Autor: Fernando de Monreal Clavijo Fecha: 25 octubre 2020
HONOR
Soldado ruso a caballo, con una espada en la mano derecha. (‌) Artista: Kobayashi, Kiyochika, 1847-1915 – Creado: 2 de abril de 1904 -
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Autor: Fernando de Monreal Clavijo Fecha: 25 octubre 2020
Cuando pertenecemos a un mundo de honor, es difícil vivir sin este elemento que marca los pasos de nuestro camino. El corazón rector de nuestra vida, sus latidos, son los pasos que nuestras alas han agitado al caminar sobre un sendero que no todos comprenden. ¿Qué es el honor? Es una pregunta que todo soldado y que todo peón en cualquier tablero de ajedrez sabría responder a cualquier persona que afirme que el honor no existe. Esta afirmación viene dada por la desaparición de los valores, valores reales, verídicos que fluyen despiertos en uno y dormitados en otros. Aunque puede ser que sea un elemento en peligro de extinción. Para un soldado el honor es el reflejo de la hoja del sable que empuña en un conflicto, en un festejo, en una rebelión, en una vida. Pero ¿cómo reconocer la vedad del honor? La espada es lo último que se entrega en el combate, en el campo de batalla. Las Balas silban cuando son disparadas por la percusión del arma que las custodia en la recamara, los proyectiles se acumulan en las cajas y los cohetes son lanzados desde sus recipientes herméticos que se abren como las amapolas en el campo tras la salida del sol. Este día, recuerdo que hace unos tiempos, me encontraba en una estancia, junto a una persona cuyo uniforme era el negro riguroso, fue un militar de gran prestigio, sus manos, también estaban abrigadas con guantes negros y en esta ocasión su cabeza la cubría con la capucha de su guerrera. Estaba sentado en la silla de su escritorio, y frente a Él se encontraba de pie un hombre 2
Autor: Fernando de Monreal Clavijo Fecha: 25 octubre 2020
de tez blanca y delgado, aunque era occidental su cultura la había dedicado a la oriental. Era una persona, este hombre, experta en artes marciales elefantinas, o lo que es lo mismo, artes prohibidas o secretas. El motivo de que se encontrara allí era que el deseo de alistarse en las fuerzas militares de este gran militar “anónimo” pero el comandante le puso una prueba. Cuando el hombre cumplimentó el formulario de solicitud obvió el añadir su formación en artes marciales, una formación que no debía obviar, pero lo hizo. Entonces el comandante, que lo había reconocido, pues había sido alumno suyo en el pasado, me pidió que trajese una espada samuray. Cuando le presenté la espada samuray al comandante, la asió cual samuray lo hubiese hecho, desenvainándola y me presentó la saya. Este me dijo que le entregara al aspirante sólo la saya. El aspirante, cuyo nombre era Rafael, la tomó entre sus manos con las dos manos extendidas. Y miró al comandante con expresión de pregunta. El comandante, que se había puesto en pie para recibir con respeto la espada samuray, le dijo a Rafael. . - Si quieres pertenecer a este ejército, busca la semilla de esa saya. Cualquier hombre de honor sabe que la saya es lo último de lo que se deshace un soldado que jamás se rinde. Fernando de Monreal Clavijo H30X7
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