LAS MUCHAS INFLUENCIAS DE KING KONG

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LAS MUCHAS INFLUENCIAS DE KING KONG Por Fernando Jorge Soto Roland*

El Rey Kong, al abrir la puerta de la enorme muralla que lo retenía en el interior de la Isla de la Calavera, desató una serie de consecuencias impensadas en el imaginario de la cultura occidental

La influencia de King Kong en el imaginario occidental durante la primera mitad del siglo XX es sorprendente; mucho más perdurable y presente de lo que sospechamos. El modo en el que aquel señero film de aventuras moldeó las fantasías de millones de personas ha dejado huellas en numerosos países, generando lucrativos emprendimientos comerciales y levantando parte del andamiaje cultural sobre el cual se apoyó un resistente neo-romanticismo que llegó a confundir—acríticamente— la ficción con la realidad. Sobre este tema tratará el presente artículo. Analizaré de qué manera y en qué ámbitos el film de Kong de 1933 impactó en el imaginario social, alimentando, exacerbando y difundiendo ideas, mitos y realidades fantásticas mucho más allá de la pantalla grande.

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Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de La UNMdP.


2 No es éste un tema ni un enfoque del todo original. Los ejemplos al respecto son numerosos, tanto en el risueño universo de la ufología y su búsqueda de extraterrestres, como en el amplio espacio que ocupan una panoplia inmensa de fenómenos paranormales, de los cuales ya he escrito algo antes.1 El arte en sus más variadas instancias (películas, libros, historietas) y los medios masivos de comunicación son, en mi opinión, algunos de los principales responsables del pensamiento mágico imperante y de las legiones de historias irracionales que circulan, tomadas por ciertas. Lo maravilloso ha colonizado parte de la cosmovisión actual. Millones de congéneres dicen convivir a diario con entidades sobrenaturales, daimónicas o como se las quiera llamar. El férreo deseo de creer, la ignorancia y los contextos históricos interesantes (por no decir complicados) tienden a difuminar el sentido crítico, catapultando delirios inconcebibles mucho más lejos de lo aceptable. Oleadas de platos voladores, chupacabras, avistamientos de misteriosas entidades aladas (Mothman) o incluso las denuncias sobre la presencia de brujas y seres espectrales inundan los sitios de Internet. Al lado de todo ello, pie grande o el yeti parecen individuos salidos de un libro de biología de secundaria que ya no llaman tanto la atención. Están insertos en el paisaje mental de decenas de miles de personas. Estimulados por programas de televisión y pseudo-investigadores de campo que anteponen sus locas hipótesis confirmatorias al hecho concreto de no encontrar nunca nada. Es lindo creer. Entretiene. Hace la vida más llevadera. Es como cuando vamos al cine: las fantasías y el misterio (también el terror) estimulan nuestra dosis de dopamina, nos sentimos bien (especialmente cuando sabemos que estanos a salvo). Nos vemos placenteramente estimulados y pedimos más. Aún fuera de la sala de proyecciones. En este sentido, King Kong, el mayor de los monstruos de Hollywood, la Octava Maravilla del Mundo, arrastra un historial no por todos conocido. Es que el gigantesco gorila de la ficción contribuyó, especialmente en la década de 1930, a crear un perdurable universo onírico, en el que cazadores de monstruos, exploradores, aventureros y editores de diarios, libros y revistas, encontraron una realidad maravillosa, estimulante, paralela y subversiva. Una realidad capaz de ir en contra de todo cotidiano, alterar los marcos de referencias aceptados e instalar el misterio y las quimeras como forma de estar en el mundo. Uno de sus derivados fue lo que dos décadas más tarde, en los años ´50, Bernard Heuvelmans denominó criptozoología.

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Véase del autor: Portales del imaginario: diarios, monstruos y extraterrestres. Disponible en Web: https://www.monografias.com/docs113/diarios-monstruos-extraterrestres/diarios-monstruos-extraterrestres.shtml


3 UN MONSTRUO QUE INSPIRÓ MONSTRUOS La criptozoología es la disciplina —nunca oficializada por la academia— encargada de investigar y salir en pos de monstruos imposibles. Animales ocultos, evanescentes, invisibles a los ojos de la ciencia 2, pero muy presentes en las mentes en aquellos que creen ver en el rumor, las leyendas y los cuentos locales, fuentes fidedignas de que el planeta sigue habitado por criaturas que van más allá de nuestra imaginación.3 De todos esos monstruos —que los “especialistas” denominan críptidos— el más famoso tal vez sea el supuesto plesiosaurio del Loch Ness, en Escocia. En torno a Nessie (como lo llaman cariñosamente los habitantes de la región) se ha estructurado un enorme negocio turístico y comercial4 —vigente desde hace ochenta y ocho años— que tiene a la película de King Kong (1933) como principal responsable de ello. Suele ocurrir que muchos errores se perpetúan por generaciones, instalándose como verdades que nadie discute; especialmente cuando son esos errores los responsables de alimentar aquellos temas a los que son afectos los conspiranoicos misteriodistas5 dedicados a la difusión de los inexplicables enigmas del universo (tan en boga en programas de canales como el History Channel).

Nessie, el famoso monstruo del Lago Ness-. Foto del Cirujano (1933). Fraude.

Desde niño leí que la tardía aparición de Nessie en 1933 se debía al tendido de una nueva ruta lindera al lago y que, presumiblemente, las explosiones y ruidos producto de ese trabajo de ingeniería habrían “despertado” al monstruo, sacándolo de un poco probable y milenario letargo, obligándolo a abandonar los insondables 754 metros de profundidades que esa cuenca lacustre contabiliza en su haber.

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Martínez, Gabi, Animales Invisibles, Nórdica Libros, España, 2019. Angulo, Eduardo, Monstruos, Talleres Gráficos Gelv, Zaragoza, España, 2007. 4 Véase del autor. Escenarios y escenografías del misterio. Monstruos, extraterrestres, mentiras y negocios, Revista la Razón Histórica, España, 2021. Disponible en Web: https://www.revistalarazonhistorica.com/50-11/ 5 Término acuñado por el escéptico periodista español Javier Cavanilles. 3


4 Fue a partir de ese momento —según reza el cuento— cuando se empezaron a denunciar los avistamientos de la criatura y numerosos testigos pasaron a ser los protagonistas de la historia del lugar. Una región que, se decía, permanecía aislada. Lejos de todo. Fuera del alcance de la mirada humana antes de que se construyera la mencionada carretera. Claro que lo antedicho es falso. Una mentira de cabo a rabo con la que algunos sesudos e ingenuos criptozoólogos pretendieron exacerbar al clima de misterio del entorno en el que se instala el famoso lago escocés De acuerdo con la investigación llevada a cabo por Daniel Loxton en su libro Ciencia Abominable (en coautoría con Donald Prothero)6, la zona en cuestión ha sido ocupada y recorrida asiduamente desde hace más de doscientos años. Con (otras) rutas que bordean el Loch Ness y decenas de barcos atravesando sus aguas al conectar los numerosos poblados de las orillas, estamos muy lejos de aquel Mundo Perdido que pretendieron vendernos por décadas. Incluso los errores de percepción, las bromas y los fraudes en la zona son muy anteriores a la moderna leyenda de Nessie. Indagando en hemerotecas de Estados Unidos y Escocia, Loxton encontró numerosos artículos periodísticos en los que se hacía referencia a esa extraña costumbre de engañar a la gente mucho tiempo antes de que la criatura asomara su cabeza exitosamente, por primera vez, en 1933. Por ejemplo, se pudo saber que en 1868 la tripulación de un barco pesquero que había capturado —en alta mar— a un ballenato de casi dos metros de largo, arrojó el cadáver del cetáceo en las aguas del Loch Ness a modo de chanza, con el solo fin de sorprender a los pobladores, al momento de encontrarlo en estado de descomposición, varado en la orilla del lago.

Artículo de 1868 en el que se hacer referencia a una extraña especie a orillas del lago

Hay pocas bromas nuevas bajo el sol. El comportamiento humano no ha cambiado demasiado en ese sentido, incluso a la hora de refutar historias consideradas imposibles. Por ejemplo, el periódico escocés Inverness Courier publicó, en 1852, las confusiones que se generaron al ver de lejos a varios ponis (caballos de pequeña estatura) bañándose en las aguas del lago, creyendo observar a extraños y desconocidos animales


5 lacustres. Aún así, absolutamente nadie hizo referencia a tradición previa alguna que permitiera sugerir la presencia de monstruos antediluvianos en el Loch Ness; aunque sí a la existencia de seres sobrenaturales propios del folclore y común a todos los lagos de Gran Bretaña. El hogar de Nessie no se distinguía del resto de las cuencas por nada en particular. Menos que menos por albergar a un reptil acuático prehistórico. Pero no sería —ni había sido— la única vez que testigos dignos de confianza se equivocaban, confundiendo animales comunes y corrientes con criaturas misteriosas provenientes de la tradición oral. Una larga historia combinaba folclore, bromas y errores en partes iguales, preparando el terreno para que el Loch Ness se abriera a la más desenfrenada imaginación, extendiéndola a lo largo y ancho de todo el planeta gracias a la prensa y otros medios masivos de comunicación. En 1930 el Northern Chronicle publicó la primera noticia moderna sobre Nessie, en la que se hacía referencia explícitamente a un MONSTRUO. Nunca antes los medios habían usado ese término para referirse a los avistamientos previos denunciados en el lago.7 De todos modos, según el artículo, los jóvenes pescadores protagonistas del evento no habían conseguido observar nada extraordinario (sólo “un oleaje importante”). Fue así que el cuento no consiguió instalarse. La leyenda quedó a mitad de camino y sólo retrospectivamente adquirió una importancia que no había tenido en su momento. Ésta le fue otorgada por un periodista sensacionalista llamado Alex Campell cuando la utilizó como antecedente histórico al escribir en el Inverness Courier una nota en la que se hacía referencia al avistaje de un monstruo lacustre realizado por un matrimonio de apellido Mackay, en mayo de 1933.8

Ala izquierda: artículo de 1930- A la derecha: artículo de 1933

El periódico escocés se transformó en el portavoz oficial de la criatura, muy a pesar de que los baqueanos locales recibieron la historia con escepticismo. En Londres, por el contrario, estalló la locura por localizar a la bestia. Miles de personas viajaron a la zona entre 1933 y 1934. Nunca antes se registraron 6

Loxton, Daniel y Prothero, Donald, Abominable Science: origins of the yeti, Nessie and others cryptids, Columbia University Press, 2013. 7 Cohen, Daniel, La Enciclopedia de los Monstruos, Edivisión, México, 1999, pág. 125. 8 Daniel Cohen informa que Alex Campell —quien además de corresponsal de prensa oficiaba por entonces como Concejal del Agua en el Loch Ness, es decir que era el encargado de regular la pesca de salmón en la zona— afirmó que tras el relato de los Mackay, él mismo había visto al monstruo varias veces. Por otro lado, los Mackay eran los propietarios de una posada que, desde entonces, reunió a todos los ilusos cazadores de monstruos que visitaban el lago. Por tanto, no son pocos los que atribuyen toda esta historia a un simple fraude para atraer turistas. Si realmente fue así, podemos decir que tuvieron enorme éxito en la empresa.


6 tantas denuncias sobre su aparición, ni se sacaron tantas fotos (todas borrosas, claro). Muy pocos de los viajaron al Loch Ness regresaron desilusionados. La mayoría creía haber visto algo. La leyenda de Nessie estaba finalmente instalada definitivamente y su estrellato —que aún sostienen los más crédulos a pesar de las decenas de refutaciones que se han esgrimido— se mantiene hasta el día hoy.

Nessie se vuelve famoso el mismo año en el que lo hace Kong

1933 fue el año clave. La fecha de nacimiento de Nessie y el mismo año en el que King Kong hacía su aparición en las pantallas de los cines del mundo entero. Daniel Loxton cree que el impacto que produjo el gigantesco gorila de la ficción fue el que alimentó y promocionó la leyenda de Nessie. De no ser así, ¿por qué el supuesto plesiosaurio no atrapó la imaginación en 1930 y sí tres años después? La respuesta es para el investigador sencilla: el estreno de King Kong el 10 de abril de 1933 —en Escocia— se convirtió en el catalizador que inspiró la presencia de dinosaurios prehistóricos en el norte del país. Especialmente un dinosaurio acuático, de cuello largo y lomo redondeado, idéntico al que aparece en el film estrenado sólo cuatro días antes del histórico avistamiento de los Mackay.9 “La película creó la ilusión creíble de monstruos en contacto con el mundo moderno”.10 Y así, una maravillosa sumatoria de sucesos (el film, el artículo de Alex Campell y el clima de tensión internacional generado por la Gran Depresión y la amenaza de los nazis en Alemania) contribuyeron a que —una vez más— el Inverness Courier lanzara, el 4 de agosto de 1933, la noticia que Loxton considera la más influyente de todas y que tuvo como protagonista a un tal George Spicer.

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Loxton, Daniel y Prothero, Donald, op.cit. cap. Nessie. Ibídem, op.cit.

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7 En la fecha citada, el periódico publicó una carta proveniente de Londres en la que el mencionado Spicer contaba que días antes (el 22 de julio de 1933) había visto, junto a su esposa, a una extraña criatura mientras conducía por la carretera a lo largo del lago Ness. La descripción de este avistamiento a plena luz del día, modificó para siempre la leyenda. En tanto que los pocos testigos anteriores habían reportado meras salpicaduras en el agua, Spicer denunció haber observado un animal que parecía prehistórico, cruzando la carretera a menos de cien metros de distancia de su auto. Parecía tener un cuello largo que se movía de arriba hacia abajo, un cuerpo grande y una espalda alta. Lo comparó con un elefante y, como si eso fuera poco, dijo que llevaba en la boca lo que creyó era un cordero pequeño.

Representación artística (famosa en el ambiente criptozoológico) del avistamiento denunciado por George Spicer en lulio de 1933 a orillas del Loch Ness

La iconografía de Nessie acababa de nacer y —como ocurrió años más tarde con el fenómeno social de los platos voladores— todos los testigos subsiguientes describieron un animal semejante. Daniel Loxton está convencido de que esa primigenia descripción hecha por Spicer fue sacada de una escena memorable (e impactante para la época) de la película King Kong: aquella en la que un monstruo acuático ataca sin misericordia a los tripulantes de una balsa, persiguiéndolos incluso fuera del agua (lo que descarta de lleno a un plesiosaurio).11

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Véase: El dinosaurio más malo de todos (2012). Disponible en Web: http://21essays.blogspot.com/2012/03/meanestbrontosaurus-of-them-all.html


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Fotogramas del film King Kong de 1933

Escribe Daniel Loxton; “Tanto en su descripción como en su boceto, Spicer recreó exactamente la escena (…). La criatura de Spicer cruzó el camino de izquierda a derecha. El monstruo del film (…) cruza la pantalla del mismo modo. Como la bestia de Spicer, el de la película tenía un cuello muy largo que se movía de arriba hacia abajo y un cuerpo enorme. La criatura del film da la impresión de tener piel gris, parecida a un elefante. (…) El testigo la comparó con la de un elefante sucio o un rinoceronte. (…) y que su tamaña era grande ya que ocupaba todo el camino, calculándole una longitud de unos 8 a 9 metros. Además, (…) al igual que en el film no vio ninguno de sus pies”.12 “Finalmente, está la problemática descripción en la carta de Spicer al Inverness Courier de que el monstruo "parecía llevar un cordero pequeño o un animal de algún tipo". Esto parece ser una descripción directa de la última toma en la escena del saurópodo de King Kong. Al llegar a un árbol, el dinosaurio agarra a un miembro de la tripulación sobreviviente en su boca y lo sacude. En una toma que coincide exactamente con el dibujo de Spicer, el hombre condenado se ve exactamente como un "pequeño cordero o animal de algún tipo" en la boca del monstruo”.13

Boceto hecho por G. Spicer y fotograma del film de 1933

En pocas palabras, Spicer recreó la escena de la balsa tanto en su descripción como en el dibujo que bocetó en una entrevista, donde también confirmó haber visto la película antes del evento. Sin dudas, el cine condicionó y preparó la imaginación del público. El King Kong de 1933 y el mucho menos sorprendente Lost World de 1925 (basado en la novela de Arthur Conan Doyle, escrita en 1912) contribuyeron en el proceso. Nessie, tal como lo concebimos hoy, no existía antes del tremendo éxito que Kong tuvo en la pantalla grande a partir del ’33,

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Loxton y Prothero, op.cit. pág. 158. Véase: Los orígenes de Hollywood del monstruo del lago Ness. The Week, 10 d enero 2015. Disponible en Web: https://theweek.com/articles/458686/loch-ness-monsters-hollywood-origins 13


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King Kong (1933): uno de los sucesos cinematográficos más impactantes de la historia del cine

LAS TAXONOMÍAS DEL CINE La criptozoología está en deuda no sólo con Kong sino con el género fantástico en general. También con la literatura de aventuras de los siglos XIX y XX, en la que muchísimos filmes y criptozoólogos abrevaron a la hora de materializar sus proyectos. Las películas de monstruos han sido una rica fuente de inspiración para los cazadores de quimeras. Incentivaron búsquedas interminables de críptidos inventados y retroalimentaron aquellas leyendas que circulaban con antelación. Unos, dramatizándolas en la pantalla grande. Otros, saliendo en pos de ellas, dando testimonio de esa inútil pesquisa en diarios de viajes, documentales y libros especializados. El yeti, Pie Grande y el mismísimo Nessie (después de su debut en el imaginario en 1933) han protagonizado decenas de filmes de ficción y a ellos los cazadores de criaturas misteriosas les deben más de lo que están dispuestos a admitir Como bien señala Tomás Martín Hernández, el arte en general ha participado —y participa— activamente en la clasificación de los seres vivos. No es ésa una tarea exclusiva de la biología o de la zoología en particular. Las taxonomías científicas no son las únicas que circulan desde hace siglos. También están las otras, las literarias. Las salidas del rumor y la tradición oral. Toda una biodiversidad imaginaria de la que Kong es, tal vez, su cumbre máxima.14 Estas taxonomías ficticias siguen compitiendo con las de la academia. Sus monstruos se resisten a la extinción. Son huecos duros roer. Mucho de ellos fósiles vivientes que se enquistaron en el imaginario popular sin que ninguna explicación razonable consiga quitarlos del lugar que ocupan.

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Véase: Hernández, Tomás Martín, Biodiversidad imaginaria en el cine de la monster movie a la taxonomía de ficción, Universidad de la Laguna, 2013. Disponible en Web: https://riull.ull.es/xmlui/handle/915/4407


10 Desde relatos mitológicos de la antigüedad a los bestiarios medievales y el cine de monstruos, criaturas de todo tipo han asaltado la vida real, adquiriendo una presencia activa en cuentos de fogón, en anécdotas y epopeyas de héroes. Muchas, incluso, cobraron una materialidad mayor que la puede tener un león o una jirafa. Aún así, siendo por demás elusivas, invisibles, siguen presentes en nuestra representación del mundo, sin que les importe lo que dice el discurso científico. La fuerza de la ficción resulta imparable. Su veta romántica se resiste a morir y el sueño de un universo maravilloso persiste. Ya sea por tamaño, comportamiento o hábitat, los monstruos llenan millones de páginas, sin importar lo anacrónicos que puedan ser. Sin que interesen las incongruencias. Cuanto más imposible son, mayor cantidad adeptos arrastran; y son esos amantes de lo absurdo los que nos revelan que, en el fondo, estamos tratando con nuestros propios miedos y ansiedades. Con nuestro lado emocional, apartado de las explicaciones racionales y de la experiencia pura y dura.

La influencia de King Kong ha sido enorme en los más diversos ámbitos. Se lo ha relacionado con decenas de temas. “Desde lo semiótico (el film) ha sido interpretado como la diferencia entre la naturaleza y la civilización; es decir entre la selva y la ciudad. (…) En el plano psicológico (…) entronca con nuestros orígenes evolutivos así como con el mono que aún llevamos dentro. El significado sexual se hace patente en el tema del amor imposible (…). Finalmente, las interpretaciones sociales lo convierten en un claro reflejo del crack del 29 y de las crisis económicas”.15 Como hemos visto, el universo de la criptozoología tampoco quedó al margen su influjo. Kong ha dejado su pesada impronta en ella; y no sólo en las heladas aguas de la Tierras Altas escocesas, sino también en lugares más remotos y exóticos del planeta, poblados imaginariamente (como en la Isla de la Calavera) por una fauna extinta y desconocida. Mundos lejanos y perdidos a los que es posible rellenarlos con las bestias que uno desee. Selvas, ínsulas y montañas en las que se habla de monos y hombres/monos enormes, peludos y tan libidinosos como Kong. “Multitud de ejemplos aparecen. Nos advierten ciertos signos y seres —escribe Alejandro Vignati—. Noticias escondidas en los periódicos. Apariciones nocturnas no aclaradas del todo. Huellas de pies extraños, de dimensiones fuera de lo normal, el famosos Pie Grande de los Estados unidos. (…) Todo parece encajar en un gran engranaje, del cual King Kong es sólo el pretexto. Algo así como un anuncio de que un gran secreto se va a revelar”.16 Reflejos de nosotros mismos, monstruos como Kong o Nessie —principales protagonistas de este trabajo— seguirán colonizando nuestra realidad poniendo el mundo patas para arriba. Cuestionando los 15 16

Ibídem, pág. 103. Vignati, Alejandro, King Kong el simio erótico, A.T.E,, Barcelona, 1976, pág. 43.


11 paradigmas vigentes y dando sustento a delirios —incluso metafísicos y esotéricos— que no hacen más que revelar que las taxonomías medievales y la cosmovisión que éstas encarnaron siguen de algún modo vigentes en un mundo atiborrado de tecnología e información.

FJSR BUENOS AIRES, JUNIO 2021


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