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LA CASA FRANCESA TIENE EL OBJETIVO DE PROTEGER LAS TÉCNICAS ARTESANALES Y EDUCAR A LAS NUEVAS GENERACIONES.

A mediados del siglo XIX, Louis Vuitton aún no era el nombre de una maison venerable, solo era un hombre con una idea novedosa y un talento que fue perfeccionando con los años que trabajó con un fabricante de cajas en la Rue Saint-Honoré en París. El joven Vuitton abrió las puertas de su propia boutique de equipaje en 1854 y pronto presentó su innovador diseño para un baúl plano, una mejora práctica y apilable con respecto a la versión tradicional con cúpula, diseñada para un público de clase alta que viajaba por el mundo a bordo de una floreciente red de barcos y trenes de pasajeros.

Hoy, como uno de los símbolos de la moda más reconocibles del mundo, la casa francesa no ha dejado de seguir la estrella polar de los viajes, con productos elaborados por una flota de artesanos que ha crecido exponencialmente junto a ella. Continúan fabricando los baúles de tapa plana en Asnières, a las afueras de París, donde Vuitton trasladó a su familia. Los salones de la antigua residencia conservan sus interiores florales art nouveau, pero se han convertido en talleres llenos de marcos de madera recién cortada, cuero y lona, listos para que los artesanos los transformen en baúles para los viajeros contemporáneos (muchas de esas creaciones, peticiones especiales).

Ahora hay veinticinco talleres en el dominio de Louis Vuitton, donde los artesanos, capacitados rigurosamente para la mano de obra de lujo, ejecutan técnicas clásicas con destreza, como el corte del cuero con cuchilla de precisión, las costuras de bordes apretados que terminan una bolsa o la pintura fina del borde de cuero que aporta el toque final.

Con la artesanía en decadencia, cada vez es más difícil encontrar manos expertas para fabricar artículos de cuero de tan alto calibre. Para garantizar que el conocimiento artesanal perdure en 2010, Louis Vuitton fundó la Ecole des Savoir-Faire. La escuela enseña a los jóvenes a crear bolsas con la mano de obra intensiva de la maison de acuerdo con su exigente nivel de dominio. La empresa hermana de Louis Vuitton, LVMH, siguió su ejemplo y en 2014 abrió el Institut des Métiers d’Excellence para atender a treinta y siente de sus marcas. Ambas escuelas fomentan la artesanía tradicional que corre el riesgo de perderse en el mundo. La dedicación de proteger ese arte ha dado a Louis Vuitton Francia la prestigiosa etiqueta de Entreprise du Patrimoine Vivant, que honra a las empresas que conservan las técnicas tradicionales del país. Al expandir la noción de conservación más allá de la mera mano de obra, Louis Vuitton se ha comprometido a mejorar el impacto ambiental de su producción, con el objetivo de utilizar materias primas de origen completamente responsable para 2025.

El bolso Capucines, uno de los diseños más buscados de Louis Vuitton desde su lanzamiento en 2013, presenta una forma minimalista y con líneas limpias, pero su creación aún requiere casi doscientos pasos individuales que ejecutan una docena de artesanos. El Capucines está hábilmente cosido por dentro y por fuera para conservar su elegante forma de bolso dividido; y va rematado con una robusta curva en la agarradera que requiere cuatro horas de elaboración. Luego se le termina con una incrustación de las iniciales LV al frente del bolso con microtornillos, colocados con la precisión de un joyero posicionando un diamante en un anillo de compromiso.

Bautizado en honor a la Rue des Capucines, sede de la boutique de Louis Vuitton en 1854, el diseño icónico sigue una larga línea de leyendas de la casa, como el bolso Keepall de 1930, para una rápida excursión fuera de la ciudad, o el bolso Alma de 1934, con su interior amplio y estructurado para llevar las necesidades de un día. Más de un siglo después, la pasión por los viajes de un joven fabricante de equipaje ha pasado a generaciones de artesanos que mantienen viva su visión.

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