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Salud mental y ética del cuidado
10 de enero de 2022
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Por Ricardo Ambrosio El cuidado son las acciones públicas referidas a la organización social y la comunidad de trabajo, destinadas a garantizar el bienestar físico y emocional cotidiano de las personas que están en situaciones que así lo requieren; tiene un fuerte componente de género, pues son las mujeres quienes se encargan de esta actividad, principalmente.
“El mandato cultural hace que muchas veces las mujeres hagan estas acciones sin recibir remuneración y hay una invisibilidad de la responsabilidad que la sociedad les ha impuesto. Si pensamos en cuidar al cuidador tenemos que asumir una perspectiva de género para entender cómo las desigualdades afectan a las mujeres", explicó la doctora María Elena Medina-Mora Icaza, Directora de la Facultad de Psicología de la UNAM.
La doctora Medina-Mora Icaza destacó que la falta de educación superior limita la remuneración del trabajo de las mujeres; asimismo, el confinamiento por la pandemia afectó a las industrias donde ellas participan mayoritariamente y tuvieron una sobrecarga de trabajo al ser cuidadoras, trabajadoras y estar al pendiente de los hijos y su educación.
También se registró que han estado expuestas a violencia doméstica; estos factores han permeado en su salud mental. La especialista señaló que es menor la proporción de mujeres que reciben atención psicológica respecto a los hombres; de igual forma, su papel como cuidadoras durante la pandemia, ya sea en el hogar o como trabajadoras del sistema de salud, ha provocado que tengan mayor riesgo de contagios, sufran violencia y olviden el autocuidado.
En su oportunidad, la doctora Ester Busquets Alibés, de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya, explicó que cuidar significa ayudar a los demás a vivir o morir de la mejor manera posible, la ética del cuidado intenta fundamentar el porqué se debe cuidar bien a los demás; en este sentido, es importante dejar de considerar al ser humano como un ser autónomo racional e independiente, pues constantemente vive en un contexto de interdependencia con los demás.
En el Seminario Permanente de Cuidados Paliativos y Humanidades Médicas, transmitido por Facebook Live y moderado por la doctora Nayely Salazar Trujillo, Coordinadora del Grupo de Trabajo “Cuidados Paliativos” del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM, la doctora Busquets Alibés explicó que la literatura puede adquirir una función pedagógica para concientizar y fomentar actitudes éticas en el personal de salud, un ejemplo de ello es la novela La muerte de Iván Ilich de Lev Tolstoi, en la que un empleado es quien se encarga de dar cuidados paliativos a Iván y expone el modelo de lo que debe ser un buen cuidador.
Resaltó que la obra muestra que son necesarias varias virtudes para ser cuidador: disponibilidad, veracidad, competencia, tener la confianza del enfermo, tener paciencia, ser comprensivo y afable, saber cómo consolar al otro, tener alegría existencial y no olvidar el cuidado propio; asimismo, la novela refleja la importancia en la reciprocidad de los cuidados, “yo cuido y me cuidan, en esta sociedad todos nos cuidamos, porque si no lo hacemos, nos deshumanizamos, ese es el gran mensaje de la novela de Lev Tolstoi”, concluyó la experta.
02 6 Gaceta Facultad de Medicina
Las sufragistas, la primera ola del feminismo en la lucha por el voto de la mujer
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Por Eric Ramírez Las sufragistas es una película que narra la historia de las primeras participantes en el movimiento británico en favor del sufragio femenino de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, o también conocido como la primera ola del feminismo en la región.
“La primera ola (del feminismo), que sería en la que se contextualiza esta película, tiene como objetivo principal el derecho al voto y el derecho a otras cosas como los hijos, los bienes patrimoniales o la igualdad frente a los hombres en términos de la ley. Fue una época en la que se buscó igualdad jurídica, el acceso a los mínimos derechos y el no estar a cargo de un varón que fuera su padre, su hermano, su esposo, e incluso sus hijos varones”, explicó la maestra Ilady Abril Torres Sánchez, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Durante el Cinedebate, organizado por el Programa de Estudios de Género en Salud, donde se analizó esta película, la especialista resaltó que es muy vigente esta idea de que las mujeres no deberían tener acceso a ciertos espacios, porque su cualidad de mujeres las hace menos, y la podemos observar en lugares universitarios, políticos, deportivos y más. “Quizá ya no caemos en comentarios absurdos como ‘las mujeres son menos inteligentes o racionales que los hombres’; pero sí hay una concepción de que pensamos diferente de acuerdo al género. Todavía hay una resistencia a aceptar que esos pensamientos son simplemente la sociabilización que tenemos desde la niñez y sobre el cómo nos educaron”, indicó la especialista. Por otro lado, se reprodujeron fragmentos de la película que se analizaron en tiempo real. Entre ellos se encontró la frase, dicha por un hombre, “Si les damos el voto, equivaldrá a la pérdida de la estructura social”, a lo que la maestra Torres Sánchez reflexionó que era cierto, pero únicamente porque la estructura era, y es, patriarcal y misógina. De tal forma que si en esa estructura las mujeres valen menos, las relaciones se distribuirán de la misma manera, por ejemplo con los derechos o el acceso a bienes materiales.
“El miedo, rechazo y resistencia a que las mujeres accedan a ciertos espacios existe y sigue vigente, y quizá ya no se manifiesta en rechazar el derecho al voto, pero sí de otras formas. Es una discriminación más matizada o quizá menos evidente, pero que cotidianamente las mujeres vivimos en el día a día. Hay profesiones muy masculinizadas en donde tenemos que adoptar ciertas conductas masculinas o determinadas reglas de convivencia para poder ejercerlas”, dijo.
Finalmente, mencionó que el problema no es individual, sino de la estructura y no basta con tener cuotas de género en legislaturas, cámaras o gobiernos, sino se debe trabajar desde una perspectiva de género que busque siempre el bien común, así como resolver los problemas sobre las brechas de género en diversos ámbitos. “Al día de hoy, hay que replantearnos qué implica tener ese poder en una estructura en la que se privilegia la masculinización de las mujeres”, concluyó.