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Sánchez Fernández, Francisco “Frasquito”

de Tenancingo, mano a mano, con Jorge Gutiérrez, en la lidia de toros de Suárez del Real. En 1998 debutó en Ecuador, concretamente en Cuenca (Azuay), el 1 de noviembre, con José Luis Cobos, David Vázquez y el rejoneador Juan Sebastián Roldán, que se las entendieron con toros de la ganadería de “Puchalitola”. La temporada siguiente, sería la última de su carrera como matador de toros, porque el 29 de septiembre de 1999 toreó su última corrida, en Corella (Navarra), alternando con Manuel Díaz “El Cordobés” y Francisco Rivera Ordoñez en la lidia de reses de “La Dehesilla”. Hasta ese día había toreado 71 novilladas y 130 corridas de toros. Poco después decidió continuar en los ruedos, pero vestido de plata, y desde entonces acá se ha convertido en un excelente banderillero y peón de brega. En 2018 figuraba en la cuadrilla de Álvaro Lorenzo. En 2015 sus paisanos de Tudela le rindieron un sentido homenaje al cumplirse los 25 años de su alternativa, descubriendo una placa, el propio torero descubrió la bandera navarra que la cubría.

sáNchEZ FErNáNdEZ, francisco

“FRASQUITO”

Matador de toros nacido en Toledo el 10 de marzo de 1927, aunque criado en Madrid desde que tenía tres meses de edad. Este torero hizo concebir esperanzas inusitadas en la afición por sus formas de concebir el toreo. Huérfano de padre desde que tenía diez años entró a trabajar de aprendiz en una famosa cafetería de Madrid situada en la Plaza de Callao, “Fuyma” de nombre, donde su irreprimible afición se vio alentada no solo por sus compañeros sino incluso por su propio jefe, que le facilitó contactos para que pudiera ejercitarse en el oficio. Así pudo vestir por primera vez el terno de luces en público en la plaza de Vélez Blanco (Almería), el 30 de mayo de 1945. Desde entonces toreó muchos festivales, siendo decisivo en su carrera el que toreó en Sevilla 9 de diciembre de 1947, apenas tres meses después de la trágica muerte de “Manolete”. Fue un Festival que organizó el Arma de Aviación con motivo de los actos de la fiesta de su Patrona. El cartel, de lujo, estaba formado el rejoneador Pepe Anastasio, Gitanillo de Triana, Joaquín Rodríguez “Cagancho”, Pepín Martín Vázquez, Cagancho (hijo), que cortó dos orejas, y “Frasquito”, que fue la revelación de la temporada. La crónica que apareció en el diario “ABC” de Sevilla firmada por D.F. fue escrita en estos términos: “Toreó, sobre todo de muleta, con

reposo extraordinario, nada común entre principiantes, agradando sobremanera su labor. A juzgar por lo que ayer hizo, se puede afirmar que tiene grandes condiciones para ejercer la arriesgada profesión tauromáquica. Los defectos propios de su condición de novel, como el de la colocación de la espada, los eliminará pronto. Frasquito cortó las dos orejas de su enemigo, dio la vuelta al ruedo y saludó desde los medios”. Cómo es lógico, aquel triunfo le valió la repetición en la plaza maestrante de Sevilla en el festejo celebrado el 17 de abril de 1948, que en realidad era la de su presentación como novillero, obteniendo un triunfo aún de mayor envergadura, tanta que todos los medios se hicieron eco de su hazaña torera y Frasquito anduvo de boca en boca en todos los mentideros taurinos del planeta. Aquella tarde desorejó a un novillo de Garro y Díaz Guerra, y con aquella sola tarde su nombre quedó registrado en los anales del toreo considerándolo como “el torero que había empezado de maestro” y “la repetición de Manolete”. El semanario Taurino “El Ruedo” encabezó la crónica del revistero que cubrió el festejo, Celestino Fernández Ortiz, que firmaba con el seudónimo de “Don Celes” con el titular de “Presentación y triunfo de “Frasquito” en Sevilla”: “El nuevo diestro cortó dos orejas. Sergio del Castillo fue cogido en su primero. Rafael Ortega mató cinco novillos”. Se trató de una jornada que “la afición sevillana considera histórica”. Y continuaba dicha crónica en el número 198 de 22 de abril de 1948: “Es Sevilla, tierra de toreros y en abril, mes de los toros bravos, ha aparecido una figura del toreo. Se llama Francisco Sánchez, “Frasquito”, nuevo astro que brilla ya con luz propia, en el firmamento taurino. Hay que decirlo, incluso contra quienes, en alas de la admiración, se han apresurado a saludarle como la sombra o el doble de “Manolete”. “Frasquito” no es una sombra. Es una realidad que el domingo se impuso, señera, en el albero de la Maestranza. Y ello contra viento y marea de dificultades y previsiones. En primer lugar, novillos de una media de 250 kilos, con poder y peligro, presentación digna de una ganadería de Sevilla: Garro y Díaz Guerra. En segundo lugar, el alternar con dos valores positivos y probados: Sergio del Castillo y Rafael Ortega. Pesé a todo, y aunque la corrida se prologó con sangre –la cogida, de Sergio de Castillo–, “Frasquito”, que no se amilanó, practicó el más difícil, elegante y ajustado de los toreos. De él destacó su labor de muletero, a base naturales, en redondo y de pecho, de irreprochable ejecución, en ambas faenas –al tercero y al cuarto, éste de Sergio–, coronadas con el escalofrío de la manoletina. En las dos se conjugaron seguridad, dominio y arte. Y en las dos el público sevilla-

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no pidió las orejas antes de tirarse a matar. En el primero las consiguió, en efecto. Y en el segundo, herido en la mano por un pitonazo, no, por tenerse que retirar, después de redondear el éxito más completo de un debutante en Sevilla”. Competo el cartel el rejoneador D. Ángel Peralta, que dio una lección de equitación y de toreo a caballo. Sin embargo, aquella faena de Sevilla no la volvió a repetir en ninguna otra ocasión y poco le duraría la gloria porque el 18 de abril de 1948 sufrió una grave cornada en Bilbao en un festejo en el que alternaba en la lidia de novillos de Javier Moreno, con Diamante Negro, y Rafael Molina “Lagartijo”. Breve fue su intervención, porque solo pudo hacer el recibo capotero y dar un pase por alto cuando sufreió la fatal cogida. El parte médico emitido por el Dr. San Sebastián decía: “Durante la lidia del tercer toro ha ingresado en esta enfermería el diestro Francisco Sánchez Fernández, afecto de herida por asta de toro que interesa piel y tejido celular subcutáneo y músculo pectíneo en toda su extensión, con trayectoria hacia abajo y atrás. Pronóstico grave”. Y otra igual de grave o más aún, sufrió en Córdoba, el 30 de mayo, que frenaron el rumbo de su carrera. El director del semanario “El Ruedo”, que firmaba con el seudónimo de “EMECE” escribió: “Frasquito”, hoy por hoy, con un instinto de torero “un poco aprendido en los libros”, no está puesto para resistir la prueba de una corrida un Jueves en Cádiz, un viernes en Granada y un domingo en Córdoba. “Frasquito” no está en condiciones de hacer una carrera “contra el reloj”. Porque no puede estarlo. Porque en eso del toreo hay un valor primario y unas nociones preliminares del toreo; porque habrá que recordar aquella frase clásica de: “Viene el toro, te quitas tú; no te quitas tú, te quita el toro”. Todo esto es ponernos un poco fuera de la realidad del caso, A “Frasquito”, para echar sobre él una responsabilidad tremenda, que le abruma, se le ha “pasado” de propaganda. ¡Cuidado! La propaganda es un arma dé dos filos extremadamente peligrosa”. Toreó en 1948 14 novilladas y 22 en la de 1949, una de ellas en Sevilla, el 15 de agosto con Manolo Carmona y Manolo Abao lidiando novillos de la ganadería de Villamarta, y su nombre fue un revulsivo para poner en taquillas el cartel de “No hay billetes”. Sin embargo, la crítica no fue positiva: al declarar que Frasquito “se declaró ausente en su primer novillo” y que en “su segundo brindaba al torero oportunidad para mostrarse el “Frasquito” de aquella tarde que aún se recuerda”. Pero aunque aún disfrutaba de las rentas de su éxito sevillano refrendado por otros de menor cuantía, su nombre fue perdiendo fuerza en los carteles, y en esa situación estaba cuando se presentó

en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid el 7 de mayo de 1950, de grana y oro, apoderado por el famoso sastre de toreros Luis Álvarez. La reventa estuvo por las nubes al reclamo de Frasquito, que alternó en la lidia de novillos de la ganadería portuguesa de María Teresa de Oliveira con Manuel Calero “Calerito” y Alfonso Galera. El recuerdo de la hazaña realizada por Frasquito en Sevilla hizo que la plaza registrara un lleno hasta la bandera de aficionados ávidos por ver resurgir aquel torero que tantas esperanzas de gloria había hecho nacer toda España, pero sin embargo, la corrida supuso un fracaso para el torero que fue pitado en sus dos oponentes. Ya se sabe el dicho de corrida de expectación, corrida de decepción, y así fue desgraciadamente, porque el debutante fue abroncado en ambos novillos de su lote. Como dato anecdótico cabe señalar que durante la lidia del quinto novillo se lanzó de espontaneo, un individuo llamado José Bello Ruiz que tuvo la mala fortuna de caer al callejón sobre el Jefe de Personal de la plaza, Sr. Manuel Melarde Ruiz, resultando ambos heridos. “El Ruedo” fue implacable con el torero: “Frasquito salvó su precioso terno a costa del menguado prestigio que tenía”. Sin embargo, aún tendría Frasquito otras tres oportunidades más en dicha plaza en la temporada sin que en ninguna de ellas ratificara las buenas condiciones que demostró en sus comienzos. La segunda oportunidad fue en el festejo celebrado el domingo, 28 de mayo, con novillos de Manuel Arranz, alternando con Jerónimo Pimentel y José Ugaz, sin que tampoco en esta oportunidad tuviera suerte, ya que se silenciaron sus dos faenas. Hizo el paseíllo de nuevo en la misma plaza el 17 de septiembre, domingo, con novillos-toros de “Cerroalto”, con Alfredo Jiménez y Miguel Ortas con el triste balance de ser abroncado en su primero y escuchar palmas en el segundo de su lote, mientras que sus compañeros cortaron cada uno una oreja y fueron ovacionados en el otro. Ante tales expectativas decidió viajar a Méjico en el verano de la temporada de 1952, donde estuvo toreando sin que consiguiera dar un giro que enderezara su carrera a pesar de que el 20 de diciembre de 1955 tomara la alternativa en la plaza de Autlan de la Grana (Jalisco), con toros de la ganadería de Ibarra y Chofres de manos de Alfredo Leal con Amado Ramírez de testigo de la ceremonia. Allí continuó toreando y se quedó a vivir, regentando durante muchos años un hotel hasta que le llegó la muerte en México D.F. donde había fijado su residencia, el 24 de febrero de 1993.

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