LA ESFERA AZUL É Viridiana GOmez
H
oy se cumplían exactamente ocho años desde que salieron
de
Apolen,
su
hogar,
aquel
que
abandonaron para contribuir a la comunidad científica que tenía en ellos todas sus esperanzas para obtener la clave que detendría su cataclismo. Tenían poco más de 48 horas de haber salido de sus capsulas de sueño cuando Eric, su capitán, comenzó a gritar con euforia. —¡Mara,
Abel!
¡Llegamos!
—gritaba
a
sus
compañeros mientras observaba por una de las ventanas de la nave esa pequeña esfera azul a la que poco a poco se iban acercando. Sus compañeros observaron por la misma ventana, impresionados de lo
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