El Gran Combate espiritual

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Introducción Nos hemos adentrado ya al fin de los tiempos que preceden a la llegada del Reino de Dios sobre la tierra, fin de los tiempos que implican entrar en combate, de esto ya no hay lugar a dudas. ¿Cómo estamos desarrollando la pelea? ¿Qué tipo de armamento, munición y estrategia estamos usando? Cuando alguien toma su rosario, para rezarle a la Virgen, al interior del alma se encienden gran cantidad de alarmas, que monitorean y ponen en “alerta roja” a todas las huestes enemigas, a toda clase de espíritus del mal, que pueden habitar al interior de esta persona o a su alrededor. Estas, se lanzan al ataque, pues necesariamente tienen que arrebatarle esta arma, buscan hacerlo desistir de su intención, a como dé lugar; pues saben bien, que de no lograrlo, serán exterminadas, arrojadas de las potencias del alma, por la Santísima Virgen María. Todo este combate espiritual se activa, de inmediato; y la mayoría de las veces, las personas, ni se percatan de ello, al punto, que el enemigo domina casi todo el tiempo de la oración; y la mayoría de las veces, ni siquiera tienen que combatir, pues ya los adversarios están dominados “de entrada” A toda la humanidad y de manera especial a nosotros: Iglesia Católica, fuerzas oscuras nos tienen atadas las tres potencias del alma: el entendimiento, la memoria y la voluntad; y es la Santísima Virgen María, quien a través del Santo Rosario especialmente, liberará y purificará estas tres potencias del alma, para así poder combatir y enfrentar al enemigo en el duro combate en el cual ya estamos. De antemano se rechaza en este documento toda interpretación maliciosa que se quiera hacer confluir hacia interpretaciones de la nueva era. Se busca hacer un análisis de manera más profunda, respecto de los puntos más débiles en esta contienda, como

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La Munición

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Dios es Verdad y es la Verdad; por tanto, la verdad científica no puede estar en discordancia con la verdad teológica. Según las mas recientes investigaciones científicas, nuestro planeta tierra puede tener aproximadamente 4.000 millones de años desde el momento en que comenzó su formación, hasta nuestros días. Esto nos hace pensar, que el Altísimo Padre Celestial, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se apresura ya a recoger la cosecha de su creación: las almas; y para ellas, solo hay dos destinos eternos: ser uno con Dios en Cristo Jesús (Cf. Jn. 17, 21) o ser arrojado eternamente al fuego de satán, el enemigo de Dios. En el tiempo de Galileo Galilei, se calculaba la existencia de 300.000 estrellas en el universo. Ahora con los nuevos telescopios espaciales, se habla de la existencia de 250 mil millones de estrellas, tan solo en nuestra vía láctea; esto nos puede ayudar a sopesar o entender lo que sería toda una eternidad sin Dios, lejos de Él; ahora, una eternidad con satanás ¡Qué horror! ¿Por qué este enfoque? Para así entender más prácticamente que la munición a emplear para esta lucha por la salvación de las almas en este fin de los tiempos es el celo por la salvación de las almas, o sea, El Amor: el amor al prójimo y en primera estancia el amor a Dios, a su obra creadora; y algo muy interesante a considerar, es que al final, cuando toda la obra de Dios sea recapitulada en su Hijo Jesucristo, o sea, que cuando todos seamos “un solo y único organismo físico y espiritual en Jesucristo”; nos daremos cuenta

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Apéndice

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Bendición del agua (Rit. Rom. Tit. IX, C. II)

El Sacerdote revestido de sobrepelliz y estola morada pronuncia la siguiente invocación: V. Nuestro auxilio es el nombre del Señor. R. Que hizo el cielo y la tierra. Exorcismo de la Sal Te exorcizo oh creatura de la sal por Dios † vivo, por Dios † verdadero, por Dios † santo, por Dios que ordenó por medio del profeta Elíseo que fueses puesta en el agua para sanar su esterilidad: para que te conviertas como sal exorcizada en salud para los creyentes, para que seas salud de alma y cuerpo para todos aquellos que te consuman; para que huya y se aparte del lugar donde seas puesta, toda maldad, toda acción del demonio, todo espíritu inmundo, conjurado por este Señor que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y el siglo por medio del fuego”. Amén. Oremos Imploramos humildemente tu inmensa clemencia, omnipotente y eterno Dios para que te dignes con tu piedad bendecir † y santificar † esta creatura de la sal que Tú creaste para uso del género humano: a fin de que se convierta en salud de alma y cuerpo para todos los que la consuman; y para que todo aquello que sea tocado por esta sal carezca de toda inmundicia y de toda impregnación del espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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