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A media voz: Pedro Molina

A media voz

El debate de los libros de texto en la escuela de hoy

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Libros de texto sí y no o a veces, es un debate desde hace un tiempo. Pero es un hecho que han sido y son la herramienta de trabajo más utilizada en los centros escolares ya que facilitan el seguimiento del currículo y la consecución de los mínimos exigidos por el sistema educativo.

Frente a esta herramienta parece prioritario tener claro que es lo que se quiere conseguir con cada grupo y con cada individuo, anticipar los fines educativos perseguidos valorando en cada momento las circunstancias para el logro de los mismos, teniendo en cuenta los diversos recursos disponibles. La sociedad, la literatura educativa, la política o la administración han inducido o favorecido unas formas de actuar u otras. También lo ha sido en el tema de los libros de texto y en este número de la revista podemos leer diversas opiniones al respecto.

Hay manifestaciones en el sentido de un sometimiento excesivo al ritmo marcado por esos libros de texto, que contienen el currículo establecido por la normativa, que han determinado la actuación docente sobre el desarrollo del proceso educativo de cada alumno/a.

El uso de la proximidad o del entorno facilita el logro de los objetivos del aprendizaje, aunque tampoco deben excluirse visiones y escenarios más lejanos. Abrir caminos, estimular las preguntas y los horizontes enseñan en el progreso de las personas. La lectura es una buena manera de conocer, discernir y demás verbos utilizados en las programaciones escolares que aplican los currículos.

Existe una dependencia con lo establecido en la normativa. Sin embargo, los docentes deben discernir a qué obligan las distintas disposiciones y además el sometimiento de unas normas a otras según el rango de cada una de ellas. Esto nos permite diferenciar sensiblemente la Educación Obligatoria de la Postobligatoria. La educación obligatoria tiene unos objetivos claramente definidos para toda la población y que, por lo tanto, deberán poder ser adquiridos por todos los individuos gracias a su esfuerzo y el de los profesionales dispuestos por el sistema. Estos profesionales tienen esa obligación de lograr unos ciudadanos con capacidades diferenciadas, pero con un nivel detallado en las leyes de más elevado grado y que no está sometida al ritmo o a los contenidos de los “libros de textos”. Éstos están, si los quiere utilizar, para ayudarle en ese avance. En la educación postobligatoria, conforme se va avanzando en los cursos cada vez más, las órdenes de los currículos son minuciosas y por tanto más finalistas. Aquí los libros de texto, si se quiere, juegan un papel de suministradores de contenidos conceptuales que serán complementados, junto con la utilización de otras fuentes.

Ahora bien, la labor del educador va a ser determinante en el estímulo y en la adquisición de las capacidades y de las competencias del alumnado como individuos sociales. En los niveles de educación superior, voluntariamente elegida, existen controles externos a los que hay que responder. Estos controles no deben hacer olvidar las exigencias establecidas en las normas sobre los currículos de cada materia. Por ejemplo, en las materias de 2º de bachillerato no deben ser desarrolladas exclusivamente según las pruebas de selectividad, ni las competencias de una determinada profesión por las necesidades específicas de una empresa concreta o de una oposición, como tampoco está habilitado como médico alguien que simplemente se ha preparado y superado la prueba MIR. Las competencias profesionales y los títulos son lo establecido en cada oficio o nivel académico.

Estamos inmersos en un sistema educativo donde los intereses económicos son determinantes de muchos de sus aspectos. Por supuesto, las editoriales obtienen una parte esencial de sus resultados económicos en sus “libros de texto”. Los autores de estos manuales suelen ser

profesores a su vez de las materias específicas de cada uno de ellos. Evidentemente, el mercado de libros ofrece a los docentes variedad para elegir y en esa elección hay que suponer que se responde a unos criterios basados en la ayuda al proceso de aprendizaje del alumnado y a poder ser también se tenga en cuenta otros aspectos, como el precio y la rentabilidad para el logro de sus objetivos educativos.

La pandemia del COVID ha permitido resaltar las dificultades de la no presencialidad: materiales, contactos, seguimiento… Los resultados han sido diversos, satisfactorios o no. En este sentido, me parece interesante resaltar las experiencias de la Enseñanza a Distancia reglada por la propia administración educativa. En ella existían libros de texto elaborados por el propio sistema, cuyos autores era el profesorado dedicado a esas enseñanzas, eran gratuitos o a precios sin los márgenes editoriales habituales. En estos estudios se incluían además materiales para el seguimiento regular del aprendizaje por parte de ese alumnado, tanto en enseñanzas básicas como bachilleratos (INBAD, etc.).

Ahora que el papel escrito se va haciendo esquivo, aparentemente poco atractivo frente al mundo digital igual es una buena actividad que cada alumno/a haga su propio libro de texto, ayudándose de las tecnologías de la información y comunicación, y del fácil acceso a documentos en la red. Equivalente al “cuaderno del alumno/a”, siempre y cuando éste sea consecuentemente valorado. Acompañado de pruebas que justifiquen la adquisición de los correspondientes contenidos. Se estimularía y se aprendería el uso de una biblioteca escolar, en la que podría disponerse de libros de texto de diversas editoriales. Esta experiencia con el alumnado de la educación básica permite desarrollar la capacidad de búsqueda y de creación, la escritura y la oralidad en la exposición de su trabajo.

Como ya es habitual en esta revista, son interesantes las experiencias que se presentan y dan una muestra de lo que se está haciendo en nuestro entorno. Las hay que muestran un aprendizaje más inductivo y otras más deductivo. En todas ellas se manifiesta el esfuerzo en su desarrollo y la satisfacción en sus resultados. A veces se echa en falta contrastar más minuciosamente la efectividad de esas prácticas pues se intuyen breves comentarios de dudas, como la falta de implicación de otros (compañeros y administración) que vislumbran síntomas de cansancio e incluso de agotamiento, sobre todo en cuanto a la elaboración de materiales propios. Pero siempre queda la posibilidad de cambios y de seguir probando. La duda siempre ha sido motor de avances.

Los cambios metodológicos también estimulan y pueden ampliar el espectro para lograr una mayor receptividad del alumnado. Ahora bien, cambios meditados pues en el aprendizaje hay que aprovechar el tiempo y no hacer actividades sin sentido. A veces conviene recordar objetivos básicos, como que estamos educando a ciudadanos que deberán saber hablar, leer, escribir y otras competencias elementales en nuestra sociedad, incluyendo aspectos elementales de nuestra cultura. Una evaluación formativa por parte de todos los sectores siempre nos servirá para analizar el logro de los objetivos pedagógicos que implementen ese proceso educativo de los centros.

Los proyectos colectivos donde se indaga, se trabaja, se presenta, se evalúa y tienen sus propias recompensas suelen tener un éxito asegurado tanto individual como de grupo. Por todas estas razones, apreciados lectores, os animamos a que colaboréis más comprometidamente en este espacio de reflexión que pretende ser el FORUM-ARAGÓN y esta revista. Feliz año 2021.

Pedro Molina Herranz

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