Mesa 35. Vivienda
y
desigualdad
en el entorno urbano
Línea temática: Vivienda y desigualdad en el entorno urbano
María Jesús Pacho Fernández
Facultad de Letras, Universidad del País Vasco/Euskal herriko Uniberstitatea, España mariajesus.pacho@ehu.eus Fco.
Javier Muñoz Fernández
Facultad de Letras, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, España javier.munoz@ehu.eus
Palabras clave: vivienda, desigualdad, segregación espacial, acceso a la vivienda, vivienda y género.
Resumen
La provisión de vivienda es, en el entorno de las ciudades, una de las actuaciones de mayor urgencia para las autoridades. El acceso a la vivienda, tal como se formula en la actualidad, o el problema de la vivienda en su acepción histórica, ocupa un lugar fundamental en la praxis constructiva, normativa, y de orden social en los entornos urbanos.
La dimensión social y urbana del problema del hábitat es universal y presenta diversas acepciones a lo largo de la historia urbana de los últimos dos siglos. Por otra parte, el reconocimiento de la desigualdad como deriva de la heterogeneidad de la urbe moderna es una cuestión que ha ocupado el discurso acerca de la ciudad desde un momento temprano. La inclusión de la vivienda en el estudio de la desigualdad y la brecha social, tiene un hito fundamental con la definición del concepto de segregación residencial como el resultado del comportamiento habitacional de los diferentes grupos sociales.
La incorporación de la vivienda, y específicamente de la diversidad tipológica de la vivienda, en el debate de la desigualdad es un eje de trabajo fundamental; la posición de los diferentes grupos sociales respecto a la vivienda es multifactorial y el mercado de la vivienda actúa como filtro capaz de distribuir los grupos sociales en el territorio en función de sus valores, recursos…
La incorporación de la tipología de las viviendas como elemento activo en la definición de la estructura urbana, tuvo su punto de partida en el concepto de houssing clases aplicado a estudios urbanos, con hincapié en la desigualdad a partir del estudio de las tipologías de las viviendas como en el trabajo.
Esta mesa de vivienda y desigualdad en el entorno urbano está abierta a recoger diferentes enfoques en el estudio la vivienda como reflejo de la desigualdad y la brecha social; entre otros, la definición de las tipologías que establecen la atribución del espacio residencial por persona, la influencia del género en el acceso y uso de la vivienda como derecho objetivo, usos normativos y usos diferenciales del espacio habitado con referencia al género, el reconocimiento de los elementos externos que signifiquen la posición social de los grupos sociales en el espacio en función de recursos, la participación de arquitectas y teóricas en la elaboración de discursos alternativos respecto a la vivienda así como su acceso y presencia en la praxis arquitectónica, el mercado de la vivienda y en su segregación.
Título: Análisis semiótico de la relación entre las formas arquitectónicas y la segregación urbana en la Ciudad de México
Autor/a: Dra. Carolina Magaña Fajardo, Universidad Anáhuac México, Facultad de Diseño, carolina.maganaf@anahuac.mx; Mtra. Mónica Solórzano Zavala, Universidad Anáhuac México, Facultad de Diseño, monica.solorzano@anahuac.mx
Mesa: Mesa 35. Vivienda y desigualdad en el entorno urbano
Resumen: La sociología, la antropología social, el urbanismo y la arquitectura han puesto, a lo largo de varios años, gran atención en cómo los grupos sociales se encuentran separados unos de otros, ya sea por gentrificación, fronteras físicas, sociales o simbólicas pero que, sin lugar a duda, han generado fragmentación, segregación urbana y exclusión social. A partir de esta investigación expondremos el análisis de la segregación urbana y simbólica que rige en la Ciudad de México, enfocados en la colonia San Nicolás Totolapan. Para llevarlo a cabo se realizó una investigación cualitativa con enfoque semiótico utilizando material bibliográfico y hemerográfico
Palabras clave: frontera social en México; frontera simbólica; segregación simbólica en México; semiótica y urbanismo; significación del espacio urbano
Texto:
Los miembros de la población toman en cuenta una serie de variables conscientes e inconscientes al momento de elegir su vivienda. El posicionamiento dentro de la estratificación social los encauza a situarse en cierta ubicación urbana donde los patrones culturales y percepciones individuales sobre el estatus y mejora familiar encuentran sentido De igual manera existe una correlación entre la percepción que los habitantes tienen de sus viviendas y el entorno urbano. La percepción se rige por distribución interna, tamaño y privacidad. Aunado a esto, hay que considerar la apropiación que los individuos hacen del espacio habitado, y, con el tiempo, una identificación con el lugar, ya que el ser
humano “vive, simboliza y se apropia del espacio urbano como parte de su identidad (Gómez Carmona, Gabriel, & Villar Calvo, Alberto Javier, 2014 pp. 268 290)”. Además de los patrones culturales y las percepciones espaciales, existen factores externos que determinan en la elección de la vivienda y su ubicación En el caso de la Ciudad de México, la población se ha visto orillada a auto segregarse, a consecuencia de acciones en torno al diseño arquitectónico y urbano realizadas por parte de las empresas inmobiliarias y el Estado. Desde la década de los ochenta - se ha originado desigualdad y fragmentación entre la sociedad debido al aislamiento de los sectores privilegiados y la exclusión de los más desfavorecidos - o viceversa - del entorno urbano, es decir, una gradación social con sus diferencias espaciales correspondientes. ¿Qué elementos urbano arquitectónicos significan a los oriundos, para que en su relación cotidiana generen fragmentación, segregación urbana y exclusión social? ¿Cuáles son las causas que motivan a ciertos grupos a migrar a la periferia?
Desarrollo
En la primera parte de este documento se revisan algunos fenómenos urbanos actuales que suceden en la mayor parte de las ciudades latinoamericanas y, en este caso puntual, de la Ciudad de México.
El primero es la frontera social que se refiere a la diferenciación jerárquica de clases sociales. Las fronteras sociales se generan desde el momento en que una comunidad socializa, se reconoce, comparte e interactúa. Se manifiestan a través del estilo de vida; es decir, la forma de hablar, de vestir, del uso de objetos personales, etcétera. Es debido a esto que la gente se organiza jerárquicamente, generando espacios sociales de manera simbólica y haciendo suyos los espacios habitados. Cuando este sentir de pertenencia se consolida se crea una identidad urbana, tal como señala P. Bourdieu (Gómez Carmona, G. 2018, pp. 1-14).
Así, la estructura del espacio se manifiesta, en los contextos más diversos, en la forma de oposiciones espaciales, en las que el espacio habitado (o apropiado) funciona como una especie de simbolización espontánea del espacio social. En una sociedad jerárquica, no hay espacio que no esté jerarquizado y no exprese las jerarquías y las distancias sociales (Bourdieu, P, 2002, pp. 120)
Este proceso de pertenencia surge de manera no intencionada y se ha manifestado a lo largo de la historia del urbanismo en el esquema de la ciudad latinoamericana. El
reconocimiento e identificación de la población se relaciona directamente con la cultura, la educación, las formas de habitar, la vida cotidiana, y el arte, entre otros, y se simbolizan de forma directa en el espacio urbano; es decir, los espacios sociales son reflejo de la identidad.
Sin embargo, este fenómeno que, en principio es natural, se ha visto manipulado, con la modernización de la administración pública federal, desde la década de los ochenta del siglo pasado, y con la globalización social. En lo que se refiere a la primera, el Estado dejó de ser el principal proveedor de servicios públicos, principalmente seguridad pública y servicio de limpieza, dando la entrada a las empresas privadas y soltando en este proceso su propio “sello distintivo” como gobierno.
La fragmentación tiene, en parte, un origen político, suscitado con mayor fuerza a partir de 1985, tras el terremoto que sacudió a la Ciudad de México. A partir de ese suceso se modernizó la administración pública federal y, con ello, el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue reformado; hechos que permitieron la incorporación de suelo de propiedad social al desarrollo inmobiliario 1 .
Las desarrolladoras inmobiliarias han aprovechado esta situación para acceder al suelo en las periferias urbanas, en donde el precio de la tierra es menor al resto de la ciudad. Han diseñado diferentes espacios dentro de la ciudad que paulatinamente se convirtieron en hitos, como los centros comerciales considerados como artefactos de la globalización y que son utilizados como centros de entretenimiento; altas torres multifuncionales (habitación, comercio y hotel); y urbanizaciones periféricas a gran escala. El comercio inmobiliario ha intercalado a las diferentes clases sociales mediante la compra y venta de terrenos de bajo precio en colonias en las que prevalece población de clase baja, construyendo conjuntos habitacionales exclusivos para la clase alta. A esto se suma que las características de la habitabilidad, construcción y diseño han sido inferiores, es decir, sin la infraestructura básica o redes de transporte público accesible para comunicarse con el resto de la ciudad.
Si bien esto ha creado cierta integración física entre ambos estratos socioeconómicos, ambos grupos sociales resintieron la segregación y exclusión (Aguilar, Adrian. 2011, pp. 5-30), ya que se genera competencia entre ellos. Los oriundos no
1 Los objetivos que persiguió dicha reforma fueron: a) dar por terminado el reparto agrario; b) abrir las puertas a la propiedad privada individual y al arrendamiento de la tierra en ejidos y comunidades indígenas; c) permitir el acceso a la propiedad de la tierra agraria, directa o mediante asociación con los ejidatarios, al capital privado nacional y extranjero; d) poner en marcha un proceso de reconcentración de la propiedad y de la producción agropecuaria y, simultáneamente, liberar la fuerza de trabajo considerada excedente y e) motivar una inversión masiva de capital nacional y extranjero en el sector agropecuario.
aceptan con agrado a los nuevos que habitan viviendas con mejores acabados, espacios más grandes y cuyo costo es mayor a la de ellos o que, debido a su llegada, se vea mermado su estilo de vida (Gómez Carmona, G. 2018, pp. 1-14); y de igual forma, los recién llegados ven con desagrado a los originales por las condiciones diferenciadas de sus viviendas.
De esta situación resultan dos fenómenos urbanos: gentrificación y segregación urbana. Se le llama gentrificación al “proceso a través del cual un barrio habitado por población de bajos ingresos es modificado y ocupado por población de clase media y alta, quienes a su vez –ya sea por cuenta propia o por inversión privada con agentes inmobiliarios– renuevan las viviendas (Salinas, Luis. 2013, pp. 281 304.)”. Según Arreortua (2016), es la “reestructuración de clase y de relaciones sociales en el espacio, a partir de inversión de capital para la satisfacción y atracción de población de mayores ingresos, lo cual genera desplazamiento de población (Arreortua, L. 2016, pp. 357-365)”.
Los procesos de gentrificación han traído como consecuencia segregación. Y este fenómeno no cesará hasta que se genere un espacio de identificación con los habitantes, que se produzca una apropiación simbólica de estos espacios, es decir, un sentimiento de pertenencia del lugar tal y como comenta Aguilar (2011) a continuación.
“La segregación es la aglomeración o la distribución de los grupos sociales de una misma condición socioeconómica en el espacio. Esta segregación puede ser identificada de acuerdo con una condición de etnicidad, migración o condición socioeconómica entre las características socio-identitarias más importantes (Aguilar, Adrián. 2011, pp. 5-30).”
Por tanto, se puede decir que la segregación urbana tiende a una mayor proximidad física entre los espacios residenciales ocupados por distintos grupos sociales en cualquier parte de la ciudad; mientras que los procesos de gentrificación están íntimamente relacionados con el desplazamiento de población hacia la periferia de la ciudad (Aguilar, Adrián. 2011, pp. 113)
Segregación simbólica
Se identifica en la Ciudad de México la segregación de grupos sociales de clase media y alta, a partir del estilo de vida, 2 identificable por signos que muestran ciertos comportamientos afines identificados como símbolo de estatus (Arreortua, L. 2016, pp. 112) Es decir, se observan agrupaciones determinadas por la forma que la gente acude al trabajo, la composición de los hogares y la diversificación de pautas culturales y del consumo (Veiga, Danilo. 2009, pp. 54), entre otras. Aunado al estilo de vida, se presenta el concepto de nivel de vida, al que Carmona A. (2005) relaciona con “el dominio del individuo sobre los recursos en forma de dinero, posesiones, conocimiento, energía mental y física, relaciones sociales, seguridad y otros medios de los cuales el individuo puede controlar y dirigir conscientemente a sus condiciones de vida”. Ambos conceptos son pertinentes para este estudio ya que se enfocan en aspectos identificables como significantes que conllevan al apartamiento y a la agrupación. Este fenómeno social se vincula al concepto de segregación simbólica, es decir, a la separación espacial y a la apropiación territorial dada a partir de las percepciones individuales, de patrones culturales y de elementos psicológicos que forman parte del inconsciente colectivo.
De esta forma, las distancias espaciales se ven alimentadas por la construcción imaginada del otro, de sus hábitats y, por tanto, contribuye a des-socializar la estructura social (Saraví, Gonzalo. 2008, pp. 93 110). En el estudio realizado por Vicente Moctezuma (2017) se indica que las condiciones de exclusión/integración no se remiten únicamente a la elección material –forma, tamaño, estilo– de la vivienda, sino también al simbolismo y experiencias cotidianas al momento de escoger una vivienda. La vivienda y socialización de los espacios dotan de simbolismos y significados en sintonía con la cultura y con ella de su patrimonio cultural (Gómez Carmona, G., & Villar Calvo, A. 2014, pp. 277).
En el caso de la ciudad de México, la gran desigualdad en las condiciones de vida de la población – ingreso, educación, salud y cultura – ha fomentado la exclusión y la segregación de grupos que identifican estas diferencias significándolas como símbolos de estatus. Por ejemplo, existen espacios restringidos o “prohibidos” para uno u otro sector de la población, que no necesariamente son barreras físicas, pero que están separados por murallas simbólicas, como las leyendas urbanas, tipos de pavimentación, los olores, la vestimenta de la gente que habita determinados espacios, el tipo de automóviles
2 Se entiende por estilo de vida a una combinación de aspectos físicos, culturales, educativos, ideas, valores, códigos y conductas similares que conforman la manera de vivir de un conjunto de personas.
estacionados en la zona o incluso el discurso de la gente que etiqueta cierta conducta moral y la cataloga según la clase social. Dicho, en otros términos, los estigmas territoriales asociados con la inseguridad, la delincuencia y la violencia contribuyen a la construcción imaginaria de “clases peligrosas” o de denigración social (Gómez Carmona, G., & Villar Calvo, A. 2014, pp. 277). Con ello, las fronteras simbólicas pareciera que coinciden con las fronteras sociales (Moctezuma, Vicente. 2017, pp. 487-514.).
Caso de análisis: Colonia San Nicolás Totolapan
Para comprender a fondo cómo es que sucede el fenómeno de segregación del que se ha hablado, se presenta un análisis de los elementos arquitectónicos y urbanos de la colonia San Nicolás Totolapan de la Ciudad de México, a partir de la relación entre elementos y su significación para los habitantes de este espacio, y por medio del método de Morris en sus tres dimensiones: sintáctico, semántico, pragmático 3 .
Se inicia el análisis a nivel sintáctico, es decir, se establece la relación de los signos entre sí. Para ello se hace una descripción en dos niveles, arquitectónico y urbano, de los elementos significativos a estudiar.
en círculo dos clústeres,
urbana.
La colonia San Nicolás Totolapan se encuentra ubicada en la alcaldía Magdalena Contreras en la Ciudad de México. En la Figura 1 se presenta una fotografía aérea de la alcaldía que está conformada por colonias, barrios y pueblos. Debido a las condiciones orográficas de la alcaldía, las calles son sinuosas, en algunas zonas son angostas y sin banqueta, solo permite un carril para el tránsito vehicular e incluso hay vías cerradas y
3 Agustín de Hipona es pionero en establecer las relaciones entre signos en tres niveles. “…examina las relaciones de los signos entre sí (sintaxis), las relaciones de los signos con los significados (semántica) y las relaciones de uso de los usuarios con los signos (pragmática)”. Beuchot, M. (2004) p. 21
Figura 1. Vista aérea de la alcaldía Magdalena Contreras. Se indican identificables desde esta perspectiva debido a la homogeneidad arquitectónica y la traza Fotografía tomada de google maps, 2019callejones. Generalmente el pavimento es a base de asfalto, pero hay zonas donde las calles carecen de recubrimiento o se encuentra en mal estado.
Desde la escala arquitectónica se identifican viviendas de tipo popular, de clase media y de la abundancia. Del primer rubro se encuentra vivienda de autoconstrucción y progresiva en etapa de consolidación y en etapa de acabados. Estas se identifican por las continuas ampliaciones con materiales permanentes como el bloc de cemento aparente y varios cuartos (Figura 2). Del rubro de la clase media y de la abundancia, se observan dentro, de la traza urbana, configurados a manera de condominios horizontales cerrados, o cluster (Figura 3). Los condominios cerrados se fraccionan de manera uniforme, tanto en áreas privativas de terreno que dan cabida a viviendas unifamiliares, como en áreas de uso común.
Figura 3. Muestra del tipo de vivienda en conjunto cerrado, delimitado por barda y caseta de vigilancia. Vista que muestra de delimitación del clúster “Progreso” inserto en la colonia San Nicolás Totolapan. Imagen: Carolina Magaña
Para fines de esta investigación se analiza el condominio llamado “Progreso”, ubicado dentro de esta colonia. En la Figura 4 se muestra que las calles que la rodean son de asfalto, de un solo carril, sin banqueta ni lugar para estacionarse. Los cables de la luz son aparentes y la vegetación es silvestre. Abundan los comercios tipo misceláneas familiares. Se observan viviendas unifamiliares y terrenos donde hay viviendas progresivas en etapa de consolidación y de acabados. Los tinacos de cada casa son visibles desde la banqueta y no hay uniformidad en el número de niveles de cada una. Frente al condominio “Progreso” hay un predio sin bardear, con varias viviendas dentro de éste.
Figura 4. Vista interior del clúster “Progreso”, donde se aprecia el tipo de vialidad, jardinería y vivienda. Imagen: Carolina Magaña.
Las características urbanas y arquitectónicas son diferentes al interior del condominio “Progreso”. El conjunto horizontal está delimitado por una barda de piedra volcánica de dos metros de alto y el acceso es un portón de madera con metal. Las vialidades están pavimentadas con detalles de piedra volcánica, banqueta y espacios para estacionamiento. Las áreas verdes y la vegetación están cuidadas y colocadas de manera uniforme al frente y laterales de cada una de las nueve casas que conforman el condominio. Las casas son de 250 m2, con tres cajones de estacionamiento; presentan el mismo estilo arquitectónico con paredes blancas, techos de teja roja, grandes ventanales con arcos de medio punto, un jardín en la parte frontal y a su vez, un pasillo antes de acceder a la puerta principal de la misma. Las instalaciones están ocultas, por lo que no se aprecian a simple vista los tinacos ni cableados (Figura 6). La limpieza, recolección de basura y la seguridad interna (vigilancia las 24 horas) es controlada mediante un
constante mantenimiento y cuotas mensuales de parte de los habitantes. No hay comercios al interior del lugar.
El análisis semántico da conocimiento de la relación entre los signos y los significados. Por tanto, en este caso se analiza el significado que tienen los elementos descritos que conforman las características urbano arquitectónicas de la colonia San Nicolas Totolapan.
Las calles estrechas, sin recubrimiento o en mal estado, sin banquetas, la vegetación silvestre, el cableado expuesto, los autos sin lugar donde estacionarse y la irregularidad en la construcción de la vivienda se asocian con falta de orden, jerarquía y cuidado. Los espacios estrechos y la falta de acabados, detalles o estructuras terminadas se vinculan a formas de vida correspondientes a clases socioeconómicas y socioculturales bajas, ya que no se cuenta con los recursos para acabados, detalles o adquisición de espacios grandes o no se priorizan los recursos para ello. Es decir, las características mencionadas anteriormente significan, para la población local, precariedad y desorden.
El significado que se asocia a una barda es el de división, por un lado, y de contención, por otro; un elemento físico- arquitectónico separador colectivo y de distanciamiento social. Las características al interior del condominio horizontal, calles con banqueta y detalles del mismo material que la barda que contiene al interior se asocian a un sentido de orden, jerarquía y estructura. La vegetación cuidada se asocia con tranquilidad, pulcritud y atención. La amplitud de las vialidades, la distribución de las casas y la dimensión de estas, se asocian con clases sociales media y alta ya que se cuenta con los recursos para la adquisición de mayor terreno. La homogeneidad en la pintura y acabados de madera y teja se asocia a naturaleza y armonía. El conjunto de acabados y detalles decorativos de las viviendas se asocian a una clase socioeconómica media alta o alta, ya que su adquisición y mantenimiento implican un costo adicional. En resumen, las características de la vivienda dentro del clúster significan para el grupo que lo habita orden, lujo y exclusividad.
El nivel pragmático refiere a la relación de los signos con las personas que los utilizan. Se trata de descubrir los ejes modélicos del lenguaje y del comportamiento humano en sus relaciones interpersonales. En este orden de ideas, es importante considerar la forma de vida de quienes habitan la colonia San Nicolas Totolapan. El que haya diferencias en cuanto a calidad de vivienda y contexto, habla también de que el estilo de vida o hábitos de vida de cada parte son diferentes
Los conjuntos habitacionales se vuelven espacios de representación con significados morales, con un sistema de valores compartido. En este sentido, no sólo el urbanismo implica solo la parte geográfica, un ordenamiento urbano, sino comportamientos en común tal y como lo comenta Moctezuma (2017) a continuación.
“De esta forma, la distancia social que puede significar el acceso a los conjuntos frente a los habitantes con mayores desventajas de las colonias populares, se convierte en una distancia simbólica que refuerza las condiciones de fragmentación social, y acentúa las fracturas sociales de la integración (Moctezuma, Vicente. 2017, pp. 487 514.)”.
Síntesis del análisis
Al inicio se menciona que existen factores que determinan sobre la elección de la vivienda y su ubicación. Los aspectos urbanos y arquitectónicos tienen un efecto de sentido en los usuarios y ellos les suman valor, asociándolos con la forma de vida y estatus deseado. Es así como los usuarios dan significado a su entorno, o bien, éste sea diseñado para inducir a cierto tipo de comportamiento; el proceso de significación transmite sentidos sociales sobre la base de códigos existentes (Lara Escobedo, M., & Rubio Toledo, M. 2011, pp. 140-154).
Pero ¿por qué la gente de mejor nivel de vida emigra a zonas marginadas? ¿Por qué prefieren segregarse proponiendo fronteras físicas, sociales y simbólicas? En este punto es donde es preciso vincular la situación económica y de crecimiento urbano enunciada al inicio de este documento. El nivel económico de las familias no siempre está directamente vinculado con el nivel sociocultural. La gente cuyo estilo de vida es aspiracional, desea una casa de mayor tamaño y mayores lujos, busca vivienda en la periferia donde puedan acceder a terrenos más económicos que los que se encuentran en la zona central de la ciudad, aunque esto implique en algunas ocasiones, que adolezcan de la infraestructura básica o redes de transporte público accesible para trasladarse a su trabajo o escuelas.
Los fenómenos sociales que se han analizado a lo largo del documento –segregación urbana y gentrificación– se cristalizan en esta zona, ya que, si bien se caracteriza por ser originalmente un poblado rural, se ha visto impactada por el desarrollo de conjuntos habitacionales cerrados cuyos habitantes tienen un nivel socioeconómico mayor, lo que altera tanto la imagen urbana típica de la zona como la interacción entre los vecinos en la cotidianidad. Aguilar (2011) expone que el motivo principal para mudarse a
un desarrollo cerrado no está conscientemente relacionado con la exclusión social, ni al temor a la delincuencia, sino meramente a la relación de precio calidad de la vivienda.
Reflexiones finales
La aproximación arquitectónica y urbanística realizada en este documento permitió engarzar las diferentes variables conscientes e inconscientes que la población toma en cuenta al momento de elegir vivienda: las posibilidades económicas; la elección del espacio de vivienda; la propia forma de habitar y de socializar; la importancia intrínseca, material y simbólica que representa una vivienda para cada sector de la población.
Sin embargo, también es inminente la segregación urbana en la Ciudad de México, generada por las diferencias económicas de la población divididas en las tipologías arquitectónicas mencionadas: vivienda baja, vivienda media y vivienda de la abundancia. El hecho de que se haya generado la práctica de intercalar vivienda y servicios para las diferentes clases sociales (nivel sintáctico y semántico), reforzó la estructura de desigualdad espacial y el aislamiento de cada sector en términos de la sociabilidad urbana. Aunado a los elementos arquitectónicos como las altas bardas, seguridad para acceder a los condominios, acabados homogéneos, orden entre otros elementos más, han formado en su conjunto el imaginario de frontera simbólica y por tanto de segregación social (nivel pragmático).
Al observarse estos contrastes, las asociaciones que se hacen culturalmente en México nos llevan a generar una segregación debido a los principios de uniformidad en ambos casos. La apariencia física del conjunto (nivel sintáctico) proyecta cánones estéticos (nivel semántico) de un tipo de edificación con un estilo definido y que lo diferencia claramente del otro tipo de arquitectura con base en los colores, el orden, la tranquilidad, la seguridad lo que genera la sensación de encontrarse en un lugar “mejor” respecto las viviendas progresivas (nivel pragmático). De tal suerte que la percepción de la población radica en el simbolismo de tener una vivienda con ciertos lujos 4 .
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4 Moctezuma, Vicente. 2017, pp. 487 514.
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