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INFANTES VS CUIDADOS INTENSIVOS MALENY MIRANDA CÁRDENAS
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Los entornos tranquilos, dentro de los centros médicos, facilita que los pacientes en recuperación pueden enfocar toda su energía en su recuperación. No obstante, cualquier individuo que haya recientemente caminado por alguna habitación o pasillo de un hospital sabe que la sensación auditiva no alcanza ser completamente adecuada al entorno que realmente se requiere, llegando a ser frecuente en la noche, acorde a que pacientes nuevos son ingresados y el personal hospitalario responde a las diferentes situaciones de emergencia, por lo que es difícil para las personas poder descansar durante su recuperación. Es común que, dentro de en estas instalaciones, haya un constante flujo de ruido, como es el caso de; alarmas, equipos médicos y otros aparatos eléctricos, sonidos procedentes de las televisiones, sistemas de A/C o extractores, conversaciones audibles en los pasillos o llantos de bebes y ruido de camillas o carros de alimentos y medicamentos que desafortunadamente llegan a colarse hasta las habitaciones de los pacientes. Según investigaciones realizadas por diversas universidades, como la Universidad de Chicago y la Universidad Autónoma Metropolitana, por mencionar algunas, la cantidad de ruido casi se ha duplicado en los últimos sesenta años. Llegando a reportar que el nivel medio de ruido en los hospitales oscila entre 50 y 85 decibeles (dB), lo cual, aunque parezca difícil de creer, es equivalente al sonido que producen algunas estaciones del Sistema del Metro de la Ciudad de México en hora pico*. Es más: se considera que los niveles promedio de ruido en las habitaciones de los pacientes fácilmente consiguen alcanzar el doble de los recomendados por la OMS. Esto, a su vez, es un indicador severo de que el ruido es extremadamente alto y se encuentra muy por encima de las recomendaciones estipuladas por la Organización Mundial de la
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Salud, que son de 35 dB durante el día y 30 dB por la noche. En conjunto, todas las alteraciones relacionadas con el ruido tienen un impacto negativo en los pacientes y en el personal.
Podría considerarse que de cierta manera que el llanto de los infantes, tanto los que están en salas de espera o áreas neonatales contiguas a las unidades de cuidados intensivos, al momento de llorar generan un contaminante invisible, pudiendo llegar a sobre pasar los 110 dB (ver fig 1.1), que produce efectos negativos, que van desde fisiológicos como psicosomáticos, en el ser humano. Un paciente en recuperación es mucho más susceptible a éste y el proceso de curación puede ser afectado de manera importante por su impacto, ya que los pacientes experimentan umbrales de dolor más bajos, agitación y malestar general en medio del ruido constante. Y aunque no se puede adjudicar al ruido de hospital el surgimiento de un padecimiento crónico, sí se puede decir que un entorno silencioso contribuye positivamente al reposo y recuperación de los pacientes y que los trastornos del sueño durante su estancia en el hospital pueden retrasar seriamente su recuperación.
Considerando lo anterior mencionado tenemos que el ruido es extremadamente nocivo en el ambiente hospitalario, en especial en las áreas críticas como son las Unidades de Cuidados Intensivos, unidades de recuperación y servicios de urgencias.
Es importante hacer una mención especial al efecto que tiene el ruido sobre el sueño, sobre todo cuando se suma a una mayor intensidad de la iluminación nocturna y al tipo de luz.
Esta combinación favorece la ruptura del patrón neurofisiológico normal del sueño, su fragmentación e inversión de la relación sueño-vigilia.
Con base en lo ya expuesto y la evidencia científica es necesario implementar en todas las UCI un proceso encaminado a disminuir el ruido, tanto en su intensidad como en su frecuencia.
En toda medida hay que buscar reducir al máximo la intensidad de la voz, alarmas de monitores y ventiladores, timbres de celulares, volumen de televisores, radios y música; evitar arrastrar objetos o dispositivos, abrir y cerrar gentilmentelas puertas, jalar con suavidad los dispensadores de papel y jabón, no golpear mesas o equipo, asi como buscar aislar las areas de sala de espera y cuidados neonatales, Para terminar es importante mencionar consecuencias de tener una mala calidad del sueño así como cuales son los factores de riesgo relacionados: Mayor uso de hipnóticos y opioides, Delirium, Memoria delirante, alucinaciones y trastornos disociativos, Estrés postraumático, Disfunción inmune, Infecciones, Disrupción de los ritmos circadianos hormonales, en especial el de corticoides y melatonina, y alteraciones en el metabolismo intermedio, Estado hiperadrenérgico (hipertensión y taquicardia), desequilibrio autonómico y disfunción endotelial, Alteraciones en el patrón ventilatorio y la respuesta a la hipoxemia e hipercapnia, hipoventilación durante el periodo de retiro de la ventilación mecánica y desincronización de la ventilación mecánica.
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