VIERNES 02 de junio 20:00 h
TEATRO PRINCIPAL, GTO.
VIENTOS DEL BAJÍO
Juan Cruz Torres, trompeta
David Rivera, trompeta (Invitado)
Darío Bojórquez, corno francés
Gil Martínez Herrera, trombón
Salvador Pérez Galaviz, tuba
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1. Corazón hispano 6´
Rafael OROPESA
1893 - 1944
Arr. C. Olvera G.
2. Largo al factotum 7´ Gioacchino ROSSINI
1792 -1868
Arr. Gary Kulesha
3. Heut spielt der Strauss 6´ (Hoy toca Strauss)
Johann STRAUSS Jr.
1825 - 1899
Arr. Josef Bach
4. Die lustige Witwe 6´ (La viuda alegre)
Franz LEHÁR
1870 - 1948
Arr. Bert Mayer
5. Quinteto no. 1 14´
Victor EWALD
1860 - 1935
I. Moderato – Più mosso
II. Adagio non troppo lento – Allegro vivace – Tempo I
III. Allegro moderato INTERMEDIO
6. Segunda suite para 12´ banda militar en fa mayor , Op. 28
Gustav HOLST
1874 - 1934
Arr. Jerry Nowak
I. March. Allegro
II. Song without words. Andante
III.Song of the Blacksmith. Moderato e maestoso
IV. Fantasia on the Dargason. Allegro moderato
7. Vals Oro y Plata 6´
Franz LEHÁR
Arr. Dwight Decker
8. Lassus trombone 4´ Henry FILMORE
1881 - 1956
Arr. Marco Katz
9. Adela 8´
Amador PÉREZ TORRES
Arr. Gil Martínez
10. Mariposa en la noche 8´ Mario KURI-ALDANA
1931 – 2013
Arr. Gil Martínez
11. Ritmos oaxaqueños 6´ Tradicional
Arr. Eduardo Luna
Vientos del Bajío, sonoridades de un viento de bronce. No a golpe, sino a soplo de metal, estos músicos proponen una alegre y sabrosa continuidad musical en la que destaca, sobre todo, el hecho de que se trata de un repertorio 99% por ciento popular, aunque no lo parezca. Porque, en efecto, hubo un tiempo en que las óperas de Rossini, las operetas y valses de Lehár, los valses, polkas y marchas de Strauss y las virtuosísticas piezas de Fillmore pertenecían estrictamente al ámbito de lo popular, y no al de la llamada música de concierto. De hecho, una rápida pero atenta revisión a la lista de repertorio de este metalero programa permite confirmar que hay en él una sola obra de música de concierto: el Quinteto de metales No. 1 de Victor Ewald. Así que, para comenzar por el principio…
Rafael Oropesa (1893-1944), nacido en Madrid y muerto en México fue, además de músico de banda, dirigente sindical y militante comunista. Después de participar en la Guerra Civil Española, Oropesa debió exiliarse, y vino a dar a México en el Sinaia, el barco que trajo a nuestro país al primer contingente de refugiados. Durante el viaje, la banda de Oropesa tocó para los atribulados pasajeros que iban rumbo a un exilio incierto, y tocó también en la ceremonia de recepción en el puerto de Veracruz. Como compositor, Oropesa creó entre otras cosas un buen número de pasodobles, algunos de ellos con referencias taurinas, incluyendo uno dedicado al torero mexicano
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Carlos Arruza. Se dice que Oropesa fue el verdadero autor del famoso chotís Madrid, atribuido generalmente a Agustín Lara. Y como cereza del pastel musical de Oropesa, va el dato de que también escribió un himno al equipo de futbol Real Madrid.
De manera académicamente propia, la palabra latina factotum se traduce así: Persona que desempeña todas las funciones en una casa, empresa o establecimiento. Para efectos prácticos y para entendernos mejor, un factotum es un mil usos. Y el más famoso de los mil usos del mundo musical (operístico en este caso) es el barbero Fígaro, quien además de cortar patillas y bigotes sabe hacer varias otras cosas. Este Fígaro es el protagonista de una de las joyas del repertorio de la ópera cómica (también llamada opera buffa), El barbero de Sevilla. Es, probablemente, la ópera más notable en la numerosa producción de Gioachino Rossini (1792-1868), y fue escrita por el gran compositor italiano a partir de un libreto de Cesare Sterbini, a su vez basado en la pieza teatral de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais. Esta sabrosa ópera se estrenó el 20 de febrero de 1816 en el Teatro Argentina de Roma, y fue presentada originalmente con el título de Almaviva o la inútil precaución. Una de las arias más famosas de esta ópera (y, de hecho, de todo el repertorio), es Largo al factotum, un aria para barítono en la que Fígaro se muestra orgulloso del dominio de sus múltiples oficios, pero a la vez se queja del exceso de chamba. Sin duda, uno de los momentos más divertidos en la historia de la ópera.
Bajo el título de Heut spielt der Strauss (‘Hoy toca Strauss’), se filmó en Alemania en 1928 una película cuya acción está centrada en Johann Strauss Jr. (1825-1899), justificadamente conocido como El rey del vals, y su padre, Johann Strauss Sr. Allí se narran, con muchas licencias dramáticas, las aventuras, vida y milagros de esta notoria dupla musical padre-hijo, que legó al mundo una cantidad notable de vales, polkas, marchas, operetas y algunas otras cosas. Además de la fama, prestigio y ganancias enormes de que gozó Johann Strauss Jr. durante su vida, la posteridad le ha otorgado algunos reconocimientos póstumos ciertamente interesantes. Uno de ellos está en el espléndido uso de su famoso vals Por el bello Danubio azul en la pista musical del portentoso filme 2001: Odisea del espacio, dirigido por Stan-
ley Kubrick en 1968. Otro reconocimiento explícito es el hecho de que la muy popular (y muy cursi) orquesta del violinista y director holandés André Rieu (quien hoy gana tanto dinero como Strauss en su época) se llama, precisamente, Orquesta Johann Strauss.
En un extenso ensayo firmado por Andrew Lamb, en el que además de trazar un perfil biográfico de Franz Lehár (1870-1948) el autor desentraña su desarrollo genérico y estilístico, se encuentran estas líneas, en las que se alude al conflicto del compositor entre la ópera y la opereta:
Si el flujo melódico de Lehár se volvió menos consistente, su moldeado de la línea vocal siguió siendo ejemplar. La típica canción de Tauber, con su viril impulso ascendente inicial, se volvió muy popular, pero corrió el riesgo de ser estereotipada al ser repetida en obras sucesivas (‘O Mädchen, mein Mädchen’ en Friederike, ‘Dein ist mein ganzes Herz’ en Das Land des Lächelns y ‘Freunde, das Leben ist Lebenswert’ en Giuditta), y cuando fue retomada por numerosos imitadores de Tauber. La resolución final del conflicto entre las ambiciones de Lehár y los rasgos esenciales de la opereta llegó con Giuditta. Al escribir para un teatro de ópera y para cantantes de ópera, Lehár tuvo al fin la amplitud que necesitaba, y esta obra le hace tanta justicia al Lehár maduro como La viuda alegre al joven compositor.
No está de más señalar que la opereta La viuda alegre es la obra más recordada y difundida de Franz Lehár. Fue estrenada el 30 de diciembre de 1905 en el Theater an der Wien de la capital austriaca, con un éxito tan trascendente que a la fecha se han realizado, entre otras cosas, tres versiones cinematográficas de esta obra. Oro y plata Op. 79, el más conocido de los valses de Lehár, data del año 1902.
Víctor Ewald (1860-1935), originario de San Petersburgo, fue un compositor al que hoy se recuerda principalmente por su música para instrumentos de metal. Además, fue durante 16 años el violoncelista del Cuarteto Beliaeff, un ensamble que tuvo una profunda influencia en el quehacer musical del siglo XIX en Rusia. Y no sólo eso: hay que recordar que Ewald fue un exitoso ingeniero civil, profesión que practicó durante toda su vida adulta, y que en este rubro se le reconoció especialmente por su contribución a la ciencia de
los materiales de construcción. Su entrenamiento musical, sin embargo, no fue menos completo que el de su educación técnica. En el Conservatorio de San Petersburgo estudió armonía y composición, y como materias instrumentales, el piano, el violoncello, el corno y el cornetín de pistones, mejor conocido como cornet. Lo más importante del legado musical de Ewald está concentrado en sus cuatro quintetos para metales, que son materia de trabajo de rigor para todo quinteto que se respete. Originalmente se creyó que el compositor ruso había escrito solamente una obra en este género, pero en 1964 aparecieron los manuscritos de los otros tres y, después de varios años de estudio, revisión y autenticación, los quintetos redescubiertos de Víctor Ewald fueron re-estrenados en la temporada de conciertos 1974-1975 por el American Brass Quintet en el Carnegie Hall de Nueva York. El Quinteto No. 1 de Ewald data de 1890.
Con la novedad y sorpresa de que el inglés Gustav Holst (1874-1934) sí compuso otras músicas además de su poderosa y fascinante suite sinfónica Los planetas. En el resto del catálogo de Holst es posible encontrar algunas obras que se refieren a asuntos específicamente ingleses; en otras, Holst dio rienda suelta a sus preocupaciones místicas y filosóficas; algunas más caen en el rubro de la música utilitaria, como por ejemplo las piezas que escribió para las jóvenes estudiantes del colegio de señoritas en el que fue maestro de música durante largos años. Dos obras particularmente interesantes de Holst son sus suites para banda militar, que son parte indispensable del repertorio de este tipo de ensambles. La Primera suite fue escrita en 1909, mientras que la Segunda suite data de 1911. En la Segunda suite destaca de manera particular el uso de material folklórico inglés para la creación de los temas. En este sentido, el último movimiento es particularmente interesante, ya que en él Holst crea un interesante contrapunto al usar simultáneamente dos antiguos temas tradicionales: el Dargason y la conocida canción tradicional Greensleeves
Si más arriba me referí a Fígaro como un factotum, aquí les presento a otro: James Fillmore (1881-1956). Este caballero estadunidense fue trombonista, compositor, director de bandas y editor de música, y hoy se le recuerda principalmente por sus numerosas marchas, algunas de
ellas escritas específicamente para el circo. La relación de Fillmore con las carpas no quedó ahí: se casó con una bailarina exótica de vodevil llamada Mabel May Jones. A lo largo de su fructífera carrera, Fillmore mantuvo una estrecha relación con diversas instituciones educativas y musicales del estado de Florida; un buen reflejo de ello es el hecho de que el salón de ensayos de las bandas de la Universidad de Miami lleva su nombre. En 1956, el año de su muerte, esa misma institución le otorgó a Fillmore un doctorado honorario en música. Lassus Trombone es una de las piezas más famosas de Fillmore; se trata de un ragtime en el que el compositor otorga a los trombones una sabrosa cantidad de música. Otra pieza suya (también llena de trombón) que vale la pena escuchar es Shoutin’ Liza.
La parte final de la tocada de esta pequeña banda está dedicada a la música popular mexicana. En primer término, la presencia de Amador Pérez Torres (1902-1976), músico zapoteca, carnicero, trombonista y miembro de diversas bandas, entre ellas la de policía y la del hoy extinto Estado Mayor Presidencial. Quizá podría decirse que Adela es su segunda pieza más famosa; porque la primera, sin duda, es el gran danzón Nereidas Se le conoció como Dimas, y fue fundador de la danzonera que lleva su nombre y que, al parecer, sigue activa hasta nuestros días. Y, antes de finalizar el programa con música tradicional oaxaqueña, una pieza de Mario Kuri-Aldana (19312013), tamaulipeco de origen y quien además de compositor fue investigador, etnomusicólogo y docente. Durante su carrera, estuvo siempre cercano al mundo de la danza, y si bien compuso un buen número de obras de concierto, se le recuerda más por sus contribuciones a la música popular. Muchas de sus canciones fueron creadas en colaboración con su hermano Armando Kuri-Aldana. Su pieza más popular es, sin duda, la canción Página blanca. En su música de concierto, Kuri-Aldana se mantuvo siempre apegado al estilo nacionalista.
Juan Arturo Brennan