Creatura primavera 2016

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DIAS DEL futuro

PASADO BLAKE, MORTIMER Y JACOBS Si el género de superhéroes es el que predomina en el cómic americano, el cómic de aventuras es el primordial del cómic europeo. Tintín es el gran exponente de este género al que también pertenecen Blake y Mortimer, dos aventureros que también nacieron del ingenio de un belga y que viven aventuras por todo el mundo. Fue precisamente en la revista Tintín donde Edgar P. Jacobs, el creador de la

Dos héroes sin super que son sobre todo hijos de su tiempo. Dos aventureros de toda la vida que cuentan esas historias que igual van a gustar al padre que al hijo, a los de diez años y a los de setenta. Blake y Mortimer.

serie publicó la primera historia de estos dos británicos que tras la muerte de su creador aún siguen vigentes y con nuevas aventuras. A diferencia de Hergé, Jacobs no tuvo problemas en que sus personajes siguieran vivos tras él, lo que para nosotros significa el gran placer de poder encontrar de vez en cuando una nueva aventura del físico escocés y el agente secreto galés, con el mismo espíritu de sus inicios. Son dieciocho los libros de Blake y Mortimer que podemos encontrar publicados en la editorial Norma, lo que os asegura un buen montón de buenas historias a las que poder acceder si es que los descubrís ahora.


LAS AVENTURAS

Blake y Mortimer forman una pareja típica, una de esas en la que uno pone la flema y el otro el nervio, una pareja de esas en las que uno se mete en líos y el otro es experto en solucionarlos. Philip August Mortimer es un físico nuclear escocés de genio vivo y rápido con tendencia a meterse en líos. Francis Percy Blake es agente secreto del ejército de Su Majestad y es el prototipo de británico flemático e inexpugnable. Ambos viven juntos, a la manera de Sherlock y Watson, o de Tintín y Haddock, y juntos viven esas aventuras en las que de una forma u otra acaban por verse metidos. Esas aventuras, aparte del recuerdo romántico de las novelas del XIX, de los Lupin y los Holmes, tienen mucho que ver con el tiempo y el lugar en el que

fueron ideadas. La posguerra de la Segunda Guerra Mundial no trajo una paz real, sino una tensión, una guerra fría que dividía el mundo en dos partes y que seguía necesitando de héroes para contrarrestar a los villanos que aún seguían queriendo dominar el mundo. Esa época de la guerra fría daba lugar a muchas posibilidades para un narrador medianamente competente. Y Jacobs supo explotarlo con estos dos personajes y sus contrarios: profesores malvados relacionados con armas funestas, reinos totalitarios, lucha de países y partidos. Buenos y malos luchando en un contexto mucho más real, pero igual de divertido. Aventureros y no superhéroes. Con ese aire europeo de fijarse a lo real. Nos vemos en la próxima... ¡australopitecos!




Pequeño Lemming

Inercias que no comprendo

y las noches de serenata. Las idas y venidas a Dios. La hermosa y azul serpentinata. Tu cuerpo tendido al sol. El tiempo buscando escapadas. Tu pecho sabiendo a alcanfor. Tu lengua espesa y hastiada. Mis manos y su eléctrico amor. Cuchillos que relucen en plata.

Se empeñan las marionetas de cartón en emponzoñar las palabras. Cada vez que entro en tu habitación

Surcos de vino en derredor.

fluyen chocolate y nata.

Inercia que se desprende intacta.

Y las ideas de verte negra y marrón,

Formas de barro y sudor.


Caricias dulces de medio nácar.

El oprobio dueño bicolor

Armarios de suspiro y tesón.

de policías en pos del alba.

Ambiciones de hojalata.

Tu silueta perfecta y dos

Orquesta de voces en off.

luciérnagas lejanas.

Barrios enteros en armas.

Muéveme verte con ardor

Suicidas y su profundo hedor,

de mujer desesperada.

a alcantarilla mental mentolada.

Muéveme el viento y el fulgor

Explosiones de dios redentor,

y tu bello cuento de hada.

Niños. Y mujeres embelesadas.

Muéveme el trasdós,

Noticiarios en abierto estupor.

de tus bellas y ojivales arcadas.

Vomitan voces jaspeadas.

La curva de pasión de tus labios que matan.

Alcalinos sueños de dolor, en recortadas montañas.


Un Poema María Izquierdo

Nostalgia

A veces entre el desasosiego de la gente, te veo a ti, tan serio como siempre. Apoyado en una pared, con tu chaqueta de piel. Esa que me he puesto tantas veces, que hasta tú dices que me sienta bien.

Te miro y sonrío, desde lejos. Pues sé que no puedo acercarme. Por este juego que creamos, dónde sólo nos admiramos. Así tú, sólo me ves en los espejos. No sabes si mi pintalabios, es marrón o burdeos. No sabes en qué, he gastado mi tiempo. Ni yo sé si estas serio o triste, ni si llegas a la hora que prometiste, porque nunca sé por donde vas a aparecer. Y así no sabes si mis manos están frías, aunque lo intuyas. Y a esta distancia, no puedo hundirlas en los bolsillos de esa chaqueta tuya, que tanto me gusta... Porque huele a ti.



13 x

21 Primavera Rubén Bravo

Ya han abierto las heladerías. Los colores de los helados en sus recipientes adornan las calles y los labios de las muchachas acaloradas. Las calles están llenas de gente. Los paseos, los bancos reciben a la gente que ha estado esperando este momento, encerrada en casa, aguardando con paciencia el día en el que poder salir, en el que poder explotar de una vez. Ya no entro en las heladerías. Me quedo mirando

desde fuera las fuentes de colores, las nuevas invenciones de los maestros heladeros. Miro de reojo mientras paso por su lado, dirección a casa. A veces simplemente deambulo por las calles, sin ir a ningún sitio, solamente mirando, sonriendo a veces, tropezando a veces. Ya han abierto las heladerías y parece que también se han abierto los corazones. O al menos los cuerpos. La ropa se va quedando en casa. Arden los corazones o arden los cuerpos. Por eso la gente se toca ahora, por eso se buscan en los parques, en los bancos, en los portales. Comen helados en cucurucho. Y se ríen de su suerte. De sus ganas de vida y de amor. Los colores de los helados lo van rellenando todo. Es un arco iris de voracidad. Una realidad paralela. Me estoy haciendo viejo. Los sabores se han vuelto absurdos. Son sabores de gominolas, de dulces que no tengo en la memoria. Yo comía helado de menta y a ti te horrorizaba. Ahora no hay helado de menta. La primavera se ha presentado de golpe. Estornudo todo el día. Me pica el paladar. Me lloran los ojos. Los árboles me atacan en una sucesión de golpes que no puedo parar. Cierro las ventanas y me encierro en casa, esperando. Como siempre esperando. La


primavera ataca todo en mí. Y yo espero y aguanto. Paso las noches despierto. Doy vueltas en la cama tan grande. Tantos meses vacía esta cama. Desde que cerraron las heladerías. Ha despertado el mundo otra vez. Yo me quedo en la cama después de despertar. No es como antes. Ahora simplemente me cuesta levantarme. Quiero quedarme más y más en la cama. No levantarme. No esperar. Solamente dormir. Una chica cerca de mí come un helado. No sé si lo sabe pero come helado con sensualidad. Intento mirar a otro lado. Intento no pensar en ello. Pero la chica es la primavera hecha carne. Compro en la farmacia mis pastillas. No voy a dejar que la primavera me gane. No voy a dejar otra vez que me gane. He borrado todos los teléfonos. No quiero hablar con nadie. No quiero ser el que era. He tirado los preservativos. Me paro en las capillas, a las puertas, y rezo desde fuera todo lo que sé. Pido fuerzas a Dios y a los santos. Pido que me ayude a aguantarme a mí mismo. He borrado los teléfonos. He borrado hasta la memoria. La primavera me va a volver loco. Como me ha vuelto loco la chica que lamía el helado. Como me vuelve loco mi cuerpo.

Como me vuelven loco los árboles y su aire contaminado. Miro la televisión intentando concentrarme. No se qué pasa, qué miro, qué ahí. Me he perdido en las series. Veo películas sin sentido. Veo documentales que mienten. Veo partidos de fútbol que ya no me interesan. Lloro mientras veo el ciclismo como si estuviera en la calle, como si estuviera respirando el polen que veo caer sobre los corredores. Ellos sí pueden respirar. La primavera ha tardado mucho. Las heladerías cerradas durante meses. Sus puertas acumulando suciedad. Sus vitrinas vacías. En las cocinas, los heladeros probando sabores nuevos, olvidando la menta, olvidando. He borrado todos los teléfonos, aunque por las noches intento recordarlos. Paso las noches recitando números. La sangre calentándose en mi carne, en mi cama vacía. A veces los escribo en el teléfono, probando si he acertado. Pero no pruebo. Me acobardo. Me guardo. Me voy al baño y me rocío con agua. Me paso la noche recorriendo el pasillo. Las heladerías abiertas, los árboles furiosos, y yo, ardiendo en las calles solitarias, tropezando en la misma piedra siempre. Buscando la menta.




pan recién hecho Rosa Quirós Querencias

La abuela, casi todos los domingos de invierno, nos hacía pan casero en el horno de leña. Con sus manos desbarataba la levadura en un poco de agua tibia, hacía un volcán con la harina y

vertía la mezcla. Removía a fondo y amasaba con energía. Nosotros mirábamos absortos cada uno de sus movimientos intentando retener todo el proceso en nuestras retinas. Mientras la masa fermentaba la abuela rememoraba viejas historias de difuntos y de cómo la muerte llegaba acompañaba de un séquito de ánimas para llevarse al moribundo. Decía que, contrariamente a lo que otros nos habían contado, La Parca vestía de blanco y olía a limones, pero que sólo aquellos a quienes se iba a llevar, y sólo en ese instante, podían percibir primero su olor y después verla. A pesar de nuestra curiosidad, siempre en este punto interrumpía su relato, se untaba las manos de aceite y con mucha delicadeza daba forma de hogaza a la masa, metía los bordes hacia adentro y volvía a dejarlo reposar. Entonces retomaba la historia. Contaba, que en ocasiones, algunas personas especialmente sensibles podían percibir


un ligero olor a limón segundos antes de que una persona falleciera. La abuela era una de ellas. Es más, la abuela afirmaba haber visto a La Parca cuando era joven y murió su hermano, algún tiempo después cuando fallecieron sus padres y hacía un año cuando también se llevó al abuelo. La abuela volvía a guardar silencio. Con minucia hacía unos cortes con la punta de un cuchillo en la hogaza, la untaba de aceite y la espolvoreaba de harina. Después la dejaba en el horno y proseguía. Decía que no debíamos temer a La Parca, que ella sólo venía para acompañar al alma que abandona al cuerpo y guiarle en su viaje hacia otra vida y otros mundos que desconocíamos. Atraídos por el olor del pan recién horneado solían acudir nuestros padres. Papá se reía de las historias de la abuela, decía que aquellas no eran más que antiguas leyendas para asustar a los niños. Mamá la recriminaba por hacernos

creer en viejas supersticiones, decía que La Parca no existía y que de la muerte sólo sabía el que moría. Quizás papá y mamá tuviesen razón y aquello no fuesen nada más que antiguos cuentos, pero a nosotros, ciertos o no, nos gustaba oírselos contar a la abuela cada domingo. En cualquier caso, el sabor del pan recién hecho hacía olvidar cualquier desacuerdo sobre la veracidad o no de aquellos relatos y al pronto volvíamos a mantener otras conversaciones más cotidianas. El último domingo del mes de marzo me desperté temprano y decidí adelantarme al resto. Caminé los escasos doscientos metros que nos separan de casa de la abuela y abrí la puerta. Un tenue aroma a cítricos impregnaba todo el zaguán. Sí, olía a limones. Entonces la vi cruzar, toda vestida de blanco seguida de su comitiva. Tenía que volver a casa y decir a todos que la abuela había muerto.


CINE El rinconcito encantador de Billy Wilder, El Apartamento En 1960, Billy Wilder, se debió sentar a observar a la sociedad neoyorkina de su tiempo, y decidió hacer un retrato crudo, duro, simpático y antipático a la vez. Traemos a esta sección una nueva obra maestra del cine clásico, que se podría considerar la precursora de todas las comedias románticas que se han hecho después, pero con la inteligencia de sus guiones elevada a la enésima potencia. El apartamento es sólo una muestra de la gran obra de Wilder, pero la podríamos considerar como el prototipo

de su buen hacer. En ella, hace gala de su gran sentido del humor, de la crítica social, del romanticismo, e incluso del drama por momentos. Es una película global. Lo tiene todo, y todo lo que tiene lo tiene bien.

La historia se desarrolla en Nueva York. C.C. Baxter (Jack Lemmon), un empleado de una compañía de seguros, soltero y con la única aspiración vital de conseguir algún ascenso, le presta su apartamento


para encuentros ocasionales, y extramatrimoniales, a sus jefes, con la esperanza de que le reporte beneficios en su puesto de trabajo. Él está enamorado de la señorita Kubelik (Shirley MacLaine), una dulce y siempre atenta ascensorista del edificio de la Compañía. El enredo viene cuando se ve envuelto en un triángulo amoroso, ya que Kubelik resulta ser la amante de su jefe, el señor Sheldrake (Fred MacMurray), los cuales son usuarios habituales del apartamento de Baxter. Si uno mira a su alrededor, se dará cuenta de que está película podría estar de total actualidad, y en cierto modo nos demuestra que no hemos avanzado tanto desde hace cincuenta años, ya que el machismo, el abuso de poder y las miserias interpersonales que se relatan solo se distinguen de las nuestras en que ahora son en color. La selección de actores es magnífica. Lemmon tiene la cara de pobre hombre ideal para el papel, MacLaine tiene ese aspecto exactamente ultra tierno perfecto para representar a su personaje y MacMurray, desde luego parece un jefe cabrón y millonario.

En cuanto al director, nada se puede decir sin quedarse corto, así que me limitaré a hacer recomendaciones para que podáis disfrutar en vuestros ratos libres. Imprescindible no perderse Testigo de cargo, Con faldas y a lo loco, El crepúsculo de los dioses, Irma la dulce, Primera plana y Un, dos, tres. Ahí tenéis entretenimiento de sobra. Para terminar, mencionar que ganó 5 Oscars en la edición de 1961, entre ellos Mejor película, Mejor director y Mejor guión original, en un año muy difícil, ya que competía con pelis como El Álamo o Psicosis. Espero que paséis un magnífico y romántico momento disfrutando de esta maravilla, que por cierto, es ideal para disfrutar en pareja. Daniel Wazne.




MATTHEW María Izquierdo

Hacía un día gris, y la luz tenue que entraba por la ventana, daba más misterio al caso para el señor J.C Puñal. Las copas tintineaban en el local donde se encontraba. La taberna tenía un halo de oscuridad y tiniebla. Era increíble que alguien quisiera atacar a Matthew, teniendo en cuenta que era la persona que daba más miedo en aquel paraje. Su físico era envidiable para los hombres de allí, tenía una gran

espalda porque salía a altamar sólo y el trabajo era muy pesado. Su mandíbula inferior un tanto desencajada, le hacía aparentar unas facciones más severas, si aún era posible. Tenía una amplia cicatriz en el antebrazo, un circulo perfecto. Se trataba de un accidente que había tenido lugar en un pequeño velero, un fino cable de sedal, enrollado en su brazo en una noche de tormenta se había esmerado en profundizar en su piel, dejándolo una hendidura bastante visible. Nadie se le acercaba desde hacía años, le habían condenado como culpable de un antiguo crimen, pero aquello no era el motivo. La gente hablaba aunque no sabía que había sucedido realmente, y crearon así un ambiente difícil de sostener cuando él estaba cerca. Cada vez el joven Matthew se había apartado más, hasta que con el paso de los años, habiéndose convertido en un señor de mediana edad que solo mantenía contacto con otro ser, cuando se trataba de los peces que solía pescar. Pasaron los días lentamente tras el suceso extraño, las aves habían salido despavoridas entre los árboles y no habían dado señal de que esperasen volver. Nadie se atrevía a salir de sus casas. Algo o alguien amenazaba aquel lugar. Matthew estaba tan


nervioso y era tan difícil creer que alguien pudiera con él, que había sembrado el pánico en la pequeña localidad. Los hombres en el puerto miraban atrás constantemente, y no se fiaban los unos de los otros. Las mujeres no recorrían más de dos calles y prohibían a los niños ir más allá de en frente a la casa, como si los pudieran proteger. No tenían idea de que se venía encima. Cualquier atisbo de peligro, era un simple anuncio. Todo era una señal de algo que estaba por suceder. La joven Helena había permanecido reclutada en una de las escuetas habitaciones con rejas que tenía la comisaría. Por el contrario, Matthew permanecía cavilando las imágenes, tratando de ordenarlas. Entraba en un bucle de imágenes enredadas entre sí, de las que no podía saber cual era el principio. Desde el día del suceso parecía ausente, sentado entre unos tablones junto al puerto con la mirada en el horizonte, parecía haber perdido el norte. Algunos decían que se había vuelto loco, le habían observado moviendo las manos, y hablando con “alguien”. Sólo decía: No, no pasó así.- Y gritaba de nuevo. Sólo sucedía de dos a tres veces al día. Para el comisario J.C. Puñal no parecía tener sentido alguno, la mujer había accedido a ser encerrada sin ningún tipo de

reclamo, ni siquiera había pronunciado palabra. Eso era aún más extraño, la estaban inculpando y ella agradecía que la encerrasen. Algo se le escapaba de las manos al comisario, y no lograba descifrar el enigma. Salió del local, enfurecido consigo mismo por no lograr encontrar el pequeño fallo de su solución al problema y fue en busca de Matthew. Lo encontró donde los marineros dijeron que estaba, no se había movido un centímetro desde hacía dos o tres días, lo habían estado intentado alimentar, ahora lo veían indefenso, pero él no había probado bocado. Permanecía inmóvil con la cabeza ladeada, fijo en un punto en el suelo, como si esperase algo. J.C. Puñal se acercó con parsimonia, como si supiera realmente la respuesta. -Hola Matthew- Dijo esperando una conversación fluida. -Quiero que me cuentes que pasó.- Se agachó en frente, en la dirección donde Matthew había posado su mirada, y descubrió un rostro pálido, débil y un olor nauseabundo que casi lo tiró de espaldas. Se incorporó y lo miro desde arriba, sin saber que hacer con él. Fue entonces cuando posando la mano en la espalda de Matthew vio algo que lo dejó fuera de juego. Continuará


lo que el ojo no ve

estupideces, ni siquiera los presentadores

El Critiqueo Noemí Benito

tienen idea de lo que están haciendo. Me bajo del coche hartito y ahora tengo que ver la cara a la torpe de la recepcionista, que desde luego no sé de dónde la han sacado porque la pobre no sabe hacer la "O" con un canuto. Me está esperando mi Jefe, un niñato que se cree muy listo y no se entera de nada. En esta empresa las cosas salen porque salen, pero desde luego no hay más que incompetentes. Acabo la jornada agotado, tengo un estrés

Enciendo la radio y empiezo la mañana

insoportable, tengo que estar pendiente de

organizando el mundo. Desde luego nadie

cada detalle, si no lo controlo yo seguro que

sabe lo que hace, ni los políticos, ni los

se hunde el barco. Y para colmo he salido más

tertulianos que no dicen otra cosa que

tarde de lo que pensaba y hay un tráfico


terrible, seguro que los municipales ya la

más que lo suyo, todo lo viene bien, no lleva

están liando, si es que son lo peor, entre eso y

prisa nunca, es que no tiene sangre en las

lo mal que conduce la gente estoy apañado.

venas, no lo soporto.

Al llegar a casa veo que mi mujer está

Mejor voy a tomarme un minuto y a ver el

ayudando a los niños con los deberes, mira

cotilleo que así me distraigo y se me pasa el

que le he dicho mil veces que los tienen que

cabreo viendo como se chillan otros. Mira que

hacer

mal

se gastan mala leche en esos programas,

acostumbrando. Esta mujer es un desastre,

nada les parece bien, criticar y criticar, son lo

se lo tengo que decir yo todo. De verdad que

peor, pero me hacen gracia.

nadie sabe el estrés que tengo en todas

Cuando me voy a dormir estoy agotado,

partes, así no se puede vivir. Ya me lo dice mi

saturado, pero me duermo con la esperanza

madre, "al final te va a dar algo hijo, no como a

de que mañana me lo pongan un poco más

tu hermano" Mi hermano claro, ese que vive

fácil.

solos

que

así

les

están

en los "Mundos de Yupi", con esa pachorra insoportable, va a lo suyo, no le importa nada



Agenda cultural Primavera 2016 Exposiciones El arte contemporáneo que ha definido el siglo XX y los comienzos del XXI con su estilo cercano y más allá del realismo. Realistas de Madrid es la exposición en la que los Hiperrealistas autores que formaron un grupo con su

propia estética muestra su obra. Antonio López, Esperanza Parada o Francisco López entre otros. En el Thyssen hasta el 22 de mayo Clásicos

No sólo en los libros, en las películas o en la música tenemos

clásicos. También dentro de la moda podemos encontrarlos.

Y para ello nada mejor que visitar el Museo del Traje. Allí podremos ver el nacimiento y la evolución de ese fenómeno

tan humano que es la moda. Sus grandes hitos, su desarrollo y también mucho de historia. Un arte por descubrir. Eventos

Exposiciones en el salón de Té Shiva o presentaciones de libros o juegos en Generación X de la calle Puebla o conciertos en el Casino. Pásate por nuestros locales y consulta su programación. Siempre tienen algo en mente.

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