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Anónimo Colegio Los Molinos 1973-2013 / Anónimo; coordinado por Milagros Iroz. - 1a ed. - Munro: Colegio Los Molinos, 2013. 260 p. ; 21,5x28 cm. ISBN 978-987-29986-1-5 1. Historia del Colegio. I. Iroz, Milagros, coord. CDD 370.098 212 Fecha de catalogación: 06/09/2013
COLEGIO LOS MOLINOS Consejo de dirección: Gabriel Quijano Ernesto Castellano Patricio Grondona Pedro Perkins www.losmolinos.edu.ar Los Molinos, 1973-2013. Colegio de familias Editor responsable: María Marta Mones Cazón Editora y productora: Milagros Iroz Proyecto gráfico: Grupo Abierto Comunicaciones (GAC) Diseño y maquetación: Fabián Canosa Fotografía: Nicolás Bonfante y archivo fotográfico Impresión: Biocolor SRL © Colegio Los Molinos Int. Ávalos 2751, Munro Buenos Aires, Argentina Tel. +5411 4762 1300
Colegio
Los Molinos 1973 - 2013
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Impulso Apoyo Orientaci贸n Resultado 6 | Colegio Los Molinos
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CAPÍTULO UNO
Nunc Coepi CAPÍTULO DOS
Padres CAPÍTULO TRES
Educadores CAPÍTULO CUATRO
Alumnos
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Prólogo P
ara APDES es una gran alegría y nos enor-gullece compartir con el Colegio Los Molinos su festejo por estos 40 años de trayectoria, haciendo realidad cada día la misión de colaborar con los padres en la formación de sus hijos. Ciertamente, el lema del colegio NUNC COEPI (Ahora comienzo), refleja el espíritu que se vive en quienes conforman Los Molinos: el afán alegre y tenaz de superación, de ser mejores personas cada día. Con este espíritu, estos colegios fueron pensados por San Josemaría Escrivá de Balaguer y estamos convencidos que los soñó tal cual como son: un espacio donde se forman personas que quieran elegir el bien, la verdad, que hagan buen uso de su libertad y, por encima de todo, que sean verdaderos amigos de Dios. Por eso, nos alegra enormemente compartir este aniversario con Los Molinos, porque sabemos que desde hace 40 años pasan por sus aulas y pasillos personas con este anhelo de grandeza; que dan lo mejor de sí para enseñar y para aprender, que dan su ejemplo, que dejan su huella. Cada institución crece y adquiere su identidad por el aporte de las personas y equipos de trabajo que la conforman. En 1973, APDES fundaba Los Molinos que se sumaba al Colegio El Buen Ayre, ambos ubicados en ese entonces en la Capital Federal. Para quienes conformaban APDES, era inimaginable pensar en la cantidad de familias que iban a apostar por este proyecto educativo, que hoy alcanza a 6200 alumnos que cursan sus estudios en 19 colegios y jardines de infantes ubicados a lo largo del país. En 2016,
Dios mediante, este número ascenderá a 21 con la inauguración de dos nuevos colegios en Pilar. Toda historia tiene un comienzo. Los Molinos y todos los colegios de APDES, son hoy una realidad gracias al aporte de padres comprometidos e inquietos por una buena educación para sus hijos. Por eso queremos hacerles llegar nuestro eterno agradecimiento a los que hace 40 años se animaron a iniciar este gran proyecto: a los padres, a los directivos, docentes y personal que trabajaron incansablemente desde los cimientos. Solo grandes personas construyen grandes obras. Actualmente, nuevas familias conforman los colegios y muchos de los padres son ex alumnos que optan por este proyecto para sus hijos. A todos ellos les queremos transmitir que estas instituciones, con tanta trayectoria, son el fruto del trabajo de familias comprometidas. Por eso, los animamos a seguir aspirando alto en la educación de sus hijos y a involucrarse cada vez más para brindarles un futuro mejor. Una vez más, felicitamos al Colegio Los Molinos por sus 40 años formando buenas personas, amigos leales, miembros responsables de una familia, profesionales competentes, ciudadanos responsables y buenos hijos de Dios.
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y así comenzó 40 años han pasado desde su fundación y su espíritu se mantiene inalterable. Un colegio de familias que desarrolla una educación de calidad, donde se cultivan las virtudes humanas y cristianas, y donde las familias participan y se comprometen.
E
n la década de los años ‘70 un grupo de padres se movilizó para ocuparse con mayor protagonismo de la educación de sus hijos. Querían un colegio al cual pudieran imprimirle un tono formativo acorde con sus convicciones y el modo de vida de sus hogares. Ese grupo de padres, que compartía valores y principios educativos, se constituyó luego como el primer Grupo promotor del Colegio Los Molinos. Lo integraban unas 30 personas, lideradas por el Dr. Rómulo Naón, y fue el encargado de velar para que se mantuviera el estilo fundacional y característico de Los Molinos.
La fuerza de una idea Todo sucedió en muy poco tiempo. A tan solo dos años antes del primer día de clases comenzaron los preparativos de lo que luego sería el Colegio Los Molinos.
ideario Sumado al aprendizaje académico, se pretende formar al alumno en el cultivo de las virtudes humanas, fundamento de las sobrenaturales.
ideario
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“
La tarea educativa de Los Molinos no acaba con la formación académica sino que se completa con una sólida formación humana y cristiana; por eso hablamos de formación integral. Se educa a la persona en todas sus dimensiones para que los alumnos crezcan incorporando virtudes y valores que los ayuden a ser, en un futuro, profesionales responsables, ciudadanos comprometidos, buenos amigos, la mayoría de ellos buenos maridos y padres de familia, cristianos coherentes y buenos hijos de Dios. Capaces de influir positivamente en la sociedad y, en concreto, en los ambientes donde trabajen y se desarrollen”. Gabriel Quijano Director general
Así, en 1971, un reducido grupo de padres se organizó con la idea de fundar un colegio para sus hijos. Buscaban ofrecer una educación de calidad, inspirada en una visión trascendente de la existencia humana. Esto es, un nivel académico alto, formación en valores cristianos y una educación coherente con el modo de vida de esas familias. Estaba la idea, existía absoluta coincidencia, faltaban los alumnos. Y por ende, las familias. Rómulo Naón, un abogado de 30 años y padre de familia, lideró el primer Grupo promotor del colegio y se dedicó, durante todo ese año, a promocionar este nuevo centro educativo entre familias amigas y conocidas. Hablaba de un colegio, aún sin nombre, sin sede, sin cuerpo de profesores… Pero que tenía el firme propósito de ayudar a los padres en la educación de sus hijos varones. Esas reuniones, que se sucedían en casas de familias, contaban con la presencia de Marcos Ronchino, filósofo y experto en educación, quien con una admirable y persuasiva oratoria alentaba a los padres a comprometerse profesionalmente en la creación de colegios para sus hijos. 14 | Colegio Los Molinos
El año 1972 fue un período de grandes avances. Rómulo Naón y Arturo Vázquez Ávila entrevistaron en marzo a quien ocuparía el cargo de director: Juan Clemente Lescano, un abogado de 28 años con experiencia en el área de Educación. Rómulo y Juan Clemente trabajaron a lo largo de todo ese año en la promoción del colegio. Para entonces, el nombre resuelto era Los Molinos, que triunfó entre las demás propuestas, ninguna muy firme. En una oficina prestada, en una planta baja de la calle Juncal, Rómulo –guía telefónica en mano– llamaba sin descanso a familias conocidas, y no conocidas, para informarles y entusiasmarlas con el futuro colegio. Juan Clemente, mientras tanto, se abocaba al marketing con la creación de carpetas y folletos que presentaban: “Colegio Los Molinos; educación personalizada, formación cristiana, deportes e inglés”. Hasta ahí, eso era Los Molinos. Ese mismo año se concretó la búsqueda y compra del primer edificio del colegio. Antes de definir la zona de Belgrano como ubicación geográfica de
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Los Molinos, se adquirió un terreno en Tigre –sobre lo que hoy es el acceso a Tigre– que resultó una idea poco feliz para los padres que entonces apostaban por el colegio. Fácilmente se dio marcha atrás y se eligió una casa residencial en Belgrano R, un barrio apto para convocar a familias del Centro y de Zona Norte. En septiembre de 1972, se encontró la que en diciembre se convertiría en la primera sede de Los Molinos, en la calle Superí 1640/70. Una casa de familia, con ambientes grandes y señoriales que debía ser mínimamente acondicionada para recibir, pocos meses después, a los alumnos.
Los primeros años del colegio En febrero de 1973, a tan solo un mes del comienzo del primer año lectivo, se recibió la casa de Superí 1640/70, primer edificio de Los Molinos. Padres, directores y amigos trabajaron durante un mes en las tareas de acondicionamiento. Así, mien-
tras los hombres se repartían el trabajo de carpintería, las mujeres se concentraban en el armado de cortinas y ambientación de las aulas. También el mástil de la bandera y el tocadiscos que entonaría el Himno Nacional aparecieron en esos últimos días. Con cuidado y esmero, se procuró imprimir desde un principio ese ambiente familiar y alegre que caracteriza a Los Molinos. El lunes 19 de marzo de 1973, todo comenzó muy temprano. Para las 8.20, además de padres, directivos y maestros, estaban los casi 80 alumnos que inauguraban sus cursos –de jardín a 3°grado– en y junto con Los Molinos. En un clima de osadía, trabajo esforzado, cuidado de los detalles y buen humor se fueron sucediendo los primeros días y meses de ese comienzo lleno de esperanza. Los recursos humanos y económicos eran escasos pero con trabajo y creatividad se cubría lo principal. Al trabajo del director, por ejemplo, se le sumaban tareas como la de atender la puerta, ayudar en Colegio de familias | 15
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¿Por qué Los Molinos? Aunque existen un par de teorías, la de mayor fuerza sostiene que el nombre “Los Molinos” comenzó a circular a partir de 1972. Se barajaron algunas alternativas entre los cuales Los Molinos tenía mayor peso. Juan Clemente Lescano, primer director del colegio, se ocupó de implantar y hablar de “Los Molinos” en las reuniones previas a su fundación. Así fue que cuando llegó el momento de definir el nombre del colegio, “Los Molinos” era sin duda el que más sonaba.
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el comedor o estar en los recreos, hacer de profesor de educación física y hasta velar por el fuego de la chimenea a leña, único medio de calentamiento. Las finanzas del colegio mejoraron cuando se hizo cargo del comedor, y a partir de entonces no hubo serias dificultades que no pudieran ser atendidas. El cuerpo de profesores se fue conformando con la ayuda de los padres que presentaban a familiares, conocidos o profesionales con experiencia en centros educativos como idóneos para trabajar en el flamante colegio. Otros debieron recibir capacitación en educación y pedagogía, porque si bien eran universitarios, no estaban específicamente preparados para trabajar en un colegio primario. El tiempo fue pasando y el prestigio del colegio creciendo. El boca a boca significó una herramienta de comunicación y difusión importante entre las familias. Aparecían así familias amigas o conocidas de aquellas que ya estaban en el colegio, varias que en un primer momento quisieron pero no se animaron, y otras que coincidían llanamente con el ideario de la institución. Los alumnos, por su parte, se mostraban alegres. Los Molinos era un colegio chico en el que todos
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se conocían y se trataban –aún entre alumnos de distintas camadas–, y en el cual todo se desarrollaba como si fuera en una casa grande de familia –literal y metafóricamente–. Con el paso de los años y el crecimiento del colegio, la sede de Superí dejó de resultar amplia y espaciosa, y debió ser reformada un par de veces para incorporar aulas y espacios comunes. Hasta se llegó a alquilar un anexo en la cercana calle Pampa para acomodar allí a los primeros años de secundaria. Estas mejoras funcionaron hasta que surgió la idea de trasladarse a un terreno en Munro.
Un colegio con hectáreas verdes En 1978, la familia Güemes donó una manzana en la zona de Munro y en la década de los años ‘80 esa pasó a ser la nueva sede del colegio. En 1980 se trasladó el secundario (hasta 3° año) y tres años después lo hizo primaria. A partir de marzo de 1983, el colegio completo funcionó en Munro. Además de un edificio para primaria y otro para secundaria –que varios años después se unieron con el edificio conector– la sede de Munro tenía la gran
particularidad de contar con un campo deportivo propio. La práctica de deportes constituía un diferencial del colegio que se acentuó y fortaleció con la nueva locación. Pocos años después se adquirieron dos manzanas linderas más, y se completaron así las actuales tres hectáreas. Metros y metros de patio abierto desembocan en áreas de verde que se emplean a diario para el ejercicio físico. A este espacio se sumó, a partir de 1996, un terreno en Pilar donde se construyeron casi 30 canchas de fútbol y de rugby. Ese campo se utiliza todos los sábados del año para competencias deportivas de los alumnos, exalumnos, docentes, padres y amigos. En 1998, el colegio celebró su 25° aniversario. Para entonces, Los Molinos era un colegio consolidado, de nivel académico alto y sólida formación humana, con una matrícula de alumnos que crecía anualmente, y camadas de egresados que desde 1982, con toga y birrete, se despedían cada año del colegio. A 40 años de su creación, el espíritu fundacional de Los Molinos se mantiene inalterable y vivaz. Un colegio de familias que procura ayudar a los padres en la formación integral de sus hijos. Colegio de familias | 17
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Escudo y lema Comenzaron las clases en 1973 y Los Molinos aún carecía de escudo y lema. Algunas ideas
El estilo educativo
rondaban la cabeza de Juan Clemente pero faltaba tiempo y buena pluma para que estas se convirtieran en insignias. Fue durante ese mismo año que en un encuentro casual y callejero del Dr. Lescano con el Padre Constantino Gargallo, queda patentado el lema del colegio. El director de Los Molinos le cuenta las novedades del colegio, le informa que está pensando el lema y le pregunta si acaso se le ocurre alguno en latín. Nunc Coepi, fue su pronta respuesta. Significa “Ahora empiezo” –continuó el sacerdote– y se trata de una frase de la Escritura que empleaba mucho el fundador del Opus Dei. A partir de ese momento, esas dos palabras se convirtieron en el gran lema de Los Molinos. La creación del escudo llevó algo más de tiempo. Los diseños que llegaban al colegio no terminaban de convencer y fue a comienzos del ‘74 que a Juan Clemente Lescano se le ocurrió esbozarlo él mismo. Alcanzó a definir la presencia de un castillo y las aspas de un molino de viento, y un amigo chileno –con idea de heráldica– llegó a elaborar un escudo. Ese dibujo fue revisado por el Padre José María Fontán, otro avanzado en heráldica, quien lo terminó de plantear y presentar según los colores distintivos del colegio.
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La finalidad educativa esencial de Los Molinos ha sido, desde su origen, la de ayudar al alumno a crecer como personas; a ello se refiere el colegio cuando habla de formación integral. Se espera que el día de mañana estos alumnos lleguen a ser profesionales competentes, miembros responsables de una familia, amigos leales, buenos hijos de Dios y ciudadanos comprometidos, capaces de influir positivamente en la sociedad. Para ello, Los Molinos formula su proyecto educativo como un servicio a la familia, y vincula en una tarea común a padres, educadores y alumnos. El colegio reconoce el protagonismo de los padres como primeros y fundamentales educadores, y colabora y complementa esta tarea. La familia debe, por tanto, mostrar su adhesión al ideario para asegurar la coherencia y eficacia en la educación. En cada alumno se promueve el afán de conseguir un nivel académico alto, el dominio del inglés como segunda lengua, el desarrollo de habilidades deportivas y una formación religiosa y espiritual que lleve a los alumnos a adquirir una vida de piedad sólida. Asimismo, se procura la consolidación de conocimientos, actitudes y hábitos que les faciliten afrontar con madurez lo que la vida les pone por delante.
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El colegio se concibe como un ámbito de trabajo y de convivencia, en el que se exige de modo habitual detalles de esfuerzo, de servicio, de preocupación por los demás, y donde se busca que haya un ambiente en el que cada uno se sienta a gusto. Se fomenta el espíritu de deportividad en todas las facetas de la vida. Por eso, también el deporte se considera como un medio eficaz para educar en virtudes humanas tales como la constancia, el espíritu de sacrificio, la lealtad y el compañerismo. Los Molinos, un colegio de APDES El Colegio Los Molinos es uno de los colegios integrantes del Grupo Educativo APDES, una comunidad educativa donde las familias están comprometidas con la educación de sus hijos. La Asociación para al Promoción Deportiva, Educativa y Social (APDES), se creó jurídicamente el 20 de noviembre de 1970. A partir de ese momento, un grupo de padres de familia trabajó en colaboración con expertos en pedagogía para sacar adelante colegios con las características concretas que ellos pretendían. Al 2013, 19 colegios integran el grupo educativo APDES. Se trata de colegios hermanos a Los Molinos porque si bien están dispersos en diferentes provincias, se basan en el mismo ideario y promueven el mismo proyecto educativo.
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Los Molinos,
San Josemaría y el Opus Dei
M
ás de 40 años atrás, avanzada la década de los ’60, un grupo de padres de familia comenzó a reunirse en Buenos Aires con la idea de sacar adelante colegios en los cuales sus hijos recibieran una formación coherente con la que ellos querían darles en sus casas. Ese grupo de padres, que en un principio se contaba con los dedos de una mano, fue pionero; pero tenía un inspirador: San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. En el verano europeo de 1963, en un pueblo de Navarra, España, el fundador del Opus Dei comentó la necesidad de promover que los padres se ocuparan con mayor protagonismo de la educación de sus hijos; y un modo concreto podía ser a través de colegios, fundados por los propios padres. Así nacieron los primeros colegios en España, agrupados en Fomento de Centros de Enseñanza, antecedente del grupo educativo APDES, fundado en 1970 en Argentina. Un par de años antes, en 1968, había comenzado a funcionar en Buenos Aires el colegio de mujeres El Buen Ayre. La misión y los fines del Colegio Los Molinos responden así al ideal educativo desarrollado por San Josemaría. La impronta del Opus Dei está presente en la actividad diaria de los que forman parte de este colegio, promoviendo la búsqueda de la plenitud de la vida cristiana en el trabajo, la familia y las ocupaciones cotidianas. En este marco, APDES le solicita a la Prelatura del Opus Dei el nombramiento de los capellanes y de los profesores de doctrina católica.
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Así nació
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En marzo la Comisión de APDES designa al Dr. Rómulo Naón como director del Grupo promotor del colegio y contrata al Dr. Juan Lescano como director general de lo que luego se llamaría Los Molinos. El primer cometido: convocar a las familias y organizar la puesta en marcha del nuevo colegio.
La histórica Superí El 21 de septiembre de ese año se encuentra lo que luego será la primera sede del Colegio Los Molinos. Una casa de dos plantas en la calle Superí 1640/70, en el barrio Belgrano R. La compra se concreta en diciembre de ese año.
1972
Puesta a punto En febrero, a solo un mes del comienzo del primer año lectivo, se recibe la casa y se realizan las tareas de acondicionamiento.
1973
años preparando
el futuro
1973-1983 Secundaria en Munro
En marzo comienzan allí los cursos de 1°, 2° y 3° de secundaria.
1980
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Todos en Munro
Y se van los primeros Egresa la 1ª Promoción.
1982
Primaria se traslada a Munro y desde marzo el colegio completo funciona allí.
1983
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1973-1983 Crece Superí
Fundación del colegio
El 19 de marzo es el primer día de clases. Se inicia con más de 70 alumnos, de preescolar a tercer grado.
Deporte y mucho más
El Día del deporte se organiza por primera vez en la chacra de la familia Caputo.
1973
Se amplía la primaria en la sede de Superí y se compra la casa de la calle La Pampa, también en Belgrano R, para la secundaria.
1978
Más terreno... lejos
El colegio crece hacia la zona de Munro donde se edifica el secundario y se logra el primer campo de deportes propio.
1979
1984-1993
Lectura obligada
El día de todos
Comienza a publicarse “Promociones”, el anuario del colegio.
En el día de la primavera se organiza la primera fiesta de la familia en Munro.
1991
Verde que te quiero
Mejor así
Se construye el edificio conector entre primaria y secundaria.
Alumnos y profesores ayudan a forestar el campo de deportes de Munro.
1992
1993
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1994-2003
Study & Travel
Muy bienvenidos
Mucha matemática
En el invierno se lleva a cabo el primer curso de inglés en Inglaterra.
Comienzan los Talleres de Lectura y más tarde los de Escritura.
El colegio comienza a participar en las olimpíadas de Matemática.
1993
1994
¡Más canchas!
Se adquiere el campo de deportes de Pilar.
1996
2004-2013 Los profesores también estudian
Siempre Presentes
Volver a las canchas
Se edita el primer número de “Siempre Presentes”, una publicación para exalumnos.
El primer Encuentro de fútbol de padres de APDES se realiza en 2004, en Mendoza.
2004
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Los docentes siguen un programa de desarrollo docente (PDD) que cubre distintas áreas.
2005
Solos y con tiempo
Se concreta el primer campamento padres e hijos.
2008
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1994-2003 Junto a Los Molinos
Una grata visita
El Prelado del Opus Dei Mons. Javier Echevarría visita en agosto el colegio.
1997
Bodas de plata
Nuevo director
Los Molinos celebra su 25 aniversario.
Gabriel Quijano asume como director general del colegio.
Se inaugura la ermita con las figuras de la Virgen, el Niño y San José.
1998
2000
2003
2004-2013
Buenas noticias
Comienza a editarse “Molinos de viento”, un diario realizado por alumnos.
2009
Familias solidarias
El papa Francisco
El Teatro de madres cumple 15 años.
Familias del colegio participan de diversos proyectos solidarios.
En marzo el colegio festeja la elección del papa Jorge Bergoglio.
2010
2012
2013
Ellas, a escena
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Además del trabajo de oficina, la promoción abarcaba reuniones en casas de familia que se realizaban a la noche; la familia Miguens fue muchas veces anfitriona. Estaba todo calculado al detalle. El profesor Marcos Ronchino, filósofo de nota,
abría la sesión en su carácter de asesor pedagógico, como humildemente lo presentábamos. Ronchino cautivaba a la audiencia con su erudición; era nuestro as de espadas. También Lescano, director general, conseguía entusiasmar a los presentes con sus nociones de pedagogía. Por último, me tocaba a mí hablar –en un tono grave y creíble– de nuestros caballitos de batalla: enseñanza personalizada, religión, inglés y deporte.
Era tal nuestro fervor y nuestra convicción, que estas reuniones resultaban exitosas y los matrimonios repetían su asistencia. Rómulo Naón Padre de exalumno con nietos en el colegio
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Es sumamente alentador recordar las reuniones de padres de familia, motivándolos a comprometerse
profesionalmente en la creación de comunidades educativas para sus propios hijos. El desafío fue doble. Padres, conscientes de su gravísima responsabilidad; y, de mi parte, el estímulo de hacerles entender el serio compromiso que debían asumir. Fue una experiencia única, fascinante
y sumamente fecunda. La familia y el colegio deben ayudar a la formación de jóvenes libres y responsables, solidarios y abiertos a Dios y a los otros, para la construcción de una sociedad más justa, humana y cristiana”. Marcos P. Ronchino Asesor académico y exdirector del colegio
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Qué recuerdos los del año 1972 cuando organizábamos las primeras reuniones de promoción… Invitábamos a amigos que compartieran con nosotros el interés de tener un colegio que nos ayudara en la educación de nuestros hijos. Recordamos con cariño y alegría aquel 19 de marzo de 1973, el primer día de clases del colegio Los Molinos. Los días previos, los padres de los primeros alumnos los dedicamos a colgar cortinas, pintar pizarrones y poner a punto la casa de la querida sede de Superí. Vimos nacer y crecer a este colegio, nuestros seis hijos varones pasaron por sus aulas y ahora, al entrar a Los Molinos para acompañar a nuestros nietos, nos deslumbra lo que ha crecido en metros, en alumnos, en el área académica… Y, sin embargo, la esencia permanece.
Llegamos a cumplir 29 años con hijos en el colegio, estamos convencidos de que valió la pena”. Julio Paz y Tensy Miguens de Paz Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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Siempre estuvimos convencidos de que la familia es básicamente quien forma y educa a las personas, pero también creemos que el colegio –con su ideario, entorno, profesores y ambiente– es la ayuda más grande con la que uno puede contar.
Año 1973. Comienza el desarrollo de un colegio que plasmaba el sueño de 25/30 familias que teníamos los mismos ideales para nuestros hijos y familia. Al mismo tiempo, el temor y la inquietud por la responsabilidad que implicaba confiar en un proyecto para nuestros hijos. Ni la cáscara ayudaba: casona vieja, nada funcional para un colegio, primeros actos sin mástil (empleábamos una madera que servía para esos fines), himno patrio que se escuchaba de algún aparato con mal sonido… Pero... ¡Mucha emoción! El grupo era formidable –quizá inigualable– y con un compromiso propio que se da cuando el grupo es pequeño y todos se conocen. Se colaboró en cuanto se pudo. Los padres pintaban pizarrones a dos días de comenzar las clases, las madres cosían cortinas y enmarcaban láminas para adornar las paredes y darle calidez a los ambientes; hasta los futuros alumnos colaboraban transportando ladrillos de un lado a otro. En medio de ese ambiente de alegría, entusiasmo y por sobre todo mucha fe, se fueron sucediendo las distintas etapas del colegio y su crecimiento. Recuerdo y comparto con las nuevas generaciones la alegría del comienzo, cuando parado sobre una mesita celeste del jardín de infantes, en el comedor de la casa de Superí, Rómulo Naón nos entusiasmaba, convenciéndonos de que paso a paso se podía llegar a lo que se ha llegado hoy.
Para nosotros ha sido un orgullo contribuir al desarrollo del colegio y lo más importante, haberle confiado a nuestros cinco hijos varones. Hoy nuestros nietos disfrutan a pleno de aquel sueño, probablemente sin conocer el camino recorrido. A los padres de hoy les diríamos que se involucren, que se sientan parte del colegio, que estén presentes, que expresen sus puntos de vista con el ánimo de sumar. Eso fue algo que siempre hicimos y ayudó a que nos sintiéramos más cerca, más parte de Los Molinos”. Enrique P. Nölting y Marta Rojas Silveyra de Nölting Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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A los actuales alumnos y a toda la comunidad del colegio les recuerdo que en las raíces de Los Molinos hubo un grupo de familias que pusieron los cimientos con mucha valentía, generosidad y esperanza. No se fijaron en la falta de medios materiales de los comienzos, ni en la ausencia de experiencia del director. Arriesgaron nada menos que la formación escolar de sus hijos, la orientación primera en la vida de los mismos chicos. Tuvieron mucha confianza y no escatimaron sus esfuerzos, que no fueron pocos. ¡Qué agradecidos deben estar a ellos las actuales y futuras generaciones! Seguramente pueden honrar a esas familias fundadoras honrando con sus conductas el sentido profundo del Ideario de nuestro colegio, que es exigente pero bello y noble. A los exalumnos les diría que no busquen el éxito sino la felicidad de la familia, y que recuerden que el objetivo fundamental del colegio fue y seguirá siendo el de ayudarlos a ser buenos cristianos en todos
los aspectos de su vida. A los padres les diría que, más allá de enviar a sus hijos al colegio, busquen la ayuda concreta que este les puede brindar. Segundo, que una
vida sencilla y sobria formará a los hijos mejor que el sí fácil, los viajes, y las comodidades. A los queridos profesores: no se rindan, Nunc Coepi; y que la educación pasa por el servicio a los padres y a los alumnos, sin servilismo y sin escatimar la donación personal, educando en la verdad y en el afecto auténtico a los chicos, sin demagogias y sin esperar compensaciones (que probablemente las tendrán)”. Juan Clemente Lescano Primer director del colegio
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Tengo un grato recuerdo del primer contacto que tuve con el colegio. Juan Clemente me contactó el 18 de marzo de 1973, el domingo anterior al primer día de clases de Los Molinos. Me pidió como amigo
que lo ayudara a acomodar algunas cosas en el patio de Superí. Había allí varios padres con sus hijos colaborando con las distintas tareas. Recuerdo que a la primera promoción le di mecanografía y taquigrafía. Lo hacíamos con unas máquinas de escribir bastante antiguas y como teníamos pocas, debíamos ir por turnos. A los chicos les encantaba pero sobre todo por el lío que hacían en la sala de mecanografía. Años más tarde fui profesor de Doctrina, y hacía tutorías con algunos chicos. Como no teníamos
mucho lugar para charlar, nos sentábamos en el piso del patio. En esa época estaba el Padre Ignacio Castiella, muy conocido por lo bien que jugaba al fútbol. En 1986, con Mariano Feliú como capellán, trabajé por primera vez en el colegio como sacerdote. Después Mariano se fue y estuve solo hasta que en 1987 llegó el Padre Enrique Rute, que les hablaba a los chicos directamente en inglés”. P. Pedro Grignaschi Sacerdote del colegio
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Belgrano R era todavía un barrio casi pueblerino, de mañanas luminosas y resolana tibia. Los recuerdos de aquel ‘74 en el que empecé 1° grado arrancan, como saliendo de una neblina, con el cerco de la calle Superí, de esos antiguos de pared baja y alambre tejido en semicírculos; el portón de entrada era igual al de cualquier casa vieja con aires de quinta. Las imágenes siguen con la mano de mi madre, siempre firme y segura, y el vestíbulo de entrada al caserón, donde me enamoré para siempre de las maderas, las chimeneas y las escaleras monumentales. La bruma me devuelve
a mí mismo sentado somnoliento en mi banco, con sus caras cabezonas está la mayoría de los que serán mis compañeros de toda la vida; pero entre todos ellos, mi memoria siempre se detuvo, como en una foto, en Hernán Seeber, nuestro amigo niño, que se fue –creo que ese mismo año– a vivir con Dios en el cielo”. Ignacio Rodríguez Varela 4ª Promoción | 1985
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Todo empezó en una vieja casona de Belgrano, en la calle Superí. Existía una sola división por grado que en la mayoría de los casos no superaba los 20 alumnos. De primero a séptimo,
nos conocíamos todos por el nombre y apellido. No teníamos campo de deportes, cancha de fútbol ni de rugby; solamente un pequeño patio. Las fiestas del deporte las hacíamos en el campo de los Caputo, en La Matanza, donde nuestros padres y también los profesores se encargaban de hacer todo: desde cocinar las hamburguesas hasta cronometrar las pruebas. Luego de casi seis años en Superí, empezamos a viajar a Munro para conocer y colaborar con las nuevas instalaciones. Recuerdo que varios
de nosotros, subidos a la caja de un camión, viajábamos hasta un predio municipal a cargar los adoquines que la municipalidad nos había donado y que hoy forman parte del edificio de Munro. También plantamos los árboles en ese terreno que estaba rodeado de baldíos y frente a un autocine.
Estábamos orgullosos de haber vivido esa primera etapa de la vida del colegio. Gracias a Dios podemos decir que las generaciones de padres, alumnos y profesores que nos fueron sucediendo, supieron cuidar ese espíritu y cultivar los valores para que el colegio continuara creciendo sin perder su esencia”. Ignacio Rillo 2ª Promoción | 1983
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Es un aspecto intrínseco al colegio y querido por las familias fundadoras que Los Molinos acompañe a los padres en la formación cristiana de sus hijos. Queremos que los chicos conozcan y quieran cada vez más a Dios, que lo descubran
como a un Padre bueno; que tomen conciencia de que realmente somos hijos de Dios. Al mismo tiempo, que adquieran una tierna y profunda
devoción a nuestra Madre, la Virgen María. También es propio de la formación cristiana del colegio buscar que sean almas de Eucaristía, con mucho amor por la santa Misa y apoyándose en la presencia de Jesús en el sagrario. Gabriel Quijano Director general
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San Josemaría
y la educación El fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, ha realizado valiosas aportaciones a la enseñanza referidas sobre todo al espíritu que debe orientar la educación, al modo de tratar a la persona y de entenderla. Elegimos algunas de sus muchas enseñanzas para mostrar lo que intentamos vivir cada día en el colegio.
Padres, profesores y alumnos En el colegio decimos que todo forma, que todo influye en la educación, y que es tarea de todos. En este sentido, San Josemaría dijo muchas veces que en la enseñanza lo primero debían ser los padres; lo segundo, los profesores; y lo tercero, los alumnos. “En el colegio hay tres cosas importantes: lo primero, los padres; lo segundo, el profesorado; lo tercero, los alumnos. Vuestros hijos –no os ofendáis– están en tercer lugar. De esta manera marcharán bien”. También decía: “El colegio tiene que ser una ampliación de vuestro hogar”.
Enseñar en libertad Educar en libertad no es simplemente dar libertad, sino enseñar en libertad a usar bien la libertad. La gente debe hacer el bien libremente, porque quiere, porque cree que debe hacerlo. San Josemaría decía: “Creo en la libertad como medio de formación; creo en la libertad como medio de eficacia; creo en la confianza como condición de unidad”. En Los Molinos promovemos la unidad, la libertad, la confianza, la responsabilidad; procuramos explicar las razones de las cosas, invitando a los alumnos a pensar antes de tomar decisiones respetando siempre su libertad e iniciativa personal.
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Virtudes humanas San Josemaría subrayó siempre su aprecio por las virtudes humanas: veracidad, sinceridad, naturalidad, confianza, lealtad, optimismo, alegría, generosidad, magnanimidad, etc. Le daba especial importancia a la sinceridad: “Creo en lo que cada uno de vosotros me diga, aunque cien notarios unánimes afirmen lo contrario”. Animaba a confiar en los alumnos, en los hijos; y que ellos puedan confiar en nosotros. La sinceridad se educa y se facilita. “Hacedlos leales, sinceros, que no tengan miedo a deciros las cosas. Para eso, sé tú leal con ellos, trátalos como si fueran personas mayores, acomodándote a sus necesidades y a sus circunstancias de edad y de carácter. Sé amigo suyo, sé bueno y noble con ellos, sé sincero y sencillo”.
Trato de amistad El trato de amistad –con los alumnos, con los padres, entre los profesores, etc.– es una característica también muy propia del espíritu del Opus Dei aplicado a la enseñanza. Así lo explicaba San Josemaría: “Formad a los alumnos de tal modo que jamás se encuentren solos, que no tengan que experimentar jamás la amargura de la soledad”. Que haya un trato de gran consideración hacia las personas. “El amor a las almas nos hace querer
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a todos los hombres, comprender, disculpar, perdonar… Debéis tener un amor que cubra todas las deficiencias de las miserias humanas”. “Cada alma es un tesoro maravilloso; cada hombre es único, insustituible. Cada uno vale toda la sangre de Cristo”.
Amor al trabajo El amor al trabajo es otro aspecto muy importante. El espíritu del Opus Dei da a la santificación del trabajo un valor fundamental. Dios pide a cada uno que hagamos muy bien nuestro trabajo o estudio: prestarle la dedicación necesaria, poner atención, aprovechar el tiempo, todo eso es cumplir la voluntad de Dios. El estudio hecho con rectitud de intención y por motivos sobrenaturales, tiene valor de oración y es fuente de sacrificio provechoso. “Una hora de estudio, para un apóstol moderno, es una hora de oración”.
Servicio a los demás Otro aspecto decisivo es el espíritu de servicio: afán de servicio a la sociedad, de ayuda al prójimo, de fraternidad cristiana. Hemos de enseñar a los alumnos, desde chicos, a descubrir las necesidades de sus compañeros para ayudarlos, para adelantarse a servir, para darse a los demás, para vencer el egoísmo. Siguiendo las enseñanzas de San Josemaría, queremos formar a los jóvenes con espíritu de servicio: promoviendo el bien común con su estudio, su trabajo, y su responsabilidad ciudadana. Deben llegar a ser responsables, con “una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y a procurar encontrar la mejor solución”.
Inspirados en textos de Francisco Ponz y Alfonso Aguiló.
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Los jugadores profesionales de fútbol le llamarían ‘mística’. Y tienen razón. Eso fue lo que los profesores de deportes supieron crear en las primeras generaciones. Nacho Guillón y
los suyos –recuerdo al ex Puma Javier Pérez Cobo, a Roberto Olcese y a Gerardo Tozi–, nos entrenaban a matar. Y todos respondíamos. Y ello sin demasiados recursos, sin las canchas con las que se cuenta hoy, yendo a correr a la colectora de la vieja Panamericana, o usando las instalaciones del Club Olivos, a un par de cuadras del colegio.
Lo mejor de todo, fruto de esa mística de los primeros años, es que llegaban los resultados. Y nos enfrentábamos sin miedo a los flacos, pelados, altos y gigantes del Liceo Militar y les ganábamos; ya fuera en atletismo o en rugby, y ni que hablar en fútbol. Muchos de los récords intercolegiales de aquellos años pertenecían a Los Molinos. Así fue que en el viaje de egresados les ganamos en Tucumán –en su casa– a los del Tucumán Rugby, partido que jugamos de noche y con muy poca luz. Nosotros éramos un colegio, ellos un club. Pero nosotros, un colegio con mística. Además, compartimos con nuestra promoción un muy buen recuerdo del primer intercolegial que organizó la UAR, y en el cual salimos campeones. A tal punto que la foto de los héroes salió en la revista Test Match y fue un gran orgullo para todos. Un premio a la mística”. Rómulo Naón 5ª Promoción | 1986
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Tengo muy claro el recuerdo de una persona que en lo personal, para esta promoción y para todo el colegio, ha sido muy importante: el Dr. Juan Clemente Lescano. De él aprendimos mucho más de lo que creíamos. Con su ejemplo nos enseñó que cuando uno
pone mucho amor, mucha vocación, mucha decisión y mucho trabajo, las cosas salen y salen bien; y este colegio y nosotros mismos somos una muestra de ello. Tampoco olvido a otro maestro de la vida, también ejemplo de amor, de vocación y de trabajo que usaba una pelota y una valla de salto para ensañarnos lecciones de vida: el profesor de deportes Nacho Guillón”. Máximo Colombo 1ª Promoción | 1982 Padre del colegio
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Empecé 1° grado en Los Molinos el mismo año en que abrió sus puertas, en 1973. Recuerdo que mi primera sensación fue la de entrar a una casa grande, no a un colegio. El siguiente recuerdo es el de mi padre subiendo a poner el himno en un tocadiscos, para luego bajar y hacer de fotógrafo. Más tarde subimos a la clase, que más que un aula era un living grande, y tuvimos de maestro a Silvano Mazzucchelli que además de ser docente de primer grado, era profesor de dibujo y director de Primaria. Del almuerzo se encargaba la madre de Ernesto Allaria, Juana, y Mary Napolitano, alguien a quien todos quisimos muchísimo. Éramos tan pocos que comía todo el colegio en una sala. Pero también recuerdo que había un comedor VIP, el office, donde comía Silvano y había cinco lugares para los que se portaban muy bien. Otros gratos recuerdos son: el baldío, el árbol del patio, las pistas de autos que hizo el Sr. Alberto Musacchio, e ir a practicar deportes al Belgrano Athletic, a la vuelta de la manzana. Todos nos conocíamos perfectamente y nos llamábamos por nuestros nombres; las tres primeras promociones fuimos muy unidas, no solo por empezar primeros en Superí sino también en Munro, en 1980. Fuimos unos privilegiados.
Esos primeros años vivíamos intensamente el crecimiento y las novedades del colegio. Desde la aparición de una bandeja marrón para comer, pasando por el escudo que un día nos mostró y explicó Juan Lescano, hasta la creación de la remera celeste, el buzo azul de algodón, la camiseta de rugby con rayas bordó, negras y blancas, y las de colores azul, rojo, verde y amarillo, porque hasta entonces los colores eran cintas que nos cruzábamos. Hoy, cuando llevo a mis hijos Joaquín y Marcos al colegio, rara vez me pasa desapercibido el cartel con el escudo y la fecha 1973. Lo mismo el mueble que está cerca de la Administración, en planta baja, que era la chimenea de nuestra casa en Superí. Todas esas vivencias me llevaron a tener un inmenso cariño hacia el colegio. Agradezco a Dios y a mis padres el pertenecer a esta gran familia de Los Molinos”. Rodrigo Ayerza 3ª Promoción | 1984 Padre del colegio
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Cuando el colegio se mudó de la sede de Belgrano al primer edificio de Munro, toda la secundaria la conformábamos 80 alumnos y lo que después se convirtió en el primer campo de deportes, era un conjunto de montículos de dos metros de alto llenos de una mezcla de adoquines, tierra, maderas y cascotes. Durante muchos
meses nuestro tiempo de deporte consistió en buscar y separar, entre esos montículos, los adoquines; que se usaron para aplanar la tierra y así poder sembrar el pasto. Más tarde, esos adoquines recogidos con el esfuerzo de muchos alumnos y me imagino otras personas más, se utilizaron para construir parte de los pisos del colegio. En las últimas ampliaciones ese piso fue removido pero colocaron parte de los adoquines como recuerdo de los comienzos y símbolo de la intrínseca relación entre los primeros alumnos y el colegio. No en vano se dice que ‘el colegio lo hacemos entre todos’ y eso genera un fuerte sentido de pertenencia, de servir, y de querer y cuidar lo nuestro. A los de las
primeras promociones nos tocó colocar adoquines o forestar el campo de deportes, hoy en día los encargos son otros pero lo que subyace es el valorar y educar en el trabajo bien hecho y acabado”. Sebastián Altieri 5ª Promoción | 1986 Padre del colegio
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Me acuerdo especialmente de un trabajo que hicimos; fuimos al puente La Noria con un
camión que me habían prestado para traer adoquines, una cantidad enorme. Los cargamos con los chicos y con Juan Clemente todos los días durante tres semanas.
Tengo un gran recuerdo de Juan Clemente Lescano. No he conocido a otra persona como él. Un hombre muy humano, y que cuando uno tenía un problema, siempre se encargaba de solucionarlo. Una persona con la que se podía hablar incluso de situaciones personales, él escuchaba y te ayudaba”. Luis Santillán Personal de Mantenimiento
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Me ha ayudado mucho el lema de mi colegio. Nunc Coepi. Ahora empiezo; lo intento otra vez. Tengo el llavero de exalumno
con el escudo y su lema que lo llevo cada día a todas partes. Y cuando frente a algunas situaciones las cosas no salen como deberían, trato de no perder el ánimo y ¡a comenzar otra vez!”. Tomás Helou 6ª Promoción | 1987
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Los Molinos es una institución con todas las letras. Este año festeja su 40 aniversario y por él han pasado decenas de promociones y también varios directivos. Pero la esencia no ha cambiado ni un ápice. Porque el
porqué y para qué del colegio sigue siendo el mismo. Nos tocó a nuestra generación ver cambios significativos en la dirección y, sin embargo, el colegio como institución siguió adelante. Rescato la responsabilidad, coherencia y fortaleza con la que ha
actuado siempre Los Molinos”. Pedro Bustillo 9ª Promoción | 1990 Padre del colegio
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ideario
Se ofrece una formación integral a todos los alumnos y se promueve en cada uno el afán de conseguir un nivel ideario académico alto.
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Empecé en Los Molinos en la sede de Superí; los primeros cinco años estuve en el comedor y después pasé a la recepción. Tengo un muy buen recuerdo de
la época en la que estábamos en Belgrano, y yo tenía un contacto directo con los chicos en el comedor. Los alumnos eran buenísimos, todos muy educados. Nunca me hicieron renegar y siempre que les dije algo me hicieron caso. Jamás un chico me faltó el respeto y eso que siempre los trataba de igual a igual. Y no solo eso, cuando estaba en el comedor me ayudaban todo el tiempo: ‘Mary, ¿qué te hago?’, se ofrecían. La verdad es que con los chicos tuve una relación buenísima.
Para mí Los Molinos no era un lugar de trabajo, era como mi casa. Fue lo más lindo que me pasó en la vida aparte de mi familia, de mis hijas”.
Mary Napolitano Recepcionista
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Había que hacer de todo, pintar, revocar paredes, en fin... Incluso dormí la primera noche en el colegio. Lo único que había quedado era una lamparita. Emociona
pensar en aquellos comienzos, no teníamos nada; pero se trabajaba con una alegría y una fe enorme. Lo hacíamos con mucho gusto”. Alberto Musacchio Maestro y antiguo vicedirector de Primaria
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Recuerdo diciembre de 1987, cuando ingresé al colegio, y durante el acto de fin de año el director general Marcos Ronchino le dijo a los alumnos: ‘una hora de estudio es una hora de oración’. Nunca lo había escuchado y tampoco se me había ocurrido relacionar la oración con el estudio de esa manera. Meses después, empecé el año muy entusiasmado”. Ricardo Mouzo Profesor de Matemática y Física
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A lo largo de mi carrera he pasado por innumerables colegios estatales y privados. En ninguno me
sentí tan cómodo, contento y acompañado como en el Colegio Los Molinos. El respeto con el que todos me trataron, el saludo cordial de todas las personas con las que me cruzaba cada mañana al llegar, el afecto que siempre me brindaron todos mis compañeros, las atenciones recibidas de todo el personal del colegio y el apoyo incondicional de todas las autoridades, comprometen mi eterno agradecimiento”. Hugo Vítola Profesor de Matemática
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Quedaron atrás 30 promociones con las que compartí gran parte de mi vida y de las que me llevo el mejor de los recuerdos y un sinnúmero de anécdotas, que van desde excusas que se convirtieron en un
clásico, como aquella de ‘Hice el trabajo que usted pidió pero me olvidé las cosas en el campo…’, hasta las que requerían de mí la enorme paciencia de repetir año tras año que Alejandro Magno y Carlo Magno no eran padre e hijo, o que no fueron doctores los que combatieron en las Guerras Médicas, o escuchar con forzada seriedad en una mesa de examen que el fracaso de Belgrano en la campaña del Paraguay se debió a la falta de apoyo aéreo….
Algunas preguntas que me persiguieron a lo largo de todos y cada uno de estos años: ‘¿San Martín era masón?’; ‘¿Es verdad que Urquiza tuvo más de cien hijos?’; ‘¿Es verdad que Hitler no se suicidó y se escapó a la Argentina?’… La frase inolvidable: ‘Usted me mandó a examen pero no le guardo rencor porque es un gran profesional’. La propuesta increíble: ‘Preséntese en Tiempo de Siembra. Yo le hago todos los trámites para la inscripción. Con lo que usted sabe ganamos seguro y después me da un porcentaje’”. Jorge Vilches Profesor de Historia
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Unas breves reflexiones con motivo del aniversario de Los Molinos.
A los padres: que valoren al personal de todo el colegio, como sé que lo hacen. He tenido la suerte, hace muchos años, de vivir a tiempo completo el colegio y poder apreciar con admiración y agradecimiento, la entrega constante y abnegada de nuestros queridos maestros a la formación de nuestros hijos.
A los alumnos: que nunca dejen de agradecer a sus padres por haber elegido Los Molinos como su colegio. Y a Dios, nuestro Señor, a quien hemos de dar gracias por la oportunidad única que nos brindó de acompañar a Los Molinos en sus primeros pasos. Estamos convencidos de que Los Molinos es obra Suya, y nosotros, sus instrumentos ineptos pero eternamente dóciles”.
Rómulo Naón Padre de exalumno con nietos en el colegio
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Me acuerdo muy bien de mi primer día en Los Molinos. Al llegar
me sorprendió ver una larga fila de alumnos que llevaban adoquines a las órdenes del Dr. Lescano. Son
los adoquines que están a la salida del comedor. El espectáculo era increíble. Un chico que estaba de portero –como se hace ahora también– me atendió muy amablemente; era Alejandro Jorge, de la 3ª Promoción, hoy papá del colegio. Me entrevisté con el Dr. Lescano y al día siguiente empecé a trabajar, en los primeros días de abril de 1981. Yo tenía 20 años”. Iván Pittaluga Profesor del colegio
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Los Molinos,
ayer y siempre NICOLÁS ANDREWS
ROBERTO BEDO
J. CARLOS BENEGAS
IBE BIANCHI
ADELA DE IGARZABAL
JUAN LESCANO
DAMIÁN DROGO
HUGO GHIGLIAZZA
P. PEDRO GRIGNASCHI
GABRIEL QUIJANO
LUIS IBAÑEZ
PATRICIO GRONDONA ERNESTO CASTELLANO
ADRIÁN LAVARELLO
EZEQUIEL MALDONADO
RICARDO MAQUIEIRA
MARY NAPOLITANO
M. ELENA PANCARI
MIGUEL MATEU
IGNACIO GUILLÓN
M. M. MONES CAZÓN
RICARDO MOUZO
JORGE VILCHES
M. PÉREZ COBO
IVÁN PITTALUGA
MIGUEL ÁNGEL PÉREZ
DIEGO RECONDO
TOMÁS RODRÍGUEZ
LUIS SANTILLÁN
CARLOS CROXATTO
EDUARDO SAPIA
SUSY SORUCO OMAR COLOMBO
CARLOS SEVERINO
ELSA TODOROFF SILVIA CASTILLA
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Agustín Colombo
Alfredo López
Fabián Camusso
Graciela Acevedo
Estela Incardona
Ramón Chamorro
Ana Calidoni
Carlos Valentini
Juana Lencina
Daniela Kapor
Federico Vargas
Graciela Posse
Diego Crespo
Hugo Vitola
Inés Mellis
Jorge Christiansen
Jorge Segura
José Ordoñez
Luis Guardia
José Bazevic
Juan Pablo Cariola
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Alberto Musacchio
Alejandro Gatti
Nicolás Akel
Cristian Petech
Félix Rodríguez
Javier Barquet
Javier Perez
Juan Carr
Juanita García Reyna
John Michel
Guillermo Castro
P. Bernardo Shanley
Carlos Defferrari
Silvano Mazzuchelli
Alejandro Tloupakis
Claudia Umbides
Gladys Varela
Gustavo Garb
Jorge Bonini
María Galván
Dora Nacuccio
Leandro Di Nucci
Horacio Feliu
Daniel Presta
Juan Fava
Juan José Delaney
Lucas Lozada
Marcelo Posidente
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Marcos Ronchino
Mariano Galazzi
Miguel Olavarría
P. Juan Cruz Padilla
Roberto Cabrera
Sebastián Vitola
Verónica Mac Cormick
Peter Andrews
Guillermo Hernández
Miguel del Castillo
Osvaldo Cofrano
Carla Caponi
Juan Martín Fernández
Pablo Caponi
Leo Caponi
Martín Ferreyra
Lionel Sanmartino
Pocha Gutierrez
Roberto Manzaneda
Sergio Suárez
Gabriel Colombo
María Estruga
Jackie Baek
Miguel Scavone
Ariel Ledesma
Rosa Gauna
Agustín Baeck
Andrés Charadía
Javier Geoghegan
P. Enrique Rute
Claudio Stork
Pancho Drago
Hugo Dalbosco
Willy Duplaa
Yiyita Greco
M. Fernández Alcobre
Martín Monserrat
Oscar Erbes
Raúl Figueroa
Santiago Colombo
Martín Baltar
Mato Gulland
Peter Perkins
Ricardo Spizzo
Federico Johansen
Teni Medina
Teresa López
Pablo Amadini
Gerardo Tumini
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CAPĂ?TULO DOS
Apoyo
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Padres
Colegio y familia,
trabajo en equipo En el colegio apoyamos y complementamos la tarea de los padres de educar a sus hijos. Para ello es importante que compartamos valores y principios educativos que nos permitan trabajar y avanzar juntos.
L
os Molinos nació como un colegio de familias. Un grupo de padres comenzó a trabajar en los años ‘70 para hacer realidad un centro educativo donde se respetara el principio de que los padres son los primeros educadores de los hijos. Querían un colegio que apuntara a una formación integral, donde los conocimientos académicos se enriquecieran con la educación en las virtudes humanas y cristianas, y donde las familias tuvieran participación y compromiso. El colegio se fundó y prosperó, y lo hizo con un estilo de amable exigencia, de buen trato y de preocupación sincera por el crecimiento intelectual y personal de cada alumno. Durante esos primeros años, el apoyo de las familias se extendía no solo a ayudar en la promoción del colegio, sino también a tareas de acondicionamiento de la sede y, llegado el caso, facilitar una quinta para hacer la fiesta de la familia.
ideario Los Molinos reconoce el protagonismo de los padres en la educación de sus hijos, y por eso son los primeros y fundamentales educadores.
ideario
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En el colegio se reconoce el protagonismo de los padres, a quienes les corresponde por naturaleza el derecho irrenunciable y la responsabilidad de la educación de sus hijos; los padres son los primeros y fundamentales educadores. Por más horas que pasen en el colegio, su ejemplo, en casa, es lo que más influye en la formación de los hijos.
El rol del colegio es un papel subsidiario, de ayuda, y por eso importa mucho que familia y colegio trabajen juntos, con coherencia en los mensajes que el hijo-alumno recibe de ambas partes. Los Molinos ofrece a las familias entrevistas con los directivos, profesores y tutores de sus hijos como un medio especialmente idóneo para asesorarlos. También se les invita a sesiones de orientación familiar, cursos, talleres, conferencias, lecturas y otras actividades y medios para ayudarlos en la formación integral de sus hijos”.
María Marta Mones Cazón Área Padres
Desde entonces, Los Molinos no ha cambiado en su enfoque. Familia y colegio compartimos valores y principios educativos, lo que da a la tarea docente una particular fuerza: la de la coherencia. Ese espíritu de sintonía y trabajo conjunto padrescolegio se transmite a las nuevas familias ya en la entrevista para ingresar al colegio. Para concretarlo, a lo largo del año escolar los padres se reúnen con los maestros o tutores de sus hijos. En esas entrevistas se trata el rendimiento académico, pero también otros aspectos que hacen a la formación humana de los alumnos: si está integrado con sus compañeros, si es responsable en sus encargos, si se lo ve contento... Los padres reciben una valiosa orientación al tiempo que el docente obtiene información importante para conocer y ayudar mejor a sus alumnos. Esto permite
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trabajar para que cada alumno dé lo mejor de sí en lo académico, en la convivencia con sus compañeros, y en el desarrollo de sus talentos. En cada curso convocamos además a los padres a reuniones donde se exponen las características evolutivas propias de la etapa que sus hijos están atravesando, con algunas sugerencias y consejos para manejar cuestiones como los límites, el estudio o el uso de la tecnología y el tiempo libre. Nos esmeramos para que cada uno de estos encuentros sea un aporte para los padres. La escolaridad de los hijos es una oportunidad para que comiencen amistades sólidas. Los cumpleaños, las invitaciones de fin de semana o el deporte de los sábados en Pilar, facilitan la buena relación y el apoyo mutuo entre las familias. Especialmente entre
Padres
las madres, se crea un vínculo muy bueno porque son muchas las actividades que comparten o generan con su trabajo en equipo: el banco de disfraces, las obras de teatro para los más pequeños, la promoción de emprendimientos solidarios... La fiesta de la familia, las reuniones por cursos, la fiesta del deporte, las actividades de formación espiritual para padres y otras muchas iniciativas constituyen otras excelentes ocasiones para que las familias se conozcan y se traten. Los Molinos es un colegio de familias en el cual queremos ayudar a los padres en la educación de sus hijos; a la vez esperamos y agradecemos su apoyo y participación. En un mismo curso pueden ser compañeros el hijo mayor de una familia con el hijo menor de otra. En un mismo curso hay padres más experimentados
que otros. Partiendo de la realidad de que cada familia es distinta, y tiene su estilo propio, buscamos el intercambio entre ellas para que capitalicen la experiencia de los demás. Y esto también lo hemos extendido a otros ámbitos. A través de un trabajo de coaching, padres del colegio, experimentados abogados, agrónomos o economistas, escuchan, alientan y orientan a jóvenes exalumnos que están dando sus primeros pasos en la profesión. A lo largo de los años de colegio, los alumnos reciben los sacramentos de la iniciación cristiana. Es una oportunidad inmejorable para actualizar el compromiso con la fe. De ahí la importancia de la catequesis familiar para acompañar a los hijos en su crecimiento espiritual. También cada matrimonio
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se entrevista con el capellán del curso, para conversar sobre cómo ayudar a los hijos a ser buenos cristianos. En el colegio vivimos un ambiente de confianza, donde se busca lo mejor para las familias. Por esta razón, los padres tienen las puertas abiertas para hablar –además de con los maestros o tutores– con los directivos y manifestar sus inquietudes. Por eso, la comunicación es fluida y rápida, y nuestros alumnos se benefician. Ya conforman un buen número los padres que han sido alumnos del colegio. Su presencia es un refuerzo importante al proyecto educativo. Al regresar –ahora con sus hijos– a Los Molinos, han encontrado muchos cambios en las instalaciones pero el mismo espíritu. La misma confianza para las familias.
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El maestro formula los errores en forma positiva, a los padres y al alumno. En las entrevistas los papás reciben un pormenorizado detalle que sirve de base para un trabajo en equipo. Se forma un plan de
mejora personal para cada chico y los padres se comprometen a realizar su tarea indispensable. Ellos se sienten contenidos por el maestro, pero también orientados y asesorados técnicamente con estrategias alternativas y viables para resolver ese particular problema. El vínculo con los padres se cuida en detalle y es uno de los objetivos primordiales el de lograr calidad y continuidad además de entusiasmo en la participación activa de cada familia y entre ellos”. Ernesto Castellano Director de Primaria
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Padres
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Lo más valioso de Los Molinos es el espíritu con el que fue creado. Un colegio de familias, con
impronta cristiana y para varones que procura formar académica y humanamente a sus alumnos de modo de que se conviertan, el día de mañana, en buenos hijos de Dios, buenos profesionales, buenos padres de familia, buenos amigos y ciudadanos responsables. Ese fue el
colegio que elegimos para nuestros hijos, y hoy ellos lo eligen para los suyos; eso habla de algo muy bueno. Al colegio le deseo que nunca olvide las raíces con las que se fundó y se esmere por mantener siempre su esencia”. Luis García Llorente y Carmen Balbiani de García Llorente Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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Pueden parecer palabras sueltas pero el colegio las reúne, las carga de contenido y las articula a todas: esfuerzo, dedicación, trabajo bien hecho, compromiso con uno, con los demás, con Dios, solidaridad, ejemplo, alegría, familia, amigos, deporte… Y tantas más que hacen de
Los Molinos mucho más que el colegio que elegimos y que eligieron nuestros padres, para formar y educar a nuestros hijos, hermanos y maridos. En tren de rescatar palabras, dos más: MUCHAS GRACIAS. Gracias a todos quienes fueron y son parte del colegio: directivos, maestros, profesores, sacerdotes y demás personal. El hecho de que los exalumnos elijamos el colegio como institución para nuestros hijos, constituye una muestra de confianza y reconocimiento a la formación de Los Molinos.
Ello sumado al cariño que tenemos por el colegio y que nos mueve a involucrarnos en las diversas actividades; como si uno quisiera devolver algo de lo tanto que recibimos. Los Molinos es el resultado de 40 años de comenzar y recomenzar cada día, y de saber estar en lo importante”. Iván Pereyra Iraola 10ª Promoción | 1991 y María Padilla de Pereyra Iraola Padres del colegio
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A la hora de elegir el colegio priorizamos, más allá de lo académico, la formación humana que nuestros hijos recibirían. Queríamos que se educaran en una
institución cuyos valores coincidieran con lo que procurábamos enseñarles en casa. Nos convenció el proyecto, nos entusiasmó el grupo de las familias que estaban detrás y nos gustó mucho el ambiente en el que nuestros hijos convivieron durante tantos años. Cuatro varones han pasado por allí y hoy es una gran alegría contar con nietos en el colegio”. Mariano Bosch y Dolores Sánchez Sorondo de Bosch Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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El colegio Los Molinos ocupa un lugar muy importante en la vida de nuestra familia; es más, nos atreveríamos a decir que casi ya forma parte de la familia grande al sentirnos ‘como en casa’ cada vez que vamos a hacer el pool, a alguna reunión o algún acto de nuestros hijos. Lo que más valoramos del colegio no es solo la formación académica, sino la gran ayuda que nos brinda en la
educación en valores y virtudes de nuestros hijos. Asimismo, la formación para nosotros los padres cuyo resultado es una gran sintonía entre colegio y familia, y también con las familias de los amigos de nuestros hijos. Destacamos además el edificio y el campo de deportes, y el
cuidado que se pone en las grandes y pequeñas cosas; la limpieza y el orden se observan hasta en los detalles. A ello se suma el trato amable y simpático de todos los que allí trabajan”. José Luis Puiggari y Teresa Casaubon de Puiggari Padres del colegio
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Los Molinos… Toda una vida para nosotros. A este colegio le confiamos la educación de nuestros cinco hijos varones con todo lo que ello significa. Un colegio que tiene un ideario – elemento fundamental para estas instituciones– y que se pone en práctica constante; no es un papel pintado.
Adicionalmente a los valores, en Los Molinos se enseña por sobre todas las cosas en las virtudes. Se forma a los chicos en la importancia del estudio, el trabajo y el dar lo mejor de cada uno para los demás.
La formación religiosa es sólida, y se presta una primordial atención a la familia y la formación familiar. Estamos muy agradecidos a quienes hacen día a día Los Molinos”. Rafael de Elizalde y Magdalena Klappenbach de de Elizalde Padres del colegio
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El trabajo en equipo entre maestros y directivos, sumado al esfuerzo de padres y colegio por formar a cada chico, hace de Los Molinos un lugar agradabilísimo para trabajar.
Las decisiones se toman en forma colectiva, consensuada y esa participación en la conducción entusiasma y compromete. Más allá del respeto personal y profesional, en el colegio se vive una atmósfera de trabajo que atrae, es una institución que abraza y a la que uno viene a trabajar con ganas, aún después de casi treinta años. Y las familias… las familias son fuera de serie. Nos confían a sus hijos y apoyan las decisiones. Y ese respeto al colegio lo transmiten a sus hijos, chicos que –más allá de las cosas propias de su edad–, son educados, correctos, reconocen y piden perdón…
Es muy grato trabajar en un lugar que estimula el nivel académico alto, y al mismo tiempo promueve el buen trato, la alegría y el buen humor. En lo que refiere al inglés, he sido testigo activo del gran desarrollo que ha tenido la enseñanza y adquisición de esta segunda lengua. El mayor reconocimiento proviene del buen desempeño de los alumnos en los exámenes internacionales, así como de sus fructuosas estadías en Irlanda, cuando viajan para estudiar allí”. Mrs. Silvia Aquino Directora de Inglés Primaria
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Íbamos camino a la ceremonia de graduación de uno de nuestros seis hijos varones. Se nos
ocurrió preguntarle a él, que tantos partes, llamados al orden, reunión con los padres y discusiones familiares había generado: “¿Vos mandarías a tu hijo a Los Molinos?”. “Obvio”, respondió. “¿Por qué?”, quisimos saber. “Por la gente papá, en qué otro lugar se va a sentir más a gusto”. Así de claro lo expresó y así de simple es, rescatamos ese ambiente de familia grande; aliados –padres y colegio– en esta aventura de que nuestros hijos sean –y lo padres seamos– mejores personas e hijos de Dios. Algo que no se compra ni se improvisa sino que se construye cada día con esfuerzo, con profesionalismo, pero sobretodo con cariño y mucha ilusión por la tarea que se tiene entre manos”. Gerardo Beramendi y Ana María Giménez de Beramendi Padres del colegio
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Elegimos Los Molinos porque considerábamos a este colegio como una continuación de nuestra familia, un ambiente académico en donde se enseñaban y
practicaban nuestras mismas ideas madre. Padres-colegio, una gran familia en la que las dos partes queríamos lo mismo: educar bien a los chicos para que se convirtieran en cristianos coherentes; la importancia de ser y no de tener. Gracias a Dios, vemos hecho realidad lo que queríamos dejarles en herencia. Al día de hoy, disfrutamos de la
cosecha y creemos que mucho se lo debemos al colegio; por todo lo recibido y por enseñarnos a ser padres educadores con el ejemplo de vida. Ahora nos toca acompañar a nuestros hijos y nietos que también han elegido Los Molinos como colegio para sus familias.
Marcelo Lanús y María García Llorente de Lanús Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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Marzo 1983. ¿Cómo olvidar aquella mañana de otoño en la que llevamos tomado de la mano a nuestro hijo mayor, Mariano, que comenzaba 1° grado? Acababa de construirse la primaria y así se completaba el traslado del colegio a Munro; al lugar en donde allá por los sesenta había unas quintas de unos italianos que cultivaban verduras y muy cerca funcionaba un autocine. Treinta años han transcurrido ya desde esa fecha y por las aulas del colegio han pasado nuestros hijos: Mariano, Santiago, Martín, Tomás, Francisco y, si Dios quiere, el año próximo también terminará nuestro sexto varón, Pablo. Vaya nuestro agradecimiento al colegio por toda una vida compartida con sus alegrías y tristezas.
¿Qué queremos dejar a la tercera generación que ya está comenzando sus primeros pasos en el colegio? Dos conceptos fundamentales que aquí hemos aprendido: el abandono en la Divina Providencia, y el hacer nuestro, a pesar de nuestras miserias, el lema del colegio: Nunc Coepi para renovar con ilusión la lucha y la entrega diaria”.
Eduardo Curutchet y María José Suárez de Curutchet Padres del colegio
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El país de
los enanos A Matías Spini su papá (que era de la 20ª Promoción) le puso el listón bien alto: “Sacó 125 menciones, le ponían buenas notas todos los días y nunca le pusieron un parte”. (Joaquín, vamos a revisar tu legajo). Cuando sea grande va a ser roquero y nos canta una canción, una versión musical de “Piedra, papel o tijera, yeah”. Nos dice que la morcilla “la sacan de un animal gordo, lleno de carne, que anda por el agua (¿la morsa?), y que si fuera director “haría que los maestros se sienten a estudiar y los chicos tengan recreo todo el día”. (Promociones 2008)
“Lo peor del colegio es tener que hacer la cola en la vianda para calentar la comida, buscar los platos y los cubiertos. Pero bueno, tampoco es para tanto. ¿Qué voy a hacer cuando sea grande? ¡Y, obvio: me voy a casar! Y además voy a ayudar a los pobres”. (Augusto José Caletti, Promociones 2007).
“¿Qué hacen los abogados? Y, mirá… un auto atropella a ochenta señores y mata a ocho, ¿no?, bueno entonces mi papá, que es abogado, va y los cuenta”. Pero, ¿qué cuenta? “Y, ¡cuantos quedaron!”. (Jorge Casal, Promociones 1996)
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“Voy a tener un hotel en San Juan, yo sería el gerente y le daría de comer a la gente pan tostado. Además voy a enlazar y domar caballos y voy a ser un mago monstruoso, de los grandes”. (Bautista Nicanor Pizarro Camargo, Promociones 2007)
Salvador Correa Levene dice: “me gustaría ser basquetbolista si llego a medir más de dos metros, y si no soy tan alto me hago arquitecto o artista de los que pintan como Picasso”. Si fuera director dejaría a los chicos en el recreo mientras se va a comprar un helado. Lo mejor del colegio: “los recreos, la revista Intercole y las películas de Jesús”. (Promociones 2011)
Cuando sea grande, Benjamín Chillado Biauss va a ser futbolista y vendedor de kiosco, “voy a ser rico porque voy a poner todo a $50”. ¿A qué se dedica tu papá? “A lo típico del campo”. “Me gustaría hacerme una máquina que me haga el mejor jugador de fútbol del mundo entero”. No le gustan las Club Social con gusto a jamón: “porque tienen gusto a jamón crudo”. (Promociones 2011)
Marcos García Mansilla nos cuenta que el ratón Pérez le trajo 5 pesos cuando se le salió el diente y todos nos dimos cuenta de que se le había salido. Le sugerimos sacarse todos los dientes para conseguir más dinero, pero rechaza la idea: “Si los pongo a todos abajo de la almohada me van a pinchar”. (Promociones 1993)
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Jerónimo Achaval nunca comería brócoli, “porque no me tienta”. De grande va a ser policía y jugador de polo. ¿Superpoderes? “Me los saco del corazón porque yo quiero estar con Jesús sin superpoderes” ¿Por qué? “Porque sino es demasiado”. (Promociones 2011)
“Va al centro”, esa es la profesión del papá de Juan Miles. Cuando le pregunté sobre su futuro, me aseguró que sería carpintero. Entonces le conté que yo en primer grado también dije que quería ser carpintero. “¿Y qué hacés sacándome fotos y haciéndome preguntas? ¿No sos carpintero?”, se extraña. “No, ahora estoy en la facultad”, le explico. “¿En la facultad de carpintería?”, quiere saber. Le digo que no. Me mira compasivamente, como se mira a un fracasado y concluye: “Yo sí voy a ser carpintero”. (Reportaje hecho por Francisco Orive, exalumno, Promociones 2005)
¿Qué harías si te dan un millón de dólares? “Me compro un departamento y con el vuelto, chicles de menta”. (Juan Pablo Ballester, Promociones 1995)
“Mi papá ordeña las vacas para el asado. Voy a ser cantante cuando crezca. Me gustan las hamburguesas y odio la polenta”. ¿Cómo se hacen las hamburguesas? “¡No se hacen, se compran!”. (Agustín Catalán, Promociones 2004)
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“Mi papá es doctor. Si se te sale un ojo, por ejemplo, él lo agarra y te lo cose”. (Jaime Dodds, Promociones 1998)
“Mi papá es abogado, va a un lugar donde hay tribunas y ahí los abogados hablan y sacan fotocopias. Siempre están todos ahí, en las tribunas”. (Federico Lanús, Promociones 1997)
“Cuando sea grande voy a ser vendedor de petardos. La comida más fea son los cacahuates, nunca comí pero con ese nombre debe ser horrible”. (Juan Cruz Uriburu, Promociones 2007)
“Lo que no entendí de la historia de Sansón es por qué cuando Dalila le cortó el pelo y se le fue la fuerza, Sansón no fue y se compró una peluca”. (Agustín Gelosi, Promociones 1994)
Reportaje en un banco del campo de deportes. Un escarabajo avanza a los tropezones por el pasto: “Tienen gusto a uva”, nos revela Juan Pablo Sarquís. “Y mi hermano come hormigas. Las únicas que te pican son las chiquitas, ¿querés que me coma una ahora?” (No, gracias) “¿Te puedo preguntar algo?” (¿Qué querrá saber?) “¿Por qué en el zoológico no hay linces?” No se lo podemos contestar. Las grandes preguntas a veces quedan sin respuesta. (Promociones 2000)
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Ingresé a Los Molinos en 1° grado, cuando el colegio tenía 10 años. Siempre valoré mucho, y cada vez más según pasan los años, la educación que recibí; el equilibrio entre la formación espiritual y humana, la formación académica y los deportes. Casi 30 años después de ese primer día volví a Los Molinos como padre de un alumno. Me sorprendió lo mucho que había crecido el colegio en su estructura edilicia, y la superación en lo académico. Pero más me sorprendió, y muy gratamente, encontrar el mismo espíritu y ver que aún se viven los valores fundacionales.
Al día de hoy, como padre y exalumno, rescato la importancia que el colegio le da a la formación de las familias en la educación de los hijos. Los padres primero es una frase que se escucha y así se organizan charlas, talleres y demás tipos de encuentros para apoyar a los padres en la educación de sus hijos. El vínculo padre-hijo es algo que se trabaja mucho
y bien, a través de actividades como los campamentos, los campeonatos de fútbol, la fiesta de la familia… Ideas que valoran tanto los padres como los hijos”. Javier Paz 13ª Promoción | 1994 Padre del colegio
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Cómo no elegir Los Molinos siendo exalumno y viendo entre nuestros hermanos –los míos y los de Dolores– aquello que quisiéramos para nuestros hijos. Con sus diferencias, todos procuran ser hombres de bien, de esperanza, buenos amigos, alegres y fuertes ante lo difícil de la vida. Para nosotros esto recién comienza, Juan José y Francisco están en 1° y 2° grado, Santiago y Pedro aún no entraron al jardín… ¡Tenemos unos cuántos años por delante y
contamos con Los Molinos para ayudarnos a sacar lo mejor de ellos!”. Juan José Seré 11º Promoción | 1992 y Dolores Baliero de Seré Padres del colegio
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Seis hijos han pasado por Los Molinos desde 1993, al menor de ellos aún le quedan algunos años más para egresar. De los 40 años de vida del colegio hemos compartido exactamente la mitad o, dicho en términos deportivos, hemos jugado juntos el segundo tiempo de un partido que aún continúa. Siguiendo con la analogía futbolística, a lo largo de todo este tiempo hemos pateado para el mismo lado y formamos parte de un equipo que busca un resultado favorable bien claro: sacar lo mejor de cada uno de nuestros hijos. Eso implica, probablemente, un plan de acción y unas metas diferentes para cada chico pero siempre el mismo cariño y empeño para ayudarlos a volar lo más alto posible. Al final, más que con las
mejores notas o logros académicos, el campeonato se obtiene al ver el desarrollo de esa persona íntegra, y que vive esa edad maravillosa con una felicidad plena. A lo largo de este tiempo el colegio ha sido, prácticamente, una extensión de nuestra casa; y ello gracias a la confianza que ha presidido la relación con los maestros y directivos, así como con el personal administrativo.
Sí, con Los Molinos vestimos idéntica camiseta y jugamos –en puestos diferentes– en un mismo equipo. Esto es lo que sentimos desde hace veinte años: padres y colegio somos socios en la tarea de educar y formar a nuestros hijos”. Gabriel Astarloa y María Raquel Allende Posse de Astarloa Padres del colegio
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Elegimos Los Molinos en su momento y hoy lo volveríamos a hacer aunque por muchas más razones. Nos entusiasma ver el crecimiento
del colegio y reconocer que su esencia se mantiene inalterable.
Da mucha tranquilidad saber que nuestros hijos reciben en el colegio la misma formación que procuramos darles en casa; esa sintonía padrescolegio es primordial a la hora de educar. Como sucede en el ámbito familiar, en el colegio conocen y quieren a cada chico en particular, potencian lo bueno y lo ayudan a mejorar en sus puntos flojos. A los padres, nos apoyan en cada una de las etapas de nuestros hijos, nos proporcionan vías para fortalecer el matrimonio y la familia, y nos ayuda a crecer en nuestra vida como cristianos. Gente buena es lo que uno se encuentra en Los Molinos, eso hace la diferencia; nos sentimos muy cómodos y queridos”.
Mariano Spini 6ª Promoción | 1987 y Sofía Pereyra Iraola de Spini Padres del colegio
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Somos padres de seis hijos varones, cuatro egresados y dos en secundaria. Hemos vivido mucho el colegio y hemos sido testigos de cómo ha ido creciendo y evolucionando –contando incluso con la ayuda de los padres en este proceso–. Sin embargo, lo esencial y principal se mantiene igual. Rescatamos el valor de la amistad, no solo entre chicos sino también entre padres. Nos
sentimos muy amigos de los padres de los amigos de nuestros hijos; es algo que el colegio promueve a través de los cafés de madres, las comidas de matrimonios, las reuniones, días de la familia y demás. En relación con la amistad, también valoramos que los chicos se sigan viendo con sus amigos y compañeros aún después de haber egresado. Se encuentran todos los sábados en el campo de deportes para jugar al fútbol con su equipo y se ven durante la semana; nos encanta ver cómo se apoyan entre ellos, cuando alguno tiene un problema, están sus amigos ahí. Gracias a Los Molinos por habernos ayudado tanto en la educación de nuestros hijos”. Mariano Aberastury y Clara Naón de Aberastury Padres del colegio
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Familia y colegio trabajando en equipo es una frase muy buena pero mucho más valioso es verlo hecho una realidad. Cuando enviudé tenía cinco hijos en Los Molinos y faltaba que entrara el sexto. A los pocos días de morir Carlos se entrevistaron conmigo para ver detalladamente qué podía necesitar cada uno de los chicos. Recuerdo cuando un 28 de diciembre un director le destinó a un hijo una hora de entrevista para ayudarlo a orientar sus decisiones. También valoro el que hayan tenido paciencia con uno de ellos en momentos difíciles, recordando siempre las virtudes que tenía pero que en ese momento no se percibían. Y agradezco cuando aceptaron mi sugerencia para cambiar el tutor de otro. Mucho tengo para recordar, valorar y agradecer…. Ya cinco están recibidos y cuatro son profesionales, pero todavía sigue Manuel en el colegio por lo que seguiremos trabajando en equipo”.
María Elena Caballero Madre del colegio
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Experimentamos como familia que aquello que el colegio predicaba, lo vivía. Todo pasó de teoría a realidad cuando en 1995, y con 15 años, murió Jorge, uno de nuestros seis hijos. Aquellos valores humanos, esa fe enseñada y encarnada en cada una de las personas que conformaban en ese entonces Los Molinos. El cariño, la contención, la fortaleza… el Nunc Coepi frente a uno de los grandes misterios de la vida…
En Los Molinos, con sus virtudes y defectos, lo que se enseña se vive; nos consta que muchas familias pueden dar testimonio de esto”. Jorge Baliero y Dolores Zimmermann de Baliero Padres de exalumnos con nietos en el colegio
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Recuerdo la entrevista de admisión en Los Molinos. Fue hace más de 30 años. Ese mismo día habíamos tenido entrevista en otro colegio al que también considerábamos idóneo para educar a nuestros hijos. Quedaba en el Centro –donde vivíamos y vivimos–, había vacantes y salimos contentos. A la entrevista en Los Molinos acudimos con cierto reparo; básicamente, porque si bien compartimos muchas ideas y principios, no somos del Opus Dei. Cuando llegamos nos recibieron con mucha calidez, como si perteneciéramos desde siempre a la institución. Era un precioso día de otoño y vimos a los alumnos disfrutando de un picadito en el patio. Terminada la entrevista, una serie de dudas empezaron a rondar por nuestras cabezas; pero la decisión se tomó de una forma muy simple: ‘No podemos, en las puertas del siglo XXI, encerrar a
los chicos en un patio con hollín, teniendo a 20’ este colegio con este campo de deportes espectacular’. Ni un solo día nos hemos arrepentido de la decisión tomada. Se han recibido cuatro de nuestros cinco hijos varones, y tenemos el privilegio de que nuestro nieto mayor esté en primer grado. Como padres, estamos convencidos
de que el trabajo conjunto padres-colegio como co-educadores, determina en gran medida a una familia”.
Fernando Recondo y Sofía Sobanski de Recondo Padres del colegio
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El papel de la madre promotora es algo que en Los Molinos se cuida mucho. Se busca que esa figura sea, básicamente, un puente entre el colegio y los padres. Hay dos o tres madres
promotoras por curso que mensualmente nos juntamos en el colegio para empaparnos de las novedades, del acontecer del colegio y repasar la agenda de las siguientes semanas. Lo que recibimos procuramos luego compartirlo con las demás familias del curso y, a la vez, estar atentos a las necesidades o circunstancias que puedan surgir dentro del grupo. Tiene mucho de información y
participación pero con un sorprendente tono humano; importa cada familia más allá de la agenda o el próximo acto patrio. Existe un compromiso por parte de las madres que no se mide en horas ni trabajos pero sí en el interés de contribuir a que haya un buen ambiente entre las familias y con el colegio. El café de madres, una comida con matrimonios, invitaciones y llamados oportunos hacen la diferencia y contribuyen a generar más afinidad y unión entre los
padres, aspectos que se agradecen a medida que los chicos van creciendo y formando sus amistades”.
Manina Köncke de González Madre del colegio
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Informarse, participar, colaborar…Tres maneras de vincularse con el colegio. Informarse es el primer modo de relación y para ello existen diversas vías de comunicación con las familias para que estén al corriente de las actividades que se desarrollan. Participar es un modo de estar en el colegio; asistir a las reuniones, a las entrevistas con los maestros o tutores, relacionarse con los otros padres de la clase… Es bueno e importante para conocerse y acompañarse. La colaboración de los padres y madres se da a través distintos grupos de trabajo y en tantas iniciativas que surgen en la vida de un colegio.
En Los Molinos cada vez más padres y madres se involucran en las actividades, donando su tiempo y energía, y facilitando a la dirección el poder llegar más y mejor a cada familia. Esas familias contribuyen además a crear ese clima de amistad y cariño tan característico de estos colegios”. María Marta Mones Cazón Área Padres
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ideario Solo es posible una educaci贸n de calidad cuando los padres y el colegio comparten valores y principios educativos.
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El colegio, en su tarea de formar a los chicos, entiende que necesita también apoyar a los padres y poner a su disposición programas de educación familiar. Al ofrecer
estos cursos y encuentros, el colegio estimula a que los padres –el matrimonio– se tomen un tiempo y un espacio para reflexionar, debatir y formarse en temas de familia; algo muy difícil de concretar en este tiempo. Como dice una y otra vez el colegio, los padres somos los principales educadores de nuestros hijos, y el colegio colabora y complementa esta tarea. Este apoyo a la
formación de la familia es un ejemplo claro de la inmensa ayuda que el colegio nos da a los padres”. Ana Facchini de Travella Madre del colegio
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En 2012 tuvimos la oportunidad de construir, en familia y en el marco de las actividades solidarias del colegio, varias casas junto a una ONG. La idea es ayudar, en familia, a otra familia en situación de extrema pobreza. Más allá de la labor de
construcción, se busca entablar una relación con la familia. Así, preparamos juntos el almuerzo y compartimos el resto del día. A medida que transcurría la jornada las dos partes fuimos achicando las distancias y desterrando prejuicios; al final del día, la despedida resultó muy emotiva.
Una experiencia como esta genera vivencias y conversaciones –en la familia– que de otro modo no se darían, al menos no con ese grado de involucramiento. El apoyo de Los Molinos a las familias es claramente un diferencial respecto a otras instituciones. Cualquiera sea la iniciativa –solidaria o no– buscan incansablemente la forma de unir a la familia y de darle herramientas para crecer y fortalecerse”. Clara Algorta de Gallardo Madre del colegio
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Con Horacio, mi marido, apoyamos con mucho entusiasmo y a la distancia los comienzos de El Buen Ayre y Los Molinos. Cuando comenzó, nosotros vivíamos en Entre Ríos con trece chicos y soñábamos en que algún día volveríamos a Buenos Aires y allí irían ellos. Eso ocurrió al muy poco tiempo y ya desde los primeros años tuvimos a nuestros hijos en el colegio. Llegaron a ir seis juntos… aunque siete pasaron por Los Molinos, y otras siete mujeres por El Buen Ayre.
Mandarlos a Los Molinos nos supuso grandes esfuerzos, hay que reconocerlo; y pese a ello, no hacemos otra cosa que dar gracias a Dios, porque fue una etapa muy feliz en la que en los colegios encontramos el apoyo que necesitábamos para educarlos y formarlos en los valores cristianos. Ahora, después de varios años de haber cerrado esa etapa,
me emocioné este año en la procesión de Corpus Christi que se organizó en torno al colegio. Allí contemplé el crecimiento en alumnos e instalaciones, y
me conmoví con tantos chicos acompañando y adorando al Señor; entre ellos, varios de mis nietos… Más los que vendrán… que hoy están en Buen Molino. Al terminar la procesión y pasar frente a Nuestra Señora de Los Molinos, recordé y agradecí todos esos años, y me sentí feliz por estos hijos míos que hoy reciben ese apoyo para educar y formar en valores cristianos a sus familias.
Carmenchu García Llorente de Klappenbach Madre de exalumnos con nietos en el colegio
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Si bien el espíritu del colegio es el mismo, en estos 40 años progresó mucho en lo que refiere a conocimientos académicos y proyectos renovadores. Cuando Matías empezó –primer exalumno hijo de exalumno junto con Emilio Dodds y Felipe Mendoza–, me sorprendió el buen nivel de inglés y lo mucho que se había evolucionado en materia de deportes.
En ese momento elegimos Los Molinos porque notamos que los chicos venían felices, crecían como buenas personas y se formaban como estudiantes responsables con hábitos de estudio y de orden. Nos gustaba el seguimiento personal que se hacía de cada chico y cómo trataban de sacar lo mejor de cada uno, ayudándolos en lo que más les costara. Quince años después lo volvemos a elegir para Francisco (1° grado). Por todo lo mencionado antes y por lo mucho que nos ayudó el colegio a transitar la adolescencia de sus dos hermanos. Último aspecto que destacamos –no menos importante– es que las familias de los amigos de nuestros hijos tienen los mismos valores. Esto contribuye a generar nuevas amistades pero, sobre todo, nos ayuda a la hora de educar a nuestros hijos”. Fernando Moroni 2ª Promoción | 1982 y Belén Pavlovsky de Moroni Padres del colegio
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El Teatro de madres surgió hace casi 20 años por
iniciativa de dos madres (Mercedes Ansaldo y Goggy Peirano). Se hace anualmente en Los Molinos –y también en El Buen Ayre– para recibir a los chicos que ingresan al año siguiente en 1° grado. Además de ese objetivo, está el de integrar a las madres nuevas. Si bien tenemos algunas estrellas consagradas –madres con hijos grandes que siguen participando–, procuramos convocar especialmente a las de los primeros grados. Algunas escenas describen el verdadero backstage del Teatro de madres… En el día del estreno, mientras unas practican pasos de baile, otras comparten datos sobre una animadora de cumpleaños o terminan de organizar un pool. Unas repasan la letra de la obra y otras conversan con la maquilladora sobre el último diagnóstico de la psicopedagoga… Todo vale si es por sacarles una
gran sonrisa a los chicos –propios y ajenos– mientras disfrutan de ver a muchas mamás vestidas de princesas, superhéroes, soldados y hasta mariposas”. María Inés Caballero de Baya Casal Madre del colegio
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Empecé a entrenar a los chicos porque alguien me dijo que hacía falta que los padres participáramos más en el deporte de nuestros hijos. Resultó ser una de las experiencias más espectaculares que me tocó vivir. Desde 4° grado empecé a hacerme amigo de
los amigos de mi hijo, Emilio, y hasta hoy me cuentan sus cosas, me consultan, me presentan a las novias... Es muy bueno y saludable contar –más allá de tu padre– con un adulto en quien confiar cuando sos adolescente. Los resultados deportivos fueron muchos pero lo más importante fue ganar a los amigos de mi hijo; ese fue el verdadero campeonato. ‘Un
poquito más’ fue una frase adoptada en un asado de los chicos que transformamos en canto de aliento para el equipo de la XX. Ha sido el deporte, y sobre todo el rugby, verdadero forjador de virtudes”. Emilio Miguens Padre de Emilio Miguens 20ª Promoción | 2001
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Estuve 12 años como alumno en el colegio y hoy estoy como padre.
Tengo muy presente la relación de confianza y cercanía que se daba con los profesores y que crecía año a año. Incluso hoy, a muchas de esas personas me las cruzo como padre del colegio y la relación sigue siendo de familiaridad y sencillez. Con los años he ido entendiendo que esos profesores, que de chicos evaluamos de una manera, nos ayudaron muchísimo en nuestra formación como personas; en los consejos que oportunamente nos dieron pero más aún cuando nos marcaron –incluso con amonestaciones– lo que estaba mal hecho. Si uno considera los años como alumno, y los años que va a estar en el colegio como padre, es probable que más del 50% de nuestra vida esté ligada al colegio. Por esto, es fundamental que uno se involucre. Rafael Llavallol 10ª Promoción | 1991 Padre del colegio
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Muchos hijos...
...muchos a単os
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CAPÍTULO TRES
Orientación
Educadores Colegio de familias | 135
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Educadores
Formar alumnos,
formar personas En Los Molinos hablamos de profesores orientadores; personas que eduquen en conocimientos académicos pero además, y sobre todo, que contribuyan a la formación integral de cada alumno.
D
esde los comienzos, hemos transmitido a los maestros y profesores de Los Molinos la importancia de enfocar su rol docente en la perspectiva de ser educadores. Buscamos, de manera efectiva, que los alumnos reciban una educación integral. Para que esta visión pueda hacerse realidad, seleccionamos los docentes entre profesionales que estén ilusionados en seguir creciendo como personas y que se comprometen a profundizar en el ideario educativo. La orientación de los directivos, el trato con los profesores que llevan más tiempo en Los Molinos y la asistencia a los programas de desarrollo docente (PDD) son los cauces más importantes de esta capacitación. Cada mañana, ante el espectáculo de ómnibus, combis, camionetas y autos que traen alumnos desde Capital Federal, Pacheco, Tigre, Pilar, Don Torcuato o San Isidro…, queda en evidencia que
ideario Se espera que los educadores enseñen; ayuden a pensar; animen a decidir; confíen en las capacidades; alienten en las dificultades y los enfrenten con la propia responsabilidad.
ideario
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Procuramos que el ambiente que se viva en Los Molinos sea un clima de trabajo serio, de aprovechamiento del tiempo, de formación intelectual con esfuerzo, juntamente con un tono humano alto, con mucha alegría y buen humor, con mucha
cordialidad, amabilidad y buen trato entre todos; con espíritu de servicio, amistad y compañerismo. Sabemos que estas son nuestras herramientas formativas”. Gabriel Quijano Director general
los padres, al optar por este colegio, no lo han hecho por su cercanía. En el ejercicio de su derecho a elegir la educación para sus hijos, han apostado por un proyecto que, después de cuarenta años, ha quedado muy bien delineado y en el que las familias confían. Gran parte de esta labor se lleva a cabo en el aula. Saber enseñar es una ciencia y un arte. Y aunque progresivamente los pizarrones para tiza sean reemplazados por pizarrones inteligentes, el trabajo del profesor seguirá siendo indispensable: la selección de las estrategias didácticas adecuadas, la motivación y conducción del aprendizaje, los procedimientos de evaluación, todo esto depende de la competencia del docente. Un buen profesor sabe a fondo su asignatura y si realmente es educador, conocerá muy bien a sus estudiantes. Sabrá las características propias de la 138 | Colegio Los Molinos
edad que tienen y el temperamento de cada uno de sus alumnos, los comprenderá y los ayudará a dar lo mejor de sí mismos. Sabrá exigirlos y alentarlos. Como nos recordaba el educador español José Manuel Mañú, en una capacitación docente durante el año 2011: “El maestro educa primero con lo que es, después con lo que hace y solo en tercer lugar con lo que dice. Un maestro no merece ese nombre si no tiene pasión por la materia que enseña. A la vez, sabe que es más importante la persona que aprende, que los conocimientos que adquiere”. En nuestro ideario destacamos también la misión de formar ciudadanos responsables. Queremos que los egresados contribuyan al bien común, sean solidarios y respetuosos. Uno de los instrumentos más efectivos para lograrlo es la intervención adecuada del educador en los inevitables conflictos
Educadores
que se plantean en el colegio. Son oportunidades privilegiadas que no hay que desaprovechar. Tal vez el aula sea el lugar más adecuado para aprender matemáticas pero también en el campo de deportes, en la capilla, en el comedor, se aprenden lecciones inolvidables. Al venir a Los Molinos, los padres han elegido un ambiente educativo. Esto se consigue a semejanza de una orquesta. Queremos que cada uno de los que trabajan en el colegio contribuya, con sus características personales, a enriquecer la educación que reciben los alumnos. Sabemos que también las paredes educan. Por eso la labor del personal de mantenimiento es tan importante: aulas limpias, pupitres en buen estado, arreglo inmediato de lo que no funciona. Todo eso –que se concreta en mil detalles– facilita que los alumnos aprendan a ser más cuidadosos y a valorar el trabajo ajeno, respetándolo
con una conducta responsable. Y podemos decir otro tanto de cada uno de los que, día a día, generan ese ambiente tan característico de Los Molinos. En las entrevistas con los padres –donde además de los aspectos pedagógicos tratamos cuestiones relacionadas con la educación del carácter, el aprovechamiento del tiempo, los límites o la integración con los demás compañeros– nos encontramos, a través del educador, colegio y familia en una alianza que brinda orientación y sinergia. Con el paso de los años, se han incorporado al colegio, como educadores, un buen número de exalumnos. Es una alegría para quienes han sido sus profesores compartir con ellos ahora la tarea docente: una consecuencia lógica de haber sembrado buena semilla y haber contagiado la pasión por educar. Colegio de familias | 139
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El protagonista de su educación es el alumno, con el auxilio y la acción del maestro. El maestro estimula el esfuerzo y la formación académica de los alumnos. Se muestra como ejemplo de lo que se quiere transmitir y lo demuestra con hechos y compromisos, con una disposición permanente hacia los demás, con sentido personal, constancia y optimismo. En Los Molinos el maestro
es un verdadero educador porque colabora con los padres –trabajando con ellos– en la educación de sus hijos. Es además orientador porque se ocupa de evaluar el rendimiento pero también la continuidad en el esfuerzo; valora calificando en forma cuantitativa y cualitativa. Esta valoración de cualidades del trabajo establece parámetros alcanzables por cada alumno en forma personalizada, y permite que este sienta márgenes de libertad en los que pueda crecer sin presiones de competencia excesiva con el resto. Respeto y confianza son dos baluartes de la relación entre maestros y alumnos. Se llaman por su nombre, siendo compañeros, amigos, colegas y tirando parejo del carro hasta el final”.
Ernesto Castellano Director de Primaria
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San Josemaría llegó a decir que ‘la formación está de modo especial en el ambiente que entre todos hacemos en una casa, en el lugar de trabajo...’. Y es cierto, en un colegio todo
forma o deforma, no hay acciones indiferentes, el ambiente forma más que todo lo que podemos decir en el aula o en algún discurso con motivo de una fecha patria. El ambiente constituye una materia de examen permanente porque de lo contrario el nivel tiende a bajar. Si los profesores y el personal en general estamos bien vestidos y aseados, luego el aseo y el porte externo serán importantes.
Si el ambiente es de alegría, de cordialidad y buenos modos, donde la sonrisa es algo habitual, formaremos en el optimismo, en el trato cordial y eso es lo que se ve en Los Molinos. Me atrevo a asegurar que es uno de los puntos más fuertes del colegio”. Marcelo Possidente Antiguo profesor, tutor y directivo
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Para ayudar a los chicos a crecer como personas de manera integral, nuestros medios principales se dan en el día a día, en lo cotidiano, en lo ordinario; en la relación que se da entre docentes y alumnos en las aulas, el patio, el comedor y el campo de deportes. Habrá, como es habitual, algunos acontecimientos y eventos especiales. Pero fundamentalmente la vida en Los Molinos estará llena de circunstancias normales, y esas son las que queremos aprovechar para acompañar a nuestros alumnos a crecer bien, de modo sano, armónico, como personas y como cristianos.
Ese ambiente es de por sí muy formativo y muy animante”.
Gabriel Quijano Director general
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La hora del comedor es uno de los momentos más felices del día para los chicos. Es un recreo, pero distinto. Si bien no hay pelotas, corridas ni gritos, se comparte el tiempo del almuerzo y se reponen energías, se puede conversar a gusto e intercambiar las figuritas del momento, entre otras cosas. En el comedor los alumnos pueden elegir los lugares donde sentarse, y eso puede variar cada día. Son 20 minutos de
libertad controlada, de distracción y distensión. Los maestros conversamos con los alumnos en un ámbito distinto, en una situación diferente, más familiar como lo es la hora de la comida. Los temas de estudio están tácitamente prohibidos. Los alumnos se acercan y nos cuentan de sus cosas con alegría y confianza. Ellos también nos ven en una función distinta. Saben que no estamos ahí para enseñarles a comer, sino para acompañarlos en esa pausa llena de risas, charlas, sabores y aromas diferentes. Es una tarea para destacar la de ‘los calentadores’ (alumnos encargados de calentar la comida en los microondas), que con sacrificio personal y esmero vigilan que el alimento llegue con la temperatura justa y a quien corresponda”. Miguel Olavarria Profesor del colegio
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Anécdotas para recordar Buen trabajo
Se acerca un chico de 1° grado al Sr. Alberto Musacchio, vicedirector y profesor de Religión de los primeros grados. Muy serio le pregunta: - Vos además de hacer de Dios, ¿de qué trabajás?
- A ver Gabo, ¿cuántos años me das? - Y… vos debés tener… ¡90! - Pero, Gabriel… ¿Cómo 90? - Y bueno, yo sólo se contar hasta 90… Efusivos
Despacio pero seguro
Pedro Perkins y Santiago Palma, entonces en 3° grado, le preguntan a un profesor: - ¿Qué libro tenés? - Es una Biblia - A mí me regalaron una para la primea comunión, informa Pedro. - ¿Y ya la leíste? - Sí - ¿Toda? - Bueno, toda no. Me falta un poco. - A ver… ¿En cuántos días creó Dios el mundo? - ¡Eh, hasta ahí no llegué…! Menos mal
El día que un profesor cumplía 30 años se acerca a Gabriel Levenne, que entonces estaba en 1° grado, y le pregunta:
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Alberto Musacchio llega con todos los de 1° grado hasta la puerta del oratorio. - Ahora, ni bien entran, todos saludan al Señor. En silencio, entran todos los chicos. Último de todos entra el Sr. Alberto. Con asombro se encuentra a todos los chicos saludando cordialmente al Sr. Colombo que no entiende nada de lo que está pasando… Buen lema
El chico estaba en el pasillo mirando el escudo del colegio que adorna un repostero. Esperaba el resultado de su examen de ingreso. Cuando ve pasar a un profesor, le pregunta: - ¿En qué idioma está este escudo? - En latín… ¿Sabés qué quiere decir? - ¿Nunc coepi? Y…, cualquiera se da cuenta: “Nunca te copies”.
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Todo es posible
Aparece en 1° A un blazer. “¿De quién es?”, pregunta el Sr. Adrián. - ¡Ah!, pero tiene etiqueta… aquí dice: Guillón. - ¡Debe ser de Nacho cuando era chiquito!, responde Federico Tezanos.
¿Trajiste todo?
Un día de octubre se hizo limpieza de las mochilas en el grado. El Sr. Carlos decía que en algunas podía encontrarse cualquier cosa. ¿Exageró? Aquí algo de lo que viajaba en las mochilas: . El manual de instrucciones de una radio . Una radiografía (velada) . Un martillo . Una revista FAM’s n°1 . Un broche de ropa . Unos guantes de invierno . Una piedra . Unos huesos de nutria . Un bombón de hace dos años . Un cuaderno de comunicaciones de un hermano . Las llaves de casa “perdidas” en marzo . Un diente . Una pluma de pavo . Una medalla del Mundial del ‘78 . Un calzoncillo usado en el campamento.
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El colegio como extensión del hogar… A eso nos referimos cuando hablamos de ambiente educativo. Un colegio en el que el alumno adquiere conocimientos académicos pero a la vez, y sobre todo, crece como persona desarrollando y consolidando actitudes y hábitos. En Los Molinos el docente es el principal educador, pero sabemos que las actividades y los lugares también educan. En este escenario, el cuidado de las
cosas materiales constituye un aspecto grande e importante en lo que refiere al ambiente de trabajo y convivencia. Puestos los medios –humanos y materiales– para que el colegio se vea y se viva como un lugar limpio, cuidado y agradable, el esfuerzo de alumnos y personal del colegio es y debe ser diario. Tal como sucede en los
hogares, procuramos que este sea un ambiente en el que cada uno se sienta a gusto. Y tal como sucede en los hogares, ese ambiente lo generamos entre todos”.
Miguel Pérez Cobo Administrador
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Educación en valores es la característica distintiva del colegio Los Molinos. Lo experimenté como alumno y lo vivo hoy como padre de mi hijo varón, que cursa primer año de secundaria. La responsabilidad, el compromiso, el
esfuerzo, la perseverancia, la honestidad, la libertad y el énfasis en el desarrollo pleno de la persona son algunos de los valores fundamentales que se inculcan en el colegio y quedan grabados para siempre en quienes recorrieron sus aulas. Valga como ejemplo una experiencia personal. Siempre fui buen alumno y lo académico no era un problema. Sin embargo, en segundo año y por rebeldía con un profesor, me llevé a diciembre un módulo de su materia por no haberlo estudiado. Me convocó uno de los últimos días de clase y en vez de tomarme el módulo desaprobado (análisis sintáctico), me propuso que leyera un libro para marzo: La fe y la formación intelectual. La propuesta me llamó mucho la atención porque nada tenía que ver con el módulo a rendir, y además me evitaba tener que estudiar. Vueltos a clase, en marzo tuvimos una charla muy enriquecedora sobre el libro. Con el tiempo entendí que ese profesor supo ver más allá; mi problema no era el análisis sintáctico, que tarde o temprano aprendería, sino que existían otras necesidades más profundas a mi formación como persona. A casi 20 años de haber terminado el colegio, me encontré a ese profesor en la calle. No lo veía desde entonces y le agradecí –siempre había querido hacerlo– la gran lección que me dio. Eso es Los Molinos, un colegio con foco en la persona más allá de su excelente nivel académico”. Nicolás Pertiné 10ª Promoción | 1982 Padre del colegio
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Para poder cumplir con la misión de ayudar a las familias en la educación integral de sus hijos varones, se necesita que los padres se dejen ayudar. Esto significa estar en sintonía, querer lo mismo.
Estar en sintonía implica confianza. Confianza en los directivos y profesores del colegio que, al igual que ellos, quieren lo mejor para sus hijos. Confianza para acercarse, solicitar una entrevista o conversar sobre la última decisión tomada. Ese estar en sintonía garantiza que el trabajo que realizan la familia y el colegio, dé sus frutos. También presenta una consecuencia más: que las familias del colegio coincidan en criterios básicos, que facilitan la afinidad y contribuyen a que los chicos generen amistades duraderas”. María Marta Mones Cazón Área padres
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Educar en y para la libertad, un tema apasionante y un gran desafío. Queremos que nuestros alumnos elijan libremente este proyecto, que quieran vivir estas virtudes y valores como estilo de vida. En otras palabras, queremos que los chicos sean buenos y se porten bien porque se les da la gana. Así como educamos en la libertad, debemos educar en la responsabilidad. Con creatividad,
y de acuerdo a las edades y etapas evolutivas, buscamos promover las elecciones libres y enfrentar a los alumnos a sus responsabilidades. Es importante y muy formativo enseñar a hacerse cargo de las decisiones y asumir las consecuencias de las elecciones que hacemos (si estudio o no, cómo me comporto, cómo trato a los demás, de qué actividades participo…). Este es un gran aprendizaje para la vida. Y parte del amor a la libertad personal, es el respeto por los demás, por los que piensan diferente, tienen gustos o aficiones distintas”. Gabriel Quijano Director general
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Estaba en 2° o 3° año, había prueba de Matemática con el profesor Ricardo Bedo y, para variar, me había olvidado de la calculadora científica, herramienta imprescindible para el examen. Me desesperé y salí corriendo al “B” para conseguir una prestada. Abrí la puerta sin siquiera golpear y pregunté: ‘¿Alguien me puede prestar una calculadora para el examen de Matemática que está empezando?’. Antes de que cualquiera me pudiera responder, el profesor Ernesto Molina Aguirre, de Lengua y Literatura, dijo: ‘No Nicastro, ni siquiera tocó la puerta para entrar; vaya afuera’. Insistí: ‘No, lo que pasa es que tenemos examen ahora y no tengo calculadora’. ‘Ya le dije, por favor afuera del aula’, repitió. Salí, cerré la puerta, y lo insulté feo. Molina Aguirre escuchó, se me acercó y dijo: ‘Nicastro, lo escuché, tiene xx cantidad de amonestaciones por insultarme’. Pasó el tiempo y no me llegaba el castigo. Pensé que el profesor se habría olvidado y me mantuve en la cobarde actitud de callar y esperar, quizá zafaba. Pero no, me entregaron las amonestaciones por insultar a un profesor. Ese día me tocaba hablar con Iván, mi tutor. Entre otras cosas que charlamos le comenté de la pena y le relaté el motivo. Iván me
dijo: ‘Sí, me enteré. Pero también sé que el profesor te estuvo esperando todo este tiempo para conversar de lo sucedido y le pidieras perdón por el insulto. Esperaba ver qué decisión adoptar en relación con la sanción. Imagino que como no fuiste, decidió ponerte las amonestaciones’. El comentario de Iván me dio mucha vergüenza y lamenté no haber sido más valiente para encarar la situación y reconocer mi error. Le
dije a Iván: ‘No lo puedo creer… bueno, ya está, ya me puso las amonestaciones’. Iván me retrucó: ‘¿Ya está? Una cosa es el castigo otra es que le pidas perdón’. Al día siguiente le pedí perdón. El profesor me escuchó y me disculpó; pero, como correspondía, no me quitó las amonestaciones. Igual, me sentí bien, satisfecho. Porque a pesar de las sanciones, estaba en paz, había actuado como corresponde a una persona íntegra”. Pablo Nicastro 15ª Promoción | 1996
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El deporte es un elemento importante para el desarrollo de la persona humana, y constituye un modo de expresarse a sí mismo y entrar en relación con los demás. Como dijo Benedicto XVI, si
el deporte ‘se practica con pasión y sentido de la ética, además de ejercitar un espíritu de competencia sana, se convierte en una escuela para aprender y profundizar valores humanos y cristianos’. Y dentro de esos valores destaco el respeto y la amistad, la perseverancia y la superación, la responsabilidad y el sacrificio, la voluntad y la autodisciplina, el optimismo y la alegría…”.
Ignacio Guillón Director de Deportes
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Los maestros enseñan a los alumnos el valor del trabajo bien hecho y los acostumbran al esfuerzo porque abren puertas para su futuro.
La obra bien hecha resume la posibilidad de encontrar la alegría en el trabajo escolar. La relación entre trabajo y alegría tiene que ver con el placer que el alumno experimenta al percibir que, en base a su esfuerzo, logra buenos resultados en una actividad bien realizada. Se procura la atención a cada alumno mediante un trato adaptado a las posibilidades, limitaciones, ritmos y a las características de los estudiantes. Se trata de una formación exigente pero
viene acompañada de comprensión. Le decimos amable exigencia. El colegio como prolongación de la casa debe ser siempre, en nuestro concepto, formativo y no solo instructivo; formativo no solo desde lo pedagógico, en el sentido de ‘enseñar virtudes’, sino desde lo cotidiano entendido como ‘entrenamiento de hábitos que anteceden a las futuras virtudes’”. Ernesto Castellano Director de Primaria
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En Los Molinos valoramos a cada uno, cada alumno es un ser único con sus cualidades y sus debilidades. Para facilitar que cada
alumno tenga su propio proyecto de mejora, se fomenta el trato individual; ya sea con el profesor –que se procura que sea un profesor orientador– o con el tutor. Ese vínculo uno a uno permite conocer, rescatar lo bueno y ayudar más eficazmente a mejorar como persona. Los tutores son además profesores y como tales, cumplen con otras funciones más allá de lo estrictamente académico. Así, pueden cuidar un patio, acompañar a los chicos en el comedor, participar de campamentos o de convivencias… Esto permite conocer más a
la persona –sus gustos, comportamientos e interacciones– y no solo al alumno en lo que refiere a sus conocimientos académicos y su modo de estar en clase. Todo ello, sumado a las entrevistas que se concretan a lo largo del año con los padres, permite ser más precisos y eficaces en el apoyo a los alumnos”. Pedro Perkins Director de Orientación 20ª Promoción | 2001
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En el colegio, entre padres, profesores y alumnos se respira un clima de confianza, de simpatía y sobre todo de alegría. Es que si los profesores, además de ser expertos en su área de saber y en la didáctica para enseñar, tienen una sólida formación antropológica y ejercen y exigen un trato cordial con la comunidad del colegio, cada miembro responderá en los mismos términos. En estas condiciones, el trabajo, el esfuerzo, se disfruta más allá de los logros.
En ese clima de confianza es muy frecuente que un adolescente nos busque a alguno de sus profesores para consultar respecto de algún tema que lo preocupe, muchas veces muy personal. Esta función de orientación que los profesores estamos dispuestos a cumplir tanto en estas interacciones personales como en nuestro trabajo en clase, depende de nuestra propia capacitación y formación integral. Es así que en todas las ocasiones en que el colegio propone situaciones de capacitación (cursos y charlas en el colegio, aulas y foros virtuales, acompañamiento en la culminación de carreras terciarias, universitarias y de postgrado), se atiende no solo a la técnica (didáctica, profundización en los contenidos de las materias) sino a cuestiones antropológicas que hacen a nuestro desarrollo personal tanto como al profesional”.
Nicolás Andrews Director Secundario Superior (4° a 6° año)
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Entré a Dirección con cierta timidez. Me esperaba –pulcramente trajeado– el director general del colegio, Juan Clemente; mi tutor. Corría el año 1990 o 1991.
De pronto, el director decidió cambiar los roles e invirtió la tutoría. Yo, con 17 o 18 años, me transformé en su tutor. Juan Clemente compartió conmigo un proyecto para el colegio, una especie de materia nueva a la que llamaría Lectura común. Se trataba de que los alumnos invirtiéramos cuarenta minutos semanales en la lectura silenciosa de novelas. Los de la 10ª por poco leemos la Opera Omnia de Hugo Wast, escritor que fascina a Juan Clemente.
Me marcó ver cómo Lescano y su equipo transformaban las ideas en realidades, los proyectos en concreciones. Michael Mullen 10ª Promoción | 1992
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Los Talleres de lectura fue de lo mejor que me paso en primaria. Estoy haciendo un MBA en Chicago, EEUU, y pienso cómo me influyó y ayudó hasta en las conversaciones con profesionales de todo el mundo, empresas, mi trabajo y profesores”.
Francisco Cinto 20ª Promoción | 2001
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Entré al aula algo transpirado por el fútbol del recreo. Me esperaba una tarde de Filosofía con Juan Pablo Roldán. Una calamidad. Sin embargo, él lograba que yo pensara y tomara apuntes durante toda la clase. Nos hacía sentir inteligentes. No repetía de
memoria, elaboraba un pensamiento y nos motivaba a participar del discurrir de las ideas. La Filosofía cobraba un prestigio magno ante mis ojos. Un ocho en Filosofía era un diez en Matemáticas; uno se sentía parte de una élite intelectual. Durante la clase, Juan Pablo intercalaba anécdotas o comentarios jocosos. Por ejemplo: ‘Prono, no seas gaviota’ (Pucho filosofaba en otra galaxia…). Nos leía el pensamiento. Notable. Uno de la 10ª, Francisco Saguier, dedicó su vida a la Filosofía por él. Yo
también me dedico a la docencia y siempre recuerdo sus clases, las mejores, las inolvidables. Me hizo pensar”.
Michael Mullen 10ª Promoción | 1992
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Cuando conocí a Juan Lescano me entusiasmó con un colegio de familias, buenos alumnos y un proyecto concreto y posible. Poco después, Iván Pittaluga me dijo ‘éste es un colegio en el que te vas a divertir’. Acepté el cargo sin saber que esa profecía podía tener múltiples sentidos… Hubo matafuegos sin incendios, bicicross sin bicicletas, episodios misteriosos como la desaparición de firmas en algún boletín…
Durante estos casi 18 años disfruté de amistades de padres, alumnos y profesores que van a perdurar, porque una de las cosas que engrandece a Los Molinos es el señorío que da el trato frecuente con el Señor, y en Él se eternizan las cosas buenas”.
Ricardo Maquieira Antiguo director de Secundaria
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Los alumnos de Los Molinos son buenas personas, muy buenas personas; además son muy educados y trabajadores. Incluso a los que traté en
plena rebeldía de jóvenes después pasan los años, vienen, te saludan y te tratan con afecto. Ese querer al profesor, preguntarle por su familia… ninguno es indiferente. Los padres de los alumnos también son muy buenos, me acuerdo de muchos. Hugo Alberto Ghigliazza Profesor de Educación Física
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Me imagino que a medida que pasan los años uno va descubriendo nuevas cosas para agradecer de todo lo que recibió en el colegio... Hoy lo que más agradezco es,
por un lado, haber tenido la capilla para entrar a rezar en cualquier momento y la misa diaria; y, por el otro, la calidad humana de tantos maestros y profesores. Hace unos días, una mañana fui por segunda vez a celebrar misa en Los Molinos. Cada vez que he vuelto al colegio desde que me recibí, en 1998, me he encontrado con novedades edilicias... Esta última vez los cambios eran tantos que la capilla parecía lo único que estaba tal cual uno lo recordaba; más que nunca me pareció que ella era un signo de la presencia fiel de Dios. Antes de irme, guiándome como pude y como si fuera un recién llegado, subí hasta las clases de primaria. Quería saber si seguía estando Miguel Ángel Pérez, un querido maestro mío de sexto grado. ¡El Señor Miguel Ángel! Me acuerdo que se venía todos los días desde Moreno en un Citroën... y que nos enseñaba en toda ocasión a vivir con austeridad. Fue una alegría tan grande encontrarlo como siempre, parado delante del pizarrón, en una clase donde no volaba una mosca... Le costó reconocerme pero después de la sorpresa nos dimos un abrazo fuerte y charlamos un rato. ¡Qué agradable
que en medio de esos edificios tan nuevos y lindos, estuviera ese mismo maestro de mi infancia transmitiendo –con palabras incansables, pero sobre todo con su vida coherente– los mismos valores de siempre! Él también, como la capilla, me hizo acordar al amor fiel de nuestro Dios”.
P. Cristián Dodds 17ª Promoción | 1998
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Un rasgo característico del colegio es que todos los profesores, cualquiera sea la materia que enseñemos, tenemos claro que buscamos ayudar al alumno a formarse como persona. El Ideario del colegio no es letra muerta: cada día, el chico que
ha ingresado a Los Molinos recibe de sus directivos, maestros, sacerdotes, personal administrativo… el mismo mensaje. Y detrás de cada acto –desde una felicitación a una llamada de atención–, pasando por los encargos que se le asignen o las lecturas que se ponen a su alcance, existe la convicción de que
estamos aquí para ayudar a los padres en la educación de sus hijos. Nos importan los logros y los éxitos, pero más nos importa la persona en la que el alumno se está convirtiendo”.
Miguel Ángel Pérez Profesor de Primaria
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Como solemos comentar con Ernesto Castellano y los maestros de ese curso: primer grado es una fiesta. Es una edad donde los chicos tienen una enorme ilusión por aprender
y jugar. Con seis años miran a su maestro como el máximo referente después de sus padres; lo que haga o diga es para ellos palabra santa. Son como esponjas que absorben todo. Por eso mismo supone una responsabilidad altísima y un desafío en el que uno tiene que estar a la altura de la circunstancias. En particular, ser profesor de doctrina en Los Molinos es muy grato. Uno sabe que lo que está haciendo tendrá un impacto muy importante en la vida de cada alumno. Elijo dos frases de
San Josemaría que constituyen el norte en mi tarea como profesor de Doctrina Católica: ‘Buscad tener piedad de niños y doctrina de teólogos’ y ‘si no les enseñasteis a rezar, habéis perdido el tiempo’. Por eso desde primer grado dedico un minuto al comienzo de cada clase para rezar en silencio, compartiendo después quienes quieran su oración, sus pedidos, su agradecimiento… de modo que puedan enriquecer y profundizar su diálogo con Dios”. Patricio Grondona Profesor de Doctrina y vicedirector de Primaria 14ª Promoción | 1995
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Haber estado 30 años en el colegio me da la perspectiva que solo el tiempo puede dar. Hoy veo alumnos con apellidos y rostros familiares, y les digo: ‘Ah, sí, ya recuerdo a tu hermano... Sos muy parecido’. Y me asombro cuando me responden: ‘No, no es mi hermano; usted tuvo como alumno a mi papá…’. O situaciones como encontrarme por la calle con señores respetables que de pronto me paran, y ahí nomás, me cantan una canción que les enseñé en 6° grado.
Uno de los aspectos que más valoro del colegio es el ambiente de trabajo que existe; se da un clima de camaradería profunda entre los profesores pero también con los directivos, administrativos, sacerdotes y personal de mantenimiento. Siempre estuve contento de pertenecer a Los Molinos. Y entiendo que este mismo clima sincero, de confianza y familiaridad constituye uno de los tantos motivos por los cuales los padres vuelven a elegir este colegio como lugar de formación para sus hijos”. Juan Carlos Benegas Profesor de Música
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ideario Los profesores son orientadores del proceso de desarrollo personal de los alumnos; el estilo que se promueve es la amable exigencia.
ideario
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El colegio ha sido un lugar donde siempre he querido estar, lo disfruté mucho y lo sentí siempre mío. Una anécdota ilustra esa sensación de pertenencia que compartíamos alumnos, padres y profesores. Año 1995. 5° año. Previa del partido de rugby del First XV contra Newman. Por entonces, para nosotros era el partido más esperado.
Estando cambiados en el vestuario y listos para salir a la cancha, entró un señor muy bien trajeado a darnos aliento. Lo vi y pensé que por la pinta debería ser un “irlandés”, me imaginé que sería el director del Newman y que era destacable su gesto de venir a saludarnos. Cuando se fue del vestuario Nacho Guillón me dijo: “¿Sabés quién es?”. “No”, respondí. “Es Rómulo Naón, uno de los padres fundadores de Los Molinos. Viene a verlos jugar”. Esta anécdota es ejemplo del capital humano que tiene el colegio. Invaluable. No alcanzan los pases de Messi y Agüero juntos para pagar medio Iván Pittaluga o Nacho Guillón. A los fundadores y a todos los que han hecho posible lo que soñaron, planificaron y finalmente construyeron: Gracias y ¡felices 40 años! A todos aquellos que hoy son alumnos del colegio: ¡Carpe Diem!”. Alejandro Fano Promoción 14 | 1995
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Desde que comencé a trabajar en el colegio, en 1990, me llamó la atención el ambiente de familia que en Los Molinos se respira. Un trato cercano, de confianza, cordialidad y buen humor es lo que marca la relación entre las personas que convivimos en el colegio. De las actividades con alumnos, mi preferida siempre fueron las Convivencias con los chicos del último año. Un aspecto de la
formación de los chicos que allí pude apreciar y siempre me gustó es la reciedumbre, el no quejarse ante las adversidades o ante la incomodidades. Recuerdo una anécdota que me asombró especialmente. Estábamos en San Martín de los Andes y una de las actividades organizadas era una bicicletada por el Cerro Chapelco, en medio de un paisaje espectacular. Nos aprontamos para iniciar el recorrido que consistía en una bajada vertiginosa de 20 mts., seguida de una primera curva bastante pronunciada. Largamos cuando el guía lo indicó. Comenzaron a andar las bicis y rápidamente se
aceleraron por la pendiente de la montaña; yo iba último para evitar el papelón que podía significar caerme ante mis alumnos. Al tomar la primera curva veo que uno de los chicos no dobla, sigue de largo como si el camino continuara recto y se estampa contra el borde del camino. Freno, todo preocupado, y me acerco junto a los que iban últimos. Temía que hubiese sido un desmayo y le hubiera pasado algo. Me acerco y al verle la cara, le pregunto qué le pasó, si acaso le fallaron los frenos, la dirección, si se quedó dormido o alguna otra explicación razonable. Me responde que no, que no le pasó nada de eso sino simplemente que no sabía andar en bici, que jamás se había subido a una bicicleta. Lo felicite por su coraje y, lógicamente, ya no pudimos evitar llorar de risa junto con él”. Eduardo Sapia Profesor Encargado de Curso (PEC)
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Los Molinos fue y será un segundo hogar para mí. Empecé en 1973 en el jardín de infantes, luego primaria, secundaria y, como quien no quiere cortar el vínculo, me quedé dos años más colaborando como ayudante de educación física de Nacho Guillón. En marzo de 2002, en uno de los días más emotivos de mi vida, entró mi hijo mayor a Los Molinos.
Recuerdo el primer día de clase de 1982 como un día especial. Ese día retomé el colegio luego de haber estado dos años con mi familia en Inglaterra. Para entonces, la primera promoción del colegio comenzaba 5° año y nosotros, la quinta promoción, ingresábamos a secundaria. Todo el colegio formaba impecablemente en un total y absoluto silencio; esperábamos el izamiento de la bandera ante la atenta mirada de profesores y directivos. De repente, se para frente a mí Silvano Mazzucchelli, director de Primaria en ese tiempo, y mientras me pellizca el cachete dice en voz alta: ‘¡Volviste Quiquiiiin!’. A partir de ese momento, Quiquín fue mi
apodo. Hasta el día de hoy, algunos amigos me saludan con el mismo pellizco y dicen: ¿Cómo andás Quiquiiiin?”. Enrique Nölting 5ª Promoción | 1986 Padre del colegio
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Educadores
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Algo que siempre me llamó la atención en Los Molinos era la preocupación por la formación espiritual de los alumnos y el querer ayudarnos a conocer y amar a Dios.
Desde la misa diaria para quien quisiera asistir, el ofrecimiento de obras mientras formábamos y hasta la posibilidad de pasar por la Capellanía donde siempre había un sacerdote disponible para conversar un rato o incluso confesarse. Todo en el mismo colegio, solo hacía falta caminar un par de pasillos.
Por otro lado, me siento muy agradecido con el colegio que siguió en contacto conmigo aun después de haberme recibido. Me ofrecieron la posibilidad de participar de un programa de coaching que implica contar con el apoyo y asesoramiento de un profesional de la misma carrera que yo estoy estudiando. Se trata de un exalumno o padre de alumno, en ejercicio de su profesión, a quien el colegio ofrece y confía la posibilidad de entrenar a otro en sus estudios universitarios. Una ayuda que no esperaba y sí agradezco mucho”. Esteban Canevari 30ª Promoción | 2011
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Me gustaría que los alumnos me recuerden como una buena persona que los acompañó y que quiso sacarles de adentro cosas que ellos tenían. Y
me gustaría saber que las conservan todavía, algunos valores y gustos estéticos”.
Miguel Mateu Profesor de Arte
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Educadores
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El encuentro de culturas es uno de los acontecimientos mayores del humano acontecer. La posesión de una segunda lengua es una llave que abre puertas a destinos insospechados; un certificado, el símbolo de esa posesión. Consciente o inconscientemente, este saber campea, desde sus inicios, en los programas de idioma y cultura de habla inglesa en Los Molinos. Se trata de
que al egresar los jóvenes hayan adquirido la lengua inglesa en un grado que les permita desempeñarse correctamente en ámbitos cotidianos, laborales y académicos. Año tras año advertimos que estas ideas acerca de la riqueza que constituye el aprendizaje del inglés, ganan terreno entre el mismísimo alumnado. Una consecuencia de su legítima y feliz demanda es satisfecha por la institución mediante un plan
cuya columna vertebral es lingüística, y al que son funcionales materias que, más allá del lenguaje, importan saberes formativos. Siempre perfectible, este programa está atento a las exigencias y cambios de nuestro tiempo. ¡Ojalá que, por sobre toda utilidad práctica, nuestros estudiantes y ex alumnos se nutran del patrimonio que, a través del lenguaje, siempre provee el encuentro con otra cultura!”. Juan José Delaney Director de Inglés Secundaria
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Del colegio me llevé verdaderos amigos y el deporte que me templó mucho. Ídolo Nacho
Guillón y el Eque Maldonado con sus abdominalisss! El deporte es una palabra mayor; años más tarde estudié en mi carrera de Psicología la manera en que te templa el carácter. El mismo Aristóteles en la formación del hombre y sus virtudes exigía el deporte en la educación. Solo el cuerpo puede aquietar a la mente, cuerpo sano, mente sana. Es clave para poder afrontar los desafíos en la vida; para medirte, conocerte, entender lo que significa el rendimiento, tolerar la frustración… De esto se trata, de cultivar tus talentos; y no se hace de la noche a la mañana sino que lo vas trabajando día a día, con esfuerzo y constancia. Así se pule un oficio como al que me dedico ahora. Siempre lo viví como viví
el deporte y gracias a la escuela que recibí con el deporte en el colegio, creo que puedo perseverar y crecer”. Esteban Díaz Mathé 18ª Promoción | 1999
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El aprendizaje es un proceso. Nuestro trabajo en el colegio Los Molinos es guiar a los estudiantes en ese proceso, preparando bien las clases, diseñando actividades adecuadas y evaluando los resultados para seguir mejorando. Sin embargo,
en los años que pasan en el colegio nuestros alumnos pueden aprender mucho más que los contenidos de las materias: el trabajo eficiente del personal de mantenimiento, la atención esmerada de la gente del comedor o el cuidado de los detalles del encargado del campo de deportes son otras tantas lecciones. Un ambiente
donde todas las personas se esfuerzan por hacer un buen trabajo tiene un gran impacto educativo”. Iván Pittaluga Profesor de Primaria
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Educadores
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Los Molinos,
datos & cifras
19 de marzo de 1973
primer día de clases Una casona en la calle
Superí 1640/70 en Belgrano R fue el primer edificio del colegio
2000
130 m² de Biblioteca
asumió el actual director general
+70
Gabriel Quijano
alumnos tenía el colegio cuando abrió sus puertas
40 aulas + 11 salas En
1973
especiales
se eligió el lema y en 1974 se creó el escudo
10 años estuvo Juan Clemente Lescano como director del colegio en su primer período
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4 publicaciones regulares
1982 egresó la 1ª Promoción
2.75 hectáreas ocupa Los Molinos en Munro;
18 hectáreas el campo de deportes en Pilar
del colegio: Promociones, Siempre Presentes, Molinos de Viento y Desde el Molino
+ bibliotecas ambulantes + sala de lectura
Capilla para 280 personas
9 salas de reuniones + SUM y
salón de actos para 700 personas
Educadores Educadores 40 horas de capacitación anuales
Cursan
137 hijos de exalumnos
600 familias conforman hoy el colegio
98 profesores, la mitad full time
36% de madres involucradas
Plan de estudio global:
en actividades del colegio
Familias del colegio con más de cinco hijos varones Actuales 5. Altieri Sarachaga; Beramendi Giménez; Campos Arbulu; Catalan Pellet; Fitte Gassiebayle; Rizzato Benazzi 6. Curutchet Suárez; Vassolo Weisz 7. Cagliari Loyola 8. Tanco Simmermacher
Históricas
5. Bustillo Guerrero; Colunga Brugo; Hölmberg D’Agostino; Lanús García Llorente; Lanusse Nölting; Mayer Correa Luna; O’Farrell Avellaneda; Paz Miguens; Perkins Caputo; Reynal Ayerza Cichero; Sicardi Rodríguez. 6. Bonadeo Miguens; Mones Cazón Wyler; Mones Cazón Marcó; Pacheco Caballero; Pueyrredon Lezica; Silveyra De las Carreras; Vasallo Franchino. 7. Barletta Lanusse; Diez Gru; Klappenbach García Llorente. 8. Barilatti Sojo; Dondo Lagos; Vaquero Barcia.
Trabajan en el colegio
1 profesor cada 12,5 alumnos
Castellano 50% (60% materias humanísticas, 40% científicas) Inglés 32% Deportes 10% Formación cristiana 8%
13 exalumnos
1 alumno 1 tutor
2000
exalumnos
30
promociones
967 alumnos en 2013 100 o + alumnos ingresan anualmente
Procedencia de los alumnos: 35% Capital 30% Pacheco–Tigre 10% San Isidro–Boulogne 8% Pilar 17% otros Zona Norte
trabajan hoy en el colegio
PET, FCE y CAE son los exámenes
internacionales que se rinden
+ materias curriculares en inglés
10 nombres más frecuentes hoy: Juan, Tomás, Santiago, Francisco, Agustín, Marcos, Bautista, Joaquín, Pedro, Felipe
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El ejercicio de la docencia es una de las profesiones más completas e importantes: es dar, enseñar,
acompañar, sostener al otro en una entrega generosa y desinteresada; es estar felices cuando el discípulo crece y se desprende de nuestra tutela; es buscar alternativas hasta lograr que el que no pudo resuelva su dificultad. Ser maestro, ser profesor, implica por lo tanto tener imaginación, plantearse nuevas metas, ser creativo, reinventarse todos los días con la pasión de los primeros tiempos. Ser maestros, queridos compañeros de Los Molinos, es un privilegio”. Elsa Todoroff Talleres de Lectura
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Educadores Educadores
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CAPĂ?TULO CUATRO
Resultado
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Alumnos
El proyecto
personal Queremos ayudar a los alumnos a crecer como personas para que lleguen a ser buenos hijos de Dios, amigos leales, profesionales y miembros de familia responsables, capaces de influir positivamente en la sociedad.
P
rimer día de clases. Un chiquito de seis años se aferra, ansioso, a la mano de su mamá. Entra por primera vez como alumno al Colegio Los Molinos. Él no puede saber que, en realidad, está dando el primer paso de un largo viaje de doce años, y que al cabo de más de cuatro mil días de navegación saldrá por esas mismas puertas muy diferente de cómo entró. Sus padres, al tomar la decisión de traerlo a nuestro colegio, desean que su hijo crezca, como Jesús, “en sabiduría, estatura, y en gracia para con Dios y con los hombres” (Lc. 2, 52). Todos los padres cristianos desean eso. La naturaleza hará su trabajo y ese “enano” de poco más de un metro alcanzará, estirones mediante, muchos centímetros más de estatura. Para el crecimiento en sabiduría y gracia, además del tiempo y la libertad, contribuirán pacientemente sus padres y educadores, con su afecto, su ejemplo y su palabra.
ideario El estudio es la primera y principal ocupación del alumno, y se le enseña a realizarlo cuidando los detalles que hacen al trabajo bien acabado.
ideario
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En el colegio procuramos que los chicos sean buenos hijos de Dios, encarnen valores y sean buenos amigos.
Cicerón decía: ‘La amistad sólo puede existir cuando los hombres coinciden en sus opiniones sobre las cosas humanas y divinas’. Entendemos que la amistad se teje con los años a través de experiencias positivas de amor y cariño, pero sobre todo creemos
que la amistad se enseña, se aprende, se trabaja y se comparte. Un buen amigo quiere al otro tal cual es, con sus virtudes y sus desaciertos, se enriquece del otro y renuncia al egoísmo, a lo individual. Esperamos que los años de aventuras, desafíos, viajes y propuestas del colegio los formen en el respeto hacia el otro, les ayuden a desarrollar la empatía y a crecer en amistad. Queremos que los
chicos sean ejemplo de compañerismo en sus trabajos y que sean excelentes amigos de sus amigos”. Ernesto García González Director de Secundaria Básica 18ª Promoción | 1999
En ese largo viaje el alumno tendrá oportunidad de aprender muchas cosas: a leer y a escribir, a hacer cuentas y a resolver problemas, a dominar el inglés y las técnicas de estudio, participará en actividades culturales, deportivas, artísticas, leerá buenos libros, asistirá a miles de horas de clase y mucho más. Esas lecciones están previstas de acuerdo a un plan pedagógico gradual, muy completo y en permanente actualización. Todos los que estén en esa aula recibirán esas lecciones. Sin embargo, hay otras enseñanzas muy importantes y que también serán explicadas, aunque no siempre frente al pizarrón ni siguiendo un plan preestablecido. Son aquellos aprendizajes que, en medio del trabajo diario y la convivencia con los demás, crean las condiciones para que un niño madure y se convierta en una persona segura, responsable y solidaria. ¿Qué lecciones son esas? En primer lugar, experimentar que Dios es nuestro Padre y nos ama 202 | Colegio Los Molinos
incondicionalmente. Que nos quiere como somos… aunque no desea dejarnos tal como estamos. Quiere que nos parezcamos más a su Hijo, Jesús, pero esa transformación se hace poco a poco, con la delicadeza de un artista que trabaja una piedra preciosa, respetando nuestra libertad y nuestra singularidad. La segunda lección es que estamos en este mundo, en este país, en este tiempo, en esta familia y con estos talentos, para algo. Nuestra vida tiene un sentido. Somos irremplazables y nuestra existencia es irrepetible. Más lecciones: la vida es un asunto de decisiones y cada decisión que tomamos, nos hace. Una de las decisiones más importantes que tomamos es en qué clase de persona me voy a convertir. Como dice un antiguo refrán, la vida no es solamente tener una buena mano de cartas en el juego, la vida es jugar bien esas cartas. Nuestro coeficiente intelectual, nuestro físico, el haber nacido en esta o aquella
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familia, el contar o no con estos dones, todo eso no lo podemos controlar. Nuestra responsabilidad es jugar bien las cartas que hemos recibido, tomar las decisiones correctas. Podríamos decir que los talentos son los regalos que Dios nos hace. Lo que nosotros hagamos con esos talentos, será nuestro regalo a Dios. Esta es una lección importante que el alumno de Los Molinos escuchará muchas veces, no sólo en clases de Doctrina Católica o Filosofía, sino también de sus capellanes, de su tutor, de un profesor de educación física, o de un amigo. ¿En qué clase de persona se convertirán nuestros alumnos? Nuestro empeño es que lleguen a convertirse en personas confiables, porque son competentes en su profesión y porque son personas de carácter, íntegras. Ninguna de las dos cosas se improvisa y estos doce años son un período privilegiado de entrenamiento: tiempo para aprender a trabajar bien y adquirir un carácter firme.
Queremos que salgan de estas aulas con una visión positiva del trabajo, medio de santificación y de crecimiento personal. Es el mensaje de San Josemaría: “Santificar el trabajo, santificarnos con el trabajo y santificar a los demás con el trabajo”. Que sean conscientes de que pueden prestar una contribución muy importante a la sociedad y a la Iglesia a través de su profesión. Queremos que hagan las cosas por los motivos correctos, que no se dejen engañar por el consumismo o el éxito a cualquier precio. Que sepan que hay muchas esperanzas puestas en ellos y se ilusionen dándose a los demás. En este empeño por aprender a trabajar y a formarse, a veces las cosas no saldrán bien. Habrá fracasos. Pero el fracaso es una poderosa fuente de aprendizaje si se reflexiona sobre él. Y aprender a volverse a poner de pie es otra lección fundamental para una vida lograda, como señala nuestro lema. Sería ingenuo pensar que nuestros alumnos saldrían Colegio de familias | 203
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bien preparados del colegio si no han experimentado cómo reponerse ante los inevitables reveses de la vida, ya sea una derrota deportiva, un malentendido con un compañero o una mala nota en un examen. Una conversación oportuna en un pasillo puede ser una inolvidable lección de vida. A un nivel más profundo, queremos colaborar con los padres para que sus hijos sean personas capaces de amar, de cultivar relaciones profundas con Dios y con los demás, de formar el día de mañana familias sólidas. El agradecimiento, la aceptación de sí mismo y de los demás, el amor a la verdad y la comprensión, la honestidad, la gratitud, la solidaridad, en definitiva,
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todo lo que facilite agrandar el corazón son otras tantas lecciones que habrá en este viaje. También aprenderán a ser amigos leales. A lo largo de los años de escuela, se forjan amistades profundas pero solo si se aprende a respetar a los demás, a divertirse sin ofender, a escuchar, a ponerse en el lugar del otro, a saber pedir y dar un consejo oportuno. En esta travesía de doce años, habrá muchas millas donde todo marchará viento en popa y con sol radiante, pero también –hay que ser realistas– habrá que enfrentar alguna que otra tempestad. En esos casos, siempre familia y colegio procurarán, honestamente, lo mejor para el alumno, buscando de común acuerdo la manera más adecuada para que el niño madure y aprenda de sus errores. También los padres y educadores debemos aprender de los nuestros, rectificando y pidiendo disculpas cuando corresponda, sin abandonar nuestro compromiso por dar lo mejor a cada uno de nuestros estudiantes. Así como hay un primer día, habrá también un último día de clases. Nuestro deseo es haber contribuido a que los padres vean a sus hijos que egresan en camino a convertirse en las mejores personas que podrían ser. Tal vez volvamos a verlos dentro de unos años, sosteniendo la mano de su hijo de seis años que, ansioso como su padre muchos años atrás, está a punto de emprender su propio viaje.
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Reina entre los chicos un espíritu de buen amigo y de buen compañero, la idea es empezar el día con una sonrisa que en el mejor de los casos no se apaga hasta la hora de la salida. Se puede aprender con alegría siempre y cuando se acepte que esforzarse no es un castigo, sino un ejercicio deportivo de la voluntad. Una educación completa para formar chicos sinceros, recios y tenaces que puedan desarrollar las distintas actividades escolares en un ambiente sereno, conlleva inevitablemente la alegría de pertenecer, de poder hacer bien el trabajo así como la alegría de intentar una vez y otra con una sonrisa. La clave es el código común de respeto. En el colegio la forma hace al fondo y los buenos modales y el detalle con el otro hacen la diferencia. Cuando ingresan por la mañana con los ojos medio abiertos y medio cerrados, el director estrecha su mano
con una sonrisa afable acompañada por una palabra que a cada uno le remite a su vida real con altos y con bajos; y en ese encuentro reside todo el cariño verdadero que hace de su colegio casi un hogar”.
Ernesto Castellano Director de Primaria
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Los Molinos me regaló los únicos amigos que veo cualquier día de mi vida como si hubiésemos compartido el anterior, aunque el tiempo nos ha dispersado bastante. Kacha, Macoco, Nano, Patán, Casuba, Nacho McLean, Rana, Nacho Gramajo, Enano, Beto, Fieg, Pedro, Saubi, Ale, Chuzo, Pancho, Nacho Carú y pocos más. El colegio fue siempre como una barca; hoy sé muy bien que atravesó con nosotros años muy difíciles y dolorosos, que marcaron para siempre a nuestras familias y a nuestra querida Patria. Quizás por eso, cuando llegamos al 5° año, en nuestros festejos de egresados a mi madre se le ocurrió esa misma metáfora, con la que todavía hoy nos interpela: El viento de Los Molinos tuvo que soplar muy fuerte para llevar a buen puerto dieciséis sobrevivientes ¿Y ahora? ¡Ahí está el mundo! ¡Adelante bachilleres! a luchar por sus derechos a cumplir con sus deberes Y el viento de los molinos soplará mucho más fuerte si ustedes llegan a ser sabios – piadosos – valientes.
Ignacio Rodríguez Varela 4ª Promoción | 1985
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ideario El deporte es un instrumento eficaz para educar en virtudes humanas como la constancia, el espĂritu de sacrificio, la lealtad y el compaĂąerismo.
ideario
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Rescato dos cosas como lo más importante que me dejó el colegio. Primero, que me ayudaron a conocer a Dios y me formaron en su enseñanza que, con los años y ya egresado del colegio, despertó mi vocación. Segundo, recuerdo a los profesores y el ambiente del colegio; y en especial, a mis compañeros –mis amigos- y sus familias. A mis amigos los recuerdo
siempre, en cada predicación siento que están ahí porque cuando hablo de Dios se me cruza la vida y ellos son parte de la mía”. P. Guillermo Striebeck 9ª Promoción | 1990
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“En Los Molinos lo más importante es Nunc Coepi. El lema del colegio nos marca claramente que el objetivo ha de ser comenzar ahora y la posibilidad de recomenzar luego. El esfuerzo personal de
cada alumno reside en el cumplimiento de sus obligaciones. ‘Pongo ganas aunque me cueste’ es el lemita del alumno. Lo importante es que tenga voluntad para terminar la tarea escolar ya que la voluntad es el motor de búsqueda del Bien y debe formarse desde edades tempranas. Ernesto Castellano Director de Primaria
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En 1998, mientras cursaba 4° año y con motivo del 25 aniversario de Los Molinos, diserté en nombre de los alumnos que estaban en ese momento en el colegio. Recuerdo haber hecho hincapié en lo mucho que se nos exigía dentro de las aulas y en la práctica de los deportes… quizá en ese tiempo no valoraba tanto lo que estaba recibiendo. Sin embargo, unas líneas más abajo –y como expresión de deseo más que convicción– concluía que seguramente después lo íbamos a agradecer. ¡Y vaya si lo agradecemos! Hoy, 15 años más tarde, confirmo que así sucedió y le volvería a decir a los alumnos ‘lo van a agradecer’.
El trabajar bien no se improvisa, se aprende. Y lo aprendimos en el colegio; con esfuerzo, sacrificio y constancia. Los Molinos nos enseñó a desarrollar y crecer en ese espíritu de trabajo, medio ordinario de santificación. Y a Nunc Coepi, que no es el nunca copies de nuestra adolescencia sino el ¡Ahora empiezo! Otra gran lección de nuestro colegio; nunca darse por vencido, siempre volver a empezar. Andrés Pueyrredon 18ª Promoción| 1999
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A lo largo de los años he ido viendo, cada vez con más claridad, la ayuda que lo recibido en el colegio me ha dado para vivir mi sacerdocio. Seguramente se podría pensar en clases de religión, pláticas y todas las actividades directamente formativas. Sin embargo, tanto a la hora de decidirme como de vivir mi vocación, lo más relevante ha sido
la normalidad con la que se vivía la fe: los profesores, las familias, los capellanes... Incluso aquellas cosas que en ese momento podían parecer negativas -y ahora recordamos con una sonrisa- como amonestaciones y materias en diciembre, que todos ‘sufrimos’ con resignación y a veces con rebeldía. Hace poco vi la película There Be Dragons y noté a un san Josemaría que era para todos Josemaría. Una persona normal, que se alegra con las cosas alegres y se entristece con las cosas tristes; y hasta llega a agarrarse piñas en el seminario o, de niño, a tirar un plato de comida contra la pared. El mismo que después arriesga su vida para confesar a una persona o que hace grandes esfuerzos para ayudar a sus amigos. Esa misma normalidad se respiraba en los pasillos del colegio.
A 30 años de haber terminado el colegio y a 20 de mi ordenación sacerdotal, decenas de pequeños sucesos aparentemente insignificantes, todos juntos, construyen un recuerdo imborrable de naturalidad por el que doy gracias a Dios. Y pienso que pueden ayudarnos a todos los que hemos pasado por el colegio, cualquiera sea nuestra vocación”. P. Luis M. Caballero 1ª Promoción | 1982
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San Agustín dice que la felicidad del hombre se resume en amar y ser amado. En el colegio fui bastante feliz porque aprendí a
querer experimentando lo que es ser querido, sabiendo de mis imperfecciones y defectos.
¿Se imaginan que te llame un tutor –¡un grande!– y se interese de verdad por tus peleas (bastante estúpidas e infantiles) con tus hermanos? Y te ayude seriamente a solucionarlas, te proponga un pequeño sacrificio para no molestarlos y no ser siempre el que cause las escaramuzas. “Esta semana –me decía el tutor– cuando te vayas a dormir, tratá de no hacer ese ruidito que tanto le molesta a tu hermano”. “Organizá tu tiempo, hacete un horario para estudiar y para divertirte…”. Te ayudaba y te comprendía cuando repetidas veces volvías para contarle que no había salido tan bien. Y se reía con vos. Hoy, con 42 años, asomo la cabeza al pasado y encuentro algo en común entre quienes estuvieron cerca de mí en esa docena de años. Todos me enseñaron a querer a los demás por lo que son y como es cada uno, más allá de sus logros o de sus características particulares. Buenos o malos deportistas, excelentes alumnos o no tan destacados, correctos o indisciplinados… Como sea que sean, cada uno tiene una riqueza infinita para apreciar, conocer y divertirse con ellos.
Amar de verdad nos hace más libres. Querer aquello que es bueno, noble y verdadero ayuda a ir más ligeros de equipaje, a creer que es posible aquello del libro Puedes volar como las águilas, que en su momento nos dio a leer Juan Lescano. Aunque nos vivan bajando a hondazos, Nunc coepi”.
Fernando Bosch 7ª Promoción | 1988
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El colegio me dio una muy buena formación y eso te ayuda mucho en la vida. Cuando apenas salí del colegio no me di cuenta pero con el correr de los años
valoré muchísimo la formación cristiana y humana que me dio y sigo por ese camino que en los momentos difíciles es lo que te saca adelante”.
Miguel Novillo Astrada 10ª Promoción | 1991
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El espíritu de servicio que se promueve entre los alumnos se manifiesta en pequeñas y grandes obras. Desde el cumplimiento de encargos, que implica cumplir con responsabilidades y trabajar por el bien común del grupo, hasta llevar a cabo acciones sociales que contribuyan a mejorar la vida de las personas necesitadas. Entre las pequeñas manifestaciones está el pasar lista o borrar el pizarrón, y entre las grandes está el proveer de ayuda material y espiritual a familias, capacitar a alumnos y divertir a chicos, visitar a enfermos, construir casas… Los chicos de los primeros grados cumplen con mucho entusiasmo sus pequeños encargos en el aula, mientras que los más grandes se comprometen animosamente con tareas solidarias de apoyo y formación.
Lo que en definitiva se busca es educar a personas comprometidas con el bien común, que sen promotoras de valores y que contribuyan a transformar la sociedad a través del trabajo y del esfuerzo cotidiano”. Pedro Perkins Director de Orientación 20ª Promoción | 2001
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Cuando uno entrena es para ser el mejor en lo que hace, para ser campeón… Cuando uno estudia es para superarse, para aprender… Y
cuando uno va a Derqui, ¿para qué va? Yo creo que hay dos motivos fundamentales: el primero es para ayudar a los demás, y el segundo es para mejorar uno mismo como persona. Ver que uno contribuye con el crecimiento del otro es lo más lindo que hay. La semana en el barrio Toro (en Derqui) fue una oportunidad espectacular; la aprovechamos tanto o más que el viaje a Mendoza. En Toro se ve lo mejor de cada uno y también los puntos débiles, eso te ayuda a comprender y a respetar más a los demás. Poder ayudar
en Derqui es un privilegio; y, sobre todo, Derqui nos ayuda a cada uno de nosotros”. Tomás Fazio 29ª Promoción | 2010
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El amor por el deporte, el cultivo de la amistad y los valores que me inculcó el colegio los tengo marcados a fuego. Desde el tradicional picado –a muerte– A contra B, pasando por la espera ansiosa para ser convocado a los intercolegiales, hasta llegar al día de hoy y jugar al fútbol cada sábado en Pilar con el mismo entusiasmo. Y fue entre 5° año y mis primeros años de facultad que tomé conciencia del valor de la amistad y los grandes amigos que me llevé del colegio. A más de 15 años de
haber egresado, hoy agradezco y disfruto cada vez que vuelvo a Los Molinos para participar de alguna charla y me encuentro con antiguos profesores, empleados y exalumnos de otras camadas; me agrada y alegra seguir respirando ese aire de familia que se vive en Los Molinos”. Nicolás Gómez Videla 16ª Promoción | 1997
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Regresábamos de nuestro viaje de egresados a Santo Tomé, en 1996, cuando Nacho Guillón tuvo la excelente idea de ofrecernos un micrófono para que, desde los primeros asientos del colectivo, dirigiéramos unas palabras a nuestros amigos. Pasaron unos instantes hasta que alguien se adelantó y habló. Le sucedieron risas y aplausos, y así fueron animándose varios hasta que empezaron a asomar los ‘tímidos’ o ‘menos carismáticos’. Les aseguro que las mejores palabras salieron de ellos. Verdaderos valientes que sortearon los prejuicios, hicieron frente a la timidez o al miedo, y compartieron sus pensamientos. De ellos surgieron los mensajes más emotivos, las frases más cargadas de sentido. ¿Será porque tuvieron que pensar muy bien lo que iban a decir por temor a posibles burlas? No lo sé. Lo cierto es que fue uno de los momentos más emotivos de mi vida en el colegio.
A muchos nos dejó un sabor agridulce. Por un lado nos mostró lo valiosos que eran esos compañeros de clase a quienes no les habíamos abierto el corazón para que se conviertan en nuestros amigos. Por el otro, la alegría de saber que nunca es tarde. Gracias a Dios, descubrimos, compartimos y crecimos en amistad con los otrora ‘menos carismáticos’; hoy grandes amigos. Esto incidió en que disfrutáramos muchísimo de los últimos meses del colegio. No importa qué año del colegio o momento de la vida atravesemos, siempre estamos a tiempo de tomar buenas decisiones: Nunc Coepi”.
Santiago García Costa 15ª Promoción | 1996
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En nuestra época los viajes de egresados de la mayoría de los colegios consistían en ir a Bariloche a descontrolarse. Nosotros fuimos a Misiones, tuvimos un día de trabajo comunitario en un pueblo, visitamos las cataratas, la represa de Itaipú, Ciudad del Este en Paraguay y conocimos Posadas. Nos metimos en los ríos y cascadas, e hicimos todo tipo de programas muy divertidos y sanos. El hecho de ir de viaje con tus amigos y algunos profesores que nos llevábamos muy bien (Nacho Guillón, Mato Gulland y otros) nos parecía excelente. Sin embargo, había gente a la que no le parecía muy
entretenido y nos hacía algún comentario en ese sentido. Nosotros no entendíamos, ¡el viaje nos había parecido espectacular!”. Santiago Gilligan 13ª Promoción |1994
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Alumnos
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¡40 años del colegio! ¿Qué me suscita? Agradecimiento, alegría y un deseo. Agradecimiento primero a Dios por
estos 40 años de existencia del colegio. A nuestras familias que confiaron cuando el colegio recién comenzaba. A los maestros y profesores que me marcaron la vida y formaron como persona, y a los que guían en la actualidad el colegio. A los amigos que coseché a lo largo de todos estos años, de mi camada –la 3ª y primera promoción completa (19731984)– y del resto de las camadas; éramos una familia grande. Alegría por formar parte de la historia del colegio. Por los comienzos humildes en Superí, la primera etapa en Munro y por el crecimiento actual. Por los años –del ‘85 al ‘89– en los que trabajé como ayudante de Educación Física con Quique Nölting, de la 5ª camada. Por los amigos a los que casé y bauticé sus hijos; gracias por la confianza. Por los 29 años que llevamos como exalumnos y que disfrutamos encontrándonos mes a mes; gracias Nico Petit por romper y organizar el primero en 2001. Un deseo; que no se pierda el espíritu de los inicios, cuando no había más que 80 alumnos y todos nos conocíamos tanto; y que se sigan formando buenas personas, más allá de excelentes estudiantes”. P. Willy Diehl 3ª Promoción | 1984
Colegio de familias | 231
Los
40Molinos aniversario 1973-2013
“
Empecé en Los Molinos recién en 4° de secundaria, en 1994. Venía de Carlos Casares, del medio del campo, y viví un tiempo en una residencia en Belgrano para poder ir al colegio. Recuerdo muy especialmente el primer día. No conocía a nadie, literalmente a nadie. Tampoco sabía la oración que se reza al formar, ni cómo ir y volver al colegio en colectivo. Me acompañaron mis padres y eso me hacía sentir como un chico cuando empieza la primaria; solo que estaba unos cuantos años más arriba, medía 1.80 metros y pesaba 100 kilos. Entré en el A y el primer día fue espectacular. Pero al día siguiente me pasaron al B porque pensaron que me iba a integrar mejor, que los chicos eran más tranquilos. Sin embargo, terminé el colegio siendo más amigo de los del A; ese primer día me marcó para siempre. Recuerdo también que terminamos al mediodía y yo esperé hasta las 4 de la tarde para volverme con el transporte escolar; imposible encarar un viaje en el 60 cuando no conocía Buenos Aires... Durante los primeros seis meses viajaba a casa cada fin de semana. Más de 300 kms. que se hacían en siete horas. Eso para ir, y eso para volver. Pero aún así, estaba feliz. Feliz de estar en Los Molinos. Me recibieron muy bien y me adapté muy bien
al colegio. Aprendí muchas cosas, cosas que me hicieron muy bien. Aunque solo los dos últimos años de secundaria estuve en el colegio, la formación que imparte y el día a día de Los Molinos me marcó como persona. Siempre digo que si hubiera podido ir antes, lo hubiera hecho; Los Molinos fue una de las mejores cosas que me paso en la vida”. Jaime Lyford-Pike 14ª Promoción | 1995
232 | Colegio Los Molinos
Alumnos
Colegio de familias | 233
Los
40Molinos aniversario 1973-2013
234 | Colegio Los Molinos
Alumnos
ideario Se pretende la formaci贸n espiritual de los alumnos para que adquieran una vida de piedad s贸lida, fundamentada en que Dios es nuestro Padre, y en una profunda devoci贸n a la Virgen.
ideario Colegio de familias | 235
Los Los
40 40Molinos Molinos aniversario aniversario1973-2013 1973-2013
“
Cuando van al patio lo hacen charlando y no en fila. Salen de las aulas con un clásico Oee Oee, expresando sentido de pertenencia y sentido deportivo de la vida. Los recreos son
actividades educativas ya que el juego tiene sentido en sí mismo pero también sirve como disparador de experiencias que permiten el ejercicio de actitudes positivas, sanas y de colaboración y solidaridad. Cuántas amistades que llevan años se forjaron en los recreos de Los Molinos…
Se aprende diariamente a compartir, convivir y en definitiva a vivir en sociedad. Cada mañana y cada tarde en el recreo, brota la alegría porque se desarrollan varios partidos de fútbol simultáneos en el patio y campeonatos con figuritas de jugadores. Ernesto Castellano Director de Primaria
236 | Colegio Los Molinos
Alumnos
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
“
Lo que distingue a Los Molinos es su gran nivel humano y eso se refleja en los amigos que uno se lleva, la relación que entabla con los profesores y el ambiente familiar en el que transcurre la vida académica.
Se procuran vivir las virtudes humanas como la lealtad, la sinceridad, el esfuerzo… y todo en un clima de alegría, buscando formar a profesionales buenos y competentes pero, sobre todo, a excelentes personas. En Los Molinos uno no solo se relaciona con sus compañeros de promoción sino también con las distintas camadas. Y eso se vive cada sábado en el fútbol Pilar, una gran oportunidad para revivir ese ambiente familiar y de buen clima que se respira en el colegio”.
Julián Astarloa 27ª Promoción | 2009
“
Una de los regalos que me dio el colegio fue el gran grupo de amigos que formé durante mis años como alumno. No siempre nos fue fácil llevarnos bien –particularmente cuando la cosa no viene bien con el equipo de fútbol Spyders–, pero a pesar de todo hay algo más fuerte que nos une y nos acerca. Ese
sentido de pertenencia a algo común es lo que nos hace sentir parte de un mismo equipo y nos lleva a acompañarnos en las buenas y en las malas. A cinco años de haber terminado el colegio, me alegra profundamente encontrarme con mis profesores por la calle o cuando visito Los Molinos. Me gusta ponernos al día y que tanto ellos como yo estemos realmente interesados en saber en qué anda el otro”. Eduardo Fay 25ª Promoción | 2007
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Alumnos
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
“
Desde hace más de seis años, los de la 1ª promoción nos
juntamos un fin de semana al año en un campo de Roque Pérez. Somos más de 20 que hacemos un gran esfuerzo –en casa,
en el trabajo y para salvar las distancias que son nacionales y hasta internacionales– para volver a vernos. Nos une la amistad que hicimos en el colegio y el tener y compartir una base común muy fuerte. Tanto en casa como en el colegio nos enseñaron e inculcaron unos valores y principios que agradecemos e intentamos vivir día a día. Y hoy, a más de 30 años de haber egresado y con nuestras vidas hechas, es lo que nos une y se vive en cada encuentro. Es un fin de semana de pura alegría en el que no faltan los partidos de fútbol y tenis, las cabalgatas, el ping pong, el crocket… Pero lo que más abunda, siendo sinceros, es el asado y el buen vino…
Un clásico de estos encuentros es la presencia del Padre Luis Caballero, egresado de la 1ª promoción, que desde hace años vive en Paraguay y lo obligamos a venir con el pretexto de la misa de acción de gracias por la amistad y la posibilidad de juntarnos con frecuencia. Juan Lozada Olmedo 1ª Promoción | 1982
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Alumnos
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
“
En el colegio practiqué todos los deportes que me ofrecieron. Cuando llegué a 7° y tuve que elegir un deporte al que dedicarme los fines de semana, me decidí por el fútbol. Rugby y fútbol me divertían igual pero me sentía más cómodo en fútbol. Así hasta que llegué a 4° de
secundaria y un profesor de educación física me insistió, durante un año, para que ingrese a un club y pruebe la experiencia de jugar al rugby más allá de hacerlo en el colegio. Seguí su sugerencia y arranqué en CUBA con dos amigos del colegio. Practiqué los dos deportes durante un año y medio. Fútbol los sábados y rugby los domingos; terminaba liquidado. Poco a poco fui dándole más importancia al rugby hasta que dejé de jugar al fútbol. Una decisión difícil de tomar pero de la que no me arrepiento.
Hoy en día tengo la suerte de ser seleccionado para los diferentes circuitos de Los Pumas Seven. Eso me supone viajar bastante y entrenar tres días a la semana en doble turno. Además curso Administración de Empresas. Al colegio le estoy muy agradecido por haberme acercado al rugby, y por haberme inculcado el hacer todo con esfuerzo y dedicación. Trato de ser una buena persona y valoro muchísimo la cantidad de amigos que tengo”. Matías Moroni 27ª Promoción | 2008
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Alumnos
“
Como alumno, y en plena adolescencia, a veces uno no aprecia –y hasta cuestiona o critica– mucho de lo que el colegio busca inculcar a sus alumnos: relación con Dios, responsabilidad, compromiso… Pero cuando uno egresa, y
comienza a desenvolverse solo y en ámbitos nuevos, recurre a una serie de herramientas o armas de defensa que ni siquiera sabe que tenía guardadas. Esas virtudes, valores, formas de hacer y de ver… es lo que a lo largo de doce años, y con la ayuda de distintos educadores, el colegio nos enseñó y alentó a practicar.
Amistad con Dios, devoción a la Virgen María, buenos amigos, amistad con profesores y mucha exigencia en lo académico y en lo deportivo es lo que me he llevado de Los Molinos”. Emilio Dodds 27ª Promoción | 2008
Primeros exalumnos, hijos de exalumnos
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
“
Puede ser una frase hecha pero es así: ‘Los exalumnos sienten el colegio como una segunda casa’. Vuelven como padres, para conversar con algún antiguo profesor o tutor, o a visitarnos por algún aniversario. Nostalgia y asombro es lo que se entrevé en sus miradas. Y de sus bocas se escuchan comentarios como: ‘esta era nuestra aula’, ‘aquí nuestro antiguo oratorio’, ‘este era nuestro laboratorio con Willy’, ‘esa partecita era nuestro patio’… Parece como si quisieran volver en el tiempo, sus recuerdos se sienten imborrables. Entre aquellos que pasaron por las aulas de Los Molinos, las primeras promociones son muy especiales. Vivieron los inicios del colegio y su crecimiento con una intensidad sin igual. Esos chicos, esas familias, marcaron un rumbo, un estilo. Fueron la punta de lanza que abrió camino a todos lo que vendríamos después.
Al día de hoy, ver que los exalumnos vuelven como padres es una de las mayores satisfacciones que podemos tener. Ponderan el crecimiento del colegio en ladrillos, su evolución en lo académico pero, sobre todo, eligen el colegio –como antes lo hicieron sus padres– por sus principios fundacionales, por el espíritu que ellos mismos vivieron y promovieron. Saben –y sabemos– que siempre se podrá mejorar; y ellos, a su vez, constituyen una gran ayuda en este sentido, un apoyo muy importante para el trabajo con las familias”.
Patricio Grondona Vicedirector de Primaria 14ª Promoción | 1995
244 | Colegio Los Molinos
Alumnos
Hijos de exalumnos
Colegio de familias | 245
Los
40Molinos aniversario 1973-2013
Récords deportivos Juveniles PRUEBA
RECORDMAN
MARCA
FECHA
TORNEO
100 m llanos
Vidal Martín
11” 1
2001
Los Molinos
200 m llanos
Di Paola Ricardo
23” 6
1996
San Andrés
400 m llanos
Di Paola Ricardo
52” 6
1996
La Nación
800 m llanos
Vaquero Mariano
2’ 09”
1989
San Andrés
1500 m llanos
Segura Ezequiel
4’ 27” 5
1986
Regional
3000 m llanos
Segura Ezequiel
9’ 56”
1986
Regional
110 m con vallas
Prono Fernando
16” 1
1991
Zonal
400 m con vallas
Mesones Francisco
1’ 3” 1
1989
Regional
45” 3
2004
Michael Ham
3’ 40” 9
1996
San Andrés
Silveyra Cristián Posta 4x100 m
Roberts Santiago Watson Alejandro Espinosa Agustín Bosch Andrés
Posta 4x400 m
Sanfeliú Antonio Di Paola Ricardo Cayol Fernando
Salto en largo
Jeretina Esteban
6,46 m
2006
Michael Ham
Slato en alto
Serra Federico
1,95 m
1996
Bonaerense
Salto con garrocha
Tanco Eduardo
2,8 m
2012
San Andrés
Salto triple
Macedo Ignacio
12,16 m
2009
Michael Ham
Lanzamiento de jabalina
Pan Peralta Manuel
50,33 m
2010
Michael Ham
Lanzamiento de bala
Menéndez Ricardo
11,68 m
2006
San Andrés
Lanzamiento de disco
Dondo Diego
38,78 m
1989
LIDE
Triatlón
Sylvester Francisco
1662 puntos
2004
LIDE
Hexatlón
García Costa Ignacio
2376 puntos
1991
San Andrés
MARCA
FECHA
TORNEO
Cadetes PRUEBA
RECORDMAN
100 m llanos
Di Paola Ricardo
11” 3
1995
La Nación
200 m llanos
Di Paola Ricardo
23” 1
1995
LIDE
300 m llanos
Fitte Alejo
37” 5
2006
Cenard
1500 m llanos
Silveyra Mariano
4’ 37” 7
2002
San Andrés
3000 m llanos
Perkins Sebastián
10’ 15” 3
2005
San Andrés
110 m con vallas
Miranda Guillermo
15” 6
2004
Michael Ham
200 m con vallas
Prono Fernando
29” 2
1990
Zonal
46” 9
1990
San Andrés
Güemes Mariano Posta 4x100 m
Lanusse Eduardo Nores Juan Aberg Cobo Luis
246 | Colegio Los Molinos
Alumnos Fitte Alejo Posta 4x100 m
Miranda Federico Miguens Javier
46” 9
2006
San Andrés
Pan Peralta Juan
Capitanes de rugby Promo
Capitán
Salto en largo
Altieri Horacio
5,98 m
1983
Los Molinos
1º
Patricio Caputo
Salto en alto
Serra Federico
1,90 m
1995
La Nación
Salto triple
Blehaut Santiago
12,22 m
2004
Michael Ham
2º
Pedro Raggio
Salto con garrocha
Tanco Federico
2,60 m
2006
San Andrés
3º
Lanzamiento de jabalina
Montoro Pedro
49,88 m
1993
LIDE
Pedro Manuel Colombo
Lanzamiento de bala
Muñoz Alejandro
13,06 m
2004
San Andrés
4º
Ignacio Rodríguez Varela
Lanzamiento de disco
Giménez Zapiola Marcelo
35,06 m
2007
Los Molinos
Triatlón
Díaz Mathé Andrés
2099 puntos
2003
LIDE
5º
Rómulo Naón
Hexatlón
Altieri Horacio
2650 puntos
1983
Zonal
6º
Máximo Gulland
7º
Gonzalo Sanchez de Bustamante
8º
Miguel Bosch Fragueiro
9º
Mariano Padilla
10º
Máximo Cardini Zar
11º
Federico Fitte
12º
Juan Francisco Nores
13º
Manuel Castro Feijoó
14º
Alejandro Fano
15º
Enrique Rodríguez Varela
Menores PRUEBA
MARCA
FECHA
TORNEO
100 m llanos
RECORDMAN
Aberg Cobo Luis
11” 6
1989
San Andrés
150 m llanos
Von Haeften Pablo
19” 1
1983
Zonal
200 m llanos
Margueirat Santiago
26” 5
2006
San Andrés
1200 m llanos
Fitte Alejo
3’ 36”
2004
LIDE
80 m con vallas
Fitte Alejo
12” 2
2005
Michael Ham
Uribelarrea Juan Miguel Posta 4x100 m
Fano Alejandro Corti Maderna César
49”
1992
San Andrés
Figueroa Ignacio Salto en largo
Von Haeften Pablo
5,36 m
1983
Regional
16º
Mariano Lanusse
Salto con garrocha
Ezcurra José
1,85 m
1992
San Andrés
17º
Salto en alto
Hulsbus Juan Pablo
1,68 m
1993
Los Molinos
Federico López Jallaguier
Lanzamiento de jabalina
Felgueras Martín
46,50 m
2006
San Andrés
18º
Ramiro Castro Feijoó
Lanzamiento de bala
Aladro Ignacio
12,90 m
1984
Los Molinos
Lanzamiento de disco
Wyler Joaquín
34,47 m
2012
San Andrés
19º
Alfredo Lalanne
Triatlón
Mihanovich Luis
2370 puntos
1985
Zonal
20º
Plaza de Ayala, Tomás
21º
Máximo Recondo
22º
Javier Lanusse
23º
Alejandro Watson
24º
Andrés Díaz Mathé
1º año (12-13 años) PRUEBA
RECORDMAN
MARCA
FECHA
TORNEO
80 m llanos
Botta Pedro
9” 1
2000
Los Molinos
1200 m llanos
Sappia Bautista
3’ 57” 8
2011
Michael Ham
25º
Francisco Bosch
60 m con vallas
De Elizalde Borja
11”
2009
Michael Ham
26º
Juan Pan Peralta
27º
Federico Lanús
28º
Sebastián Sarquis
29º
Alejandro Nolazco
30º
Tomás D’Odorico
Tanco Gregorio Posta 4x100 m
Paseyro Francisco Massone Rodolfo
53” 2
2012
San Andrés
Tello Reynoso Mateo Salto en largo
Tanco Gregorio
4,95 m
2012
Michael Ham
Salto en alto
Serra Federico
1,54 m
1992
Los Molinos
31º
Facundo Tomasella
Lanzamiento de bala
Nores Ignacio
10,44 m
2006
San Andrés
32º
Tomás Recondo
Colegio de familias | 247
Los
40Molinos aniversario 1973-2013
248 | Colegio Los Molinos
Alumnos
Colegio de familias | 249
Los
40Molinos aniversario 1973-2013
Carta de Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei
“San Josemaría os sonríe y os bendice desde el Cielo”
Buenos Aires, 19 de agosto de 2013
Queridas familias, profesores, personal, alumnos y exalumnos: Ha sido para mí una inmensa alegría encontrarme ayer en Los Molinos con un gran número de familias, y ha sido una oportunidad de rezar de modo especial por vosotros y por la labor que se realiza en ese querido Colegio. El 40° aniversario del inicio de la actividad de Los Molinos que se celebrará próximamente, es un motivo más para teneros muy presentes en mi oración. Pediré al Señor, por intercesión de su Santísima Madre, que bendiga vuestros esfuerzos para que el Colegio irradie, cada vez con mayor intensidad, la luz de la vida cristiana y de los valores auténticamente humanos en centenares de hogares. San Josemaría os sonríe y os bendice desde el Cielo al ver cómo procuráis plasmar en vuestra labor las enseñanzas que el Señor le inspiró. También yo, en unión con él, envío a cada uno y cada una mi más cariñosa bendición y os abrazo de todo corazón. Vuestro Padre
250 | Colegio Los Molinos
El Padre en el encuentro con familias el 18 de agosto de 2013 en Los Molinos
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
40 años de historia
El valor de las personas
T
rabajando estos últimos meses en la confección de este libro, se me vinieron a la cabeza y pude revivir –mirando fotos, leyendo testimonios– muchísimos recuerdos de estos años. Llevo 24 años en Los Molinos y por el trato con diversas personas de los primeros tiempos, conozco bastante de los años fundacionales, la etapa de Superí y los comienzos en Munro. La inmensa mayoría de esos recuerdos son muy gratos, a la vez que muy humanos, ya que como es lógico en tanto tiempo, como en la vida, fueron sucediendo todo tipo de situaciones. Otra cualidad de estos recuerdos, es que todos ellos tienen rostros, nombres. Hay temas relacionados con proyectos variados que se fueron desarrollando y consolidando, con cuestiones económicas o edilicias, logros y desafíos. Pero con el pasar del tiempo, lo que se valora son las personas. Me gusta la historia para proyectarla hacia adelante, como experiencia, como aprendizaje para el futuro. Mirar para atrás en estos 40 años de historia del colegio me lleva a reflexionar y concluir, una vez más, que lo más valioso siempre son las personas. La historia de Los Molinos es rica y fecunda porque es parte muy importante de la biografía de miles de personas. Las familias fundadoras, que se jugaron con fe y audacia por este proyecto. Los docentes y el personal, los de los primeros años y los de siempre, con una vocación de servicio admirable. Con
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virtudes y defectos, pero siempre al servicio de las familias. Los padres, con esa característica común a todos ellos, que es dar una gran importancia a la educación de sus hijos, manifestada en el acompañamiento permanente que desde el colegio vemos y valoramos tanto. Y lo mismo referido a la generosidad de tantos, que colaboraron de muchas maneras para “hacer” el colegio entre todos. Y los chicos, nuestros alumnos, el sentido final de todo este emprendimiento, pasando tantas horas de su vida en las aulas, los patios, el campo de deportes. Tengo la certeza que la inmensa mayoría aprovecharon el esfuerzo de sus padres y el trabajo de sus profesores. Y por eso nos suelen decir que se nota que son alumnos de Los Molinos o que son nuestros exalumnos; cosa que nos llena de orgullo. Cada uno con su personalidad y estilo, únicos e irrepetibles pero a la vez con algo en común, resultado de esa combinación maravillosa que entendieron tan bien los fundadores: familia y colegio trabajando juntos, dándole una potencialidad fenomenal al cariño de los padres por sus hijos, sumado a la profesionalidad de los docentes y a un ideario institucional y un proyecto educativo espectacular, que nos apasiona a todos. Lo valioso son las personas. Ese es el balance que hago de estos primeros 40 años. Es lo único realmente importante, es lo que quedará para siempre, es nuestra riqueza. Tantos vínculos,
tantas amistades. Los Molinos es un lugar de trabajo pero sobretodo un lugar de convivencia, de encuentro entre personas; un lugar para aprender, ayudar y servir; un lugar para crecer y madurar junto a otros; un lugar de esfuerzos compartidos. El proyecto original estuvo muy claro desde el principio y siempre será actual porque anima a enfocarse en las personas, los padres, los profesores y los alumnos. Y se mantendrá valioso siempre que cuidemos y promovamos la confianza, el diálogo, el buen trato entre todos: los padres con sus hijos, los padres con los docentes, los educadores con los alumnos. Por todo esto nos gusta ser un colegio de familias. Y por lo mismo queremos que nuestros exalumnos lleguen a ser profesionales responsables, ciudadanos comprometidos, amigos leales, maridos y padres ejemplares, buenos hijos de Dios. Y por todo lo que recibieron, nos ilusionamos con que sepan influir positivamente en todos los ambientes donde se muevan. Nada de esto fue ni es sencillo. Es un buenísimo desafío para todos. Y por esto, qué acertado es nuestro lema Nunc coepi, ahora comienzo, siempre vuelvo a empezar, con ilusión, con esfuerzo, con optimismo, con alegría. Ante este panorama, es lógico que seamos muy agradecidos. Lo somos con las familias fundadoras y con APDES. También con todos los que trabajaron y trabajan en el colegio. Corresponde serlo con San Josemaría, el gran impulsor
y animador de estos colegios y puntualmente de Los Molinos en sus comienzos. Y como siempre, agradecemos al Señor y a nuestra Madre la Virgen por todos estos años, pidiéndoles que Los Molinos siga dando frutos de formación a muchos más chicos y familias, a las actuales y a las que vendrán en los próximos años. Con el cariño de siempre,
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Los
40Molinos aniversario 1973-2013
Agradecemos a todas las empresas, instituciones y familias que han colaborado con la publicaci贸n de este libro:
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Los Molinos, HOY
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