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Viernes 15 de noviembre | 20:00 horas | Teatro Principal | Guanajuato
Viernes 15 de noviembre | 20:00 horas | Teatro Principal | Guanajuato
María Antonia GONZÁLEZ directora invitada
Marcha fúnebre para una marioneta* (1872 / 1879)
Charles GOUNOD (1818 - 1893)
La rueca de oro, Op. 109 (1896)
Antonín DVOŘÁK (1841 - 1904)
Nahuales y chaneques (1993)
Manuel ENRÍQUEZ (1926 - 1994)
La bruja del mediodía, Op. 108* (1896)
Antonín DVOŘÁK (1841 - 1904)
Una noche en la árida montaña* (Versión original, 1867)
Modesto MUSSORGSKI (1839 - 1881)
*Estreno en Guanajuato
Marcha fúnebre para una marioneta
Alfred Hitchcock Presenta fue una de las series de televisión más populares de su tiempo. En su corrida original, se transmitió alternadamente en las cadenas estadunidenses CBS y NBC. La serie se presentó de 1955 a 1965, y de 1962 a 1965 fue emitida con el título de La Hora de Alfred Hitchcock. Con el primer título se transmitieron 268 episodios, y con el segundo, 93. Dato curioso: siendo Alfred Hitchcock (1899-1980) un director legendario hasta la fecha, sólo dirigió 18 de esos 361 episodios. (Dos de ellos fueron nominados a los premios Emmy). Los demás episodios estuvieron a cargo de una lista más o menos larga de directores, entre los que destacan Paul Henreid, Arthur Hiller, Robert Altman, Ida Lupino, Stuart Rosenberg y William Friedkin. El último episodio de la serie fue dirigido por Friedkin, y a lo largo de las distintas temporadas, aparecieron en ella una buena cantidad de actores y actrices notables, muchos de los cuales apenas estaban comenzando su carrera.
Buena parte del merecido éxito de esta serie concebida por el llamado Mago del suspenso se debe a la excelencia de los escritores que participaron en la elaboración de los guiones. La serie, por otra parte, se hizo famosa no sólo por las interesantes historias que en ella se narraban, sino también por su legendaria secuencia de créditos iniciales. Aparecía trazada la inconfundible y redondeada silueta de Hitchcock y, poco después, el propio director entraba a cuadro desplazando a su silueta y procedía a saludar y a introducir el tema del capítulo del momento. Nadie que haya visto algún capítulo de Alfred Hitchcock Presenta podrá olvidar esa imagen recurrente, como tampoco podrá olvidar la música que la acompañaba: se trata de la Marcha fúnebre para una marioneta, del compositor francés Charles Gounod, una breve, sencilla y divertida pieza que, si hasta entonces había pasado desapercibida, adquirió fama trascendente gracias a Hitchcock. Por cierto: se dice que la elección de esa pieza no fue del director sino de Bernard Herrmann (19111975), gran compositor de música para el cine, cómplice y colaborador frecuente de Hitchcock. Otros textos afirman que Hitchcock la eligió después de escucharla en la pista musical de la película Amanecer (1927) de F.W. Murnau. En lo que parece no quedar duda es en el hecho de que Herrmann realizó uno de los varios arreglos en los que la pieza de Gounod aparece en la serie de televisión.
Detrás de esta pieza de Gounod hay una sencilla historia, la de una marioneta que ha muerto y que es llevada en procesión fúnebre. Los episodios narrativos señalados en la partitura son: ¡La marioneta se rompió!; Murmullos de lamento del grupo; La procesión; Aquí muchos de los personajes principales del grupo se detienen para refrescarse; Regreso a la casa
Charles Gounod compuso la versión original para piano de la Marcha fúnebre para una marioneta en 1872, y realizó la versión orquestal en 1879. Originalmente, esta pieza iba a formar parte de una Suite burlesca, pero el compositor no llegó a realizar las otras piezas de la obra. Gounod dedicó la partitura de la marcha a Madame Viguier, quien era pianista y esposa de Alfred Viguier, quien por entonces era primer violín de la Orquesta de Conciertos del Conservatorio de París.
La rueca de oro, Op. 109
En el breve perfil biográfico que dedica a Antonin Dvořák, el escritor Domingo Del Campo anota lo siguiente:
El poema sinfónico venía satisfacer una de las principales aspiraciones de la estética del romanticismo tardío, la de exaltar la música instrumental al nivel de la ópera, género hasta entonces considerado como el exponente más elevado de la expresión musical. Dvořák ya había cultivado la obertura programática narrativa que busca traducir en sonidos hasta los más menudos detalles con despreocupada ingenuidad.
A su vez, el musicólogo Otakar Šourek, especialista en la música de Antonin Dvořák, complementa esta idea de Del Campo al describir brevemente en un ensayo sobre el gran compositor bohemio sus distintas contribuciones a los diversos géneros y formas musicales. Después de mencionar las sinfonías, los conciertos y las suites orquestales de Dvořák, el académico comenta lo siguiente:
A este grupo también pertenecen las obras conocidas como “música programática”. Estas incluyen las oberturas de concierto, las más importantes de las cuales son la conocida como Obertura husita y el ciclo de tres oberturas -En el reino de la naturaleza, Carnaval y Otelo- en las que la atmósfera poética de la primera presenta un nítido contraste con el ardor elemental de la segunda y con la tensión dramática de la tercera. Están, finalmente, sus cinco poemas sinfónicos, de los cuales cuatro, con música de hermosa elocuencia, transmiten el encanto de las baladas El espíritu de las aguas La bruja de mediodía La rueca de oro y La paloma del bosque, de Karel Jaromír Erben; el quinto se titula La canción del héroe y es una especie de autorretrato de un compositor que se siente muy cercano al pueblo.
Zlatý Kolovrat es el título original en checo del poema sinfónico La rueca de oro de Antonin Dvořák. El argumento resumido de la obra, acorde con el poema de Karel Jaromír Eben, es el siguiente:
Un joven rey se enamora, en uno de sus paseos, de una joven campesina, Dornicka, a la que encuentra hilando en su rueca y ordena a su vieja madrastra que la lleve a su castillo. La fea madrastra finge cumplir la orden del rey y emprende el camino al castillo con su hijastra Dornicka y su propia hija. En el camino, mutilan y dejan ciega a Dornicka, dejando en el camino su cuerpo destrozado y llevando con ellas sus miembros amputados. Como la hija de la vieja se parece a Dornicka, el rey es engañado y se casa con ella. Después, el rey debe partir a la guerra y encarga a su mujer que se quede hilando en la rueca esperando su regreso. Un viejo encuentra el cuerpo desmembrado de Dornicka y recupera las manos, los pies y los ojos de la joven ofreciendo a cambio las partes de una rueca de oro. Entonces, con ayuda de unas aguas mágicas, el viejo une las partes del cuerpo de Dornicka y la vuelve a la vida. El rey regresa de la guerra y encuentra a su esposa hilando y, entonces, la rueca revela el horrendo crimen de la vieja. El rey va al bosque, encuentra a Dornicka y se la lleva de regreso al castillo.
Aquellos que conocen bien tanto el poema literario de Erben como el poema sinfónico de Dvořák afirman que el compositor se detuvo en este punto de la narración. Sin embargo, en el texto literario ocurre que la vieja y su hijastra son devoradas por los lobos, y la rueca de oro desaparece. La rueca de oro es el poema sinfónico más extenso y complejo de Dvořák, y sigue de manera muy libre algunos de los preceptos de la forma rondó.
La rueca de oro se estrenó el 26 de octubre de 1896 en la capital inglesa, con Hans Richter dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Londres.
Nahuales y chaneques
Además de ser uno de los más importantes compositores mexicanos del siglo XX, Manuel Enríquez fue un violinista excepcional y realizó una importante carrera como solista y como miembro de orquestas sinfónicas y grupos de cámara. Por otra parte, Enríquez fue el primer compositor mexicano de importancia en abandonar la expresión nacionalista en la música para crear un catálogo de obras más universales y abstractas, cercanas a los más nuevos estilos y lenguajes de su tiempo. A la par con su carrera de compositor, Manuel Enríquez realizó una importante, prolongada y fructífera labor de difusión y promoción de la música contemporánea, sobre todo a través de la fundación del Foro Internacional de Música Nueva que hoy lleva su nombre, evento que ha cumplido a la fecha 46 ediciones. A pesar de haber dejado a un lado los parámetros de la música nacionalista mexicana, Enríquez no dudó en hacer algunas referencias (de manera directa o indirecta, según el caso) a diversos elementos claramente identificables como locales; si estas referencias son detectables en la materia musical de algunas de sus obras, son más evidentes aún en los títulos de algunas de sus composiciones: Tlachtli, Xopan cuícatl, Tlapizalli, Tzicuri Zenzontle, Ixamatl. Las referencias específicas que hay en los títulos de estas obras de Enríquez son tan claras como las que se encuentran en el título de su partitura orquestal Nahuales y chaneques. En la cultura mexicana prehispánica, el nahual es el espíritu de un animal específico que es como el compañero de cada ser humano. A su vez, los chaneques son duendes de la selva a los que se considera dueños de los animales silvestres. Se dice que los chaneques son, además, vigilantes de la naturaleza y que tienen la facultad de castigar al hombre cuando hace daño a la flora o a la fauna, y de premiarlo si protege a las plantas y animales.
En la partitura original de Enríquez, Nahuales y chaneques está designada como una obra para orquesta estudiantil, con lo que queda perfectamente declarado su origen como música didáctica. De ahí que se trata de una obra de una relativa facilidad de ejecución, sin las complicaciones instrumentales que se encuentran en la mayoría de las obras del compositor. Desde otro punto de vista, sin embargo, Nahuales y chaneques está concebida para una orquesta de buen tamaño. Esta partitura de Enríquez incluye piccolo, dos flautas, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, clarinete bajo, dos fagotes, contrafagot, cuatro cornos, tres trompetas, tres trombones (el tercero de los cuales es trombón bajo), tuba, timbales, tres percusionistas y sección completa de cuerdas. Es interesante señalar que, de su puño y letra, Enríquez indicó en la partitura que el corno inglés, el clarinete bajo y el contrafagot son opcionales, entendiendo bien que se trata de instrumentos que no siempre están disponibles en una orquesta amateur. Por otra parte, los instrumentos solicitados para los tres percusionistas son los siguientes: para el primero, tarola con cuerdas, güiro y plato suspendido de 18 pulgadas; para el segundo, bombo, maracas y tam-tam; para el tercero, claves, triángulo y plato suspendido de 12 pulgadas. Cabe notar, además, que por su intención original la partitura de Nahuales y chaneques no contempla la participación del arpa ni del piano.
La primera parte de la obra está escrita en compás de 6/8 y tiene un atractivo carácter juguetón y danzarín. La segunda, en cambio, está escrita en un compás más simétrico de 2/4. Las percusiones juegan un papel importante a lo largo de la pieza, en cuyo interior pueden ser detectados algunos breves solos para instrumentos individuales. Escrita por encargo de Orquestas y Coros Juveniles A.C., Nahuales y chaneques fue terminada por Enríquez en septiembre de 1993. En su catálogo de obras existen al menos otras dos partituras realizadas con la misma intención didáctica: Un mundo nuevo, para orquesta y coro infantil, y Concertino para orquesta, concebido también para una orquesta infantil. Ambas partituras datan de 1990 y las dos fueron estrenadas por Fernando Lozano.
La bruja del mediodía, Op. 108
El escritor checo Karel Jaromír Erben (1811-1870) hizo una carrera amplia y variada. Fue secretario del Museo Nacional Checo y archivista general de la ciudad de Praga. Una parte importante de su herencia se encuentra en las recopilaciones que hizo de canciones populares y campesinas checas, trabajo que realizó principalmente entre 1841 y 1845. Además, Erben publicó un buen número de obras de carácter histórico, entre las que destacan las que realizó en colaboración con el historiador Frantisek Palacký (1798-1876). En el año de 1865 publicó una colección de leyendas populares y cuentos de hadas eslavos, y en 1905 se editó de manera póstuma su colección de cuentos checos de hadas. Sin embargo, la obra que le ganó la mayor celebridad fue Ramillete de leyendas nacionales, publicada originalmente en 1853 y reeditada en una versión aumentada ocho años después. Las narraciones contenidas en este volumen de Karel Jaromir Erben sirvieron como fuente de inspiración a numerosos escritores checos y, debido a su origen nacional y espíritu romántico, también marcaron de manera importante a varios compositores. Entre ellos destaca, evidentemente, la figura de Antonin Dvořák, quien realizó cuatro de sus cinco poemas sinfónicos a partir de textos contenidos en el Ramillete de leyendas nacionales de Erben. Estos poemas sinfónicos son El espíritu de las aguas Op. 107, La bruja del mediodía Op. 108, La rueca de oro Op. 109 y La paloma del bosque Op. 110, todos ellos compuestos en el año de 1896. La colección de Erben también fue el origen textual de una obra vocal de Dvořák, la cantata dramática titulada La novia del espectro, Op. 69, escrita en 1884.
El compositor abordó la creación de los poemas sinfónicos citados poco después de haber regresado a su patria al dar por concluidos los compromisos que lo habían llevado a vivir y trabajar en los Estados Unidos. Dvořák trabajó simultáneamente en los tres primeros poemas sinfónicos y concluyó su composición en un lapso de cuatro meses, entre enero y abril de 1896. Los tres fueron estrenados en privado en el Conservatorio de Praga el 3 de junio, después de lo cual Dvořák hizo algunas revisiones a las respectivas partituras. Para cuando estos tres poemas sinfónicos se estrenaron en Londres, el compositor ya estaba trabajando en el cuarto de la serie.
Del poema original de Erben que cuenta la historia de La bruja del mediodía, y de la correspondencia de Dvořák en la que menciona esta obra, es posible reconstruir con bastante precisión el programa narrativo del poema sinfónico. Mientras una mujer prepara la cena en su hogar, su hijo juega cerca de ella, prestando especial atención a un gallo de juguete. El niño se torna nervioso e irritable, y comienza a llorar, lo que a su vez irrita a la madre. La mujer, incapaz de tranquilizar al niño, lo conmina a dejar de llorar y lo amenaza con convocar a la bruja del mediodía, que acostumbra perpetrar sus hechizos y encantos solamente entre las once de la mañana y las doce del día. Poco después, aparece, en efecto, la bruja en cuestión, y amenaza con llevarse al niño. La madre, entonces, trata de proteger a su hijo, abrazándolo. La bruja baila entonces una ronda infernal hasta que la madre cae al suelo, desvanecida, con el hijo entre sus brazos. Suenan entonces las campanas del mediodía, y la bruja debe detener su hechizo. El padre del niño entra a la casa sin saber lo que ha ocurrido y encuentra a su esposa tendida, casi sin vida. Trata de revivirla y ella comienza a recobrar el conocimiento, a la vez que el padre descubre que su hijo ha muerto, sofocado por la madre. La bruja desaparece.
Es evidente que, en manos de un compositor más moderno, esta historia pudo haber dado origen a una pieza sinfónica muy oscura, angustiosa y siniestra. Sin embargo, ninguna de estas cualidades formaba parte del lenguaje o el estilo de Dvořák, de manera que la música de La bruja del mediodía (si bien es colorida y expresiva) se mueve en general en un ámbito quizá demasiado elegante y civilizado para la tétrica historia que está narrando.
El poema sinfónico La bruja del mediodía de Dvořák se inicia en un ambiente tranquilo y lírico, muy en el espíritu de los numerosos episodios bucólicos que hay en la música del compositor checo. Pronto, sin embargo, las cuerdas graves (acentuadas por los timbales) parecen anunciar un estado de ánimo más serio, que comienza a desarrollarse en el breve allegro que sigue a la introducción. Enseguida, viene una reexposición completa de la introducción de la obra, a la usanza tradicional, incluyendo el episodio más serio. Viene a continuación un allegro más extenso, que constituye la parte medular de la obra. Aquí, Dvořák hacer un interesante uso expresivo del modo menor, y la orquestación toma claros tintes anecdóticos, en especial en lo que se refiere al uso de los instrumentos graves. Este allegro central del poema sinfónico está marcado por algunos episodios más lentos en su tempo y oscuros en su carácter. Destaca en esta parte de La bruja del mediodía un episodio muy bien orquestado para las cuerdas altas, los alientos y el sonido de las campanas del mediodía, al que sigue una sección más agitada. Viene después un breve andante de cualidades casi cortesanas, luego un interludio de cierta tensión y, finalmente, el desenlace con la orquesta en pleno, dramático y señalado por el oscuro modo menor.
En un breve comentario sobre los poemas sinfónicos de Dvořák, en los que se refiere sobre todo a su estructura, el musicólogo John Clapham apunta lo siguiente:
Por contraste, la extensa repetición al inicio de La bruja del mediodía muestra a Dvořák rechazando temporalmente una representación precisa de la balada original, en aras de un mejor equilibrio musical. En el resto de la obra, el compositor da vida a las demás estrofas del poema de una manera vívida y dramática.
Compuesto entre el 11 de enero y el 27 de febrero de 1896, el poema sinfónico La bruja del mediodía de Antonin Dvořák fue estrenado el 21 de noviembre de ese mismo en el Queen’s Hall de Londres, con la orquesta residente, bajo la dirección de Henry Wood. Por cierto, el título original de la obra en checo es Polednice
Una noche en la árida montaña
(Versión original)
El día de hoy iniciamos nuestro viaje musical con una breve pero sustanciosa clase de ruso. Hoy aprenderemos que Ivanova noch’ na Lisoy gore quiere decir Noche de San Juan en la Montaña Pelada, y es el título original de la pieza musical que hoy ocupa nuestra atención y, probablemente, nuestra fantasía. Allá por el año de 1860 Modesto Mussorgski sufrió una de las muchas crisis nerviosas que habría de padecer en su vida. Por esa época el compositor concibió la idea de escribir una ópera sobre La noche de San Juan, texto original de su compatriota Nikolai Gogol. Al mismo tiempo, Mussorgski exploraba un curioso texto teatral titulado Ved’ ma (‘La bruja’), escrito por un antiguo colega suyo del ejército, el barón Georgi Mengden. Combinando estas dos fuentes y sus propias ideas macabras, Mussorgski escribió en 1867 el primer bosquejo de lo que originalmente llevó por título Noche de San Juan en la Montaña Pelada. Pocos años después, en 1872, el compositor se hallaba compartiendo un departamento con su colega Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908), y mientras Mussorgski componía su ópera Boris Godunov, Rimski trabajaba en una de las suyas, La doncella de Pskov. Ambos compositores dejaron a un lado sus respectivas óperas cuando les cayó un curioso encargo de un empresario: se les invitó a colaborar en la elaboración de la partitura de una ópera-ballet que habría de titularse Mlada, y en la que iban a colaborar, además de ellos dos, César Cui (1835-1918), Alexander Borodin (1833-1887) y Léon Minkus (1826-1917). Como lo ha demostrado la historia una y mil veces, escribir música en grupo es una lata, y casi nunca funciona, así que la famosa Mlada nunca se concretó y de ella quedaron sólo algunos trozos musicales dispersos. Para este extraño proyecto Mussorgski tomó
buena parte de la música original de su Noche de San Juan en la Montaña Pelada y le añadió una parte coral. Para su desgracia, fue trabajo en vano. Sin embargo, Mussorgski no estaba como para desperdiciar su arduo trabajo de composición, así que poco después revisó la partitura una vez más y le dio nueva forma, para utilizarla como introducción al acto tercero de su ópera La feria de Sorotchinski. A pesar de tanta asiduidad, el compositor nunca vio premiados sus esfuerzos, porque jamás oyó una interpretación de esta obra, en ninguna de sus versiones, y nunca imaginó que al paso del tiempo sería la más popular de sus piezas orquestales.
A la muerte de Mussorgski se dio la coincidencia de dos manías musicales muy especiales: la manía del propio Mussorgski de dejar inconclusas y desordenadas sus partituras, y la manía de su colega Rimski-Korsakov de revisar y completar cuanta música cayera en sus manos. Así, Rimski rechazó casi por completo la partitura original de Mussorgski y corrigió a fondo la obra que su colega había escrito en 1867, intentando aproximarse a la versión que Mussorgski había preparado para La feria de Sorotchinski. Fue así como nació la versión que conocemos actualmente de Una noche en la árida montaña, breve pero evocativo y poderoso poema sinfónico. Por cierto, la versión original de Mussorgski no fue editada sino hasta 1968.
Gracias, pues, a la inspiración original de Mussorgski, vía Gogol y Mengden, y a los acabados sonoros de Rimski-Korsakov, hoy es posible asistir a esta tremebunda noche en que los espíritus de la oscuridad se juntan en la Montaña Pelada para esperar la llegada del Demonio. Cuando este importante personaje aparece finalmente, sus huestes le organizan una misa negra, con su correspondiente aquelarre de brujas y similares. En plena orgía, cuando los malignos están más entretenidos, suena una lejana campanada de iglesia, y se ven obligados a dispersarse a gran velocidad y volver a las profundidades de las que surgieron. Finalmente, llega el amanecer.
Como en el caso de tantas otras obras de Mussorgski que quedaron incompletas a su muerte y que después fueron corregidas por manos diversas, queda la duda sobre la posible originalidad del material musical que uno escucha en Una noche en la árida montaña. Lo cierto es que la obra muestra toda la energía y la inspiración del compositor, sabrosamente sazonadas por la sabiduría orquestal y la eficiencia técnica de Rimski-Korsakov. Muchos años después de la muerte de ambos, este interesante poema sinfónico revivió espectacularmente bajo la mano maestra de Walt Disney, al convertirse en uno de los mejores segmentos de ese magistral videoclip clásico que es la película Fantasía, realizada por Ben Sharpsteen en 1940.
En años recientes ha circulado, tanto en grabaciones como en las salas de concierto, la versión original de Una noche en la árida montaña, que es prácticamente desconocida. Quienes conozcan bien la versión de Rimski-Korsakov se asombrarán de las enormes diferencias que hay entre ésta y la original de Mussorgski. Una audición comparativa de ambas permite descubrir que en la versión que tradicionalmente se toca y se graba, quedó muy poco de la intención original del compositor; casi podría decirse que la versión convencional es más de Rimski-Korsakov que de Mussorgski. El caso es que escuchar la versión original es una experiencia musical muy interesante, que permite concluir que, además de ser más apegada al estilo de Mussorgski (es más potente, más rústica, más visceral), es mucho más atractiva desde el punto de vista de su forma, su desarrollo y su sonoridad. Sería muy deseable que la versión original de Una noche en la árida montaña retomara el lugar que le corresponde legítimamente.
Juan Arturo Brennan s
– Directora de orquesta.
Egresada de la Facultad de Música y Artes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Inició su formación en dirección de orquesta con los maestros Gina Enríquez y Gonzalo Romeu, dando continuidad a su preparación con los maestros Mario Benzecry en Argentina y el Dr. Ángel Luis Pérez Garrido de España. Participó en los talleres de capacitación de directores en Fomento Musical con maestros como Kurt Redel, Mark Laycock, Eduardo Díaz Muñoz, Francisco Savín, Enrique Bátiz, Guillermo Salvador, Enrique Barrios y Ángel Luis Pérez Garrido, durante los cuales dirigió las orquestas, Orquesta sinfónica del Conservatorio de Puebla, Orquesta Sinfónica de la BUAP, Orquesta Sinfónica de Carabobo Venezuela, Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, Orquesta Sinfónica del Estado de México, además de La Orquesta Sinfónica Nacional de Panamá, Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional en Panamá, Orquesta Filarmónica de El Salvador, Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Hidalgo, Orquesta Sinfónica Juvenil de Universidad Autónoma del Estado de México, Orquesta Sinfónica del Politécnico Nacional, Orquesta Típica de la CDMX, Orquesta Sinfónica del Estado de Puebla, Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Guanajuato, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, entre otras
Creadora y fundadora de la Orquesta Filarmónica del Espacio Cultural Metropolitano en Tampico Tamaulipas, actualmente Profesor de tiempo completo en la Facultad de Música y Artes de la UAT y de 2019 al 2023 directora titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Violines Primeros
Dmitry Kiselev - Concertino
Héctor Hernández Pérez – Asistente de concertino
Maksim Smakkev
Jorge Luis Torres Martinez
Luis Enrique Palomino
Katherine Giovanna Ramírez
Urpi Dainzú Holguin González
Yessica Melgar
David Jesús Viña
Pedro Zayas Alemán
Violines Segundos
Sergio Andrés González * (-)
Moab Alberto González López ** (-)
Andrés Ildefonso Gallegos Rodríguez
Fidel Berrones Goo
César Ulises Gómez García **(-)
Violas
Lydia Bunn * (-)
Oscar Pinedo Nava **(-)
Augusto Antonio Mirón Pleitez
Betsabé Jiménez Valencia
Carlos Reyes Hernández
Anayantzi Oropeza Silva
Andres Carballar Trejo **(-)
Violonchelos
Michael Severens *
Bruno Mente ** (-)
Luis Gerardo Barajas Bermejo
Fernando Melchor Ascencio
Fortunato Rojas Francisco
Omar Barrientos
Cintia Presa Rodríguez *** (-)
Contrabajos
Russell Brown *
Óscar Argumedo González *
Jorge Preza Garduño
Rodrigo Mata Álvarez
Pedro Álvarez Vigil
Guillermo Caminos López
Andrés Peredo Plascencia
Flautas
Cuauhtémoc Trejo *
Víctor Frausto Zamora **
Laura Gracia Guzmán
Oboes
Héctor Fernández * (-)
Jorge Arturo García Villegas
Clarinetes
Hugo Manzanilla *
Heather Millette ** - Clarinete Piccolo
Fagotes
Katherine Snelling *
Ariel Rodríguez Samaniego
Cornos
Claire Hellweg *
Darío Bojórquez **
Michelle Pettit
Apolinar Alavez Salas
Juan Raúl Gutiérrez Morales **(-)
Trompetas
Macedonio Pérez Matías *
Juan Cruz Torres Díaz **
José Cayetano Hernández Díaz
Trombones
Louis Olenick *
Gil Martínez Herrera
Trombón bajo
John Swadley
Tuba
Salvador Pérez Galaviz *
Timbales
Óscar Samuel Esqueda Velázquez *
Percusiones
Alan Sánchez Sánchez
Ulises Hernández
Eduardo Hernández Rodriguez ***(-)
Piano
Iván Hugo Figueroa **
Arpa
Alejandra de ita López ***(-)
Músicos invitados
David Pérez Patlán- Violín 1º ***
Luis Andres Tovar – Violín 1º ***
Wolfgang Andres Graterol RomeroViolín 2º ***
Mario Armando Soria – Violín 2º ***
Abraham Quintanilla Melgar – Violín 2º ***
Christian Barajas – Violín 2º ***
Astrid Jerez – Violín 2° ***
Diego Velazco Yount- Violín 2°
Marijose Ruiz Villaseñor - Viola *** Daniela Samaniego – Viola *** Omar Sánchez - Violoncelo *** Nayeli Cervantes Luis – Oboe *** Rocío Citlali Rosas – Clariente
Alan Monahan – Contrafagot *** Omar Cabrera – Trompeta
Adrian Izquierdo Ayala - Tuba*** Roberto Nahum Hernández- Percusión
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Programa de Mano | Notas al programa
Juan Arturo Brennan
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