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Los astronautas
LOS ASTRONAUTAS Víctor Parra Avellaneda
Carolina se desplaza dando unos cuantos saltos a través de la habitación. Prácticamente vuela con cualquier ligero mover de su cuerpo. Es como si la gravedad fuera menos implacable con los cuerpos que atrae hacia el centro de la Tierra.
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Carolina ve a través de la ventana y puede contemplar a todos sus amigos flotando por todo lo largo, ancho y alto de la ciudad. —¿Vienes a jugar, Carolina? —le pregunta Roberto, su mejor amigo. —¡Sí! Ya voy, deja le pido permiso a mis papás. En eso Carolina se voltea y da otro salto que la desplaza con ingrávida soltura a través de toda su casa hasta dónde están sus padres, que duermen mientras flotan. Los despierta y pide la permisión para ir a jugar con sus amigos. —Anda, ve a jugar. No llegues tarde. En eso Carolina, muy contenta, sale por la ventana. Se encuentra con sus amigos y van a divertirse a dar enormes saltos por todas las calles. Su juego favorito se llama “El astronauta” porque, haciendo esta serie de saltitos que terminan en distancias de decenas de metros, los pequeños se sienten cosmonautas explorando algún astro desconocido.
—Roberto—le dice Carolina a su amigo—Ayer oí a mis padres decir que antes no se podía jugar como lo estamos haciendo ahora. La gente antes no volaba. —¿Cómo qué no? ¿Y cómo jugaban antes? —Ni idea. Lo que sé es que hace mucho tiempo el aire no era tan denso como lo es hoy. Mi padre me dijo que sus abuelos fueron de la última generación de los niños que respiró lo que llamaban aire puro. —¡Bah! ¡Qué aburrido debió ser vivir en esa época! Sin el aire denso supongo que caminaban y pesaban más. —Lo que hace el milagro de la ingeniería genética. Humanos que respiran del aire más contaminado sin morir. ¿Es que nadie había pensado en la diversión que esto implicaba? —Yo creo que no. Todos los ancianos que extrañan esa época son unos amargados. —¡Si! ¡Pero bueno, no hay que perder el tiempo hablando, hay que jugar!
Y en breve, los niños comenzaron a dar numerosos saltos a lo largo, ancho y alto de la calle, pareciendo que en verdad se trataba de astronautas.
Víctor Andrés Parra Avellaneda. Nació en Tepic, Nayarit, México en 1998. Es estudiante de biología en el CUCBA de la Universidad de Guadalajara (U de G). Siempre ha mantenido un interés por la ciencia y la escritura. Recurre a la sátira y a la crítica social, aunque también escribe historias de ciencia ficción con claras referencias a la biología. Es autor de la novela satírica El intrigante caso de Locostein. Actualmente es becario de PECDA del estado de Nayarit en la categoría Jóvenes Creadores.