Programa de mano, Domingos de cine en el Teatro Principal, Flores Rotas.

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FLORES ROTAS JIM JARMUSCH (1953) ES DE ESTIRPE CHECA-ALEMANA-FRANCESA E IRLANDESA. Estudió en París y más tarde en la escuela de cine de la Universidad de Nueva York, sirviendo al mismo tiempo de asistente de Nicholas Ray (1911-1979), en su taller de dirección cinematográfica. EI primer trabajo que le conocimos en 35 mm fue Mas extraño que el paraíso (1984), que por la dirección obtuvo la Cámara de Oro en Cannes y el Leopardo de Oro en Locarno como mejor filme. En ocasiones actor en cintas de sus colegas y autor de sus propios guiones, es dueño de un estilo llano en la narrativa que defiende contra la más mínima intromisión. De él es el apotegma: “Si tuviera que hacer una película donde algunos tipos trajeados me dijeran cómo realizarla, me volaría los sesos o les freiría a tiros las piernas”. Esta independencia la encontramos en todas las entradas de su filmografía: un capítulo de Noche sobre la tierra (1991), EI camino del samurai (1999), Café y cigarros (2003) y Flores rotas (2005), merecedora del Grand Prix en Cannes. Por esta cinta Jarmusch fue llevado a juicio porque otro guionista, Reed Martin, lo acusó de robarle el concepto de la película. Fue absuelto. Don Johnston (Bill Murray) es un Don Juan viejo, un raboverde, que persigue a las mujeres jóvenes. En un pueblo cercano a Nueva York se acomodó a vivir una paz de ocio, después de hacer fortuna en la ingeniería computacional. Lo paradójico es que hoy no cuenta con ningún ordenador. Pasa el día viendo cine clásico en la televisión. Viste de costumbre pants y chamarras deportivas oscuros. El entrecejo fruncido le da la pinta de un córvido o una lechuza al acecho. Su rostro hierático, pétreo, inspira más incertidumbre que confianza. Es indolente, le han salido más conchas que a un galápago. De esta caracterización Roger Ebert dice: “Ningún actor es mejor que Bill Murray no haciendo nada, y fascina mientras así se desempeña”, Flores rotas abre con un pimpollo de mujer, Sherry, vestida de Chanel rosa. Lleva una maleta. Se marcha, pues no soporta la indiferencia de Don, su amante. No hace nada por detenerla. Si hubo un desaguisado no intenta arreglarlo. Casi cruzándose en el camino llega el cartero con una misiva ensobrada en rosa. No trae remitente. La escribe,


supuestamente, una antigua conquista. Le informa que su hijo de 19 años, del que no tenía noticia, lo anda buscando. Ni suda ni se abochorna. Parece que el saco no le queda. Don no mueve un dedo, pero su vecino Winston (Jeffrey Wright) lo empuja a tomar el toro por los cuernos. Aficionado de las novelas policiacas, le suministra las direcciones de las cinco mujeres con las que probablemente, hace veinte años, pudo haber engendrado el vástago. Sus direcciones las obtiene a través de la computadora. Indolente por costumbre ahora no pone reparos a la aventura. No se escaquea. Aunque a regañadientes, ha de cumplir con el destino: va a visitarlas para conocer quién es la madre. Sus reencuentros van de mal a peor, a lo mucho peor. Para cada ocasión llega con un ramo de flores rosas: Laura (Sharon Stone) trabaja como organizadora de closets y cajones de cómodas. Es viuda de un corredor de autos. Tiene una hija adolescente, Lolita (Alexis Dziena), desinhibida como el personaje de Vladimir Nabokov. Ante sus galanteos cualquier otro en su lugar -un vividor o un calavera- respondería con carantoñas. Esa noche Don duerme con Laura. No sabemos cómo su cuerpo sobrevivió a la batalla, ya está viejo. Dora (Frances Conroy), en el negocio de bienes raíces, Niña Flor de los hippies de los sesenta, no ha querido tener hijos con ninguna de sus parejas. Se le nota melancólica y frustrada. Carmen (Jessica Lange), deseosa antaño de ser abogada, hoy es Comunicadora de Animales, una médium de perros y gatos. Luce un talante pragmático. La relación con su recepcionista es ambigua, se piensa lésbica. Con Don, Carmen se comporta fría. A Penny (Tilda Swinton), que vive entre motociclistas sedentarios, ver a Don Ie procura un follón de malos recuerdos. Tal vez la engatusó. Cuando le pregunta si tiene un hijo le socava la paciencia. Uno de los miembros de la comuna le parte media madre, causándole una herida de fijarse en el ojo izquierdo. La quinta mujer en la lista, Michelle Pepe, murió hace cinco años. Don creía que era la madre. Quizás hubiera aceptado el hecho. Es de la única entre las cinco que habla con amor. Le lleva rosas rosas a la tumba. Regresa desilusionado, pues arrostró riesgos a cambio de nada. Por la calle se encuentra a un adolescente desconocido que, por la edad, podría bien ser el hijo anunciado. No lo es. Otro más, que viaja en una tartana de Volkswagen, se le queda viendo fijamente, sin detenerse. No sabe ahora a qué carta quedarse. Permanece quieto y patidifuso. La cámara empieza a girar alrededor de Don, que no abandona su acostumbrado semblante adusto. El movimiento es magnífico. No lo habíamos visto desde Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini.

Broken Flowers (EEUU / Francia, 2005) • Dirección y guion: Jim Jarmusch, sobre una idea de Bill Raden y Sara Driver • Música: Mulatu Astatke • Fotografía: Frederick Elmes • Edición: Jay Rabinowitz • Reparto: Bill Murray (Don Johnston), Julie Delpy (Sherry), Heather Simms (Mona), Brea Frazier (Rita), Jeffrey Wright (Winston), Alexis Dziena (Lolita), Sharon Stone (Laura Daniels), Jessica Lange (Carmen), Tilda Swinton (Penny).



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