Felipe Ruiz
Trenes
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A Tania Lorenzo El viaje
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Uno, está usted dedicado a descender por las gradas del alfabeto, dos, está usted a tiempo de bajar a ver de dónde viene la pena, tres, está usted bajando por los durmientes, cuatro, verá usted una casa puesta a disposición suya, cinco, va a caminar porque tiene el pie mal hecho para las bajadas, seis, irá usted a ver qué bebió.
CON LA BOCA CERRADA NO HAY PORQUE ENTRAR EN LA CASA DE LOS SORDOS PARA IRSE TENTANDO POR LA PENA DE LA ESTACIÓN
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A través del espejo Si alguien oyera la historia de mi Nahuatl podría ser águila que guarda mis sueños en su ojo mayor. Los días que vienen no tienen por dolor más que el de siglos y siglos dormidos en la boca de los ríos que se abren como si fuesen legiones de guerreros que despiertan. Leones saltan a la mejor y más antigua selva que los salva de estar tan terriblemente cerca de su pobre feriado. Los dolores van quedando atravesados por la orilla donde el río ha quedado dividido como una historia de decisiones y reloj cuarzo. Árboles que amo podrán ustedes repetir alguna vez la única canción que está en la boca del nacido para que este no tiemble cuando salga de su día más amargo como si su única falange fuese la paciente melodía de las hojas. Caen en ellas tantos de brazos cortados que el vidrio en mis plantas no quema cuando salta la vieja calcomanía de su hoyo.
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Muy Bien Puede que la eufórica cornisa que tiemblan en la más alta certeza esté en su suave recorrido por la casa, puede que los aviones que están pasando por la saturada ya me hayan tocado con sus alas y ahora esté volando más allá del plano de los viejos días. Alguien que estuvo en pie pudo ver que estaba tan callado todo cuando la cosa se descubrió que encinta ya no se puede demorar más la lombriz en escupir por la boca la vieja garganta que tanto le tiñe el desierto de destierro. Mi mano tiene plumas y salta por la calle blanca porque ya no tiene más sal que comer en los dientes. Ni tanto dolor solo sufrimiento el que está en la boca marchitando la que canta. El amor el amor, una palabra que guarda el pecho para los días hábiles que se esparcen en la estación donde los trenes vienen cada vez que quieren ver los tranvías desnudos y tristes como en Suecia, como en Holanda, o Nueva York. Árboles que amo, ustedes de seguro sabrán que estamos ya tanto más lejos de volver que nadie nos puede hacer tablas en este juego. Mate.
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Tranquilo Mi Nahuatl me dijo que el corazón es guardado en el pecho de los que respiran para que salga la liendre. Por la boca no muere ni el pez ni la lombriz que tiñe de viento las calles cuando uno va por calle de artistas y se dirige luego a la federación de estudiantes y las palomas se agitan. Luego uno se va por el paseo de los huérfanos y pasa a la moneda donde dos perros cubren la salida y se dirige luego a la calle donde todo se pierde y las torres de alta tensión se elevan hasta donde alcanza la mirada. Los árboles que amo posiblemente escuchan algo del terrible aullido de los sufrientes, pero ellos no son porque estaban allí sólo para saber si estaba yo dispuesto a pasar por la calle de las pulgas. Alguien estará esperando ahora que vuelvo nuevamente al encierro por unos días. Alguien podrá saber si yo estaba sanado de tanto esperar por la vieja avenida que temblaba a mi paso.
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Muy bien A lo lejos se oye el quejido de un perro que agoniza porque ya sabe que he vuelto en gloria a hacer tumbar las plazas de su agónico gemido. Los que hablaban de dormir se suben por la avenida y saltan a saludar a las grandes norias de donde el viejo extrae su agua para que ellos no escuchen más sordera por palabra. Alguien que pudo oír temblar a los agónicos se queja de que ya no tiene por qué sentirse satisfecho de sí mismo deambulando por calles sin nombre como si fuesen a saldar viejas deudas con el pasado. Por eso bien es oír que el pasado del río se va quedando a través de los pasos por donde voy yendo rumbo al norte que me espera cuando paso con liviano pie sobre las rocas y los vidrios. Por eso cuando croa la rana se siente que tal vez algo de agua caiga en lo más bajo donde ella estaba salpicando su fango a destajo. Mate.
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Tranquilo Antes del paraíso vertical tenía que bajar al norte a ver qué había allá que tanto me tenía puesto en los ojos los cerros informes. Viejos trenes donde premios corrieron y parlanchines amigos que ya no sirven demasiado. Viejas vigas cruzaban antes de llegar a la playa, durmientes que uno pasa a nado para ver si se puede andar despierto por Nueva York, Londres, Paris. Alguien seguramente escribe en un árbol la canción para un nuevo durmiente, pero los que escuchan podrán saber que estamos más lejos y que está bien sentirse contento porque ya no hay más temblores que tiñen de gris el asfalto donde uno pisa, ni más aspavientos por tanto andar suelto por calles que no tenían por qué ser reparadas. Árboles de amor.
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Los รกrboles de vigas
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Muy bien Si oyese gemir a las vigas del tren podría pasar algo que no temblara por su casa porque están destruyendo todo a su paso con solo estarse tan asolado en la ciudad que nadie quería quedarse quieto. Si oyese gemir podría alguien subirse nuevamente al potrero de la ciudad para que nadie en todo el kilómetro supiese quién era el elevado por quien cantaba el árbol. Por eso le tenía la cara hinchada de sentirse comenzando la navegación. Izamos las velas, nos hicimos con el mástil, nuestra nave está lista para empezar a romper olas en la ciudad. La tripulación se hizo con lo mejor de sí para empezar la aventura de sentirse viva en la mejor ciudad que tenía para que la trene se pusiera helada de sentirse tan grande como si oyese que nadie supiera quién hace y deshace los vagones. El tren es una nave: mira como caen de diámetros opuestos los mástiles de todos a bordo para que se pongan todo especial el árbol que le construye el recorrido donde va a ser nuevamente uno con el gran peritaje. Le tenía el copo hinchado en la cabeza para que supiese quien tenía que salirse por la borda e inclinarse a ver donde estaba la más helada de las casas que tenía en su memorial. Lejos los cerros Blanco y Renca. Se hacían agua por la borda.
Y COMO SI LA HELADA AGUA LOS OYERA DERRETIR EL ASFALTO Unos que cayeron por la borda se oyeron y gimieron cuando pasaban cerca y caían sin saber qué era lo que les derretía el cerebro. Unos se pusieron a correr ensimismados por la borda del vagón mientras los más caían hechos pedazos por no saber marejada y mar cómo se pone el oleaje cuando se hincha la proa y la quilla les salpica al estribor. Unos no supieron donde ir, se pusieron a jugar a los mandamientos con versos extraídos del cementerio. Otros le hicieron asco a levantarse y salieron corriendo de sus camas. Como si oyese el elevador saliendo de su propio hoyo le salieron ojos en vez de mugre al hombre que salpicaba meado cuando corrían todos por la borda despavoridos. Carlos se puso todo de mujer cuando le dijeron que el elevador estaba funcionando para que lo viese todo especial y tan mujer como el quisiese. Carlos se puso como si en Nueva York las pasarelas se pudieran alzar como se alzan los elevadores cuando caen por el hoyo y no tienen más que cuerdas colgando de lo más lateral del mástil que le tiñe de mujer la boca. Por eso cuando pasa por Niebla ya no tiene ni Dios ni cerro que le lance por la borda algo de garrapata. Carlos es mujer y se sube al mástil que tiene que elevarse por la boca del pez sapo para que pesque y no tenga el tren que detenerse en medio del ocre océano.
ELEVANDO LA QUILLA A LA DISTANCIA VAN CAYENDO TODOS LOS SUPER HÉROES Y SOLO QUEDA LA MALDICIÓN DE LOS CARGUEROS Se pone todo contento el hombre rana cuando ya no tiene por qué oír al rodaje del tren que le puso el elevador encima como un hoyo que saliera de su boca. Se pone todo correcto y pierde más agua cuando ya no tiene por qué sentirse dejado de lado. La subida no tiene fin cuando ya todo lo que el tren pasa deja al perro guardián en medio del vagón que lo pone a jugar al filo del madero. Las vigas están todas salidas y los viejos amores van quedando todos atrás para que ya no haya más pena por no tener vergüenza de estarse tan solitario en medio del océano que el temblor del firmamento le ponga un siete a los versos que se libren del ocaso. Sufrimiento por no poder salirse de la enrielada donde solo queda la maldita carga, los maderos apilados en los vagones. Póngale una nota usted al cielo que le tenía espantado de tanto subirse por la borda del tren al agua que esperaba de tanto andar por un océano que no fuera maligno. Lo mejor de salirse fue mejorar el sentido porque ya no hay apuro únicamente soplo el que el viento cae de tanto en tanto para que salga algo de respiro por la ciudad de los cerros.
Muy bien Le puso todo el color del mundo cuando me subí al carro, el perro haragán posó para mí, y los espantosos troncos de la carga pasaron en la lejana playa. Se pusieron todos a reír cuando me perdí, la arena era blanca en ese entonces. Los mejores se pusieron a decir “esta es la mitad de Chile”, pero el espantoso ruido de los vagones no dejaba ver nada más que el dominio del océano, mientras el riel se perdía en lo más gélido del horizonte. Empiné mi caminata hacia el túnel, fui sin pausa hacia lo que me dejaba ver la playa, el sueño fue ahí todo lo único que valía, y me empeciné en poner los pies más arriba de todas las marejadas. Vi los industriosos océanos que recordaban balleneras y otras pericias, vi los trabajadores eventuales en medio del desierto, vi las casas a medio andar, y los autos de tres ruedas. Vi los enormes acantilados que bañan el paredón costero. Litoral. Vi la enorme salinidad del desierto y me descalcé para pisar de nuevo la arena donde anduve alguna vez, sin pausa, el mismo color donde pisando me puse a cantar. Canta, muy bien, cántales, muy bien, muy bien, canta. Canta.
Cerro Blanco Todos se pusieron estéreo el oído con las ondas que salían del cerro, por eso Hernán escuchó que nadie tiene que meterse en las orejas otros tapones que no sean los de agua. Los de cerro le vinieron encima cuando supieron. Todos se pusieron estéreo con el cerro pelado que les tenía que guardar del viaje que iniciaban, por eso le pusieron tapón en el portal donde vivieron, y la estepa quemá les cayó encima. Nahuatl, helmuhtl, un sueño arrancao de cuajo para que ellos no fueran más hombres, para que ellos no fueran más, por eso el cerro les guarda la pena que les queda de hombres por eso les pone todo blanco el rostro cuando saben que ya no les tienen elementos que sembrar en las manos, ni les queda otro ropero que guardar en despensas llenas de nada. El cerro les pone estéreo cuando guardan sus libros y escalan a lo más alto donde están las antenas y no tienen quien les guarde el sueldo y no tienen que les ponga una disposición para oír sus nombres. Por eso le guarda en algo el cerro sus propios nombres, muhatenl, les guarda en algo sus únicos recuerdos para que la ciudad ciega les ponga en la cúspide un canto de amor.
San Cristóbal La más alta verga en la cúspide del santo le puse para que no cayeran todos, hola. Les puse en el elevado algo de amor para que Matías no supiera dónde estaba la claridad. Por eso cuando ellos salen de sus madrigueras alguien les dice que tienen que sentirse llenos de salvar los vagones donde va subiendo gente al santo y en lo más alto les deja caer algo de una verdad mentirosa, blanca como una montaña de nieve. Por eso cuando Matías hace un gol les pone a todos algo de santo en lo más elevado de la cúspide y crispa las mañanas la levantada donde todos ven el regordete cerro que les tiene de funicular los ojos. Algunos animales pudieron escapar, para eso alguien les pone a silbar la mañana y el santo les guarda en su lechero. Intriga la mañana donde trenes suben a ver qué hay arriba y todos los que abajo sufren pueden escupir al cielo. Porque se sufre allá abajo. Algunos caen, otros guardan improvisadas rendijas de agua, Matías hace goles y tiene la mirada perdida en el dolor, espanta su mirada. La mujer guarda en el ropero las camisas, alguien dice que debe escalar el santo para ver de arriba cuanto ropero abandonado hay en la super ciudad que les tiñe de rojo el asfalto.
Cerro Renca Tantita pena, Nahuatl, guehuml humnl, tantita pena, arrancá de memoria de la cruz, arrancá de la cruz heumunl ehlmyutl todo el amor de la ciudad hecho pedazos de amor, todo el amor trizado, vigas rotas, durmientes para hacer cruces, Omar no quiere ir la escuela, dice que no aprende, dice que no aprende ná, tambo y amor, tantita la pena que le tiene de cabeza arrancá, Omar no quiere la escuela, nada más de clases, dice, cansado de las clases, muy bien, muy bien, humnl Nahuatl, nadie quiere escuchar ná, nadie quiere ponerse los yumpers, no quieren sus camisas y la insignia, OH la insignia les queda roja la cara cuando se ven con insignia, tantita la pena en la cruz, homutl, tanto lápiz para rayar las bancas, tanto lápiz para rayar los corazones, tantita pena, la cruz de lápices, la cruz de lápiz pasta en lo más alto, en la cumbre, la cruz que está en la cumbre como si fuera lo más elevado del corazón que le cae encima a los que tiemblan, la más herrumbrosa cruz que le tiene el corazón desecho de yumper, guehuml humnl, tantita la pena, ta roto el corazón.
LA BIEN PARTIDA MÚSICA LES REVUELVE LOS OÍDOS Oyendo música inglesa le puso todo de oración la voz el cantor de evangelios porque tenían que sentirse solventes para el hogar y salirse una mañana de tanto lugar común que les ponía la cara color pichí. Alguien que escuchó las radios supo que no podía volver atrás de ponerse todo contento cuando les desvestía la cabeza con sus pensamientos rotos y les ponía el vinilo para que oyesen, estupefactos, algo de una canción que les salía por la boca como si también la boca oyese. Quien sepa de dolor no podría saber si tanto escuchar en las tiendas les tiene la cabeza rota de subirse a los vagones del tren y salirse por la mar que los recibe incurables cuando posan ante la cámara y le salpica agua por tanto corazón roto en una plaza. Alguien que les oyó parir les podría poner nuevamente música para que ellos no supieran la diferencia entre ser niño, por eso les tenía la cabeza hinchada de oírse repartidos como si los pusieran a deambular en la sombra más pérfida, por eso les ponen siúticos y saben que ya mamá los está oyendo repartidos y repatriados, en el bello Olimpo del musical. Muy bien.
COMO SI SUPIESE LO QUE IBA A PASAR ME PUSE TODO ESPIRITUAL Le puse todo color a la lengua para que ella se poblara de otros recuerdos ajenos para salirme del usurpador lugar donde se tejían los musicales. Por el mejor lugar que pasaba le ponía todo espíritu Nahuatl a mi boca para que se poblara de territorio y supiese qué es mejor para la boca que escuchar las mentiras y geometrías que pueblan la lengua. Por eso cuando le sopla al oído algo especial ella se pone todo de multi opción y también sabe que no tiene por qué mentir más de que la verdad no tiene lugar en la boca estribada de los que tiemblan. Alguien que los oyó mentir posiblemente escuche en su almohada algo del elegante suspiro que le tenía la boca hinchada y machacada de tanto estarse en una cama, de tanta cama que lo visita a uno para que se sepa ingrávido y poblado de fantasmas que mueren en la boca para que tanto uno como ella se supiese elegante de vino y de supermercado que ensucia la cañería de donde mana el agua. Por eso cuando oyes el agua correr se pone todo especial y le eleva un canto a viva voz.
Y ELEVADO AL SON DE ALEGRÍA ME PUSE A TARREAR NUESTRO JURAMENTO Y es así como le puse el nombre a cada uno de los cerros que dormían en torno, como si oyese algo del nombre que le ponía de alegría el corazón cuando sabía que no tenía lugar el reparo del roedor que le levantaba la cola para saberse mejor que el resto. Por eso cuando todos caían encima le puso nombre al glorioso espanto que le sale por la boca al busto donde cae en la cabeza la enagua que le salpica, donde de tanto en tanto sale el espanto, pero amo los árboles, amo la nobleza de las copas que se sienten como cuadrículas cuando yo las muestro para saberme sereno frente a los que están abajo salpicando el agua que los trenes no repara ni siquiera cuando el más alto copón del árbol se siente en la diametral geografía de Chile y desde lo más exterminado el arboleda sabio sal del agua ay, salmonera que salpica sal, estupefacto como estás, sapo, estupefaciente ay, sabrás que yo no tengo reparos para que Nínive se ponga como Nueva York en la más cantada amor que le provoca, muy bien, cántales, cántales, muy bien.
En el cigüeñal donde todos los vehículos posaron para la foto yo me puse a cantar por un momento pensé que era en vano tanto sueño pero de puro amor le puse bueno a los que no creían en trenes zarpando en los puertos
Muy bien Como si supiese elevar los trenes para que caigan tan bajo me puse a reparar los vagones donde entraban, y todos cayeron entonces encima del lugar donde estaban como si oyesen que el reparo fuera mejor que otro que ponĂa en su lugar la super ciudad. Y de tanto luchar por el mundo le pusieron estĂmulos al mayor que le salĂa al paso para que no reparara sus mejores poemas con la boca helada de las super carreteras. Por eso. Muy bien, por eso. Estupefactos.
Muy bien Como si oyese el mejor pasar por la vida se puso a tararear canciones como si nada más importara y como si el rapto del niño no fuera mejor para la salud de los que cantan con la boca llena, como si llamaras y supieras que deberías ir a encontrar tus mejores reparos en la misma ciudad que los recibe. Le pone todo espiritual la boca cuando le cae la teja encima y su Nahuatl le lamenta la canción que le ponía para que durmiera en la boca sagrada de donde mana todo el mismo lugar, el mismo sueño que le rompía los ojos cuando venían encima de sus mejores años.
Muy bien Y del reparado remolque del autito que le venían encima salió el tren para que ellos supieran que nada de lo que pudiese soñarse es mentira, y le ponía todo el corazón, todo el empuje para que la boca saliera de su lugar y no cayera en manos de otros que de tanto sufrimiento agonizaban De tanto oír le salpicaba agua al fondo del corral a la ciudad que ellos elevaban y caían desde su mejor situación a estar en la pobreza por no escupir su agua salada que les rompía la cabeza y les hablaba como oyendo, como cayéndoles encima.
Estupefactos Estupefactos como si fueran oraciones por un difunto les pusieron encima una bota, y de tanto oír les salieron elefantes por los oídos por eso cuando ellos saltan les cae algo del elevado sueño de una vida entera que pasa en cenizas para que les salga la rotura de la cañería en la mejor boca prestada, como si supieran que nada, ni nadie, los podrá salvar ahora. Les ponen encima el pie para que ya no salten ni practiquen, por eso van la cirujano y les ponen a dibujar mandrágoras en el pecho que les salta algo de agua como si nadie los escuchara y los autitos que tienen les pusieran a salvar el conducto ortopédico que les ata el alma a la cabeza. Alguien los va a escuchar para que ya no pidan más crédito ni salten por las ventanas obnubilados por un sueño que les tiene el alma rota, porque de tanto estarse desvaneciendo en la sombra se les puso escupidor el sapo que les tenía la boca enliendrada y el alma como si supiese que nadie más, ni nada, podrá salvarlos ahora.
Y sin vigas el tren parte a la mar
Castro Alguien oyó que Castro había caído en la oreja del océano, como si todos los que allí lo vieron supieran que estaba yéndose para siempre. Lo despedían desde la orilla, le decían adiós con la mano alzada, pero en la orilla misma donde se reparten los barcos el no quería decir que sí a ese viaje que lo esperaba desde hacía tanto. Su mujer lo había visto tantas veces decir que iba a partir que nada de lo que ahora hiciera importaba mucho. El paredón costero se repartía en la orilla y él peregrinaba en la playa como si alguien lo fuese a buscar a esa perdida población que ahora lo esperaba en calma. El barco que había decidido tomar tenía nombre de mujer: Beatriz, y ya nadie en ese lugar podría reconocer si tanto él como su mujer se hubiesen sentido mejor si nadie los hubiera llamada a zarpar. El tren que tomaba en ese largo viaje tenía nombre de una mujer, por lo que nadie más que ellos dos sabían que los barcos son en realidad trenes que ellos abordan para que nadie más los oiga y los visite en el otro lado. Por tanta visita, les ponen de mejor humor los bizcochos, pero nadie me dirá, decía él, qué hacer ahora que estoy presto a marchar. Se puso su boina, se arremangó la camisa, y salió por la ruta donde se ponían los trenes en la mar. Su mujer ya no buscaba nada a cambio de ese viaje y simplemente lo despidió. El vagón era impecable, y ya no tuvo ganas de volver.
Le ponían todos los mares a su disposición, para que él los liberase de su oleaje, y como si oyese el ruido del océano, se puso entonando a dibujar la mar
Yéndose a la ciudad de Castro Son varios otros los corceles que se dedican a divagar en la ciudad. Por eso le puso la cara espantosa cuando supo que no nicho, que no noche al lado del mar. Por eso cuando cayeron encima estaba todo disuelto como su cabeza bañada en alcohol. De tanto andar le puso la boca partida como cutis de greda, alguien lo anduvo divisando, peor noche no hay. La ciudad de seguro los oye como dormidos domingos que les pasan encima para que ellos no oigan de dónde vienen. Por eso les cae encima tanto Ica como si alguien los escuchara de nuevo. Muy bien, ¿eres tú? ¿tú los vas a escuchar? Muy bien, óyelos, sí, tú mismo, óyelos y cántales, muy bien, míralos, sí, muy bien, mira y cántales, canta.
LE LARGABA LA CIUDAD COMO UN JUGUETE DE ESPANTO No más espantoso juguete para niños, no más para que se largue y salga de esta larga geografía que le tiñe de larguero el espantapájaro, no más, por eso le pone triángulos encima y le salpica el agua que le tiene de santo por tanto pensar en dios y ponerle la cara nuestra encima del mismo dolor que le sube a la cabeza cuando llora. Por tanto llorar me puse todo acuoso y el lagrimal se hizo sangre de tanto sudor humano que le tenía puesto el color de los ojos en café, por café, cada cosa que miraba, cada cosa que estaba descubriendo, como si el dolor fuera algo más que simplemente escuchar al mismo que tantas veces quiso poner la cara helada de espantapájaro, la misma ciudad, donde pongo los ojos para llorar, la sonrisa irónica que no es más que pena, por la huida, por tanto que le pone de ciudad la cabeza que le cae encima. Porque algo en el olor le ponía la cara roja, porque algo en los antiguos enceres le doblaba la cara para que viera, sin espanto, que es mejor ser uno en lo que recorre el sendero que le pone la cabeza helada, como si oyese que nadie lo tuviera encima, como si oyese que nadie más lo hubiese rescatado, por la playa donde dejó los despojos, donde una vez dormían los durmientes del vagón que zarpó en el mar que le pasaba de tanto recorrer la ciudad y sentirse humano de respirar y no saber si ya nadie más lo hacía, por eso le tenía la cabeza larga y ya no más liendres en la cabeza.
ESTUPEFACTO Lejano, todos a bordo: le ponĂa una letanĂa encima a cada paso, pero yo no. Lejano, todos al abordaje: le pongo algo de dolor al mismo que le respira el cuento
Muy bien Proponiéndose especial la puso difícil para que ella no supiera dónde, cuándo iba a ser el lugar donde el respiradero del océano terminaría por navegar hacia su encuentro, porque de tanto andar poniendo nombre a los cristales se le navegó el vino de donde venía su super ciudad, sus juguetes, como si oyese que nadie más navegaría encima de su propio tren que le salpica agua cuando el subterráneo le viene al adiós por antiguos días vividos como si alguien más oyese de dónde viene, cuándo viene, y por qué la que canta sabrá que tenía especial y sin reparos su propio canto de amor, pata, para que oyese de dónde vienen el mismo que camina sobre el agua como dormido, antes de caerse. Por lo visto te has puesto gitano, amigo, le dijo a Castro el capitán, y oyéndose así mismo balbucear el hombre no subió hasta la cabina para ponerse a cantar, sino que bajó por el vagón hasta lo más hondo de donde viene el rugido de las máquinas. Hueml teyotetl auml, muy bien, por qué de tanto dolor no sacar la voz por qué si el sufrimiento engarza con todo su propio corazón que le tiene la voz dormida, como si ellos supiesen de dónde, por dónde pasa el tren cuando encalla.
Domingo Unos oyeron que la ciudad se vestía de mujer para que ellos viniesen, que todos los hombres se ponían vestido cuando los marinos bajaban de los trenes. Pero él, Domingo, nos tenía preparado algo especial aquella tarde. Cuando el tren recaló en el puerto le ponía algo especial, música de orquestas, algo raro para que los marinos no supieran de dónde venía aquel misterioso encuentro entre hombres. Pero de tanto en tanto le salía algo al super hombre que tenía que sentirse mejor sin tanto aspavimento, preguntó por el capitán cuando todos cayeron por la borda, pero no había, se lo habían comido los peces. El tren parecía algo agitado a la orilla del puerto donde la ciudad misma que lo recibía superaba toda expectativa de crecimiento. Los marinos mercantes hacían de las suyas construyendo con palos algo de su mejor y más helada pescadería justo a mitad del camino de Domingo. Este se escurrió, les cayó encima con todo y música, y justo en ese momento llegaron a verlo los hombres vestidos de mujer que le hicieron su mejor baile a la tripulación. Danzando la música de Domingo, pronto todos comenzaron a amenizar con pescado y el baile se puso algo esquelético. Domingo se portó mal aquel día. Por eso ahora que lo recuerda ya nadie le viene a decir.
Muy bien Por la sepultada ciudad se veía de pronto amanecer, cuando el tren recaló en el puerto. La corazonada que le tenía puesta encima de ropa de mujer a los hombres, le ponía la ciudad despierta, todos por igual.
POR LA CORAZONADA QUE LE PONE ENCIMA EL RESPIRADERO DE LOS PECES (CAE EL DÍA) Y como si se oyera los peces entrar en el barco que le tenía encima puesta su cornisa, se amanecía en la ciudad donde habían recalado los marinos, y de tanto matiné se puso todo especial el puerto donde los tripulantes daban vuelta a la plaza, se sentían satisfechos de haber llegado con todo y corazón a tan duro encuentro, por lo que de tanto levantarse día tras día, a la intemperie, por lo que de tanta noche sufriente y atolondrada, se puso todo de día de fiesta como al fin donde llegaba se alzaba elevando. Porque lo que cantaba le puso todo especial el día cuando todos se vistieron de azul marino para cantar, sin reparo, la voz del marino que salpica el agua del tren que le sube por lo matinal hacia la geometría del bocanal de onde sale el agua que le escurre, ná, que le pone bacán la noche, ná, que le salta el agua como arrancá boca cuando canta.
PORQUE SI OYESEN A LOS ESPÍRITUS HABLAR, ALGO DE AMOR TAMBIÉN SENTIRÍAN EN SUS BOCAS Como si de tanta ternura que le puso espiritual la voz se sentía todo satisfecho de amainar, de caer en el ruedo del día que le vestía de matinal la cabeza donde ponía su voz, por eso el que sufría le caía encima sin reparos lo que sentía, como si alguien que oyese su oleaje golpeando en la orilla del tren también dijera que lo que no sabía podría ser mejor para la estancia que sentirse ingrávido y celeste en la que oye mejor, con todo, en su murmullo. Por eso el sapo que salpica agua por el ojo de seguro ya no corea a gritos muerte que le pone de todo especial la melodía de la voz por la muerte que le tiñe encima a los que salvan, por todo lo que ellos. Para que no oyesen a su propio dueño dormir los hombres vestidos de mujer se sintieron especiales al gravitar informes en el puerto que les tenía la cara toda rota de ver marinos recalando, y el hombre que les puso música se sintió todo de día de fiesta como si ellos se pusieran a elevar la voz por el día que les ponía de todo el tiempo algo de enculada, como si ellos supieran que los marinos que se los tiran se iban a salir por el ano para saber si también se siente la sangre caliente que le tiñe la herida.
Muy bien Crecidas a su alrededor la cordillera de la ciudad al amanecer se puso todo de Villa Grimaldi para caerle encima a los patriarcas, porque ellos temblaban bajo el viento, y los árboles no tenían por qué saberse recibidos en esa estación mal trecha. Como si alguien los oyese respirar, los árboles estaban colgando de la cordillera que le ponía toda de blanco la cabeza cuando ellos no sabían por qué sentirse tan dolientes de ser penetrados, alguien caerá, pero no seré yo, decía Domingo, como si los que oyeron su voz pudieran temblar bajo sus pies levantando límpido el horizonte bajo sus pies. Como si oyese su propia voz levantando la nieve los árboles se volvieron a dormir bajo el amanecer que los llamaba cuando el tren recaló a las orillas del océano que las propias cadenas de blanca nieve les ponía encima como respirando, pero alzándose para que ellas no supieran de dónde ni cómo el sufrimiento les pone de rojo las rodillas que podridas como bocas mal olientes le elevan a los árboles caídos y llevados por los vagones en las orillas más perdidas de esos caminos.
Muy bien Cántales, muy bien, ¿por qué no les cantas? Canta, muy bien: porque le pusieron de oído el pastizal que les oyera cuando la cordillera se le corrió de la cara para que se escuchara fuerte, que quería trabajo, que quería ganarse el pan como todos, y le puso humana la poesía prácticamente todo listo pasando para que ella le dijera que estaba a punto de encontrarlo, porque de tanto andar implorando en la boca de donde todos vienen le puso tan especial la voz que ya antes la Patagonia le había dejado en la cabeza todo su propio recorrido, como si la vida misma se le fuera yendo con ese tren cuando amanecía sobre el puerto y ya nada más importara. Porque se derrumbaron todos los miserables sueños de cosas, de tantas cosas tener, que le cayeron encima tantos años como si alguien los escuchara venir y nadie más le dijera cuándo iba a tener que recuperar sus propios piojos, porque le ponía la cabeza especial para que el que canta le elevara una solicitud al cielo para que lo dejaran pasar como si los que escuchan de tanto souvenir roto lo dejasen en paz y escuchara los más elementales suspiros de la boca de los que no duermen, como cordillera blanca que le baña el rostro elevado de salpicada agua.
Y una vez largado el tren a la mar el ocaso fue entrando
Descubrimiento Como si tantos días repartidos de sol a sombra se oyese una voz que le cuajara en la garganta algo donde irse, porque de tanto andar poblando su sombra se puso todo de lluvia el guitarrón y la cola de madera le fue a los bosques repartiendo su árbol de amor. Por eso le ponía todo de recoveco la boca cuando oían su propia canción escudriñando los fogones, y los terraplenes de hielo le pasaron a poblar la boca a los que callan y la mariposa aplastada por la boca se puso a vociferar no más cuando ya nadie le salía la helada matinal encima y nunca más se oyó escudriñar al insecto en los hielos perpetuos del fiordo.
Descubrimiento Como si ya nadie más cayera en la boca del abismo, le pusieron la boca helada y de tanto poblar la cara de población le puso todo espantoso el ocaso en el templo donde cayeron vociferando los mejores y más humanos, porque de tanto contemplar los abismos me fui con ellos hasta donde pude, y luego emprendí mi marcha rumbo al altiplano.
Y perfilando mi partida me despedĂ de los sureĂąos
POR TODO ESPIRITUAL QUE LE PONÍA LA BOCA DURMIENDO SE FUERON LOS CAMELLOS Como si oyese repartida su boca en la más nativa latitud me puse todo especial para cantar, porque de todo corazón la oída fue más alta que las más planas estaciones Por tanto andar en la latitud austral le puso la boca en su cabeza de cordillera en cordillera y le puso todo especial el vozarrón para que les cantara a todos sus pertrechos, pata, que le tengo tan especial la boca para que le saliera de población la boca estupefacta.
Por lo mismo que el aire se pone todo levantado cuando canta la pasión le ponía alegría al hogar cuando respiraba mejor el aire y ya nadie lo importunaba Porque de tanto andar con la boca derretida de espanto se le puso espiritual el corazón que estaba podrido de tanto andar en la ponzoña que le desnuda la boca cuando ya nada más, ni nada menos, le cayera por la boca al aire de los camellos.
POR SER TAN HUMANO LE PUSO LA AGITADA CORAZONADA MÁS TRANQUILA CUANDO RESPIRABA De tanta boca que le tenía helada la garganta le puso todo especie de almeja la garganta para que pudiera cantar sin tanto que hallar en cada esquina, por tan elevado con que se encontraba Por los mil y un amigos que iba saliendo a su paso le salía la tarde al encuentro del bosque que poblaba la mar cuando el tren se perfilaba entrando en la marejada de la antigua tarde que lo recibía ahora con la calma de un y mil doncellas esperándolo
Le ponía todo el corazón cuando ya nadie más lo escuchaba y solo su voz se oía en la sombra de la tarde, por tanto andar escupiendo en vano ya no tenía por qué esconderse del dolor Y a la más antigua de las elevadas sutiles promesas le fue poniendo algo mejor que puras ganas, le puso el sueño que de tanto amor le cantaba en la cabeza el sueño mismo, porque sabía que iba a poner algo en la boca de los que ellos están oyendo cuando se esconden por nada
POR ALGO LE PUSO EL DÍA ESPECIAL EL HUMANO, COMO SI ALGUIEN LE DIJERA QUE EL CAMINO ES MEJOR QUE DEJARLO ESTAR Como si oyese algún camino mejor que andar simplemente escudriñando los ocasos se puso todo de hombre para esperarla, que lo respiraba Y si alguien lo hubiese visto en casa lo hubiese dejado estar para que nadie más lo dejara solo por tanto andar escudriñando en la población más oscura cuando todos los perros ladran a tu alrededor y no queda más que esperar que ellos se vayan
Y por tanto andar en el desierto le puso altiplánica la voz porque lo escuchó partir a la cordillera donde se elevaba la más alta voz que le ponía tenor la boca cuando se elevaba Por tanto andar en su boca temblando el cordillerano andar le puso el tren a la frontera para que de mineral roto le anduviera la boca saliendo en la helada, y nadie más que él escuchara los pobladores andar por la tarde
POR TANTO SUEÑO QUE LE CAYÓ ENCIMA SE PUSO TODO DE RECOLETANO EL CORAZÓN, ESTABA EN EL CERRO BLANCO Y LO MÁS AUSTRAL SE IBA PARA DEJAR QUE LA CORDILLERA LO ARRULLARA, ÁRBOLES QUE AMO, USTEDES PODRÁN POBLAR LA AVENIDA PARA QUE ELLOS OIGAN LO QUE CANTA, MUY BIEN, CANTA, MUY BIEN, CÁNTALES, CANTA.
Muy bien Porque de todo despoblado el cerro se le puso especial el día cuando supo. Como si oyera caer tanto argumento inválido le puso el día glorioso cuando la esplendiente le cayó encima y de tanto super star le pisaron el papel que le tenía la cara encinta, como si rota la cicatriz ya no más oyera caerse los descampados sonidos del atardecer en el tren. Como si oyese despoblar el camino se supo todo especial para que le vinieran a ver el tremendo rostro que le puso al descompuesto, por tanto andar desprevenido especial le cayó el colchón encima y supo que ni tanto le había que poner por subirse al trono desde donde los pasos reconocen su propio andar, como despavilados sollozos, le puso el cráneo encima para que nadie más escuchase quién de todos lo puso a ver el camino donde anduvo, a cuestas, con la noche encima, como si oyese el paso de los dormidos en ese día tan especial que lo repara.
Muy bien Para que elevado se pusiera a salpicar agua le pusieron todo especial el día que le cayó en cuenta que tanto siglo roto no condice con la mañana que le cursa cuando los sueños no se caen y elevado encima de todas las cicatrices que le tiñen el cuerpo cayó encima de los sollozos al encuentro de los convivientes, porque eso supo cuando todos los que salían a su encuentro doblaban el camino y no había nada más que ver. Y le puso los ojos de llanto cuando supo que la nublada estaba en cicatriz en su cabeza poblándole cada boca de sueño. Porque de tan especial que le tenía la boca le reparó encima el cuento que le ponía especial el tren cuando zarpaba hacia el costanero, el día que le ponía encinta la mañana y el puerto se poblaba de algo parecido a brumas cuando ellos los ponían a danzar en la levantada, los hombres vestidos de mujer se poblaban el romeral de sus corazones cuando caían encinta por los marinos que le teñían la encabritada melodía que le ponía de sutura el sueño roto que le elevaba en el canto, muy bien. Mate.
Elevado por tanto sueño contado le ponía la cara especial esa rotura, como si oyese que la nueva vida que le tiene en vistas es la separada agua que le puebla los ojos cuando mira el puerto donde el tren zarpó una vez para no volver.
COMO SI OYESE SU PROPIA RESPIRACIÓN SALIENDO DEL BOSQUE SE SENTÍA PLENO DE SUEÑOS, REORIENTANDO LA MARCHA DEL TREN
Fue poblándose su rostro de lágrimas cuando lo oyeron venir, rompiéndose en dos mitades la vida cuando el tren dejó el puerto y todo lo que una vez aconteció antes se había vuelto un océano de nubes en la vista, le poblaba el sueño que le ponía la reparada voz para que oyese su música sin estarse intranquilo, porque el corazón se le subía al romeral de la palabra que elevado se hacía un bosque de adiós cuando le ponía la cicatriz encima y ya nada más lo oía, nada más lo salpicaba como si oyese que de tanta miseria algo le ponía de amor en la boca una palabra que levantada surgía cortando el tiempo en dos misterios, para que el sueño fuese una anterior mirada que le ponía en la vida.
Y DENTADURA ENCIMA LE PUSO LA BOCA TODO DE MORADO CUANDO SUPO COMO LOS DÍAS SE IBAN ALARGANDO Elevado en lo más alto del mástil le puso todo de ballenero el corazón, porque sabía que las orillas perdidas donde lo habían llevado a mirar cómo se descuajaban las ballenas ahora no son más que escombros, en ese tiempo lo eran ya, por eso le ponía la cabeza toda morada cuando sabía que sus madrigales no se sentían tan a gusto con esa grasa cayendo por la tubería.
COMO SI LOS MALOS LE DIJESEN EL CÁLIZ DE FUEGO EN LA BOCA LE POBLARON DE ESPANTO LA MIRADA Para que no supiese esperando a los que mueren se oyó decir, y le poblaron la boca de otras palabras que mejor temblaban que no oyendo decir se sintieron mejor, porque de tanto descubrir se puso helada la geografía de la cordillera y sintiendo la menstruación del océano temblar recordó los océanos que le tenían a sus espaldas, vio los pasos sobre el puente que le poblaban atrás, yéndose como al horizonte la ciudad podrida lo escuchaba, y saliendo de su lugar se puso todo especial para orinar en la orilla donde los cerros se ponen más adustos con el piquete que sale de la tierra para hacer carbón y negrura, como elevando su corazón hacia esas tierras que la oscuridad les pobló en la sombra de los que duermen, muy bien.
Y EN LO MÁS ELEVADO DE LA CORDILLERRA SE PUSO DE AMOR PARA LOS ÁRBOLES DEL NEVADO Porque la boca que le salía le puso todo especial el componente, si tanto que le percutiera lo elevara para que cantara si, tanto le pusiera todo el corazón para que le cantara a su elevada que le ponía toda la boca, como si tanto le elevara la voz que le saltaba del espanto. Y si tanto que le cantó le puso todo especial la garganta para que percutiera sin espanto con toda su voz puesta en la esperanza, de tan elevado que estaba le puso todo especial el dominio de la voz para que no le saliera nada más que amor de la garganta, helada la garganta la pura voz que tenía que ponerle, porque de tan mejor que le tenía la voz le pusieron algo elevado en la garganta, como si supiera que algo le eleva la especial la garganta para que le levantara la voz, como oyendo de recorrido espacial el mejor lugar para que pusiera, como si alguien, por eso le tenía que poner la voz como si oyese que nada más de espanto en la voz que le tenía que subir el tono, como si mejor se oyera la que canta cuando se pone especial y de tanto andar le caminara la voz, todo especial, de caminata y humano, como todo lo mejor que lo escuchara.
Y LE OYERON LA VOZ PARA QUE PERCUTIERA, SIN ESPANTO PERCUTIERA Iba atardeciendo ya cuando los hallaron, por eso de tanto estarse separados se oyó decir así mismo: este es mi sueño, esta es mi morada que le tengo de tan especial que me la construyeron. Por eso cuando le cae de luz sobre los rincones de la pieza le pone todo de lugar sagrado la voz, y de tanto estarse con la voz elevada le ponía todo especial en la garganta. Por eso cuando caía la tarde en el tren le puso todo de Holanda la ciudad para que ellos le pusiesen su fuego en el mejor que le elevaban. Muy bien, hueml, huatetl, aumuln itl, hueml, canta, muy bien, cántales, de tan elevada que le tenía la voz, muy bien, cantales, hueml, xohumatl, canta, muy bien, muy bien, cántales, muy bien, ponles a voz, muy bien, de tan elevado que estaba.
COMO SI OYESE EN TODOS LOS RINCONES DEL ALMA PARIR LA TARDE FUE CAYÉNDOLES EN LA ENAMORADA Por eso le reparaba el corazón cuando cayendo se puso encima toda su enamorada y le levantó la voz para que no supiese si encima o debajo del océano le elevaba la cicatriz que moría bajo su pecho, porque de elevado el corazón le puso una voz mientras los recorridos del alma parecían elevarse, así, de tan crispado que le tenía la voz y el corazón, así, de tan alto que le cantaba a la adormecida. Como si elevara su voz para que se oyera en lo más alto se puso todo especial para no dormirse en lo más pútrido del tren, mientras los vagones en andas le elevaban la cicatriz y ya nunca más, en lo más pútrido del alma se ponía a cantar, porque le tenía un puesto mejor que simplemente los elevados durmientes que ruedan en la desesperanza, y como si supiese que de todos ellos noche tras noche le levantaba la voz, se puso todo cocoroco cuando supo que le iban a vestir el alma con un nuevo corazón, a la dormida, como si de tanto oír ellos también levantaran sus cicatrices y se oyera en lo más alto de la cantata del santo mario de iquique lo mejor de todo miserable pesadilla.
COMO SI OYESE LA VOZ DE LOS GRANDES ROQUERÍOS FUE DANDO POR PRESENCIAR EL TREN Y como oyendo la voz de los roqueríos romper contra la proa me fue dando por presenciar la noche y entrada me fue ocurriendo la hallada, y de tanto sol forastero que caía en la tarde me fue entrando la voz para que yo la diera sin espanto, como si ella fuese algo más que simplemente voz y le diera a su vanguardia algo de mejores días, por tanto ocasional murmullo que le diera a la cabeza se puso todo especia el día, si reparos, se puso todo de lugar la tarde para que yo entrase en ella y le diera su mejor morada. Porque de tan reparado que le tenía el día le levantó la voz para que no corriera y le alzara al vuelo algo mejor simplemente por oír su propia voz constelada y sin reparos, por eso le saltaba agua por la boca cuando oía sus mejores proezas en lo que canta la indeterminada voz que le pone sin reparos la melodía, como si oyese que sin espanto le hablan los suburbios, como si oyese que sin amor le caen las mansiones. De tanto rutilante encuentro le levantó la voz para que oyese mejor el propio sonido de su cabeza resoplando en la melodía que le tenía, como si de tanto andar le ponía la boca sin espanto y le hablara al oído sus mejores cantos, muy bien.
PORQUE DE TANTO ANDAR LE PUSO EL DÍA ATARDECIDO COMO UNA MELODÍA QUE LE TUVIERA EN LA BOCA Le ponía atardecido el día cuando se despertaba. Porque la boca no creyó o el día se abría en nubes para que lo viera. Lo que tantas veces miró, como oyendo su propia respiración en la fosa nasal de los volcanes, ahora levantado le puso la melodía, escuchando su calmo lugar hablar para que no hubiese más reparo en desdecir la lengua. Santiago lo puso en eso al día, para que levantado de su lugar pudiese oír quién de todos los que canta le reparara de sueño el suelo, como si de tanto escuchar la melodía se pusiese a temblar la tierra y el mar que lo tuviera encima la respirara la boca, como temblando fuera de sí, como amando la larga tarde que se extendía mar adentro. Como si oyese su propia respiración en la fosa nasal de los volcanes le puso todo especial el día para que creyese, porque de tanto respirar el corazón se pone especial, de todo lo que oía se salía por la respiración una voz que cayera en lo más bajo de los respiraderos humanos, y elevado así, en lo más alto de la cumbre humana, le levantó la voz a la tierra para que ellos no cayeran en vano. Árboles de amor.
Y ELEVADO ASÍ EN LA VELA SE PUSO A TEMBLAR DE FRÍO, PORQUE LA TARDE CAÍA Y SU VOZ SONABA EN LA ATARDECIDA DE ESOS MARES Y CASI ENTUMECIDO SE PUSO A PENSAR EN LOS AÑOS ANTERIORES, COMO SI DE TAN ENARDECIDO LE HUBIESE PASADO LA CUENTA LA MEJOR PROEZA DE ESOS DÍAS Porque de tanto pensar en los días de la muerte le cayó en cuenta que nada es tan especial como romper en sueños, porque nada es tan bueno como romper con los días que le pone todo rudimentaria la voz que suena en los mejores tiempos que corren, y de tan enardecido que le tenía la esperanza le abrió la melodía para que cantara, como si de tanto amor que una vez guardó algo le pusiera helada la garganta y de un sueñito roto le cayera encima todo el ánima el cielo las miles de luces que se formaban ya en el horizonte cuando caía la tarde y se iba entrando en el puerto el tren. No hay tablas. Mate.
ESTUPEFACTO DE ESTE CIELO ROTO LE PUSO TODO ELEVADO DEL LUGAR DONDE ESTABA, COMO CAYENDO DESDE LO ALTO Y así se puso todo de especial el día cuando aparecían las primeras luces del otro lado, y todo el sueño roto de su vida, el matrimonio, los hijos, se le caía encima como si fuese uno que le pusiera la boca helada cuando ya nada lo hiciese temblar, porque de tanto navegar la boca le abrió el sueño y ya nadie le pudo hacer respirar y ya todo su amor se fue diluyendo en el ocaso que le hacía quebrar la mañana cuando respiraba. Por eso los cielos mismos que lo vieron partir un día ahora se abrían para recibirlo, en la helada que lo venía esperando para que nada ni nadie le perdonara los sueños quebrados, cuando la vida se parte y no queda sino el mismo dolor petrificado para que todo el amor que respira fuera siendo una silueta en la tarde de donde vienen los primeros a recibirlo. Le ponía de estupefacto la mirada cuando cayendo desde lo lejos le vino un día a quebrar la vida y saberse necesario todavía para continuar, porque el alto cielo no se salió de sí para truncar la pasada vida que le dolía bajo los pies como hielo seco que le pusieran para hacerlo caminar, y de tanto escupir el agua que le sapeaba el corazón todos fueron yéndose por el mundo que les hizo suspirar la cabeza y tambaleándose siguieron todos mudos sus vidas y él los pudo ver venir y ya nadie los vio nunca más arriba de los vagones precipitándose en el sueño que le ponía la reparada.
Y ebrios de una verdad desnuda le pusieron el coraz贸n a ese estar en el cuerpo, y toda cintura, todo seno, toda nalga fue como si se oyesen los caminos de la isla entrando en el r铆o de su amor que se estaba desnudando en la orilla, porque de tanto levantar la vista se hab铆a partido ya de todo, muy bien, que parta, muy bien, adi贸s.
PORQUE LAS ORILLAS DONDE LLEGÓ SIN ESTAR VIGILADO EN OTRO SUEñO QUE LE PARTÍA LA MEJILLA DE TANTA PIEL VIAJANDO Y en lo más hondo del mar se puso a respirar en sueños para que ellos no viniesen más. Como en la orilla de un sueño que lo viera partir se desnudó de noche y entró al mar de los suspiros cuando la isla repartía caricias en su piel. Porque la isla que lo vio venir sabía que ya nada más que un puro sueño se ponía a respirarles en la mejilla que se hacía parte de la enamorada. Y los sueños ya no pudieron romperse donde los dioses una vez tendieron un encuentro, y nada más que la vigilia fue entonando su voz la espera por ese encuentro. Y ya nadie habló de muerte en esa isla.
Empiné mi caminata hacia el túnel fui sin pausa hacia lo que me dejaba ver la playa el sueño fue ahí todo lo único que valía y me empeciné en poner los pies más arriba de todas las marejadas