Yunnuen Stephanie Tovar Hernández OAPE
Mi primer acercamiento a la práctica docente
A
través de los ojos de quien para mí es mi más válido juez, yo, puedo decir con certeza que esta jornada me brindó experiencias significativas que cambiaron mi percepción de lo que es ser educadora.
Me expreso de los primeros tres días en el Jardín, que fueron de observación, como de esos días que no sabes si pasan rápido o lento; de esos en los que no te preocupa qué pueda suceder después y disfrutas el momento, pero cuando recuerdas lo que se aproxima a futuro te da una inquietud, nerviosismo y emoción, que te causa querer que lleguen los próximos días ya, pero a la vez quieres darte el tiempo y estar segura de estar lista, lo que se traduce en aún no. Durante esos tres días anteriores experimenté lo que fueron conversaciones con mi educadora a cargo del grupo donde practicaría, que debo decir, nunca se vió muy interesada ni por mi presencia ahí pero tampoco por la del grupo, lo que me causaba una incertidumbre inmensa, pues me planteaba “Si ellos no están acostumbrados a que les presten atención ante el trabajo ¿yo cómo haré para que quieran trabajar?” Después de la revisión de la planeación, tanto mía como de mi maestro a cargo, sentí una tranquilidad con el trabajo, pues yo pensaba que el tener mis actividades listas me dejaba más adelante en cuanto a mi práctica docente, pero mi actitud no estaba del todo preparada o estable lo cual influye, en lo personal, más que cualquier otra cosa. Se llegó el jueves y llegué al salón de clase dispuesta a emplear mi planeación y que fuera un buen día de arduo trabajo lo cual, siendo sincera, no fue así. En mi Jardín de Niños se tiene la costumbre de, en cuanto den las 9:00 a.m., todos los niños se dirijan a la cancha y se realice la activación física. Esa actividad la contemplé, aunque el hacerlo no favoreció mucho mi trabajo, pues los niños se activaron de más y llegaron al salón un poco inquietos y agitados lo cual dificultó el que prestaran atención los dos días al inicio de la clase. Para el jueves, los niños y yo iniciamos en sintonía con el contenido que se abordaría durante los próximos dos días, que era El esquema corporal dentro del campo formativo Desarrollo personal y social. Reitero, el inicio estuvo bien, los niños participaban de manera ordenada y daban sus respuestas claramente, la cuestión y dificultad estuvo en el momento en el que me di cuenta que íbamos muy rápido en cuanto al desarrollo de las actividades y desde ese momento comencé a sentir un poco de inquietud por pensar en “el tiempo está pasando demasiado lento” lo cual hacía que yo misma ejerciera un
poco de presión y estrés en mí. Seguimos con lo planeado y por el sobrante muy notorio de tiempo decidí realizar una actividad que tenía programada para el tiempo que teníamos después del desayuno… error. En el momento fue lo primero que pensé “para qué puse esto -.-“ Y hoy puedo verlo como una experiencia adquirida y una reflexión o moraleja que adquirí gracias a la acción ejecutada y a mi decisión tomada. Mis alumnos tuvieron un total descontrol con lo cual me desubicaba yo de lo que hacíamos, tenía la idea tal vez errónea, tal vez no, pero sí muy determinante, de querer que todos y cada uno de los niños me pusiera atención y que el total de alumnos estuviera adentrado a la actividad, lo cual claramente no fue así, más se notó por la expresión en mi rostro de angustia y pánico a la par. Cancelé la actividad en definitiva, ya que o estábamos llegando a ningún ambiente de aprendizaje fructífero sino todo lo contrario, uno donde el desastre le quedaba corto a lo que hacían los niños y bueno, empecé con una actividad del día siguiente, con la cual se tranquilizaron un poco y lograron trabajar de manera funcional y calmada. De ese día, siendo sincera, rescato más estrategias adquiridas ante los comportamientos que del trabajo, pues experimenté en gran medida de la forma en la que te prestan más atención, aclaro, ese tipo de grupo en específico, su interés en las actividades y cuales les gustaban más. Entrando un poquito a mi sentir después de mi primer día de práctica, debo decir que me bajó en gran suma y de manera muy significativa mi ánimo a la idea “seré maestra” creí realmente que algo debería estar mal, que a lo mejor y había alguna posibilidad de que no debería ser educadora pero yo no quería verla o ni siquiera me había dado cuenta de la existencia de la misma. Después de reflexionar bastante acerca de eso, incluso de que varias personas me animaran diciendo comentarios como “solo fue un mal día; estás empezando; no te desanimes, será mejor con el tiempo” me di cuenta de que más que ponerme triste, metafóricamente, hacer una tormenta en un vaso de agua, debería tomar todo lo que viví en ese día y convertirlo en experiencias y motivarme para ser mejor y si me percaté de que cierto tipo de actividades no servían, crear más y planear el día siguiente mejor de lo que lo había hecho ya que tenía en mí una idea más clara de cómo eran los niños ante el trabajo, sus actitudes y comportamientos diarios. Para el día siguiente llevé muchas más actividades preparadas, aparte de las que había replanteado en la planeación, lo cual me hizo tener más seguridad ante los tiempos y con la diversificación de actividades, para saber según su actitud, cual actividad sería más pertinente en el momento. Ese día fue lo mejor para mí en esa semana. El trabajo con los alumnos fue colectivo y muy enriquecedor. Todos participaban de manera muy ordenada y creamos un ambiente de aprendizaje muy confortaba y fructífero. Al final del día la maestra se dispuso a realizar una evaluación donde los niños se dibujaban el cuerpo y sus partes, la cual había hecho cuando ella trabajó ese contenido que fue el semestre pasado. Se vieron resultados productivos a
Yunnuen Stephanie Tovar Hernández OAPE
comparación de la evaluación pasada, tanto que la maestra quitó esa evaluación de los portafolios y colocó la mía. Los comentarios de “Maestra Fanny, cuando vuelves a venir’” “Maestra Fanny ¿tú también nos vas a extrañar como nosotros?” “Me gustó mucho que vinieras” “¿Por qué te vas maestra?” hicieron que volviera a tener en cuenta esa magia e ilusión de mi futura profesión y me inspiró a seguir dando lo mejor de mí siempre y estar preparada ante todas las posibilidades.