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Martín Cámara, Roberto “Jarocho” y “Roberto Martín Jarocho”
from De Ilusión y Oro
by FCTH
toro “Revisterito”, al que el toricantano cortó una oreja. En el que cerró plaza fue ovacionado. Sus compañeros de terna cortaron una oreja a cada uno de sus toros y salieron a hombros de la plaza. Esta fue la única corrida que toreó como matador de toros, ya que el motivo de tomar la alternativa a tan avanzada edad hay que buscarlo meramente en el romanticismo de un hombre que había dedicado toda su vida a los toros. Se daba la curiosa circunstancia de que tanto el padrino, que era su primera corrida de la temporada, como el testigo, Torres Jerez, que era la segunda corrida que toreaba en dicha temporada, fueron alumnos del toricantano en la Escuela Taurina de Almería de la que fue Director durante los últimos quince años, y que además, durante muchos años figuró como banderillero en sus cuadrillas. Como en otros casos similares a este, la opinión de los aficionados se dividió y hubo quien aplaudió el gesto romántico del veterano torero y quien lo criticó por considerar que una ceremonia de alternativa solamente tiene sentido si se aspira a una proyección profesional. Así pues, Antonio Márquez vio cumplido su sueño de ser matador de toros a sus 59 años, vestido de nazareno y oro, terno que ocupa un lugar de privilegio en su casa. Este torero al que ya le llegó la jubilación siempre estuvo considerado en Almería y entre los toreros como uno de los toreros de plata más destacados durante los últimos treinta años.
mArtín cámArA, rObertO
Matador de toros y posteriormente banderillero, nacido en Madrid el 12 de marzo de 1980, aunque se le considera natural de Huerta del Rey (Burgos), donde se trasladaron a vivir los padres cuando él tenía trece años. Forjado en la dureza de las capeas alternando estas con clases en la desaparecida Escuela Taurina de Aranda de Duero, Jarocho formó pareja de novillero sin picadores con su hermano, un año mayor, Eduardo Martín “Jarochito”. En 1999 debutó con picadores en Huerta del Rey con José León y Juan Carlos Jiménez, siendo esta la única corrida que toreó en dicha temporada, pero en la temporada de 2000 hizo 16 paseíllos siendo uno de ellos el celebrado en la plaza de Burgos el 3 de julio, donde triunfó a lo grande y salió a hombros por la puerta grande. En 2001 toreó más de 30 festejos, uno de ellos el de su presentación en la plaza de Las Ventas de Madrid, el 21 de octubre, de espuma de mar y oro, con 4 novillos de Sánchez
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Fabrés y 2 de Juan Antonio Ruiz “Espartaco” (4º y 5º), alternando con César de Madrid y Tomás López, en el último festejo de la temporada. Cortó una oreja al novillo de su presentación, “Charrascón”, negro, número 50, y 529 kilos, y fue ovacionado en el segundo de su lote, sexto de la corrida. Este triunfo hizo que en la temporada siguiente, 2002, toreara más de 50 novilladas, repitiendo tres veces más en Las Ventas, los días 10 de marzo, 1 de mayo, y 20 de mayo. La primera de ellas, el domingo, 10 de marzo alternó en la lidia de novillos de Félix Hernández con Martin Quintana y Luis Rubias. Jarocho fue aplaudido en su primero, segundo de la corrida y saludó en el quinto. En su segunda comparecencia, miércoles, 1 de mayo, 1ª corrida de la Feria de la Comunidad, alternó con Leandro Marcos y Andrés Palacios en la lidia de utreros de “Garigrande”, bien presentados pero mansos y de juego irregular. En este festejo El Jarocho, como se anunció, sufrió una cornada muy grave por lo que solo pudo matar un novillo. Miguel Ángel Cuadrado que cubrió el festejo para “El País” dio la noticia de la que extraigo un fragmento: “Empezó la miniferia de la Comunidad con hule, drama y aire, ese que tanto molestó toda la tarde y que impidió a los toreros realizar la lidia con garantías. Siempre que los engaños vuelan y los terrenos en donde torear dependen del favor de Eolo, allí donde mejor estar protegidos, la corrida está mediatizada por tan caprichoso dios, que en el Olimpo esté. Y que sea para bien. El drama fue que Jarocho resultó cogido en su segundo, cuarto de la tarde, muy aparatosamente, y llevado por las asistencias hacia la enfermería, ensangrentado y conmocionado. Ocurrió muy al principio de su faena de muleta. Que comenzó con unos estatuarios, y a continuación remató con dos pases de tanteo por la cara a media altura. Jarocho se estiró entre las rayas del tercio sobre la mano izquierda, ofreció la muletilla de lejos, y el novillo castaño de nombre “Catavino” se arrancó, no respondió al cite y se fue directamente al cuerpo del novillero. Dio la impresión de que el aire colaboró y meneó algo la muleta. En cualquier caso embistió sin disimulo al cuerpo de Jarocho, lo campaneó, dejó inerte sobre la arena y luego volvió a hacer por el torero caído en la candente, que diría el maestro. Las cuadrillas se lo quitaron de encima y con alarma se lo llevaron hacia la enfermería. Acabó por estoquear al novillo Leandro Marcos, tras unas probaturas de correr la mano en redondo. En su primero Jarocho tuvo la generosidad de empezar la faena de muleta sin pruebas ni cataduras en los medios. La pañosa en la mano izquierda y, ven, torito valiente, que de tal tenía muy poco, era un mansón que terminó por rendir sus fuerzas en la
boca de chiqueros. El novillo se había alegrado en banderillas, pero en el último tercio evidenció su mala clase y peor embestida. El trasteo fue una porfía en diferentes terrenos, sin llegar al puerto más adecuado, a resguardo de las malas ideas y del viento traicionero”. Repitió en la misma plaza el lunes, 20 de mayo, en la 10ª corrida de Feria, lidiando novillos de “El Serrano”, que en tal fecha adquirió antigüedad, con Sergio Aguilar y Andrés Palacios. Según Antonio Lorca de “El País” del que tomo parte de su crónica, los novilleros no estuvieron afortunados en absoluto: “La novillada era fuerte; algunos de los novillos, como el sexto, tenían seriedad y cuajo de toro. Pero eran juampedros puros, ésos que tanto gustan a la torería andante y que, por lo general, no plantean dificultades extremas. Y estaban en Madrid, sinónimo de duro examen de grado para quien aspira a ser figura del toreo. La verdad es que la imagen ofrecida por la terna actuante estuvo muy por debajo de los novillos y de las expectativas creadas. Es normal que no dominen la técnica; que deban corregir muchos defectos, y que, a veces, se vean desbordados por sus oponentes. Lo que llama la atención es la sensación de derrota, de tristeza, de conformismo, de ausencia de ilusión, impropia en alguien que empieza en tan difícil profesión. Lo que no es normal ni aceptable es que abusen de todas las deficiencias del toreo moderno, como el uso del pico, la mala colocación, que no carguen la suerte, y se abandonen a una suerte negra que les complica el futuro. Sergio Aguilar, por ejemplo, torea sin dar importancia alguna a su labor; no se enfada con nadie, ni siquiera con él mismo y aburrió soberanamente. Aprovechó el viaje de sus novillos, pero se olvidó de mandar y templar. Le faltó decisión para bajar la muleta, colocarse adecuadamente y transmitir emoción. Por el contrario, lo intentó con más resolución su compañero Jarocho, muy decidido en su primero, pero se dejó enganchar la muleta, se colocó mal y, al final, todo quedó en nada. Ahogó la embestida del quinto, pero, al menos, consiguió una tanda de redondos muy aceptables cuando asentó las zapatillas y ligó con mucho corazón. Pero supo a muy poco, ésa es la verdad”. El banderillero Antonio Layu, “el Chino”, fue cogido al parear y sufrió una herida en el tercio interno del muslo derecho con una trayectoria ascendente de 20 centímetros. Pronóstico, menos grave. En la temporada de 2003 debutó en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla el 11 de mayo, sin que la suerte le acompañara, pese a que fue ovacionado en sus dos toros. Alternó con Octavio Chacón y Paco Ramos, en la lidia de utreros de “Villamarta”. Íñigo Crespo hizo este juicio crítico del torero en el diario “Correo de Burgos” el 9 de julio de 2018
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con motivo de cumplirse 15 años de su alternativa: “Clásico en su concepto, robusto, dotado de un asiento, una gallardía y una capacidad natural para resolver delante de los novillos, Jarocho completó una carrera de novillero brillante y llena de éxitos. Época en la que se anunció en las plazas de mayor prestigio del panorama nacional y francés, y frente a todo tipo de ganaderías. Triunfó con fuerza en su presentación en Las Ventas, plaza donde recibió un año más tarde una gravísima cornada en la feria de la Comunidad de Madrid”. Ese mismo año tomó la alternativa en Burgos, el 3 de julio, de grana y oro con los remates en azabache, de manos de José Manuel Arroyo “Joselito” y Julián López “El Juli” de testigo. Cortó una oreja a “Impetuoso”, castaño y chorreado en verdugo, el ejemplar de la ceremonia, número 27, de 531 kilos, de la ganadería de “Parladé”, que lo brindó a su padre y a su hermano, ahora también banderillero; y otra al sexto de la tarde saliendo a hombros con sus compañeros. Jarocho fue el primer torero burgalés de doctorarse en su plaza. Hasta entonces, ninguno de los toreros de la tierra: Rafael Pedrosa, Luis Miguel Calvo, Juan Carlos Arranz, y Morenito de Aranda, se doctoraron en la plaza de “El Plantío”. Dato que quedará para la historia taurina de Burgos. Terminó la campaña con 16 corridas de toros y bajó la cifra de sus actuaciones en 2004 a 12 festejos, en plazas de tercera excepto las que toreó en Teruel y Burgos. En 2005 solo se vistió de luces en 2 ocasiones, la última de ellas en Briviesca (Burgos), el 16 de agosto, con toros de la ganadería de Jaime Brujo, y Jesús Millán y Javier Valverde como compañeros de terna. Cortó una oreja a su primer toro y fue ovacionado en el otro. Hasta el momento había tomado parte en 108 novilladas y 23 corridas de toros. Ese mismo año, en noviembre comunicó a la prensa su intención de hacerse banderillero. “Ha sido una decisión difícil y amarga, pero hay que ser realistas. Para ser uno más en el escalafón y siendo el mundo del toro tan bonito como es, creo que es mejor disfrutarlo como banderillero. Me voy con la cabeza muy alta. Creo que de novillero tuve mi momento, lo aproveché a medias, y cuando se llega a matador de toros sin la fuerza necesaria para torear en las ferias todo se pone cuesta arriba y es muy complicado. Han sido solo dos años pero cuando llamas a las puertas y no te atienden, y cuando vives tardes como la de este año en la feria de Burgos con la corrida de Partido de Resina, te vacías psicológicamente y te deja muy bajo de moral. La única opción podría ser ir a Madrid, pero para ir a esa plaza hay que ir toreado y con un mínimo de garantías, y eso ahora es imposible. Es mejor tomar otro camino. Quiero seguir en contacto con el
toro desde esta otra perspectiva y espero poder disfrutarlo”, afirmó. “A partir de ahora seguiré siendo y sintiéndome torero. Ya sé que no son lo mismo la espada y la muleta que las banderillas y el capote de brega. Pero, insisto, lo importante va a ser seguir”. A sus 25 años Jarocho no se conformaba con ser uno más “entre los matadores, yo quiero más. Por eso voy a intentar ser importante entre los hombres de plata. Lo he meditado mucho, hablándolo con la familia y los amigos. Pese a todo, he disfrutado mucho de matador, y me voy con la cabeza bien alta”. En 2017, en entrevista a Javier Guillén hizo unas dolorosas declaraciones, pues en menos de un año vio como morían en el ruedo dos de sus mejores amigos, Ángel Barrio e Iván Fandiño. En menos de un año Roberto Martín, “Jarocho” , tuvo en sus brazos los cuerpos heridos de muerte de dos de sus mejores amigos. El 9 de julio de 2016 levantó de la arena de Teruel a Víctor Barrio, ya sin vida, con el pecho atravesado por una cornada. Luego, poco después, un sábado inolvidable para él trasladó a la enfermería a Iván Fandiño, el torero de Orduña que murió en la plaza francesa de Aire-sur-l´Adour. Víctor Barrio fue el primer torero que murió en el siglo XXI, pero en solo once meses subió la cuenta a dos, “Es mucho en muy poco tiempo, pero merece la pena seguir, es una profesión en la que hay mucha verdad, en la que se muere. Sabemos el riesgo que asumimos, que los toros cogen, que se puede morir, pero es algo que nunca piensas, aunque por supuesto que me han corneado, tengo cinco o seis cornadas. Aquí nadie se libra, es algo que tarde o temprano llega”. Ahora, vestido de plata, Jarocho, es uno de los subalternos más importantes del momento. Ha toreado en las cuadrillas de Morenito de Aranda, Joselito Adame, Iván Fandiño, dos temporadas junto al salmantino Juan del Álamo. Además, ha toreado suelto en otras cuadrillas tan importantes como las de Miguel Ángel Perera en ocasiones. Iñigo crespo, terminó de analizar al torero en la actualidad de este modo: “Buen capotero, sólido y limpio, Jarocho es de esos subalternos que son pura eficacia. Solvente en banderillas, presto y bien colocado en la plaza, el de Huerta ha recogido premios importantes por su buena labor en ferias del prestigio de Madrid, Bilbao y Sur de Francia”.