ISSN 2027-0178
FLORILEGIO
BOGOTÁ FRÍA,
LOS DOS LADOS DE LA NARIZ VIGÍA
Y ... ¿QUÉ HAY DEBAJO DE ESA RUANA?
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OCTUBRE 2013 - MARZO 2014
Los autores que colaboran en el número 12 de Visiones caminaron por muchas sendas para traer a los lectores historias sobre situaciones y personajes asombrosos que algunas veces están ahí a pocos pasos de nosotros y, sin embargo, nos resultan desconocidos. Abrimos la revista con el artículo Yomango, que nos habla sobre la particular filosofía de vida que promueve el robo en grandes almacenes de cadena como “una acción directa contra el capitalismo”. Sé lo serio que es lo maya, esto no es esoterismo, nuestro segundo artículo, rompe con el mito creado alrededor de la cultura maya que la relaciona principalmente con lo enigmático, restándole peso a lo cultural. El tercer escrito, Edgardo Román, el caudillo de la actuación, nos muestra un espléndido perfil de uno de los más importantes actores de Colombia. Con Pendragón, nostalgia medieval, la autora del cuarto artículo nos adentra en el mundo de un grupo de jóvenes que en el siglo XXI se reúne para realizar prácticas medievales. Los tres artículos de Visiones que vienen a continuación, Retrato de un maestro de la crónica; ¿Qué hay debajo de esa ruana? Y Amor y literatura, los pilares de Soto
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YO MANGO
¿RESISTENCIA DELICTIVA? ‘SÉ LO SERIO QUE ES LO MAYA. ESTO NO ES
ESOTERISMO’
EDGARDO ROMÁN:
EL CAUDILLO DE LA ACTUACIÓN’
PENDRAGÓN
NOSTALGIA MEDIEVAL RETRATO DE UN MAESTRO DE LA
CRÓNICA
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Y...¿QUÉ HAY DEBAJO DE ESA
RUANA?
AMOR Y LITERATURA,
LOS PILARES DE SOTO APARICIO LOS DOS LADOS DE LA LA POLÍTICA, RAZÓN DE SER DE LAS
FUERZAS DEL CONFLICTO
LA EXHUMACIÓN
DEL ALMA NERUDIANA
Aparicio, están dedicados a importantes personajes de la cultura nacional: Alberto Salcedo Ramos, considerado el mejor cronista de Colombia; Jorge Velosa, maestro del folclor boyacense y Fernando Soto Aparicio, uno de los escritores más prolíficos y más leídos del país. Las siguientes páginas de nuestra revista dan un giro hacia el particular oficio del Clown con el texto denominado Los dos lados de la nariz. A continuación encontramos una entrevista con el ex guerrillero del M-19 Rosemberg Pabón titulada La política, razón de ser de las fuerzas en conflicto. Nuevamente Visiones gira hacia la literatura y nos presenta en sus siguientes páginas dos magníficos textos: La exhumación del alma nerudiana, semblanza del gran poeta chileno Pablo Neruda, y Andrés Caicedo, un síntoma prematuro de la posmodernidad ¡Que viva la música!, un recorrido sobre la vida y obra del escritor caleño. Los últimos trabajos que componen nuestra revista tocan temas controversiales: Estoy dispuesto a defender incluso a quien sea, culpable, entrevista al ex fiscal Mario Iguarán; ¿Por qué no somos barbie?, debate sobre los estereotipos de belleza de las sociedades contemporáneas; Bogotá fría, esotérica y pagana, en el que el autor hace un recorrido por la imaginería popular en la capital; Un estudiante a medias habla del matoneo escolar, y Del tránsito y otros demonios refleja las aventuras de un viajero por la carreteras colombianas. Victoria González
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¡QUE VIVA
LA MÚSICA! “ESTOY DISPUESTO A DEFENDER INCLUSO A QUIEN
SEA CULPABLE”
¿POR QUÉ NO SOMOS
BARBIES? BOGOTÁ FRÍA,
ESOTÉRICA Y PAGANA
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DEL TRÁNSITO Y
OTROS DEMONIOS GRAFICADORES FOTOGRAFÍA
UN ESTUDIANTE
A MEDIAS
No. 12 / OCTUBRE 2013 - MARZO 2014
CONSEJO EDITORIAL: Luz Amalia Camacho, Victoria González, Lisbeth Fog, Orlando Valencia, Laura Delgadillo. Directora: Victoria González. Editora: Lisbeth Fog. Diagramador: Orlando Valencia. Ilustradores: Víctor Barrera, Orlando Valencia. Asistente de edición: Laura Delgadillo. Docentes colaboradores: Alfonso Ospina, Diego Aristizábal, Yesid Lancheros, Sergio Ocampo, Fernando Millán, Ricardo Castro, Alejandro Pino, Guido Tamayo, Victoria González, Víctor Barrera, Lisbeth Fog. Impresión: Departamento de Publicaciones Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Colombia, 2014. Correo electrónico: visiones@uexternado.edu.co Visiones es una publicación de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Externado de Colombia, sin fines de lucro, la cual tiene por objetivo divulgar la producción académica de los estudiantes. Las opiniones expresadas por los autores no corresponden necesariamente a las de la Universidad.
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VIGÍA
¿RESISTENCIA DELICTIVA? Según el Código Penal colombiano, Yomango es una práctica que se califica como hurto simple; para quienes la realizan no tiene carácter delictivo: es una resistencia. “Ni se compra ni se vende”, así se define el alma del Yomango. Daniela García Prensa escrita / Octavo semestre
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angar es un término español usado para referirse a robar. El Yomango se deriva como una sátira de tal verbo y de la conocida marca española de ropa Mango. Esta práctica consiste en tomar objetos comerciales de todo tipo de los grandes almacenes: comida, ropa, aparatos tecnológicos, entre otros, con el fin de suplir una necesidad o un deseo y de realizar “una acción directa contra el capitalismo”, como lo afirman en su página web y en algunos artículos y entrevistas diversos yomangantes. Cuando ingresan a un supermercado, lo primero que identifican es el sistema de seguridad, compuesto por cámaras y guardas principalmente, a lo que suelen llamar los enemigos. Una vez están seguros sobre la estrategia de vigilancia, seleccionan los productos que llevarán y se aseguran detalladamente de eliminar todo aquello que pueda ser percibido por los detectores (códigos de barras, espirales de pegatina, bobinas metálicas, entre otros). Se dirigen luego a lo que Luis* llama puntos muertos, que son las áreas del supermercado que no alcanzan a ser registradas por las cámaras y las menos frecuentadas por los guardas. Allí acomodan y aseguran en su cuerpo todos los productos. Sin embargo, hay quienes prefieren comprar algo para no generar alertas, mientras otros simplemente se van y llevan en sus bolsillos bolsas plásticas que llenan al salir con los productos que lograron mangar. El teniente Carlos Eduardo Munévar, quien fue jefe de seguridad durante 25 años de la empresa privada Seguridad Atlanta,
afirma que robar corresponde a tomar algo que no es propio, de manera delictiva. Generalmente en su empresa reconocen a los ladrones por “algunas señales convencionales” y son éstas la base de entrenamiento de los guardas de seguridad. “Uno empieza a meterle eso al guarda de que todo lo que hay a su alrededor es sospechoso: el señor que está parado o los cuatro señores que están en ese vehículo”. Es en el artículo 239 del Código Penal Colombiano donde se define a quien ejerce un hurto simple (todo aquel que no compromete violencia física en su realización), como “el que se apodere de una cosa mueble ajena, con el propósito de obtener provecho para sí o para otro incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años”. La abogada penalista Leida Lara Pérez aclara que solo es posible juzgar a alguien bajo este delito si es descubierto en flagrancia, es decir, en el momento justo en el que esté realizando el hurto y de no ser así solo es posible si se cuenta con un conjunto de hechos que lo prueben.
La práctica del Yomango ha sido creada y difundida a través de cuatro libros: El libro rojo; El libro morao; Cuando Mao llegó a Winona y finalmente el Libro Yomango, que es una recopilación tanto de los anteriores como de textos y análisis realizados en sus páginas de Internet. Para Luis, a diferencia de lo que presentan los tres libros, esta práctica no necesariamente tiene que estar ligada a una ideología. Es una acción personal que le da la facilidad de conseguir aquello que necesita “sin afectar a nadie”, pues asegura que solo debe practicarse en multinacionales ya que, según él, “estos almacenes definen márgenes de pérdida, dentro de los que ya tienen las cadenas estipulados. Así que los trabajadores no se ven afectados porque por ley deben tenerlos y si llegan a cobrarles es un delito”. El capitán Jorge Ocaña, presidente y fundador de la empresa de seguridad Royal Colombia, asegura, basándose en datos de la Superintendencia de Sociedades, que en los almacenes Éxito S.A. y Carulla manejan un margen de pérdida que oscila entre el 10% y el 20%, lo que cambia dependiendo de la zona donde se encuentre el almacén. Según Fenalco, el 18% de las utilidades de los grandes supermercados son destinadas a márgenes de pérdida por el robo hormiga (dentro de los procesos internos de las empresa ) o hurtos simples. Nicolás Martínez, politólogo de la Universidad Nacional, hizo un análisis sobre el Yomango visto como una resistencia. Afirmó que desde la ciencia política una resistencia es concebida como el acto realizado en un contexto de confrontación frente al statu quo y destacó que puede ser también un acto delictivo: “se convierte en un acto de resistencia en tanto están resistiendo al avance de una economía capitalista, lo que sería el statu quo; sin embargo, a la luz del Derecho, es un acto ilegal, un robo a la propiedad privada de la empresa a la que le pertenece el producto”. Esta práctica plantea dos grandes facetas: aunque bajo la teoría es una acción de resistencia también se constituye en un acto delictivo. ¿Es posible protestar a través del delito? “Los límites, todos los límites, tienen que ver con cómo se llega hasta ellos, con lo que se hace antes de encontrártelos. Algo que nos llama desde atrás de las cosas, esa podría ser una buena definición de Yomango”, afirma un artículo del yomangoteam en su página oficial. *Nombre cambiado por petición de la fuente.
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‘SÉ LO SERIO QUE ES LO MAYA. ESTO NO ES
ESOTERISMO’
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Alejandro Velásquez, astrólogo maya bogotano, explica la realidad actual de esta comunidad indígena. Nina González Taller de prensa / Tercer semestre
Fotografías: Morguefile
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uego de que el 31 de diciembre de 2012 generara tanto revuelo en las personas y medios por ser la fecha en la que el mundo llegaría a su fin, los mayas quedaron en el olvido. Sin embargo, Alejandro Velásquez, considerado como uno de los más avanzados en tradición maya de Latinoamérica, recuerda su importancia y el verdadero significado de las profecías de esta cultura. Con su cabello largo e indumentaria que aluden a culturas ancestrales, un poncho de bordados de vivos colores, manillas artesanales, ropa cómoda y zapatos que demuestran extensos recorridos; de forma amable y profunda, Velásquez explicó la realidad sobre los calendarios mayas desde su experiencia real y directa con los líderes de esta comunidad a la cual apoya y ama. Visiones conversó con él. Visiones: ¿Cómo empezó este acercamiento o pasión, si se puede decir, hacia la cultura maya? Alejandro Velásquez: Fue amor a primera vista. Cuando sacaron mi signo maya, me sentí aún más identificado. Eso fue en 1996 y desde ese momento cuando los indígenas me propusieron que si quería seguir el camino, les dije que sí y así fue. Ahora que soy profesional y he ayudado a miles de personas con el calendario maya, que he dictado muchos talleres y he hecho muchas actividades, me asombro cada vez más de la perfección, de la sintonía y la exactitud que hay en los calendarios mayas. Varias cosas tienen muchísimo que ver con lo que ocurre. Los signos mayas personales se relacionan con lo que uno es como ser humano. Los mayas dejaron un mundo de tesoros, pero no murieron. Por eso mi libro se llama Los mayas: una cultura viva, las verdaderas profesías mayas, es decir que no se extinguió su cultura, no desapareció, no se los llevó ninguna nave espacial. Ellos sabían que los españoles iban a llegar y se escondieron, hay una estrategia maya real que es desmitificar y que la gente conozca el calendario cada vez más.
V: ¿Qué es lo que más le llama la atención o lo que más admira de los mayas? A.V: Muchas cosas me llaman la atención: su cosmovisión, la manera de ver la naturaleza, su manera de relacionarse con ella, su manera secreta, esa parte mística que es casi invulnerable, intocable. Acceder a esos líderes mayas o a esos abuelos mayas que están en la selva, es muy complicado. Su manera de interpretar sus códices, sus estelas, es algo asombroso. Pero como ellos son astrólogos, saben que el tiempo les llegará, no tienen afán de salir a venderse, ellos se miden con lo que conocen, que es su astrología sincrónica, porque es su misión. Hay muchas cosas bonitas, las mujeres son las que lideran ahorita sus procesos mayas y muchas comunidades también están pasando por lo mismo. En lo maya no hay un hombre o mujer, si es una mujer la líder, perfecto. Si es un hombre el líder, perfecto. Pero ahorita se está levantando un poco la mujer, no solo la occidental sino también la indígena está luchando por sus derechos. V: ¿Cree que en este siglo los mayas se occidentalizaron? A.V: Hay dos vertientes, y como ocurre en otras culturas ancestrales, hay unas que tienen que tener contacto y aprender del occidente y ellos enseñan de su tradición. Hay otros que se quedan en la selva, que no van a salir de ahí y que van a mantener su calendario o su cosmovisión viva. Ellos no ven las fronteras. Yo como sacerdote maya, bogotano, colombiano, tengo la misión, sin perder el respeto, de occidentalizar lo maya. Es decir, el calendario maya para qué sirve en este mundo en que vivimos, para este mundo moderno, sacándolo de la selva, trayéndolo hasta aquí a este plano. Creo que lo he hecho bien. Los mayas me dejaron ese legado y mi estatus como sacerdote tenía que ser enfocado a eso. V: ¿Cómo llegó a ser sacerdote?
A.V: Con ceremonias del fuego sagrado maya. La primera ceremonia la realicé el 23 de septiembre de 1996 en las piedras de Tunja y así realicé 13 ceremonias para encontrar nuevos instrumentos de poder, que es mi diploma de sacerdote. Después ya con el transcurso de seis años, hasta el 2001, encontré todos mis instrumentos, es mi envoltorio de sacerdote. Tiene muchas pruebas que afrontar pero lo logré y me siento orgulloso porque sé lo serio que es lo maya. Esto no es esoterismo, no es nueva era, es algo científico, matemático, exacto, profundo, bonito, puro. V: ¿Cómo define usted a los mayas? A.V: Los mayas son llamados los viajeros del tiempo y del espacio. Crearon más de 20 calendarios; ellos tenían esa misión. Son los matemáticos asombrosos, unos astrólogos perfectos. Los mayas son alta tecnología espiritual, pero también alta tecnología ancestral. Dejar que la cultura maya acompañe al ser humano, ayuda a armonizar muchos procesos. Son una muy buena compañía, son como una buena canción, una buena melodía. V: En cuanto a seguridad, ¿cómo se encuentran los mayas en este momento? A.V: Hay aspectos políticos que están fuertes, de violencia, pero también ellos con sus raíces bien cimentadas hacen sus ceremonias, hacen sus rituales, hacen sus pagamentos, su cosmovisión gira en torno a eso, a la protección, a proteger la selva, a proteger los bosques, a proteger la naturaleza. En la selva guatemalteca existen cientos de tesoros guardados. Ellos dicen que se queden guardados, no quieren que nadie llegue a escarbarles porque saben que ahí deben estar. Se dedican a eso. Hay ceremonias del fuego maya que llevan cientos de años prendidas, guardadas debajo de las malocas. OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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Ser otras personas, explorar diversas situaciones y épocas hace parte de la vida del maestro de la actuación Edgardo Román, quien entre alegrías, reconocimientos y aflicciones es considerado como uno de los mejores actores del país.
EDGARDO ROMÁN:
EL CAUDILLO DE LA ACTUACIÓN Natalia Caguasango Taller de reportería avanzada / Séptimo semestre
¡Qué viva el sindicato!”, grita eufórico Rudencindo Cristancho en aquella taberna de mala muerte en donde bebe junto a sus colegas mineros, quienes dicen ser explotados por aquellos “cerdos extranjeros”. El sudor humedece su pecho descubierto y su cuerpo embadurnado de mugre muestra lo dura que fue la jornada. Su rostro y voz extenuados expresan una 6
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grandísima inconformidad. Es lo que se percibe cuando la actuación de Edgardo Román conmueve e inquieta con gran destreza al espectador. Cuando interpreta el escrito de Fernando Soto Aparicio La rebelión de las ratas, publicado hace un poco más de medio siglo. Ese es el poder que tiene Román cada vez que interpreta un personaje. Esta supremacía la ha ganado desde hace más de cuarenta años cuando se inició en esta profesión. En el colegio le gustaba recitar poemas para las madres, ya que las conmovía con la ternura. “Me besaban, me
alzaban, me abrazaban, eso me encantaba”, dice. Después se dedicó al canto y junto a Germán Arciniegas conformó un dúo. Su padre no estaba muy de acuerdo, pues pensaba que ser cantante era de borrachos. El gusto por la actuación no era tan fuerte y veía al teatro como algo colegial, así que dejó el canto y las demás artes para estudiar dibujo y diseño arquitectónico. A los 21 años estaba dedicado a aprender sobre otras áreas del conocimiento, pero la actuación le hacía guiños. De vez en cuando alguien le hacía propuestas a las que pocas veces se negó. Su interés hacia las
artes escénicas era fuerte, pero la negativa del apoyo de su padre hacía que se sintiera confundido. Su hermano fue clave para su elección: Él me dijo que uno se dedica a lo uno o a lo otro, “y a usted lo que más le gusta es actuar”. Se volvió mormón por un tiempo. Esa comunidad tenía una casa que prestaban para ensayar y preparar la actividad cultural de la iglesia. Allí conoció a Ramiro Corzo, quien lo observaba en su labor como actor y director, y sentenció una frase que sería casi contundente: “con tu talento y mi experiencia haremos el mejor teatro de Latinoamérica”. Corzo no estaba equivocado. Ambos estudiaron mucha teoría del teatro, realizaron funciones en varios lugares y conocieron a un grupo de gente que hacia televisión. Uno de ellos, asistente de dirección de una novela, le propuso ser extra. El personaje era un campesino.
Maestro en 5…4…3…2…1 “Edgardo es un romántico, vive enamorado de su trabajo, apoya a todo el mundo tanto así que hubo una época en que la academia se estaba convirtiendo en casa de beneficencia hasta que su hija le dijo ¡no más! Recuerdo que había más becados que matriculados”, relata Darwin Fuertes, amigo y cómplice artístico del maestro Román. Fue Alfonso Graiño, un español que llegó a Colombia huyendo del franquismo, director de la Escuela de Teatro del Distrito Luis Enrique Osorio, quien le ofreció hacer un reemplazo dictando clases de actuación, a lo cual trató de negarse argumentando que no tenía idea de cómo. “Me metí más que para enseñar para aprender”, dice. Estuvo 17 años enseñando en la Escuela del Distrito. El Teatro Popular de Bogotá, TPB, fue un ícono en los años setenta. Allí estaban los mejores actores. El maestro Román iba a ver las presentaciones pero un día lo llamaron para que hiciera un reemplazo. Gustó tanto su representación que llegó para quedarse. Después el TPB desapareció, lo que inspiró a este hombre para crear su propia escuela de actuación. Así, en 1993 nació la Fundación Actuemos. “Él está más metido en hacer actores de verdad, no tanto televisivos sino más teatrales; formar pioneros del arte actoral”, afirma Jagdy López, una de sus estudiantes. La escuela está en una gran casa ubicada en el Park Way, en Bogotá. Los alumnos guardan un gran respeto por ‘el maestro’, como lo llaman. Parece una persona seria. Intimida, y más cuando asegura que no le cae bien la prensa porque siempre le preguntan bobadas. Su voz potente retumba cada vez que habla y su rostro refleja un carácter firme. “Tiene un genio fuerte pero es sencillo a la vez. Es una persona muy humana y muy artística”, comenta López.
Fotografías: Cortesía
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Fuertes afirma que lo que más pone de mal genio al maestro Román es que la gente llegue tarde. “Es muy puntual. Si dice a las 2, es a esa hora, no a las 2:05 o a las 2:15: eso lo descompone”. Eso fue evidente en un ensayo de la obra La Rebelión de las ratas, cuando varios de sus actores llegaron minutos después de la hora acordada para tomar las fotografías para la publicidad de este trabajo. Los regañó duramente, estaba decidido a irse y a no continuar con el plan de esa tarde. Esa disciplina y puntualidad se evidencian en las placas que hay en toda la casa con mensajes firmados por el maestro que lo confirman “Disciplina, el baluarte de ganadores. E, R”. “Sin disciplina el arte duerme. E, R”, o “yo no puedo, no existe en el diccionario del actor. E, R”.
¿Jorge Eliécer Gaitán? “En la noche del domingo 10 de junio de 1984 se transmitió la primera reconstrucción fílmica del crimen que desató el dramático ‘Bogotazo’”, narraba un artículo de Semana, escrito entonces sobre aquel producto televisivo llamado El Bogotazo y protagonizado por Edgardo Román, quien encarnó a Jorge Eliécer Gaitán. Sorprende el parecido físico entre los dos. El actor reconoce que ese papel fue el que le dio mayor reconocimiento y le alegra. “¡Ay, pero cómo me costó!, la gente no sabe qué pasó para poder hacerlo y más en la televisión de esa época”, dice mientras sonríe, abre sus ojos negros y sube el tono de su voz ronca. El reflejo del entusiasmo con el
que cuenta esa historia, podría asemejarse al sentimiento que tiene cada vez que sale a escena, “esa emoción de saber qué pasará hoy en la función”. Ganar un premio es un reconocimiento al esfuerzo y a la dedicación cuando se lleva a cabo alguna acción. El maestro Edgardo Román ha sido vencedor en varias ocasiones y por ello se creería que fue motivo de alegría, pero no siempre la suerte lo ha acompañado: después de los premios, vivió una época difícil pues nadie lo llamaba para hacer algún papel. Se comunicó con varios directores preguntando por algún proyecto y uno de ellos le dijo: “es que usted después del premio debe estar muy caro”, a lo cual el maestro agrega: “y qué va, si en esa época había unas tarifas fijas, uno no podía ser caro; eso sucede ahora que cada quién pide lo quiere. Me sentí rechazado, por eso en ese momento los premios fueron dolorosos”. El maestro siente una gran responsabilidad por ser considerado como unos de los mejores actores del país y aún más por tener una academia en la que prepara futuros talentos. Cree que se ha degenerado la actuación, porque priman las figuras bellas, el oficio ligero: “un actor no se forma tan fácil, uno de verdad tiene 20 años de formación y ahora los hacen en realities, promueven que cualquiera puede ser actor”. En su opinión, en Colombia priman el prestigio y la inseguridad económica. “No existe una sola universidad que gradúe actores puros; incluso el gobierno no le brinda garantías a este oficio, no hay leyes para eso”, concluye.
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Los integrantes de Pendragón permiten que digan que vienen de la Biblia o que los sacaron de Narnia, de alguna forma están tratando de cambiar la mentalidad de la gente.
Fotografías: www.facebook.com/PendragonMedieval
Juliana Blanco Prensa escrita / Octavo semestre
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iempre soy yo y mi otro yo, no es un juego de roles “Nosotros no buscamos sentirnos europeos, no es nuestro ideal; si pudiera recurrir al término caballero sudaca, que sería más representativo, no es a lo que me refiero”, asegura Francisco Mejía, integrante del grupo Pendragón. Este equipo consta de 25 integrantes que buscan hacer una reconstrucción histórica de la Edad Media. Tienen entre 17 y 30 años, y comparten el amor por la historia y la curiosidad por diferentes culturas; eso es los que los une cada semana en el barrio Álamos, al norte de Bogotá, en el Taller Medieval. Las actividades van desde la talabartería y carpintería hasta tejer cotas de malla y martillar acero. “La idea es hacer todo lo más medieval posible, queremos llegar a hacer todo nosotros mismos”. El grupo está dividido en cuatro casas: la Casa del Dragón, que planea los combates, las técnicas y el entrenamiento físico; la Casa del Cuervo maneja los temas de manufactura y arte; la Casa del Siervo se encarga de la música, los shows, malabares
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y las actividades circenses; por último, la Casa de Historia, que reúne a las demás, consiste en investigar todas las actividades que se realizan, desde los objetos que fabrican hasta la manera como se visten. “Sin la Casa de la Historia seríamos solamente un grupo medieval, no de reconstrucción histórica”, comenta Mejía, director de la Casa de Historia. Hasta el momento, Pendragón es el único grupo que hace reconstrucción histórica medieval en Bogotá. Sus integrantes son historiadores, arquitectos, artistas plásticos y antropólogos. Cada uno de ellos asume unas características específicas dependiendo de la cultura que desean representar y actualmente reconstruyen perfiles de las culturas celta, judía, sarracena e hindú. Para el equipo, todas las culturas del 500 a.C, hasta 1500 d.C hacen parte del interés grupal. “Nosotros no creamos un personaje como en el teatro, sino que creamos una persona; pudimos haber sido un sujeto en esa época”, asegura Andrea Pobacia o Hüsfreyja Ingun Sigurdöttir, quien hace reconstrucción vikinga. Cada integrante debe escoger un nombre de reconstrucción histórica, ya que funciona como una credencial dentro de la organización. Para Gustavo González, quien hace reconstrucción escandinava, la elección del personaje se hace para delimitar un campo de investigación más que para cumplir un rol. “Lo importante a la hora de representar
un personaje específico es la investigación que requiere”. Para los integrantes del grupo, es importante hacer una distinción entre lo que ellos llaman reconstrucción histórica y lo que comúnmente se conoce como juegos de rol. “Todo el tiempo soy yo y mi otro yo. No se trata de un juego de roles: es la manifestación de otra parte de mí”, explica Mejía. Para el licenciado en Humanidades Ricardo del Molino, “la forma de elegir que quieren vivir como en la Edad Media es renacentista; esa decisión de hacer lo que yo deseo con mi vida en la edad media no existía. Luego, decidir ser medievales los hace hombres renacentistas”. La búsqueda de identidad para Manuel Rodríguez, quien hace reconstrucción de un sarraceno del siglo XII, se centra en reforzar la identidad que tienen antes de entrar al grupo. “Cuando viene alguien que quiere ser un vikingo, por ejemplo, ya tiene unas bases que le permiten imaginárselo y a partir de Pendragón se sientan las raíces en ese tema específico”. Los integrantes del grupo promueven cuatro valores que consideran que los define colectiva e individualmente: honor, lealtad, valor y justicia. “Es una cuestión de autocrítica y autodisciplina donde busco siempre automejorarme para que la ética me acompañe y me haga tomar las mejores decisiones para todos, no solo para mí”, asegura Mejía, quien representa un caballero inglés del siglo XIII.
Hacer reconstrucción histórica es la manera como se enfrentan al mundo. Ellos no esconden lo que son ni se intimidan por lo que pueda decir la gente al verlos caminar “disfrazados” porque, como dicen, “nos aguantamos que nos digan que venimos de la Biblia o que nos sacaron de Narnia, estamos tratando de cambiar la mentalidad de la gente”, comenta Hüsfreyja Ingun Sigurdöttir. Existe otro tipo de críticas que se refieren específicamente a temas de fondo sobre la concepción de la reconstrucción histórica. Para el profesor Del Molino, una cosa es la memoria y otra es la historia. “La historia es un proceso cognitivo empírico científico y es la reconstrucción del pasado a partir de cosas objetivas a las que se hace inferencia y la memoria es simplemente recordar cómo fue algo”. Para algunos, como dice el profesor, este tipo de prácticas puede ser “esnobismo urbanista”, pero para los integrantes de Pendragón es una manera de hacerse visibles en la sociedad moderna en la que viven. El ideal de Pendragón es llegar a construir una aldea medieval en Colombia para mostrarle a la gente que la historia es de todos.
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Daliana Garzón Taller de reportería avanzada / Séptimo semestre
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atalogado como uno de los mejores periodistas narrativos latinoamericanos, catedrático dentro y fuera de Colombia, apasionado por escribir crónicas, y ganador cuatro veces del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, son algunas de las características y rótulos de Alberto Salcedo Ramos, un barranquillero de 50 años, comunicador social y periodista de
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la Universidad Autónoma del Caribe, que en sus últimas dos décadas se ha puesto en la tarea de buscar historias para contarlas, ¡y contarlas bien! Fue hace dos años cuando en el lanzamiento de La eterna parranda, en Corferias, tuve la oportunidad de conocer a Salcedo, un hombre que no es necesario escuchar mucho para inferir que es alguien con mucho carisma y sencillez, además con una capacidad inmensa de transmitir exitosamente lo que se propone, tanto en sus libros como verbalmente. Es el género de no ficción por el que optó. Como pocos cronistas, logra plasmar la emoción de lo que vivencia y presencia: es inevitable no crear imágenes mentales mientras se lee un texto de él.
En su trasegar periodístico ha entrevistado políticos, paramilitares, guerrilleros, glorias del deporte, personas que viven por debajo de la línea de la pobreza, entre otros, y confiesa que todas las entrevistas que realiza le parecen complejas, pues no siempre los entrevistados están dispuestos a contestarle el recital de preguntas. Es muy cuidadoso con cada interrogante que formula. Habla del requisito que es necesario cumplir para lograr ser un gran cronista: “tener pasión por contar el cuento bien contado”. Es enfático al asegurar en que si se está dispuesto a aprender más y más, hay que leer, y con regularidad. Añade que “quien lee constantemente puede llegar a ser un gran escritor”.
Fotografía: Universidad Externado de Colombia
Ganador de nueve premios por sus diferentes obras, el barranquillero Alberto Salcedo Ramos es considerado un maestro contando historias; padre de dos hijos, se le reconoce como un gran ser humano.
Hace algunos años Gabriel García Márquez, el Nobel colombiano, el creador del Macondo, dijo que en el país se estaban acabando los periodistas y que los que había no eran muy buenos. Para Salcedo la culpa no es de la academia ni de los mismos profesionales del oficio, sino de los medios para los que trabajan, porque “lamentablemente tienen fines políticos y económicos”. Aunque Salcedo siempre las está preguntando a sus entrevistados acerca de su vida y sus familias, a él no le gusta mucho que le pregunten por la suya. Tiene dos hijos, Oriana y Mario Salcedo Castillo, también costeños, aunque radicados en Bogotá como su padre; ambos sienten una profunda admiración por él y dicen que más que ser una figura paterna para ellos, lo ven como un amigo. Para muchos es un maestro de la escritura, que ha puesto en alto el nombre de Colombia. Aparte de los premios que obtuvo en el país, también ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Ortega y Gasset, también de ese país europeo, entre otros. Es descomplicado: sus condecoraciones no le han subido el ego, un argumento que le merece admiración y respeto de propios y extraños. Manifiesta su profunda admiración por Gabo y Ernesto McCausland; este último falleció no hace mucho, víctima de un cáncer. Dice que ambos han dejado un gran legado de lo que es hacer periodismo de verdad y que “contamos con la fortuna de que ambos son colombianos”. Actualmente Salcedo Ramos continúa escribiendo crónicas. En el libro La eterna parranda reúne de las mejores escritas por él entre 1997 y 2011; en total son 27. Allí están las historias de vida del cantautor vallenato Diomedes Díaz, del ex boxeador costeño Rocky Valdez, del árbitro colombiano que expulsó a Pelé, por mencionar algunas. Escribe, por encargo, para el diario El Colombiano, las revistas Soho, Semana, El mal pensante, Gato Pardo y otras publicaciones. Indiscutiblemente, más que una profesión, esta es una gran pasión que Alberto Salcedo ha aprovechado: sus esfuerzos se han visto reflejados en cada uno de sus logros alcanzados. La crónica, para él, es la libertad expositiva, el permiso para ser subjetivo sin salirse de la imparcialidad. Incluyéndose o no en sus textos, siempre cuenta todo con honestidad y con humildad, pues dice verse en cada uno de sus textos “como un representante de los lectores”. Quienes lo siguen, esperan que haya crónicas de Salcedo Ramos para rato.
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Jorge Andrés Yáñez Expresión escrita III / Cuarto semestre
Y Debajo de la ruana, un carranguero de Ráquira que con tiple, requinto y guitarrra no solo ha conquistado escenarios de su país: el Madison Square Garden lo acogió con su ritmo y alegría.
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a varias veces había tenido la experiencia de verlo de lejos, muy lejos, a decir verdad. Ahora, ya por fin podré discutir con él, o al menos preguntarle “quién es” sin tener que repasar todas y cada una de las miles de entrevistas que en 30 años y un poquito más le han hecho y repetido hasta el cansancio. Nuestra primera cita era a las 3 de la tarde; sin embargo y por cuestiones en su apretada agenda, una inesperada llamada del maestro hace vibrar mi celular y me pone a temblar de los nervios… “Hola, Jorge, llamaba para decirle que tengo una cita con los de la sinfónica… ¿Le parece si nos vemos a las 6? ¿lo toma o lo deja?”. Sin dudarlo le dije que lo tomaba, colgamos y con un fuerte suspiro pensé que así tendría más tiempo para ensayar qué decirle y qué preguntarle a aquel hombre que casi todo lo ha dicho y a quien casi todo se lo han preguntado.
¿QUÉ HAY DEBAJO DE ESA RUANA? Decidí llegar con tiempo a su apartamento en Teusaquillo, un barrio tradicional de Bogotá. Por mi afán me di cuenta de que llevaba media hora de ventaja, así que decidí tomarme un tinto en la cafetería de la esquina y así ensayar una y otra vez, meticulosamente, desde mi saludo hasta mi despedida. Hace 32 años, el Madison Square Garden vibró con los acordes más extraños que hayan pisado su escenario. Una gente extraña con una cobija de lana con un hueco en la mitad y un sombrero maltrecho hacían alarde del vibrar de un tiple, un requinto y una guitarra, que acompasados con el zumbido de la guacharaca atropellaban el silencio y llenaban el espacio entero de tonadas campesinas y aire boyacense en pleno centro de Nueva York. Fueron los primeros colombianos en rasguear acordes en ese majestuoso escenario.
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Mi espera eterna –tan solo 5 minutos que parecieron 5 horas– se alargó un poco más cuando recibí otra llamada del maestro diciéndome con voz impasiva y apenada, que llegaría un poquito más tarde pues estaba atascado en uno de esos perpetuos trancones propios de la capital de la República. Así que volví a sumergirme en los recuerdos de su obra musical. Cuando por fin llegó la hora, vi a un hombre de estatura promedio, de contextura media y que con paso acelerado se acercaba a la recepción del edificio donde se encontraba su apartamento-oficina. Su barba blanquecina resaltaba a la vista pues entre su chaleco, camisa y pantalón se hacía una paleta de colores ocres en tonalidades no muy alejadas. Y allí estaba él, Jorge Luis Velosa Ruiz, el maestro… el Carranguero Mayor. Con rapidez se acercó a saludarme y sin palabra alguna de mi parte se disculpó por su atraso. Me invitó a seguir a su oficina, donde minutos más tarde me perdería, con el sonido adictivo de su apacible voz, en un
mundo lleno de literatura, coplas, sociología, música y filosofía, todo con el aroma y esencia de la carranga. Aquella vez, cuando lo vi y le apreté la mano con admiración en Pamplona, Norte de Santander, a donde el maestro Velosa fue a parar por la fiestas de ese municipio, sentí como si tuviera un tipo incansable de afán, de esos afanes casi impregnados de ansiedad y sentimientos de inseguridad; todo fue muy rápido, la entrada de él y su comitiva al Hotel Urzúa, en pleno parque principal, el saludo raudo y veloz, y su desaparición momentánea en una de las habitaciones del hotel donde descansaría para luego hacer su show carranguero en la tarima frente al hotel. Ahora el panorama era un tanto diferente: con su acostumbrado ‘acelere’, del que más de una vez se ha rumorado, Jorge Velosa se quita los atavíos innecesarios que tiene encima, me ofrece un pequeño sofá como asiento mientras refunfuña una y otra vez por haber llegado tarde. Entretanto y mientras el maestro se alista para iniciar nuestra charla, no se me pasa por alto revisar las paredes de la sala repletas de recortes de periódico sobre su obra y éxitos, afiches de su grupo, medallas y menciones recibidas acompañadas por el alma raquireña traducida en artesanías de barro hechas a mano por los coterráneos del maestro Velosa.
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Al contrario del prejuicio circundante al maestro de ser un poco osco, malgeniado, acelerado y cascarrabias, descubro poco a poco otro rasgo de su personalidad: alejado de los medios, en actitud gentil, reflexiva y calmada conversa conmigo como cualquier otra persona. Me habla de pasajes de su vida, a veces de cosas que no me explico, pero su voz es potente y cautivadora, cada palabra que pronuncia es simplemente abono para la imaginación y para esa imagen mental que aparece con cada una de sus precisas descripciones.
VIGÍA
El maestro Velosa se graduó de veterinaria en la Universidad Nacional, de Bogotá. Sin embargo, nunca la ejerció aunque en sus propias palabras “ejerzo cuando me topo con uno que otro paisano-paciente que necesita una consulta y soy muy acertado en eso”. La música fue y ha sido su vida, no la cambia por nada pues con ella ha sabido disfrutar cada momento que vive creando la filosofía carranguera. Entrados en calor, la conversación se vuelve bastante ligera, yo me convierto en el alumno de maestro Jorge Velosa, quien imparte su visión, su perspectiva de vida cada vez que puede, definiendo todo como carranga… “es vida… vida en sus distintísimas manifestaciones, incluida la muerte como parte de la vida, muerte cantada en La Pirinola, Planeta Tierra, Ni luto ni lagrimones, La pobre viuda y otras. La carranga es una forma de ver, interpretar y, ojalá, transformar la vida a través de la palabra, a través de la música y a través de otras cosas. Acá estamos haciendo carranga, usted me suelta unas preguntas, y yo estoy tratando de contestarle de la manera más sincera posible, y lo que usted saca de acá lo comparte con otros, y esos otros tal vez lo puedan compartir con otros, y todo eso también es hacer carranga”. Pensamientos atrevidos y progresistas lo han acompañado a lo largo de su historia, desde aquel día en que el León de Greiff, aún en obra negra y a modo de preinauguración, tuvo su primer visitante invitado al escenario, Jorge Velosa con música protesta divagando acerca de la vida y el universo mientras sus estudios de veterinaria eran empapados de aquella música vieja, compañera de los tiempos que abrió paso para dar lo mejor de sí. En cualquier vacante a nivel mundial se podrá escuchar un concierto carranguero, de esos que llenan las plazas enteras con sombreros y ruanas, bailando airosamente con los codos levantados e imitando el vuelo de las aves, pidiendo libertad física y mental para el cuerpo oprimido por la sociedad, un concierto carranguero de esos que le cantan al amor, a la paz, a la vida, a la naturaleza, al sol, a la lluvia y a todo lo que embellezca la vida. A pesar de haber vivido en carne propia las desgracias del secuestro, el maestro Jorge Velosa ha sabido pasar la hoja y dejar ese capítulo atrás. Sin darle tiempo al tiempo, este raquireño ha cambiado las tristezas por alegría. Sus ojos aún reflejan las penas que ha tenido que vivir y que lo han endurecido en su forma de ser y de cuidarse en la mitad de una calle. No obstante, esos mismos ojos guardan un brillo propio de los enamorados de Ráquira, de la Carranga como Velosa; y aún más vívido, en la parte más profunda de sus pupilas se escapan rasgos de quién es aquel hombre bajo la ruana. OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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FLORILEGIO
AMOR Y LITERATURA, LOS PILARES DE SOTO APARICIO
En un espacio de conversación con el escritor y poeta, la lectura, la escritura y la pasión encierran un concepto: vida Fernando Soto Aparicio,
“El gatico” La rebelión de las ratas, respondí sin dudarlo. En los colegios es material en las áreas de ciencias sociales, me llamó bastante la atención. Ahhh, ese es el más conocido, te recomiendo el que te digo.
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Lucy Sánchez Expresión escrita III / Cuarto semestre
V
iejo y olvidado, en medio de otras construcciones de la zona, estaba el edificio aquel, un edificio simple y muy normal. Me dirigía al quinto piso, así que usé el ascensor antiguo: puerta manual y brinco al terminar el recorrido. Busqué al final del pasillo y ahí estaba él, Fernando Soto Aparicio, un hombre alto, de cabello y bigote blancos, piel clara y ya arrugada. - ¡Perdón el desorden, por favor! De esta manera vivo acá y más en la época próxima a la Feria del Libro. El apartamento era reducido y se reducía más a la vista con la cantidad de cosas que se encontraban ahí. Las cuatro paredes del espacio estaban llenas de cuadros, cada una con diferente temática: la occidental, exhibición de las caricaturas del dueño de casa acompañadas por un fotomontaje de cada uno de los países visitados; la pared del norte, la exposición de cuadros con el rojo como denominador común; otra aplicaba tal regla con el color verde, y la última pared correspondía a la fotografía. Estantes y muebles, todos con la función de servir al orden de la inmensa biblioteca casera en que se había convertido aquel lugar, pues hasta 14
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encima del comedor se hallaban las cajas de libros nuevos, próximos a la venta. Lo acompañaba Libia Chacón, “una gran amiga de toda la vida”, como dice Soto. No muy alta, cabello corto y rojo, lentes y sonrisa constante, quien lo llamó en más de dos ocasiones “gatico”. Le organizaba la agenda, le sugería reuniones y le seguía a cualquier lugar. Ella trabajaba en un computador mientras nosotros hablábamos. Visiones: Son 56 libros los que ha escrito usted, maestro, ¿existe fuente de inspiración o razones que lo impulsan a la construcción de tantas historias? Fernando Soto Aparicio: En la literatura no hay inspiración, sino disciplina. Todo libro requiere de un proceso de investigación, bien sea de escritorio o sobre el terreno. Y la razón de escribir, es una: el escritor es el vocero de una sociedad muda, el que grita por los que se callan, el que se expone por los que se esconden. Hay que decir la verdad, cueste lo que cueste. V: ¿Cuál de tantos es su favorito? FSA: Jamás me he sentido tan satisfecho como con Y el hombre creó a Dios, ese libro es el que me gusta más. ¿Cuál libro te ha gustado a ti? ¿Has leído mis libros? Su compañera interrumpió con exclamación: ¡tú cada año cambias de gusto! Hace un tiempo tu favorito era Hermano hombre.
A sus 80 años, Soto ha escrito más de cincuenta libros de novelas, cuentos y poemas; trabajó en televisión como libretista y también realizó adaptaciones para producciones nacionales. Nació en Socha, Departamento de Boyacá, pero vivió toda su niñez en Santa Rosa de Viterbo, otro municipio del departamento. Su libro Los bienaventurados fue premiado con el Nova Navis de Aguilar, en Madrid; distinciones y menciones como la de Casa de las Américas en la Habana gracias al escrito titulado Viva el ejército, entre otras, son el resultado de casi medio siglo de trabajo. V: ¿Que amigo de la infancia recuerda bastante? FSA: Siempre he sido muy solitario, de niño, de mayor, de viejo. V: ¿Cree en la posibilidad de que los problemas de violencia, pobreza e ignorancia en Colombia pueden acabarse o mitigarse por medio de la educación, específicamente de la literatura? FSA: Solo pueden mitigarse con la educación. Un pueblo educado está abierto a la comprensión y a la tolerancia, y está dispuesto al diálogo y a la paz. Claro que educación y literatura son dos conceptos diferentes. La literatura es parte de la educación. Mientras su amiga preparaba un chocolate, charlamos entre otras cosas sobre las series de televisión enfocadas en el paramilitarismo y el narcotráfico. “La televisión es maravillosa, lástima que hoy se esté degradando y ayude a que la sociedad también lo haga”, dijo con pesar. Le mencioné la historia de una película animada llamada
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Ratatouille en la cual el lema era “cualquiera puede cocinar”. Lo hice porque recordé que ese hombre que esperaba un tema más de conversación mientras palpaba un anillo enorme en una de sus manos, no había estudiado, a diferencia de otros escritores, alguna carrera afín a la literatura, más bien cursó una carrera práctica de escritura. V: ¿Cualquiera puede escribir? FSA: No, cualquiera no escribe. El escritor es uno en veinte o más millones de personas. Se necesita nacer para ser escritor, y se requieren constancia, trabajo, insistencia. Escribir no es solo una enorme responsabilidad social y personal, sino un trabajo muy exigente. V: ¿Se proyectó desde pequeño como escritor? FSA: Puedo decirte que desde pequeño, muy pequeño, vale decir desde que aprendí a leer y a escribir, tomé la opción de ser escritor, y ese ha sido el propósito de mi vida.
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Aquella mañana, Fernando Soto me invitó a la universidad en la cual trabaja, junto a los profesores de lengua española de la facultad de educación y humanidades. Organizaba desde hacía dos años el evento de lectura donde los estudiantes podían escoger un libro y dedicarse todo el día a leerlo. Decidí acompañarlo, así que abordamos el taxi que él siempre solicita por cuestión de seguridad. Cuando llegamos, vigilantes, docentes, militares y estudiantes de la Universidad Militar lo saludaron, más que con efusividad, con mucho respeto. La oficina no muy amplia también era una biblioteca y sobre su escritorio estaban tres libros leídos hasta la mitad –lo indicaba un separador en cada uno–; su secretaria lo atendió de inmediato con una aromática y le empezó a recitar cronológicamente cada punto del evento. Afuera, sobre unas mesas grandes pusieron un arsenal completo de novelas colombianas e internacionales, pero muy pocos estudiantes se acercaron por alguna. Con una expresión de preocupación y un acento boyacense, no perdido con los años, dijo: “cada año menos estudiantes quieren leer, lo más problemático es que sus profesores de literatura y expresión, tampoco”. V: ¿Por qué cree que sucede eso? FSA: La lectura se ha vuelto tediosa para los jóvenes porque en las instituciones educativas los textos son impuestos, además dan prioridad a lo académico. Primero se debería amar hacer algo, sin obligación para que ese algo sea productivo. La lectura para mí es lo más placentero. Fuimos por un café, sin azúcar para él. Tocamos el tema de la muerte, le hice ver el miedo que tan solo esa palabra causa en mí, pero de todos modos continuamos la conversación hasta llegar al supuesto hecho del fin del mundo. Le pregunté qué sería lo
último que haría si tuviera la oportunidad de saber que ese día era el fin del mundo o de la existencia humana. Más de un minuto pensativo, me miró a los ojos y respondió: “No lo sé. Tal vez me sentaría a mirar el espectáculo, o cerraría los ojos para no verlo. No he pensado en eso. La vida viene y se va. El mundo está llamado a permanecer aun después de la muerte del último hombre”. V: ¿Siente que aún le hace falta hacer algo en la vida? FSA: Siento que me faltan muchas cosas por escribir; y por eso, continúo escribiendo. Es mi manera de sentirme vivo. El ambiente un tanto incómodo por el silencio obligó a que cambiáramos de tema, así que incluimos la música en el diálogo. De partida él desechó la música moderna como el reggaetón de su lista, conservó en cambio ritmos como bambucos, pasillos, carranga –propia de su región natal– resaltó la música clásica, ya que esta sí tal vez despertaba emociones en cuanto a lo sentimental y motivaba el escribir poemas de amor. “Tal vez la única excepción es la ópera, me distrae demasiado, me parece muy dramática”. V: ¿Además de la música qué lo motiva a escribir poemas? FSA: Desde que estaba en el colegio, observaba mucho a mis compañeras, no de la manera grosera o vulgar como muchos lo hacen; más bien detallaba esa belleza, me imaginaba comparaciones y llegaba a mi casa a escribirlas. Siempre he estado enamorado de la belleza de las mujeres, todas tienen algo hermoso y maravilloso. Al finalizar la tarde y el evento, volvió a su apartamento en el mismo taxi. Tenía que finiquitar algunos aspectos pendientes como de la Feria del Libro. Se despidió con un abrazo y “ bendiciones universales”. El 20 de abril, apenas inaugurada la Feria del Libro, Soto Aparicio se dedicó a firmar autógrafos. Toda la mañana de ese sábado estuvo rodeado de niños, de adultos y ancianos que anhelaban una foto o su firma en los libros. Atendió con prioridad a los niños y siempre estuvo sonriente. Detrás de él estaba nuevamente Libia, me acerqué y le pregunté cuál era su opinión
sobre el escritor. “Es un ser humano excepcional, no sabe de envidias ni de rencores, no tiene malos pensamientos hacia nadie, ni habla mal de nadie. Es exigente en su trabajo, en la vida personal es un niño juguetón a quien le encanta leer y le apasionan los temas que comienza a investigar para escribir alguna novela. Cuando escribe, no para hasta terminar el libro. Es un ser muy bello, lleno de ternura, de dulzura, es un amigo incondicional”. Le pregunto entonces a Libia ¿por qué le dice ‘gatico’? y si alguien más lo llama así. Ella responde que cuando una de sus sobrinas tenía tres años, un día le tomó la cara entre sus manos, le tiró la barba y le dijo: eres tío gato: desde ese día se quedó así. “Pero solo yo y algunas amigas muy cercanas le decimos ‘gatico’, de vez en cuando también algún amigo. En alguno que otro libro aparece el ‘señor don Gatoʼ se refiere a mí: él me dice así”. Esperamos a que terminara el compromiso y luego fuimos a comer algo. Ambos prefirieron ensalada. Mientras almorzábamos, Soto Aparicio recibió una llamada y finalmente acordó viajar a Boyacá terminada la Feria. Supuse que viajaba seguido, pero lo hace poco desde que trabaja en la universidad. Quisiera hacerlo más seguido pero no puede dejar de trabajar, “para mí el trabajo es vida, además no estoy recibiendo pensión de ningún tipo, consigo mi dinero en el día a día”. Un instante de silencio estuvo perfecto para hablar de sus amores. Libia se reía mientras el escritor decía dejar preferiblemente en incógnita esa pregunta: “hay un listado de mujeres que me aman, tan gordo como el libro de las páginas amarillas, pero yo solo quisiera ser el ángel de la guarda de Sofía Vergara”.
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El hombre de 80 años, con voz firme, delicada y suave, quien se autodefine un ser humano que busca para sí mismo y para los demás un poco de claridad y de esperanza; quien solo ha tenido problemas con personas en España por algunas novelas y la censura en tiempos del general Franco, agradeció a los asistentes y terminó con “abrazos universales para todos”. V: De 1 a 10, ¿qué cosas son más importantes para usted? FSA: 1, el amor; 2, el amor; 3, el amor; y así hasta 9: el amor. Tal vez el décimo sería la búsqueda de la felicidad que, de todas maneras, está en el amor. El amor, es todo: lo que puede salvarnos, lo que nos mejora como personas, nos abre horizontes y nos construye caminos, y nos permite ser para el otro. Es decir, ser generosos en nuestra entrega, para que haya un futuro. OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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FLORILEGIO
El estigma de los payasos desaparece. Camila Mariño nos presentó a su clown, así como la labor de generar sonrisas y felicidad con la terapia de las risas.
LOS DOS LADOS DE LA
María Elvira Gutt Expresión escrita III / Cuarto semestre
E
xisten episodios que nos dejan sinsabores y cicatrices imborrables; aquellos con los que uno carga toda la vida. Los carga en una maleta de recuerdos como lamentos o bien como moralejas. Todo depende de qué se haga con ellos. Es el caso de ver a un niño radiante, lleno de vida, dispuesto a jugar, bailar y sonreír porque está vivo. Pero al otro día, el panorama es diferente. No tiene fuerzas ni ánimos para moverse. Le duele el cuerpo, le duele el alma. Son momentos en los que hay que tragarse las lágrimas y regalarle un poco de vida y vivacidad, de esas que nos sobran a veces. Así es la labor del clown, un personaje extraño, pintoresco, pomposo y chistoso que se dedica a alegrarles la vida a otros. No es un simple disfraz, un simple nombre, una personalidad, una historia, o una nariz: es todo un niño colmado de vida que a través de la risa busca sanar vidas por más difíciles que sean. Esta es la historia de una clown que, a pesar de su temprana edad, está a punto de exponer su labor como una forma para 16
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sobrepasar obstáculos y darle algún sentido a esos dramáticos episodios. Ella, en vez de hundirse en el lamento, se impulsa a transformarse. Es ver la preparación dual en la que se mezclan solemnidad y comedia. Mientras hace el oso disfrazándose, se va viendo la figura del personaje surgir poco a poco. Pero ella es Camila. No hay indicios de su clown. Cuenta que hay un momento extraño en el que ella y su personaje están interconectados –imagínense a Jake Sully (el protagonista de Avatar) interconectado con su Avatar– en el que se es totalmente consciente de que se está haciendo una labor social, una terapia para dar color a los blancos y fríos pasillos de un hospital. Luego de una oración en la que todos los participantes damos gracias por hacer esta terapia, Camila se pone su nariz morada; esa que le da el giro completo para que Tina-Tarán aparezca en escena. Camila ha quedado atrás. Al mismo tiempo, los participantes se mueven a toda velocidad para disfrazarse, maquillarse y ponerse sus narices. Y para aquellos incrédulos y psicorrígidos, los dos hombres que nos apadrinan se disfrazan, se miran al espejo, se maquillan y ellos ahora son clowns también. Son Jamal, el poeta, y Chamán, el indígena.
La función está a punto de comenzar en la Fundación Santa Rita. ¡A prepararse! La función va a comenzar Todos tenemos esa absurda idea de que ser payaso es simplemente ponerse ropa chistosa y hacer cosas que no hacemos usualmente. Pero no es así. Todo tiene un proceso previo. Esa es a la que Camila se sometió antes de crear a Tina. Esta preparación es curiosa y divertida. Cada persona aprende a conocerse. La Fundación es un lugar agradable, a pesar del miedo por lo desconocido, en el que la alegría te recibe con brazos abiertos. Incómodo. Abruma. Pero saca sonrisas. Nos obligan a ir a un salón en el que se van a realizar unos talleres. Si no los hacemos, nuestro intento no servirá de nada para entrar al voluntariado. La Fundación dice que el proceso de iniciación pasa por muchas etapas. Algunas complicadas, otras divertidas y otras, meditativas. Ésta será muy complicada para algunos primerizos. Camila se ve muy emocionada y con las pilas puestas (lo está porque si no lo hace no se encontrará con Tina-Tarán). Nos reciben muchos personajes extraños: llevan narices de diferentes colores –pero no me asusto–, son coloridos, con diferentes aspectos, formas de hablar, personalidades y talentos. Nos reúnen en un salón espacioso, muy iluminado y su blancura hace que se vea como algo fuera de la realidad. Nos hacen sentar en un círculo –porque es la mejor forma para interactuar igualitariamente– y nos dicen que el primer ejercicio es de relajación. Cerrar los ojos, respirar profundamente, olvidar las tensiones y darle la bienvenida a las desinhibiciones. Ahora empieza ‘lo divertidoʼ: es hora de buscar tu niño interno. Ese niño interno, según dicen, se expresa con juegos y actividades en los que la razón deja de controlar nuestros cuerpos. Tenemos que hacer ejercicios de coordinación, de improvisación y, claro está, de integración. Aunque fue demasiado difícil para muchos de nosotros, la timidez empieza a
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desparecer en el tercer ejercicio y las risas, la camaradería y la niñez se adueñan de este espacio algo fantasioso. Se convierte en un viaje hacia el pasado, un viaje introspectivo. Después de dos horas –que parecieron un soplo en el tiempo– llegan a su final. Aplaudimos por el gran trabajo y se hace una especie de abrazo grupal. A la salida, la luz ha bajado y nuestro yo ‘conscienteʼ –como lo llama Freud– vuelve a nosotras. ¿Nuestro niño interno? Nos preguntamos. Es algo difícil de explicar. Para Camila, es una “forma de explotar mi lado artístico […] nunca lo he visto como mi niño interno”. Yo comparto su pensamiento. Dra. Clown no es más que la encarnación del arte y el gusto por la vida como una propuesta para ofrecer a los que no tienen luz en su salón.
La Camila que se convierte en clown Pero ser clown es una cara del dado que todos somos. Camila, más allá de ser payaso, es una persona común y corriente con muchos aspectos en su vida que la han ido motivando a convertirse en Tina para realizar su labor social. Cuando le pregunté qué la inspira para ser clown respondió: “Lo que más me inspira es la gratitud con la vida. No es vivir feliz y con salud sino saber tener la fuerza y bondad de hacer lo que uno hace. Más allá de sentirme bien conmigo misma, esas personas me hacen aprender. Es una escapatoria de ser artístico, pero aprender de las conductas sociales con clown”. A Camila le apasionan el cine, la lectura, el espectáculo, la compañía y ayuda hacia otros, sumado a experiencias anteriores como su trabajo en otras tres fundaciones. Sin embargo, asegura que es ésta la que más trabajo le ha exigido: por la construcción de su personaje, así como el aprendizaje de usar todas estas riquezas como medio para alegrarle el rato a los enfermos. Dice que “clown te enseña a apreciar la vida y lo que tú tienes”. Y así es. Sus aficiones y sus experiencias la llevaron a convertirse en un personaje basado en eso. Al buscar los puntos de su inspiración que se reflejan en su personaje no tuve que
ir tan lejos. Su acento uruguayo, su repertorio de música francesa son esos detalles que muestran que sus raíces están presentes en su payaso. Su relación familiar con Uruguay, así como su educación francesa y sus acercamientos con ambas culturas la llevaron a crear una mezcla singular. Cuando me habló de escapatoria, generó curiosidad y entendí que por lo general las personas buscamos olvidar o evadir episodios dolorosos y difíciles de asimilar. Y asumo que este trabajo –porque es esto para ella- es un medio de catarsis en el que puede eliminar y transformar lo que uno llama malas energías en algo útil. Tal vez sí, tal vez no.
Tina y Camila, ¿vidas paralelas? Para Camila no existe el adjetivo “paralelo” en su vida. Por el contrario, hay una conexión y correlación extraña. “Tina está construida con base en todo lo que me gusta o habría querido ser de niña: actriz, directora de cine...”, explica. En el sentido estricto, Tina-Tarán es el reflejo de lo que fue y lo que quiso ser. Pero en ningún momento me encontraré con Tina en la calle o en espacios que no le corresponden. Ella solo estará presente si hay algún enfermo que necesite color y alegría en sus días de dolor. Hay diferencias claves entre ellas dos. La una es una niña que no tiene contemplado algún problema, mientras que la otra es un individuo que vive el día a día de un universitario. “Tina ve a los niños como protagonistas, Camila los ve como seres humanos”.
En vez de hablar de vidas paralelas, es mejor hablar de interconectadas. Cuando anduve con ambas, me di cuenta de que en ningún momento hubo relación directa entre ellas dos. Ellas se nutren mutuamente: Tina es inspirada en algunos aspectos de la vida de Camila y ella aprende de todo lo que Tina vive. Me dice que siempre tiene que haber límites entre ambos mundos. Y su ejemplo al explicármelo fue que Tina nunca irá de rumba o saldrá a la universidad. Así como ningún enfermo reconocerá a Camila. Aunque parezca extraño y confuso de entender, es perfecto. No solo es una combinación perfectamente profesional, sino que muestra cómo se llevan vidas aparentemente opuestas o divergentes que encarna un mismo individuo. Parece increíble pero aquí es Tina, una niña directora de cine, quien le enseña sobre la vida a Camila. Para la mujer universitaria, el hecho de ser clown es “hacer del arte un servicio”. Esta es la unión que hace de la interconexión un lazo irrompible, a veces invisible. Esa es la vivaz relación entre ambas personalidades que viven en el mismo cuerpo.
¡Acción! En Santa Rita –como me contó Jamal– se dedican a cuidar a niños con enfermedades huérfanas, como la hidrocefalia, síndrome de down, parálisis cerebrales. En el ambiente se mezclan tantas cosas que a duras penas la mente se puede concentrar en lo que estoy haciendo. Pero el OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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FLORILEGIO
Más allá de ser una estudiante es una mujer en búsqueda de paradas importantes en el camino. Y una de esas es Tina, una niña que le ha permitido entrar en nuevas realidades para aprender y aplicar en sus estudios de sociología. Esta niña de nariz morada la ha llevado a plantearse un futuro distinto del que había imaginado algún tiempo atrás y a ampliar su maleta de recuerdos en los que ahora carga más y más historias y moralejas para la vida.
La reflexión
esfuerzo vale la pena. Imperan la impresión, el choque, la ternura, la timidez e incluso a veces miedo al enfrentar a todos los niños que viven allí. Cuando entramos al primer pabellón, Chamán empezó a entonar melodías infantiles que alegraron el lugar. Cantaban canciones como La serpiente, Rebeca la vaca, La gata, entre muchas otras. Los coros y los aplausos invadieron la casa. De repente ya no era todo tan blanco y taciturno. Al mismo tiempo, algunos payasos decoraban con burbujas y las niñas acompañaban los cantos con coreografías. Fue todo un concierto el que presenciaron los niños, las enfermeras y los doctores del lugar. Después, una mesa atrajo mi atención cuando se llenó de clowns y niños que pintaban al son de la música. El chico vaquero, el peli-parado, el del sombrero y el de patas de oso lograron romper el hielo con los niños más tímidos y alejados. Fue una imagen inspiradora: la mesa vacía se llenó de color con la llegada de las narices de colores. En el pabellón sensorial todo fue más taciturno. Los niños que estaban allí son quienes no han desarrollado los sentidos ni los movimientos. La terapia fue en realidad para sus cuidadoras. Las melodías eran más suaves, al son de las flautas de un dúo de doctores payasos y el contacto con los niños fue mínimo. Tina se tomó el set y dirigió una pequeña obra con todos los payasos: los hizo bailar, actuar y cantar. Pero no pudo evitar acaparar la atención cuando cantó “Je l’aime à mourir” con una voz armoniosa y arrulladora. Fue como un susurro para finalizar aquella pieza y abrirle paso a Jamal. El poeta finalizó con un solemne poema sobre un gran pájaro. El silencio y el sueño casi nos contagia pero Chamán entonó una última canción para cerrar la obra y decir adiós a tan especial momento. De repente la realidad se vino sobre todos. Fue cuando nos dimos cuenta de que era momento de partir y que la sesión había terminado. Las narices desaparecieron. 18
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La Camila universitaria Antes de conocer a Tina conocí a Camila. Una estudiante de periodismo y sociología en la Universidad del Rosario dedicada a todas sus pasiones. Es de las mejores alumnas, de esas que muchos envidian pero que también admiran. Creo que es de esas personas que crean tantas sensaciones opuestas en los compañeros que les es difícil de definirla. Me cuentan que es una persona muy dedicada con sus estudios. Y que es por eso que se exige tanto y busca otras maneras de explotar sus capacidades y conocimientos como las monitorías que da a los alumnos necesitados. Esa exigencia la vi cuando me habló de sus planes –que calcula fríamente– para que salgan a la perfección. Planes como terminar las carreras en el exterior, mezclar ambos estudios. Pero me impresionó ver a una mujer decidida, contestataria, que se indigna con el más mínimo detalle de ignorancia o mediocridad. Parecieran ser los peores crímenes para ella.
Al salir de la terapia clown, a pesar del silencio extraño, llegó la conversación. Hablamos del choque físico y psicológico que acabábamos de vivenciar. Vimos niños que están estancados con una línea de tiempo que con el pasar de los años se va acortando. Y surgió la pregunta de ¿qué es vivir? Pero como me dijo, esto lleva al espíritu a valorar y se aprende de la vida. Hay que ver estas terapias de la risa como formas para impartir lo que nos sobra y que queremos compartir para recibir un poco más de visión, de conocimiento. Por eso hay que ver con un microscopio esas imágenes que se llevan los paisajes grises. Como aquella imagen que me conmovió: a pesar de la mínima interacción que los payasos pudieron tener con los niños, una niña que estaba jugando con uno de ellos, se lanzó a abrazarlo y éste le dio un beso colmado de sentimiento. Aunque fue apenas un minuto, pareció detenerse el tiempo para contemplar tan lindo detalle qué es lo que hace que Camila se inspire y quiera convertirse en Tina-Tarán para hacer reír a los niños enfermos. Eso es lo que inspira el futuro de Camila para inmortalizar esos recuerdos que son la base para un nuevo futuro. Por eso invita a aquellos que quieran unirse a la causa: https://www.facebook.com/payasossi ntrincheraslike?fref=ts
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LA POLÍTICA, RAZÓN DE SER DE LAS
FUERZAS DEL CONFLICTO
En el marco del actual proceso de paz, Rosemberg Pabón, ex comandante del M-19 (Movimiento 19 de abril), participa activamente en conferencias. Busca compartir las experiencias del proceso de paz vivido por él y los demás desmovilizados en 1990. Alejandra Romero Taller de prensa / Tercer semestre
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a economía solidaria es uno de los aspectos que resalta Rosemberg Pabón para poner en marcha un posconflicto exitoso, acompañado de la conciencia que deben tener los desmovilizados para dejar absolutamente las armas. Según Pabón, el Estado tiene que hacer un seguimiento estricto a los compromisos que se establezcan con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, para que se desmovilicen en su totalidad los guerrilleros y no queden remanentes que sigan delinquiendo. El Congreso consideró que es muy importante conocer dentro del proceso de paz actual la experiencia de los acuerdos positivos que hubo en los años noventa, de cientos de combatientes que vivieron ese proceso y pasaron a la vida civil, algunos de los cuales están desempeñándose en cargos públicos. Por esa razón, el Congreso decidió llamarlos para que den su testimonio sobre los acuerdos alcanzados y el posconflicto, ya que la experiencia más positiva en diálogos de paz ha sido la del M-19. Además de Pabón, también participan Héctor Pineda, quien estuvo en la Asamblea Nacional Constituyente; Gloria Quiceno (ex M-19), y Álvaro Villarraga, ex EPL (Ejército Popular de Liberación), entre otros; y están convocados para las próximas charlas Gus-
tavo Petro, Antonio Navarro, Vera Grave y Otty Patiño, ex integrantes del M-19. En esta entrevista, Pabón reflexiona sobre el proceso de paz del gobierno con las FARC, sus enemigos y la participación política de los guerrilleros, una vez se le ponga punto final a la guerra. Visiones: ¿Cree que el actual proceso de paz se está adelantando de manera adecuada? Rosemberg Pabón: Hay voluntad de ambas partes, se estableció una agenda, invitaron a varios países para que sirvieran de garantes en el proceso, países que dan confianza a los negociadores, como Cuba, Venezuela, Noruega y Chile. Ahora, ambas partes han estado de acuerdo en buscar un mecanismo para que, a través de un consenso, los colombianos ratifiquen las decisiones. La forma de desarrollar el consenso aún no se sabe, quizás pueda ser mediante una Asamblea Nacional Constituyente o un referendo. Yo pienso que el proceso ha empezado bien, ya van casi seis meses, tiempo más que suficiente para que las partes fijaran los temas a tratar. En lo que no estoy de acuerdo es en que empiecen a tirar piedras desde muchas partes. Las FARC deben tener más cuidado en lanzar propuestas que se salen del acuerdo, impulsadas por especulaciones de los medios. Por ejemplo, la propuesta de Andrés París, vocero de las FARC, de reducir el Ejército. ¿Para qué tocar ese tema si no se ha concretado nada con el primer tema, que tiene que ver con el agro? Es bueno
que se mantenga cierta confidencialidad en las conversaciones para que no se especule acerca de las decisiones que ni siquiera se han tomado. Por parte del gobierno, Humberto de la Calle dice que en el proceso tenemos que unirnos todos, pero ¿cómo va a ser posible esto si el gobierno no se ha encargado de educar a la población en cuanto a la historia de los procesos de paz? Necesitamos que el presidente sea líder, pero no solo del gobierno sino del Estado; que se reúna con la clase obrera, con las minorías y con los diferentes grupos sociales para que ponga en conocimiento de la gente de lo que se plantea en la mesa de negociación. Así la gente puede participar. V: ¿Cuál cree que sería el panorama si las FARC obtienen participación política tras este proceso? RP: La política es la razón de ser de las fuerzas que participan en el conflicto. Ellos se alzaron en armas por disenso frente a las políticas del momento, entonces es lógico que quieran obtener representación en el poder. En la mayoría de países donde se han hecho acuerdos de paz, los desmovilizados están en política. Por ejemplo, en América Latina, el movimiento sandinista se alzó en armas y llevó al poder a Daniel Ortega [en Nicaragua] y compañeros que perdieron la guerra, los tupamaros en Uruguay, tienen en la actualidad en el poder al presidente José Mujica. En Colombia ha habido conflictos que no solo involucran a grupos alzados en armas. Por ejemplo, en la época liberal conservadora, ocurrió la guerra entre partidos que desató la violencia en el país, donde el partido conservador resultó entre comillas vencedor, pero no se impuso. Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo se pusieron de acuerdo y se fueron para España a firmar un pacto (Pacto de Benidorm) en 1956, que generó una tregua entre estos partidos para acabar con la guerra civil. En la actualidad hay liberales y conservadores a quienes se les olvida que en la década de los años cincuenta murieron más de 300.000 personas, de ambas filiaciones políticas, y sin embargo, estos dos partidos siguen existiendo y participando activamente en política. En los años noventa no hubo vencedor, hicimos un acuerdo y pactamos una Constitución, participando en la Asamblea Nacional Constituyente. Nos unimos por la idea de cambiar la Constitución del 86, dejando las armas y pensando en la colectividad. V: Con la experiencia vivida por la Unión Patriótica, UP, ¿qué garantías debería dar el gobierno a los desmovilizados para que no se repita la misma historia? RP: Ahí hubo fallas. Una fue que se creó el partido, pero algunos siguieron armados, secuestrando y delinquiendo. Entonces los afectados decidieron atacar el lado más débil de los alzados en armas, su lado político. OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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V: ¿Cuáles son los enemigos de la paz? RP: Cuando Belisario Betancur estuvo en el gobierno se comprometió en serio con la paz. En 1982 creó una comisión de paz, y 40 personas de todas las tendencias políticas hacían parte de esta. En ese grupo estaban Noemí Sanín; Marcelo Torres, actual alcalde de Magangué; Socorro Ramírez, periodista y docente de la Universidad Nacional; Gerardo Molina, y Lleras, el ex presidente, entre otros. Los discursos del presidente eran humanistas, promulgaban que la lucha debía ser contra el subdesarrollo, el analfabetismo, la desnutrición y la pobreza. En esa época se empezó a hablar de que había enemigos ‘agazapadosʼ de la paz, militarismo, y eran empresarios, militares, partidos políticos y sectores de la banca. Su filosofía era que el statu quo permaneciera, ellos han sido desde siempre los enemigos y tienen influencia en muchos sectores. V: ¿Qué opina de que las FARC paguen cárcel? RP: Las FARC nacieron en 1964, llevan casi 50 años militando, pero ellos no han peleado solos. En el conflicto ha sufrido mucha gente también a manos del Ejército y del gobierno indirectamente. Ha habido torturas, desapariciones y ‘falsos positivos’ que no fueron responsabilidad de las FARC. Lo justo sería que ambas partes en el conflicto pagaran cárcel. No tiene sentido que las FARC decidan firmar la paz para ser encarcelados. Cuando firmamos la paz ya no somos enemigos. En nuestro caso la amnistía no fue total, hubo pruebas que incriminaron a compañeros en muertes de policías, narcotráfico y otros delitos, y ellos pagaron cárcel. V: ¿Cómo garantiza el Estado la no repetición? RP: En Colombia, desde 1810 ha habido
89 guerras y 88 procesos de paz. Entonces, ¿cómo garantizamos que no vuelvan a existir guerras? La paz no se ha podido lograr con 88 procesos. Pienso que la manera de llegar a garantizarla sería con la promulgación absoluta de lo que se hizo en anteriores procesos y de lo que se haga de ahora en adelante para que la población rural y urbana sepa la historia de su país y no esté dispuesta a repetir lo negativo. La participación ciudadana es muy importante, es necesario que se pronuncie, pero la garantía no la debe dar solo el Estado: la debemos dar todos. No elijamos clientelistas, no nos dejemos llevar por intereses particulares y participemos activamente para que no nos sigan manipulando. Recuerdo un caso reciente. La gente por las redes sociales empezó a mostrar su descontento frente a la reforma a la justicia, donde se empezaban a evidenciar trampas, y al gobierno le tocó echarse para atrás. Entonces, la garantía la debemos dar nosotros también, creando veedurías y dejando el silencio. Con lo anterior, quiero dar a entender que hay mecanismos pacíficos por los cuales nosotros podemos controlar lo que pasa en Colombia, sin necesidad de usar las armas. Hay una frase muy famosa de Proudhon, un filósofo francés, que dice: “no es que haya hombres más grandes que otros, lo que pasa es que unos están arrodillados. Si nos paramos, todos somos iguales”. V: ¿Qué se necesita para el desarme de las FARC? RP: En la paz se necesita no solo la firma; también tiene que haber convicción de parte y parte. Las FARC tienen que hacer un trabajo exhaustivo con sus 12.000 hombres, porque si no hacen un trabajo serio, pedagógico y de explicación, mañana 500 o 1.000
o 2.000 se olvidarán de los acuerdos y empezarán a existir fracciones que prefieran dedicarse al narcotráfico o se unan a las Bacrim y así nunca vamos a salir del conflicto. Johan Galtung (sociólogo noruego) plantea: “rompamos el paradigma de que los buenos negocios son en donde ambas partes ganan el 50 por ciento, mejor que ambas ganen el 100 por ciento”. Ahora, el gobierno, en el proceso de reinserción, también debe tener en cuenta a la población civil. Si el campesino, que siempre ha hecho el bien, ve que al ex guerrillero le dan más y mejores beneficios por haberse desmovilizado, posiblemente pensará que hubiera sido mejor haberse unido al conflicto para luego obtener más beneficios. V: ¿Cuál cree que es la mejor manera de reparar a las víctimas? RP: Se tienen que hacer proyectos colectivos. Aquí hay alrededor de 1.107 municipios, de los cuales más o menos 400 se encuentran en condiciones muy difíciles. Estos últimos viven con un presupuesto que se llama ingreso corriente de la Nación y no tienen recursos propios. Enseñémosles a trabajar, a que obtengan sus propios recursos. No hay que regalar dinero a la gente, hay que enseñarle a trabajar, a crear empresa y también se debe ingeniar la manera como ellos puedan comercializar sus productos, esto es, un trabajo de tipo corporativo. Aquí hay zonas cooperativas que mucha gente no conoce. Fui director de Dansocial, que tenía que ver con la zona cooperativa, mutuales y fondos. En ese entonces, mientras trabajaba con la comunidad, me enteré de que en el sur de Santander había 52 municipios que hacían parte de una zona solidaria. Entonces, si alguien quería viajar, existía una agencia de viajes de una cooperativa. Si alguien se hospedaba en un hotel de la zona, el lugar hacía parte de una cooperativa; el transporte era cooperativo también y todo el mundo vivía decentemente. Eso es lo que debe imitarse en todo el país, estas son cooperativas muy organizadas. Al conocer este modelo, le escribí al gobierno sugiriendo que la economía solidaria puede ser una solución alternativa al posconflicto. V: ¿Cree que las Bacrim pueden llegar a ser tan fuertes como para generar otra etapa de gran violencia en el país? RP: Es más fácil combatir la delincuencia urbana porque ellos no se mueven por intereses políticos, sino por intereses individuales y en ese caso es más fácil llegar a acuerdos y es más fácil desintegrarlos. Entonces el proceso tiene que tener un orden, primero los diálogos de paz con las FARC, luego con el Ejército de Liberación Nacional, ELN, y luego con las Bacrim. Hay que llevar la educación y el empleo a los barrios, hay zonas en Bogotá, Medellín y Cali, entre otras, donde la gente no se puede mover luego de las 8:00 de la noche. Este artículo fue escrito en mayo de 2013
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LA EXHUMACIÓN DEL
ALMA NERUDIANA María Elvira Gutt Expresión escrita III / Cuarto semestre
Los versos ilustran la vida después de la muerte de la que es testigo un gran poeta como Pablo Neruda; revive para recordarnos la belleza de una rima que nos acompaña para siempre.
A
veces, a los soñadores los invaden momentos de desolación en la que parecen muertos en vida buscando algo en el mundo ‘de lo superficialʼ, de color y música, para seguir viviendo. Cuando pienso en ello, agradezco a aquellos versos sentimentales que nos trasladan al mundo de la imaginación, en donde todo es posible. La compañía de tan grandes artistas de la lírica permite vivir y soñar hasta el cansancio. Cuando explotó la macabra exhumación de los restos, para mí fue una manera de resucitarlo. Era la resurrección de sus versos, de su vida, de su persona, a pesar de que los argumentos fueran por razones políticas; empiezo a creer en las energías extraordinarias que movieron la tierra para hacer renacer su esencia olvidada por tantas mentes que tanto la necesitan. Para quienes aún no han adivinado a aquel galante personaje, les digo que fue y es uno de los innovadores más grandes que América Latina haya tenido. Un hombre moderno e idealista que llenó a miles de
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espíritus de romance, patriotismo, sueños y vida. A pesar de que muchos dijeron que en su mundo no había puertas –diría que incluso hoy no las hay–, él se lanzó con un personaje que colmó de admiración y respeto, hasta a aquellos que no logró enamorar con sus letras.
El poeta chileno Pablo Neruda renace en el 2013 para recordarnos que su esencia es inmortal y que todos los pueblos han de recordarlo como una insignia literaria para cada uno de ellos y no solo para el chileno. Fue un intelectual nato que ya a los 19 años había publicado un libro de poemas. Su resurrección es la perfecta justificación para recordarlo como poeta romántico y como poeta patriota que, así como enamoró a muchos, a quienes no conquistó les dejó una marca para valorar la poesía latinoamericana. Neruda tiene esa extraña tendencia de sumergir a su lector en una dualidad entre un amor desenfrenado y una soledad taciturna con las que envuelve en sus rimas y crea una relación sentimental entre ambos. No es en vano que quien lo ha leído siente 22
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que lo conoce y tiene la sensación de sentir y pensar como él. En el poema 12 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, se siente el amor, no necesariamente el amor por alguien sino por aquellas cosas que uno cree que no existen o que no tienen significado alguno. En sus versos románticos, permitió que las personas que no pueden sentir a flor de piel, sientan: “el tipo cambia la forma de ver el amor, y es más fácil sentir. Yo soy torpe con las palabras, siento, pero me gusta sentir calladamente, porque manifestar todo lo que se siente en unas palabras se hace muy difícil, excepto cuando encuentras a la persona que tiene las palabras precisas, que sabe de tu sentir, que sabe de tu dolor, de tu amor, de tu soledad, de tu olvido, y Neruda en sus poemas lo sabe, lo sabe todo, siempre tiene la palabra precisa”. Es lo que dice Laura Camila García, estudiante de comunicación social de la Universidad Externado de Colombia. Mientras que para otros su poesía es en exceso empalagosa, demasiado romanticona, demasiado inocente. Se cree que para conectarse con ese encanto hay que
estar enamorado y ser igual de hostigante a como lo es él. En sus comienzos, Neruda consideró que su don poético provino de un regalo de la tierra que era un tesoro secreto. Tenía la labor de pulirlo para compartirlo. Así es como surge uno de sus libros más recordados en el que elogia las raíces latinoamericanas: Canto General (1985), a pesar de que su rol como político fue criticado por sus admiradores. En América, no invoco tu nombre en vano, reivindica las violaciones, el desangramiento, las voces mudas, el olvido en todos los países latinoamericanos. Es su manera de plasmar esa historia que todos debemos recordar y su manera de luchar pacíficamente contra una violencia arraigada: a través de versos colmados de crítica, historia, esperanza y dolor. Este hombre enamorado del amor y de la vida también fue un nostálgico por lo efímero de las cosas. Por lo que nunca fue. En el poema 15, habla de la nostalgia que siente por la lejanía que los separa de amar, pero el gusto que siente por la ausencia, por el silencio. “Me gustas cuando callas porque estás como ausente. / Distante y dolorosa como si hubieras muerto. / Una palabra entonces, una sonrisa bastan. / Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto”. Neruda fue el poeta atrevido, creador. Mostró cómo una paradoja se puede convertir en una combinación tan perfecta y armoniosa. Fue el innovador que le dio vida y valor a la poesía en el continente. Las rimas, los versos, las figuras literarias le dieron importancia a los sentimientos y al romanticismo. Para sus seguidores, Neruda fue el vocero del continente, ese vocero que liberó a través de sus versos a la humanidad marginada y desangrada. Así como fue aquel hombre que abrió los ojos a los sueños y anhelos que, a pesar de su inexistencia, empezaron a palparse a través de las palabras. La lámpara de la tierra es ese elogio a las diferentes tierras americanas. En este magistral comienzo de Canto general, él pasea al lector por las riquezas más desconocidas. Esas riquezas que quiere que sean nuestras también, que las poseamos, que las amemos. Neruda es el patriota defensor de la tierra amada a la que sana cantándole y recordándola. Considero que quienes lo critican por haber sido ‘medias tintasʼ en su vida política, no han visto su manera tal vez de protestar, pero seguramente sí de crear una memoria y una unión entre territorios, llevando el estandarte del poeta latino quien amó y elogió a cada cultura americana. ¿Cómo olvidar esos inmortales versos que se marcaron en las memorias de todos los conocedores del poeta? “Puedo escribir los versos más tristes
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esta noche”, se han marcado en cada alma, incluso en la que lo desdeña. Siempre cargó sus palabras de significado. Fue un empedernido melancólico del amor, de la vida misma. Sus pasiones llenaron las hojas: nos sumerge en el mar, en las costas, en los barcos, en paisajes nocturnos, en cabalgatas con hermosos rocines en los que la figura femenina seductora, intensa y a veces cruel nunca faltó. A pesar de que generalmente Neruda deja volar la imaginación de su lector, en este poema 20 habla claramente de ella. Hay un diálogo directo extraño que él quiere tener con su interlocutor. En la poesía nerudiana existe una extraña confidencialidad entre las palabras que salen de su pluma y los ojos que las leen. Y así aprendí a leerlo después de asimilar que no es necesario estar enamorado para entenderlo y disfrutarlo. El Neruda nacionalista fue un poco tardío. Sin embargo, dedicó gran parte de su obra a la patria chilena como al contexto e historia latinoamericanos. En la parte XIII titulada Coral de año nuevo para la patria de las tinieblas, le da protagonismo a personajes, obreros, incluso a sus‘enemigosʼ. Coge el estandarte de patriota y decide representar y luchar con palabras e historias esa violencia y fragmentación que guía todo su libro. Sus versos se convierten en discurso potente que para sus críticos es un canto trágico en el que lamenta y llora las violaciones de este continente. “No tengo tiempo para mis dolores. / Nada me hace sufrir sino estas vidas / que a mí me dieron su confianza pura, / y que un traidor hizo rodar al fondo / del agujero
muerto, desde donde / hay que volver a levantar la rosa”. Será un canto trágico o tal vez nacionalista o tal vez un sinsentido, pero su significado es sencillo: el dolor de un pueblo es su mismo dolor y el dolor debe ser de cualquier latinoamericano quien llora lágrimas de violencia. La crisis que sufrió Neruda en su exilio fue un eterno miedo a morir. Escapó de la muerte, de su esencia. Quiso huir de una enfermedad de la que todos sus amigos y amores padecieron y fueron cayendo. Y aunque la Canción desesperada fue mucho antes de que este galante hombre huyera de su tierra, muestra un llanto por el naufragio. Es la muerte de todo en la que solo quedan la ausencia y el abandono. Su desespero y nostalgia son el fruto de que todos sus amores y fuentes de vida se esfumaron. Los nerudianos sufren de ese mismo miedo del que difícilmente se aprende a entender cómo los versos son una catarsis sin drama, sino más bien serenidad. Es por eso que el estudiante François Lozano dice que Neruda no lo llena. Según él, “Su poesía no me sorprende. Me parece plana y realmente no lleva más allá”. La esencia murió cuando se olvidó de él y sus versos románticos colmados de significado y alguna historia cargada de sentimiento. Innovó convirtiéndose en el romántico nostálgico en lengua española por excelencia. Ese hombre que habló de amor y
ausencia con paisajes coloridos o sombríos en un idioma y una sintonía locales para los habitantes del continente. En este canto, finalmente se sumerge como un personaje más. Alguien que huya para nuevos horizontes pero que al final regresa. La tierra que lo parió y en la que sembró semillas lo llamará eternamente. Como dice, su canto termina no en ira e idea de lucha sino como un hombre realizado que encontró la libertad. Es curioso cómo ese viaje lo realiza uno junto a él durante el libro. Terminamos siendo unos idealistas enamorados de la tierra a la que queremos dar voz para liberarla. Seguramente, Cortázar tendrá razón al considerarlo elegíaco –en la concepción antigua– con versos como estos: “Entre los seres, como el aire vivo, / y de la soledad acorralada / salgo a la multitud de los combates, / libre porque en mi mano va tu mano, / conquistando alegrías indomables”. Al final, queda una sensación de descanso. Su exhumación es como una metáfora en la que él sale de la tierra, de su creadora para revivir su obra olvidada y desechada. Para quienes quieran conocer su historia, los invito a ver El Cartero, película italiana dirigida por Michael Radford en 1994, que narra un fragmento de la vida de Pablo Neruda. Su lema es la frase que todo futuro nerudiano debe aplicar: “La poesía no es de quien la escribe sino de quien la usa”.
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¡QUE VIVA Andrés Caicedo logró reflejarme en sus letras el síntoma más característico de mi generación: la incertidumbre y el conflicto interno con el que enfrentamos un mundo que experimenta vertiginosos cambios. Mónica Jaramillo Expresión escrita III / Cuarto semestre
H
ace dos semanas, mientras navegaba por la red, me encontré con la noticia de que habían abierto las convocatorias para el casting de la adaptación cinematográfica de la novela de Caicedo, ¡Qué viva la música! Recordé entonces que desde la primera vez que leí a este autor, hace cuatro años o más, me impactó muchísimo. Por eso hoy, aun después de 36 años, hablar de ¡Que viva la música! es tener que sumergirse obligatoriamente en el universo incompresible de su autor, Andrés Caicedo.
Producción intelectual de Andrés Caicedo
1966
Creó el Cineclub de Cali
1969
Escribió siete versiones del cuento Los dientes de Caperucita, ganador del segundo premio del Concurso Latinoamericano de la Revista Imagen de Caracas.
1972
Su relato El tiempo de la ciénaga fue laureado en el concurso Universidad Externado de Colombia, de Bogotá.
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Un personaje inexplicable, que desde muy corta edad se convirtió en cinéfilo y obseso por la lectura. Aspectos que sembraron en él la visión nadaísta y sin sentido que tenía del mundo, pero más que nada, la angustia por la vida y el terror a envejecer que finalmente, el 4 de marzo de 1977, lo llevaron a la muerte, día en que Caicedo, en su tercer intento de suicidio, se tragaría sesenta pastillas de Seconal, después de haber tenido en sus manos la primera edición de ¡Que viva la música! Esta, la única novela que dejó, publicada el mismo día de su muerte y que ahora, será llevada a las grandes pantallas, es una evidencia del escenario que se vivía en los años setenta en la ciudad de Cali, donde recrea la fogosidad juvenil de la época a través de su protagonista María del Carmen, una joven de 19 años, quien influenciada por la droga y la música experimenta
1974
Ojo al cine, con cinco números, se convertiría en la revista especializada más importante del país. Ese mismo año, viajó a Nueva York con sus guiones.
1975
Con el patrocinio de su madre, publicó el relato El atravesado.
la decadencia que Caicedo visualiza como característica de su generación. Su familia y sus amigos más cercanos han estado de acuerdo en que ¡Que viva la música! es un testimonio mismo de la vida del autor; pero para los apasionados lectores y escritores, es una obra prolífera, cuyo estilo literario, transgresor y original, abrió un nuevo camino en la literatura colombiana de la época, que ya inmersa en el realismo mágico de Cien años de soledad encontró en los cuentos, las cartas y demás escritos de Caicedo un realismo social que se atrevía a ir más allá, a definir crudamente la realidad de nuestro país. Pero siendo Caicedo un hombre de grandes obsesiones, debido a las cuales siempre conservó su aspecto desarreglado, las suyas no solo se limitaron al campo de la escritura. Por distintas épocas estuvo influenciado por el rock, la salsa, las drogas, el sexo y alguna que otra mujer. Pero si estas anteriores resultaron siendo algo efímeras, en compilaciones y documentales de dos viejos amigos suyos, como Luis Ospina y Sandro Romero Rey, se hace evidente que la segunda de sus dos más grandes obsesiones fue el cine. Por él desbordaba una pasión casi enferma. Tanto que hubo época en la que sa-gra-da-men-te tenía que sacar tiempo para ver al menos 10 películas diarias. Por eso, el hecho de que su obra cúspide sea llevada a la pantalla grande no puede pasar inadvertida como de cierto modo ha parecido ser hasta hora. Pues si en un punto no tengo dudas, es que Caicedo, en virtud
1977
Entregó a Colcultura la versión final de ¡Que viva la música!
de sus obsesiones, habría intentado llevar al cine por él mismo su novela ¡Qué viva la música! así como lo intentó con muchos de sus guiones que fueron rechazados una y otra vez en los viajes que realizó a Nueva York y Hollywood.
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Cuando la lectura temprana rápidamente se convirtió en la actividad fundamental de su infancia y el cine cumplió la misma función en su adolescencia, éstas lo mantuvieron aferrado a la vida, pues su constante tartamudez, junto con todo el tiempo que dedicaba a sus pasiones, construyeron esa barrera que tenía para comunicarse con el resto mundo (que no rompió jamás) y que luego, al llegar a casa, solo podía derrumbar escribiendo. Pero para poder entender de dónde provienen todas las obsesiones de Caicedo y sus angustias, es muy importante tener en cuenta la época durante la que vivió, los años sesenta y setenta, en los que nuestro país vivía del crecimiento del narcotráfico. Cali se convirtió en la casa de uno de los dos carteles más importantes de Colombia, además se dieron otros procesos que impulsaron un vertiginoso multiculturalismo en esa ciudad, como el de ser la sede de los VI Juegos Panamericanos en 1971. A lo anterior se sumó la migración de cubanos por la revolución, fenómeno que trajo consigo la inclusión de la salsa a la cultura caleña, (otra más de las pasiones del autor) que provocaron un desarrollo acelerado en la urbanización y mezcla de culturas en la capital del Valle del Cauca. Así, rápidamente Cali se convirtió en una ciudad intelectual, que construía y producía importantes sedes cinematográficas, literarias y musicales. Pero en un momento, su abrupto desarrollo en el campo del comercio y la industria, junto con las influencias culturales que recibió de otros países (como la política expansionista de los Estados Unidos que se llevó a cabo a través de su cultura de la revolución sexual, la musical rock and roll y el hipismo) llevaron a esta ciudad a la decadencia. A la descomposición social generalizada producida por el carácter ilegal de sus producciones y el desconcierto cultural de su época que provocó el desconocimiento entre sus habitantes y abrió aún más las brechas sociales entre las clases sociales ya influenciadas por el dinero fácil y rápido del narcotráfico. Por esta razón Caicedo para mí, más que ser el angustiado escritor suicida, amante del cine, que murió y dejó obra, todo él, su vida, su pensamiento y su obra, son el resultado de los primeros encuentros entre el multiculturalismo y los constantes enfrentamientos entre los nuevos y viejos imaginarios que empezaron a cruzarse en la nueva sociedad, los
cuales estuvieron profundamente mediados por una evolución tecnológica y científica que puso al ser humano frente a nuevos valores sociales que generaron crisis frente a los pasados y frente a las instituciones milenarias como la familia, la religión y los sistemas educativos. Estos aspectos se ven reflejados en la vida y obra de Andrés Caicedo, cuyos personajes, y en particular el de la protagonista de ¡Que viva la música!, María del Carmen, se definen por las relaciones contradictorias con el poder, la cultura y la sociedad. Constantemente sus personajes y él mismo durante toda su vida trató de evadir esas situaciones, criticándolas desde su aspecto dominante, moralista y ya obsoleto. Qué no más a partir de la elección de Caicedo de contar la historia desde una voz femenina, incluidas todas sus experiencias sexuales, musicales y delincuenciales, demuestra el interés por reflejar el desencanto y desarraigo que sentía por las reglas impuestas por la sociedad. Esta constante es una de las más repetidas en la obra de ¡Que viva la música!, pues la protagonista, a partir de su transformación de niña burguesa a prostituta, construye una visión individualista del mundo, cuyo único núcleo y su único factor de identidad con la juventud de su generación es la música. Y en su vida propia, Caicedo transgrede totalmente lo tradicional al enfocarse
en experimentar de forma desenfrenada la vida y aquello que le proporciona placer. El pertenecer a una religión, a una política tampoco es importante para él, ni se ve evidenciado si quiera en alguno de sus textos, porque sus valores, su ética y su identidad los construyó alrededor del ambiente de sus pasiones musicales, cinematográficas y literarias que lo llevaron finalmente a la decadencia y al suicidio. Esa pérdida de sentido, ese estallido de diversidad de identidades que no pudo descifrar, y las contradicciones que no pudo enfrentar, son para mí síntomas prematuros en su personalidad de la posmodernidad que hoy enfrentamos y que pocos años después de su muerte hechos como el fin de la guerra fría, el posterior derrumbamiento de la URSS y finalmente la caída del muro de Berlín, fundamentarían la llegada de la posmodernidad. Nadie puede negar que existe una simbiosis total entre protagonista y autor en ¡Que viva la música!, por lo que hablar de María del Carmen es como hablar de él mismo. Por este motivo, y porque no ha nacido en Colombia persona que se acerque a él en condición ni parecida a la suya de cinéfilo amante, espectador, crítico, teórico y guionista, la adaptación literaria de su obra al séptimo arte es para él, ya un hombre leyenda, la cúspide de todos sus placeres. La síntesis perfecta de todas sus obsesiones. Su vida y obra totalmente finalizadas.
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“ESTOY DISPUESTO A DEFENDER INCLUSO A QUIEN
SEA CULPABLE” El ex fiscal general de la Nación, Mario Iguarán, señaló la falta de preparación que hay en la administración de Petro. Daniel Pérez Taller de prensa / Tercer semestre
M
ario Iguarán Arana, vallecaucano, de 52 años de edad, abogado externadista de profesión, es el actual decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Manuela Beltrán. Antes, fue fiscal general de la Nación, viceministro de Justicia y catedrático. En esta entrevista, expresa su opinión sobre los diálogos de paz en La Habana; la administración del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y cuenta su paso por la embajada de Colombia en Egipto. También habla sobre su experiencia en el caso Colmenares, pues es el defensor del joven Carlos Cárdenas. Visiones: ¿Qué proyectos destaca durante su gestión como fiscal general de la Nación? Mario Iguarán: Nos correspondió la implementación del nuevo sistema penal acusatorio. Esto fue toda una revolución jurídica, era impensable en Colombia, pero para el 2005 nos correspondió la implementación en todo el territorio nacional. Igualmente, para ese mismo período, nos correspondió la implantación de un sistema de justicia transicional, que se llamó Justicia y Paz, en aras de lograr no solo justicia, sino verdad y reparación. 26
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V: ¿Qué piensa usted de los diálogos de paz entre el gobierno del presidente Santos y las FARC? MI: Tiene muchas críticas que son válidas y son importantes porque permite también reflexionar. Le apostamos y respaldamos todas estas salidas negociadas de alguna manera, siempre y cuando existan unos mínimos de justicia y un máximo de verdad y de reparación para las víctimas. Obviamente un proceso de paz, en lo que tiene que ver con los mecanismos judiciales, no se puede lograr a través de la justicia ordinaria del proceso y las penas ordinarias. Solo se logra por medio de los procesos y las penas transicionales, donde hay que sacrificar unos mínimos de justicia. Si a esas penas mínimas o alternativas se les agrega un máximo de verdad y reparación, pues la gente como víctima se va a sentir conforme; entonces podremos hablar de justicia. V: ¿Está de acuerdo con que a los guerrilleros de las FARC se les reduzcan las sentencias? MI: Desde la óptica judicial se reconoce que en Colombia hay un conflicto armado, incluso es importante decir que las FARC incurrieron en delitos o en conductas violatorias del Derecho Internacional Humanitario, DIH. No se puede decir que se violó el DIH sin reconocer que hay un conflicto armado. La idea es acabar con éste. Si lo que queremos es la paz, la reconciliación, hay que sacrificar unos mínimos de justicia. Que se diga la verdad y las penas que sean alternativas. No es descabellado lo que decía el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre, en cuanto a que una pena alternativa o una de las tantas que se les puede imponer es por ejemplo que ellos procedan a adelantar el desminado del territorio. V: ¿Cree que este proceso de paz genera impunidad? MI: Estamos ante la impunidad total, pues no conocemos que se haya hablado de unos mínimos de justicia, cuando en el proceso de Justicia y Paz se habló de entrada que iban a estar privados de la libertad por ocho años. Pero también hay que rescatar que tampoco le hemos escuchado al gobierno ofrecer o prometer impunidad, lo que ha dicho es que están discutiendo, tienen una agenda y seguramente van a llegar a este punto. No puede salir el proceso de paz con impunidad absoluta. Eso no resiste un examen por parte de la comunidad
internacional y no solo vamos a tener una crítica, una censura de ella, sino a las cortes internacionales. Lo importante para la justicia transicional es lograr el equilibrio entre justicia y paz para que usted no llegue al total sometimiento. La paz no puede llegar a la absoluta impunidad. V: Cuando fue elegido Fiscal General de la Nación, ¿qué apoyo obtuvo del ex presidente Álvaro Uribe Vélez? MI: Me tocó tomar decisiones muy difíciles, muy duras, que de alguna manera afectaban el gobierno. Me tocó judicializar, capturar, acusar y pedir condena para directores del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad); el presidente del Senado, Mario Uribe, y tomar decisiones difíciles con lo que tiene que ver con los ‘falsos positivos’. Nunca se había tomado una decisión judicial sobre el particular y obviamente eso pudo haber afectado la relación. Doy fe del respeto del ex presidente Uribe hacia la justicia y de su inclinación reverente al final ante las decisiones judiciales. Su capacidad de trabajo y sentido de pertenencia con este país lo volvía un aliado. Trabajé con él para combatir la criminalidad. V: ¿Qué recuerdo puede rescatar de su paso por la embajada de Egipto? MI: Fue un privilegio. Escriben de derecha a izquierda, su pensamiento es distinto al de nosotros, es fascinante, es la cuna de la civilización. Me tocó un momento muy difícil, pero resultó un privilegio: viví la Primavera Árabe. Como colombianos hemos tenido que convivir desafortunadamente con las bombas y la violencia. Sin embargo, debo reconocer que allá sentí físico y verdadero temor por lo brusca que fue la revolución. Una cosa es leerla en algún medio y otra es vivirla, como la viví yo. V: ¿Por qué aceptó la defensa del joven Carlos Cárdenas implicado en el caso Colmenares? ¿Qué le llamó la atención de este caso en particular? MI: Estoy dispuesto a defender incluso a alguien que sea culpable. Hoy tengo un caso donde las personas son culpables y lo que estoy buscando es cómo se puede recompensar de alguna manera a las víctimas y cómo se pueden mostrar unas circunstancias atenuantes de responsabilidad. No puedo aspirar a demostrar que es inocente cuando es culpable. Eso lo quiero dejar claro, no defiendo solo a inocentes. Cuando lo
acepto, está el testigo José Wilmer Ayola; de ese testimonio deduje que era falso, enmendado, mentiroso, fue tan grosera la mentira que además de descartarlo lo judicializaron y lo capturaron. V: ¿Qué encontró durante la investigación? MI: Según la investigación y el juicio que se levantó por la muerte del joven Colmenares, mi convencimiento por lo que tengo y he conocido del proceso es que Carlos Cárdenas es inocente. En un comienzo no me atreví a decir si era un accidente porque no tenía los elementos para decirlo, pero lo que sí puedo decir es que Cárdenas, desde un principio por lo que él me manifestó y lo que encontré, es inocente. Para ese momento, cuando acepté el caso, solo había un testigo, ya ustedes vieron cómo la Fiscalía lo desechó y normalmente cuando un juez o un fiscal ve que un testigo no le sirve, lo deshecha. V: ¿Ha recibido algún tipo de amenaza por involucrarse en el caso? MI: Como fiscal general firmé la extradición de mucha gente e incluso como viceministro firmé la extradición de los Rodríguez Orejuela, libré orden de captura contra los hijos de los Rodríguez Orejuela, me metí en lo de los ‘falsos positivos’, en lo del DAS, y reabrí la investigación del Palacio de Justicia por desaparición. Ni siquiera como fiscal recibí amenazas tan concretas, tan directas, como ahora con el caso del joven Colmenares. Entonces aquí hay algo de una oscuridad tal que es inexplicable. V: ¿Qué piensa de la administración del alcalde Gustavo Petro? MI: He tenido la oportunidad de acompañar al ex gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, Diego Bravo, con el tema de las basuras. En ese acompañamiento, como un ciudadano más, concluyo que en la administración de Petro no hay corrupción como en otras administraciones, pero lo que sí hay es una improvisación, subestiman mucho el conocimiento y no respetan la ley. V: ¿Qué consejo le daría al fiscal Eduardo Montealegre? MI: Que no se vaya a desanimar en poner la Fiscalía a disposición del proceso de paz. Es importante que no se vaya a dejar mermar en sus intenciones por las críticas que le puedan hacer. Él tiene el deber de aportar al proceso de paz. OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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Cada sociedad tiene su propio sello de la belleza femenina; no se pueden estandarizar una medida y una proporción para todas debido a que no existe una mujer que a todos nos parezca físicamente perfecta. Lina Hernández Cultura colombiana / Tercer semestre
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esde la llegada de los reinados a las pantallas y a la vida de las personas, la sociedad, en especial las mujeres, han sido influenciadas por el estereotipo de belleza que en estos concursos se ve. Ser tan bonita como las reinas y las actrices del mundo del entretenimiento se ha convertido en obsesión para la audiencia femenina, al punto que algunas están dispuestas a transformar su cuerpo y pasar horas en el quirófano con tal de parecerse a ellas. Monas, altas, blancas y de ojos claros. Es este el estereotipo de mujer bonita, ideal y sin duda alguna totalmente feliz sin mencionar sus medidas, 90-60-90. Es el sueño 28
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de muchas mujeres ser como ella, y el de cualquier hombre tenerla a su lado. ¿Qué ha pasado con la mujer latina, trigueña, robusta, bajita y con facciones gruesas? He aquí el punto clave de mi discusión: ¿por qué tenemos un modelo por seguir para alcanzar esa belleza tan alejada a nuestras raíces latinas específicamente colombianas? No pretendo hacer sentir mal a ninguna mujer, solo deseo hacer entender cómo los medios de comunicación, en especial la televisión, han influido en un ciento por ciento en nuestra manera de ver las cosas, en este caso la belleza. Para entender por qué las mujeres son vistas ante nosotros como bonitas si tienen ciertos rasgos físicos y ciertas medidas en su cuerpo, es necesario remontarnos al pa-
sado, al origen de esa belleza que antes no estaba mediada. Hay etapas fundamentales en la historia que definieron este concepto de acuerdo con el contexto. En la antigua Grecia, por ejemplo, la belleza se concebía en medidas proporcionales, simetría y cálculos matemáticos, donde lo bello era lo simétrico, no importaba si eran hombres o mujeres. La mujer era más bien robusta, de facciones ovaladas, ojos grandes, nariz afilada y senos pequeños, mientras que los hombres eran representados por cuerpos atléticos y gimnastas. Ser equilibrados era símbolo de bello1. En la Edad Media, gracias a la moralidad cristiana desapareció el maquillaje para no desfigurar la creación de Dios. Esta mujer era blanca, rubia, con nariz, caderas, senos y labios pequeños. El hombre era como los caballeros medievales de guerra: alto, delgado, fuerte, con el pelo largo y de piernas largas. El Renacimiento basó su teoría de belleza en la proporción y la armonía, fue aquí donde los cuerpos desnudos reflejaban esa perfección corporal, la figura masculina resaltaba sobre las demás, se caracterizaban por la piel blanca, las mejillas rosadas, pelo largo y rubio, cintura pequeña, manos delgadas simbolizando delicadeza, cuello largo y senos pequeños2.
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El Barroco es la época cuando se abusa del maquillaje, las pelucas, los perfumes, los lunares postizos, las joyas, el tacón, la pomposidad sin importar el sexo. La belleza de esta época era bastante artificial pues debajo de sus corsés estaban los cuerpos más robustos, los pechos más prominentes; con brazos redondos y la piel blanca, aunque se vieran con cintura delgada y los pechos más firmes, la ropa lo permitía3. Muchas veces nos preguntamos por qué la belleza japonesa y china no es la misma que se vive en Occidente. Al otro lado del continente, en el Oriente, a pesar de la gran influencia que tuvo de Francia y Gran Bretaña de un tiempo hacia la actualidad, ellos han impuesto sus cánones estéticos muy diferentes a los demás. Como lo afirma Edward Said en su libro Orientalismo: “Es cierto que después de William Jones, y de Anquetil-Duperron, y tras la expedición de Napoleón a Egipto, Europa llegó a conocer a Oriente de una manera más científica , a vivir en él una autoridad y una disciplina que nunca antes había tenido”4. En el caso de China, la apariencia física es importante pero no lo es todo, pues su inteligencia y sus virtudes (encanto, rectitud y amabilidad) son los que llevan a más mujeres a alcanzar su prestigio. En esta cultura las cualidades morales pesan más que una apariencia física, los referentes de belleza son la corpulencia, la frente ancha, cara redonda, ojos grandes, cejas estrechas y boca pequeña. Algunas con talento para
cantar y bailar y muchas son bellas por ser de pequeña estatura. Es más, en la antigüedad se les hacía un proceso a las niñas entre 4 y 7 años para que no aumentaran su estatura. En el caso de Japón, las mujeres blancas que nunca habían visto el sol, criadas en oscuros palacios y usando pesados kimonos eran símbolo de belleza y otras lucían sus pieles quemadas, y sus cuerpos eran toscos por el trabajo diario5.
La belleza de la mujer colombiana y la tele Los reinados de belleza han influido en gran parte en la percepción que tiene la mujer colombiana en cuanto a belleza. En 1921, cuando tuvo lugar el primer reinado nacional en Estados Unidos, y pocos años después en 1934 cuando Colombia celebró su primer reinado nacional, la mujer colombiana inició la malinterpretación de la palabra ‘belloʼ, pues las modelos delgadas debían y deben seguir un patrón para reflejar su belleza con estatura promedio de 1,74 m, medidas de pecho y cadera de 90 cm, cintura de 60 cm, postura recta, sonrisa permanente y carisma innato. Empecemos por ahí: la mujer colombiana mide en promedio 1,65 m, su figura suele ser más ancha de caderas y la postura recta permanentemente es una lucha constante contra el equilibrio que como seres humanos debemos mantener, como lo refleja el estudio de la postura que hace Wilfred Barlow6. Recordemos el boom de la televisión en Colombia con el mandato de Gustavo
Rojas Pinilla, cuando por primera vez la televisión llegó a un país en desarrollo, creando esa confusión entre lo que es real y lo que se proyectaba en pantalla. Desde los inicios de la transmisión de programas televisivos en Colombia surgió esa imagen de que la mujer que era bonita y ‘felizʼ era la que salía en televisión, ganaba fama y dinero. No solo la mujer comenzó a creer que si las reinas sonrían todo el tiempo era por causa de felicidad, porque tienen un ‘buenʼ cuerpo y porque todo hombre las desea. Fue desde 19497, luego de la primera trasmisión del reinado nacional, que el hombre colombiano manifestó la inconformidad que le genera estar al lado de su mujer que no es como las modelos, dejando como consecuencia ese ‘traumaʼ en ellas. Comenzamos a involucrarnos con los Estudios Culturales en América Latina, pues en el siglo XX surgen las dudas respecto a nuestra manera de pensar y de actuar. Jesús Martín Barbero, en su libro De los medios a las mediciones, especifica claramente, en el caso de la televisión, que las mediaciones parecen no haber cambiado, los medios pueden transformarse pero la manera como le están llegando a la gente es la misma. Esta discusión nace básicamente de los extremos a los que han llegado las mujeres por parecerse a ‘las bonitas de la televisiónʼ, las intervenciones quirúrgicas, los dolores, los rechazos, enfermedades psicológicas y físicas, como la anorexia y la bulimia, no parecen tener relevancia en lo más mínimo dentro de la esfera mediática y por ende social, pues “lo único que parece importar decisivamente a los productores y programadores de las tecnologías de videos es la innovación tecnológica, mientras que el uso social de aquellas potencialidades técnicas parece caer fuera de su interés”8. No es el hecho de simplemente hacer un reinado, es ir más allá de un público general, de mostrar vidas ideales, y crear OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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ambiciones en la audiencia; se trata de saber comunicarle a la gente la realidad de las cosas, de una manera que la gente lo entienda y le llegue ese mensaje. La ironía más grande es que esto es cuestión de conciencia por parte de los realizadores de dichos programas que tiene muy en cuenta el impacto de los medios en las personas, en las sociedades, en su punto clave, las familias. Antonio Lucas Marín en su obra Sociología de la comunicación, habla de cómo la comunicación no verbal (gestos, posturas, sonidos y acciones) proporciona los significados que pueden modificar la percepción de la audiencia, mientras que Miquel Rodrigo, en su libro Las teorías de la comunicación, asegura que el contenido que expresan los medios, ya sea político, cultural o social, siempre es con el propósito de mantener a las masas controladas. Éric Maigret en Sociología la comunicación y de los medios define al individuo como un ser determinado por tres factores: el lenguaje hereditario, su historia y los mensajes que recibe de su medio y de los cuales reacciona; también hace mención al efecto de aprendizaje que tienen los medios sobre las personas, donde poco a poco cierta acción que se ve en televisión se vuelve ‘normalʼ en la existencia ‘realʼ. Actualmente recurrimos a los medios para darles un uso y una gratificación, el público satisface sus necesidades, deseos, suple sus necesidades básicas y obtiene información de los medios para resolver un dilema personal9. América del Norte ha ejercido en ciertos momentos históricos el control sobre nuestro país hasta hacernos querer, a algunos, ser algún día un gringo. Ellos han 30
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impuesto su cultura, sus pensamientos y sus marcas. La palabra hibridación, usada por Néstor García Canclini, funciona en nuestro contexto, puesto que la mayoría de veces buscamos consumir lo que proviene de Estados Unidos. Nuestro Concurso Nacional de Belleza ocurre después de que se hace el primero en Norteamérica, nuestras reinas deben tener los rasgos de una mujer americana, deben ser como las barbies. Es por eso que nuestro proceso de dejar a un lado nuestra cultura de mujeres latinas, famosas por su belleza tal y como son y remplazarla por la cultura americana es un error que si seguimos cometiendo los medios lo utilizarán como excusa para realizar esa clase de programas que muchas veces son pura y específicamente basura. La televisión por medio de las telenovelas también nos está haciendo ese lavado de cerebro a las mujeres y hombres colombianos, y lo más grave es que las mujeres no protestan acerca de cómo su imagen y su reputación está siendo controlada, simplemente se dejan llevar. Así como las mujeres pelean por sus derechos, no estaría mal que también lo hicieran por el respeto a su concepción de belleza; hay muchas mujeres que están cegadas por la televisión, creyendo que solo ser atractivo físicamente es ser bello. Tal vez no hemos pensado en cómo serían la televisión, los reinados y las novelas si las mujeres fueran diferentes, no tan delgadas, más bien más gruesas, de facciones más redondas y sin cirugías. Mientras las mentes críticas de esta sociedad están pensando en la manera como los medios manipulan a la gente, más de estas personas están enseñando a sus hijos –específicamente a sus hijas–, a
comportarse como unas reinas. Por medio de un discurso que nos ha impuesto la cultura en la que vivimos, están enseñándoles a las generaciones futuras a seguir pensando como una minoría que se deja controlar por las potencias. La esencia de la mujer latina es su alegría, sus anchas caderas, el color trigueño de su piel y las facciones redondeadas. Ese latin lover comienza a volverse atractivo y a deslumbrar en comparación con las bellezas planas de todas las revistas de moda. Referencias: 1.http://www.cienciapopular.com/n/Biologia_y_ Fosiles/La_Belleza_humana/La_Belleza_ humana.php 2. http://canonesbelleza.wordpress.com/ 3. http://www.ucm.es/info/especulo/numero34/ canonbe.html 4. Said,Edward. Orientalismo (Introduccion). www.cholonautas.edu.pe. Pg 22 y 23 5. http://canonesbelleza.wordpress.com/ 6. Rosemberg Bobby. Pasarela Paralela . 2005. Pg 36 7. http://www.srtacolombia.org/site/ Loquesomos/Historia/tabid/59/Default.aspx 8. Rubin, Alan. Los efectos de los medios de comunicación. Barcelo 1996. Pg 558 y 559. 9. Barbero, Jesús. De las hegemonías a las apropiaciones. Bogotá. Sf . Sp Barbero, Jesus. De los medios a las Mediaciones. Barcelona, Gustavo Gilli S.A. 1987. 232 y 233 p. Rubin, Alan. Los efectos de los medios de comunicación. 559 pg. Sf. Bolívar, Johanna. ”Capitulo Uno. El reinado de Belleza: Descubrir la política en lo natural”. Pasarela Paralela. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana. 2000. 15-22 pgs. Rossember, Robby. “Capítulo Dos. Posturas Culturales.” Pasarela Paralela. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana.2000 33-43 pgs. Marín, Antonio Lucas. Sociología de la comunicación.54, 66 pgs. Sf. Maigret, Éric. Sociología de la comunicación y de los medios.93, 129, 153 pgs. Sf. Alsina, Miquel. Teorías de la Comunicación. 38 p. Sf.
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Juan Sebastián Montañez Expresión escrita III / Tercer semestre
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BOGOTÁ FRÍA,
ESOTÉRICA Y PAGANA
Calle 12 con carrera 10ª, Centro Comercial Caravana, al lado de la Iglesia de San Judas Tadeo. ¡Qué vecinos! Núcleo del esoterismo en Bogotá, lugar de culto y superstición para quienes buscan desesperadamente un empujoncito a soluciones o la cruel venganza.
mágenes de la santa muerte y José Gregorio me dan la bienvenida a ese pasillo comercial pagano que huele a demonios químicos y fe enfrascada en tarros con nombres criollos coloquiales. Estos pequeños negocios de pobres metros cuadrados componen este callejón esotérico comercial, ancianos y taitas indígenas atienden salvajemente, tratando de llamar la atención por una consulta: “venga mijo, entre”, “¿qué se le ofrece, papito?”, “campeón, ¿qué tal tu día?”, “mi rey, ¿qué es lo que me lo atormenta?”. Miriam Gómez*, una mujer robusta, de mediana estatura, ojos penetrantes, ropa estrambótica y colorida capta mi atención de inmediato, musitando frases que imagino que comúnmente dirá: “llévelo, nene, lo que quiera, ¿que necesita? ¿Un pega pega? ¿Un quereme? ¿Garrapata? El ‘Ven a mí’ le funciona, bebé, le trabajo las tres potencias.., ¿blanca, niño? usted decide”. Los vendedores contiguos se alarman y rápidamente salen de sus aquelarres, me ofrecen más y más productos de origen amazónico, africano, llanero y cubano: Miriam interviene la batalla con una frase que la haría ganar la guerra: “Ahhh hijueputas estos. Venga, niño”, ¿tiene novia?”. Le explico a Miriam el motivo de mi visita: “Mmmm, niño; pero, ¿eso sale por algún noticiero? Es que esto anda muy sobado y ustedes los periodistas hablan y hablan”. Veinte mil pesos después, Miriam hubiera ido a cualquier ridículo programa de televisión, si se lo hubiera pedido. “Esto es sencillo, mi rey; hay magia blanca y magia negra; la magia blanca trabaja con los santos y con Jesús; la magia negra hace daño y doblega la voluntad del que sea, del más berraco, lo vuelve una sedita, ¿oyó?”. Besa sus dedos pulgar e índice, levanta la mano y dice: “por chuchito lindo que sí”. Para cada persona hay algo, para cada problema existe un rezo, no importa el problema que sea. “Si tiene fe eso termina bien, niño, yo le tengo la solución”. Miriam interrumpe el relato, se distrae porque un pedido de ‘tumba trabajo y arrasa con todo’ acabó de llegar a su guarida. “Venga adentro conmigo y le cuento cómo es esto. Acá viene gente de toda clase social, ¡toda! Es que hay gente muy loca, niño, gente rara; un día una dama me pidió disque un gnomo, ¡un gnomo!, ¿de dónde me consigo un gnomo, niño?”. El local tiene un olor muy peculiar, apenas nos podemos mover en los pocos centímetros que tenemos, mientras Miriam despacha los ‘tumba trabajo y arrasa con todo’. Me concentro en las imágenes de santería, las novenas a santos aún no proclamados, cuadros de imágenes misteriosas OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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como la mano santa, el ángel solo que, según ella, es algo muy peligroso de manejar. “El ánima sola, ella es muy fiel si uno es fiel; y José Gregorio, niño, el ‘doc’ que nunca falla, se le tiene vestido de blanco para que lo atienda, o vestido de negro para que le 32
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pida la consulta, se lo tengo de diferentes tamaños y diferentes precios”. Novenas a san Cipriano, un mártir de la iglesia pero también el patrono de la brujería, los maleficios y la hechicería, según Miriam; leo con atención una pequeña novena: “Magia blanca
combínate con el Ánima Sola, para que me lo traigas y sí algún mal pensamiento tiene contra mí, bórraselo y que venga siempre humilde a mi voluntad. Amén”. Miriam interviene, el ánima se utiliza con bien y con mal, depende del favor y del brujo que se la trabaje, esa oración es para el ser amado, para dominar la fiera. Miriam vuelve a mí, hablando de uno de sus clientes: “doña Mincha es viuda y la conozco del barrio; ella y su esposo eran de un pequeño pueblo de Tolima en la región del Sumapaz; ¡huy! No, no, no, ¡allá sí es bravo esto! El hombre era un militar muy agraciado y muy pretendido por las mujeres, pero un día en una de sus aventuras cayó con quien no tenía que caer. Esa mujer le hizo un entierro y quién sabe qué más cosas. El hombre volvió del pueblo cambiado, enfermo, agotado, sin habla. Le buscaron médicos y exámenes, ninguno de esos doctores le pegó al burro; cuando fueron a buscar ya estaba muy avanzado y lo más difícil es deshacer un entierro; lo internaron en el Hospital de Cabrera dos semanas y después se suicidó. Yo ya no podía hacer nada”. Le digo en tono burlón: “ni Harry Potter hubiera podido, Miriam, fresca”. Suelta una carcajada terminada con un leve “¡Ayy mi niño!”. Tal vez no entendió mi pésimo chiste. “Yo nunca he practicado magia negra, eso es una maldición grandísima”, continúa. “Los grandes brujos trabajan con huesos, sangre, animales y tierra de cementerio, con muñecos negros doblegan voluntades. Lo mío es diferente; yo rezo con santos para prosperidad, juegos de azar, cartas, quiromancia (leer la mano) y cosas no tan poderosas. Es que uno tiene que rendir cuentas al de arriba… A todas estas, ¿cómo se llama usted?”. Empiezo a balbucear, mi mente me engaña, me imagino horas después a Miriam rezando mi nombre en lenguas inaudibles para los humanos mortales o con mechones de pelo que no me di cuenta que me quitó, imagino una foto mía en un altar con velas negras y una estrella de cinco puntas en llamas con cuchillos y símbolos en su interior. “¡Me llamo Tomás!”, le digo sin mirarla a los ojos; si adivina que me llamo Sebastián y que soy un intento de periodista, ni me imagino lo que haría. Le formulo preguntas más personales; mi miedo a quedar hechizado por esta amable mujer es latente. “Tomasito, yo soy de los llanos, de Granada, y mi mamá fue la que me enseñó, desde pequeñita, a rezarles a los santos. Juntas íbamos a donde mi abuelita que sabía las oraciones, los rezos, los rituales; ella era una mujer muy respetada en la vereda. Iba gente de todo lado a solucionar los problemas, rezamos ganado, atamos gente, enamoramos, quitamos parejas, encontramos guacas, sometimos espíritus… así aprendí. Luego me vine pa´ Bogotá, mi mamá me contactó con gente del pueblo que ya vivía aquí para hacer trabajos pe-
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queños, luego le compré esta cáscara a una señora que vendió el negocio y aquí estoy, vendo mis cositas y hago consulticas de vez en cuando”. Miriam pide un tinto; “¿quiere uno, niño?”. Miriam embrujándome con alguna poderosa planta amazónica, pensé. “No, señora, muchas gracias; estoy lleno”. Le planteo tierna y suavemente mi incredulidad hacia el tema. “Mi niño: hay hombres y mujeres que estafan, acá en este sitio hay muchos, pero también hay cosas muy reales, y hombres y mujeres que lo hacen aún más real; usted que dio con la que es, pero hay gente que no sabe ni de lo que habla”. “Buenas tardes”, saluda un hombre delgado, no muy bien vestido, pálido, cadenas de plata, bigote de escoba y aliento a demonio. Saca una lista con letra cursiva: tabacos, velones rojos, inciensos de carbón, riegos de mandrágora, cruces pequeñas doradas y plateadas, dos cuadros pequeños, uno de san Marcos de León y otro de José Gregorio. “Gracias”. Paga y se marcha, como si llevara el diablo en el cuerpo. Miriam agrega: “ese señor viene una vez al mes y compra distintas cosas pero siempre me hace buena compra”. La interrumpo curioso de saber, ¿será que es brujo? “No creo”, responde: “no vendría acá; uno sabe dónde conseguir lo que necesita; me imagino que alguien le hace trabajos”. Miriam dice que el día a día en el Caravana es una guerra, todos quieren vender algo, todos ofrecen precios carísimos para poderle ir bajando y la gente crea que sí es barato. “Acá tenemos muchas envidias, uno tiene que estar protegido y alerta porque es que esta plaga es terrible”, dice. Me enseña una mata de sábila con una herradura hacia abajo para ahuyentar a los malos espíritus, otra amarrada hacia arriba para que no le falte el camello y varias decenas de velas de cebo de colores, atoradas en una tabla medio quemada en el piso de su local. “Los brujos son diferentes; hay magos blancos, negros, santeros, astrólogos, indígenas y hasta estafadores; uno tiene que cuidarse de todo eso. Las contras me han funcionado: tengo la espada de san Miguel Arcángel para la protección de mí misma y de mi negocio, acá hay gente muy poderosa”. Miriam sigue limpiando, acomoda vitrinas, me pide que le acomode las novenas en la vitrina principal… “que se vean, Tomasito; que no queden escondidas las de la Cruz de Caravaca”. Y continúa su relato: “Acá en Colombia hay mucho bobo, y como el vivo vive del bobo pues imagínese, mijo, las estafas son perpetuas. Esto se trata de fe; el que cree se le cumple. Hay objetos que no sirven para nada, y acá entre nos... yo lo sé; hay aguas que simplemente tienen anilina, hay riegos que solo son agua aromatizada, hay velas que son solo cera; pero si todo eso se hace con fe se cumple lo que quiera, Tomasito, lo que quiera”. “Entonces todo es
un montaje”, le digo. Ojos de fuego, mirada penetrante y fulminante; Sebastián, Tomás o como sea, la cagaste. Miriam replica de inmediato: “no, no, no señor, ¿cómo se le ocurre? Hay cosas que sí son ficticias, y la gente compra; pero hay cosas reales. Vaya usted rece a don Juan de Volteo, al ánima sola, o al mismo José Gregorio, mijo, ¡no señor! no diga eso. El mal y el bien están vivos y ambos se aman; usted no se alcanza ni a imaginar lo que se le puede hacer a alguien con esto”. Mi tarea está llegando a su fin; creo que no sospecha aún que no me llamo Tomás y que tampoco sea un periodista, como le hice creer. Miriam se da cuenta de que ya no sé ni qué preguntarle: “Tomasito, ¿cuándo vuelve? Charla muy rico usted, lo que necesite me avisa, usted sabe dónde me encuentra... yo lo ayudo y no le doy en la cabeza; cuídese de esos indios de la entrada, no los mire. ¿No necesita nada hoy? Porque si es por amor, una novenita, unos padre nuestros y ¡listos!”. “No, sumercé”, le respondo. Me despido con un hasta luego muy gentil
que espero que sea un hasta nunca, salgo de la vitrina y dos de sus vecinas están al acecho de mi salida; soy una gacela en un valle de leones esotéricos; me vuelven a ofrecer menjurjes y productos mágicos. Miriam, mi tarzán salvador, dice con firmeza: “Ah, ¡no lo jodan! Chao, papi, por acá cuando quiera, bebé lindo”. Mis mejillas sonrojadas hacen gracia a las demás brujas de esa guarida. Todas amables me desean buen camino; una mujer muy joven y más bien guapa interviene: “que vuelva por acá, siempre a la orden, mi rey”. Camino y escucho risas femeninas; me alejo despavorido, camino hacia la Plaza de Bolívar… ¡civilización! Respiro profundo, qué sensación tan rara, no se me quita ese hedor, y camino hacia la Avenida Jiménez. “Hermana llanera luz del sol”, “Hermano llanero Andrés” son nombres que viven en la propaganda barata y abundante que reparten día a día en la cercanía de la estación. Me quieren atiborrar de publicidad esotérica, ¿acaso no tuve suficiente? ¡Ayyy, Jesús!. *Nombre cambiado por petición de la fuente.
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UN ESTUDIANTE
Cuando una persona es perseguida por el lado oscuro de su pasado y este lo atormenta a cada segundo, es imposible vivir la vida a plenitud.
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Sebastián Montes Lenguaje escrito II / Segundo semestre
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.00 am. Octubre de 2012. El sol brilla. Camino frente al gigantesco comedor de mi colegio en dirección hacia ese viejo campanario que Roland Jeangros, rector del Refous, edificaría hace ya veinticinco años para conmemorar el 30 aniversario de la fundación del plantel educativo y el traslado de su sede a Cota. Lo veo a la distancia y veo también a esos malnacidos con quienes comparto clase saludarme con la mano, con sonrisas de oreja a oreja. Saben perfectamente que soy hombre muerto por esa larga discusión que tuve anoche con Víctor, el campeón de los idiotas, que se proponía romperme la cara en el mismo instante en que me viera llegar al colegio. Víctor es de esas personas que se ganan el respeto de todos por humillar constantemente a sus compañeros, ya sea verbal o físicamente. La noche anterior a este día habíamos tenido una fuerte discusión por el simple hecho de que yo no pensaba dejármela montar como él lo hacía con los demás, lo cual significaba que él, muy seguramente, iba a llegar dispuesto a hacerme tragar los dientes a la mañana siguiente, que en orden cronológico sería en este mismo instante. Por obvias razones, estaba muerto del miedo, y la última cara que quería ver antes del toque de campana era la de ese joven, que pronto sería mi verdugo. Lo peor de todo fue que mis temores se hicieron realidad rápidamente y Víctor ya estaba en el campanario cuando yo llegué, y con solo verme se quitó su suéter gris de lana y caminó hacia los baños ubicados frente al laboratorio de biología, el lugar más escondido del colegio que, paradójicamente, quedaba bastante cerca del campanario. Caminé hacia él hasta quedar frente a frente. El montón de gente que nos seguía abarcaba todo grado 11 –70 personas, para ser exacto– y algunos alumnos de grado décimo, quienes no esperaron un solo segundo para sacar celulares y cámaras para grabar la golpiza que me iban a propinar en ese preciso instante. Miré hacia atrás y la muralla humana habitual de las peleas entre compañeros ya estaba formada para impedir que intentara escapar. Ahora solo quedaba tratar de pelear o dejar que me rompieran la cara. Víctor empezó a saltar en su puesto mientras me miraba amenazante. Como única respuesta solo me quité la chaqueta caqui que llevaba puesta y me acerqué a él en medio de los gritos de los otros jóvenes que contenían insultos, risas y burlas dirigidas hacia mi pusilánime figura.
Víctor se acercó a mí respondiendo a mi avance, y sin dudarlo un solo segundo me propinó un golpe en el estómago. El aire se fue, caí de rodillas y recibí una patada en la nariz que me lanzó por completo a la arena. Víctor no esperó mucho y empezó a patearme mientras yacía en el suelo sin poder defenderme. Intenté ponerme de pie pero él me seguía golpeando, tomando mi cabeza y estrellándola contra el planeta. Me levantaba y me golpeaba en la cara, en el abdomen, y yo, de tanto dolor que sentía, no podía ni siquiera mover los brazos. Me sentía mal, tenía miedo, el dolor llenaba mis entrañas y mi nariz comenzaba a sangrar. Mi camisa amarilla a rayas se había roto en la axila derecha y Víctor me había dejado en el suelo mientras se reía a grandes carcajadas de mi sufrimiento, acompañado de los demás malnacidos que cursaban mi mismo grado gritando fuertemente: ¿Le dolió? Nada más ocurría alrededor, no había nadie, estaba desierto, ellos ahí a mi alrededor y yo, en el suelo, sangrando y sin poder levantarme, con una lágrima saliendo de mi ojo izquierdo, que resbalaba por mi nariz y se unía con el chorro de sangre que emanaba mi fosa nasal derecha. 4.45 am. Jueves 15 de agosto de 2013. Ese viejo reloj rojo me despierta estruendosamente con su ruidosa y molesta alarma y me devuelve a la realidad, saliendo de esa horrible pesadilla de eventos pasados. Mi nariz no sangra, mi camisa no está rota. Lo único que sigue ahí es esa lágrima de mi ojo izquierdo que surgió en los últimos segundos que abarcaron esa horrible pesadilla. Despierto cansado, he dormido solo dos horas a causa de tantos trabajos y lecturas que había realizado la noche anterior. En mi escritorio veo una pila gigantesca de papeles que supera los 20 cm, los cuales constituyen el pasatiempo de las 6 de la tarde de este día hasta la madrugada del viernes. Respiro hondo y me resigno a pasar otra noche en vela inmerso en información y datos mientras me paro de la cama, tomo mi traje azul de dril que está colgado en la puerta de mi armario y me dirijo hacia el baño para ducharme, marcando el inicio de la rutina diaria. Luego de un largo tiempo en la ducha, me seco minuciosamente, me visto formal, como lo hago casi todos los días, me pongo perfume y me peino repetidas veces el cabello hasta quedar como esas estrellas de cine, que admiro por su porte y elegancia. Me miro al espejo y practico mi postura habitual, rígida y ceremoniosa, digna de un hombre educado, respetable, intocable y, por supuesto, seguro de sí mismo. Miro mi reloj y este marca las 5.45 am. Aún me falta desayunar, comida que ni siquiera saboreo
pensando en todas las actividades que debo realizar para el día que inicia, en los horarios que debo cumplir y en las cosas que voy a decir en determinados momentos del día. Ha llegado la hora de salir. Son las 6.10 am. y llevo diez minutos de retraso para tomar el bus que me llevará a la universidad, como todos los días. Me abrocho los botones de mi saco y arreglo el cuello de mi camisa a medida que avanzo hacia mi parada de bus habitual, a la que llego ligeramente acalorado a pesar del frío matutino y la ropa poco abrigadora que llevo puesta. Al fin llega mi bus, a las 6.20 am. Ahora el retraso se ha incrementado 20 minutos y empiezo a estresarme, sumándole el hecho de que el bus está lleno y la puerta se cierra dejando mi maleta al aire libre y con peligro de romperse. Al sufrir un viaje tortuoso, incómodo y donde el calor se incrementa a cada cuadra que el bus recorre, y ese sufrimiento me lleva al enojo interno, ese enojo que sentimos y que callamos por prudencia y respeto por los demás. Por fortuna tomé el bus que se detiene en la Biblioteca Luis Ángel Arango, lo cual solo me obliga a caminar cinco minutos o menos hasta la universidad. Así, no llego tan cansado ni tan acalorado. El problema es que son las siete de la mañana en punto, y mi cita con la psicóloga da inicio en ese instante. Ahora mi ira se incrementa más, ya que de tantas cosas que tengo en la cabeza olvido fragmentos de la rutina y eso no puedo permitírmelo. El tiempo es algo que divido en momentos exactos, en milisegundos, y con una sola cosa que se atrase el ritmo cae y el día deja de ser igual, se atrasa y se convierte en una tortura a base de estrés y autosugestión mental, que desencadenan un bloqueo semi temporal de las acciones por realizar. En conclusión, el atraso de mi OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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cita atrasa el resto de la rutina, lo que significa que dormiré menos esa noche y que el trabajo se multiplicará. Finalmente, mientras todos esos pensamientos inundan mi mente, llego al consultorio cinco minutos tarde. Gracias a Dios no pierdo la cita y la doctora está dispuesta a atenderme, esperando en la puerta y saludándome amablemente, dando un caluroso inicio a mi segunda terapia de psicología. Se preguntarán por qué un joven universitario como yo, elegante, aplicado y ordenado en su vida va al psicólogo. Ustedes pensarán que tengo todo lo que necesito para vivir una vida feliz. Pues déjenme decirles que, desde el ámbito psicológico, no es así. La doctora me pide que tome asiento y yo obedezco sin refutar. Me pregunta cómo estuvo mi semana y yo respondo con lo de siempre: “Muy ocupada”. La doctora saca una carpeta con montones de anotaciones y empieza a escarbar entre un montón de hojas hasta encontrar un pedazo de papel con los datos de la sesión pasada, compuestos por un cuadro con datos como conductas problema, motivos de esa conducta, estímulos que la desencadenan e historia de esa conducta. ¿Para qué todo esto? ¿Qué problema puede tener un joven de 17 años para abarcar todos esos campos psicológicos? Pues bien, la respuesta es sencilla. Estoy asistiendo al psicólogo porque, al parecer, no estoy viviendo mi vida. Así es. Estoy inmerso en una espiral de estudio y academia que me traga vivo y no me deja avanzar en sociedad, ya que no tengo espacios para mí solo y solo leo y estudio hasta altas horas de la noche. Con esas premisas, la doctora me plantea las siguientes conclusiones a partir de lo visto la sesión pasada: ella dice que este deseo mío de estudiar constantemente y de no socializar se debe a un escape a las relaciones sociales debido a traumas pasados ¿Esto qué quiere decir? Que no socializo por miedo a ser herido de nuevo, por miedo a sentir presión dentro de mí, por no ser aceptado socialmente. Esto me genera impotencia, tristeza, desilusión, todo junto gracias a los recuerdos, que se manifiestan en forma de pesadillas o solo rememoración momentánea, lo cual me empieza a ocurrir en ese instante. Vuelve a mi mente la lágrima del ojo izquierdo, el chorro de sangre de mi fosa nasal derecha, la golpiza brutal de aquella mañana de octubre, las burlas incontroladas de aquellos jóvenes desgraciados y malnacidos ¡Los odio! ¡Maldigo el día en que los conocí! ¡Maldigo al Colegio Refous! De repente empiezo a llorar en medio de la consulta. Intento controlar las lágrimas pero no lo consigo. La doctora sale un segundo a traerme un vaso con agua y yo intento calmarme, intento olvidar ese recuerdo tan doloroso que agobia mi mente, y poco a poco lo voy logrando 36
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hasta que la doctora llega con el agua. Me dice que me tranquilice, y que deje el pasado atrás, ya que eso es lo que no me deja ser una persona completa.
¿Una persona completa? Lastimosamente, hay personas hechas a medias porque no manejan varios aspectos de su vida como deberían manejarlos, y eso, en mi caso puntual, según la descripción de la doctora, se debe a lo siguiente: Una conducta problema, que vendría siendo el hecho de que tengo una baja autoestima debido a malas experiencias pasadas que me presionan constantemente y no me permiten generar espacios saludables fuera del ámbito académico, lo que ocurre todo el tiempo. Un enfoque severo en el área académica que me hace olvidar quién soy y mi horizonte en la vida. ¿Quién soy yo? Académicamente soy un gran estudiante, con promedio envidiable y grandes capacidades de comprensión y lecto-escritura ¿Y dónde están las emociones? ¿Dónde estan la sociedad, la familia, los amigos, el amor? No están, porque no los manejo, ni siquiera los tengo en cuenta por el miedo y los traumas pasados que no me permiten avanzar, que me restringen a explorar, con algo de suerte, la mitad de mi ser. La cita llega a su final. La doctora me dice que todo estará bien y que pronto en-
contrará la solución a mis problemas. Así, salgo del consultorio a las 9 de la mañana, cabizbajo, pensativo. ¿Cómo explorar mi ser? ¿Cómo superar traumas que constituyeron 13 años de mi vida? Mientras camino hacia la cabina de radio de la universidad dispuesto a recibir la clase de Producción Sonora me pregunto algo que me embargó durante el resto del día: ¿Soy un hombre completo o soy un estudiante a medias? La lágrima de mi ojo izquierdo vuelve a salir, una sola lágrima camino a la clase, esa lágrima que me devuelve a ese hecho fatídico, a esas sonrisas malévolas, a esos días oscuros que debo olvidar, que estoy obligado a enviar a la basura de mi cabeza. Esa mañana me hizo reflexionar mucho. Me hizo pensar en que debo olvidar el pasado, que debo recordar que esos sucesos jamas se repetirán y que mi vida debe ser tranquila, abarcando lo social, la diversión, la vida misma. Debo aprender a vivir. Aquella mañana decidí no volver a soñar con la lágrima del ojo izquierdo, la camisa rota en la axila, el chorro de sangre proveniente de la fosa nasal derecha, ese episodio de aquella fatídica mañana de octubre del año pasado. Debo vivir mi vida, debo dejar de lado el pasado, debo olvidar por un momento el estudio y la academia. Esa mañana aprendí una lección que jamás olvidaré por el resto de mi vida: debo concentrarme en mí mismo, en mi ser y en mi esencia. Debo dejar de ser, desde ahora, un estudiante a medias.
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Si bien la infraestructura vial del país es vergonzosa, lo que de verdad puede causar hemorroides en un viajero es el absurdo código de tránsito, incumplible, pero con ángeles negros vestidos de verde que se empeñan en exprimir a los viajeros. Ponemos leyes que sean decentes o vivamos en nuestro usual caos, pero no podemos seguir dando tumbos de ahogados.
Juan José Jaramillo Expresión escrita / Tercer Semestre
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e Bogotá a Manizales hay, en teoría, siete horas, tres vías, sorprendentemente solo cuatro peajes y aun así es un infierno de trayecto. Nadie necesita que le cuenten el martirio que es salir de Bogotá, ni la alegría de pasar ese primer peaje, el de Siberia, o en su defecto cualquiera que te saque de la ciudad, pues es acá donde el tráfico empieza a hacerse liviano, soportable. No importan los chambones en el carril izquierdo que van a 50 por hora, ellos son los menos propensos a sufrir la ironía legal. Gracias a un error en la planeación inicial de la Ruta del Sol, desde la capital a Villeta todo es doble calzada, pero como nos gusta, un tramo sí, otro no; pero no importa, el aire fresco de los húmedos paisajes, que van cambiado a clima templado y vegetación más seca, aminora la incertidumbre, y la emoción de salir de paseo con la chica al lado alegra el espíritu. Pero la alegría dura hasta que se ven los primeros conos, anaranjados, materializaciones del mal, más incómodos que cualquier malformación anal, intimidadores por función. Lastimosamente no se distinguen entre los de la Policía de Tránsito, verdaderos conos de la vergüenza, y los de los retenes militares, que tienen problemas, graves, pero lejos de las carreteras pavimentadas. Todos, al ver el primer cono, bajamos la velocidad, los choferes nos erguimos y los pasajeros bajan los pies de encima de la guantera. Me agarro duro del timón, y cuando el tombo saca la mano, la empieza a mover, ‘hijueputaʼ, como todos. Antes paraban para verificar, hoy para presa fija, con las nuevas exigencias y los aparatos tecnoló-
gicos escondidos, no dan puntada sin dedal. Si bien actúan dentro del marco legal, por lo menos cuando te hacen parar, vale la pena pensar cuál es la motivación y la justificación de las leyes que nos quieren aplicar.
La de ida Antes de Villeta, antesitos de La Vega, nos para el primer policía. Adelanto en doble línea en una recta larga después de varios minutos detrás de una mula cargada, y para la doble calzada falta rato. ¿Quién determina dónde hay o no línea intermitente? ¿Alguien en bicicleta? Son una vergüenza los estudios de Invías, ellos determinan, pareciera que al azar, dónde se puede pasar. Y ahí, solo ahí, estaban revoloteando los de verde, con una camarita de fotos rosada, dos con una moto parqueada, improvisando un retén. Una multa más que merecida por el Soat vencido. La otra legal, estúpida pero legal, por adelantar en una recta de 60 metros, toda en doble línea. Escribir un comparendo es fácil, breve, incluso algunos sabiendo la imposibilidad de cumplir las ilógicas leyes viales, los tienen prellenados, con delito y observación escrito, y solo tienen que agregar nombre y hora, porque hasta la fecha está escrita. Son multas precocidas, pero se demoraron 40 minutos en entregarlo, pues con mi labia periodística intentaba evitarlo, y ellos con cuatro frases de cajón querían “colaborarme”. “Todo está en sus manos,” “y ¿cómo hacemos? Usted dirá.” Hace un tiempo estuvo de moda grabarlos, así que hoy se curan en salud y lo hacen a uno bajar del carro para que el pasajero no sirva como testigo, y de bobo, asustado, para no contrariar a esa autoridad, me bajé. Y ¡ay! ellos quieran y uno no, tome el comparendo regañado, “preste pa’ca el formulario que este se quiere hacer partir”.
Es verdad que los conductores tienen a veces la responsabilidad, un Soat vencido es injustificable, un pase vencido también, pero es más injustificable la legitimidad de un policía de tránsito que tiene el poder, y el deber, de castigar, cuando son incontables, literalmente, las veces que dejan que un billetico arregle el asunto. En Cali, durante el mandato de Apolinar Salcedo, la Policía de Tránsito tuvo la peor valoración como institución, lo que es increíble, pues competía en este deshonroso escalafón contra la Alcaldía de Cali, que encabezada por el alcalde ciego, dice que entre otros, se le desaparecieron trece mil millones de pesos que estaban destinados para los colegios públicos de Aguablanca. Multa, inmovilización y para los patios en una grúa escogida por el policía, parcero del chofer, y este a su vez tiene su perro en los patios. Una burda y visible telaraña.
Parte del paseo Un fin de semana forzado en Villeta, y un lunes burocrático en el Siett, una de las mil entidades privadas contratadas por la Secretaría de Tránsito de Cundinamarca. El profesor del curso, un tipo comprometido, habló de la cultura colombiana y cómo afecta el tránsito, hablando de tejidos raros, sin importarle ser el dueño del único centro de diagnóstico en el pueblo. No hay que esforzarse para entender el porqué del énfasis en la importancia de la revisión técnicomecánica, pero por lo menos pidió encarecidamente que “no [le] pasen moraditos”. Para Manizales, y entrando a Caldas, se ve una cultura vial: límites comprensibles, líneas intermitentes, iluminación reflectora, y ni hablar del estado general de la malla departamental. Unas buenas vacaciones algo apretadas por no querer ‘colaborarʼ, y de vuelta el domingo. Pasar Honda, y coger OCTUBRE 2013 - MARZO 2014 / visiones 12
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hacia Guaduas es un examen de paciencia, el calor y las mulas, los millones de mulas y carrotanques que viajan de la Costa y Medellín hacia la capital, son el augurio de un corto pero eterno camino. Pero estoy decidido a no dar papaya, esto debe estar lleno de cámaras, y me voy detrás de una tractomula, que por el paso va vacía, no lleva todo el tren de llantas abajo, y anda, anda, anda, y ya no anda. Nos encontramos una volqueta, cargada, que va a 20 kilometros por hora, ¡20! Después de cinco minutos, sin encontrar una línea punteada, la mula se lanza y yo también, en una recta larga, que tuerce un par de grados a la izquierda y desemboca a otra recta que da perfecta visibilidad, pero no la suficiente para ver recostados a dos del tránsito contra un samán, pero sí lo suficientemente larga para no dejar ver los dos conos que anuncian reten. Nos mandamos, luego me paso yo a la mula, y todo bien, pero a lo lejos sale uno de ellos y mi chica me dice “no te creo”.
La de vuelta Este fue breve, papeles, también me pide que me baje del vehículo y me acerque a su camioneta escondida debajo del mismo árbol, y me dice fresco, tranquilo: “Tiene 50… minutos para solucionar esto. Que te den”. “No tengo tiempo para eso, bacán, pero no me la ponga que soy estudiante, y eso nos golpea fuerte”. “¡Ah! ustedes no tienen problema, si se dedican a tirar piedra”. Sin comentarios. Le digo que desde Honda no he encontrado un lugar donde adelantar y me responde: “Si quiere adelantar, váyase por Ibagué.” Ese es nuestro país, donde no se 38
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puede uno pasar en una carretera de un solo carril, que carga con casi la mitad del transporte pesado patrio, y que violando la ley toma tres horas recorrer los 58 kilómetros, y legalmente, sin adelantar, sería el doble, y todo porque no se dignan a revisar las líneas para marcar bien. Un kilometro más adelante, con la multica en mano, encontramos una línea intermitente, y después de madrear un poco, y reírnos, nos ponemos a buscar la siguiente. La encontramos pasando Villeta. Eso quiere decir que entre Honda y Villeta, y todo lo que significa esa carretera, solo hay una opción legal para adelantar, así que toca empezar a rezar para no encontrarse un carro en ese pedacito que venga en sentido contrario. País de mierda donde queremos cumplir leyes incumplibles, y los encargados cumplen su deber porque pueden sacar una tajadita de ello.
Este no es el país de liebres… ni de nada Villeta, 12 del día, mi mamá me acaba de regañar por hacerme multar, que es mi culpa no seguir la reglas, pero sentimos que hemos terminado la tortura, que hemos terminado el tramo tortuga colombiano, y que solo nos queda la ansiedad de los verdes en algunos sectores, pero ya llegamos al pedazo de doble calzada. ¡Mentira! Es doble calzada, pero legalmente sigue siendo tramo tortuga, solo encontré dos señales que decían 60 como límite de velocidad, el resto eran de 30 kilometros por hora, ¡30! ¡En una doble calzada! Al-
gunos estaban porque había arreglos en un pedacito de uno de los dos carriles, otros eran viejos que habían quedado de pasadas reparaciones, pero otros eran nuevos y permanentes, en doble calzada. No es ni medio normal. Es como si los hubieran puesto para bajar la velocidad por alguna razón, pero se hubieran olvidado en poner los de subir la velocidad, pero ahí sí no importa, las reglas son para que nosotros las cumplamos; ellos, ni más faltaba. Mi papá prestó servicio militar, y un día, años después, se encontró con un compañero que seguía ahí y estaba clavando señales, paró el carro y lo saludó. Luego le preguntó que por qué ponían esos límites tan absurdos de velocidad, y el soldado le respondió que las señales de 80 se habían acabado, las de 60 eran escasas, y para cumplir la ley de poner señalización regularmente, tenían que poner las de 30 kilómetros por hora, que sobraban, así fuera en doble calzada. Sobraron muchas en Villeta. Los paseos siguen siendo paseos, pero ahora entre destino y destino, son un pequeño calvario de inmensas proporciones económicas o morales. Son ruletas rusas de doble línea. No es así en todo el país, los policías de Envigado son famosos por recibir los sobornos y luego entregarlos como prueba ante un juez, y el Valle tiene una señalización decente, lo que en Colombia es casi un milagro. El profesor del curso en Villeta, hablando de los límites de velocidad, dijo: “Dicen que en el Valle hay algunas señales de 100, pero no las he visto”. Es normal, viendo la señalización y demarcación en Cundinamarca, creer que lo lógico sea mítico, fabuloso, algo de no creerse.
GRAFICADORES
En estos tiempos, de insignificantes distancias y frenética producción cultural, exigen comunicadores capaces de afrontar una era de la información en la que predomina la industria visual; unos comunicadores conocedores de la nuevas tecnologías, calificados para descubrir e innovar ese novedoso mundo de imágenes que impera en la actualidad.
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN DE PERIÓDICOS Software Adobe Indesing
Alice Ríos, Alejandra Romero, Rosemberg Aricapa, Esteban Naranjo, María Arévalo, Camila Arce, Carlos Erazo.
Tatiana Prieto, Diego Díaz, Mileidy Malagón.
María Teresa Díaz, Johan Martínez, Nicolás Carvajal, Óscar Buitrago, Sebastián Sánchez, Edward Sierra.
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DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN INFOGRAFÍAS Software Adobe Illustrator
Johan Martínez.
María Teresa Díaz.
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Catalina Ardila
Ă“scar Buitrago
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FOTOGRAFÍA Street Photography
María Fernanda Santafé
Este género fotográfico, es lo que algunos definen como expresión sugerente e intraducible. El Street Photography le adjudica al fotógrafo la postura de observador de la ciudad para reconocer las arquitecturas, las personas, las dinámicas y las situaciones particulares de la ciudad. Contrario a las foto-postales de las ciudades, el Street Photography está en búsqueda de la personalidad de la ciudad, por ejemplo sus colores, los actores que intervienen en ella y la relación que tejen con la urbe. Este tipo de fotografías transmite información sobre la ciudad que pocos ven en su cotidianidad.
Alejandra Mesa Juan Bustos
Diego Martínez Santiago López
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Paula Padilla
Mar铆a Alejandra Neita
Kevin Boh贸rquez
Daniela Cifuentes
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Vanessa Anzola
Fotografía deportiva Como su nombre lo indica, este tipo de fotografía captura los momentos que se presentan antes, durante o después de una muestra deportiva. Antes de realizarla es importante conocer las reglas básicas del deporte. El fotógrafo debe ser paciente, riguroso y reaccionar con rapidez para captar todo tipo de imágenes que representen un momento de tensión o alguna situación clave de la competencia. Los fotógrafos con experiencia logran anticipar las situaciones y tomar fotografías que cuentan la historia de los deportistas y su desempeño.
Danilo Bermúdez Cristian Roa
Andrea Borrero
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Kevin Boh贸rquez
Zayro Blanco
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Sergio テ]gel
Angテゥlica Jimテゥnez
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Andrea Martínez
Lucía Díaz
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Juliana G贸mez
Santiago Ram铆rez