Universidad de Montemorelos Escuela de Artes, Arquitectura, Diseño y Comunicación Licenciatura en Comunicación y Medios
COMPENDIO DE REDACCIONES Presentado por Luz Farit Devit del Ángel Profesor: Evelyn López Mayo de 2018
EL MUNDO EN CADA BOCADO Hablar de comida es un asunto bastante amplio y, ¿porqué no decirlo?, bastante complicado. Desde el solo hecho de pronunciar las letras de la palabra comida nuestras papilas gustativas parecen activarse y nuestro estomago comienza a pronunciar una cantidad impresionante de rugidos. Sin embargo hablar de comida es hablar de mucho mas que meternos alimentos a la boca. Cuando se habla de comida se habla directamente de una diversidad y una variedad tremenda, y se habla también de aspectos alimenticios y la manera en como nuestro cuerpo se nutre y se complementa a través de cada alimento y cada comida que degustamos. No es sorpresa para nadie decir que mucho de lo que a comida se refiere tiene que ver directamente con los asuntos geográficos. Nuestro mundo, al estar compuesto por distintos continentes, tiene un sin fin de diferencias, y son precisamente estas diferencias las que enriquecen cada país y cada lugar habitado en el mundo, produciendo una variedad y una diversidad gastronómica tremenda. Así pues, cada cultura (muchas veces influenciada por aspectos religiosos) determina que animales y que alimentos conformarán sus platillos, formando a su vez una inmensa gama de colores, sabores, sazones, gustos, olores y bebidas, que dan vida a las mesas cuando llega la hora de comer. Y si de comida hablamos, también resulta importante resaltar la industria de los alimentos, una industria tan prolifera en el mercado que nos lleva a pensar sin duda alguna en la cantidad de restaurantes , locales de comida, fondas y demás negocios que se dedican a proporcionar alimentos a las personas y de esta manera obtener grandes recursos económicos. ¿Cómo lo logran? La publicidad juega un papel muy importante, pues de esta
manera convence y persuade a las personas a comprar sus alimentos en ciertos lugares, con ciertas cadenas o guiarse por una imagen agradable al paladar. Es por ello que papel gastronómico en la economía de cada lugar es muy importante, y es tan variado como los costos a los que se ofrece cada alimento. Una industria que sin duda, tiene muchas cosas a su favor. Sin embargo no todo es color de rosa en la industria de los alimentos, pues nos topamos con una valla muy singular que es la salud de cada persona. Ocurre muy a menudo que cuando tenemos hambre nuestra mente vuela y piensa en la cantidad de opciones para comer de manera al menor tiempo posible, a costo accesible y sin complicarnos mucho. La comida rápida y también la conocida como “chatarra” suele ser una solución inmediata, pero a la la larga ocasiona muchos problemas en nuestro cuerpo y en nuestra salud. Además, el exceso del consumo de carne y productos derivados de los animales muchas veces entorpece nuestros sentidos, causándonos enfermedades y padecimientos. Cada exceso en el que nosotros caemos tiene repercusiones considerables en nuestro organismo, y tarde o temprano nos llega la factura de una mala alimentación. Pero… ¿qué se puede hacer al respecto? Pasos tan básicos como una visita con el nutriólogo, llevar una dieta equilibrada e informarnos sobre lo que llevamos a nuestra boca nos lleva a realizar grandes cambios y a comenzar a cuidar nuestra salud. Además, la implementación de verduras en nuestra alimentación e incluso el adoptar un régimen vegetariano o vegano puede ayudarnos en gran manera a nutrirnos, mantener nuestra mente plena, nuestro cuerpo sano y al mismo tiempo disfrutar comidas ricas y sanas.
LA CULTURA DEL NO LEER La mayoría de las personas que leen no buscan una inspiración especial, un momento que se considere altamente adecuado o un suceso que los lleve a tomar un libro entre sus manos; lo hacen sin reservas, sin miramientos y por el solo gusto que les produce leer. Sin embargo seria bastante incomodo llenar nuestra consciencia con la mentira de que nuestra generación lee, porque todos sabemos que la mayoría de los jóvenes de hoy no gustan de la lectura…ni los jóvenes del ayer, ni los que fueron jóvenes hace varios años. ¿Cuál es el problema de la lectura? El problema es bastante simple y es que, particularmente en México, la gente no gusta de leer. No se trata de un estigma, de una agresión o de un prejuicio: es meramente la verdad. La gente no acostumbra hacerlo, ni siquiera cuando se trata de un instructivo, pues es prefiere armar las cosas una y otra vez antes de tomar esa pequeña hoja con letras. Y esto no solo son palabras al aire, hay incluso un estudio reciente que dice que el mexicano no lee al año ni siquiera tres libros (pero por supuesto que esto no lo sabe casi nadie porque lo publicaron en un artículo que, por cierto, casi nadie leyó). Desde pequeños, en las primarias, se empieza a instruir a los niños sobre el abecedario, se les enseñan las vocales, los sonidos de cada letra y posteriormente las mil y un leyes gramaticales, para que al solo llegar a la secundaria ya se les haya olvidado todo (y ni hablar de cuando llegan a la universidad) y es que nos guste o no admitirlo: al mexicano simplemente no le interesa, no le asusta su ignorancia, y hasta parece estar bastante cómodo nadando en ella. Pareciera incluso que le da miedo el solo hecho de tomar un libro entre las manos, y entonces en las bibliotecas escolares los libros parecen ser únicamente de adorno, como si fueran reliquias para inspirar a la gente con solo verlos. Sin embargo no se puede culpar del todo al gobierno, pues mucho se ha intentado hacer para reforzar el habito de la lectura: programas educativos, libros de texto gratuitos, bibliotecas escolares, selecciones de cuentos para cada grupo de primaria y hasta muebles de colores para que los niños se acerquen aunque sea por curiosidad, pero nada parece funcionar. Ferias de libros se han tenido que cancelar debido al gran gasto que esto representa y la poca compra que hay en ellas, pues la mayoría solo se acerca a ver porque quiere sentirse un poco culto, hojea los libros que tienen dibujos, los cierran y se van. Y es que la respuesta es bastante clara: “No estoy interesado, no me importa tu libro ni lo que hagas para que lo tome. Yo no quiero leer”. Personalmente creo que este problema terminará el día que arranquemos de nosotros el pequeño gen de la flojera y comencemos a desear menos las cosas fáciles y rápidas; cuando nos demos cuenta que un libro sirve mucho mas que para calzar el proyector cuando lo queremos ajustar al tamaño correcto o para adornar la sala de nuestra casa. El verdadero cambio lo tendremos cuando asumamos nuestra responsabilidad como personas, como humanos, como seres pensantes y nos animemos un poco a saber mas, a dejarnos llevar por nuestra curiosidad y nos apasione realmente el conocimiento y la verdad. Cuando nos demos cuenta que hay cosas en las letras (vivencias, historias, pensamientos y saberes) que no encontraremos en ningún otro lugar.
Cinco maletas para el viaje Escribe aquí un párrafo con una descripción objetiva de uno de tus mejores amigos:
Jhoan Andrés Rueda Guerrero es un joven originario de Bucaramanga, Colombia. Nació el ocho de marzo de 1998 y actualmente, a sus 19 años, vive en Montemorelos, Nuevo León por razones de estudio. Su complexión es media y mide 1.70 metros aproximadamente. Su piel es clara, ojos color cafés obscuro, barba corta y su cabello es ondulado y negro. Posee una personalidad bastante característica pues es alegre, servicial, trabajador y con muy buen sentido del humor. Gusta especialmente de la comida propia de su país de origen (Colombia) y también de salir con sus amigos, montar bicicleta y ver series. Escribe aquí un párrafo con una descripción subjetiva del mismo amigo al que describiste anteriormente:
Hablar de Jhoan era un asunto particularmente distinto a hablar de otros jóvenes de su edad , y no se trataba solo de su origen colombiano: él era un chico realmente interesante y difícil de leer. Su inquietante sonrisa siempre llenaba de alegría a los demás, y su carácter servicial y amiguero les hacía sentir menos pesar a aquellos que estaban tristes. Sin embargo, al igual que todos, también tenía días malos en los que se ponía bastante serio y su voz no emitía los agradables comentarios de siempre. Su mente, aunque parecía ser bastante simple, envolvía un sin fin de misterios que pocas veces dejaba revelar. Bastaba mirarlo a los ojos para darse cuenta de que el mayor universo no era el que envolvía al mundo, sino el que se encontraba en su interior. Escribe aquí un párrafo con una descripción estática de tu casa: Sobre lo alto de la loma cubierta en terracería y piedras se encuentra aquella casa que poco a poco se fue construyendo. No se trata de una gran mansión, pero si es lo suficientemente grande como para albergar dos habitaciones sencillas, un baño completo, una cocina bastante amplia para suplir todo tipo de antojos, una sala bastante rústica y un sencillo pero lindo patio exterior. Sus paredes color melón dan una excelente vista y hacen un perfecto contraste con los portones negros de aluminio que la protegen y con los arboles que hay alrededor de la barda de piedra que le envuelve.
Escribe aquí un párrafo con una descripción dinámica de la escuela: Llegó caminando por detrás de la facultad y como de costumbre casi la atropellaron al intentar cruzar la calle. No es que fueran a gran velocidad los autos, es que mas bien ella era muy distraída. Continuó su trayecto y al llegar a las primeras bancas de aluminio comenzó a observar a los chicos que iban recién saliendo de sus clases: unos mas jóvenes, otros mas viejos, pero todos con ese aire artístico y alegre que siempre daban los estudiantes de ahí. Ya sentada en la banca sacó sus libros y casi al instante un aire de quietud trajo consigo una parvada de pájaros en el cielo. Que agradables eran sus días en ese sencillo lugar. Escribe un retrato de ti mismo. Recuerda que se combinan la prosopografía y la etopeya. Farit Devit siempre mantenía una energía impresionante. Todo el tiempo andaba dando vueltas de aquí para allá con sus delgados y despeinados cabellos cortos y sus torpes pies que muy a menudo le hacían tropezar. A veces resultaba gracioso el sólo hecho de verla andar por el dormitorio con un carácter tan fuerte y una voz tan potente, pero enfrascada en un cuerpo tan pequeño. Sin embargo eso no le impedía relacionarse con muchas personas, hablar con todos e involucrarse en todo lo que le fuera posible.
LOS PASOS DE ATRÁS Hoy, como cada mañana, fui levantado con una fuerte sacudida que me hizo saber que, como de costumbre, ya se le había hecho tarde para ir a desayunar. No es que me molestara mucho el hecho de que la noche anterior me haya dejado tirado por ahí sin siquiera preocuparse de cómo pasaría la noche ni si tendría frío, o si me hubiera gustado dormir acompañado con los demás. Para nada, casi ni le tomo importancia a ello. Pero el hecho de que no le tome importancia no quiere decir que no desee vengarme de vez en cuando, y hoy no sería la excepción: decidí simplemente atorarme en el filo de su puerta y hacerla caer torpemente. La verdad hace días que me pregunto lo mismo: si no le gusté realmente en aquella tienda, ¿por qué decidió comprarme? Y odio hablar en singular, porque no me compró solo, pero la verdad es que únicamente se queja de mí e incluso bromea con sus amigos diciendo que por ser el izquierdo soy el peor. Supongo que es solo una triste manera de evadir que lo que le suele pasar mal en el día es solo culpa suya y por lo tanto le resulta más sencillo culparme a mí, al triste zapato negro que obviamente no puede protestar. Sin embargo, pareciera que la queja solo es conmigo y es que nunca la he escuchado repelar de esos gigantes negros con manchas naranjas a los que llama tenis y, sinceramente, no entiendo el por qué. Son tan enormes, tan feos, tan llenos de manchas y tan raspados de su interior que parece hasta cómico que en su cara se asome una gran sonrisa cada que se los pone. Supongo que algo tiene que ver con que solo los usa cuando sus preocupaciones y sus tristezas ya se han ido, o cuando está a punto de deshacerse de ellas. En fin; hoy, como cualquier otro día, tocará aguantar las largas jornadas matutinas, escuchar su irritante voz quejándose de mí y empolvarme por aquellas calles donde le gusta andar después de salir de clases. Pero no me malinterpreten, que no todo es tan malo: la verdad me divierto muchísimo viendo todo lo que sucede, escuchando su extraña risa cuando su amigo la hace alguna broma y, sobre todo, me encanta darme cuenta como cada día trata de iniciarlo de manera mejor. Supongo que es un lindo intento por su parte, que podría de vez en cuando ayudarla a recordar un poco menos los pasos que ya hemos dado y aventurarla un poco más a continuar.
El vestido blanco Era un sábado de mañana y como de costumbre mi papá estacionó el auto justo frente a el edificio blanco al que asistíamos cada semana. Me dispuse a salir del coche y al posar mis pies sobre el suelo me di cuenta que surgían crujidos debajo de ellos: el otoño había llegado y las hojas ya empezaban a caer al suelo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que ingresé en aquel lugar? Sinceramente no lo sé pero, por el color de la naturaleza a mi alrededor, podía intuir que sí habían sido un par de meses. Entré por la puerta principal y he de confesar que me llené de alegría al ver que ahí estaban mis amigas, sentadas en la vieja banca de madera hasta el final del pasillo. Me acomodé en un espacio con ellas y me comenzaron a platicar de las mil y un aventuras que habían tenido durante el tiempo que estuve lejos. El aire cálido que había me hizo sentir mucho mejor y escuchar sus risas eran sin duda magnífico; sin embargo pronto tuvimos que guardar silencio, pues el narrador comenzó a hablar casi como un susurro y las miradas juiciosas de la demás gente se volvieron a nosotras, con lo cual nos percatamos que era necesario dejar la platica para otro momento. Por un momento me perdí en la mirada de la gente, observando cada detalle, cada gesto, cada sonrisa y cada expresión en las personas. Pero esta calma se vio interrumpida cuando noté que una pequeña mancha color rojo iba apareciendo en mi vestido blanco favorito y por un leve momento me sentí molesta, ¿cómo era posible que un vestido tan precioso se manchara de esa manera? Sin embargo esta molestia se comenzó a esfumar cuando sentí el frio abrazador en mis labios. Pronto la mancha fue creciendo más y más y en silencio comencé a observar como en mis piernas se trazaban líneas rojas también, para luego desembocarse en mis pies, y por primera vez comencé a ponerme nerviosa. Un leve dolor en mi abdomen me hizo entre abrir los labios y al hacerlo mi labial rojo se comenzó a mezclar en perfecta armonía con la sangre. Hubo un leve silencio entre la gente y al ver las miradas de horror de mis amigas me di cuenta que ya no habría vuelta atrás. Mi madre, que quien sabe de donde salió, corrió hacia mí y me cargó entre sus brazos y mientras me llevaba corriendo al auto comencé a escupir los pequeños fragmentos de vidrio que ya no deseaban alojarse más en mi garganta. Era solo cuestión de tiempo. Mis ojos empezaron a sentir pesar, mi respiración en algún punto se tornó tranquila y aunque el frio invadía mi cuerpo también la calidez de la sangre alojada en mi vestido me hacía sentir mejor. Aquellos meses habían servido solo para anhelar más de esa tranquilidad y para ser sincera haber mezclado ese jugo delicioso que me preparó mi mamá con los cristales rotos de la refinería de papá me habían ayudado a componer la mejor obra teatral que aquel edificio blanco, ahora marcado por un camino rojo, pudiera haber presenciado. Pronto mi cuerpo dejó de temblar y justo en ese momento fue cuando me di cuenta que esta pequeña obra ya había llegado a su final.
A U T O B I O G R A F Í A
Mi llegada al mundo fue una madrugada calurosa del mes de Julio del año de 1999 en el puerto
de Tuxpan, Veracruz y fue precisamente por una serie de errores médicos. Nací en el mes sexto de mi gestación sin que mi cuerpo reaccionara por sí solo, pero después de varios esfuerzos por parte de las enfermeras y por el empeño de mi madre pude vivir. Soy la hija de Ismael Devit y Luz del Ángel Muedano, ambos profesores de primaria, y hermana menor de Ana Maurit Devit. Mi padre, al siempre haber querido un niño me puso “Farit” y esto hizo honor a la familia árabe paterna que deseaban que fuera varón. Mi infancia transcurrió de una manera agitada, pues al ser hija de maestros ellos recibían cambios de escuela constantemente por distintos municipios del estado de Veracruz, así que junto con mi hermana me crie mayormente con nanas, niñeras, padres que ayudaban a cuidarnos y finalmente terminamos en una guardería donde no nos fue del todo bien, pues recibimos muchos maltratos. Debo aclarar que aunque la mayor parte del tiempo no veíamos a mis padres, sin embargo se preocupaban siempre por nosotras y nos divertíamos mucho los días que ellos tenían libres. Ellos, ya cansados de que anduviéramos rondando por mil lugares, decidieron pedir su plaza cerca de Tuxpan y llevarnos a las dos a estudiar a donde ellos trabajaban. Fue así como a los dos años de edad ingresé en calidad de oyente al preescolar. Mi hermana siempre fue muy inteligente, y las escuelas por donde pasaba los maestros la recordaban por ello. Sin embargo varios de ellos advirtieron a mis padres que yo no seria igual, pues era muy distraída, me la pasaba en mil lugares menos en mi banca y siempre los ignoraba. Resulta obvio pensar que eso confundió a mis padres, así que decidieron llevarme con un neurólogo y ahí me diagnosticaron de hiperactividad con déficit atencional, una condición en la que yo aprendía de manera distinta (incluso cuando pareciera que no estaba prestando atención) y que pocos maestros en mi vida han llegado a comprender. A los cinco años ingresé a la primaria y mi maestra de primer año, harta de que no le pusiera atención, decidió ponerme a dar clases a mis compañeros y a hacer oratoria en la escuela como un tipo de castigo. Fue así como inicié a declamar, a concursar en oratoria y parlamentos y a desarrollar muchas habilidades del habla. Además durante toda mi infancia mis padres me metieron a todas las actividades posibles: clases de piano, de guitarra, de idiomas, de natación, equipos deportivos, ajedrez, danza folcklórica y muchas más a fin de canalizar mi exceso de energía y pudiera concentrarme en la escuela. Cuando iba a graduar de la primaria mi familia pasó por varias crisis y por diversos motivos de salud a mi mamá la internaron en una clínica, mi hermana mayor se fue de la casa, mi padre también y mi custodia pasó a mi tía Aurora. Esta de más decir que fue un cambio difícil, pues tuve que mudarme con ella y su familia a Orizaba y perder un año escolar, además de no poder ver a mi familia. Sin embargo fue ahí donde comencé a escuchar de la Iglesia Adventista (pues mi tía era de esa religión) y aunque al principio no me gustaba terminé asistiendo al templo junto con ellos porque me invitaban a declamar y eso era lo único que realmente me hacía sentir en casa (mis padres también fueron declamadores en su juventud) y esto, junto con la medicación, me ayudó a superar el estado de depresión por el que estaba atravesando. Fue así como me bauticé y posteriormente, al regresar a casa con mi familia, ellos también se bautizaron para apoyarme.
Cursé la secundaria sin mayores complicaciones y al entrar a preparatoria yo no tenía muchas cosas definidas de lo que quería, pero si de algo estaba segura era de que quería estudiar medicina, así que hice los arreglos necesarios y empecé una carrera Técnica en Urgencias Médicas al mismo tiempo que cursaba la preparatoria. Fueron meses difíciles pues, aunque me apasionaba la carrera no me llenaba, y me costaba imaginarme toda la vida encerrada en un consultorio, así que decidí dejar esa idea. Ahora sí no tenía nada seguro, y el único sueño que había mantenido por mucho tiempo lo había abandonado. En mi segundo año de bachillerato me cambié de escuela a una preparatoria Anáhuac de tiempo completo donde me enseñaron muchas cosas más y me ayudaron a desarrollar habilidades que no sabía que tenía. Y fue ahí como, debido a las quejas recurrentes de muchos profesores por no entrar a clases y pasármela fuera del salón platicando con otros maestros y directivos, encontré mi vocación. Suena gracioso porque estuve a punto de reprobar muchas materias debido a faltas, pero mis padres llegaron al acuerdo con el director de que yo organizaría los eventos escolares junto con la profesora encargada de Comunicación Organizacional, apoyaría dando conferencias a los alumnos y sacaría calificaciones arriba de 9 en las materias aún cuando no asistiera a las clases. Una vez cumplí con estos tres aspectos el director cumplió con su parte: pasé todas mis materias con promedio de diez y me di cuenta que quería dedicarme a eso toda mi vida Actualmente me encuentro estudiando Comunicación en la Universidad de Montemorelos, trabajo como voluntaria en el departamento de Noticias y también estoy de presentadora de noticias. Pero he de confesar que este cambio también ha sido difícil, tanto por las reglas estrictas a las que yo no estoy acostumbrada y por la decisión de salir de casa, pues la mayor parte de mi infancia no pude disfrutar de mis padres y ahora que podía yo decidí mudarme. Sin embargo valoro mucho el apoyo incondicional de mis padres, la motivación que me dieron para que saliera de mi pueblo a estudiar y la confianza que han tenido en mí. Siempre trato de recordar lo mucho que me quieren, lo mucho que han creído en mí aun cuando nadie más lo hacía y de mantener ese sentimiento de libertad y valentía que siempre nos transmitieron a mí y a mi hermana.
Ejercicio: Acotación Nacimientos Nacimiento de bebés Nacimiento de bebés prematuros Nacimiento de bebés prematuros de 6 meses de gestación Mi nacimiento como bebé prematuro de 6 meses de gestación La historia de mi nacimiento como bebé prematuro de 6 meses de gestación
Una bebé no deseada, pero sí amada. Según datos de la OMS se estima que cada año nacen unos 15 millones de niños prematuros y esa cifra está aumentando. Las complicaciones relacionadas con la prematuridad, principal causa de defunción en los niños menores de cinco años, provocaron en 2015 aproximadamente un millón de muertes y la mayor parte del porcentaje de los bebés prematuros que sobreviven sufren algún tipo de discapacidad de por vida, en particular, discapacidades relacionadas con el aprendizaje y problemas visuales y auditivos. En este texto hablaré de mi nacimiento como bebé prematuro a los seis meses de gestación. Es difícil empezar a contar una historia en la cual yo soy el agente principal, pero todo empieza no por mí, sino por mí madre: Luz del Ángel. Ella, a los 20 años de edad quedó embarazada de mi hermana mayor (Ana Maurit) y aunque fue un embarazo de alto riesgo debido a que en ese tiempo mi mamá tenia anemia, Maurit nació sin muchas complicaciones. Pasó el tiempo, y mientras mi mamá trabajaba junto con mi papá en una comunidad del sur de Veracruz llamada las cuatas volvió a quedar embarazada. Ella estaba muy feliz con ello, pues en cierta manera ese embarazo había sido planeado y ansiaba darle compañia a mi hermana Maurit. Sin embargo este embarazo no resultó del todo bien: ella y mi papá para llegar a su trabajo tenían que recorrer diariamente 60 km en bicicleta (todo en terracería) y un buen día mi madre cayó, lastimándose y produciéndose una hemorragia muy fuerte que desencadenó la muerte del bebé. Ella sufrió mucho con esta pérdida pues, cabe mencionar, el bebé ya tenía seis meses de gestación (suficiente tiempo para que mis padres se encariñaran, compraran ropa y hasta decidieran el nombre que tendría al nacer) y para poderlo sacar de mi mamá tuvieron que practicarle un legrado, el cual a su vez le provocó heridas en el útero que tuvieron que cauterizar y eso provocó que sus trompas de falopio quedaran pegadas, deteniendo la ovulación y produciendo en ella una menopausia precoz a sus tan sólo 23 años de edad. Estas heridas en su útero y esa menopausia le dio el indicio de que no podría quedar embarazada nunca más, pues era biológicamente imposible. Durante dos años más ella se dedicó junto con mi padre a la crianza de mi hermana y a seguir con sus vidas, sin embargo la pérdida de ese bebé los dejó muy afectados emocionalmente y estuvieron al borde del divorcio. Pero todo cambió cuando una mañana de mayo, mientras se dirigian en bicicleta nuevamente a su trabajo, mi madre cayó por un barranco, quedando inconsciente y con múltiples heridas. Cuando despertó en el hospital el doctor le dijo “está usted bien a pesar de la caída, y lo más impresionante es que su bebé
se encuentra en perfectas condiciones, solo que es posible que tengamos que adelantar su parto para asegurarnos de que todo marche bien”. ¡¿Bebé?! ¡¿Cuál bebé? Ella no tenía la menor idea, y cuando lo supo no podía creerlo. Después de ir con varios médicos que le confirmaron que sí estaba embarazada llegó con uno llamado Bousart (muy conocido en Tuxpan) y le dijo que ella tenía siete meses de gestación y que era necesario sacar al bebé al octavo mes por la caída que ella había tenido y, como cualquier ser humano en la tierra, ella decidió dejarlo en las manos del experto y acatar las indicaciones al pie de la letra. Lo que no sabía, ni ella ni mi papá, es que el doctor no calculó correctamente mi gestación y cuando dijo que yo tenía seis meses ¡en realidad tenía tan solo cuatro meses! Así que, pasados los dos meses de espera, le practicaron una cesárea a mi mamá y me sacaron en mi sexo mes. Está de más decir que no fue el mejor nacimiento del mundo, de hecho fue muy traumático para mis padres, pues al momento de nacer la enfermera se espantó muchísimo y comenzó a gritar que la bebé no lloraba y que estaba muerta. El médico de inmediato me tomó y me llevó a una incubadora y puso todos sus esfuerzos en salvarme, pero nada parecía dar resultado: mi corazón no latía por sí solo, mis pulmones no lograban funcionar y mi piel era en extremo amarilla debido a que mi hígado tampoco lograba funcionar; mi estómago no procesaba ningún tipo de alimento (razón por la cual me tuvieron que hacer cerca de 10 lavados estomacales en el primer mes), mis venas eran tan delgadas que se rompían con mucha facilidad y me llenaba de moretones; no tenía ningún tipo de huella digital, ni cejas ni pestañas y los cartílagos de mis orejas eran tan flexibles que estas se me hacian rollito. Y así estuve durante un mes entero: conectada a un respirador artificial, con múltiples mangueras en mi cuerpo y una máquina insertada en mi pecho para que el corazón pudiera latir. Sin embargo esto no era lo peor: las leyes del Issste en ese entonces no permitían que los bebés prematuros estuvieran más de un mes conectados artificialmente, y cumplido el mes debían darme de alta: viviera o muriera. Fue así como, una noche antes de que me desconectaran, mi mamá desesperadamente le suplicó a la enfermera que la dejara cargarme y darme pecho para despedirse de mí (a esas alturas mi madre no había tenido siquiera la oportunidad de cargarme ni de amamantarme) y después de tanta insistencia la enfermera aceptó, poniéndole de condición que no le dijera a nadie porque la despidirían. Lo que sucedió esa madrugada fue realmente impresionante: al tomar la leche materna mi corazón empezó a latir por sí solo y comencé a llorar (señal de que estaba respirando también por mi cuenta) y por primera vez mi estómago pudo procesar un alimento y no me tuvieron que practicar más lavados de estómago. Este, y muchos casos más, fueron de los que propiciaron el estudio de las ventajas de la leche materna y hoy en día se recomienda ampliamente para los bebés prematuros el contacto directo con la madre y con la leche materna (cosa que cuando yo nací no se sabía). Aún meses después fue difícil: durante los siguientes dos meses yo solo dormía en posición fetal y muchas veces me tuvieron que alimentar también por sonda; los médicos le decían a mi mamá que yo sería muda, que posiblemente no podría ver, que quizá generaba algún tipo de retraso mental o moriría antes de los cinco años (hubo incluso un médico que le sugirió cuando estaba embarazada que me abortara, pues era probable que yo naciera con tantos problemas de salud que era mejor no traer a sufrir). Pero puedo decir
que, aunque tengo diversos problemas de salud, todos son en una escala muy mínima si lo comparamos con lo que se esperaba, y hoy a mis dieciocho años formo parte de las estadísticas de los bebés que han sobrevivido a una lucha como esta. Un final un tanto extraño (del cual me acabo de enterar) es que mi nombre “Farit” es de niño porque el bebé que perdió mi amá así se iba a llamar y, además, esa es la razón por la que mi papá de pequeña siempre me vistió de niño y me trataba como niño: fue muy doloroso para él perder al otro bebé y decidió llevar ese amor perdido hacia mí. Mi mamá siempre me dice que yo debo tener un propósito muy fuerte en esta vida, porque de no ser así, Dios no se hubiera tomado tanta molestia en traerme a este mundo aún en contra de todas las predicciones médicas y biológicas. Y creo que, aunque me cuesta recordarlo, tiene razón.
EL TRASTORNO POR DÉFICIT ATENCIONAL Luz Farit Devit del Ángel El Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH), también conocido como Trastorno de Atención Dispersa, es un trastorno neurobiológico que actualmente afecta a cerca de 2.4 millones de mexicanos y que, aunque no se conoce con exactitud sus causas, se da frecuentemente en personas que nacieron prematuramente, que tiene familiares con dicho padecimiento (herencia genética) o que tuvieron alguna deficiencia respiratoria al nacer. Algunos de los síntomas que se presentan en las persona con TDAH es la inatención, la hiperactividad, las decisiones tomadas con impulsividad, los olvidos o pérdida de objetos cotidianos, la depresión así como la inquietud interior (pensamientos recurrentes, varias ideas a la vez y deseos de ejecutar acciones al mismo tiempo, etc. Sin embargo, todos estos síntomas y comportamientos suelen manifestarse de manera distinta con el cambio en las etapas evolutivas (paso de la niñez a la adultez). Pero las personas con TDAH suelen tener también muchas características positivas: son personas llenas de energía, creativas, sensibles, capaces de ejecutar varias tareas a la vez, tienen buenas reacciones ante emergencias, muestran iniciativa y son muy dinámicos. Al contrario de lo que la gente suele pensar, este trastorno no se trata de un invento o un mal comportamiento voluntario en el individuo: es completamente real y la comprensión hacia ello es muy importante. Tener TDAH no convierte a las personas en TDAH: son personas con características y formas de funcionar distintas, pero con capacidades y potencial para realizar cambios.
Peligros en la pantalla grande
Muchos hemos disfrutado de una buena película y es que, ya sea solos o acompañados, en el cine o en nuestra casa, ver una buena producción cinematográfica nos ayuda a relajarnos, a abrir nuestros panoramas y a pasar un buen momento. Sin embargo, ¿qué es exactamente el cine? El cine se considera un arte y también una técnica, ya que consiste en el arte de narrar historias mediante la producción de imágenes (de ahí el que se le conozca como el séptimo arte) y consiste además en la técnica de proyectar fotogramas, de forma rápida y sucesiva, para poder crear el efecto de movimiento. El cine además suele estar dividido en una multitud de géneros que permiten a cada persona encontrar sus afinidades y gustos. Pero, ¿qué ocurre cuando las personas se dejan llevar más allá y comienzan a distorsionar su propia realidad?, ¿cómo se afronta el hecho de que la conducta de muchos espectadores se vea afectada por lo que ven en dichas producciones cinematográficas? Es por eso que las siguientes líneas podrás encontrar un breve análisis sobre el cine, sus efectos sobre la conducta humana y la manera en cómo esto puede controlarse. Estados Unidos de América, conocido por sus grandes producciones y casas cinematográficas, es también un claro ejemplo de lo que sucede cuando no se mide correctamente los efectos del cine y la importancia que tiene la clasificación de las películas. No obstante, el cine es un gran negocio tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Un claro ejemplo: el estudio más rentable del año 2014 fue Walt Disney, cuya división de películas de entretenimiento tuvo ganancias por 1,700 millones de dólares e ingresos por 7,200 millones. Además, las películas de Warner Bros recaudaron un combinado de 4,00 millones de dólares en el mismo año, aumentando un 23% con respecto al año anterior (2013). Viendo estas cifras no es de sorprenderse que se le de una gran relevancia a las casas productoras (en especial la pertenecientes a Hollywood). Pese a esto, no podemos dejar de lado el hecho de que este gran negocio de la cinematografía trae muchos efectos adversos sobre la población, específicamente en su conducta. En los últimos años se han realizado muchas investigaciones que tratan de explicar la influencia que el cine llega a temer sobre los espectadores y al a par han crecido los acontecimientos violentos e incluso asesinatos masivos inspirados en las películas que se muestran en la pantalla grande. El caso más conocido es quizá el llamado tragedia de Aurora, ocurrido en el año 2012, en donde el joven James Eagan Holmes ingresó a un cine donde se estaba proyectando la película El caballero de la noche (tercera parte de la saga de Batman) y en un tiroteo masivo acabó con la vida de 12 personas. Sin embargo este es solo un ejemplo, ya que son muchos los asesinatos que se han suscitado en la nación estadounidense producto de la copia de comportamientos de los actores en las películas. De acuerdo a la Ley Federal de Cinematografía y a la RTC (Radio, Televisión y Cinematografía, las películas deben ser clasificadas con una índole restrictiva, siendo
obligación de los exhibidores negar la entrada a quienes no cubran la edad prevista en dichas clasificaciones. Así pues, la clasificación AA es para todo el público, especialmente para el público infantil, ya que suele mostrar contenido comprensible incluso para niños menores a los siete años de edad. La clasificación A es para todo el público en general, mientras que la B es para personas y adolescentes mayores a los 12 años de edad. Seguida de esta, la clasificación B15 indica que la película no es recomendable para menores de 15 años de edad y la C indica que es una película para adultos de 18 años de edad en adelante. Hay además una última clasificación en los cines que es la D, la cual indica que la película es exclusivamente para adultos, ya que contiene sexo explícito, lenguaje procaz y un alto grado de violencia. La clasificación en las producciones cinematográficas es in duda uno de los aspectos más importantes, pues gracias a ellos se logra medir los contenidos visuales que ven las personas y sobre todo se tiene un mayor control para los menores de edad, que suelen ser los más susceptibles a los mensajes violentos y pornográficos. Sin embargo, independientemente de la edad, es necesario siempre mantener los pies en la tierra y evitar distorsionar nuestra realidad, siendo de esta manera espectadores responsables. “No debemos tampoco olvidarnos que el cine es arte, por tanto su utilización puede servirnos para aumentar el valor estético y el gusto por la actividad artística, y alzar una formación integral de la persona”. (Cabero, J. 2003, p. 16). Bibliografía: Cabero, J. (2003). Educación en valores y cine. Cuadernos de Cine y Educación, 20, p. 16. Consultado en abril 26, 2018. De ISSN1137-4926 Base de datos.
Actividades 1. En medio de la noche, un hombre llega a una casa. Toca la puerta. Le abren y le dicen: “Hubieras venido ayer”. El ejercicio consiste en hacer tres relatos de media página cada uno (uno en 1ª persona, otro en 2ª y otro en 3ª) donde ocurra esta escena en algún momento. Relato 1. Primera persona En medio de la noche, un hombre llega a una casa. Toca la puerta. Le abren y le dicen: “Hubieras venido ayer”. Él, con pasos sigilosos, entra a aquella casa tan vieja como la dueña misma, nos observa a todos los que estamos alrededor y lentamente nos examina con la vista. Nosotros, temerosos aún por lo sucedido el día anterior, nos vamos encogiendo conforme sentimos que la mirada de aquél hombre los envuelve y uno a uno comenzamos a murmurar, preguntando que es lo siguiente que harán con nosotros. El hombre, sin decir mucho, abre la puerta y nos da la indicación con la mirada para que vayamos saliendo, convirtiendo aquella escena en el secuestro perfecto: no hay gritos, no hay empujones, no hay sangre derramándose en el suelo, no hay armas y ni siquiera hay un rastro de violencia y él, como todo un profesional, simplemente hace su trabajo de una manera majestuosa y elegante, intimidándonos con la sola mirada y conduciéndonos a aquel campo, donde ya nos esperan para acorralarnos y llevarnos. Sin embargo, no se trataba de las acciones de un grupo de narcotraficantes ni de un grupo de venta de órganos (quizá eso hubiese sido mejor para nosotros), sino más bien de un grupo de hombres que, dirigidos por el hombre de sigilosos pasos, comenzaban apenas con la tarea sádica que se les había metido en la cabeza desde hacía muchos años. Relato 2. Segunda persona En medio de la noche, un hombre llega a una casa. Toca la puerta. Le abren y le dicen: “Hubieras venido ayer”. Él, con pasos sigilosos, entra a aquella casa tan vieja como la dueña misma, observa a los jóvenes que está alrededor y lentamente los examina con la vista. Los jóvenes, temerosos aún por lo sucedido el día anterior, se van encogiendo conforme siente que la mirada de aquél hombre los envuelve y uno a uno comienzan a murmurar, preguntando que es lo siguiente que harán con ellos. El hombre, sin decir mucho, abre la puerta y les da la indicación con la mirada para que vayan saliendo, convirtiendo aquella escena en el secuestro perfecto: no hay gritos, no hay empujones, no hay sangre derramándose en el suelo, no hay armas y ni siquiera hay un
rastro de violencia y él, como todo un profesional, simplemente hace su trabajo de una manera majestuosa y elegante, intimidando a todos los jóvenes con la sola mirada y conduciéndolos a aquel campo, donde ya les esperan para acorralarlos y llevárselos. Sin embargo, diferente a lo que tú estarás pensando, no se trataba de las acciones de un grupo de narcotraficantes ni de un grupo de venta de órganos (quizá eso hubiese sido mejor para aquellos jóvenes), sino más bien de un grupo de hombres que, dirigidos por el hombre de sigilosos pasos, comenzaban apenas con la tarea sádica que se les había metido en la cabeza desde hacía muchos años. Relato 3. Tercera persona En medio de la noche, un hombre llega a una casa. Toca la puerta. Le abren y le dicen: “Hubieras venido ayer”. Él, con pasos sigilosos, entra a aquella casa tan vieja como la dueña misma, observa a los jóvenes que está alrededor y lentamente los examina con la vista. Los jóvenes, temerosos aún por lo sucedido el día anterior, se van encogiendo conforme siente que la mirada de aquél hombre los envuelve y uno a uno comienzan a murmurar, preguntando que es lo siguiente que harán con ellos. El hombre, sin decir mucho, abre la puerta y les da la indicación con la mirada para que vayan saliendo, convirtiendo aquella escena en el secuestro perfecto: no hay gritos, no hay empujones, no hay sangre derramándose en el suelo, no hay armas y ni siquiera hay un rastro de violencia y él, como todo un profesional, simplemente hace su trabajo de una manera majestuosa y elegante, intimidando a todos los jóvenes con la sola mirada y conduciéndolos a aquel campo, donde ya les esperan para acorralarlos y llevárselos. Sin embargo, no se trataba de las acciones de un grupo de narcotraficantes ni de un grupo de venta de órganos (quizá eso hubiese sido mejor para aquellos jóvenes), sino más bien de un grupo de hombres que, dirigidos por el hombre de sigilosos pasos, comenzaban apenas con la tarea sádica que se les había metido en la cabeza desde hacía muchos años.