Primera edición: 1976 Segunda edición: 1991
PRESENTACION: DEFENSA DE LA RAZA En la historia contemporánea, casi no hay vocablo que levante tanta emoción y miedo como racismo. Ninguno engendra más infantilismos y cobardías. Ningún problema es más fatal o más provocativo que el problema racial. Y sin embargo, el destino de la humanidad depende sólo de un examen en profundidad de este problema y de su sola, única e indispensable solución. Es cierto que la palabra racismo ha sido manoseada, apartada de su concepción verdadera por dilettantes o maníacos, y uno se creería bien inspirado al abandonarla. Así, podríamos reemplazar la palabra «racismo» por la de «racialismo» a fin de escapar tal vez a la mala fama. Pero aquello no nos pondría a salvo de una nueva deformación y añadiría al mal de nuestro tiempo (donde el valor y el sentido de las palabras han acabado en una confusión penosa), dando al mismo tiempo razón a nuestros enemigos. Además, esta adaptación al medio democrático sería sospechosa desde más de un punto de vista. Luego, la honestidad más elemental exige más bien que establezcamos el significado de la palabra racismo en toda su pureza. Primero, condenamos la discriminación. El hecho de maltratar a un individuo a causa de su raza, de su color, de su idioma o de su religión es muy injusto. Todo el mundo puede estar de acuerdo sobre este punto. Por el contrario, pocas personas se dan cuenta del espantoso peligro engendrado por el antirracismo sistemático. La torpeza y la deslealtad que caracteriza a los políticos han obscurecido y deformado esta situación. Los que se niegan a afrontar este tema capital combaten en realidad contra los que creen defender. Constatamos que existe, en escala mundial, un complot lúcido que intenta hacer un solo mundo recurriendo a la integración racial. Pero en todos los países donde se ha impuesto esta integración, el resultado fue una