Viernes 7 de junio 20:00 horas Teatro Principal Guanajuato
PRIMERA TEMPORADA 2024
Enrique Arturo DIEMECKE, director invitado
Sinfonía de Antígona*, (Sinfonía no. 1) 1933
Carlos CHÁVEZ (1899 - 1978)
INTERMEDIO
Sinfonía no. 9 en re menor, WAB 109, 1894
Anton BRUCKNER** (1824 - 1896)
I. Feierlich, misterioso (Solemne, misterioso)
II. Scherzo: Bewegt, lebhaft – Trio: Schnell (Scherzo: Movido, Vivo – Trio: Rápido)
III. Adagio: Langsam, feierlich (Adagio: Lento, solemne)
*Estreno en Guanajuato ** En ocasión del 200 aniversario de su nacimiento
CARLOS CHÁVEZ (1899-1978)
Sinfonía de Antígona
En la ciudad de Tebas, afuera del palacio real. Por la gran puerta salen Antígona y su hermana Ismene.
Antígona: Mi hermana, mi Ismene, ¿sabes de algún sufrimiento heredado de nuestro padre que Zeus no haya reservado para nosotros los sobrevivientes? No hay nada doloroso, nada libre del destino, nada vergonzoso, nada ignominioso que yo no haya visto. Tu sufrimiento y el mío.
Este es el parlamento inicial de la Antígona de Sófocles; palabras terribles, llenas de pesar, perfectamente descriptivas del mundo de la tragedia griega. De ese mundo, la figura que hoy tenemos más presente es la de Edipo y su violenta historia; la de Antígona no es menos terrible. Nacida de la unión incestuosa de Edipo y su madre Yocasta, Antígona sirvió de guía a su padre cuando éste se quitó la vista. Ella y su hermana Ismene le acompañaron en el exilio hasta su muerte. De regreso a Tebas, Antígona y su hermana trataron de reconciliar a sus hermanos Eteocles y Polinice, infructuosamente. A la muerte de ambos hermanos en el sitio de Tebas, fue coronado rey Creón, hermano de Yocasta. El nuevo rey decretó que el cuerpo de Polinice se dejara expuesto, sin sepultura, por considerarlo traidor. Antígona, compadecida, enterró en secreto el cuerpo de su hermano de acuerdo al rito funerario de la época. Por esta acción, Creón mandó encerrar a Antígona en una cueva donde ella, desesperada, se quitó la vida colgándose. Su amado Hemón, hijo de Creón, se suicidó poco después.
Hacia el año de 1922, inspirado en la figura de Antígona, el compositor suizo Arthur Honegger (1892-1955) realizó una música incidental para la obra, y entre los años de 1924 y 1927, compuso una ópera completa en tres actos sobre el mismo tema. Por su parte, Jean Cocteau, hombre proteico en el mundo de las artes, realizó también una versión escénica muy personal de Antígona, versión que dio origen, indirectamente, a la música de Carlos Chávez. En forma más directa, Cocteau colaboró con compositores de tan diversa personalidad como Erik Satie (1866-1925), Darius Milhaud (1892-1974), Igor Stravinski (1882-1971) y Gian Carlo Menotti (1911-2007). Hacia 1932, el grupo teatral Orientación, que era dirigido por Celestino Gorostiza, abordó la puesta en escena de la Antígona de Cocteau. De la música escénica que el grupo le encargó a Chávez para sus representaciones, el compositor extrajo el material con el que construyó, poco después, su Sinfonía de Antígona, estrenada en 1933 por la Orquesta Sinfónica de México. Si bien esta Sinfonía de Antígona no pretende ser un retrato programático al estilo de, por ejemplo, el Don Juan de Richard Strauss (1864-1949), no resulta temerario afirmar que la música de Chávez refleja con particular intensidad el pathos de Antígona y su inescapable encuentro con su destino. Al respecto de esta austera música encontramos una más de las ubicuas coincidencias de términos descriptivos: el crítico estadunidense Herbert Weinstock se refiere a la trágica desolación de la Sinfonía de Antígona, mientras que Roberto García Morillo nos habla de su espíritu eminentemente trágico, desolado
Carlos Chávez desarrolló la Sinfonía de Antígona en un solo movimiento, recurriendo principalmente a dos elementos musicales para enfatizar el ámbito sonoro griego de la obra: por una parte, el material temático modal, basado en los modos dórico e hipodórico, y por la otra, una cierta recurrencia de patrones rítmicos íntimamente asociados con la métrica griega clásica. Sobre estos elementos, Chávez construyó una partitura muy sobria y poderosa en la que la mayor parte del peso expresivo recae en los instrumentos de aliento. Si bien la construcción formal de esta obra desmiente el hecho de que pueda ser considerada como una sinfonía en el sentido
clásico del término, también es cierto que pueden detectarse en ella algunos elementos de la forma sonata. Dicho de otra manera, la Sinfonía de Antígona está sustentada estructuralmente sobre algunos parámetros de un allegro de sonata. El melómano interesado puede escuchar también alguna grabación de la obra titulada Antígona: Apuntes para la sinfonía (1932), que es estrictamente la música teatral de Chávez que más tarde dio origen a la Sinfonía de Antígona
Años más tarde, en 1943, Chávez retomó el mundo griego como fuente de inspiración extramusical para su obra, al serle encargada para el ballet de Martha Graham La hija de Cólquide, obra en la que el compositor volvió a crear un mundo de sonoridades llenas de premonición y fatalismo, de tragedia y desolación. Y para la especulación, queda la siguiente pregunta: ¿qué clase de Sinfonía de Antígona hubiera creado Chávez si Cocteau hubiera basado su versión escénica de Antígona, no en Sófocles, sino en Eurípides? La pregunta no deja de ser inquietante, porque según Eurípides, Antígona escapó al castigo de Creón y vivió feliz durante varios años con su amado Hemón.
ANTON BRUCKNER (1824-1896)
Sinfonía No 9 en re menor
Solemne, misterioso
Scherzo: Movido, vivo
Adagio: Lento, solemne
Siempre inseguro de sí mismo, siempre sintiéndose acosado por el mundo y sus habitantes, el rústico campesino, humilde maestro de escuela y genial compositor que fue Anton Bruckner se sintió obligado a pedir una disculpa por su majestuosa Novena sinfonía: “Sólo porque el primer tema de mi novena se me ocurrió en re menor, ahora van a decir que estoy imitando la Novena de Beethoven.”
Es cierto que Bruckner no ocultó nunca su adoración por la música de Ludwig van Beethoven (1770-1827); es cierto también que de las sinfonías del maestro alemán aprendió mucho; es cierto que, además de la misma tonalidad, las novenas sinfonías de ambos se inician con un misterioso trémolo en las cuerdas. Pero más allá, poco hay en común entre estas dos obras maestras; diríase, más bien, que la Novena sinfonía de Bruckner es, analizada a la distancia, una consecuencia lógica de la Novena de Beethoven. Después de terminar la segunda versión de su monumental Octava sinfonía, Bruckner emprendió en 1887 la composición de la Novena, tarea que habría de ocuparlo, literalmente, hasta el último día de su vida, una vida que por desgracia no le alcanzaría para concluir la obra. Los dos primeros movimientos quedaron terminados en febrero de 1894, y hacia el final de ese mismo año Bruckner concluyó el soberbio Adagio. De inmediato comenzó a bosquejar el cuarto movimiento, pero su precaria salud física y mental hizo que el trabajo marchara con extrema lentitud. Es probable que Bruckner supiera para entonces que sus días estaban contados, porque dio a su Adagio un título especialmente significativo: Abschied vom Leben, o sea, Despedida de la vida. Así, con lentitud y no mucha seguridad, Bruckner avanzaba penosamente en la creación del cuarto movimiento de su Novena, para el cual tenía pensadas algunas cosas realmente interesantes. Por ejemplo, había planeado una gran fuga como medio de impulso motor para los temas del movimiento. Por ejemplo, había tenido la idea de comprimir las secciones de desarrollo y recapitulación para hacer más compacto el discurso musical. Por ejemplo, en fin, había querido incluir citas explícitas de algunas de sus obras anteriores. La más interesante de ellas es una cita de su Te Deum (1881), tan explícita que Bruckner escribió bajo el pentagrama de la Novena las palabras Te Deum. De este detalle ha surgido la versión de que, sabiendo que no viviría para
terminar la sinfonía, el compositor indicó que, en lugar del cuarto movimiento, si quedara inconcluso, habría de interpretarse el Te Deum, cosa poco probable porque el Te Deum está en otra tonalidad (do mayor) que nada tiene que ver con la tonalidad (re menor) de la sinfonía. De hecho, algunas ejecuciones modernas de la Novena de Bruckner con el Te Deum como cuarto movimiento han resultado poco satisfactorias. En todo caso, una ejecución así no lograría sino aproximar un poco la Novena de Bruckner a la Novena de Beethoven: un gran movimiento final con voces y coros.
El caso es que los dos últimos años de vida de Bruckner estuvieron marcados por un constante deterioro de su fuerza física y un recrudecimiento de su debilidad nerviosa, así como de las manías que durante tanto tiempo le habían acompañado: la manía de contar cosas, la manía religiosa, la necrofilia, etc. No es descabellado, pues, hallar expresiones musicales altamente neuróticas en esta sinfonía, sobre todo en el Adagio. Lo más fascinante del caso es que en esos momentos musicales en los que Bruckner volcó sus fantasmas internos se convirtieron en los puntos culminantes de su expresión creativa en esta, la última de sus obras. Desde el extraño intervalo de novena menor con que inicia el Adagio, pasando por su sección media en la que Bruckner repite obsesivamente una nota, hasta el final del movimiento, pleno de nobleza y paz, es posible seguir un discurso musical en el que es evidente ese ámbito crepuscular, ese adiós a la vida con el que el compositor daba por terminada su conflictiva relación con el mundo. Cuando esa relación quedó cortada para siempre el 11 de octubre de 1896, el cuarto movimiento quedó inconcluso, sobreviviendo sólo algunos bosquejos de la estructura total, y algunos pasajes orquestados en su totalidad por Bruckner. La existencia de esos bosquejos y la natural tentación que invadió a los musicólogos para terminar la obra suscitaron muchos comentarios escépticos, entre los cuales vale la pena mencionar dos.
Derek Watson: “El cuarto movimiento está incompleto y no puede ser terminado.”
Robert Simpson: “Haría falta un hombre atrevido e impertinente para intentar componer por Bruckner su más grandioso clímax.”
Este hombre atrevido e impertinente del que habla Simpson apareció en la figura del músico estadunidense William Carragan quien, gracias a generosos patrocinios privados, acometió la titánica tarea de terminar el cuarto movimiento de la sinfonía (Finale: Allegro moderato), que quedó concluido en 1983. No hay espacio aquí para discutir el eterno problema de la autenticidad o falta de ella en este movimiento, pero sí quiero comentar, a título estrictamente personal, que el trabajo de Carragan es bueno, que el cuarto movimiento tiene todas las huellas musicales de Bruckner, muchas de sus sonoridades y muchos de sus gestos creativos, y que buena parte del disfrute de esta extrapolación sobre sus bosquejos consiste en localizar las citas que el compositor hizo de algunas de sus obras, además de la ya mencionada cita del Te Deum
Y aunque existe al menos otra versión del cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Bruckner, los puristas suelen interpretar la versión tradicional en tres movimientos que, en todo caso, es más auténtica. Para los brucknerianos de corazón, escuchar la sinfonía en cuatro movimientos puede ser una experiencia muy ilustrativa.
Juan Arturo Brennan
ENRIQUE DIEMECKE – Director de Orquesta
Fue el director general artístico del mundialmente conocido Teatro Colón en Buenos Aires y es el primer conductor en tener la posición de líder artístico de esta maravilla arquitectónica de más de 110 años de antigüedad, considerada por muchos como la mayor casa de la ópera del mundo. En la rica historia de 110 años del ahora Teatro Colón, cientos de los más grandes artistas en su época trajeron su arte al escenario. Entre ellos se encuentran Arturo Toscani, Herbert von Karajan, Leonard Bernstein, Enrico Caruso, María Callas, Luciano Pavarotti, Eduardo Mata, Anna Pavlova, Vaslav Nijinsky, y Rudolph Nureyev. Célebres compositores que condujeron sus propias obras en el Colón incluyen a Richard Strauss, Igor Stravinsky and Camille SaintSaëns.
En el 2017, el Maestro Enrique Arturo Diemecke fue nombrado director general Artístico y de Producción del gran Teatro Colón en Argentina. En 2022 cumplió su Décimo sexto año como director artístico de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Argentina, y su Trigésimo tercero año como director artístico de la Orquesta Sinfónica de Flint, Michigan, Estados Unidos.
En 2018 y 2019 dirigió a las orquestas del Teatro Colón, Argentina, en conciertos masivos antes más de 160 mil asistentes en el parque Rosedal de Palermo, Buenos Aires, y el Parque San Martín, de Mar del Plata, con el fin de llevar la cultura y el arte musical al país en un exitoso programa denominado “El Colón Federal”. En 2017 fue premiado con la medalla al “Mérito en Artes” por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, y en 2018 recibió el premio “Mexicano Distinguido” por la Cancillería del Gobierno de México.
En 2020 sale su libro Enrique Arturo Diemecke. Biografía con Música de Mahler, del escritor y poeta José Ángel Leyva para Siglo XXI Editores. En esta edición se incluye la legendaria grabación del Maestro Diemecke con la Sinfónica de Flint de su versión de la Primera Sinfonía, Titán de Mahler, que contiene el Blumine.
Diemecke aporta un balance electrizante de pasión, intelecto y técnica. El calor, el pulso, y la espontaneidad son características de su dirección, que lo han llevado al reconocimiento internacional. El New York Times describió a Diemecke como un director de orquesta de “fiereza y autoridad”. Un intérprete notorio de las obras de Mahler, el maestro Diemecke ha sido galardonado con una medalla de la Sociedad Mahler por sus versiones de las sinfonías completas del compositor tanto en México como en Argentina. En 2019, fue nombrado director Honorario de la Sociedad Mahler México.
Diemecke es invitado frecuente a las principales orquestas del mundo, entre ellas en los EE. UU. con la Sinfónica Nacional de Washington, Sinfónica de San Francisco, Filarmónica de Los Ángeles y las orquestas sinfónicas de Baltimore, Houston, Minnesota, Colorado, Fort Worth, San Antonio, Chautauqua, Pacífico, Charlotte, Winnipeg, Phoenix, Hartford y Columbus. En Europa con las Sinfónicas de la BBC de Londres y Liverpool, Royal Philarmonic Orchestra, Nacional de Francia, la Filarmónica Nacional de Montpellier, la Nacional de Lorraine, L’Orchestre de Paris, L’Orchestre de Isla de Francia, la Sinfónica de Valladolid, la ORCAM Madrid, Residentie Orkest de La Haya, así como con la Sinfónica de la Radio de Bratislava, la Sinfónica de Bucarest, la Filarmónica Nacional de Varsovia, la Sinfónica Estatal de Moscú, y las Sinfónicas de Bari y de Lecce.
El Maestro Diemecke fue director Artístico de la Ópera de Bellas Artes de México en las décadas de los 80s y 90s, donde dirigió más de 30 producciones como Fausto, Aida, La Bohème, Salome, Elektra, Ariadne auf Naxos, Der fliegende Hollander, Rigoletto, Turandot, Madama Butterfly, Romeo et Julieta, Lohengrin, Boris Godunov, y Orfeo y Euridice, entre otras. En el 2007, el maestro Diemecke concertó una nueva producción de Werther en el Teatro Colón en Buenos Aires, y ese mismo año con la producción de Le Jongleur de Notre Dame, de Massenet con el tenor Roberto Alagna para la Ópera Nacional de Montpellier, Francia. Con esta misma casa de Montpellier y la Filarmónica Nacional de Montpellier concertó los estrenos de las óperas Los Exiliados de Siberia, de Donizetti, Parisina, de Mascagni, así como la opereta El anillo de Oskar Strauss, con la Filarmónica de Montpellier, e hizo grabaciones en vivo de la ópera de Mascagni y Donizetti en el Festival de Radio France. Participó en la producción de Ópera del Pacífico de I Pagliacci y Carmina Burana, y dirigió la Orquesta Nacional de Francia y a Cecilia Bartoli, Jean-Yves Thibaudet, Maria João Pires y Pierre Amoyal para la sexta edición de Les Victoires de la Musique Classique et Jazz, transmitido por la televisión y radio francesa. Entre 2007 y 2008 concertó varias producciones para el prestigioso Teatro de la Zarzuela de Madrid. Diemecke concertó las óperas en nuevas producciones de Pelleas et Melisande de Debussy en 2018, y Les contes d’Hoffmann de Offenbach en 2019, ambas para el Teatro Colón.
Con 20 años al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, el Maestro Diemecke llevó a la orquesta a extensas giras en México, Europa y los EE. UU., presentándola en las principales salas del mundo. Bajo su dirección la orquesta se convirtió en una de las principales instituciones musicales de México y América Latina, con excelentes programas, giras, series y grabaciones.
Diemecke es un compositor y arreglista orquestal, y ha dirigido su propia composición Die-Sir-E en los EE. UU. En 1999, una obra que fue encargada por el Festival de Radio France para el Concierto Final de la Copa Mundial en Francia en 1998. El Maestro Diemecke también fue comisionado para escribir un poema sinfónico para la Orquesta Sinfónica de Flint, y sus obras Chacona a Chávez y el Concierto para guitarra han recibido numerosas actuaciones tanto en Europa como en Estados Unidos. Durante la temporada 2001-2002, se dio el estreno mundial de su obra Camino y visión con la Filarmónica de Tulsa. Su más reciente concierto para Marimba y Orquesta Fiesta Otoñal tuvo un estreno de gira mundial en Rusia, Argentina, México, Colombia, Italia, España, EE. UU., Perú y Brasil.
ORQUESTA SINFÓNICA
DE LA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
Violines Primeros
Dmitry Kiselev - Concertino
Héctor Hernández Pérez – Asistente de concertino
Maksim Smakkev
Jorge Luis Torres Martinez
Luis Enrique Palomino
Katherine Giovanna Ramírez
Urpi Dainzú Holguin González
Yessica Melgar
David Jesús Viña
Pedro Zayas Alemán
Alexander Applegate
Violines Segundos
Sergio Andrés González * (-)
Moab Alberto González López ** (-)
Andrés Ildefonso Gallegos Rodríguez
Fidel Berrones Goo
Elizabeth Martínez Ramírez
César Ulises Gómez García **(-)
Violas
Lydia Bunn * (-)
Oscar Pinedo Nava **(-)
Augusto Antonio Mirón Pleitez
Betsabé Jiménez Valencia
Carlos Reyes Hernández
Anayantzi Oropeza Silva
Andres Carballar Trejo **(-)
Violonchelos
Michael Severens *
Bruno Mente ** (-)
Luis Gerardo Barajas Bermejo
Fernando Melchor Ascencio
Fortunato Rojas Francisco
Omar Barrientos
Andrés López Bermúdez
Cintia Presa Rodríguez *** (-)
Contrabajos
Russell Brown *
Óscar Argumedo González *
Jorge Preza Garduño
Rodrigo Mata Álvarez
Pedro Álvarez Vigil
Guillermo Caminos López
Andrés Peredo Plascencia
Flautas
Cuauhtémoc Trejo *
Víctor Frausto Zamora **
Oboes
Marie Park *
Héctor Fernández **
Jorge Arturo García Villegas
Clarinetes
Hugo Manzanilla *
Heather Millette ** - Clarinete Piccolo
Fagotes
Katherine Snelling *
Ariel Rodríguez Samaniego
Cornos
Claire Hellweg *
Darío Bojórquez **
Michelle Pettit
Apolinar Alavez Salas
Trompetas
Macedonio Pérez Matías *
Juan Cruz Torres Díaz **
José Cayetano Hernández Díaz
Trombones
Louis Olenick *
Gil Martínez Herrera
Trombón bajo
John Swadley
Tuba
Salvador Pérez Galaviz *
Timbales
Óscar Samuel Esqueda Velázquez *
Percusiones
Alan Sánchez Sánchez
Ulises Hernández
Katheryne Cruz Martínez*** (-)
Piano
Iván Hugo Figueroa **
Arpa
Alejandra de ita López ***(-)
Músicos invitados
David Pérez Patlan- Violín 1º ***
Andrés Tovar Gómez– Violín 1º ***
Diego Velazco Yount - Violín 2º ***
Christian Barajas Hernández – Violín 2º ***
Abraham Quintanilla Melgar – Violín 2º ***
Astrid Jerez Rodríguez – Violín 2º ***
Marijose Ruiz Villaseñor– Viola ***
Maria Fernanda Véjar- Flauta ***
Josué Gutiérrez Villagomez – Clarinete ***
Juan Raúl Gutiérrez Morales - Corno***
Edgardo Jiménez Orozco - Trombón ***
Luis Ángel Torres - Trompeta
*Principal
**Co-principal
***Invitado
(-) Temporal
Alejandro Guzmán Rojas Gerente
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Cuauhtémoc Vega
Gustavo Emilio Espinosa Rodríguez
Manuel Gutiérrez Auxiliares Técnicos
Programa de Mano | Notas al programa
Juan Arturo Brennan
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