Profesorado reflexivo e investigador. Propuestas y experiencias formativas Domingo Roget, Àngels (ed.) Narcea Madrid, 2020 No sé si coincidiré con los lectores, pero creo que uno de los grandes retos de la institución escolar actual consiste en poner en marcha procedimientos colaborativos entre el profesorado que permitan afrontar en equipo las dificultades que se producen en cada contexto escolar. Hablamos, por supuesto, de procedimientos que tengan como objetivo la mejora de los aprendizajes y que alcancen a todo el alumnado. Para ello necesitamos un modelo de profesor reflexivo, comprometido con su práctica y con su alumnado, que trabaje en equipo y que esté dispuesto a llegar al fondo de las cuestiones. Giroux en los ochenta nos hablaba del modelo de profesor como intelectual crítico. También, en aquellos años, la investigación-acción participativa se presentaba como una alternativa de cambio. Fullan y Hargreaves, más recientemente, defendían las comunidades de aprendizaje del profesorado y ponían el acento en la reflexión colectiva para la mejora. En esta línea de trabajo Àngels Domingo ha editado un libro con propuestas y experiencias formativas. Domingo ha desarrollado
el modelo R5 que de forma resumida contempla cinco fases de reflexión: 1. Seleccionar un hecho para reflexionar, 2. Reconstruir el hecho a posteriori, 3. Reflexión individual autoregulada, 4. Reflexión grupal y 5. Planificar la nueva intervención. Con ello introduce la práctica reflexiva en la metodología de trabajo docente Àngels Domingo pretende aumentar la competencia docente mediante el desarrollo de la reflexividad. Introduce además la espiral acción-reflexión-acción que integra la teoría y la práctica. Montserrat Payá, Anna Escofet y Laura Rubio dedican su capítulo al maestro investigador y muestran la experiencia, puesta en marcha por la Generalitat de Catalunya, del Programa de Mejora e Innovación en la Formación de Maestros (MIF) en el que incorporan a los maestros a los equipos de los proyectos de investigación de las universidades de Barcelona y Girona. Interesante lectura, tanto en la aplicación del aprendizaje-servicio a la formación inicial de los docentes como en el desarrollo de su competencia investigadora y su participación en el diseño. Quizá lo más importante sea constatar que estas tres metodologías (aprendizaje-servicio, investigación formativa y codiseño) favorecen los procesos de aprendizaje en los estudiantes, a
la vez que acerca la realidad escolar a la teoría y el conocimiento académico. También me gustaría destacar el trabajo de Ana Ayuste y Begoña Gros sobre el papel de la investigación en la formación inicial. Las autoras parten de la idea de que la educación es una práctica en constante revisión, por ello es necesario fundamentar los procesos de mejora e innovación en la investigación científica. La formación debe aportar al docente los principios básicos de la investigación, pero, además, debe ayudar a incorporar a su cultura profesional los procesos de observación, análisis y reflexión rigurosos propios del método científico. De este trabajo me gustaría destacar también el análisis que aportan sobre la distancia que se ha mantenido durante demasiado tiempo entre la práctica docente y la teoría educativa. Así, la desconfianza entre el mundo universitario y el escolar y su relación jerárquica; la escasa acumulación de conocimiento y revisión de la literatura científica; la publicación de artículos de investigación que no se dirigen al profesorado; la baja formación en investigación de los docentes y la resistencia a convertirse en investigadores contribuyen a que esta situación se mantenga. Para terminar, me gustaría destacar también el trabajo de un grupo de autoras chilenas encabezado por Yazna Cisternas que desarrollan el modelo formativo de los Círculos de Reflexión Pedagógica como espacio el análisis y
Fórum Aragón, núm. 31, diciembre de 2020
Lecturas
61