinante según la visión y la educación del adulto, unido al entorno del menor. Estudios demuestran que el uso de las palabras positivas produce niños competentes. Los pequeños aprenden de nosotros como organizarse, según la forma que los motivamos, a través de las palabras positivas. ¿Cuál es la razón? Es por el comportamiento y la forma que trabaja la mente humana. La Programación Neurolingüística (PNL) es un modelo de comunicación interpersonal que se ocupa fundamentalmente de la relación entre los comportamientos exitosos y las experiencias subjetivas, en especial, modelos de pensamiento subyacentes. La PNL se ocupa de la influencia que tiene el lenguaje sobre nuestra programación mental, y demás funciones de nuestro sistema nervioso, como también de los patrones lingüísticos que empleamos. Conocer y estudiar sobre este tema (PNL) puede ser fundamental en la crianza de las futuras generaciones y es conocida como una terapia alternativa para cambiar los modelos de conducta mental y emocional. Aquí es pertinente compartir lo que nos dice Biddulph (1996): “Nadie puede criar niños felices bajo ciertos niveles económicos, aunque, por encima de cierto nivel, las necesidades son más humanas que materiales. La educación, el desarrollo de la comunidad, la capacidad para pertenecer a un grupo y compartir un trabajo con
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otras personas, son algunas de las necesidades fundamentales para una vida familiar sana”.
forma asertiva para construir una mejor sociedad honrando su familia.
El bien y el mal se encierran en el corazón y en la mente de cada persona, y también es ahí en donde nacen las soluciones y la claridad para entenderlos. La razón de ser, los motivos, y las causas de nuestras acciones es necesario revisarlas.
El cariño que se ofrezca al niño en su desarrollo, unido a un estilo de crianza adecuado, junto a la integración de los valores, puede ser el secreto para hacer que una familia funcione bien.
Es igual de importante no juzgar las otras personas con relación a sus decisiones, ya que muchas no afectan nuestro entorno, solo afectan nuestra siquis o nuestro “modelo perfecto”. Las noticias nos mantienen informados de todo lo acontecido local e internacionalmente. Gracias a los medios noticiosos recibimos detalles muy reales, otros que nos duelen y otros que nos cuesta asimilarlos. Lo que no podemos cambiar, es que constantemente todo a nuestro alrededor cambia ¿bueno o malo?, simplemente sucede. ¿Quién determina que algo es bueno o malo?
Lo
determina la sociedad, las leyes y nuestros propios valores. Es cierto que constantemente recibimos mensajes y comportamientos ambiguos, difundidos ampliamente por los medios de comunicación, pero eso no quiere decir que debemos imitarlos. Tenemos la facultad para cuestionar, decidir y actuar en torno a los estímulos que recibimos cotidianamente. El ejercicio de los valores puede ser una garantía para que un modelo de crianza funcione y pueda desarrollar positivamente a una familia. Independientemente de que la composición sea de una familia tradicional o no tradicional. Es fácil evaluarlas con los siguientes datos: ambas instituciones sociales adoptan y están criando de
Pero la clave es ver cómo se practican los valores, cómo se convierten en un estilo de vida real, y como proyectarlos a los demás. Compartir los buenos ejemplos es un punto importante en la crianza. Desde mantener un compromiso genuino con la seguridad pública al conducir un vehículo de motor, hasta las decisiones y prácticas más complejas de la vida, todas estas, aportan a la calidad de la convivencia e influyen en la crianza y en nuestra vida familiar. Los valores no vienen dados como un hecho forzoso. Hay que descubrirlos, con la guía, la orientación, el respaldo y el incentivo de ejemplos positivos probados. Cuando decimos que alguien es una persona “de principios”, estamos resaltando el hecho de que tiene un carácter definido y una convicción firme. Lo estamos elogiando. Esta persona, seguramente, procura inculcar esas convicciones en su familia y está atenta especialmente a que sus hijos se formen con una sólida convicción ética. (Yarce 2004).
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REFLEXIÓN Los servidores públicos compartimos los principios y valores morales que nos caracterizan, como seres humanos, adquiridos a través de la crianza. La gran mayoría de nosotros, los servidores públicos, tenemos un compromiso claro y conocemos cuales son los fundamentos de la vida que nos inspiran. El primero es servir con dignidad. La meta es una sana convivencia. La mejor estrategia asumir una actitud positiva, una actitud enfocada en la solución, para rebasar los retos y necesidades que surgen en el desempeño de nuestras responsabilidades laborales y sociales. Así se refuerza una sana convivencia, basada en los valores aprendidos durante nuestra crianza.
“Nunca olvidar que todo proyecto, cambio o meta que deseamos integrar en nuestra vida debe tener como ingrediente principal, la constancia” -Vivian F. Arroyo Sola
Las personas responsables aprendemos de nuestros errores y asumimos las consecuencias de nuestras acciones. La crianza correcta la alcanzamos desde el momento en que decidimos adquirir el conocimiento para compartir soluciones y cambios familiares o sociales. La utilidad de los valores se refleja al disfrutar un mejor estilo de vida, el cual beneficia al individuo y su entorno.
Ahora los invito a reflexionar: Nuestro desarrollo social; ¿está marcado por la crianza recibida o por nuestros valores?
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