Este es un diálogo no estrictamente patriótico ABEL FERNÁNDEZ MEJÍA
Y hoy, de pronto, año cualquiera, mes enero, día 26, todavía alguien se me acerca y de nuevo me dice que la poesía deberá/debe/ha debido ser sólo siempre sólo simplemente eso: poesía, poéticamente poetizada poesía y que, por lo tanto, es absolutamente necesario hacer evitar, a toda costa, que ese lenguaje absurdo, esa pirotecnia gráfico/fonética, ese tonto [ejercicio ineficaz siga tratando temas, casos, materiales, cosas, que no competen a su poética incumbencia, a su ineludible vaciedad inútil de signo semiótico-sintáctico que juega consigo mismo por el simple, plurilineal y estúpido placer de jugar. Y también es bueno ahora consignar que muchos otros, ya antes, me había dicho lo mismo aunque aduciendo motivos diferentes: “¿Cómo pueden ensuciar así la poesía, divino don inmaterial, esotérica esencia o plurivital deleite, con esas cosas
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