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Hugo Chordá Corbatón
Hugo Chordá Corbatón Clavario 2020
SALUTACIONS
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Muchas veces perdemos de vista el significado real de las cosas porque las situaciones que las envuelven van diluyendo su verdadera esencia, pero esto deja de tener sentido cuando hablamos de Sagunto y su Cofradía de la Purísima Sangre.
Desde sus inicios allá por 1492, cuando ocupaba la antigua sinagoga ubicada en la actual calle de la Sang Vella hasta el día de hoy, nuestra Cofradía ha ido consolidándose y haciéndose grande gracias a generaciones de saguntinos que han entregado, sin reservas, parte de si mismos a la advocación a la Purísima Sangre de Jesucristo.
Esta carga histórica hace complicado anunciar la llegada de la Semana Santa a nuestra ciudad con palabras que, a través de los siglos, no hayan sido escritas, pronunciadas o incluso pensadas. Rebuscar en el raciocinio alguna característica inédita de ella o expresar algún sentimiento particular que no haya conmovido de la misma manera a la inmensa mayoría de los saguntinos, es tarea ardua y dificultosa.
Por ello, y rendido ante mi falta de ingenio, voy a intentar deslocalizar esta preciosa celebración buceando en nuestras raíces a través de estudios y testimonios de eruditos saguntinos.
En la celebración de la fiesta de la Pascua se superponen diferentes tradiciones religiosas y místicas, creando un sincretismo cuyo origen antecede y se mezcla con la formación del cristianismo. Así, los pueblos antiguos, mucho antes de que los hebreos instituyeran la Pascua, festejaban el día mas hermoso del año justo el día en el que tenía lugar la primera luna llena de la primavera, cuando el sol transcurre por el signo de Aries y comienza su gran ciclo solar. Era su fiesta de la primavera, su fiesta de la vida.
El judaísmo instituyó ese mismo día como su fiesta máxima para celebrar el renacer de la libertad tras la muerte de la esclavitud egipcia. A esa fiesta la llamaron “pascua”, que significa “paso” hacia la vida nueva.
Los cristianos llamamos “Semana Santa” a esta misma semana de la primavera naciente; porque la religión no es algo separado de la vida. Lo pagano y lo religioso cohabitan en una perfecta simbiosis desde tiempos inmemorables y los cristianos hemos entendido que la esencia no se encuentra en la forma de un rito, sino en el valor intrínseco de su significación.
La celebración de los misterios de la Semana Santa cristiana tiene su origen en la primitiva Iglesia que, sobrecogida por la realidad histórica de la muerte de Cristo, advirtió la necesidad de celebrar litúrgicamente este hecho por medio de un rito memorial, donde se renovara sacramentalmente su sacrificio.
Pero, ¿cuándo empezó a celebrarse la Semana Santa por las cofradías cuyo titular es la Purísima Sangre de Cristo y cuál es el origen de esta advocación tan arraigada?
Pues bien, a la hora de indagar sobre la fundación de las primeras cofradías de la Purísima Sangre en el Reino de Valencia, los estudiosos se han encontrado siempre con el problema de la desaparición de la mayoría de los archivos que estas pudieron tener.
Así, en nuestra ciudad las tropas carlistas lanzaron a la hoguera allá por 1873, toda la documentación del archivo municipal tras el asalto al Convento de San Francisco donde éste se encontraba ubicado. Algo más de medio siglo después, Sagunto volvería a verse castigada por la persecución religiosa. Esta vez por la llevada a cabo durante la guerra Civil de 1936: así fue como la noche del martes 21 de julio del fatídico año, fueron asaltadas sus ermitas e iglesias y los libros contenidos en el archivo parroquial de Santa María, fueron lanzados por el balcón de la sacristía y quemados en su plaza de arriba.
Con todas las limitaciones que estos hechos y otros similares en distintos lugares produjeron, cabe decir que la primera cofradía de la que se tienen datos es la Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo fundada en la ciudad de Orihuela en 1411.
La siguiente cofradía en fundarse será nuestra querida Cofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. No hay documentos que fechen el momento exacto de su institución, pero hay un hecho histórico que nos ayuda: la expulsión de los judíos. Después del Edicto de Granada promulgado por los
Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492, los judíos tenían que convertirse o emigrar. Sabemos que de Murviedro partieron a principios de agosto de 1492 y que su sinagoga fue reconvertida en ermita y sede de la cofradía de la Sangre. De tal manera, según el cronista Chabret, a principios del siglo XVI la cofradía tenia su iglesia en la Sinagoga que los hebreos habían abandonado, existiendo la hipótesis de que incluso, esta podría haber sido fundada por aquellos judíos que aceptaron convertirse a cambio de no tener que marcharse de sus hogares. Pero con todo, el documento más antiguo que se conserva de nuestra cofradía es del 30 de diciembre de 1567 y se corresponde con una carta de pago. De este documento se deduce ya una cofradía con cierta actividad y ello da pie a que los investigadores daten la fundación de la cofradía entre la expulsión de los judíos y la fecha del primer documento conservado.
Paralelamente a la creación de nuestra cofradía, poco a poco, durante todo el siglo XVI se van fundando cofradías dedicadas a la advocación de La Sangre de Cristo. Y lo hacen instalándose a lo largo de las dos grandes vías de comunicación del Reino de Valencia: la antigua Vía Augusta, que cruzaba el Reino de norte a sur, y la que conducía de Murviedro a Burgos vía Teruel. A partir el siglo XVII las cofradías ya se extienden por todas las comarcas del Reino y seguramente por influencia de nuestra cofradía, se fundan otras con la misma advocación en poblaciones vecinas como Faura, Gilet y Benifairó de les Valls.
Cabe decir que entre los siglos XVI y XVII se constituyeron en el reino de Valencia cincuenta y tres cofradías, siendo las que lo hicieron en el siglo XVI las que tuvieron más fuerza y arraigo, de hecho, son mayoritariamente estas las que perduran en nuestros días. Podemos decir con orgullo que la nuestra es la más antigua que existe en la actualidad.
Por otra parte, en el nacimiento al culto a la sangre de Cristo influyen variadas circunstancias, pero la base principal estriba en la devoción en torno a la humanidad de Jesucristo que irrumpe con fuerza a finales de la Edad Media y que muestra un Dios no victorioso sino a aquél que, encarnado en su terrenal Hijo, sufre una cruel pasión y muerte. Nacen así las devociones a la Vera Cruz, la Corona de Espinas o la Sangre de Cristo.
Este culto a la Sangre derramada de Cristo, altamente relacionado con la celebración de la Eucaristía, tiene una particularidad diferenciadora en el Reino de Valencia y es la presencia del Santo Cáliz en la catedral de su capital. Esta copa de ágata datada entre los años 100 y 50 antes de Cristo, será reconocida en todo el Reino como el auténtico Cáliz que Jesús ofreció a sus discípulos en la Última Cena diciendo: “tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi Sangre”… Preciosa Sangre de Cristo, Purísima sangre de Cristo.
El Santo Cáliz llega a Valencia en el año 1424 de la mano de Alfonso el Magnánimo. El monarca quiere agradecer con este gesto la ayuda prestada en sus campañas mediterráneas al Reino de Valencia. En un principio, la Santa Copa será instalada en la capilla del desaparecido Palacio Real donde el rey tiene fijada su residencia durante sus estancias en la capital del Turia. La reliquia permanecerá allí hasta el 17 de marzo de 1437, fecha en la que el rey a través de su hermano, hará entrega de la misma a la Catedral. Esta cesión no es gratuita, sino que se realiza como pago de la garantía de un préstamo por valor de 136.430 sueldos, que el monarca había solicitado a la jerarquía eclesiástica para sufragar los gastos de sus campañas militares en Nápoles. Valencia y su Seu se convierten así en el destino final del viaje de un vaso sagrado que inicio su periplo en Jerusalén de la mano del apóstol San Pedro.
Al igual que la presencia en Valencia del cáliz que usó el Señor para consagrar el vino en la Ultima Cena contribuyó en gran medida al aumento de la devoción de la Sangre de Cristo en todo el Reino, la persistencia de este y la devoción de la diócesis y sus fieles han hecho posible que, en el año 2014, el Papa Francisco aprobara un Año Jubilar Eucarístico por el Santo Cáliz. Un “jubileo in perpetuum” que se celebrará cada cinco años y que este año 2020 celebraremos por segunda vez.
Este Año Santo se nos presenta a todos los valencianos y visitantes peregrinos como un tiempo de gracia. Que la ilusión en la indulgencia plenaria nos motive para conseguir celebrar una Semana Santa en la fe y en la esperanza de la resurrección. No nos contentemos con recordar piadosamente la Pasión histórica de Jesús, esforcémonos por mitigar activamente las pasiones cercanas de las personas que se cruzan por nuestro camino. Hagamos más grande nuestra historia.
PURÍSSIMA SANG DE JESUCRIST!
Hugo Chordá Corbatón
Clavario 2020