El Misterioso Caso del OVNI de Quilmes

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El Misterioso Caso del OVNI de Quilmes Por Andrés Simón Pérez (Ufólogo)

EDICIONES DEL AUTOR BUENOS AIRES, ARGENTINA


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DEDICATORIA

A la memoria de todos aquellos ufólogos que, luchando por la verdad, han dado su tiempo y su vida para que el encubrimiento se termine de una vez por todas y la Verdad pueda ser vista sin tapujos.

Nota del Editor: Este libro terminó de escribirse en el año 2005. Sólo recientemente el original ha visto la luz.


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PRÓLOGO POR GUILLERMO A. MAURIER Sociólogo por la Universidad Nacional de Córdoba PhD University of Oxford

PhD. Guillermo Maurier

Cuando conocí a Andrés Simón Pérez, por entonces jubilado bancario, jamás imaginé que sus investigaciones lo llevaran a revelar uno de los secretos mejor guardados del gobierno argentino. Entablé una cordial amistad con él en tanto residía con su hija en el pueblo de Coronel Aurora, provincia de Misiones (sitio en donde tengo algunos de mis campos). Andrés gozaba de un no tan relajado retiro. Las presiones recibidas desde hacía años lo habían obligado a mantenerse alerta y alejado de la Capital Federal,. El costo de su osadía ―relatada en este librito― fue alto, pero con la ayuda de los buenos amigos que aún sobrevivimos, su trabajo puede ver finalmente ver la luz.

Andrés Simón nació en Olavarría (provincia de Buenos Aires) en 1947. Allí pasó su infancia y adolescencia. Entró en contacto con el ambiente ufológico a la edad de 18 años cuando, tras una mudanza familiar a Entre Ríos, aseveró haber visto una nave extraterrestre mientras pescaba en una laguna que jamás quiso identificar. Su padre, don Silvio Pérez (dueño de una despensa) decidió volver a mudar el grupo familiar a Buenos Aires con el fin de poder darle a su hijo mayores posibilidades de crecimiento personal. De poco sirvieron sus intentos. El muchacho se obsesionó con los ovnis y no encaró ningún estudio universitario. Un amigo de don Silvio consiguió que lo contrataran (en 1967) como empleado en el Banco Comercial del Atlántico Norte, por entonces muy bien conceptuado en el ambiente financiero. Fue en el banco en donde conoció a Rupertino Vallen, director de CUBA (Comisión Ufológica de Buenos Aires), una organización amateur en la que se nucleaban fanáticos del fenómeno OVNI con la


4 meta de estudiar y difundir las nutridas noticias que por entonces se publicaban en diarios y revistas respecto de las apariciones de los llamados “platos voladores”. Andrés Simón encontró en CUBA el espacio que buscaba y necesitaba. Su trabajo en el banco le permitía “salir al campo” (como decían) todos los fines de semana, en pos de testimonios y evidencias que probaran la real existencia de extraterrestres. Cuando Vallen falleció cinco años más tarde (1972), Andrés quedó como su sucesor natural, a cargo de una húmeda oficina en el barrio de Chacarita y cuatro “colegas” que lo secundaban. Todos ellos muy jóvenes por entonces, sin estudios superiores y con unas ganas enormes de creer. Ese ímpetu fue el que los llevó a escribir y publicar por espacio de dos años el famoso “BOLETÍN CUBA”, un pasquín trimestral en el que exponían sus trabajos de investigación en el tema. Fue entonces cuando empezaron sus problemas.

Hay una Argentina secreta que muy pocos conocen. Una república en las sombras, donde los paradigmas convencionales de la ciencia están en entredicho y la posibilidad de acceder a “nuevas tecnologías” de origen incierto parece ser una realidad que oficialmente se niega a los cuatro vientos. Sólo unos pocos investigadores han podido atravesar ese manto de misterios y secretos, construido tanto por las dictaduras como por las administraciones democráticas, desde 1983. El autor de esta obra es uno de ellos. Tiene usted en sus manos un libro imprescindible para conocer los resortes del poder conspirativo que se vislumbra por detrás de la historia. Todo lo que se relata en sus páginas es cierto. Un documento único. Su estilo ecléctico, en el que se mezclan descripciones y anécdotas, informes oficiales y extraoficiales relacionados con la temática, convierten esta obra en algo difícil de ubicar dentro de un género literario en particular. Andrés no era un escritor organizado o metódico; aunque sí tenía un sentido del melodrama realmente envidiable. Las fotos adjuntas no tenían en el material entregado una ubicación específica, motivo por el cual son de mi autoría el lugar que ocupan en el cuerpo del texto y sus correspondientes epígrafes. Lo que sigue es el manuscrito que Andrés Simón me alcanzó con la expresa indicación de que sólo lo hiciera público si él o su hija resultaran amenazados Finalmente, el momento ha llegado.

PhD Guillermo A. Maurier Córdoba, enero de 2005


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LA PESADILLA HA COMENZADO

Andrés Simón Pérez ―Una de sus últimas fotos tomada en 2003―

Yo no sé cuántos de ustedes creen. Yo creo. Ellos creen. Todos nosotros creemos (o creíamos) y esa creencia es la que nos ha generado unos problemas tremendos. Tres de los nuestros ya han muerto. Quedamos sólo dos. Rubencito y yo. Pero no nos vamos a callar la boca. Vamos a denunciar a todos esos hijos de puta que nos han hecho la vida imposible desde el momento mismo en que encontramos el ovni. Porque es cierto. Sí que lo encontramos. Por más que muchos hoy se burlen, puedo dar testimonio de que aquello ocurrió. Tengo pruebas. Bien guardadas, por cierto. ¡Minga que se las voy a entregar! ¡Antes muerto! Los “metamateriales” serán dados a lo científicos que quieran sinceramente alertar al mundo de que una verdadera pesadilla ha comenzado. La peor de todas. Pero para que el lector entienda bien de qué va la cosa, es necesario que empiece por el principio, adjuntando los documentos que tengo a mano para certificar que todo lo que digo no es más que la pura verdad. Empecemos, pues.

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6 12 de julio de 1974 Laguna de Chascomús, Provincia de Buenos Aires

Tras haber recibido un llamado telefónico desde la redacción del diario EL ARGENTINO, los miembros de CUBA nos apersonamos en las oficinas de dicho periódico a fin recabar una información trascendental en el estudio del fenómeno OVNI. Junto con Rubén, Daniel, Luisito y Marcelo, viajamos a aquel pueblo sin demasiadas expectativas; pero cuando el periodista en cuestión nos relató los hechos, quedamos literalmente estupefactos.

Laguna de Chascomús Edificio de turistas

De acuerdo con Mariano César Tomatazzo (el cronista mencionado) la estrafalaria reunión celebrada en Chascomús un año antes, en torno al anuncio realizado por el “contactado” Francisco García, respecto de la llegada de una flotilla de platos voladores a la laguna local, había dejado secuelas impensadas.1 Pero primero recordemos brevemente los sucesos acaecidos aquel sábado 25 de agosto de 1973, cuando a instancias del tal García miles de personas se convocaron en las costas de la laguna para ver llegar las naves extraterrestres, cuya epifanía había sido anunciada una semana antes en un programa de televisión de la Capital Federal.

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Nota del editor: para una pormenorizada investigación sobre este caso en particular véase de Agostinelli, Alejandro, Invasores. Historias reales de extraterrestres en Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.


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El “contactado” Francisco García (izquierda) y el periodista Mariano César Tomatazzo (derecha)

Como muchos escépticos lo auguraron, el “Encuentro del Tercer Tipo” no se llevó a cabo. Los alienígenas (emparentados con García, según sus propios dichos) no arribaron. La decepción fue absoluta y los medios de comunicación que habían fogoneado la reunión, junto con el mismísimo Francisco, estuvieron a punto de ser apaleados por una masa furiosa y engañada. La hora del “encuentro”, fijada para las cinco de la tarde, transcurrió “sin pena ni gloria”. De esa misma forma debieron huir de Chascomús los organizadores del evento.

Diario local y fotografía del Club de Pesca del día del evento

Difícil es tratar de entrar en razón con todo un pueblo y decenas de miles de circunstanciales turistas (curiosos) que sintieron les habían tomado el pelo. Nunca más se supo nada de García, desapareció de la escena pública y, por más que muchos lo tildaron de “loco”, algunos vecinos no quedaron satisfechos y prosiguieron con sus indagaciones en las semanas sucesivas, negándose a creer que todo aquello había sido un simple y llano fraude. Y todo indicaría que no lo fue.


8 No bien llegamos a la redacción, Tomatazzo nos llevó a una sala de reuniones un tanto aislada y allí nos mostró la fotocopia de una declaración jurada, firmada por tres chascomunenses (que mantendré en el anonimato por cuestiones de seguridad) en la que afirmaban lo siguiente:

DECLARACIÓN JURADA DE TESTIGOS Chascomús, 3 de diciembre de 1973. Los que suscribimos […], identificados con los DNI […] y domiciliados en […] respectivamente, en esta ciudad de Chascomús, provincia de Buenos Aires, por la presente DECLARAMOS BAJO JURAMENTO: ―Haber investigado los sucesos (por todos conocidos) que, desde el 25 de agosto del corriente año y tras la llegada del contactado Francisco García, se han venido dando en las inmediaciones de la laguna local. ―Haber encontrado pruebas materiales de la presencia de una nave extraterrestre, enterrada a tres metros de profundidad, en el sector norte de la mencionada laguna y haberla rescatado con la ayuda de los miembros de la “Asociación de los Amigos del Castillo de Chascomús”, manteniendo hasta ahora en secreto todo lo descubierto. ―Haber iniciado los trámites pertinentes para entrar en contacto con algunas autoridades del gobierno nacional a fin de hacer conocer el hallazgo y obrar en consecuencia. ―Asimismo, declaramos que en caso de resultar falsa la información proporcionada o haber incurrido en el delito de falso testimonio, nos someteremos a las sanciones prescriptas por el Código Penal de la Nación.

Firmas testigos: [TACHADAS}

Escribano Antonio Ceras Matrícula 23457/57 Chascomús, 2/12/73 En un primer momento nos quedamos sorprendidos e incrédulos. Lo que ese documento nos ponía en aviso parecía una fantasía salida de una mente calenturienta y fantasiosa. Luisito (el menor del CUBA) fue el único que no interpuso crítica alguna, sugiriendo buscar el lugar exacto en el que se


9 encontraba el ingenio alienígena y, eventualmente, contactar con los vecinos involucrados para hablar directamente con ellos ―No puedo ayudarlos ―respondió Tomatazzo en voz baja. ―Esas tres personas han desaparecido. No sabemos qué ha sido de ellas. Daniel preguntó si estaba hecha la denuncia en la comisaría y si la fiscalía había tomado intervención e el asunto ―Nada de nada. ―agregó el periodista. ―Ni sus familiares se animaron a hacerlo. Suponemos que están todos amenazados, aunque no tenemos pruebas al respecto. No quieren hablar con nadie. Están encerrados en sus hogares y cortaron relación con el resto del pueblo. Se ve que tienen mucho miedo. ―En ese caso ―dije―, hay que comunicarse con la gente del Castillo que aparece nombrado en la declaración. ―No creo que puedan adelantarles nada. Trabajan en el más completo secreto. Casi como una logia. Además, la mayoría de ellos son militares retirados y burócratas de las dictaduras pasadas. De hecho ―agregó impostando la voz―, sospechamos que tienen que ver con la tragedia. ―Entonces, ¿qué vamos a hacer? ―inquirió Marcelo. Rubén interpuso una respuesta tajante: ―Empezar haciendo preguntas por todos lados y esperar a ver qué pasa.

Rubén de la Garza había sido cofundador con Vallen del CUBA. Era dos años menor que yo, pero con una extraordinaria experiencia en la investigación del fenómeno. Se había formado con el célebre ufólogo Fabio Zerpa, terminando un curso de ovnilogía por correspondencia. Era el único que tenía un pergamino que lo acreditaba como investigador Júnior. A pesar de ello siempre me había tenido en gran estima, motivo por el que declinó hacerse cargo de la agrupación, tras el deceso del líder. Seguimos su consejo y nos lanzamos a la calle, preguntando aquí y allá sobre alguna situación extraña, posterior al encuentro convocado por el “loco” de Francisco García. Los resultados no tardaron en llegar.


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Rubén de la Garza (1972), ufólogo y prologuista del libro arriba indicado

En la noche del 12 de julio de 1974, siendo las 23 horas, fuimos “visitados” por dos Hombres de Negro, en la pensión donde nos alojábamos.2

Hombres de Negro Fotografías tomadas en el Banco Nación de Chascomús tres Días después de que los miembros de CUBA (Comisión Ufológica de Buenos Aires) fueran amenazados. El misterioso Castillo de la Amistad en Chascomús

Fue como si se materializaran por arte de magia en el pasillo de la pensión en el que estaban nuestras dos habitaciones, sin la necesidad de tocar el timbre o pasar por la sala en la que la dueña de casa miraba televisión. Golpearon la puerta del cuarto en el que estábamos los cinco discutiendo las experiencias del día y, cuando abrí, preguntaron al unísono por mí. ―¿Está el señor Pérez? ―Soy yo ―respondí sorprendido, creyendo, en primerísima instancia, que estaba ante un par de mormones. ―Sabemos que estuvo haciendo preguntas indiscretas por todo el pueblo ―dijo el más alto con una extraña voz metálica. ―Hemos venido a decirle que resulta peligroso meter la nariz donde no lo 2

Nota: para un interesante análisis del accionar de los Hombres de Negro en la provincia de Buenos Aires, véase: Piccilini, Héctor, Los misteriosos Hombres de Negros, el cuatrerismo y las señales extraterrestres en la pampa húmeda de Argentina, Editorial Luna Nueva, Pergamino, 1995.


11 llaman. Regresen a Buenos Aires mañana temprano. Olvídense de Chascomús si no quieren salir lastimados de todo este asunto. Acá no pasó nada. La gente habla y comenta tonterías. No pierdan más su tiempo. Caso contrario, usted y sus compañeros pagarán las consecuencias. Francisco García estaba loco. Los engañó a todos. Terminen con todo esto. No sea cosa que terminen como los Vidal. Antes de que pudiera responderles, o que mis amigos se acercaran a la puerta, fuimos sorprendidos por una extraña sensación de decaimiento y debimos perder todos la conciencia. Cuando nos despertamos quince minutos mas tarde, los dos tipos de negro ya no estaban. Le preguntamos a doña Zulema, propietaria de la pensión, si había visto a alguien, pero respondió que “no”. Había estado mirando “Alta Comedia” con su gato. Dijo que, de haber entrado alguien, indefectiblemente se hubiera enterado.

Pensión familiar de Doña Zulema, Chascomús

Nos dormimos tarde. Aquel evento amenazador nos dejó a todos intranquilos. ¿Qué nos habían querido decir con eso de “no sea cosa que terminen como los Vidal””? ¿Acaso se referían al famoso “Caso Vidal”, en el que un matrimonio había desaparecido con su auto en plena Ruta 2, cerca de Chascomus, para aparecer en México en un típico fenómeno de teletrasportación? Nunca se había podido localizar a la pareja, al punto de llegar a considerar todo el asunto como un fraude. ¿O estaban abducidos por esos tipos de oscuro? Lo discutimos hasta que el sueño nos atacó a todos. A la mañana siguiente nos dirigimos a la redacción de EL ARGENTINO. Preguntamos por Tomatazzo. Respondieron que era su día libre y que no iría a trabajar. Solicitamos la dirección de su domicilio, pero respondieron que tenían por política del diario no dar ese tipo de información. De todos modos no nos costó mucho averiguarla. El canillita que vendía periódicos en la esquina nos guió hasta la puerta misma de la casa del reportero. Estuvimos tocando el timbre más de media hora. Nadie respondió nuestro llamado. Lo intentamos varias veces a lo largo de la mañanaza y de la tarde, sin resultado alguno. Fue entonces, por sugerencia de Daniel, que nos regresamos a Buenos Aires. Nunca más se supo qué pasó con Tomatazzo. No respondió a los llamados telefónicos que le hicimos en los meses posteriores y las cartas regresaron con el sello de “Dirección desconocida”.


12 Tiempo después supimos que en Chascomús se corrió el rumor de que el periodista pertenecía al Partido Comunista y que se había marchado del país por amenazas de la “Triple A” (Asociación Anticomunista Argentina), un grupo paramilitar de ultraderecha responsable de la muerte y desaparición de militantes de izquierda. Junto con él, la declaración jurada original de los chascomunenses también se desvaneció. Sabíamos que nada de eso era cierto. Lo que no sabíamos era que la pesadilla acaba de empezar.


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CAFECITOS, MILITARES Y FANTASMAS

Bar Ramos Avenida Corrientes esquina Montevideo (1974)

Una semana después de nuestro regreso a Buenos Aires traté de ponerme e contacto con el escribano Antonio Ceras, el profesional que había “dado fe” en la declaración jurada, cuya fotocopia nos había sido dada por Tomatazzo en Chascomús antes de desaparecer. Durante más de un mes, Ceras “me pateó” la entrevista que le proponía. Pero mi insistencia terminó dando sus frutos. Un viernes por la tarde recibí ―extrañamente― un telegrama que decía:

“Atento a su pedido ruego encontrarnos mañana en Café Ramos de Avenida Corriente a las 10 de la mañana”. A. C.

A la hora señalada, ni un minuto más ni uno menos, el escribano extendió su brazo y me dio la mano. ―Encantado. Mucho gusto en conocerlo. Pedimos dos cortados y Ceras fue directo al grano. ―Le voy a ser totalmente sincero: lo convoqué porque su insistencia por teléfono podía ponerme en serio problemas. A mí y a gente conocida. ¿Por qué cree que le mandé un telegrama? Con toda seguridad tengo la línea pinchada y temo que estén escuchando mis comunicaciones. Este tema es mucho más complejo de lo que usted y sus amigos suponen. Esa fotocopia de la declaración jurada que dice tener puede generarle inconvenientes…


14 Sin decir nada la saqué de un sobre y la pude sobre la mesa. Ceras la miró sin tocarla. ―Todo, absolutamente todo, lo que dice ahí es cierto. De todos modos, esa copia no tiene valor legal alguno. Si cree que con eso puede iniciar un juicio de algún tipo, está equivocado. Olvídese de eso. Aunque, en pocas palabras, debo decirle que conocía muy bien a los tres testigos. Eran hombres honestos. Curiosos, pero honestos. Jamás se les cruzó por la cabeza organizar una broma y mucho menos un fraude. Encontraron lo dijeron encontrar… ―¿Una nave? ―Sí. Un platillo volador, como le dicen comúnmente. Al norte de la laguna. Lo hallaron con un detector de metales que tenían. Según uno de ellos, la ubicación se la dio telepáticamente Francisco García, cuando reunió a toda esa gente en agosto del ’73. ¿Se acuerda? ―Sí, claro… ―Pero no conservaron el aparato por mucho tiempo. Doce horas después del hallazgo apareció el Ejército junto con ingenieros aparentemente de la NASA. Llegaron con tres camiones inmensos. Cargaron el OVNI en uno de ellos y se lo llevaron. ―Tragó saliva, le dio un sorbo al cortado y sentenció: ―¿Sabe qué? Francisco García no era un delirante. No mintió. Era uno de “Ellos”. Un extraterrestre. Están entre nosotros desde hace mucho tiempo, sólo que nadie quiere reconocerlo abiertamente. Están ocultando todo. No quieren que nadie se entere de nada. Desconozco el motivo. Algo raro deben estar cocinándose. El ufólogo Ricardo Esquilachi está en lo cierto al denunciar un complot a gran escala.3 Tomó de un saque lo que restaba en el pocillo y clavó su mirada en la fotocopia de la declaración jurada. ―El original lo destruí. Le aconsejo que haga lo mismo con esa copia y se olvide del asunto. ―Eso mismo me dijeron dos hombres de negro hace poco… Ceras sonrió nervioso. Giró la cara hacia la vidriera y observó el tráfico por Corrientes. Sacó un Parliament y lo encendió. ―Por lo que veo quiere seguir con todo este circo, a pesar de los riesgos. ―Hasta las ultimas consecuencias… ―En ese caso, llegado el momento, negaré haberlo conocido. ―No le guardaré rencor por eso, Ceras. El escribano guardó silencio unos segundos. Movió con nerviosismo el cigarrillo entre sus dedos. Parecía estar debatiendo mentalmente consigo mismo. Finalmente decretó: ―Esa gente del Castillo, la que ayudó a los testigos, los conozco a todos. En especial a uno de ellos. Fue mi cuñado, hace años. Un buen tipo, pero está metido hasta el caracú y ya no puede salirse de

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Antonio Ceras se refería al investigador ufológico Ricardo Echenique autor del libro La Ola Oscura, guía de campo sideral contra las maledicencias zeta-reticulis y reptilianas, Ed. Cigarro Volador, san Andrés, primerísima edición 2001.


15 todo ese entuerto. Es un grupo cerrado con contactos poderosos, en especial el líder del grupo. El muchacho del que le hablo es un “pichi”. Fue él quien me contó algunas cosas… ―¿Qué le contó? ―intervine ansioso. ―No sé si debo decírselas. ―Por algo hizo referencia a ellas, ¿no? Ceras me miró. Parecía un atleta a punto de lanzarse desde un trampolín muy alto. Entonces, saltó al vacío. ―Sólo le daré un nombre, por si quiere seguir indagando. No diré nada más y cuando me levante de esta mesa no volverá a saber nunca más de mí. ¿Estamos? Nunca más… ―Prometido ―respondí. Se puso de pie. Sacó dinero, pagó la consumición y antes de salir del bar pronunció: ―Fluguerto Tattarelli.

*** En una reunión de CUBA, en Chacarita, nos repartimos la tarea, que resultó mucho más sencilla de lo esperado. En la guía telefónica había nueve abonados con el mismo apellido y sólo dos con la inicial “F” encabezando el repertorio. A dos días de la reunión con el escribano Ceras habíamos dado con el sujeto. Su nombre completo era Fluguerto Mario Tattarelli, tenía 63 años y trabajaba como boletero en el Italpark de Buenos Aires, el parque de diversiones más famoso del país.

Italpark de Buenos Aires y una de sus atracciones más famosas La Gruta de los Fantasmas (década de 1970)

Haciéndonos pasar por periodistas nos pusimos en contacto con él y combinamos un encuentro en el parque, a la hora de su salida del trabajo.


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Fluguerto Mario Tattarelli, Boletero del Italpark (foto 1972)

Callao y Avenida Libertador era un sitio que los cinco miembros de CUBA conocíamos muy bien siendo chicos. Desde 1962 era el lugar obligado de la diversión en la ciudad. Incluso Marcelo recordaba haber festejado en él su cumpleaños número ocho. Treinta y cinco atracciones electromecánicas importadas de Italia hicieron las delicias de varias generaciones de argentinos. Pero esa tarde-noche de invierno, en semipenumbras, con muy poca gente debido al frío, incluso las luces prendidas de los juegos le daban al Italpark un aspecto siniestro. Como de costumbre, elegimos un café cercano en donde charlar. Tattarelli era un tipo abierto, conversador y simpático. En minutos se prendió a hablar sobre su trabajo, creyendo que estábamos interesados en conocer la historia del complejo, del que era empleado desde hacía 10 años. A todos nos gusta hablar de nosotros mismos. Nos hace sentir importantes. En un momento, nos preguntó cómo habíamos llegado hasta él y alguien ―no recuerdo quién― nombró “Chascomús”. ―¡Ah, claro! ―exclamó adelantándose a todos nosotros-. ―¡Ricardo! Sí, sí, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Buen tipo. Hace una pila de tiempo que no lo veo… Asentimos, no le dimos vuelta al asunto y continuamos escuchando sus anécdotas por espacio de una hora. Nada de lo que decía parecía interesarnos demasiado, pero no queríamos revelar nuestra fuente. Finalmente, promediando las diez de la noche, Rubén tomó el toro por las astas y preguntó: ―Y dígame, don Fluguerto, ¿nunca vio nada raro en el parque? ―¿Raro? ¿Como qué? ¿Fantasmas y esas cosas? ―Podría ser… ―No, yo nunca. Aunque los empleados hablan de bultos, sombras y apariciones raras, especialmente cuando está todo cerrado. ―Hizo un parate, pensó unos segunditos y agregó: ―Aunque, para serles sincero, no hace mucho, me tocó el turno noche para cubrir a uno de los serenos que se había enfermado y ahí sí pasó algo que me pareció bien rarito. ―¿Qué fue? ―intervino Luis.


17 ―Eran como las dos la mañana y apareció don Zenón, el dueño de todo el circo, junto a dos tipos vestidos de militares. Me dijo que iban a trabajar parte de la noche en la Gruta de los Fantasmas. Una de las atracciones ―aclaró―. Entraron con tres camiones enormes, estacionaron al fondo, fuera del alcance de mi vista y se fueron como las nueve de la mañana. No sé qué corno hicieron. Se escucharon algunos ruidos, pero no les di mucha bola. ¡Tenía un sueño! ―Pero, ¿no le dijeron nada? ―¿A mí? ¡Qué me van a decir! Yo cumplía órdenes. Era sereno, señores. Nada más que eso. Lo único fue un muchacho de civil, bastante joven, que se me acercó a pedirme fuego para un pucho. Nadie más. Nadie dijo ni “mú”. Cuando terminó mi turno y los camiones se retiraron, me fui a para casa. Eso fue lo más raro que vi en el laburo en todos estos años.

Cuando nos despedimos de Tattarelli y lo observamos subir al colectivo, sabía que volveríamos al Italpark a la noche siguiente. Quería recorrer, como antaño, los retorcidos pasillos del la Gruta de los fantasmas. Pero esta vez sin los carritos eléctricos.


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EL SECRETO MEJOR GUARDADO

Foto colage del Italpark de Buenos Aires

Lloviznaba, hacia un frío de los mil demonios y no todos los miembros de CUBA estaban de acuerdo en practicar la incursión. Sólo Rubén estaba decidido a secundarme y para ello se había pertrechado de una máquina Kodak con flash, que por entonces significaba, básicamente, alcanzar el más alto nivel tecnológico para un tipo de clase media-bajo como él. Los demás, Dany, Luisito y Marcelo, argumentaron que seríamos muchos dando vueltas por el parque y que eso podía llamar la atención. De todos modos, ninguno se ofreció como explorador esa noche. Prefirieron hacer “de campana” en la esquina de Callao y Libertador, dentro del Renault 4L de Luis. Cuatro bocinazos largos sería la llamada de alerta. Después. ellos rajarían y nosotros nos las tendríamos que rebuscar para salir indemnes del Italpark.

Entramos por el sector que daba al Río de la Plata. Cruzamos la vía y tras cortar el alambre tejido que circundaba todo el predio, entramos. No prendimos las linternas. Había suficiente claridad como para movernos con relativa seguridad. Como conocíamos el lugar, alcanzamos la Gruta de los Fantasmas en menos de diez minutos. Sólo que esta vez no la teníamos de frente y la retaguardia de la construcción nos resultaba una territorio por completo ignoto. Buscamos por donde entrar. Había un portón enorme como de cinco metros de ancho por cinco de alto; pero ninguna puertita de servicio por la que pudiéramos ingresar. Rubén me dijo que prendiera la linterna para poder ―ahora sí― ver mejor. Afortunadamente tardé en hacerle caso. De haber prendido la luz en ese instante nos hubieran descubierto. Los claros pasos de alguien que se acercaba nos heló la sangre.


19 Permanecimos en silencio absoluto, detrás de unos barriles metálicos. Me asomé y vi la silueta de alguien que, claramente, vestía un uniforme con gorra de apariencia militar o policial. Sellé mis labios con el dedo índice y Luis dejó de respirar por uns segundos. ―No sabía que tenían milicos de noche en este lugar ―susurró Rubén una vez que el guardia se perdiera detrás del edificio. ―No sé que decirte. No tenía ni idea. Y Tattarelli tampoco. Caso contrario nos hubiera dicho algo. ―Sí, OK, pero, ¿qué hacemos? ¿Seguimos? ―Ya estamos acá, Lucho. Sigamos y que sea lo que Dios quiera. Con sigilo nos acercamos al enorme portón. Recién ahí, cerquita, advertimos que tenía adosada una puerta más pequeña. No era necesario mover semejante armatoste para poder entrar. Rubén sacó un alambre del bolsillo y, usándolo como ganzúa, la abrió. No resultó difícil y, sin más, nos sumergimos en un espacio enorme y por completo oscuro. Prendimos con temor las linternas que portábamos. Aquello era un escenario de pesadillas. Esqueletos, demonios y brujas de plástico parecían mirarnos desde todos los rincones, en tanto una pila de rieles metálicos y una media docena de carritos se oxidaban a nuestra derecha. Sin duda era el depósito trasero de la Gruta de los Fantasmas. Caminamos con cuidado por espacio de unos quince minutos. El lugar estaba descuidado. Pilas de basura se acumulaban en las esquinas y decenas de listones de madera aparecían tirados en el suelo, aquí y allá. Una vez de que nos cercioramos estar solos, Rubén me dijo que tomaría algunas fotos para el archivo y el futuro expediente que escribiríamos. Yo no estaba muy convencido de que lo hiciera, pero asentí.

Algunas de las fotos tomadas por Rubén en la Gruta (1974)

Seguimos avanzando hasta el final del galpón hasta toparnos con una pared de chapa y madera que tenía unos pequeños ventanucos. Me asomé por uno de ellos. Daba al laberíntico paseo que los carritos recorrían con los visitantes, durante el día. El mismo que de chico había disfrutado junto a mis hermanos.


20 Me quedé un instante recordando aquellos inocente días. Entonces, cuando empezábamos a relajarnos, escuchamos un sonido seco proveniente de nuestras espaldas. Giramos los dos al mismo tiempo. Al principio creí que aquello era otro de los tantos muñecos que había en el predio. Pero no. Bastaron décimas de segundos para reconocer que ese ser de baja estatura, cabezón, enormes ojos oblicuos y largos brazos que le llegaban hasta las rodilla, era una entidad viva. Se movía lentamente y avanzaba hacia nosotros. Rubén dio un salto hacia atrás, aterrorizado con la visión y, en ese mismísimo instante, el flash de su Kodak iluminó a la criatura de pies a cabezas. Proferí un insulto, tomé a mi compañero del brazo y salimos disparados en medio de la oscuridad. Atravesamos una puerta cubierta con una lona negra y entramos en el circuito del tren fantasma. A los tropezones alcanzamos el ingreso principal de la atracción. Saltamos por encima de la media docena de carritos que estaban allí estacionados y corrimos desperados hasta el perímetro del Italpark más cercano. Trepamos el alambre tejido y cruzamos la avenida Libertador en dirección al Renault 4. Pero ya no estaba. Los muchachos nos habían dejado solos. No lo pensamos dos veces: seguimos corriendo por Callao en dirección al centro. Recién ahí, la llovizna se convirtió en lluvia.

*** Aquella noche nuestras vidas cambiaron para siempre. Nada fue igual a lo que había sido antes. Se inició un verdadero calvario, jalonado de dolor, mucho temor y muerte. No voy explayarme demasiado en el tema. Sólo diré que CUBA se disolvió y que para pasmo de Rubén y el mío propio, el “4L” apareció, un mes más tarde, en el fondo del Riachuelo con los cuerpos de Daniel, Luisito y Marcelo, en avanzado estado de descomposición.

En estas condiciones se encontró el Renault 4L de Luis en el fondo del Riachuelo (Barrio de La Boca)


21 Según la autopsia realizada en la Morgue de la calle Junín, los tres estaban borrachos. Dijeron encontrar una altísima graduación alcohólica en la sangre de todos ellos. Probablemente (anunciaron los diarios) habían salido de una juerga y como venían a alta velocidad se cayeron al río. Cosa muy rara porque los tres eran prácticamente abstemios. Si los médicos, efectivamente, habían hallado alcohol en sus cuerpos, alguien debió ponérselo. A menos que los facultativos estuvieran metidos hasta el cuello en lo que ―no cabía para nosotros duda alguna― había sido un asesinato liso y llano.

Pero aquella trágica sorpresa no fue la única. En tanto tratábamos de encontrar a nuestros amigos, semanas previas al macabro hallazgo, Rubén reveló el rollo de la Kodak. Allí estaba ese ser. Nítido. Mirándonos fijamente y reflejando en su enorme cabezota el flash de la máquina fotográfica. Nos quedamos sin palabras. En otra oportunidad hubiéramos saltado de alegría; pero, dadas las circunstancias, un frío sentimiento de profundo terror nos recorrió el cuerpo y el alma. Detrás de esa imagen se acumulaban desapariciones y muertes en muy extrañas circunstancias. No cabía duda de que habíamos descubierto un secreto bien guardado y que gente poderosa no quería saliera a la luz. Cuando encontraron los cuerpos en La Boca nos dimos cuenta de que los Hombres de Negro habían cumplido su amenaza.

Foto del ser tomada por Rubén en la Gruta de los fantasmas del Italpark (1974). Inédita hasta la publicación de este trabajo

Con Rubén estábamos paranoicos. Decidimos vender el local de Chacarita y borrarnos del mapa. De haber tenido dinero suficiente nos hubiéramos ido del país, pero sólo nos quedó la opción del exilio interno.


22 Yo me mudé primero a Entre Ríos. Viví en la ciudad de Victoria un par de años. Finalmente, tras el Golpe de Estado del ’76, me instalé en el Chaco hasta que terminó la Guerra de Malvinas en 1982. Recién ahí compré una casita en Coronel Aurora, provincia de Misiones, donde conseguí trabajo en el banco, me casé y tuve una hija, con la que vivo, después de haber enviudado. Con Rubén de la Garza no volví a tener contacto nunca más. Sé que él también cambió de domicilio y que se ha dedicado al rubro almacén, según referencias, en Capilla del Monte. Por mi parte, jamás me sentí seguro de nuevo. En muchas ocasiones creo que me vigilan y cualquier coche desconocido que circula por Aurora me quita el sueño por varios días. Recién cuando advierto que no pasa nada y la vida transcurre normalmente, me tranquilizo. Pero la tensión no cesa. Es permanente. Siempre estoy a espera de algo. Algo malo, por cierto.

*** El 29 de julio de 1990 una noticia que escuché por radio sacudió ―no exagero― todo mi ser. El Italpark estaba en boca de todos y en las primeras planas de la mayoría de los diarios y revistas del país. Un accidente, producto de la negligencia, se había cobrado una víctima. Una chica de 15 años había muerto cuando su carrito de la atracción Matterhorn se desprendió y salió despedido a gran velocidad, impactando a varios metros contra el suelo de cemento. La muerte fue instantánea. Sin vueltas, el gobierno de la ciudad clausuró el parque provisoriamente y cuatro meses más tarde cerró de manera definitiva. Estuve atento a las novedades. ¿Descubrirían algo en medio de semejanza mudanza? ¿Saldría a la luz el origen de esa criatura enana y cabezona a la que habíamos fotografiado hacía ya unos años? Si encontraron algo, no lo informaron. Así todo, a partir de entonces empezaron a circular ciertos rumores que eran indicios más que evidentes de que en aquel predio maldito algo extraño pasaba.


23

4

GALPONES MISTERIOSOS

El Misterioso Galpón 39

Desde que el Italpark fue desmantelado en la década de los ‘90 una pregunta ha venido circulando insistentemente en el ámbito del misterio: ¿cuál fue el destino final de sus diferentes juegos y atracciones? Una leyenda urbana cuenta que la mayoría de ellos fueron a depósito dentro de un gran galpón ubicado en tierras de Ferrocarriles Argentinos, en el barrio de Retiro, a muy pocas cuadras del otrora lugar de diversión. Se lo conoce como el “Galpón 39” y si bien no lo recuerdo con precisión, Rubén y yo debimos haber pasado muy cerca de él la noche que incursionamos por la Gruta de los Fantasmas, en el invierno del ’74. Según se publicó en los diarios de la época, allí quedaron arrumbados los juegos más importantes, a la espera de ser vendidos a otros parques del exterior o, convertidos en chatarra, entregarlos al mejor postor.4 De los muchos dimes y diretes que circularon entonces el que más me llamó la atención fue aquel que indicaba que el “Galpón 39” se había convertido en un sitio “maldito”. Un lugar en el que varios residentes en la vecina Villa 31, habían desaparecido tras intentar ingresar en él. Como era de esperar nadie le prestó atención al asunto. Fue tomado a la ligera y no faltaron los estúpidos periodistas que, haciéndose los cazafantasmas, emitieron informes por televisión sindicando la historia como una leyenda más de Buenos Aires. Un verdadero “Triángulo de las Bermudas” que se chupaba a los indigentes que pretendían saquearlo. Un tiro por elevación “clasista” y lleno de resentimiento y temor por los más pobres. En lo personal, sabía que detrás de esas historias se escondía una verdad que, con mis amigos de CUBA, habíamos rozado y de la que nadie decía absolutamente nada. 4

Filippini, Hugo, Los seres daimónicos de los parques de diversiones y su conexión con el chamanismo latinoamericano, Revista EL Verso Puro, N° 56, pp.40.42, España, 1967,


24

En diciembre de 2002, aprovechando un viaje a la ciudad de Posadas, me hice un hueco en la agenda familiar, que mi hija había organizado para visitar a sus abuelos maternos, y me interné toda una tarde en la hemeroteca de biblioteca provincial. Indagué todo lo referente a la clausura y cierre del Italpark. Busqué por horas artículos sobre el tema en diarios y revistas y cuando estaba a punto de terminar y recoger a Claudia en casa de mi suegra, me topé con una foto, en un artículo menor, que llamó mucho mi atención.

Imagen capturada del diario “La Voz de Posadas”, agosto del 2001

La imagen mostraba una media docena de camiones enormes, muy poco usuales en nuestro país, estacionados delante del “Galpón 39” y con un epígrafe que decía:

“En la tarde de ayer, lo poco que quedaba del viejo y querido Italpark, ha sido finalmente retirado de la zona de Retiro, a instancias de la Empresa Ferrocarriles Argentinos, que no quería seguir ocupando con basura una parte importante de su predio”.5

Cuanto más observaba la foto mayor era mi sorpresa. La nota estaba fechada en el año 2001. Once años después del cierre del parque. ¿Todavía quedaba tanto material de residuo de aquella época? ¿Acaso la mayoría de los juegos no habían sido vendidos, finalmente, a Brasil y a un parque de diversiones de Luján, como se consignaba en otras notas? ¿Tanta “chatarra” había allí acumulada? Y en caso afirmativo: ¿por qué trasladarla en semejantes camiones? Fue ahí cuando me di cuenta de que, sin saberlo, el autor de esa foto había sido testigo de una maniobra más de encubrimiento. Estaban trasladando “cosas” de un lugar a otro. No supe bien porqué, pero algo me decía que había “gato encerrado”. Si como siempre había supuesto allí habían escondido el ovni de Chascomús (tal vez en alguna dependencia subterránea) y a la entidad que Rubén

5

Diario La Voz de Posadas, “Embalan antiguos juegos del Italpark”, Sección 1, página 7, agosto de 2001.


25 fotografiara en el 74, era lógico pensar que algo había pasado y que se les hacía necesario relocalizar el aparato y a la criatura (si es que áun vivía. Por suerte, la nota estaba firmada: Miguel Chenazi era el responsable de la misma. ―No, mi amigo ―me dijo por teléfono el editor de “La Voz de Posadas”. ―Esa nota la publicamos nosotros, pero no la escribió nadie de esta redacción. Debieron haberla mandado por fax y es más que seguro que la usamos de “relleno”. Ese tal Chenazi no trabaja en el diario. Si la memoria no me falla, es un periodista porteño. Si me da unos días le averiguo dónde trabaja y le aviso. Asentí agradecido y colgué. Regresamos a Coronel Aurora al día siguiente. Me pasé el viaje entero pensando y repensando si estaba actuando correctamente al resucitar viejos asuntos de mi época ufológica.6

*** Una semana más tarde, con el número de teléfono de Chenazi en la mano, hice la llamada. ―Sí, claro que recuerdo esa nota. Me sorprende que me pregunte por ella. Era algo intrascendente, como muchas de las cosas que tenemos que escribir ―rió por auricular. Le pedí que me contara todo lo que sabía al respecto. Si había notado algo extraño o escuchado comentarios de algún tipo. ―Mire, cosas extrañas no advertí. Era una simple mudanza que resultó noticia por estar relacionada con el Italpark. Ahora, si lo que usted busca son historias raras indague los comentarios que han venido circulando sobre ese galpón, o las tonterías que repiten muchos sobre… ¡viajes en el tiempo! ―¿Cómo dice? Chenazi lanzó una corta carcajada. ―Como escucha, mi amigo. Hay fanáticos de la historia del Italpark que afirman que, si usted consigue uno de los viejos cospeles plásticos que le permitían girar los molinetes para ingresar al parque y se para en horas de la madrugada en la esquina de Callao y Libertador, se abre un portal dimensional que lo lleva a uno a la época en la que aún funcionaban todos los juegos. ¡Se imagina! ¡Ja! ¡Volver al Italpark de aquellos días!

6

Artículos del Autor: La Vírgenes solares de Marte y el sistema de control alienígena, Revista OVNI PLUS N° 23, pp.23-24, Buenos Aires, 1970.// Estudio de la huella dejada por un OVNI en una terraza de Olavarría, Revista INFOVNI, N°36, pp. 18-20, 1972. // H. A. Pikko: un sabio de la ovnilogía, Revista Segunda Dimensión, N° 56, pp.21-23, 1972. // Relaciones sorprendentes entre los extraterrestres y las hormigas coloradas de la esquina de Lacroze y Álvarez Thomas, Revista Lo Misterioso, N°134, pp.45.47, España, 1973. // Nuestro primos segundos: los extraterrestres y la terapia familiar en el universo onírico de la ayahasca andina, Revista Mundo Andino Esotérico, N°15, pp. 345-234, Cusco, Perú, 1970.


26 El comentario no me causó ninguna gracia. Intuí que la historia confirmaba que en ese sitio, de seguro, se habían llevado a cabo experimentos con tecnología inversa de origen alienígena y que ―¿por qué no?― habían generado una alteración en el espacio-tiempo capaz de mover a una persona de una época a otra.7 Sólo lo del cospel me resultaba anecdótico. ―¿Y pudo averiguar alguna cosa más? ―repregunté. ―¿A dónde iban los camiones, por ejemplo? ―No me lo dijeren, pero lo escuché cuando se ponían en marcha. Tenían como destino la localidad de Quilmes. ―¿Quilmes? ―inquirí sorprendido. ―¿En la provincia de Buenos Aires? -Sí. Ese Quilmes.

*** La desclasificación de documentación oficial por parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad de la Nación ha sido un reclamo que, como miembro de CUBA e investigar privado del fenómeno OVNI, he venido exigiendo desde mi adolescencia. Todos sabemos que los gobiernos nos oculta información y que ella podría provocar un cambio cosmovisional radical en toda la especie humana. El contacto con seres de otros planetas, u otras dimensiones (cosa factible en el universo de “Lo Imposible”) reprensaría un salto cualitativo inmenso, tanto en cuestiones tecnológicas como espirituales. La superioridad de nuestros “hermanos de las estrellas” no se limita únicamente al campo de lo material. El alto grado de espiritualidad que algunos testigos dicen haber experimentado en contacto con ellos es perfectamente entendible. Millones de años de evolución los han elevado muy por encima de todos nosotros. La telepatía, la telekinesia y la bilocación que muchos de ellos pueden practicar es una prueba clara de que son criaturas superiores, tanto para hacer el bien o provocar el mal. Aquí radica su potencial peligrosidad y la necesidad de conocer sin ambigüedades cuáles son sus propósitos en nuestro planeta. Ya los hemos visto pactar tanto con el lado bueno como con el oscuro. Y aunque muchos escépticos se nieguen a aceptar las pruebas fotográficas que se han colado y publicado por diversos medios, los investigadores serios sabemos que todo eso es cierto. Hay libros escritos al respecto. Grandes libros.

7

Pastorutti, Adalberto, Los Ovnis, los viajes temporales y la ruptura del espacio-tiempo utilizando la antimateria sideral cósmica. Editorial Nuevo Amanecer, Buenos Aires, 1979.


27

Testimonios gráficos irrefutables sobre el contacto de aliens con mandatarios terrestres8

¿Qué quieren? ¿Qué necesitan? ¿Por qué están aquí? ¿Qué han recibido de nuestros políticos y qué han entregado? ¿Acaso una élite de elegidos han dispuesto que los ET nos usen como conejillos de Indias? Éstas y otras cuestiones faltan ser respondidas. No hay voluntad política de revelar el secreto. Sabemos que algo ocultan en los sótanos del poder. Y ese algo es, al menos en Argentina, una nave interplanetaria con uno o varios tripulantes con vida. Yo vi a uno de ellos. Tengo la foto. Aún la conservo bajo siete llaves en una caja de seguridad de un banco. No me la quitaran. No la quemarán como lo hacen con todas. Sé muy bien lo que vimos con Rubén. Estamos al tanto de la operación. Lo sabemos desde nuestro viaje a Chascomús y muy especialmente tras la incursión en terrenos del Italpark. Si nos quieren mantener en la ignorancia, allá ellos. No podrán. La verdad siempre se abre camino. Y si es necesario yo mismo seré la guadaña que cercene las espigas que esconden uno de los misterios más revolucionarios de toda la historia de la humanidad. No se saldrán con la suya. Hay muchas muertes de por medio. Los difuntos miembros del CUBA se merecen la verdad. No hay opción para los tibios. Ya no. Me cansé de huir. De esconderme. Ha llegado la hora de encarar el problema “a lo macho”, Y si tengo que llevarme puesto a más de uno, no me importa. Ya estoy viejo. ¿Qué más pretendo conseguir en esta vida? Sólo me resta el honor y la gloria de revelar la mugre cospiracionista de los gobiernos. Dios me ayude.

8

Arcollanis, Cristóbal, Testimonios Gráficos de Contactos Alienígenas con Grandes Mandatarios del Mundo, Editorial El Delirio Racional, La Falda, 1999.


28

5

QUILMES: TOP SECRET

Avistamiento OVNI en Quilmes, Argentina Diciembre 2003

Marzo 2004 Buenos Aires Estoy otra vez en la ciudad que me vio huir despavorido hace ya varias décadas. Pero hay una diferencia sustancial con aquel entonces: ya no tengo miedo. Buenos Aires no es el mismo de antes, ni yo tampoco.

Tras meses de contacto telefónico y postal, me reuniré con un joven ufólogo llamado René Aparicio Luna, miembro único de AAPEFEA (Asociación Argentina Para el Estudio de Fenómenos Espaciales Anómalos), organización civil dedicada al estudio e investigación de los OVNIS en el norte de la propicia de Buenos Aires. Aparicio es un ferviente defensor de la paraufología iniciada por el sabio francés Jacques Louis Valléenciaga, quien en varios de sus reconocidos libros a nivel mundial habla de la posibilidad de estar tratando con entidades interdimensionales capaces de ejercer sobre nosotros un control aún no del todo bien definido.9 René, quien generosamente se ofreció ayudarme en mi búsqueda del ovni de Chascomús, me escribió hace una semana el siguiente email (encriptado para evitar su intercepción).

“Estimado Andrés:

9

Vallénciaga, Jacques L., Les énormes idiocies qui sont écrites sur l'origine de la soucoupe volante. C'est ma théorie, Dellachampgne Editions, París, 1969.


29 Informado de la posible presencia de una nave extraterrestre escondida en alguna parte Quilmes, tal como me lo señalaste oportunamente, y tras una profunda investigación que me llevó a contactar con todos los indigentes de la localidad, que conforman la red conocida con el nombre de CROTO (Comisión de Rastreo de Ovnis y Tecnología Oscura), he podido llegar a las siguientes conclusiones: 1-

El OVNI en cuestión fue efectivamente trasladado a la localidad de Quilmes en enormes camiones camuflados pertenecientes al Ejército Argentino o a la Fuerza Aérea. Una media docena de CROTOs me confirmaron la llegada de los mismos en las fechas señalas en tus informes.

2-

Todo pacerían indicar que lo tienen escondido en un galpón súper vigilado electrónicamente en las inmediaciones de la intersección de la calle Juan de Garay y Av. Prof. Doroteo Yoldi (véase mapa adjunto).

3-

Mis informantes consiguieron guiarme hasta un linyera (ex-fotógrafo profesional) quien tras relatarme cómo se coló en el predio vecino al galpón, pudo tomar (con la única máquina Pentax que le quedaba) algunas sorpresivas fotografías por demás nítidas. Tanto que podrían llegar a ser tildadas de falsas por los estúpidos escépticos que bajo posturas explicacionistas pretender desacreditar al fenómeno. Adjunto las fotos.


30

Descarga del Ovni en Quilmes (año 2001)

Quilmes, Argentina (año 2001)

4-

Queda casi confirmado lo que me señalaste en una conversación previa: tienen al menos a un alienígena vivo. El miembro de CROTO consiguió la foto siguiente, mientras indagaba por la zona. Todo indicaría que la criatura que viste en la Gruta de los Fantasmas del Italpark en 1974 aún sobrevive. A menos que estemos ante la presencia de otro ser venido del espacio exterior o interdimensional.


31

ET captado en Quilmes (año 2001)

5-

Finalmente, ante lo relevante de este descubrimiento y la posibilidad de ser perseguidos por las oscuras organizaciones que pretenden ocultarlo, te sugiero guardar silencio por el bien de todos los que nos involucramos. En mi opinión tendríamos que esperar un poco antes de darlo a publicidad. Como ya te señalé antes, tomarán las fotos como falsas y quedaremos como locos de atar. Estas pruebas resultan insuficientes. Habría que rescatar de ese galpón de Quilmes algo más concreto. Seguimos dispuestos a colaborar con tu cruzada.

Sin más, te saludo afectuosamente. René. AAPEFEA (Asociación Argentina Para el Estudio de Fenómenos Espaciales Anómalos),

Lo que acabo de transcribir es un documento extraordinario. Único en más de un aspecto y gestionado en gran parte por las personas menos pensadas: un grupo de linyeras organizados en pos de la verdad. Frente a esa realidad, no puedo “quedarme en el molde”. Hay demasiadas cosas que revelar, antes de que sea demasiado tarde. Por ese motivo volví a Buenos Aires. A denunciar todo. Los medios deben conocer la importancia que esta historia tiene para todos nosotros. René está en lo cierto. Hay que buscar evidencias concretas. Las fotos y los testimonios conseguidos no bastan. Debo salir en busca de esas pruebas. La CUBA (Comisión Ufológica de Buenos Aires) y sus valientes miembros “caídos en combate” (Luis, Daniel, Marcelo) se lo merecen. Ellos son los mártires dentro de este evento que, con toda seguridad, es el más importante de toda la historia registrada.


32 Por otra parte, los miembros de CROTO y el joven René Aparicio Luna también se merecen un lugar destacado en todo el proceso de investigación y desenmascaramiento. El momento ha llegado. Hoy mismo saldré en pos de los materiales necesarios que terminen de una vez por todas con todo el encubrimiento. El verdadero “trabajo de campo” nos llevará a la verdad. La suerte está echada.


33

EPÍLOGO Por RUBÉN DE LA GARZA (Ufólogo retirado)

Jamás imaginé tener que escribir el epílogo de un libro como este. Nunca hubiese pensado, años atrás, tener la obligación moral de dedicarle unas palabras al hombre más íntegro, digno y leal que haya conocido en toda mi vida: Andrés Simón Pérez. Un investigador nato. Un titán en búsqueda de la Verdad. Amigo, padre y esposo ejemplar. Un valiente con todas letras que se nos fue el 13 de noviembre de 2004, víctima de un extraño “accidente”, para nada inesperado, dadas las circunstancias en las que Andrés se encontraba.

Su cuerpo fue hallado en la costanera de Quilmes con varios puntazos en la zona abdominal y un tiro en la cabeza. La policía, a cargo de la investigación, llegó a la conclusión de que todo fue el resultado de un robo liso y llano. Los culpables no aparecieron, ni aparecerán jamás. De eso estoy más que seguro. Será otro crimen sin resolver, aunque todos los que lo conocimos sepamos que fue un asesinato por encargo. No hay azar que valga en este tema. Sí una intencionalidad manifiesta. Querían sacárselo de encima. Borrarlo. Frenar todo lo que pensaba divulgar y lo hicieron.

Cuando el prologuista de este libro me convocó a escribir estas ultimas palabras, sabíamos que ninguna editorial de las llamadas prestigiosas iba a mover un dedo para editarlo. Afortunadamente todavía existen valientes difusores de las buenas causas que arriesgan su dinero y prestigio llevándoles a ustedes, señores lectores, los distintos prolegómenos que giraron (y siguen girando) en torno a la nave extraterrestre oculta (¿todavía?) en Quilmes.

Por otra parte, a un año ya del deceso de mi gran amigo Andrés, me han llegado noticias por demás desalentadoras que confirman todas nuestras sospechas. 1.

Del joven René Aparicio Luna no se ha vuelto a saber nada. Literalmente se esfumó del planeta. Su familia ha puesto una denuncia sin que hasta la fecha se tenga novedades.

2.

El grupo CROTO parece haberse disuelto. Nuestros intentos por ubicar a los comprometidos indigentes que lo conformaban ha resultado infructuosos.


34 3.

El Dr. Guillermo Maurier (prologuista) ha recibido misteriosos llamados telefónicos durante la madrugada en los que se lo amenaza de forma bien directa. Sólo sus buenos contactos con la Universidad de Oxford (EE.UU.) parecerían protegerlo Hasta ahora.

En lo que a mí respecta, termino de escribir estas líneas desde una ciudad a América del Sur que no deseo identificar. El exilio interno de antaño resulta poco útil hoy en día.

Sólo espero poder llegar a ver esta obra publicada y así tener una mayor chance de salvar el cuello. La guerra está declarada. La tecnología dispuesta. Sólo nos resta esperar.

FDLV En alguna parte de América Latina Julio 2005


35

BIBLIOGRAFIA SUGERIDA POR EL EDITOR (2019) 

Abellurdian, Camilo, El caso Bariloche. Viajes de egresados extraterrestres, Editorial Mangus, Rosario, 1989.

Agostinelli, Alejandro, Invasores. Historias reales de extraterrestres en Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

Al-Salam, E. Fino, Mis viajes a Alfa Centauri, Editorial Nueva Era, 2000.

Ambross, Julio, Los finos delirios de los ufólogos chaqueños, Editorial El Dorado, Formosa, Argentina, 1978.

Antón Ferraris, Néstor, Los extraterrestres ¿son buenos?, Editorial Platívolo Terrestre, Buenos Aires, 1987.

Arcollanis, Cristóbal, Testimonios Gráficos de Contactos Alienígenas con Grandes Mandatarios del Mundo, Editorial El Delirio Racional, La Falda, 1999.

Filippini, Hugo, “Los seres daimónicos de los parques de diversiones y su conexión con el chamanismo latinoamericano”, Revista EL Verso Puro, N° 56, pp.40.42, España, 1967,

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Glottis, Ángel Cristos, Los cántico guaraníes y su significado cósmico, Editorial Cantemos Todos, Córdoba, 1993.

Martín, Steve, Las Huellas de los ovnis en el imaginario de los campesinos, Editorial Green Camp, New York, 1966.

Morales, Roberto, Capilla del Monte: la presencia de los cruzados en las sierras cordobesas, Editorial Cruz Latina, San Juan, 2005.

Pastorutti, Adalberto, Los Ovnis, los viajes temporales y la ruptura del espacio-tiempo utilizando la antimateria sideral cósmica. Editorial Nuevo Amanecer, Buenos Aires, 1979.

Piccilini, Héctor, Los misteriosos Hombres de Negros, el cuatrerismo y las señales extraterrestres en la pampa húmeda de Argentina, Editorial Luna Nueva, Pergamino, 1995.

Ricardo Echenique autor del libro La Ola Oscura, guía de campo sideral contra las maledicencias zeta-reticulis y reptilianas, Ed. Cigarro Volador, san Andrés, primerísima edición 2001.

Rodríguez, Silvia, El contactismo: métodos para evitar el choque eléctrico de los ovnis, Editorial Rondeau, Entre Ríos, 1992.

Sarasa, Betiana, Alienígenas transgénicos, Editorial Roma, Neuquén, 2005.

Tunicht, José Luis, OVNIS: Los escépticos archivos del FBI, Editorial Palomar, Buenos Aires, 1975.


36 

Vallénciaga, Jacques L., Les énormes idiocies qui sont écrites sur l'origine de la soucoupe volante. C'est ma théorie, Dellachampgne Editions, París, 1969.


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