SIEMBRA II
SIEMBRA II Relatos de una experiencia única.
Autor: Felipe Padilla Huihua
Cita: Felipe Padilla Huihua (2020). Siembra II relatos de una experiencia única.
(CC) 2020. Felipe Padilla Huihua (Lima - Perú). Usted es libre de: * Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor. Compartir bajo la misma licencia. Sin altera o transformar esta obra, o generar una obra derivada, solo puede distribuir la obra bajo una licencia idéntica a esta. * Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de la licencia de esta obra.
Pasé año nuevo en siembra. Diciembre, lunes 30 del 2019.
Día 1: Con mi mochila, mi bolsa de dormir y una sombrilla que me dió mi mamá, estaba listo para realizar mi segunda siembra por 4 días y 3 noche, solo en el "desierto de Chilca". Partí temprano desde mi casa, tomé un bus interprovincial hacia el sur y bajé en Chilca. Ahí una moto me llevó hacia el este donde están los cerros, y me dejó en la tranquera de un gran terreno. A partir de ahí el viaje era a pie hasta llegar a las faldas de algún cerro. Tuve la dicha o desdicha de encontrar varios palos de madera en el camino, y pensando que me podían servir como leña para una fogata los fuí recogiendo y con eso aumentando mi carga hacia mi destino. Fue difícil y muy agotador, pero lo tomaba como un reto, como una dificultad que debía pasar en esta práctica espiritual. Me decidí por un lugar, distinto a la primera siembra, un poco más metido en los cerros y me instalé armando un círculo de protección con piedras sagradas y realicé un ritual de agradecimiento. Esto cuando el sol ya se estaba ocultando. Empecé a meditar, utilicé unas plantas maestras para introducir dentro de mi seres ancestrales y facilitar la conexión con el lugar. -"Es un momento muy tranquilo, siento mucha paz...". Al observar a mi alrededor ya era de noche, la luna deslumbraba, había una sola estrella debajo, y más tarde aparecieron otras hacia el sur. Se escuchó de pronto 3 chillidos de un animal hacia el sur este de mi lado, se escuchaba muy cerca. Era un sonido muy raro, un tanto agudo y prolongado, pasó un rato y no lo volví a escuchar más. Me eché para observar el cielo, se veía el universo, un portal mágico. Por cierto, ya habían salido varias estrellas.
El cielo en Chilca.
Día 2: Me desperté y estaba totalmente oscuro, calculo eran las 3am aproximadamente, ya que el cielo se encontraba completamente nublado y la luna y estrellas ya no estaban. Es un poco incomodo dormir y por ello, me levantaba frecuentemente en las noches. Al despertar nuevamente ya era de día, pero la niebla aun tapaban las cimas de las montañas. El sol aun no aparece o almenos no se deja ver. Me había dormido varias veces y en casi todas se me presentaban visiones raras, que no entendía, sin sentido y hasta visiones dentro de las visiones. Olvidé mencionar algo muy lamentable, pese a encontrarme a millas de distancia alejado de toda civilización he encontrado bolsas de plástico, de todos los colores, atrapados en plantas con puas que yacen en ese lugar. -"¿!Cómo es posible que lleguen hasta este lugar?!" Arrastrados por el viento en dirección hacia el este, las bolsas viajan hasta ser atrapadas por una de estas plantas, a veces en una roca. No pude contener mi molestia y decidí recoger algunas bolsas antes de que el sol salga de las nubes y me impacte con sus rayos.
Bolsas en el desierto.
Estaba completamente calato, y se sientía muy bien. Había realizado algunas actividades con el lugar como gritarle al cielo o simular ser un puma. Ya era mediodía y felizmente mi madre me dió su paraguas, pues el sol estaba muy fuerte, asi que mejor seguía desnudo. En la segunda jornada de recolección de las bolsas, ya cuando el sol se ponía a eso de las 3pm aproximadamente, me conecté bien, aunque no lo crean, con el paraguas, sensacional, me creía invensible, con él recogía las bolsas y lo sentía parte de mi, era como el "sr.paraguas". Fue arduo el trabajo, eran demasiadas bolsas y no pude recogerlas todas, lamenté eso.
Escalé una pequeña montaña para ver como podía llegar, al día siguiente, a la cima de la montaña más grande. para observar lo que había al otro lado detrás de ellas. Cuando recolectaba las bolsas, encontré una hoja de un libro viejo, enganchada en las plantas, eran varios poemas, lo saqué en ese momento y lo recité a todos los seres de mi alrededor, me gustó mucho y espero que a los demás también. Día 3: Era nuevo año, y en la madrugada se escuchaba hasta aquí la bulla que hacían las personas celebrando desde las ciudades, aunque llegaba solo como un eco, aquí aun predominaba la calma. Amaneció y la niebla de la cima de las montañas se estaba despejando. Me preparé y enrumbé mi camino, llevé un mango que iba comer al llegar a mi meta. El camino fue como lo esperaba, bien dificil y muy pero muy agotador, tuve que parar por ratos a descansar y a veces me encontraba en aprietos por lo empinado. Llegué a la cima exhausto, sin fuerzas y porfín me devoré el mango, como premio por llegar hasta la meta, fue el mejor mango que había comido en mi vida, así lo sentí. Estuve buen rato ahí, el sol ya estaba encima mío, ya era mediodía, el primero del año 2020, y yo en la cima de un cerro robusto y gigante. Al otro lado ví más cerros, igual de grandes y otros hasta más. Parecía que todo ese lugar estaba rodeado de puros cerros gigantes, era un mar de cerros. De pronto, apareció lo que no pensé ver otra vez, un águila, con una fuerte brisa del viento que desarmó mi paraguas, se hizo presente desde el fondo de los cerros, rodeando cada cima, exclamando ser el "rey de las cimas de las montañas", una eminencia.
El rey de las cimas de las montañas.
Como no quería incomodarle me fuí hacia un lugar más bajo y tomé una pequeña siesta, no sé si en ese lugar no se siente tanto el sol, pero lo sentía mucho menos que el día de ayer cuando estaba abajo. Era momento de bajar y me fue dificil elegir el camino de retorno pero parecía haber tomado la mejor opción, tal ves fue asi, tal ves otro habría sido peor, no lo sé, pero llamé a este dibujo que hice "la bajada de la muerte", bueno lo pensé porque escribí mejor "la bajada de la cima", ya que por ahí iba a bajar.
La bajada de la muerte.
Fue demasiado complicado, mucho más que la venida, mis piernas temblaban, no me sentia muy seguro, pero con la ayuda del paraguas parecía que todo iba salir bien, de nuevo empecé a sentirme invensible, cuando de pronto, tropecé y caí arrastrado por una parte inclinada y no podía detenerme, usé el paraguas como estaca y se rompió, pensaba que iba a morir o quedar gravemente herido, pero pude cogerme de una piedra que estaba bien plantada en el cerro y detenerme colgado de una sola mano mirando hacia abajo las grandes rocas con filos y plantas con puas que me estaban esperando. Mi brazo y mis manos estaban todo raspado y muy lastimado, a parte de como me sentía, asustado y con una adrenalina mortal, de vida o muerte, tuve que sacar físico de donde no tenía y con el paraguas roto. A partir de ahí fue lo más dificil que me ha tocado pasar, con gran esfuerzo y mucha fe logré llegar a un lugar más plano y seguro, lo había logrado! Me curé las heridas, siempre es bueno llevar primeros axilios. Había mucha calma de nuevo, el sol se ocultaba por ratos en las nubes. Difinitivamente el día anterior estuvo más despejado. Como últimos actos me levanté a realizar una especie de danza para sincronizar mi cuerpo con el lugar, me conectó bastante. Con esa sensación, conversé con los seres de mi entorno sobre cosas muy profundas de mi, para que sepan y me aconsejen como cuando se lo cuentas a tu "mejor amigo", fue un momento muy sentimental, muy especial. Terminando de conversar con todos exclamé para concluir lo siguiente:
-"SÁQUENME LO QUE TENGA QUE SACAR! SÁQUENME LO QUE TENGA QUE SACAR! SÁQUENME LO QUE TENGA QUE SACAR!" Lo dije con toda mi alma, y a la tercera vez sentí algo que salía dentro de mi, como una especie de náusea profunda y me arrodillé a querer vomitar, pero solo logré escupir un poco, no sé si era porque solo había comido tres frutas en los tres días que iban, o porque yo mismo reprimía esas ganas de vomitar o expulsar todo. Día 4: La noche fue una de las más intensas, la ansiedad reinaba, me movía a cada rato, estaba muy incomodo, pero por otro lado, logré comprender mucho mejor el cielo, las constelaciones, los movimientos espaciales, fue muy observativo a la vez, igual me costó descansar. La enésima vez que me desperté. ya el cielo se estaba esclareciendo, ya había amanecido. Empecé entonces el viaje de retorno hacia Lima. De pronto me sentía tan conectado con todo, me sentía familiarizado con los cerros, las piedras, las plantas, insectos, me sentí muy seguro en mi viaje de retorno.
Siembra II.
Una prรกctica ancestral para obtener poder.