La facultad de Bellas Artes privatizada

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POLÍTICAS ARTÍSTICAS Y CULTURALES. PROPIEDAD INTELECTUAL. Asignatura de la Universidad de Barcelona, curs 2012­13

La facultad de Bellas Artes privatizada por Eva Campos Suárez

Según Hans Haacke la privatización de los museos y, por tanto, también parte de la cultura, es un método de neutralización y de censura. Esas empresas privadas que los gestionan "cada vez más, se acostumbran a imponer limitaciones de contenido a sus programas. La gestión lo impone” especifica en su entrevista con el sociólogo Pierre Bourdieu1 . Es decir, los beneficios son más importantes que culturizar a la gente. Prefieren vender cosas sencillas, que no requieran de un gran esfuerzo intelectual para un público común que compra. Por otro lado, los precios desorbitados por los que se pueda vender una obra están dirigidos a un público elitista y/o rico. Comprendiendo así un rango de ventas muy amplio pero bajo en expectativas culturales. Entonces, ¿la privatización de las instituciones artísticas en tanto que centros de aprendizaje (las universidades de arte) también provoca el mismo efecto de neutralización que en los museos? Las universidades son centros de transmisión de conocimientos que, a mi parecer, están dentro de lo que llamamos cultura. Esos centros tienen la capacidad de crear y alimentar un espíritu crítico en todos aquellos que son creadores y pensadores (literatura, arte, teatro, danza, música…). Hans Haacke ya lo tiene en cuenta: "Influyen en nuestra forma de vernos a nosotros mismos y de considerar las relaciones sociales." ¿Qué puede conllevar la privatización de tales centros? Quizás los ámbitos como la danza y la música, que son muy abstractos, son más difíciles de analizar. Sin embargo, ámbitos como la literatura o el teatro o las artes visuales pueden encontrarse en una verdadera crisis de valores. Ana Lucía Frega recoge en su publicación Educar en creatividad2 una cita de Alfonso López Quintás que me llamó la atención: "La creatividad no se reduce a la actividad espectacular de los artistas, científicos, técnicos y estadistas. Anida en el núcleo mismo de la existencia cotidiana del hombre cuando éste no se repliega sobre sí mismo y se compromete en el juego de la vida". Voy a centrarme en la Facultad de Bellas Artes. Si la enseñanza de las artes fuera gestionada por empresas privadas, ¿qué podría llegar a pasar? Para empezar, los planes de estudios podrían cambiar hacia tres direcciones: o los estudios estarían enfocados hacia un arte comercial y competitivo muy propios del campo del diseño; o bien, se enseñaría un arte academicista, enfocado en la técnica, más que en la reflexión (las típicas actividades de ocio que se hacen en centros cívicos)3 ; o a lo más, ambas. Eso quiere decir, que el arte que se enseñaría estaría principalmente dedicado a las ventas, al comercio y, por lo tanto, promoviendo el consumismo. Ahora mismo somos libres de escoger hacia dónde queremos ir con todo aquello que aprendemos 1

BOURDIEU, Pierre. Libre­cambio. Una conversación con Hans Haacke. FREGA, Ana Lucía. Educar en creatividad. 1a ed. Buenos Aires: Academia Nacional de Educación, 2007. (Disponible en línea: <http://analuciafrega.com.ar/index.php/publicaciones/libros/112­educar­en­creatividad>) 3 No tengo nada en contra ni quiero desprestigiar las actividades que se hacen en los centros cívicos y culturales, pero por experiencia observación propia me he dado cuenta que la gran mayoría están centrados en la técnica y el placer visual, como algo para desestresarse de la rutina diaria. 2


pero, si el centro está privatizado, no tendremos la oportunidad ni de escoger. Para evitar pérdidas, la empresa podría eliminar departamentos que considerara improductivos tales como por ejemplo los sectores investigación artística, reducir asignaturas y optatividad a los cursos (como poco a poco está sucediendo) o modificar continuamente las estructuras de la enseñanza impartida. La universidad se convertiría en una institución que promocionaría el sistema económico actual, interesado sólo a corto plazo y que, como vemos, cuesta de sostener. Podría, entonces, decirse que desaparecería Bellas Artes tal y como lo conocemos ahora, quedándonos sólo con el "Bellas". Se crearían productos de interés visual, únicamente de interés visual. Las personas que estudiaran esa carrera solamente se implicarían en la sociedad desde el punto de vista de la psicología comercial. Sería un diploma carísimo para aprender a no pensar, a mirar qué es lo que está de moda, a pintar hortensias y cuadros de colores y, como mucho, historia del arte. La gente acabaría esos estudios sin ser capaz de hacer obras con un valor de significado que no fuera económico. Además no entenderían las obras críticas ni harían el esfuerzo a entenderlas, pues no les darían sentido. Sino fijémonos en las escuelas privadas de medios audiovisuales o cinematográficos, quienes giran la cabeza hacia una perspectiva de salida comercial. Pero como dice Pierre Bourdieu en Introducción. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto "el encuentro con un trabajo de arte no es 'amor a primera vista', como generalmente se supone, y el acto de empatía, Einfuhlung, el cual es el placer del amante del arte, les supone un acto de cognición, una operación decodificadora, que implica la implementación de un conocimiento cognoscitivo, un código cultural"4 . Se estaría creando entonces una sociedad neutra sin capacidad de reflexión ni subversión ante problemas de la vida misma que además se empezarían a incluir en un ámbito más elitista todavía y al mismo tiempo ignorante del que ya existe ahora. Exagerándolo, serían "pijos" que se creerían con un poder sobre el arte que no tendrían. "El arte, por tanto, es uno de los instrumentos más poderosos de que disponemos para la realización de la vida. Negar esta posibilidad a los seres humanos es ciertamente de desheredarlos” dice Rudolf Arnheim5 . Se verían como ignorantes desculturizados delante de países que sí promovieran la cultura y el saber desde el punto de vista evolutivo, de seguir hacia delante y mejorar. ¿Es ésa la finalidad de un gobierno, convertir a sus ciudadanos en marionetas vacías sin que se den cuenta? "Históricamente, las élites políticas y económicas, sabedoras que el arte y la cultura de alguna manera determina e influyen en los mecanismos del pensar de los pueblos, las han manejado fieles a los dictámenes de la propiedad privada, pues en su concepto de arte, cuyo valor agregado es la originalidad, la autenticidad y su propensión a la universalidad, vale en tanto y en cuanto sea mercancía."6 Centrándonos desde el punto de vista de la cultura popular o regional, podríamos decir que habría una gran pérdida, tanto por aquello que se olvidaría como por aquello que no se crearía. Todo estaría homogeneizado en base a las normas que el mercado de la primera potencia mundial pide y a hecho "vendible". Las mentes provinientes de la Facultad de Bellas Artes serían cerradas y perderían respeto a aquellas que sí lo son. En otros ámbitos pasaría algo similar. Por ejemplo, en el sector de nuevas tecnologías, las mentes abiertas y creadoras que pudieran encontrar o descubrir nuevos métodos de ahorro para la gente, serían menos considerados y financiados por la empresa privada.

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BOURDIEU, Pierre. “Introducció. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto”. Texto conseguido de la red en SociologíaContemporánea: <http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu­IntroduccionDistincion.pdf> (última visita: 25­V­2013) 5 ARNHEIM, Rudolf. Ensayo: “Sobre el Arte y la educación artística”. Obtenido del blog Temakel: <http://temakel.net/node/543> (última visita 27­V­2013) 6 VILLARROEL YANCHAPAXI, José. Artículo “La privatización de la cultura”. Fuente: Voltairenet.org <http://www.voltairenet.org/article153141.html>


A pesar de mi visión pesimista, dudo que la gente con ansia de conocimiento y de reflexión se quedara quieta simplemente desapareciendo y permitiera que esas privatizaciones entorpecieran el crecimiento cultural de nuestro país, del grupo social o del individuo mismo. Quizás aparecerían centros o comunidades de prácticas independientes pagados por los propios miembros, al fin y al cabo con trabajo gratuito, o por donaciones. Serían pequeñas sociedades dispersas y sin fondos públicos pero tampoco gestionadas por empresas privadas. Aprenderían a tener un espíritu crítico de una manera informal, sin diplomas, pero más útil que ir a la universidad. Serán ellos, entonces, quien culturizarían al país e incluso mantendría las tradiciones y la cultura popular que se iría perdiendo. La persona que quisiera estudiar arte, no iría a la universidad, sino que aprendería por ella misma o, en caso de que fuera, diría que haría Arte después de salir de la facultad. Los que realmente quieren decir, expresar o criticar algo lo seguirían haciendo siempre y cuando la libertad de expresión siga presente y no se “privatice” también.


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