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Joan Fandos López, Majoral 2020
Joan Fandos López Majoral 2020
LA MAJORALIA D’ENGUANY
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TU RECUERDO
Llevo algo más de dos meses de retraso desde que mi mayoralía decidiese poner una fecha para la entrega de nuestros artículos. Siempre hay uno u otro que se retrasa, pero sinceramente, no esperaba ser el último. A pesar de llevar más de seis meses pensando, dudando y decidiendo qué escribir, ha llegado la hora de ponerme de verdad, puesto que ya no hay tiempo para más dilaciones y mi espacio personal quedaría en blanco cuando se imprimiese este libro, y eso hablaría muy mal de mí.
Me viene a la cabeza mi madre, sí, creo que ella ha sido el motivo de todo este contratiempo, buscando una fotografía que pudiese plasmar en estas páginas que reflejase y describiese lo que significaba para ella la Semana Santa Saguntina. Creo que la imagen elegida es la más adecuada y la que mejor la representa. Sí, creo que estas líneas van dedicadas a ella.
Es la primera vez que voy hablar públicamente de ti desde tu ausencia. No había encontrado el valor suficiente para hacerlo antes porque había algo en mí que me lo impedía. Pero como estoy a punto de pasar por una de las experiencias más deseadas e inolvidables de mi vida, voy hacer un esfuerzo, voy a dejar de entristecerme, y voy a contarte algo que ya sabes y quiero que recuerdes.
Recuerdo hace algunos unos años en la procesión del Silencio, cuando me veías salir de la ermita y me esperabas, en la plaza Sang Nova, justo enfrente, con el abrigo marrón claro, para echarme la primera fotografía. Luego en la Plaza Mayor me volvías a ver, y me recordabas lo guapo que iba. Luego en la Calle Mayor, luego en la Iglesia del Salvador, Camí Reial, Ayuntamiento...me ruborizabas cada vez y siempre sonreías. Te veía tantas veces en la procesión que pensaba que no te daría tiempo a ver a mi hermano y a mi padre desfilar, porque ellos iban con sus respectivas mayoralías delante y atrás. Pero me equivocaba, te daba tiempo de vernos a los tres, las fotos que conservo son prueba de ello. Lástima que tenga muy pocas contigo vestido con vesta. Normal que luego al llegar a casa, cansados y hambrientos los cuatro, te doliesen los pies, con la de procesiones que hacías arriba y abajo para vernos.
También recuerdo con alegría la primera subasta que nos llevamos, pero claro al ser tan joven, no supe calcular bien el tiempo, entonces tuve que ir a la carrera a casa a quitarme el traje y a cambiarme ya que no llegaba para salir de nuevo porque éramos de los primeros en desfilar con el anda. Tú me acompañabas a casa y me ayudabas a vestirme porque solo me costaba. Y no sin eso, mi padre y mi hermano también se querían cambiar nerviosos porque hacían tarde. Tres vestas negras de distinta talla en la misma habitación, con sus cinturones cada uno arreglo a sus medidas, guantes desparejados, calcetines sin su par, zapatos intercambiados, rosarios mal colocados. Un completo desastre que solo una madre podía resolver.
También me gustaría hablarte de mí mayoralía. Podría dedicarle a cada uno de mis quince compañeros unas palabras de agradecimiento por su laboriosidad, y en especial, a los que por trabajo viven fuera, pero haría demasiado largo este artículo, así que utilizaré dos palabras que resuman y definan lo que representan para mí: UNIDAD y AMISTAD. No conoceré jamás a un grupo tan fantástico y extraordinario como éste. Justos con las decisiones que se toman, con sus particulares votaciones, sus listas, sus propuestas y opiniones. Por suerte, somos amigos de toda la vida y algunos de ellos desde la infancia, y esa confianza para resolver gestiones internas dentro de la mayoralía se nota. Un equipo ordenado y eficiente, con un excepcional clavario a la cabeza, y con mayorales que funcionan tan bien en solitario que podrían sacar la Fiesta adelante si por ellos dependiera. Es un orgullo haber formado parte de este grupo, no existen compañeros tan capaces como ellos.
Como me hubiese gustado que hubieses estado presente el día de la Imposición de Medallas del año pasado. El día que dejaba de ser cofrade para convertirme en mayoral. Que orgullosa y emocionada habrías estado si me hubieses visto esa tarde caminar hacia el altar en solitario, tras el pronunciamiento de mi nombre, mientras mayoralías de años anteriores me hacían pasillo de honor y a su vez aplaudían. Qué momento tan inolvidable para mí. Y al subir las escaleras y llegar arriba, mi padre, miembro de la actual Junta Directiva y clavario, esperando a que le inclinara la cabeza para imponerme la medalla de mayoral. Que perfecto y memorable fue ese acto, y que momento tan bonito te perdiste.
Ahora ya por fin, a vísperas de la Semana Santa del año 2020, nos toca hacer nuestra Fiesta que con tantas ganas e ilusión hemos esperado. Toca disfrutar y ultimar detalles porque nuestro pueblo ya espera la Tradición. Ya llega la Pascua, ya se oyen los tambores y cornetas resonando en las calles, ya se visten los balcones de morado, ya salen los cofrades y mayorales de sus casas, ya se prenden las hachas, ya huele a cera quemada, ya sale de la ermita la Virgen de la Soledad...
Miro de nuevo la foto que he elegido para ti en este artículo. La tengo aquí delante mientras redacto y acabo mi escrito. No puedo evitar emocionarme. A pesar de que no me puedas acompañar este año, te quiero regalar y guardar un lugar en este libro y en estas páginas para que puedas sentir y disfrutar conmigo esta pasión y orgullo que siento desde pequeño. Recuerdo el año de mi padre, fue en el 2012, lo acompañabas a todos los actos...como envidio eso.
Espero encontrarte en mi trayecto con la Vera Cruz, postrándote a su paso, pues voy a pensar en ti en cada paso que recorra con ella.
Adoremos la Vera Cruz juntos los cuatro mamá, bésala conmigo, abrázame y no me sueltes...