LOS ASTRONAUTAS Víctor Parra Avellaneda
Carolina se desplaza dando unos cuantos saltos a través de la habitación. Prácticamente vuela con cualquier ligero mover de su cuerpo. Es como si la gravedad fuera menos implacable con los cuerpos que atrae hacia el centro de la Tierra. Carolina ve a través de la ventana y puede contemplar a todos sus amigos flotando por todo lo largo, ancho y alto de la ciudad. —¿Vienes a jugar, Carolina? —le pregunta Roberto, su mejor amigo. —¡Sí! Ya voy, deja le pido permiso a mis papás. En eso Carolina se voltea y da otro salto que la desplaza con ingrávida soltura a través de toda su casa hasta dónde están sus padres, que duermen mientras flotan. Los despierta y pide la permisión para ir a jugar con sus amigos. —Anda, ve a jugar. No llegues tarde. En eso Carolina, muy contenta, sale por la ventana. Se encuentra con sus amigos y van a divertirse a dar enormes saltos por todas las calles. Su juego favorito se llama “El astronauta” porque, haciendo esta serie de saltitos que terminan en distancias de decenas de metros, los pequeños se sienten cosmonautas explorando algún astro desconocido.
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