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Miguel Chordá Piedra
Miguel Chordá Piedra President de la Junta Directiva
SALUTACIONS
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Una vez más la Cofradía de la Purísima Sangre de Sagunto se dispone a conmemorar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo a través de innumerables actos que culminarán con la Solemne procesión del Santo Entierro.
Formar parte de un pueblo que manifiesta con franqueza, sin miedo y con naturalidad sus creencias es un verdadero orgullo y ser presidente de su centenaria cofradía, la más alta responsabilidad asumida.
Corroborando las reflexiones del teólogo González de Cárdedal, en los últimos decenios han desaparecido muchas evidencias colectivas, convicciones y decisiones dentro de las cuales los cristianos hemos vivido. Estas habrían ofrecido los vectores de referencia que fueron asumidos incluso por personas e instituciones no cristianas, pero que veían en ellos una estructura de organización, de dignificación y de sentido para la vida. Eran tiempos en los que la fe podía existir en público con la normalidad de lo evidente; una fe acogida y respetada dentro de una sociedad libre y plural.
Hoy estos marcos de inserción y evidencias públicas en buena parte han desaparecido, haciendo que se diluyan paulatinamente los comportamientos cristianos.
La familia, como bien sabemos los saguntinos, es el cauce privilegiado para transmitir la fe y los valores cristianos, pero nosotros como cofrades, debemos colaborar.
Este es nuestro reto; el cofrade debe definirse como cristiano en la doble condición de discípulo y de apóstol de Cristo. Alguien que como discípulo hace suyas sus enseñanzas y que, consecuentemente las expone ante los demás. Es esta una ardua tarea que va más allá de la responsabilidad de organizar procesiones, portar andas o planificar actos; tenemos la función prioritaria de dar un testimonio de vida acorde con nuestra idiosincrasia.
La palabra “cofrade” proviene de la expresión latina “cum frater”, que significa literalmente “con el hermano”. Basta considerar la etimología del vocablo para darnos cuenta que la palabra que nos define, hace referencia a un sistema de sociabilidad basado en el acompañamiento presencial y afectuoso, en la com-
pasión y en la ayuda mutua. El servicio al prójimo pertenece a la esencia del ser cofrade; es más, constituye su esencia por antonomasia. Nuestro objetivo como cofrades será el de no perder nuestra identidad en medio del proceso de secularización en el que está inmersa nuestra sociedad actual y, a través de nuestros comportamientos, despertar en los demás el sentimiento de fe que habita en lo más íntimo del ser humano. Ser cofrade es la manera más bonita e intensa de ser cristiano, pues el cofrade vive su fe en el hermanamiento del grupo.
Debemos mantener coherencia absoluta entre fe y vida, entre actos externos y espiritualidad; esta será la fuerza que mantendrá viva nuestra querida cofradía.
Y aunque esta actitud de coherencia guie nuestras actuaciones a lo largo de todo el año, en estos próximos días, durante la celebración de nuestra Semana Santa, este comportamiento debe potenciarse, pues es entonces cuando adquiere notoria visibilidad y sirve de ejemplo a seguir para nuestros pequeños cofrades, futuro incuestionable de nuestra cofradía.
En este sentido quiero resaltar la importancia que tienen nuestras mayoralías más antiguas, ellas están llamadas a transmitir su bagaje de experiencias vividas a las nuevas generaciones de cofrades. Será fundamental para una buena salud de nuestra cofradía, un fluido diálogo entre mayoralías venideras y mayoralías consumadas. Hagamos nuestras las palabras pronunciadas por el Santo Padre: “el futuro de un pueblo presupone necesariamente un diálogo y un encuentro entre ancianos y jóvenes para la construcción de una sociedad más justa, más bella, más solidaria y más cristiana”.
Este año, como ya va siendo tradicional dentro de los actos que realiza la cofradía, rendiremos un pequeño homenaje a una de estas mayoralías veteranas; a aquella que conmemora sus cincuenta años para con la realización de su “Fiesta”. Esta celebración, que se hace coincidir con la entrega de medallas a la mayoralía entrante, es una ocasión perfecta para una toma de contacto entre pasado y el futuro de nuestras mayoralías; entre la nerviosa expectación de lo que está por venir y la serena reflexión de lo vivido. Y, inevitablemente, entre el pasado y el futuro, la incuestionable realidad del presente haciendo de enlace entre ambas: la mayoralía del 2020. Animo a los tres clavarios que van a participar en esta ceremonia, a estimular a sus mayorales para que esta ocasión, sea el dispositivo de arranque para establecer entre todos un diálogo enriquecedor, diálogo que de lugar a encuentros sucesivos y que desemboque en un cúmulo de amistades de cofrades intergeneracionales.
Por otro lado, cabe destacar dos hechos que concurren durante este año y que deberían influir en nuestras actuaciones:
El primero de ellos es la celebración por la diócesis de Valencia del segundo Año Jubilar por el Santo Cáliz. Sabemos que mediante el jubileo, la Iglesia nos ofrece una indulgencia abierta a todos, un perdón general y la posibilidad de renovar nuestra relación tanto con Dios como con el prójimo; el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar en la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano. Como cofrades no podemos desaprovechar esta oportunidad.
El segundo hecho, es consecuencia del primero. Desde que el Papa Francisco concediera para Valencia un Año Jubilar Eucarístico a celebrar cada cinco años, el Arzobispado ha intentado diseñar un camino de peregrinaje que recorriendo los lugares por los que pasó la reliquia, conduzca hasta el Santo Grial que guarda la Catedral de Valencia y que, dejando de lado la dimensión turística, tenga un fuerte carácter religioso convirtiéndose en “un caminar religante a Dios”. Pues bien, nuestra Ermita de la Sangre será una de las sedes con las que contará este Camino del Santo Grial-Ruta del Conocimiento. Como cofrades, este hecho nos llena de responsabilidad; hagamos de nuestra Ermita un digno lugar de culto de esta Sagrada Copa.
Finalmente quisiera participar a todos vosotros el orgullo que va a suponer para mi, como padre y como presidente de la cofradía, compartir este año las celebraciones de los actos de Semana Santa con el clavario, mi hijo Hugo A. Chordá Corbatón. Vivir junto a él momentos de especial intimidad y recogimiento y emociones que traspasan lo imaginable, va a ser un sueño hecho realidad. Así mismo, en nombre propio y de la Junta Directiva, deseo agradecer a todos los mayorales del año y a sus familias el esfuerzo realizado, teniendo la certeza que habéis hecho lo imposible para, si cabe, mejorar una Semana Santa de la que todos nos sentimos orgullos. Los mejores augurios para “vuestra Fiesta”; ojalá se vean cumplidas todas las expectativas que, desde los años de la infancia, habéis ido generando en vuestros corazones.
Extender desde aquí una invitación a todos los ciudadanos, sean o no de nuestra localidad, para participar en todos los momentos a través de los cuales conmemoramos la Pasión y Muerte de Cristo, esperando se impregnen del espíritu cofrade que rebosa de cada uno de nosotros.
Los mejores deseos,
PURÍSSIMA SANG DE JESUCRIST!
Miguel Chordá Piedra
Presidente de la Cofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.