Lado Abierto

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africana 18 Diciembre 29 Enero 2010

ESPACIOBOP

Juan de la Hoz, 22. Madrid. Tel. +34 91 562 37 35

LADO ABIERTO


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Lado Abierto se abre de nuevo a la mirada de los otros y lanza la suya a la luz de africana. Lado Abierto es autorĂ­a borrosa, heteronimia plural de cuatro singularidades: Justo B., Trinidad S., Leandro A. y Jorge G. Lado Abierto mira el azar que nos rodea y construye una Forma que le asiste.


3

Origen

Hierro rojo batido 48 3 28 cm


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Molde y patr贸n

Madera tallada, piel y hierro oxidable 38 3 20 3 13 cm


5

Similar

Hierro batido 40 3 25 cm


6

La fea

Corcho y plomo 31 3 20 3 3 cm


7

Seriadas

Acero oxidado 3 piezas de 95 3 59 cm


8

Contraluz

Lata, lat贸n y alambre 18 3 18 3 12 cm


9

Momento 1

Lata sobre muelle 20 3 10 3 16 cm


10

Momento 2

Lata sobre muelle 20 3 10 3 16 cm


11

Plano general

Lata, lat贸n, alambre y cera 19 3 26 3 1 cm


12

Camino

Acero oxidable, alambre y cera 16 3 16 3 2 cm


13

Medall贸n

Lata, alambre y esta帽o 9 3 10 3 0,5 cm


14

Mir贸n

Lata y esta帽o 8 3 4,5 3 1 cm


15

Espejo

Lata y azul 16 3 11 3 0,5 cm


16

Rombo

Lata, lat贸n y alambre 16 3 16 3 4 cm


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ยกOoh!

Lata, alambre, piedras y cera 12 3 20 3 13 cm


18

¥Mmm‌!

Lata, alambre, piedras y cera 11 3 10 3 15 cm


19

Reflejo

Arcilla y Acero oxidable 2 piezas de 23 3 12 3 13 cm


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Retablo

Madera seca, acero oxidado, piedra, spray y fest贸n 45 3 40 3 15 cm


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NĂşcleo

Acero oxidado y madera blanqueada 121 3 26 3 28 cm


22

Extensi贸n

Acero oxidado 105 cm


23

Diadema

Acero oxidado 23 3 6 3 10 cm


24

Palabral

Acero oxidado y acero oxidable 4 piezas de 50 3 100 3 50 cm


25

Cartela

Acero oxidado y granito negro 22 3 75 3 7 cm


26

Escudo corto

Espuma dorada 60 3 98 3 25 cm


27

Escudo largo

Espuma dorada 60 3 143 3 15 cm


28

Imano

Acero oxidado y acero oxidable 34 3 28 3 4 cm


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Hierro

Acero y empu単adura de madera 60 3 7,5 3 8 cm


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Puerta derecha

FotografĂ­a impresa 50 3 75 cm


31

Puerta izquierda

FotografĂ­a impresa 50 3 75 cm


32

Contorno

FotografĂ­a impresa 50 3 75 cm


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Diana

FotografĂ­a impresa 50 3 75 cm


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TopManta (fragmento_1)

72 piezas: Top 01 a Top 72 Construcciones en tela, cristal, acero oxidable, cuerda, cuero, plomo, latón… y dibujos sobre papel… 12 3 12 cm en distintas alturas


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TopManta (fragmento_2)


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Mantis

Cuenta Meloncillo, nieto de Mantis, una historia vieja, vieja. Tan vieja que casi está olvidada. Escuchad. Meloncillo y Mantis son antiguos, muy antiguos. De las historias primeras de los primeros humanos que recordarse pueden del África vieja. Pues esto era, cuenta Meloncillo, que soy nieto de las primeras palabras. Mi abuelo trajo las palabras y esto os parecerá raro, pero antes no había palabras, no se lo que había porque no había palabras para contarlo. Desde que mi abuelo las trajo nos contamos las historias y entonces las historias no se pierden y las historias nos las contamos unos a los otros para que no se pierdan. Un día llegó mi abuelo con un ala destrozada y le dije: ¿abuelo qué has hecho? Siempre estás trayendo penas y preocupaciones. Y mi abuelo contó.

Fui hasta el final de las rocas, quería llevar palabras a las cosas y encontré un Bullicio. Eran ruidos ásperos y chocantes. Una algarabía de destrozos y sangre. ¡Abuelo, no me asustes! Que siempre estás con penas y preocupaciones. (Meloncillo se enfadaba porque su abuelo era un enredador y se metía en líos y tropiezos que le inquietaban) Y sal de ahí y cuenta lo que te ha pasado. ¡Oh! El Bullicio era de gentes insospechadas que se abalanzaban unos sobre otros arrebatándose la vida y comiéndose los ojos. Y fui allí, entrando al centro de Bullicio para quitarles los ruidos y los gritos y me dieron de lo lindo. Os cuento la historia de mi abuelo para que no se pierda, porque las


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palabras hacen eso,que la historia no se pierda. Y así, mi abuelo decía:

los ruidos y gritos. Luego Viento me dijo que tenía que irse.

Me dieron de lo lindo porque yo quería llevarme los ruidos y los gritos, untarlos con mi sudor y hacerlos comer a la gente para que de sus bocas salieran palabras.

Y entonces abuelo, no tuviste tiempo y por eso nos traes penas y preocupaciones.

Y abuelo ¿qué pasó? Que siempre nos traes penas y preocupaciones. Bullicio me dio de lo lindo pero llamé a Viento que viniera en mi ayuda y viento se coló en sus sobacos y les hizo cosquillas y las gentes de Bullicio se llevaron una sorpresa y ya no podían darme de lo lindo y cogí los ruidos y los gritos y los metí en mi morral, sacudiéndoles con mi Vara. Viento soplaba en la nuca y en los pies y ya no me daban de lo lindo, me dejaron suelto y yo unté de sudor todo el morral porque me metí dentro hasta que se quedaron empapados de sudor todos

¡Meloncillo, escucha a tu abuelo! No me dio tiempo del todo, no, pero muchos de Bullicio comieron lo sudado y cuando ya me iba, antes de que me volvieran a dar de lo lindo los que no comieron, oí que se decían palabras los unos a los otros y la sangre se contuvo y los ojos volvían a mirar y las palabras ayudaban. Y esta historia me la contó mi abuelo, que siempre traía penas y preocupaciones y yo os la cuento a vosotros para que vosotros la contéis a su vez y no se pierda la historia de las palabras que ayudan a las gentes a dejar la sangre y a mirar al otro.


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Gorrión y Meloncillo

Meloncillo cuenta en su aldea una historia que escuchó a sus antepasados cuando descubrieron que ellos no eran los únicos que Luna había alumbrado. Meloncillo cuenta que un día su abuelo Mantis que venía de regreso del viaje que emprendió al borde de Bullicio, vió las alas heridas de quien le pareció una especie desconocida y aun así no le dio miedo. Ya sabéis que Mantis se mete siempre en aventuras extrañas. Mantis se acercó con el sigilo que le caracteriza, esto es alborotando y acercándose a sus ojos le miró fijamente. El extraño parpadeo sin decir nada y lanzó un ruidito de queja. Mi abuelo me contó que vió su ala herida y le puso sobre ella un poco del sebo de Eland que llevaba con él y el pobre ser extraño suspiró, decía mi abuelo que con agradecimiento. Mantis, el charlatán, observó que el extraño no hablaba y dando vueltas en círculo se preguntó si era

por vergüenza, extrañamiento o ignorancia. Ya sabéis que mi abuelo es a veces corto de entendederas y no cayó en la cuenta que era otro y forastero y que lo milagroso consistía en que no quería atacarle ni cogerle ni comerle. Un extraño y forastero que más bien agradecía que Mantis lo cuidase, pues mi abuelo, viendo que no mejoraba lo metió en su morral y en el agujero de unas rocas le arrimó unas pajas. Contaban en la aldea que gorrión lloraba. El abuelo cogió sus lágrimas, untó su cuerpo y dicen que entendió las palabras extrañas que el forastero soltaba. Deja, le dijo, gorrión de contar delicias, a ti también se te acabaron y ahora erras buscando cobijo en alguna cueva africana. Mantis, mi abuelo parlanchín que con su continuo hablar curó a gorrión su ala.


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Gorríon

Hace frío. Mi madre me dijo que me colocara en el centro, así estaría más abrigado por los lados. Hay muchos como yo y todos queremos el centro, debió ser que también sus madres les dijeron lo mismo que mi madre me dijo a mi. Mi madre lloraba. No quería. No tengo miedo, somos muchos. Nos han dicho que es seguro. Nos miramos. Todos queremos creer. Nos miramos. No se nadar ¿sabrán los otros nadar? Miré a mi derecha y el hombre tenía cara de tristeza. Habrá dejado a los hijos y a su mujer. Se le nota cansado. Como yo, estoy cansado. Quisiera que mi madre estuviera aquí y me contara historias de los tiempos primeros y me cantara aquella canción de cuna Akán, aquella que decía: «Alguien desearía tenerte como hijo, Pero eres mío. Alguien desearía criarte en una estera costosa, Pero eres mío.

Alguien desearía ponerte en una manta de camello, Pero eres mío. Tengo que criarte en una estera vieja y rota. Alguien desearía tenerte como hijo, Pero eres mío.» La oigo en mí. Tu voz, madre, no olvido tu voz. Alguien nos da agua, una mujer joven y guapa con unos ojos que me hacen soñar que me mirarán siempre. Unos como esos que encontraré un día. ¿Encontraré un día? ¿Y si no encuentro más que el sobaco de Sol cerrado? Oscuro. Miro a los otros y veo su soledad, como la mía. Les pregunto que si conocen la historia primera de Sol. Oigo el agua movida por las palas. Hablo, no se si me entienden. Mis palabras suenan y cuentan esa historia que dice que Sol era un sobaco que unos niños osados y valientes, prendieron al cielo para que


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alumbrara de calor a toda la tierra. Me callo. ¿Qué idioma hablan los otros? La mujer de los ojos de sueños, habla. La entiendo, dice que nosotros también somos valientes. Y osados. Otros también entienden, algunos sólo sonríen. ¿Entenderán? Muchos hablan y no entiendo. Gritan y sus voces se extienden en este desierto de agua. El agua, tengo miedo ahora de esta agua infinita, que no acaba nunca. No es como el agua de mi aldea que mi madre contaba que en los tiempos primeros, curaba y daba la vida. Esta agua es como Lluvia, a quien decía mi madre que había que temer. Temo esta agua, ahora me cubre los pies y sacamos el agua del bote ¡ que se hunde! Sacamos el agua y así no nos moja. Un hombre habla de Allí, adonde vamos. Allí, que no hay hambre. Allí, donde dice que viven Gorriones que pertenecen a la segunda humanidad, dice. Oigo a la muchacha de la mirada

de sueños que canta la historia de Gorrión, cuando llegó a las tierras de Africa y encontró al viejo Mantis. La soñadora con su canto extiende la dulce estera de la infancia y siento llegar al sueño que me libre del miedo y traiga a mi madre, a mi aldea, a mi barro y las latas, sonajas del baile en las fiestas de Eland. Vuelve el sol y la sed. Vuelve el olor y la vergüenza. Aquí en esta estera de agua, que nunca llega adonde no se. Cómo se llama donde llego, cómo son las caras de los gorriones blancos. Un hombre joven se ríe a carcajadas. Soy muchacho pero entiendo lo que dice el hombre con las palabras incomprensibles. Tengo hambre pero el calambre en la tripa, es por ese hombre que mira a la misma que yo, que pone los ojos en la boca caliente de la mujer de los ojos de sueños. Ríe y ríe y ella también. La alegría de su risa me quita el calambre y pienso en mi madre,


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que estará temblando al sentir mi presencia en su antiguo dolor. Madre, serán un día, otros ojos soñadores de muchacha los que habrán de mirarme, sueño que siempre, Allí. Allí, en el lugar fantástico del que el hombre fantástico nos cuenta fantásticas historias. La fantástica muchacha de ojos soñadores estará en la orilla, para abrigar con labios al Gorrión negro que viene a conquistar el aire. Otro hermano de estera, da un bofetón al sueño y cuenta, y no quisiera entenderle, historias verdaderas:

esteras de gafas de sol, top-manta, carreras. Huidas y al escondite, como en la aldea cuando jugábamos, hace ya un tiempo remoto. Los días no serán mucho, pero el tiempo es otra era. Hace frío. El hombre a todos nos dice que bajemos, que ha habido suerte, que hemos llegado. La orilla no está lejos, cierto. ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? Madre, no te duelas de mi, te escribiré si vivo.


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Africana

Hace tiempo que vago por las tierras, hace tiempo que el azar me guía, hace tiempo que la belleza me sale al encuentro en inesperados trozos de destrozadas materias. En los pueblos y aldeas de donde provengo el triunfo de la destrucción es desmesura. La fibra dura del desperdicio compone mirada con ojos de lata. Figuras desterradas por voracidades de poder depredador, detengamos el tiempo en una patada. La furia de un niño machacando pedazos con pies descalzos, golpes sonoros en el hueco del aire, viajan furiosos de un lado a otro, buscan el eco de bramidos antiguos. Soy el golpe del talón descalzo. Dejé de mañana la casa para encontrar el sol en el inicio y mirar la potencia arrasada. Pensé en la retención de la luz con ansia de oscura posesión. Atraparla y poseerla en un acto de deseo impuro. Rendirme a su libertad, a la inatrapable forma que la contiene. La libertad de la luz desparramándose en las formas. Veía luz y veía formas. Hacer con las dos el sexo de mis objetos. La mañana ya había abierto el día y de vuelta del confín del sol, hollé mi forma, hallé mi lata.


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Trozo otrora refulgente de un cacharro civilizado. Civilizado de ruido, motor y asfalto, que aquí besó polvo y condujo trastos. Cuadrángulo engendrador, retén de luz apagado. En esa forma cabían las pequeñas casas de la aldea, cabían los pequeños árboles de la aldea, cabían las hierbas secas de la aldea, cabían las cabras secas de la aldea, cabían los manantiales secos de la aldea, cabían los hombres perdidos de la aldea, cabían las mujeres mutiladas de la aldea, cabían los pequeños de la aldea, los niños de mi aldea, ratoncitos de la esperanza. Lo ví, en el confín del sol, mientras caminaba al día abierto por la luz sin forma. El hallazgo está en la mirada y en la autonomía que se dona a lo que se mira. Las construcciones se nutren de elementos de la primera humanidad, su belleza se encuentra en el desecho de lo naciente. Todo resto es un inicio. De las sobras de un goce proviene el humano, de lo descartado en la serie, nace lo nuevo. Piensa a veces con estos modos. Son modos mudos del origen.


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Cuando vio la chapa pensó en el opaco brillo de la pobreza, la que gusta retratar al occidente alimentado. Pero ella no piensa en el «pobrismo», sino en el borde machacado donde la forma pide un ojo que la descubra. En el borde machacado donde el hoyuelo del golpe cuenta la vida. Golpes de usos, golpes de tiempo, golpes de gracia. Hoyuelos de sonrisas, dime anónima lata ¿cómo te llamas?, si te recogo en forma ¿te doy un nombre? Mi nombre de alambre, mi hambre. Escuchaba hablar de los tiempos remotos, me zambullía en la cháchara de los sonidos y sentía el golpe de cada palabra. Quería atrapar el sonido de las palabras, hacer de ellas el golpe del talón en la lata. La cháchara estaba conmigo mientras cortaba el borde de un bote que me trajo al encuentro una patada. Si los niños hacían zancos, yo le daría la forma que fuera la acogida de una historia congelada. Corros humanos envueltos en la gelatina de las palabras que decían los cuentos de los primeros tiempos. Qué pasó que la forma sola no bastó. Forma y golpe. Figura y silencio.


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Siento el tiempo en mi espalda o en mis ojos o en los tuyos, siento el tiempo. Así que un día, recordando lo que mi madre decía de las cosas que hablan, hice del tiempo cosa y al igual que cuando pequeña construía juguetes inesperados, hago formas de trozos de palabras. Los trozos hablan. Mi cuadrángulo tiene un lado abierto y ha girado en redondo y ha hecho un plato. Ojo de luna en lata incrustada. Mientras. cierra el día en el universo y la humanidad se asusta o corre a recogerse en chozas o en palacios. Hoy también la guerra sigue cuando la luna reina, no hay descanso en el universo. Las humanidades frágiles miran el tiempo nunca alcanzado. Un día y una vida, son equivalentes me decía. Un día tiene todo, una vida tiene todo. Principio y fin de las gentes. De pronto el sol se planta con la rapidez del parpadeo y el sol se va como llega la muerte en un disparo. Crecí siendo multitud arrojada a una


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calle de polvo y sol. Impresión de inexistencia, amalgama de cuerpos aturdidos y silencio. La vida, empeño por existir, el sol, empeño por sombra. Uno tras otro, caminando, caminando, el sol arrasa, caminando, caminando, la sombra se escapa. Nómadas del sol, siempre detrás de la sombra, la vereda se estrecha, se ciñe la naturaleza. Silencio y camino, los cuentos en la aldea. La ciudad se sueña sombra deseada. El sol cae en la huida, huida de sombras que son ahora oscuridades absolutas, el sol cae en pobreza y desierto, huida dalambre, huida de arena, sábanas de sol envolviendo los cuerpos, sudarios de sombras. El sol cae derribando la luz y la vida, la noche que trae, cae en los ojos de sol, abiertos en súplica de una mano de dios, que cierre los párpados al sol ciego, que lo mató de luz y de hambre. Sudario de luz en la noche oscura del Africa rendida al odio de dioses pequeños de hombres poderosos.


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Sol y hambre, de esclavos a inmigrantes. Me dijeron los antepasados que todos éramos miel y sudor. Quieren arrasados paisajes tener muchas vidas posibles. Quieren los desvastados paisajes tener una vida posible. Se quieren las riquezas negras y acabar con el estorbo humano. Los paisajes posibles han tenido la oportunidad de un asno, extinguir en la reserva lo que fue amado. Quiere la avaricia dejar paisajes en sangre, paisajes de muertos, paisajes de trozos, dejar lanceado de olvido el asesinato de Mantis y los suyos. Asolar. Y que las sandalias del Kalahari no sigan haciendo lunas, soles y cuentos. Quieren los paisajes del alba ensoñarse en destellos recogidos en materia de alambre, de hojalata, madera y papel. Los arrasados paisajes quieren, con una mirada, alumbrar figuras de tristezas rescatadas. Hija de ciudad quiere, hacer forma y nombrar Africa. Que la forma dictamina y rige. Que es nutricia de la figura a la que crea y alimenta, coágulo germinal, zigótica línea, continente. Africa informa.


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Cuenta el amanecer, hija de ciudad. Cuenta privilegios de sombra que le ayudaron con el sol recogido en materias oxidadas y oasis en fuga. Cuenta días de huida sonando a galope los golpes de fraguas lejanas. Cuenta telares de sombra para tanta sangre, tanta boca olvidada y echada al hacha de la avaricia, el odio, la impunidad y la desgana. Cuenta el sudor que nos iguala. Yo soy tu, tu soy yo, poderes de nada. Cuenta la miel de los cuentos de mama, que en las noches de chispa, de voz en voz, de pecho en pecho su rumor nos dormía. Esteras de lata. Hija de ciudad busca a Mantis y su sandalia estrellada. Cuenta el agua que salva y que mata, que oscuros cadáveres siembran el sol de oscuros temblores. Que la forma, amor que es, cuenta un amanecer de murmullos y este tropiezo en la chapa. Hija de ciudad. Siento los ojos que me miran en cada calle iluminada de una energía de expolio.


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Grito la culpa de nuestras guerras. Si me dieron la cultura invasora, arrancándome de la inocencia tribal; si las palabras trajeron nuevas formas, inexistentes formas y los ojos de mi aldea han quedado encallados. Si soy hija de ciudad me pregunto por la deuda. Hice el camino de las tierras de barro al asfalto europeo, hice el camino que añoraba la vida y salir de la muerte segura en cuarenta años de media; hice el camino de vivir sin media. Dejé atrás mi sandalia estrellada y llegué a las letras ignoradas. Conocí el desfalco del alma africana y obligué a mis pasos, a andar lo desandado. Si soy hija de ciudad, la deuda es la vida. Miro la Europa de Gorrión asustado y encuentro en su vuelo a Mantis, Africana. Una mañana de sol temprano recorre, Gorrión delicado, la línea de sombra del jardín humano y, ahí se hace un momento de paz planetario, momento de delicia congelado. Gorrión y Mantis, nombres de humanidad desvalida. Igualados nombres de las delicias igualadas. Miro la Europa culpable del saqueo de Mantis, la Europa culpable del expolio, la desmesura y el odio excitado


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en las arcanas entrañas de Africa, la extraña. Miro la mañana de sol temprano, Gorrión pasea por el borde de un jardín en sombra y veo el juego delicioso, a la sombra de un baobad, de Meloncillos ocupados en modelar sus deseos con restos deseschados. En el viaje al centro del mundo, Africana observa el derrumbe. Sonríe a Gorrión europeo que busca espacios detenidos en la gracia de la vida. Sonríe a la frescura de su recuerdo de los campos africanos, de las voces de las madres y el murmullo aguerrido de los hombres, de los padres diluidos en el fracaso proveedor. Sonríe a Gorrión europeo en el mismo fracaso de murmullo y recuerdo. Gorrión y Meloncillo sonríen en sus ojos cuando miran y ven. La vida tiene la delicia de existir. Insignificancias de ser, permanencia de lo vivo. Africana rinde su mirada a la delicia. Plata del trozo de lata, alambres de lumbre, cuerpos de amor. Algodones de hierro oxidado, ceñidores de forma de la delicia y el dolor.


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ÍNDICE

OBRAS Origen Hierro batido y rojo 48 3 28 cm

3

Molde y patrón Madera tallada, piel y acero oxidable 38 3 20 3 13 cm

4

Similar Hierro batido y remaches 40 3 25 cm

5

La fea Corcho y plomo 31 3 20 3 3 cm

6

Seriadas Acero oxidado y remaches 3 piezas de 95 3 59 cm

7

Contraluz Lata, latón, alambre y cera 18 3 18 3 12 cm

8

Momento Lata sobre muelle 20 3 16 3 10 cm

9-10


52

Plano general Lata, latón, alambre y cera 19 3 26 3 1 cm

11

Camino Acero oxidable, alambre y cera 15 3 15 3 3 cm

12

Medallón Lata, estaño y alambre 9 3 10 3 0,5 cm

13

Mirón Lata y estaño 8 3 4,5 3 1 cm

14

Espejo Lata y azul 16 3 11 3 0,5 cm

15

Rombo Lata, latón y alambre 16 3 16 3 4 cm

16

¡Ooh! Lata, piedras, cera y alambre 12 3 20 3 13 cm

17


53

¡Mm…! Lata, piedras y cera 11 3 10 3 15 cm

18

Reflejo Arcilla y Acero oxidable. 2 piezas de 23 3 12 3 13 cm

19

Retablo 20 Madera seca, acero oxidado, piedra, spray y festón. 45 3 40 3 15 cm Núcleo Acero oxidado y madera blanqueada 121 3 26 3 28 cm

21

Extensión Acero oxidado. 105 cm

22

Diadema Acero oxidable 23 3 6 3 10 cm

23

Palabral Acero oxidado y acero oxidable 4 piezas de 50 3 100 3 50 cm

24


54

Cartela Acero oxidado y granito negro. 22 3 75 3 7 cm

25

Escudo corto Espuma dorada. 60 3 98 3 25 cm

26

Escudo largo Espuma dorada. 60 3 143 3 15 cm

27

Imano Acero oxidado y acero oxidable. 34 3 28 3 4 cm

28

Hierro Acero oxidable y empuñadura de madera 60 3 7,5 3 8 cm

29

Puerta derecha Fotografía impresa 50 3 75 cm

30

Puerta izquierda Fotografía impresa 50 3 75 cm

31


55

Contorno Fotografía impresa 50 3 75 cm

32

Diana Fotografía impresa 50 3 75 cm

33

TopManta 72 piezas: Top 01 a Top 72 Construcciones en tela, cristal, acero oxidable, cuerda, cuero, plomo, latón… y dibujos sobre papel… 12 3 12 cm en distintas alturas

34-35

TRES CUENTOS Mantis

36

Gorrión y Meloncillo

38

Gorrión

39

TEXTO Africana

42


56

Agradecimentos: •  Lorenzo Alonso por su generoso apoyo. •  EspacioBop por la exhibición de los trabajos que este equipo realiza. •  Hilario Simón por la maquetación de esta publicación. •  A nuestros pares.

© LADO ABIERTO:   J usto Barboza, Leandro Alonso, Jorge Gallego y Trinidad Simón   Diciembre 2009

Edita: Grupo LADO ABIERTO www.ladoabierto.com


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