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PRÓLOGO

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ÍNDICE

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En arqueología se busca conocer los modos de vida de los diferentes grupos humanos que habitaron nuestro territorio en el pasado, a través de su cultura material, es decir, accedemos a conocer a estas comunidades a través de las “cosas” que ellos hicieron o elaboraron y que han quedado como testigos de sus actividades cotidianas.

Estos antiguos habitantes se desplegaron y ocuparon una gran diversidad de ambientes, logrando adaptarse a cada uno de ellos en función de una forma de vida que buscaba explotar los diferentes recursos disponibles. Fueron capaces, dentro de circuitos anuales o estacionales de movilidad, de desplazarse desde costa a cordillera en busca de alimento y materias primas, hasta que por el uso sucesivo y sostenido llegaron a “domesticar” una gran variedad de plantas, lo que posibilitó asentamientos más permanente y fijos.

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Muchos lugares donde estos grupos se asentaron están en directa relación con algún tipo de recurso existente, ya sea permanente, como es el caso del agua, o estacional, como frutos, semillas y tubérculos.

Es en este contexto, que los sitios con piedras tacita nos refieren a una actividad particular desarrollada por las comunidades del pasado. Es probable que estas personas se asentaran u ocuparan dicho espacio por la presencia de algún recurso que podía ser colectado y preparado con la ayuda de estos soportes de molienda. El uso recurrente de estos, para moler y machacar los alimentos, es lo que finalmente genera la tacita u oquedad, por el desgaste de la piedra. La parte móvil utilizada para golpear es lo que normalmente conocemos como mano de moler.

Es posible que las comunidades se desplazaran anualmente durante el verano a lugares donde recolectaban frutos/semillas silvestres, los que luego se molían en las piedras tacitas cercanas, produciendo una especie de “harina” que podía servir para preparar alimentos sólidos y/o líquidos (por ejemplo, bebidas como la chicha, al fermentar el producto de la molienda). Por otro lado, las piedras tacitas también pueden haber sido utilizadas para ritos y ceremonias relacionadas con la fertilidad de la tierra, con el objetivo de que la recolección o cosecha del año fuese abundante.

Dicho lo anterior, el fruto del trabajo de Clemente Mella que se muestra en este libro pone en valor un tipo de sitio arqueológico en general poco conocido, como es el caso de las piedras tacitas. Su registro y descripción le permite al autor generar conocimiento respecto al uso del espacio y los recursos en el pasado, y plantear la importancia que tienen hoy al ser referentes y testimonio de la vida en común de los grupos humanos que les dieron origen.

El autor nos entrega una actualización respecto al estado de conservación de los bloques pétreos y el de su entorno, evidenciando los agentes más relevantes que han incidido en su preservación, y nos hace un llamado a todos para trabajar en visibilizar este patrimonio, protegerlo y conservarlo, por ser testimonio de la vida y celebración en comunidad.

Nelson Gaete González Licenciado en Antropología con mención en Arqueología, Universidad de Chile Encargado Área de Arqueología Consejo de Monumentos Nacionales

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