BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “Manuel Ávila Camacho”
Licenciatura en Educación Preescolar El Sujeto y su formación como docente Mtra. Aneli Galván Cabral
“Ensayo: La vocación como paradigma de la nueva profesión docente” Yunnuen Stephanie Tovar Hernández Primer semestre
10 de Diciembre del 2015., Zacatecas, Zac.
INTRODUCCIÓN La docencia, más que una profesión o un trabajo cotidiano, se ha logrado definir como un placer por servir al mundo, un llamado para dosificar conocimientos, transmitir, enseñar, formar y educar a las personas que forman parte del presente educativo. Pero, ¿qué pasa cuando tal pasión por enseñar no existe? ¿Qué pasa cuando el ser docente afecta la armonía espiritual en la vida del propio maestro? En la actualidad el gusto y deseo por ser un dador de conocimientos se ha visto afectado por la tradición que los futuros profesionistas han creado y se ha ido repartiendo a lo largo del paso del tiempo, el elegir la docencia como una profesión y no sentir, metafóricamente, el llamado del magisterio por servir al pueblo. La vocación profesional es precisamente ese llamado, y un docente al no poseerlo jamás, trae consigo un sinnúmero de repercusiones que no sólo afectarán su práctica como maestro, sino también al entorno que lo rodee tanto social como laboral. El presente trabajo tiene como fin dar a conocer las dos caras de la vocación docente, y cómo ésta influye en distintos contextos de la educación, como lo es la calidad educativa, pues en la actualidad hemos visto que este es un tema de mucho altercado, siendo el objetivo principal de la actual reforma que esta por aplicarse y cabe destacar que tal calidad infiere en gran parte a lo que es la vocación y sus pasajes por distintas interpretaciones. El demostrar por qué la calidad de la profesión docente esta más ligada a la vocación y al compromiso por el magisterio que a la formación académica puede resultar un tanto difícil, pues, se nos ha acostumbrado a ver a maestro como un banco de información, el cual anteriormente debió aprender todo lo que estaría futuramente dispuesto a repartir a las mentes de sus alumnos con el fin de que éstos egresen de su cargo y pasen al de otro maestro, repitiendo el procedimiento anterior. Nunca se nos habló de la pasión que el maestro debía sentir por su trabajo, ni mucho menos del compromiso y el gusto que le debería dar ser lo que es. Es ahí de donde partiremos para ver el por qué cosas tan importantes como ésta no se nos han impuesto antes de elegir nuestro camino profesional, incluso antes de pensar en un futuro, y lo mucho que la decadencia de esta información tan importante para nosotros influye en lo que será nuestro futuro y nuestra visión de la docencia. Más que elegir el magisterio como nuestro futuro laboral, él debe elegirnos a nosotros.
LA VOCACIÓN COMO PARADIGMA DE LA NUEVA PROFESIÓN DOCENTE
L
El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira. William Arthur Ward
a docencia es una opción cada vez más valorada por los jóvenes a la hora de proyectar su futuro: la matrícula en los institutos de formación docente creció un 29% desde el año 2008, según datos del ministerio de Educación nacional. Es por esto que tal cifra causa revuelo y nos invita a
preguntarnos ¿La docencia es cuestión de elección o verdadera vocación? Para adentrarnos un poco más al concepto, Emilio Tenti, un gran investigador, escritor y docente nos define en su libro “El arte del buen maestro” la vocación como: “No materia de elección racional […] un llamado, una predisposición que se define como innata, no adquirida.” Tomando en cuenta este concepto podemos percatarnos que entonces el ser maestro no se elige, sino que se te predispone por lo tanto también existe la posibilidad de que uno se dé cuenta de tal llamado tarde o temprano. “La ideología de la vocación permea toda definición pedagógica de la función docente. La vocación no es materia de elección racional.”1 El tipo de profesor tal como, con justicia, lo desean los más ilustres pedagogos, es un conjunto de virtudes de todo género, y su misión no es un oficio, es un sacerdocio. Así nos describe José Díaz Covarrubias al maestro modelo, y Tenti nos da ideas similares atribuyendo “el ejercicio de esta práctica requiere no tanto de un saber cuánto de una serie de cualidades de carácter ético-moral. La primera y más importante es la vocación.” Y es con esa idea que pasamos a la cuestión ¿Hablar de profesión docente requiere mencionar necesariamente el concepto de vocación? No esencialmente. Como escribe Tenti "La docencia debería convertirse hacia una actividad profesional altamente calificada y al mismo tiempo vocacional. Pero con la vocación entendida básicamente como compromiso moral con el bienestar y la felicidad de las nuevas generaciones". Caemos en la idea de que entonces la vocación y actividad profesional van de la mano hacia su correcto desempeño y éxito. Pero ¿por qué? Ser maestro implica 1 TENTI, Emilio (1999). El oficio del maestro: Contradicciones Iniciales en El arte del buen maestro (pág. 182). México, D.F. 03310: Pax México.
compromiso con las instituciones donde el maestro labore y amor pedagógico que se puede trascribir en la entrega permanente del mayor esfuerzo para educar con alto sentido profesional y humano a las futuras generaciones que crearán nuestro nuevo mundo. Ahí es donde está la gran diferencia con otros trabajos y el propósito de centrarnos en la docencia y su vocación como requisito. Ser maestro es una profesión, sí, pero no una más, pues el simple hecho de trabajar con personas, de hacer contacto en sus diferentes ramas con chicos y chicas, ya es suficiente para poder ver a la docencia como una actividad profesional singular y con mucha importancia, de ahí el que la vocación sea un menester para el correcto desempeño de un docente. "Enseñar con entusiasmo, tener confianza en el poder de la educación, considerar la docencia como un servicio, ser paciente y perseverante en la consecución de objetivos razonables, ser un buen modelo a imitar, entre otras, son cualidades importantes que deben adquirir los que se dediquen a enseñar", afirma Faustino Larrosa autor del libro Análisis de la profesión docente. Tras esta afirmación podemos percibir que efectivamente, el docente tiene que poseer cualidades importantes para ser un buen maestro. Pero ¿cómo enseñar el entusiasmo? ¿Cómo darle a esos docentes aquella vocación que anteriormente se menciona como un único llamado y no una elección? ¿Sólo el docente que tiene ese llamado puede dedicarse a tal profesión? Pasamos nuevamente a Tenti y su arte del buen maestro, pues él nos da una idea nueva y clara acerca de esta problemática: los tipos de vocación. Pedro Alcántara García, al enumerar las cualidades requeridas para aspirar a la carrera normalista, señalaba que, a falta de vocación espontánea (que es lo que siempre debiera ser) buena es la vocación adquirida “mediante la reflexión y el esfuerzo de voluntad”. 2 Es entonces cuando Tenti nos menciona dos tipos de vocaciones: La natural y la artificial. Como sabemos “natural” refiere a algo auténtico, sin alteraciones ni intervenciones de terceros y tal vocación es la más deseable para todo aquel que no la posee.
2 ALCÁNTARA GARCÍA, Pedro. Direcciones respecto del modo de seguir la carrera los alumnos de las Normales: cualidades deberes y maneras de hacer los estudios. En La Escuela Moderna, tomo III, (pp. 388-389)
La artificial es meramente creada por el mismo docente, donde ya hubo un esfuerzo analítico y una disciplina particular que dieron como resultado la adquisición de tal vocación. Como ahora sabemos, la vocación también se puede obtener, pero esto no significa que si se elige previamente la profesión docente como futuro laboral, se garantice que también se conseguirá su exigida vocación. Tanto Emilio Tenti, como Pedro Alcántara García y varios autores más nos dilucidan que la vocación natural y espontanea sigue siendo, por mucho, la más recomendada para un futuro docente. Pero ¿qué pasaría si ese dichoso elegido por el magisterio para forjar su futuro como maestro duda en serlo, o mejor aún, rechaza tal privilegio? Debemos matizar y de ser posible corregir en tal caso tal idea probablemente antes mencionada. Ser maestro y poseer las cualidades ineludibles que definan a una verdadera vocación no es una imposición, sino una proposición, una posibilidad de ser y no un deber ser, que el mismo elegido debe decidir conforme a su responsabilidad y criterio propio. Es ahí donde se debe actuar considerando lo que te llene como persona, lo que le dé sentido a tu vida, lo que te haga más genuino como persona única, tomar o no, esa llamada natural. “Esta llamada que hacia un tipo de vida sentimos, esta voz o grito imperativo que asciende de nuestro más radical fondo, es la vocación. En ella le es al hombre no impuesto pero si propuesto lo que tiene que hacer. Y la vida adquiere, por ello, el carácter de la realización de un imperativo. En nuestra mano está querer realizarlo o no, ser fieles o ser infieles a nuestra vocación. Pero ésta, es decir, lo que verdaderamente tenemos que hacer no está en nuestra mano. Nos viene inexorablemente propuesto. He aquí por qué toda vida humana tiene misión. Misión es esto: la conciencia que cada hombre tiene de su más auténtico ser que está llamado a realizar. La idea de misión es, pues, un ingrediente constitutivo de la condición humana, y como antes decía, sin hombre no hay misión, podemos ahora añadir: sin misión no hay hombre.” 3
Teniendo ya entendido que la vocación es el llamado y propuesta a ser, que se puede aceptar cuando es espontanea o también adquirir mediante procesos y esfuerzos de practica y que es meramente necesaria para un buen desempeño docente, podemos cuestionarnos ¿ La vocación en el docente tiene que ver con la calidad de su trabajo? La calidad de los docentes, a lo largo del tiempo, ha sido muy cuestionada y una gran razón es la falta de vocación en ellos y cuanto más se utiliza el término calidad,
3 GRACIA, Diego. (2007) La vocación docente (pág. 811) Madrid, España 28040: Universidad Complutense de Madrid.
más amplia se hace su polisemia y más difícil resulta expresar con rigor y claridad conceptual lo que efectivamente es. La calidad, entendida como la propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie, es forzosa en un docente porque así como existen médicos, ingenieros, y abogados mal preparados, también hay maestros en las mismas condiciones. Pero más allá de haber tenido o no una buena formación, se muestran apáticos, desinteresados y desanimados. La razón pues, de este fallo de comodidad por ellos es precisamente su deterioro de vocación para la práctica profesional. Y ¿qué trae consigo un docente insatisfecho con su vida laboral? Aparte de un trabajo decadente y producción desinteresada de actividades para sus alumnos, cabe destacar que conduce a sus alumnos a una formación rutinaria, aburrida y despreciada, quitándoles el deseo de aprender, su motivación por el conocimiento nuevo y más aún cae la imagen del maestro como tal, pues no será el deseado ejemplo de sus alumnos ni mucho menos alguien a quien brindarle admiración. Debemos entender que para que el maestro posea calidad docente, necesita en gran medida su verdadera vocación. Cuando si la posee, tiene pasión, interés y un gran gusto por su trabajo puede lograr muchas cosas como estimular en los alumnos un interés notorio por lo que enseña, invitarlos a descubrir cada vez más conocimientos nuevos y ser muy reflexivos ante ellos y lo mejor de todo es que puede incitarlos a querer ser docentes en un futuro. Si por el contrario, éste no posee ningún tipo de vocación está en el camino de vida incorrecto y acarreará consigo consecuencias no sólo para él, sino para sus alumnos y su ambiente escolar. La doctora en educación Mariana Morgade nos propone algo realmente interesante ante este tema que causa tanto revuelo y es la llamada transferencia de entusiasmo: “Para cualquier estudiante de cualquier disciplina, cuando encuentra un profesor copado, eso es estimulante. Muchas veces cuando les preguntas a los jóvenes “¿De dónde surgió tu interés por la docencia?’, ellos se refieren a los docentes que les transmitieron la pasión y el entusiasmo por enseñar. En otras palabras, en la formación docente hay un núcleo central. No se enseña, pero sí puede transmitirse. Creo que la pasión de una persona interpela la pasión de la otra y la convoca.” Destacamos entonces la importancia ahora de un buen maestro desempeñando su labor docente de manera correcta y satisfactoria, haciendo uso de su vocación para un fin exitoso. “Esta combinación entre vocación y profesión es la que genera un buen trabajo docente. Es la
amalgama que permite a los educadores realizar su tarea con el profesionalismo que sus alumnos merecen y con el amor y el compromiso que ellos necesitan.”4 Concluimos entonces que el tema de vocación es bastante importante y digno de tratarse, pero también delicado, pues así como es necesario para formar a un maestro, también es necesario para impedir que las próximas generaciones estén insatisfechas con su trabajo y hacer un cambio en la elección de la profesión docente para los futuros profesionistas, porque como mencionamos, no es algo que se elige, es algo que te elige. “Ésta si es una gran misión, un destino que merece la pena. Esto si es una vocación que tira de nosotros, que se nos impone de modo imperativo. Esto ilusiona, enamora, suscita en nosotros lo que se ha llamado el eros pedagógico”5 La profesión docente es realmente satisfactoria, pues gracias a ella convives con distintos contextos de la sociedad, nunca terminarás de encontrar algo nuevo por aprender y te llena de emoción y orgullo el poder transmitir algo que tú dominas, a más personas para las cuales resultará nuevo. Si nunca se deja de ver el lado positivo de esta grandiosa labor, nunca decaerá la magia de la verdadera vocación.
4 Fernández, Mariana. (2014). La vocación. Consultado el 9 de Diciembre del 2015, de PREZI Sitio web: https://prezi.com/enxxv4yv9aq0/la-vocacion/ 5 GRACIA, Diego. (2007) La vocación docente (pág. 813) Madrid, España 28040: Universidad Complutense de Madrid.