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Desarrollo de las competencias emocionales en los niños de edad Preescolar

El Desarrollo de las Competencias Emocionales en los niños de edad Preescolar

Introducción.

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Es cierto que educar se convierte en una tarea cada vez más incierta y compleja, cada vez la matrícula aumenta y eso significa más problemas en cuestión de que tenemos que atender al grupo y darles una educación de calidad, ver los contenidos, atender a las necesidades de cada alumno, preparar material, hablar con los padres de familia, etc. El trabajo aumenta y olvidamos por completo lo esencial y por lo que estamos ahí, sí, hablo de los niños, se nos hace difícil poder detenernos con cada uno de ellos y dar una atención personalizada. Nos abruman tantas cosas que dejemos de lado las competencias emocionales, y podemos creer que es tan sencillo trabajar el área socioemocional y que en realidad lo hacemos, que lo abordamos transversalmente en cada una de nuestras actividades.

Les hemos contado tantas veces “El monstruo de colores” que asumimos que ellos ya reconocen sus emociones, que las clasifican y que hasta son capaces de observar las emociones en los demás, pero sinceramente, el hecho que se sepan el cuento de principio a fin no nos dice verdaderamente que han tenido un gran desempeño en sus competencias emocionales, entonces ¿realmente ayudamos al niño a que desarrolle sus competencias emocionales en el aula, o simplemente lo damos por hecho? Es de suma importancia que los niños puedan desarrollar las competencias emocionales dentro del aula, pero ¿cómo es posible lograr esto y como docentes cómo poderlos guiar hacia esto?

Es por ello que en el presente trabajo, se explicará en un primer momento qué son las competencias emocionales, quienes las desarrollan y cómo nos pueden ayudar para un rendimiento óptimo en las actividades que realizamos día con día. Para posteriormente poder hacer un especial énfasis hacia el desarrollo de las competencias emocionales en los niños de edad preescolar mostrando así la importancia de éstas para un mejor rendimiento escolar/académico, ya que es necesario que desarrollen competencias personales, sociales, y emocionales, pero de ello es de lo que se hablará más adelante a detalle. También se pretende hacer notar la importancia del papel docente en la generación de ambientes donde se propicien estas competencias para un aprovechamiento de las mismas.

Desarrollo.

Es bien sabido que todo ser humano desarrolla competencias a lo largo de su vida, cada uno muy distintas a las que puede desarrollar cualquier otro individuo y en distintos periodos de su vida, con las que puede realizar un sin fin de tareas de una manera más fácil que aquellas personas que no tienen estas habilidades. Pero ¿qué son las competencias, y qué tipos existen? Y además ¿por qué son importantes para la vida? Las competencias según De la Cruz, A. (2005) son un: “Saber hacer complejo que exige un conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes, valores y virtudes que garantizan la bondad y eficiencia de un ejercicio profesional responsable y eficiente”, por su parte Bunk (1994) nos dice que son un: “Conjunto de conocimientos, destrezas y aptitudes necesarias para ejercer una profesión, resolver problemas profesionales de forma autónoma y flexible y ser capaz de colaborar con el entorno profesional y en la organización del trabajo”.

Como podemos notar ambas definiciones no están tan alejadas la una de la otra, puesto que entrelazando ambas definiciones las competencias son aquello que desarrolla el ser humano como habilidades, conocimientos, actitudes, valores y destrezas que ayudan al funcionamiento y al resultado eficiente de algún trabajo a realizar, sin dificultades y teniendo ventaja sobre los demás.

Existen dos tipos de competencias: las personales y las sociales, dentro de las cuales hay habilidades y actitudes que hay que propiciar o ampliar según sea el caso. Las competencias personales son las que tienen que ver con el modo de relación con uno mismo, y que te ayudan a regular a ti como individuo tales como: la conciencia emocional, la valoración y confianza adecuada en uno mismo, el autocontrol, la confiabilidad, la integridad, la adaptabilidad, la innovación, la motivación de logro, el compromiso y el optimismo. Por otro lado las competencias sociales tienen que ver en el cómo nos relacionamos con los demás y como lo dice el propio nombre con la sociedad, éstas son: comprensión de los demás, orientación hacia el servicio, aprovechamiento de la diversidad, conciencia política, influencia, comunicación, liderazgo, catalización del cambio, resolución de conflictos, colaboración, cooperación y habilidades de equipo.

Tanto unas como otras competencias, son indispensables para lograr la paz y armonía ya sea de uno mismo o del convivir diario con las demás personas, es por ello que implica una gran importancia el desarrollar estas habilidades para la vida diaria, ya que nos resultaría más fácil el manejo de muchas o de la mayoría de las situaciones que acontecen en nuestro quehacer diario, pues evitaríamos ponernos en situaciones de conflicto y pese a que esto es inevitable es por ello con dichas dificultades vendría la resolución de conflictos de una manera eficaz y rápida.

Es ahí donde entran los docentes y toman la primera parte de la responsabilidad de éstas competencias, tanto personales como sociales. Porque lo primero es generarlas en uno mismo para después poder compartir y propiciar ambientes de aprendizaje donde los alumnos puedan lograr el desarrollo de dichas competencias, ya que no se puede dar lo que no se tiene. Además de que como docentes somos el modelo a seguir de la gran mayoría de los alumnos si no es que de todos, por lo que lo más adecuado sería responder ante situaciones de posibles conflictos o situaciones a resolver de cualquier otra índole, pero siempre de una manera eficiente y sin olvidar nunca que somos el reflejo de la futura sociedad por lo que a los niños se les hará más fácil responder ante alguna realidad si lo observaron de un adulto y aprendieron a resolverlo de la misma manera. De ahí la importancia de enfrentarlos a retos que cotidianamente no estarían preparados para resolver, para que cuando llegue el momento puedan hacerlo sin dificultades en el camino.

El cerebro de los niños en edad preescolar es como las esponjas que absorben todo, por eso y aprovechando esa facilidad de generar nuevos conocimientos, es que es con ellos con quiénes debemos comenzar por propiciar las competencias. Ahora bien ¿qué más hace falta, además de desarrollar dichas competencias en los niños, de ser partidarios en ellas y de ponerlas en práctica frente a ellos? Algo que se deja de lado son las competencias emocionales, que también cumplen un papel vital en el desarrollo académico de los alumnos. Pese a que "El rendimiento académico está íntimamente relacionado con los aspectos emocionales, manteniendo relaciones de dependencia e influencia mutua y por las propias necesidades y características de los sujetos de Altas Habilidades" (Domínguez, Rodríguez 2004). Puesto que dichas competencias son habilidades para controlar emociones propias y de los otros,

discriminar entre ellos y usar esa información para guiar el pensamiento y las acciones.

De ahí surge la inteligencia emocional, tal como lo define Goleman (1995): dividido en cinco dominios: autoconciencia emocional, manejo de las emociones, automotivación, empatía y habilidades sociales. En esta ocasión nos enfocaremos en las habilidades sociales de los niños preescolares. Entendemos por habilidades sociales los intercambios sociales con otras personas, el reconocimiento de sus sentimientos, el amor, la amistad, etc. Y éstas se adquieren mediante el aprendizaje, sus comportamientos son verbales y no verbales y son influidas por la edad, el sexo y estatus. Es relevante fomentar estas habilidades ya que son necesarias para una buena socialización del niño y sus iguales por las relaciones con compañeros, profesores y padres y además permiten que el niño asimile los papeles y normas sociales. Según Hops (1976): "La habilidad para iniciar y mantener una interacción social positiva con los demás es considerada por muchos como una consecución esencial del desarrollo.

Las interacciones sociales proporcionan a los niños la oportunidad de aprender y efectuar habilidades sociales que pueden influir de forma crítica en su posterior adaptación social, emocional y académica". Con ellas logramos en los niños el conocimiento de sí mismo y de los demás, desarrollo de reciprocidad, empatía, intercambio en la relación del rol, colaboración y cooperación, negociación y acuerdos, autocontrol y autorregulación de la conducta, apoyo emocional y fuente de disfrute. Sin embargo de no hacerlo de esa forma los niños que carecen de los apropiados comportamientos sociales experimentan aislamiento social, rechazo y, en consecuencia, menos felicidad. Por ello es imprescindible que la educación desarrolle capacidades y habilidades que permitan al niño aprender a relacionarse y comunicarse en su entorno familiar y social.

Las habilidades sociales a su vez se dividen en cuatro tipos de habilidades:

Habilidades de autoestima: La autoestima es un juicio sobre la vida propia que incluye autoimagen, intereses, sentimientos, cualidades, defectos (L’cuyer, 1994). Según Palacios, J (1999) son características de la autoestima: La subjetividad, las metas que uno se propone, la importancia que le damos a unos contenidos u otros. La

subjetividad y las metas propuestas van cambiando con la edad y las circunstancias. Estos contenidos con múltiples facetas o dimensiones tienen que ver con: El aspecto físico y destrezas y habilidades corporales. La perspectiva que los adultos y compañeros hacen de nosotros. La valoración de nuestro conocimiento: “eres listo, eres torpe”. Hasta los 8 años, no existe una visión realista de uno mismo que es cuando se establece la comparación con los demás.

Habilidades de autonomía de cuidado personal e higiene: Las habilidades de cuidado personal son aquellas habilidades sociales que tienen como objetivo lograr la máxima autonomía en las actividades de la vida diaria (aseo, comida, vestuario), ya que fomentan la autoestima y valoración personal, así como cuidar las apariencias personales, estar a gusto consigo mismo al elegir su ropa, vestirse y asearse de forma autónoma (Álvarez, 1990). Las habilidades de mantenimiento de la salud y seguridad, se refieren a reconocer cuando se está́ enfermo, y la capacidad para seguir pautas y normas de seguridad. Incluyen también saber protegerse de conductas agresivas, etc. Conocer el estado de salud, supone saber indicar dónde le duele. Usar medidas de seguridad supone evitar riesgos y accidentes en los espacios del hogar y fuera de él. Saber conocer las consecuencias del riesgo y evitar los peligros, así́ como denunciar el maltrato (Aprendizajes Clave, 2017).

Habilidades para las relaciones sociales: Las habilidades sociales son las formas de comportamiento cuando nos relacionamos con otras personas, es decir, son conductas que nos permiten actuar de manera eficaz y satisfactoria en diversas situaciones sociales. El conocimiento de otros se realiza por comparación, yendo en un primer momento de lo físico para luego llegar a lo psicológico y de ahí generar empatía.

Estas habilidades no son innatas, se aprenden, por eso, es una tarea importante para el educador, quien se ocupa de desarrollarlas. La importancia de desarrollar dichas habilidades está en que el niño, tendrá́ mayor seguridad, aumentará su autoestima y la de aquellos que le rodean, controlará su propia conducta, se sentirá más querido y valorado, más feliz y por último le ayudará a obtener mejor rendimiento escolar.

Las relaciones sociales se desarrollarán en tres etapas según

Petrus (1998): "Socialización primaria; cuya responsabilidad recae en el entorno más afectivo y

primario del individuo, como es la familia. Su función principal es iniciar el proceso de socialización para que los niños asimilen las manifestaciones básicas de la vida cultural del grupo, Socialización secundaria; fortalecimiento de los hábitos y conocimientos adquiridos en la familia y en la escuela. Se realiza dentro de los grupos secundarios: amigos, instituciones no escolares, medios de comunicación, asociaciones, grupos de ocio, comunidades religiosas, etc., que poseen un carácter menos afectivo. Gracias a estos grupos, que representan valores y estilos sociales, el individuo se introduce en un nuevo aspecto de la cultura a través de los contactos que establece con la sociedad. Y Socialización terciaria; tiene lugar cuando se produce el encuentro entre dos culturas diferentes, tendiendo al desplazamiento de una sobre la otra".

Habilidades de Lenguaje y comunicación: La función esencial del lenguaje es la comunicación. La primera comunicación que realiza el niño es con la madre y es intuitiva, ésta está favorecida por el despertar de los sentidos. Para que el niño enriquezca su lenguaje es necesario enriquecer sus experiencias, sus vivencias, su curiosidad y así con naturalidad empleará palabras nuevas. En el desarrollo del lenguaje del niño tienen un papel preliminar la familia, luego la escuela y en el caso de dificultades lingüísticas el especialista o logopeda. En un primer momento el niño se expresa por movimientos, gestos, sonidos, etc. y es así́ como recibe la respuesta de su entorno permitiéndole una interacción con el entorno.

Teniendo en cuenta las competencias personales, sociales y emocionales, y a su vez las habilidades que en ellas se desarrollan y, por ende, los conocimientos que generarán en el niño, además de valores y destrezas que adquirirán, su desarrollo personal y académico se verá favorecido y enriquecido por dichas competencias que el docente podrá propiciar o crear si se necesita.

Conclusiones.

Durante todo este proceso de búsqueda de información sobre las emociones y su educación, nos dimos cuenta de nuestra faltante en lo que se podría llamar “madurez emocional”.

Esto hoy en día se ve reflejado en diversos ámbitos de nuestras vidas, lo que nos lleva inevitablemente a pensar en lo laborioso que se hace trabajar el espectro de las emociones en edades adultas, y lo beneficioso que hubiera sido haber trabajado las emociones en la infancia, en el periodo de educación inicial. Donde la plasticidad y la capacidad cerebral son un potenciador de todos aquellos aprendizajes y vivencias que inevitablemente serán la base del futuro adulto. Por ello es importante que se propicie el desarrollo de estas competencias desde edades tempranas, ya que las irán formando conforme vayan creciendo y aumentando sus experiencias. La educación emocional en niños de 3 a 6 años es una inversión invaluable a futuro.

Es trascendental resaltar lo cuán importante es la intervención temprana de la educación emocional y el fortalecimiento de habilidades emocionales, que harán del niño, un ser capaz de enfrentar los diferentes retos que la vida le irá presentando. Igualmente, hay evidencia de que los conocimientos académicos se aprenden mejor si el alumnado está motivado, controla sus impulsos, tiene iniciativa, es responsable, etc. Es decir, si tiene competencias emocionales.

Pensamos que la inclusión de educación emocional en la etapa preescolar, debe darse de forma continua, potenciando las diferentes competencias emocionales en pro del beneficio social y personal, de los niños y niñas.

Creemos que jugando a aprender y a sentir, los niños y niñas, saldrán potenciados en sus habilidades, su autonomía y reconocimiento emocional. Lo que les estará proporcionando herramientas, con las cuales podrán fluir de manera óptima en los diversos ámbitos de sus vidas. Puesto que a lo largo de toda su vida podrá ir demostrando su madurez emocional en situaciones cotidianas que aunque parezca que no son importantes para la sociedad. El hecho de tener ciudadanos con una inteligencia emocional capaz de sobrellevar las condiciones que esta nos pone enfrente.

Así como también nos invita a los docentes a prepararnos para poder brindar una mejor educación emocional y además de convocarnos a desarrollar nuestras propias capacidades emocionales, puesto que como bien se dice; no podemos dar lo que no tenemos. Es por ello que es un trabajo en conjunto desde padres de familia, docentes y alumnos el fortalecer las capacidades sociales, emocionales y vivenciales de los niños.

Referencias bibiliograficas

-Aranda, R. (2007). Evaluación Diagnóstica sobre las Habilidades Sociales de los Alumnos de Educación Infantil: Proyecto de Formación del Profesorado en Centros (Centro “La Inmaculada” de Hortaleza) –Primera parte–. En Tendencias Pedagógicas, núm. 12, pp. 111 -150. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2308980

-Bisquerra, A. y Pérez, N. (2007). Las competencias emocionales. En Educación, vol. XX1, núm. 10, pp. 61 -82. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/706/70601005.pdf

-Comunicación asertiva de los docentes y clima emocional del aula en preescolar. En Voces y Silencios: Revista Latinoamericana de Educación, vol. 5, núm. 1, pp. 23-41. Disponible en https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.18175/vys5.1.2014.02

-Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

-SEP. (2017) Aprendizajes clave para la educación integral. pp. 269. Ciudad de México. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.

Revista

“Writing&Reading”

Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Elías Amador 302, Sierra de Alica, 98050 Zacatecas, Zac. Teléfono: 492 922 0121

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