1 Timoteo 3:4
EQUIPADOS PARA GOBERNAR La concepciรณn divina de la Familia
DEVOCIONAL DIARIO
Semana 3
15
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA
DOMINGO
ANDAR COMO ÉL ANDUVO
DÍA
La cultura que nos rodea parece estar confundida, tan enfocada en la autonomía personal que en muchas familias parece claro que los hijos son los que mandan. Muchos padres dudan tener la habilidad para dirigir a sus hijos e incluso dudan de su derecho a exigir obediencia. Cuando los niños crecen, necesitan aprender la obediencia. Cuando un niño no aprende a respetar y obedecer a sus padres, se vuelve rebelde, desagradable, su vida se vuelve un desastre, y corre peligro de muerte. Honrar y obedecer a los padres es honrar y obedecer a Dios. Y aquellos que dan tal honor y obediencia a sus padres se abren a la posibilidad de recibir bendiciones especiales. En una oportunidad, un padre contemplaba desde la ventana a su hijito que jugaba en el jardín con unos amigos. De repente, la pelota salió rebotando hacia la calle, mientras el niño la seguía ansioso con la mirada. “Corre y búscala”, insistían sus amigos, pero él, meneando la cabeza, les respondió: “No me dejan”. El padre se sonrió complacido. ¿A qué se debió la satisfacción del padre? A que es él quien le ha dicho a su hijo que nunca se lance solo a la calle. El hecho de que el niño haya hecho caso aun sin saber que el padre lo estaba mirando indica que estaba aprendiendo a ser obediente, y, por tal razón, corrió menos peligro. Algo parecido siente nuestro Padre celestial. Él sabe que para permanecer fieles y ver el espléndido porvenir que nos espera, debemos aprender a confiar en Él y ser obedientes en hacer lo que nos manda. Por eso, nos envió al mejor de los maestros, Jesucristo, a quien nos llama a imitar. La obediencia era fundamental para la misión de Jesús en la Tierra. Su obediencia, sin embargo, no fue mecánica, pues observó los mandatos divinos con toda su mente, corazón y alma; y lo hizo con alegría. Para Él, hacer la voluntad de su Padre era más importante que el alimento mismo. Ahora bien, ¿en qué nos ayudará el imitar a Jesús? Primero, nos permitirá ser mejores padres o hijos. Segundo, nos resultará más fácil vencer las tentaciones y hacer la voluntad de Dios. Tercero, nuestras vidas y familias serán bendecidas. Cuarto, andaremos por el camino que nos conduce a la vida eterna porque Jesús es la fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen. La salvación es para los que están dispuestos a honrar, respetar y obedecer a Dios y su Palabra. Cuando decidimos hacerlo somos oídos y bendecidos con la gracia, la misericordia y el respaldo de Dios en todo lo que hacemos. Si aún andas en desobediencia haz una oración pidiéndole perdón a Dios por desobedecer, dile que deseas cambiar. Proponte en tu corazón de una vez por todas a obedecer al Señor a partir de hoy, y haz los cambios necesarios. Hoy es el día de salvación, es el día de obedecer y la obediencia te traerá libertad. Tu primer paso es aceptar en tu vida a Jesús como tu único Señor y Salvador personal, para luego andar como Él anduvo, siguiendo sus pisadas en obediencia.. Autor: José Luis Betancourt
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DÍA
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LUNES
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA PASA DE MÍ ESTA COPA
El Señor Jesús es el mejor y mayor ejemplo de obediencia que podemos conseguir. Él fue obediente hasta lo sumo. Dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y haga su obra.” (Juan 4:34). ”No puedo hacer yo nada por mi mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.” (Juan 5:30). Jesús también fue ejemplo de obediencia a sus padres terrenales José y María. Podemos citar el pasaje de las bodas de Caná de Galilea (Juan 2:1-11), donde cuando se terminó el vino María, su madre, le pidió que hiciera algo, entonces Él, en obediencia, aunque dijo que no era su tiempo hizo su primer gran milagro de convertir el agua en vino. A pesar de que no estaba obligado a hacerlo fue obediente a la petición de su madre. Una obediencia digna de imitar. Pero el ejemplo más fehaciente de obediencia se muestra en este pasaje que estamos citando como título de este artículo. Donde Jesús en el Getsemaní, sabiendo que iba a pasar por un camino de sombra de muerte, oró diciendo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya.” (Mateo 26:39). Él se humilló y fue obediente hasta la muerte, muerte de cruz, pero venció y Dios lo exaltó. A pesar de que todos lo abandonaron, no estuvo solo, su Padre, nuestro Padre Dios Eterno, estuvo con Él todo el tiempo y le infundió aliento para poder soportar en obediencia este difícil momento y al final triunfar. Hay momentos en nuestras vidas, donde pasamos por distintas pruebas y algunas de ellas muy fuertes; entonces nos sentimos como si estuviéramos caminando en un desierto, un valle extenso, lleno de oscuridad y no se ve luz alguna, y pensamos que nunca vamos a salir de ellas. Estas pruebas pueden ser: una enfermedad, un duelo por muerte, una separación, un revés económico, etc. Pero hay que pasar este valle, porque son parte de nuestra formación espiritual en nuestro recorrido por la vida. Debemos entender que Dios permite estas pruebas, como parte de su plan y propósito para nuestras vidas; estas, van formando y fortaleciendo nuestro carácter, como el de Cristo Jesús. Tenemos que ser obedientes y no rebeldes o quejarnos, por ese tiempo fuerte que estemos pasando. No debemos temer porque en cada una de estas pruebas no estaremos solos, nuestro Señor siempre estará con nosotros. La obediencia es un principio Divino y en ella hay bendición. Sí en medio de las pruebas nos apoyamos en Dios recibiremos las fuerzas para soportarlas, avanzar y vencer como lo hizo Jesucristo. Debemos ser como nuestro Señor, obedientes hasta el fin de nuestros días y tener la confianza que en medio de las pruebas Él estará siempre con nosotros porque lo prometió, y Dios no es hombre para mentir. Autor: Pastor Carlos Amaya
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DÍA
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MARTES
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA DESDE LAS ENTRAÑAS DE LA BALLENA
Siempre me ha llamado la atención como la gente con frecuencia se apoya en libros de reconocidos autores cuando tienen que dirigir un discurso, y más curioso me parece, que casi nunca piensan en la Biblia para encontrar la inspiración que buscan. Cada historia contada en ella contiene un tesoro infinito de sabiduría, que sólo lo descubren aquellos que la leen con fe y bajo la gracia del Espíritu Santo. Una historia muy significativa, que sin duda alguna nos deja una gran lección a todos los creyentes, se encuentra en el libro de Jonás. La historia de Jonás habla muy claro sobre lo que se juega un hijo de Dios cuando voluntariamente decide desobedecer una orden expresa del Creador, el Padre Celestial. Si algo hay que entender cuando eres hijo de Dios, es que el haber sido escogido para ser parte de la familia de Dios, tiene un precio eterno, y corras donde corras a esconderte, Él siempre te va a encontrar y ayudar para que cumplas con la tarea que te ha asignado. Cuando recibes un mandato directo del trono de Dios a tu corazón y tomas cualquier otro camino para evitar lo que tienes que enfrentar mientras cumples con lo que se te ha encomendado, expones a peligros, no sólo tu propia vida, sino la de todos aquellos que estén involucrados en el propósito, estorbas el plan de Dios y retrasas tus propias bendiciones. Por ejemplo, en el capítulo 1 del libro de Jonás encuentras que aún cuando él sabía a dónde ir y lo que debía hacer, escogió ir en otra dirección, provocando con su decisión, malestar a sí mismo y a todos los que tenía a su alrededor. El camino más seguro para evitar el sufrimiento y muchos tragos amargos, se encuentra en el sendero de la obediencia, cuando caminas en la voluntad de Dios y no en el deseo de tener bajo tu control las circunstancias, la tarea se vuelve más sencilla. Si sientes que le has fallado a Dios o te encuentras huyendo de Dios, simplemente detente, retrocede unos pasos, rectifica tu rumbo, reconoce ante Dios tu falta, y el mar embravecido en el que te encuentres, se calmará. No existe acto más noble, que enternezca el corazón de un padre que la obediencia de un hijo; verle reconocer con humildad su falta, mostrarse arrepentido y dando pasos de fe hacia el camino que debió tomar desde el principio. No esperes tener que pasar días oscuros, como los que vivió Jonás en las entrañas de una ballena, sintiéndose abandonado, para descubrir que es posible atravesar el mar, en calma. Si has aprendido a reconocer la voz de Dios, te conviene obedecerla, por muy dura que creas que sea la tarea encargada. Nunca debes olvidar que cuando Dios te entrega una tarea, es porque con antelación te ha capacitado para que la cumplas con éxito. El Señor ha prometido acompañarte en el trayecto y nunca te dejará solo, la falta de confianza en Dios, es lo que hace que te desanimes, dudes y te alejes del final dichoso que ha prometido a los que en Él confían. Autora: Marianela Acuña de Pellegrino
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DÍA
18
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA
MIÉRCOLES
HASTA 70 VECES 7
No podemos negar que alguna vez en nuestra vida hemos sufrido de alguna pena o dolor, alguna herida, indiferencia, maltrato, abuso, abandono; alguien nos lastimó con palabras o acciones. Cuando esto ocurre podemos sufrir y llorar, pero a veces, nos molestamos a tal punto de endurecer nuestro corazón. Arraigamos rencor, dolor, odio y sentimos el deseo de vengarnos o tomar la justicia por nuestras propias manos. ¿Cuál o cuántas personas nos han herido? ¿Conoce a alguien que usted ha dejado de tratar porque le maltrató, le molestó o abusó de Ud.? ¿Quiere hacer justicia por sus propias manos? La justicia verdadera no proviene de nosotros, pues si estamos molestos o heridos nuestras acciones estarán contaminadas con nuestra odio, y dejará de ser una justicia verdadera. La verdadera justicia proviene de Jesucristo, a quién se le provocó muchas heridas, abusos, injusticia, dolores, maltratos hasta llevarlo a la muerte. Vivió como justo, sin defecto, sin pecado. Amó de tal manera que pudo perdonar desde su agonía, esta es la verdadera justicia. Su sangre derramada en la cruz manifestó la justicia de Dios. El llevó el peso de todas nuestras maldades, ahora todo aquel que cree en él mediante la fe es redimido, es decir, todas sus transgresiones le son eximidas. Él nos justificó para que seamos perdonados y Su perdón nos libera de esclavitud, de prisiones y de oscuridad; nos libera del dolor, de la rabia del odio para sentir la capacidad de perdonar a quien nos haya hecho daño. El evangelio de Mateo, capítulo 18 nos habla de tropiezos que tendremos en esta vida, se refiere a ofensas (esas heridas que hablamos al principio). Jesús nos enseña la forma en que debemos redimir a aquellos que pecan contra nosotros. Y muchas veces hemos escuchado que “…todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mateo 18:18). Si perdonamos podemos desatar a otra persona de la ofensa en nuestro corazón. Cuando no perdonamos a alguien nos hacemos prisioneros de nuestra propia ofensa y dolor; además de hacer prisionero al que nos agredió o nos ofendió, nos atamos y atamos a esa persona. Perdemos nuestra libertad, nuestro corazón se endurece, incluso, el no perdonar coloca un yugo de opresión sobre nosotros y la otra persona. Por eso, Jesús habla de atar y desatar, y nosotros al tomar la decisión de perdonar traemos libertad, somos libres de esa esclavitud. Perdonar nos capacita para ser libres y liberar a otros. ¿Por qué Hasta 70 veces 7? ¿Por qué tantas veces? La razón no solo es un mandato, sino la respuesta natural de todo aquel que ha probado el perdón de Jesús. “y perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que nos ofenden”, es decir, sí yo no perdono, Dios no me va a perdonar. Porque lo que ato en la tierra, es atado en el cielo. Ahora Ud. puede ser libre, reconozca y perdone tantas veces como sea necesario. No espere a “sentir” algo, el perdón es un a decisión; un acto de obediencia y justicia para salvación suya y de otros. Autora: Gabriela Camargo
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DÍA
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JUEVES
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA VIVIR EN FAMILIA
Cuando buscamos garantías para vivir con bienestar en la vida terrenal y para tener una vida espiritual, lo primero que encontramos, entendemos y aceptamos es que debemos cumplir normas; sean éstas impuestas por el hombre, o fijadas por Dios. El instrumento para alcanzar estas garantías, tiene nombre: “FAMILIA”. Hasta quienes nunca han tenido, ni vivido en familia, añoran tener una. Dios bendice a la familia, y nos exige vivir en familia, (Génesis 12:3), pero esta exigencia que hace El Padre Todopoderoso, es a convivir en familias verdaderas, originadas en amor, unidas por matrimonio entre un hombre y una mujer; no familias de hecho, ni familias entre personas de un mismo sexo, ni familias vinculadas por intereses económicos, políticos, sociales, o personales. A veces observo, que a muchas personas les cuesta entender, incluso a aquellos que se asisten a Iglesias Cristianas, que Dios es un Dios de orden, de principios, de autoridad y que su Palabra está para ser cumplida. Si la Biblia ordena a formar y vivir en familia, unidas en matrimonio, debemos entender que es así, y solo así; que las uniones mal llamadas “uniones de hecho”, no son la voluntad de Dios, y solo constituyen maldiciones que enviamos a la descendencia habida en este tipo de relaciones. Si estás en una relación de este tipo, busca la bendición de Dios a través del consejo de quienes conocen su Palabra, para que así vivas en la familia que Dios concibió. Nuestro plan de vida, debe estar estructurado sobre la base de un plan de vida familiar. En las familias cristianas, el esposo, sacerdote del hogar, es quien debe planificar con estricta sujeción a la palabra de Dios, oyendo a su esposa, ayuda idónea; considerando el propósito de vida que Dios le tiene preparado a su familia. El propósito de vida que Dios tienes a las familias descendientes de Abraham, es que sus integrantes sean salvos, dejando la vida en la carne heredada de Adán y entrando a una nueva vida en espíritu heredada de Jesucristo. Gracias a Dios, tuve la oportunidad de nacer y crecer en una familia unida en matrimonio, integrada por ocho hermanos, papá y mamá. De allí emanó un legado fundado en 63 años de matrimonio que acaban de celebrar mis progenitores. Este legado y bendición de Dios ha permitido que hoy todos estemos unidos e integrados, con nuestras diferencias y nuestros diversos planes de vida; donde la crisis actual lejos de separarnos nos ha unido más, y donde seguimos recibiendo los buenos consejos de papá y mamá, unos de manera personal, otros a través de llamadas telefónicas, o mensajes de textos. Les comento, el efecto es el mismo, cualquiera que sea el canal comunicacional. Como inicialmente señalé, entender que vivir en familia es el primer paso para lograr el bienestar en la vida terrenal, y poder alcanzar vida en el espíritu, es una verdad emblemática, lapidaria, e incuestionable. Buscar a Dios fuera de una familia, no es imposible, pero es difícil y complejo; caso contrario, buscar a Dios viviendo en familia, es como comer teniendo apetito, es agradable y necesario para vivir. Autor: Jesús Millán Figuera
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PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA
DÍA
20
VIERNES
¿POR QUÉ LLORAS JEREMÍAS? ¿Estamos conscientes de cómo contribuir, como creyentes en Dios, con la transformación y bendición para nuestra nación, a pesar de recibir burlas, persecuciones o amenazas? Cuando una nación vive momentos críticos, buscar al Dios vivo es la respuesta; la hallamos en las escrituras, con sus promesas de restauración. En el libro de Salmos Dios hace un llamado a invocarle en el día de la angustia; Él nos librará y le honraremos. Es decir, que si una nación tiene al Señor cerca, si siempre le invoca, busca, recapacita y sus habitantes se arrepienten de sus pecados, Dios les librará. Podemos encontrar un maravilloso ejemplo de lo expresado, anteriormente, con el testimonio del profeta Jeremías, quien lloraba ante la demanda de Dios; su ministerio fue muy fuerte, tenía que decir la verdad a gobernantes y al pueblo; sería perseguido; el siervo obedeció y Dios le libró. Sus promesas son para quienes le temen y les dará a conocer su pacto (Salmos 25:14). Por eso, si buscamos al Señor de corazón y le obedecemos, como Jeremías, eso permitirá las bendiciones para nuestras familias y por ende para nuestra nación. Jeremías recibió un llamado profético de parte de Dios, en tiempos de Josías, quien empezó a destruir ídolos, pero muchos israelitas prefirieron no adorar al Dios verdadero; Jeremías les dijo que Dios les castigaría, a causa de su pecado. El pueblo se burlaba de él, pero no tuvo temor; pese a su dolor por las burlas y rechazo, creyó a Dios y le obedeció. Sufrió persecuciones, maltratos físicos y amenazas de muerte, al denunciar la corrupción y violencia reinantes, pero los príncipes le dejaron vivir. Los israelitas, por su parte, no renunciaron a sus malas obras y prefirieron aferrarse a sus ídolos, aún cuando Jeremías les anticipó la invasión y destrucción de Babilonia, así como la segunda alianza de Dios con el pueblo judío. Luego, Nabucodonosor, rey de Babilonia, luchó contra Jerusalén y los israelitas fueron sus siervos. Ante las presiones del entorno, como Jeremías, podemos sentir auto compasión, y sufrimiento, quejarnos y lamentarnos; pero, si nos convertimos al Señor sus promesas llegarán y, entonces, si obedecemos la voz profética, como familia y como Iglesia primero, la nación será librada de su cautiverio. En el libro de Jeremías 15:19-21 el Señor dice: “Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice el Señor.. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes”. Jesucristo, en quien habita la plenitud de la deidad, es el urgente socorro y pronto auxilio para nuestra vida, nuestra familia y nuestra nación. Autora: Isabel Camposano de Belloso
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DÍA
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SÁBADO
PRINCIPIO DE LA OBEDIENCIA HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE ACEITE
Cuentan las Sagradas Escrituras que el profeta Elías escuchó una instrucción de Dios que le dijo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”. Llegando a Sarepta encontró a la mujer recogiendo leña para su casa, Elías conversó con ella pidiéndole un vaso con agua y también le pidió algo para comer; la mujer le contestó que no tenía mucho que darle porque sólo le quedaba un puñado de harina y un poco de aceite por lo cual ella y su hijo se preparaban para comer y luego echarse a morir por falta de alimento. Más el profeta de Dios le respondió : “… Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.” (1 Reyes 17:14) Entonces ella fue e hizo como el profeta le pidió, ese día comieron Elías, la mujer y su hijo, no solamente un solo día sino que fueren muchos los días que comieron. Cumpliéndose lo dicho por la boca del profeta, la harina no escaseó, ni el aceite. Dios hizo un prodigio maravilloso dándole el sustento día por día, proveyendo la harina y multiplicando el aceite durante el tiempo que Elías estuvo en casa de la viuda en Sarepta, hasta que ocurrió un evento que sorprendió a todos. El hijo de la mujer cayó enfermo, la mujer habló con Elías diciendo “¿Que tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? “Entonces, Elías tomó al muchacho y se lo llevó para el aposento. En un lugar privado, cerrado a la vista de todos, Elías oró a Dios para que el muchacho volviera a la vida y Dios se la regresa, el niño se levantó. Elías lo entregó a su madre y ella se dirigió al profeta diciéndole: “Elías ahora conozco que tú eres varón de Dios, y la palabra de Jehová es verdad en tu boca.” (1 Reyes 17:24). Es sorprendente cómo Dios obra en nuestras vidas. La mujer reconoció que Dios estuvo entre ellos todo el tiempo pero no fue para juzgar ni condenar lo que pasó en el pasado, más Dios mostró su misericordia, mostró su amor, mostró su poder dándole vida al hijo de esta mujer, ella reconoció que no fue para juicio sino fue para que Dios mostrara su poder. Extraordinario que hasta la última gota de aceite, Dios mismo lo ha multiplicado exponencialmente; maravilloso es ver la mano de Dios obrando en nuestras vidas dando su provisión a sus hijos. Considero que Dios moldeó el corazón y la mente de ésta mujer en el sentido que le sirvió a Elías con el mismo cariño como lo hizo para con su hijo. Al ver a su hijo enfermo le dijo al profeta lo que había en su corazón porque se sentía culpada por sus pecados, mas Dios le quería demostrar el poder que tiene sobre la muerte, dando a revelar su gloria. Es tiempo para reflexionar ¿le damos a Dios su debido lugar en nuestros corazones? Dios nos ama en gran manera, El desea tener comunión íntima con nosotros. El pone a prueba nuestra fe y nuestra obediencia, cuando le damos a Dios lo poco que tenemos en nuestras manos El multiplicará hasta la última gota de nuestro aceite. Autor: Francisco Indriago
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El deseo de Dios es una Familia que viva bajo sus Principio y unida en su Amor para siempre