PRÓLOGO En el año 2016 la Universidad de los Andes y el Ministerio de Cultura firmaron un convenio de colaboración que tiene entre sus objetivos aunar esfuerzos tendientes al fortalecimiento, protección y salvaguardia del patrimonio cultural a través del fomento de la formación y capacitación técnica y cultural, y mediante el desarrollo de proyectos de investigación, valoración, gestión y divulgación del patrimonio cultural. En los tres últimos años la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de los Andes ha tra-
Ilustración: Maria A. Clavijo
bajado en un municipio del país, donde el Ministerio de Cultura desarrolla el Plan Especial de Manejo y Protección del centro histórico. Con anterioridad se ha trabajado en Ambalema y San Sebastián de Mariquita, Tolima. Durante este año trabajamos en Monguí, Boyacá Esta publicación es un ejemplo del trabajo que viene realizando la Universidad de los Andes y que adquiere unas dinámicas específicas en dependencia del contexto geográfico y cultural en donde se desarrolle. En Monguí se realizaron talleres para identificar y trabajar sobre los paisajes culturales. Se desarrollaron talleres de dibujo y video; también se hicieron registros audiovisuales y se buscaron fotografías de otros tiempos para analizar los cambios en las tradiciones y la apariencia del centro histórico. La presente publicación surge como iniciativa del curso “Taller de Arte y Patrimonio” del Departamento de Arte, para dejar testimonio del trabajo realizado conjuntamente con los estudiantes del “Semillero en patrimonio cultural del centro histórico de Monguí, Boyacá”. Mario Omar Fernández
Ilustraciรณn: Maria A. Zambrano
TALLER DE VIDEO DOCUMENTAL
Fotografía: Mario Omar Fernández
Se realizaron entrevistas a algunos habitantes y grabaciones de los espacios más representativos de Monguí. La dirección de fotografía se hacía en conjunto con los vigías del patrimonio.
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Fotografía: Mario Omar Fernández
Este es un espacio lleno de imaginación, creatividad, amigos, ideas y propuestas, donde a través de un lente plasmamos el maravilloso entorno de este pueblo. No es cuestión de imágenes o videos, se trata de capturar las tradiciones, costumbres, historias y riquezas que demuestran la esencia de las personas. Cada Monguiseño tiene algo que contar, cantar, pintar o escribir, tiene algo mostrar al mundo y ahora lo puede hacer a través de una cámara. No enseñamos a usar un instrumento o un programa, damos a las personas la opción de documentar toda su cultura para que así perdure en el tiempo como patrimonio. Valentina Bernal L. y Johan Sebastián López
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Marina Marina. 63 años. Nos cuenta su infancia, nos muestra fotos de su pasado, y relata cómo vive en Monguí. Sus relatos contribuyen a la salvaguarda del archivo y la memoria de las costumbres de Monguí. Fotografía: Johan Sebastián L.
Fotografía: Johan Sebastián L.
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Fotografía: Johan Sebastián L.
Escanea con tu celular este código QR para ver el video documental completo. ¿Qué más crees que hace parte de tu identidad?
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Los Hilanderos Esta producción documental retrata el oficio de una pareja de hilanderos que lleva décadas dedicándose a la labor.
Fotografía: Johan Sebastián L.
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Fotografía: Johan Sebastián L.
En el taller de dibujo, para el módulo de gran formato se elgió la fotografía de un hilandero para ser reproducida en carboncillo; la producción quedó de 6x4 metros. Es tan importante el oficio de los hilanderos y tan tradicional en Monguí, que se transmite de generación en generación, y con la fotografía, el dibujo y demás registros pasa a ser parte de un documento histórico.
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La fotografía es el retrato de un hilandero en las escaleras de la Basílica menor de Nuestra señora de Monguí. Propiedad de Segundo Sáenz.
Ilustración: Desconocido
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TALLERES DE DIBUJO Se llevó a cabo el taller de dibujo con los vigías locales del patrimonio cultural, junto con los estudiantes de arte de la Universidad de los Andes, quienes apoyaron actividades como dibujos in situ en libretas de campo y el de gran formato en carboncillo.
Fotografía: Mario Omar Fernández
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Fotografías: Mario Omar Fernández
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VIGÍAS LOCALES DEL PATRIMONIO
Fotografía: Johan Sebastián L.
José Joaquín Gómez A. Flor De María Rincón De Chaparro María Victoria Cely G. María Eusebia Soto S. Sandra Yojana Montañez Si. Luz Marina Avella D. Rodrigo Andrés Pérez C. Miguel Ángel Pérez (Kigwi) Gloria Teresa Marín V. Andrea Carolina Moreno B. Nancy Comba Bermúdez Adriana Liseth Ladino O. José Anunciación Soto S. Juan Carlos Campos O. María Cecilia Álvarez G. Lauren Geraldine Puerto H. David Santiago Goyeneche P. Juan David Guauque C. Cristian Andrés Soto M. Cristian Alejandro Pérez A. Yeri Lineth Cáceres A. Nairon Sebastián Fernández Pérez Luis Leandro Alvarado Jiménez Estefanía Ladino Rodríguez Miguel Anyer Peñaloza Hernández Sarah Paola Díaz Niño María Isabel Arguello Alvarado Nancy Andrea Arguello Mendivelso
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Fotografía: Mario Omar Fernández
La plaza. Apuntes de observación: el clima no se decide. Hace sol pero el viento es tan frío que la gente usa ruanas. He visto personas pasar con sombrillas tanto por el sol como por la ligera brisa que está empezando a caer. Hay gente vestida con sacos y bermudas; algunas mujeres con vestido, delantal, por debajo un pantalón y botas pantaneras. Daniela Güiza
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Ilustraciรณn: Federico Rojas
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Ilustración: Duván Estrada
Visones y perspectivas de la cúpula de la Basílica de Nuestra señora de Monguí y una señora en la plaza.
Superior: Wilmer Rodríguez Inferior: Desconocido
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Fotografía: Mario Omar Fernández
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Sesión de dibujo en la plaza — Yo quiero algún día ser como mi hermano. Me dice la niña mientras va definiendo con el lápiz los contornos de lo que serán las trenzas de la mujer a la que intenta retratar —. Él nunca reconoce que me esfuerzo o que mis dibujos son lindos. Quiero llegar a dibujar tan bien que él esté orgulloso de mí. Todos teníamos el mismo reto de dibujar el recuerdo de una mujer confeccionando un balón, inmortalizada ella en forma de estatua y ubicada a un lado de la plaza principal de Monguí. Desde distintos lados la retratábamos. La niña y yo dibujabamos su espalda. Justo en ese momento éramos pocos, recién nos habíamos dividido y cada grupo recorría las calles de Monguí captando con su lápiz y su libreta lo más icónico y representativo de su pueblo. Niños, jóvenes y adultos nos mezclábamos para recorrer monumentos, casitas, el puente y hasta el cementerio para recorrer la cotidianidad de sus habitantes e inmortalizarlos en nuestras libretas. — El cuerpo humano siempre es lo más difícil de dibujar.
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Decía una mujer mientras detalladamente hacía el contorno de la cara de la estatua que estábamos dibujando. — Yo crecí viéndote — le decía a la estatua —, pero creo que hasta hoy no me había detallado bien en tí. Mientras dibujábamos creo que cada uno descubrió realidades escondidas de Monguí, que aunque siempre esté, aunque las calles no cambien de lugar o las casas mantengan su mismo color por años, son las personas y las historias lo que hacen de Monguí un pueblo vivo. Y son esos niños, esos adultos, esos que recién llegamos los que podemos mediante el arte retratar, inmortalizar y darle color a este pueblo. — Este es mi último año en el colegio —. me decía la niña mientras terminaba de dibujar el sombrero — el otro año me iré a estudiar en la universidad. — Y cuando termines de estudiar ¿quieres volver a Monguí? — le pregunté. — Sí, claro, yo soy de acá y siempre volveré a mi pueblo.
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A mis adentros respondía casi como un susurro “yo no soy de acá, pero sin duda también volvería a tu pueblo”. Maria Fernanda Urueña
Ilustración: Nadia Labied
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Fotografía: Johan Sebastián L.
Museo de arte religioso. Al entrar se distingue una enorme columna, está ahí para llamar la atención.
Ilustración: Federico Rojas
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Ilustración: Wilmer Rodríguez
Después, continuando con el camino, encontramos la Capilla de San Antonio. En la calle huele a incienso, a pesar de que no es semana santa, y hace que se cree una atmósfera diferente.
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Ilustraciรณn: Federico Rojas
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Ilustración: Sofía Marín
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Ilustración: Federico Rojas
Fotografía: Mario Omar Fernández
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Nos han contado que el puente de Calicanto fue construído para pasar la piedras que bajaban de la peña de Otí. Estas piedras se usaron para construir La capilla de San Antonio entre 1551 y 1557.
Fotografía: Mario Omar Fernández
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Luego de pasar por el puente y subir una loma, llegamos hasta el cementerio.
IlustraciĂłn: Wilmer RodrĂguez
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Fotografía: María Margarita Jiménez
La imagen de Nuestra señora de Monguí acompaña a los difuntos, se puede encontrar en casi todas la lápidas.
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En todo el centro del cementerio hay una palma muy alta que resuena con el viento en medio del silencio.
FotografĂa: MarĂa Margarita JimĂŠnez
Muchos llevan retratos pintado a mano y a color. A veces incluso pueden verse en relieve.
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Fotografías: María Margarita Jiménez
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Ilustración: Nadia Labied
Ilustración: Wilmer Rodríguez
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Fotografía: María Margarita Jiménez
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La travesía por el campo Comenzó, entonces, la travesía por la ruralidad de Monguí donde se vieron paisajes coloridos y llenos de vida desde uno de los caminos que allí se encontraban; había a la vista una gran cantidad de detalles que mostraban un sin fin de formas. Al pie del sendero había una pradera de cultivos llena de curvas y zonas disparejas protegidas por medio de un hilar de púas; sobre la cubierta vegetal se encontraban unas pequeñas flores asomándose por encima de la superficie donde también se percibían unos pequeños brotes amarillos que parecían bastante frágiles.
Ilustración: Tomás Rocha
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Ilustración: Tomás Rocha
A continuación, se abrió un mar de flores amarillas que acobijaban unos cultivos de maíz y que permitían admirar la zona montañosa, cubierta de árboles y arbustos. En este punto se reconocía un grupo de casas y, por encima de estas, una escultura de Nuestra Señora de Monguí que estaba dentro de una caja de cristal, la cual tenía función de altar. La Virgen se encontraba sobre una gran piedra llena de musgo que parecía haber estado mucho antes de que hubieran llegado personas a este lugar.
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En seguida, había en el camino una gran estructura hecha de bloques, ladrillos y tejas. Era un puente, y, a lo lejos, se podía oír el estruendo del agua que chocaba contra las piedras y los árboles. Las frondosas ramas cubrían el riachuelo creando un juego de luz sobre el agua dándole una textura cambiante. El puente estaba bastante gastado, sus bloques estaban desechos y había maleza naciendo entre los huecos de los ladrillos que se habían caído. El tiempo dejó su huella sobre esta estructura que ahora, llena de retazos y manchas, se posa fuertemente sobre el paisaje.
Ilustración: Tomás Rocha
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Siguiendo el camino aparecieron dos pequeñas casas que mostraban un deterioro progresivo en su color. Estaban resguardadas por un grupo de árboles y el pasto a su alrededor tenía unas marcas en el suelo similares a las de un cultivo. El acceso al lugar consistía una pequeña colina que remataba con las casa. Esta tenía una cubierta a 4 aguas, y un mar de tejas de diferentes tonos cubrían el tejado.
Ilustraciones: Tomás Rocha
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Parecía que estábamos llegando al final del camino. Más casas se aparecían ante nuestros ojos agrupándose entre ellas, con unos enormes muros de piedra escondidos entre arbustos y árboles. Estos cubrían los muros y el techo y no dejaban ver los hogares, solo se podían ver algunas cosas a la vista. Le daban sombra a los pequeños cultivos que hasta ahora estaban retoñando, pero estaban verdes y llenos de vida.
Ilustración: Tomás Rocha
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Ilustración: Tomás Rocha
Luego de todo este viaje, encontramos encerrados entre unos edificios varios cultivos, árboles desojados y arbustos. Al frente de ellos, tierra llena de raíces, deshierbada y limitados ante la dificultad del terreno. Sin embargo, en el fondo se encontraban unas arcadas envolviendo un edificio acristalado en segundo piso, y en los vidrios se reflejaban todas estas formas y parecía como si otro paisaje apareciera en el fondo extendiéndose. Tomás Rocha
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Ilustraciรณn: Federico Rojas
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Ilustraciรณn: Maria A. Zambrano
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Fotografía: Mario Omar Fernández
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Ilustraciรณn: Desconocido
Se elige el trigo para el mute 47
Ilustraciรณn: Desconocido
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Fotografía: Mario Omar Fernández
Cuchuco #5 M: y todas esas cosas que tiene usted aquí en la cocina, muchos son recuerdos, como por ejemplo esa pizarra. Rosa: sí, en esta lo aprendió mi mamá, yo no. Yo no recuerdo, yo no estudié, mejor dicho, era de mi mamá, ella sí dijo que tocaba aprender en esto y con la tiza; y aquí los números, para eso los cuadritos. O sea que esto es cuadriculado para las matemáticas, este para
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español. Y ellos tenían que aprender eso, y borre, y ya les tenía que quedar grabado en la cabeza lo que escribieron para después preguntarles. M: Pero las cosas que usted tiene, eso quinua y las mazorcas, ¿los tiene a manera de adornos? Rosa: No, eso se cuelga para los ratones, para eso tiene una tapita encima, para que los ratones ya no bajen. Y se veía bonito, y ya no le bajan ratones ni nada, y permanecía fresco el maíz ahí, o permanece, porque aún se utiliza así. Transcripción de Gabriela Morales C.
Fotografía: Mario Omar Fernández
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Ilustración: María José Cárdenas
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Ilustración: Ana M. Patiño
Ilustración: Nadia Labied
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Fotografía: Mario Omar Fernández
Ilustración: Nadia Labied
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Ilustraciรณn: desconocido
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Cuchuco #7 Rosa: Estamos acá frente a donde era que se trillaba el trigo y la cebada, donde se hacía redonda. Solo que, ya como ahora casi poco se da el grano, entonces poco siembra uno. El proceso era así: se arreglaba la tierra para la cebada y el trigo. Se sembraba con obreros, se esparcía la cebada o el trigo, se aplanaba con azadón, y esperaba uno que diera la cosecha. Dura más o menos 6 meses en haber cosecha. Se trillaba, y los obreros hacían manojos, en todo el lote, y se cargaba para el centro de la era, se hacía el montón. Parecía una casita como de indios, digamos, terminaba en punta el montón. Después se ponían en una lomita, para que el viento llegara ahí y se pudiera aventar, entonces se esparcía el montón y quedaba extendida la cebada, los manojos, y se echaban los caballos encima a trillar. Daban vuelta con una persona en el centro, y los caballos teniéndolos a ellos. Iban dando vuelta, hasta que quedaba el trigo limpio, se empacaba, y se llevaba para la
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casa; eso para las cosas, para lo que uno quisiera hacer, los cuchucos. Y esa era la era, ya poco se utiliza, pero queda el recuerdo, y por el cambio climático, que poco da cosecha. Transcripción de Gabriela Morales C.
Ilustración: Sofía Marín
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Ilustración: Sofía Marín
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Ilustraciones: Cristian Soto
Ilustración: Ana María Patiño
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“En la igliesia el pastor nos contó la historia...que barrer, que echar la ropa a la lavadora, que sacar la quetaba ahí y ponerla acabar de secar. Todas esas cosas que había que hacer. Después, después hacer el almuerzo, después peliar con los niños porque no comían y llevarlos a la, al estudio y bueno. Todas esas cosas y después... preparar la comida y lavar la loza y dejar todo listo pal’ otro día ´char más ropa a la lavadora bueno, todas las cosas que tiene que hacer una mujer. Y eso las que lavan en lavadora. ¿Y las que lavamos a mano qué? Y que en la cama le esperaban otros deberes que cumplió como pudo, dice la reflexión, y entonces ahí sí cuando se iba a dormir le dijo “¡ayyy mi diosito mío yo no sé questaba pensando yo pa’ decirle que me convirtiera en mi mujer por un día! Vuélveme a mi estado natural, diosito no. Yo no aguanto este trajín, entonces el señor mío le dice: “Pues hijo mío resulta que yo quisiera, pero no se puede porque anoche quedaste embarazada. Ahora toca esperar nueve meses. ¿Cómo la ven?
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Y ahí si es lo chévere, porque como ellos dicen que uno no hace nada a veces alegan y eso llegan y eso mejor dicho.” Transcripción de Mariana Rodríguez
Ilustración: Sofía Marín
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Ilustración: Sofía Marín
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CUCHUCO #4 Rosa: Voy a mostrarles lo que anteriormente era el dichoso bayetón, claro que este ya está en miniatura, solo que el propio que tenía mi papá era este mismo, pero por los años ya se fue deteriorando, entonces lo hice más pequeñito, pero es la misma. Esto es hecho en lana de oveja, tejidos por manos expertas antes, porque la lana es finita, mire. Y en esa lo utilizaba cuando no había caucho, para protegerse del agua, entonces montaban en sus caballos, y era un bayetón grandísimo que cubría todo el cuerpo, y como en esas eras mucha la política que había, los conservadores se la ponían por este lado, y los liberales por el lado rojo. Y eso atajaba agua, que, en tiempo de invierno, no cruzaba agua, se empapaba, pero no se mojaba la persona que iba ahí, con el bayetón. Eso ya tendrá casi un siglo, este bayetón, y es propio de lana de oveja. M: Esto también es en telar, ¿verdad? Rosa: Sí, y este en mano, en uso, pero eran señoras expertas en eso. M: Pero debía ser un telar chiquitico
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Ilustraciรณn: Yazmin Barrera
Rosa: No, grande. Sino que los hice miniatura para tener recuerdos de mi papรก. Transcripciรณn de Gabriela Morales C.
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Ilustraciรณn: Desconocido
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17 DE MAYO Antes de que siquiera despertáramos yo ya sabía que sería un buen día. En la noche anterior había visitado a la comadre y ya tenía todo listo, solo tenía que fritar hoy las papas, terminar de arreglar las habas, colocar a sazonar la carne y.... bueno, en verdad hoy tenía que resolver todo lo de la comida pero ya lo tenía pensado. Yo ayudé a doña Carmela a arreglar el patio para la celebración. Recogimos el chiquero de Zeus, el perro, y barrimos la tierra que se entraba con el viento. También le ayudé con el altar de San Pascual Bailón, lo vestimos de rojo, decoramos todo con papel regalo, del brillante, para que se note; y le colocamos muchas flores de muchos colores, ¡quedó muy lindo mi santo! Ya hoy por la mañana le lavé la camisa a José que bien tempranito se había ido a ordeñar las vacas, a él no le gusta colocarse esas camisas, pero para esta celebración se las pone sin rechistar. Mi falda de cuadros, mi camisa amarilla y mi poncho ya estaban listicos desde hacía días, así que en la tarde nos arreglamos con José y muy puntuales llegamos a la fiesta.
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A pesar de lo puntualitos, no fuimos los primeros en llegar, Maria Nubia y don Alberto ya estaban con los niños, Miguelito y Carmen. La profe Claudia también había llegado, se le veía en la cocina ayudando a la comadre a servir los platos del cuchuco. Poco a poco todos los invitados fueron llegando, la casa se llenó totalmente y la energía se
Fotografía: Mario Omar Fernández
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comenzó a contagiar entre todos los que estábamos. Ya la música sonaba bien alto y la comida se comenzó a repartir ¡las habas fritas estaban deliciosas! Aunque José les hizo mala cara, yo creo que no le gustó. La primera pareja en bailar fue la señora Susana y su marido Juan. Juan es muy despistado y casito le da la espalda al santo, casi todos pegamos un grito en el cielo para que no cometiera ese error mortal y el pobre, todo asustado, quedó quietísimo. Ya después siguió bailando pero poniendo más atención. Muchas parejas siguieron después de ellos, y como solo podíamos bailar de a dos José y yo esperamos mucho tiempo para darnos nuestra bailadita, igual, a lo largo de toda la noche íbamos repitiendo. El momento más lindo de la noche fue cuando los niños se animaron a bailar; Miguelito y Carmensita todos tímidos en una esquina practicaban los pasos que le veían a los demás mientras bailaban, ellos los arremedaban a manera de juego pero lo hacían muy bien. Creo que Maria Nubia los empujó para que quedaran en el centro y con los cachetes rojos comenzaron a bailar muy a desmúsica, pero no importaba, todos los adultos les aplaudimos y los animábamos. Ellos son los que en un futuro seguirán
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con la tradición. José y yo nos fuimos casi cuando estaba amaneciendo, ya estábamos cansados de tanto bailar y rellenitos de tanto comer. Por ahora vamos a descansar, hay que recordar que esta celebración no se acaba hoy y aún quedan como dos días más de fiesta, si no se duerme no se disfruta, así que hasta mañana que volvamos y sigamos con nuestra celebración a San Pascual Bailón. María Fernanda Urueña
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Ilustraciรณn: Duvรกn Estrada
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Ilustración: Sofía Marín
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Ilustración: María A. Clavijo
Cuando yo era pequeñito Sopita y jugo me daban Hora que toy grandecito Tomo mi chichita de habas María Eusebia Soto Sierra (la maruja)
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Ilustración: Ana María Patiño
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Ilustraciรณn: Duvรกn Estrada
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Aquí toy con mi familia Cosechando la labranza Pa llevarlas al mercao Y la plata que no alcanza María Eusebia Soto Sierra (la maruja)
Ilustración: María José Cárdenas
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Ilustración: María José Cárdenas
“Cachipay se llamaba el perro, pero este no se merece el nombre, este es como una arepa” Doña Flor
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Fotografía: Mario Omar Fernández
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Ilustración: Miguel A. Peñaloza
Los embueltos, las arepas Son comida de mi tierra Donde los campos florecen Y nunca tuvimos guerra. María Eusebia Soto Sierra (la maruja)
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Ilustración: Sofía Marín
El maíz ya está maduro, Las papas en flor están Y yo entre suspiros digo Adiós a los que se van María Eusebia Soto Sierra (la maruja)
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Ilustración: María A. Clavijo
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ÍNDICE DE ILUSTRADORES Ana M. Patiño (52 sup., 58 inf., 72) Anónimo (13, 21 inf., 47, 48, 54) Cristian Soto (58) Duván Estrada (20, 69, 73) Federico Rojas (19, 26, 28, 30, 44) Felipe Salgado P.(int. portada) Maria A. Clavijo (2, 71, 78) Maria José Cárdenas (47, 51, 74, 75) María Zambrano (5, 45) Miguel A. Peñaloza (77) Nadia Labied (25, 36 sup., 52 inf., 53) Sofía Marín (17, 29, 56, 57, 60, 61, 70, 78) Tomás Rocha (38, 39, 40, 41, 42, 43) Wilmer Rodríguez (21 sup., 27, 32, 36 inf.) Yazmín Barrera (63)
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CRÉDITOS DE FOTOGRAFÍAS Mario Omar Fernández (6,7,14, 15, 30,31, 18, 22, 46, 49, 50, 52, 66, 76) Johan Sebastián L.(8, 9, 10, 11, 16, 26) María Margarita Jiménez (33, 34, 35, 37)
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OTROS CRÉDITOS
Correción de estilo: Daniela Güiza y Sofía Marín Diseño editorial: Daniela Güiza Diagramación: Daniela Güiza Títulos a mano: Sofía Marín Ilustración de Portada: Sofía Marín
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EN AGRADECIMIENTO A LOS PARTICIPANTES
José Joaquín Gómez Acosta Flor De María Rincón De Chaparro María Victoria Cely González María Eusebia Soto Sierra Sandra Yojana Montañez Sierra Luz Marina Avella Dueñas Rodrigo Andrés Pérez Chaparro Miguel Ángel Pérez Sánchez (Kigwi) Gloria Teresa Marín Valderrama Andrea Carolina Moreno Bello Nancy Comba Bermúdez Adriana Liseth Ladino Ojeda José Anunciación Soto Sierra Juan Carlos Campos Orbegozo María Cecilia Álvarez Gómez Lauren Geraldine Puerto Hurtado David Santiago Goyeneche Pedraza
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Juan David Guauque Chaparro Cristian Andrés Soto Moreno Cristian Alejandro Pérez Acevedo Yeri Lineth Cáceres Agudelo Nairon Sebastián Fernández Pérez Luis Leandro Alvarado Jiménez Estefanía Ladino Rodríguez Miguel Anyer Peñaloza Hernández Sarah Paola Díaz Niño María Isabel Arguello Alvarado Nancy Andrea Arguello Mendivelso Valentina Bernal Londoño María José Cárdenas Chávez María Alejandra Clavijo Gómez Daniela Güiza Mesa Sofía Marín Fric Gabriela Morales Carreño Ana María Patiño Sánchez Nicolas Pinzón Granados
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Tomas Humberto Rocha León Mariana Rodríguez Macías Wilmer Andrés Rodríguez Navarro Federico Alejandro Rojas Torres David Felipe Salgado Pinzón María Fernanda Urueña Cuadros Daniel Andrés Vela Tovar María Alejandra Zambrano Vélez Johan Sebastián López Beltrán María Juliana Vargas Miranda Edgar Duván Estrada Pino Pedro Sergio Andrea M MO
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Queremos agradecer a María Eusebia Soto Sierra por enviarnos sus coplas inéditas, las cuales aparecen en esta publicación.
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Esta publicaciรณn se terminรณ en noviembre de 2018 Bogotรก, D.C., Colombia
Ilustraciรณn: Felipe Salgado P.