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dignidad- EEBA N° 9, Hogar Emaús. Bariloche

MODALIDAD DE JÓVENES Y ADULTOS Experiencia: EEBA N° 9 “María de la Paz” San Carlos de Bariloche

CUANDO LA EDUCACIÓN COLABORA CON LA RESTITUCIÓN DE LA DIGNIDAD

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Por Silvia Lavayén (Directora de la EEBA 9, pero antes, maestra de estos muchachos).

DEL CONTENEDOR AL AULA En el ejercicio de la docencia nos podemos encontrar con muchas experiencias: algunas gratas, otras difíciles, otras sorprendentes pero, sin duda, existen también las que son especiales, inigualables, esas que nos llenan el alma y que nos dan ganas de contárselas a todos, aunque no entiendan de qué se trata.

La experiencia que queremos compartir de la Modalidad Adultos, se trata de un camino que hemos recorrido en el anexo María de la Paz, de la EEBA N° 9 de Bariloche, que funciona en el turno mañana, en la vieja casita que había sido destinada para el Director en una vieja escuela de Frontera.

Una mañana, allá por el 2016, alguien golpeó la puerta: Era Humberto, uno de los “borrachitos” que se reunían diariamente junto al contenedor de basura ubicado en la calle de acceso al anexo de la escuela de adultos. Llegó, se sacó el sombrero y se presentó diciendo que quería estudiar. Lo acompañaba una voluntaria del Hogar Emaús, destinado a los “changas”, es decir, los hombres en situación de calle.

“Quiero aprender a leer”, me dijo,

mientras trataba de mantener el equilibrio. “¡Qué bueno!” le dije, “...las puertas están. Te esperamos mañana a la mañana, pero a no fallar, eh, que esta es una escuela de verdad, para gente adulta. Tenemos clases todos los días de 9 a 11 hs.” La voluntaria me aclaró, a solas, que en el Hogar estaban viendo la manera de ofrecerles otros espacios a “los muchachos”, como los llaman cariñosamente ellos, que por ahí iba a ser difícil por su adicción al alcohol, pero que iban a hacer el intento.

Fue así como Humberto comenzó a venir a la escuela cada tanto (porque

a veces lo tentaba más el grupito de amigos que lo esperaba en el contenedor y lo invitaba a compartir la cajita de vino).

El año siguiente, para nuestra sorpresa, fueron 2 los que se sumaron. Venían sin falta todos los días, uno de ellos con andador. Los amigos del Hogar los miraban con cierta burla: “¿Así que vas a la escuela?” “Qué va a aprender este, ¡si es más cabeza dura!” “¿Se copia, éste, señorita? Es medio burro, ¿no?”.

De a poco, con el trabajo de mutua confianza entre ambas instituciones, fuimos estrechando lazos pero sobre todo, aquellos muchachos a quienes la vida los había dejado al margen del camino, despreciados o esquivados como pocos, nos fueron conquistando el corazón.

Ellos, por su parte, comenzaron a tener otro “status”, el de alumnos, el de los que tienen logros y son reconocidos no sólo por su Seño, sino también por la Directora, por los operadores del Hogar, por todos los que empeza-

ron a festejar sus logros en la página de Facebook del Hogar Emaús. Así, el alma se les fue llenando de orgullo, por reconocerse capaces de más, sí, ellos también, ¿por qué no?

No vamos a decir que es fácil, porque para Humberto no lo fue. Un día decidió irse del Hogar para vivir con una compañera y sus regresos a clase eran muy esporádicos. Una mañana se acercó junto a la voluntaria y me dijo: “Señorita, yo no voy a seguir en la escuela, porque soy muy cabeza dura, no aprendo nada”. “No, Humberto, vos

no sabías ni una letra y ahora ya podés leer algunas palabras”, le dije. “Fijate, mirá, está Ángeles como testigo, ¿qué dice acá?” Y le señalé su boletín, donde decía “A”. Él miró y dijo: “A”. “Claro!”, le dije “A, de ‘Aprobado’! “Aprobao, Aprobao…” repetía mientras se secaba las lágrimas que brotaron de sus ojos por la emoción. Tal vez, con el tiempo vuelva otra vez a ocupar su lugar en el aula, quién sabe, pero lo que sí sabemos con seguridad, es que él abrió paso para que otros compañeros suyos se animaran a vencer la vergüenza de sentirse poca cosa, para emprender el camino de la educación formal.

UN TRABAJO EN CONJUNTO

Hoy en día, todo es más fácil para articular con el Hogar Emaús, si de trabajo en redes se trata, porque ya nos conocemos y con un llamado telefónico alcanza. Sabemos que sin la constancia de los voluntarios que llevaban y buscaban diariamente a los muchachos desde el Hogar a la Escuela, sin el aporte de materiales especiales para alguna clase, sin su presencia en los actos, sin su preocupación por el proceso pedagógico, nada de lo que compartimos hoy hubiese sido posible.

En el contexto actual, donde la continuidad pedagógica corrió serios riesgos, especialmente con los adultos que no tienen dispositivos para conectarse, el Hogar se organizó para que los muchachos estudiantes (que hoy son 6) puedan tener clases virtuales por Zoom todos los días en su horario habitual. Al proceso educativo se le suman las visitas cada tanto para no perder los lazos que la virtualidad sólo ofrece a la distancia.

Tampoco sería lo mismo si alguien

no ofreciera el servicio de compartir sus logros en las redes sociales como Facebook, para que nuestros queridos muchachos se sientan orgullosos de lo que pueden lograr, al compartirlo con la comunidad virtual que los sigue. Hoy estos “Señores estudiantes” caminan con la cabeza en alto, con el orgullo de querer aprender más y de sentirse privilegiados de tener otras oportunidades, lo saben y lo valoran como sólo pueden hacerlo aquellos que lo han perdido todo…

LA ESCUELA NO SE PAUSA, SE TRANSFORMA. Comenzamos las clases en marzo, llenos de expectativas, proyectos y ganas de aprender, abrazando la vida.

Experimentábamos a diario la alegría de volver a la escuela para seguir construyendo un espacio de inclusión y aprendizaje desde la empatía con el otro, en un grupo numeroso que llegó

a sumar 22 estudiantes junto a la Seño Nancy.

De pronto, nos sorprendió la pandemia por el COVID-19, tuvimos que adaptarnos de un día para el otro, construir nuevas formas de comunicación y pensar el aula desde la virtualidad.

Hubiese sido más fácil enviarles un cuadernillo, que intentaran resolverlo y esperar algunas consultas. Sin embargo, el compromiso con estos muchachos que conquistaron nuestro corazón, exigía probar nuevas herramientas.

La educación seguía en pie, pero evidenciando, una vez más, las desigualdades, esta vez a través de la conectividad. Esta situación nos llevó a todos y a todas a aprender muchas otras cosas,

además de los contenidos pedagógicos pensados para la Modalidad.

El aislamiento social puso aún más en evidencia la situación de vulnerabilidad de nuestros y nuestras estudiantes. Ellos y ellas extrañan la escuela en su sentido más amplio, porque es el lugar donde se aprende a leer y escribir pero sobre todo a ser; es un lugar de encuentro, de contención y de conexión, donde cada día trae consigo un nuevo desafío: compartir el derecho a la educación formal.

El director del Hogar Emaús, Jorge Pilquiman, junto a los operadores, acompañaron las clases virtuales generando los espacios y materiales áulicos, para apoyar el proceso de enseñanza aprendizaje llevado a cabo por la docente; por momentos facilitó fotocopias para que otros alumnos, no pertenecientes al Hogar, pudieran pasar por allí a buscar sus tareas. La comunicación fue y es constante con las y los alumnos que reciben las actividades por whatsapp, las comunicaciones grupales sostienen desde lo emocional y fortalecen los vínculos.

En algunas ocasiones se logró el acercamiento físico con varios alumnos, a través de la entrega de alimentos a domicilio (con permiso nacional y el protocolo de cuidado correspondiente). En ese momento se entregaban las actividades impresas para el trabajo semanal y las correcciones se hacían a la semana siguiente.

Tener un horario para las clases virtuales por Zoom y consultas al docente, ordenó las actividades propuestas (Lunes a Viernes de 10 a 12 hs); esto favoreció el vínculo entre todas las y los alumnos y la docente, porque permitía en ese momento un diálogo entre todo el grupo.

El encuentro presencial en las escuelas es irremplazable, el abrazo, las risas, el desayuno, las aulas llenas y las rondas de mates que compartíamos. Confiamos en el esfuerzo, la responsabilidad, la esperanza y la fe de todos para salir adelante; esto nos invita a que usemos las redes solidarias a nuestro favor, aparte de la tecnología, porque la escuela, más allá de enseñar letras y números, construye humanidad. En el trabajo diario, las emociones nos motivan ante cualquier situación de necesidad en el grupo. Es necesario parar, contenernos para expresar los miedos, la angustia, el enojo, la abstinencia, para relajarnos ante tanta tensión e incertidumbre… para todo lo demás, si hace falta, habrá tiempo para ponernos al día.

Hoy, la escuela funciona acorde a los tiempos que corren, adaptándonos a la situación de la mejor manera posible. Sabemos que estamos todos y todas en el mismo barco, aunque con distintas herramientas y oportunidades, pero transitando este tiempo de pandemia que nos ha hecho valorar aún más cuán importante es el encuentro, la cercanía, el poder mirar los demás a los ojos y estrecharse en un abrazo. Ya saldremos, juntos y lo celebraremos!

Clases virtuales por Zoom, a través del trabajo en red con el hogar EMAÚS...

...clases por whatsapp... ...o entrega de trabajos a domicilio con ayuda alimentaria.

Poniendo en juego diferentes recursos pedagógicos para la alfabetización.

Clases por Zoom.

Entrega de alimentos a domicilio

Entrega de alimentos a domicilio

LINKS DE TRABAJOS DEL PRIMER CUATRIMESTRE QUE QUEREMOS COMPARTIR CON USTEDES: https://drive.google.com/file/d/1cV_WNAClExtrfXGXqCbaLTcT9Ka65Nbl/view?usp=sharing https://drive.google.com/file/d/1ESpQ8oNxErmBNwi0txihwS42AbwChe83/view?usp=sharing https://drive.google.com/file/d/1WPnXNM1lKfEn0YGWWLggtrbz_1QbY_V7/view?usp=sharing

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