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I Charlando con Salvador Alsius, periodista y exvicepresidente del Consejo Audiovisual de Cataluña
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Charlando con
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Salvador Alsius
Licenciado en Ciencias Económicas (1973) y en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1976). Doctor en periodismo por la Universitat Pompeu Fabra. Decano del Colegio de Periodistas de Cataluña entre 1997 y 2001. Vicepresidente del Consejo Audiovisual de Cataluña del 2000 al 2020. Fue unos de los primeros presentadores de los informativos de la televisión pública catalana.
Realmente Salvador, ¿la TV que conocemos acabará muriendo? ¿Cómo será la nueva televisión?
Los cambios de hábitos de los consumidores son evidentes. Se está tendiendo a sacrificar los canales tradicionales por las plataformas. El target, por ejemplo de TV3, son mayores de 60 años, la gente joven no ve este tipo de televisión. Los motivos son diversos. En primer lugar, hay un cambio de comportamiento que hace que la TV como medio que ha presidido nuestra vidas desde los años 60, se esté acabando, aunque debo matizar esto, porqué creo en una TV low cost. En segundo lugar, las televisiones públicas lo tienen especialmente difícil porqué deben competir con unos canales que pueden emitir cualquier tipo de programa, sin cortapisas. Y, en tercer lugar, las televisiones públicas pequeñas, como TV3, lo tienen todavía más difícil, porqué tienen que competir en un mercado y no disponen de los recursos suficientes para poder comprar. Todo indica que el modelo no da para más, por lo que, o bien se le practica una eutanasia rápida o bien se hace todo lo posible para que la decadencia sea digna y fructífera. No cabe duda que se deben buscar recambios. Salvador Alsius dice que está jubilado, pero sigue muy activo. Su último libro “Com TV3 no hi havia res” es un ejercicio de memoria de la creación y la consolidación de TV3, a los que añade reflexiones sobre aspectos periodísticos, políticos y lingüísticos del proyecto. En los 80, TV3 renovó la televisión de España, después lo hicieron las cadenas privadas y ahora son las nuevas tecnologías las que están cambiando el panorama audiovisual.
Has hablado de la televisión low cost ¿que quieres decir con este término aplicado a la televisión?
Tengo la impresión que la televisión ha entrado en una serie de ideas fijas, inamovibles, arrastrada por la industria; parece que nada se pueda hacer de otra manera. Es importante tener buena ficción, sí, pero no se puede competir, por ejemplo, con series como “Juego de Tronos”. En cambio “Merlín”, de TV3, que tuvo un gran éxito, el precio de producción comparado con estas grandes series, fue mínimo y ha resultado rentable. Creo que debemos tender a producir programas sencillos pero que tengan buena aceptación, que sean ingeniosos, como por ejemplo “Juego de Cartas”, el “Forastero” o “El Infiltrado”. La inventiva es infinita, si se acierta, todavía se puede hacer una televisión de low cost que funcione, tanto buscando en lo que se hace por el mundo, como creándolos.
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TV3 tuvo un muy buen despegue y fue una televisión muy innovadora, por ejemplo, emitiendo “Dallas” en catalán. Todavía no existían las televisiones privadas… de los años 1983 a 1989, TV3 fue una explosión de calidad, innovación… ahora se debe competir en un mercado muy difícil. Actualmente, los directivos lo están haciendo bien, a pesar de las circunstancias. La verdad es que no hay mucho más que hacer que administrar lo mejor posible la inexorable decadencia.
Estás hablando del modelo público centrado en TV3, ¿pero estos criterios son aplicables a cualquier TV pública?
Sí, por supuesto, como medio, las televisiones, en general, lo tienen complicado, más las públicas, porque tienen que cumplir una serie de requisitos, pero las públicas y pequeñas, todavía más. Como ejemplo, la BBC, que va perdiendo peso y relevancia en un mundo controlado por las grandes plataformas digitales de contenidos por suscripción: Netflix, Disney o Amazon.
¿Y no se pensó que el futuro seria así, digital?
La verdad que esto se veía venir… hace 20 años que lo vengo diciendo. Pero es que también los legisladores deberían haber intentado obligar a los operadores privados a dar una cuota de servicio público en su programación, tanto en contenidos como en lengua. Por ejemplo, en EEUU no hay televisión pública, mientras aquí se pone respiración asistida a las televisiones públicas, las privadas están en tierra de nadie y se han acostumbrado. Con la ley del audiovisual, que no está aprobada, a ver si se pide a los canales privados que cumplan una serie de mínimos, porqué sino, nos quedaremos con una TV pública o muerta o residual. tionarlo: Todo el sistema de convivencia política se basa en el sufragio universal, concedemos el mismo valor a cualquier voto. Y, si estamos tan convencidos de la bondad de este sistema, deberíamos trasladarlo sin duda a la evaluación de los contenidos. A partir de aquí ¿quién y en nombre de qué puede dictaminar qué contenidos se deberían emitir?, ¿cómo se corrige el gap entre las apetencias de los consumidores y lo que les conviene?, ¿se aplica un despotismo ilustrado del siglo XXI?... Estoy convencido que la educación mediática y digital ayudaría mucho. No se trata de hacer uso de más herramientas para ser más digitales, sino de educar y orientar en contenidos, desde pequeños.
La nueva directiva audiovisual europea contempla este aspecto: alfabetización mediática, que los ciudadanos puedan acceder a la información y utilizar, analizar de manera crítica y crear contenidos mediáticos de un modo responsable y seguro, los ciudadanos deben poseer capacidades de alfabetización mediática avanzadas. Lo encuentro fundamental.
Estamos de acuerdo que como sociedad y como consumidores hemos cambiado, y también en que los contenidos han ido evolucionado a lo largo de los años. Pero, ¿realmente esta evolución de los contenidos ha seguido las preferencias de los usuarios o más bien han sido imposiciones de las cadenas?
Sí, es evidente que todo ha evolucionado y que las formas de consumo audiovisual también han cambiado y están cambiando. Yo hablo de la “parábola del votante” aplicada al consumo de televisión y me hago la siguiente reflexión al cues-
¿Y cómo se concreta?
Es muy complicado y se necesitan pautas, las administraciones no sé si lo tienen muy claro. Para mí es la clave: Incorporar herramientas para desarrollar el “sentido crítico” en los currículums de primaria y secundaria.
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Viendo el estado actual de convergencia entre el sector de las telecomunicaciones y el del audiovisual, entramos en la regulación de los contenidos, el famoso debate, explícanos como lo ves.
Existe un debate de nivel mundial entre el sector tecnológico y el sector de los contenidos: quién tiene que regular y qué debe ser regulado. En algunos países existen unos consejos audiovisuales dedicados a velar por los contenidos, y en el plano tecnológico otros consejos o organismos se dedican a poner orden en este sentido, como, por ejemplo, en instalaciones o infraestructuras. En mi opinión, creo que actualmente, no pueden estar separados estos dos aspectos. Ha de haber un regulador único que sea capaz de gestionar este binomio formado por los contenidos y la tecnología.
Pero si lo miramos desde el punto de vista de los contenidos, de donde provengo, este aspecto resulta “peligroso” porque el tema tecnológico es tan amplio, con un volumen tan inmenso, que se podría ”comer” al otro. Se podría llegar al punto de priorizar lo tecnológico sobre el contenido. Pero el avance de las tecnologías es tan evidente, que llegará un momento que, desde el punto de vista de la regulación, será prácticamente imposible separarlos. Eso sí, estos hipotéticos organismos únicos reguladores deberán tener una especial consideración hacia los contenidos.
Esto significaría que ¿se debería regular los contenidos que se reproducen en plataformas y redes sociales?
Este tema, de momento, no ha entrado en la directiva europea, por otro lado la ley del audiovisual todavía está pendiente. Este es un gran tema relacionado con la libertad de expresión… y en nuestro país es todavía un debate muy vigente: ¿qué parte del ecosistema comunicativo debe estar regulado? España es el único país europeo que no tiene consejo audiovisual, el ente que debe ejercer de regulador. Hubo algún intento, pero no cuajó. Si algún día se llega a replantear esta cuestión, es evidente que no sólo se tiene que regular la TDT, sino que se debe ir mucho más allá.
Andalucía y Cataluña sí que tienen consejos reguladores, ¿es así?
El Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) se creó en el año 2000, pero anteriormente había existido otro consejo, que sirvió de rodaje para el actual CAC. Enseguida se creó el de Andalucía y Navarra, aunque éste último duro muy poco tiempo. Creo que actualmente está en proyecto el de Valencia.
Pero tú realmente ¿crees que es posible regular los contenidos que circulan por internet?
Realmente es muy difícil. No se puede hacer sin llegar a un consenso con los grandes operadores: Google, YouTube... Pero ¿cómo homogeneizar los criterios mundiales? Ahora bien, es difícil pensar en un liberalismo a ultranza, el laissez faire total. Aunque soy un defensor de la libertad de expresión, como derecho, es difícil imaginarse este universo digital sin un límite que proteja los derechos de los consumidores. Es muy complicado.
Muchas gracias, Salvador, esperamos que este binomio contenido/tecnología sea el propósito para impulsar el sentido crítico del que has reflexionado.
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