eDap03/04. Alrededores. Una geografía patrimonial por Los Alcores y Valencina-Aljarafe.

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D O C U M E N T O S d e A R Q U I T E C T U R A y P A T R I M O N I O

ALREDEDORES. UNA GEOGRAFÍA PATRIMONIAL POR LOS ALCORES Y EL ALJARAFE

eDap03/04 marzo 2011



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Nº 3/4. AÑO 2011 Dirección eDap: Juan José Vázquez Avellaneda Dirección www.arquitecturaypatrimonio.com: Ferrán Ventura Blanch Equipo de redacción: Laura Carreño Naranjo Rosa Estrada López Álvaro González Vergara José Enrique López-Canti María Sierra Sánchez Francisco A. Tejada Muñoz Juan José Vázquez Avellaneda Ferrán Ventura Blanch Producción y Diseño: © taller de jva Edita: avellaneda, canti & ventura. Editores. Departamento de Proyectos Arquitectónicos. ETSA. Universidad de Sevilla ISSN: 1888-8836 Depósito Legal: SE-3321-2008


eDap03/04 DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO www.arquitecturaypatrimonio.com

Sumario 5 Editorial

manca Fernández

6 Escarpes olvidos escapadas, por Juan José Vázquez Avellaneda

72 Archivo ALCORES_2010, por eDap. Selección y montaje de Álvaro González Vergara/María Sierra Sánchez

16 Anoche, por José L. Canti

112 ALJARAFE(S). Arqueología del territorio vs ciudad genérica

22 LOS ALCORES REVISITED. Ideas, acciones, figuras de intervención y proyectos

114 El Aljarafe: Corona de Sevilla, por Ahmed Tahiri

24 Una visita a la comarca de Los Alcores, por Antonio Gavira Albarrán. Sociedad Ecologista Alwadi-ira

120 Luces y sombras de los espacios públicos del Aljarafe sevillano, por Antonio García García/Víctor Fernández Salinas/Luis Andrés Zambrana

32 Los valores del patrimonio histórico de Carmona, por Rocío Anglada Curado

128 Panorama del sitio de Valencina: instrumentos de ordenación y difusión patrimonial, por Juan Manuel Vargas Jiménez

38 La memoria del viajero romántico. (Rehabilitación del Castillo de Luna. Mairena del Alcor. Sevilla), por Pura García Márquez/Ignacio Rubiño/Luis Rubiño

136 El Aljarafe como inter-acción de sistemas: El arte de la tierra propia, por Rogelio Cantero Gutiérrez/Carlos Martín Sánchez

44 Alcores_Activando el territorio, por Marc Ballester Torrents/Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga/Jesús Martín Carballo/Marta Salamanca Fernández

146 Archivo VALENCINA_DÓLMENES, por eDap. Selección y montaje de Laura Carreño Naranjo/Rosa Estrada López/Francisco A. Tejada Muñoz 172 Créditos

54 Alcores_Planeando activaciones, por Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga 64 Alcores_Activando relaciones, por Marc Ballester Torrents/Marta Sala3


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

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Editorial

Una especie de pulsión competitiva parece recorrer últimamente el mundo de la cultura. Así lo manifiesta José Luis Pardo en un reciente artículo titulado El destino deportivo de la cultura (EL PAÍS, 7/1/2011), en el que analiza con especialmente atención el ámbito universitario nacional. Quizás por ello, el esfuerzo y los trabajos que se realizan de forma abundante en esta comunidad, en la mayoría de los casos, pasan al mayor de los olvidos. La generosidad y fertilidad de tantos recursos quedan así, “impelidos por la excelencia”, al no encajar en un conjunto de parámetros que convierten, además, a todos sus miembros en individuos autómatas, pendientes de becas, ayudas, evaluaciones, méritos, campus, ranking, etc., y a las agencias de calidad, las enfrenta a una ímproba tarea de evaluación sobre el valor científico de las aportaciones. Así, la universidad pública en España basada en un modelo que ha consolidado definitivamente el sistema dual, funcionarios-laborales, sigue, como era de suponer, muy lejos de Wall Street, mientras que en nuestra sociedad, el empobrecimiento cultural y la estupidez campean por sus fueros a mayor gloria de lo espurio. En este número, posiblemente a contratiempo si hacemos caso de lo anterior, salimos de paseo hacia los alrededores de la ciudad de Sevilla, con una mirada topográfica que toma a Los Alcores y al Aljarafe como observatorios

privilegiados de la acumulación de actos realizados sobre un ambiente continuamente cambiante de permanencias, en la mayor aglomeración urbana a orillas del Guadalquivir. Desde la cotidiana experiencia de la docencia de arquitectura, pasando por los trabajos de investigación de postgrado (marph y mcas), a las colaboraciones de investigadores y profesionales que introducen profundidad y novedad en la búsqueda, hemos hecho posible la edición de este número doble que permite al lector encontrar enfrentados a los dos escarpes que se asoman para configurar la atmósfera del valle del río grande. El punto de partida en la mayoría de las aportaciones considera el trayecto ya recorrido por las distintas iniciativas desarrolladas hasta ahora en la ordenación del territorio, en el planeamiento, la protección patrimonial y medio ambiental; sin embargo y con ello, las miradas y los proyectos aquí reunidos se diría que están hechos como si la permanencia del decorado invitara a una constante re-invención.

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“El Galdul” / JVA

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Escarpes olvidos escapadas Juan José Vázquez Avellaneda

“C’était un temps béni, nous étions sur les plages” (G. Apollinaire)

Supimos triunfar sobre el tedio de la tarde, crear inmensos sueños, asombros de la nada. El mundo giraba mientras con salvaje inocencia cada mañana el sol era nuestro. (Victoriano Alcantud)

1. Un mapa muy realista de las maneras de urbanizar de los últimos años, podría componerse a partir de cualquier cartografía del sitio en la que una vez borrados todos los nombres originales, superpusiéramos una nueva toponimia, tomada al azar, con la única condición de que ningún nombre re-

mitiese a la memoria del lugar. Algunas obras de Rogelio López Cuenca, parecen denunciar esta condición hipermoderna por la cual los sitios son re-nombrados por corporaciones y organismos, con una gran profusión de mensajes, cartelerías y soportes de todo tipo, gracias a los cuales, el territorio y las ciudades, una vez convertidos en mercadería son reenviados para su consumo de masas. Agentes que tiene el poder de urbanizar, que crean el mito y los rituales que lo acompañan, de forma instantánea, como si todo fuera nada más que presente sin pasado y sin futuro. Son los llamados, por algunos, “ladrones de ciudades”1. Apropiarse de algunas de las estrategias propias de la dominación de la biopolítica, para subvertirlas, no deja de ser un camino de intervención y resistencia adecuado para nuestro siglo. Si es cierto que existe un evidente desacuerdo entre las palabras y las cosas, y no pocas obras de la cultura y del pensamiento contemporáneo se han dedicado a desentrañar esa extraña relación. A esto habría que añadirle, ahora, el no menos cierto alejamiento de los lugares que provocan los nombres propios que le son asignados a los nuevos espacios de nuestro tiempo. Escritos con mayúsculas, cumplen de forma eficaz, la estrategia de 1. De un texto sin título de Josep Crosas y Josep Quetglas publicado en el apartado “Fuera de Tiempo” de la revista scalae. documentos periódicos de arquitectura. Diciembre 2005 7


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Interior de la casa Laverán. Curva abandonada de la antigua nacional a Granada a su paso por El Gandul. Punto geodésico y corredor de dolmen en El Gandul / JVA

separación, gracias a un espacio-acontecimiento inventado, que en el caso del área metropolitana de Sevilla, se realiza sobre unas riberas antiguas y sedimentadas en el curso del tiempo. Así, tiempo geológico y acontecimiento instantáneo, comparten una suerte de naturaleza caótica. En los márgenes del texto una atmósfera proustiana envuelve la cuenca en un relato improbable, hecho de pequeños momentos involuntarios que devuelven la materialidad a una cronología oficial. Así un conjunto de espacios otros adquieren luz propia entre una amalgama de objetos orillados, ya por un tiempo remoto y constante, tozudo, ya por una razón abstracta de ingeniería que se mide por hectómetros o por hectáreas, y que sus balances están hechos de esa pasta que se cuenta por billones. Babélica lengua aquella que sea capaz de hablar de los sitios, de sus perfiles y escarpes, de sus emplazamientos, de sus cursos y canales, de las avenidas, de sus islas y playas. 2. Hay una especie de sentido en las casas vividas que sólo se deja atrapar desde la memoria lejana que surge cuando quedan deshabitadas. En una primera mirada, sobre el decorado vacío, aparecen aquellos ele8

mentos que por la costumbre que un día hicieron de ellos los compañeros de la vida, presentan un perfil más definido, adquirido, quizás, por el tacto de las luces de los días, etc. De la manecilla de hierro fundido de una cancela que se abre todos los días con la llave más diminuta, al rincón que ocupara el tablero de dibujo, arrinconado sobre un triedro que sólo ahora descubro en su concreción: los dos planos gris niebla de las paredes y el suelo ajedrezado de baldosa hidráulica roja y blanca-marfil. Al fondo en otra sala, un tipo de naturaleza extraña se deja ver por un instante, sobre un suelo similar, el cadáver tendido del padre que es trasladado a la cama del dormitorio con los balcones abiertos a la esquina de la calle por los que entra una luz artificial proyectada al perfil inerte. De esa arquitectura regionalista de Antonio Gómez Millán, dejo atrás un cielo raso, lo único que se conserva del decorado original, que se abre a una vista de los jardines del Alcázar, con una atmósfera ocre verdosa donde destaca una incierta giralda difuminada. Miro antes de cerrar la puerta para siempre jamás y veo la esquina rota: dos puertas ensambladas en ángulo, unidas a un paño acristalado de la cocina que consiguen un espacio continuo de habitaciones, se diría que aquí finalmente es posible entender esa modernidad sevillana del siglo pasado.


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Entorno urbano y cartelería del dolmen de Montelirio en Castilleja de Guzmán (octubre 2008). / JVA

En la calle me hago una foto con la esquina de la casa Laverán2 al fondo, un yo-otro queda como testigo de la visita. 3. Habitaciones vividas en tránsito, y el claro oscuro de los eucaliptos en las cunetas sobre una carretera estrecha en la campiña, o los fuegos de las pilas de rastrojos al final crepuscular del verano. Una carretera antigua siempre en obras, de la que finalmente sólo quedan pequeños rastros a los que podemos volver para comprobar la intensidad de su presencia, para comprobar cómo las medidas de las cosas siempre parecen disminuir como si el paso del tiempo las fueran dejando cada vez más reducidas, o como si nosotros mismos fuéramos creciendo en escala dejando al mundo convertido, para nuestra consolación, en una maqueta, en una ilusión cartográfica ante nuestros ojos. Cerca, entre la vegetación, un cartel herrumbroso indica El GALDUL (sic), hecho de una suerte de erratas acumuladas en los márgenes de la A92, como la curva abandonada al pie de de la aldea; y más allá, la estación derruida del 2. Se trata de un proyecto de viviendas y cochera de Antonio Gómez Millán de 1912-14. Sobre este arquitecto ver AA.VV.: Antonio Gómez Millán. Arquitecto. 62 Imágenes de su archivo en los fondos FIDAS. FIDAS/COAS. Sevilla 2003.

“Tren de los Panaderos”, con la antigua vía ahora convertida en un caminito entre chumberas; la cárcel de mujeres, la zona de maniobras de los carros de combate, los palmitos aún húmedos que brillan a la luz de la mañana…y un claro de perfiles suaves, con dólmenes y un mausoleo asomados a la profundidad de campo, hacia la vega del Corbones, que da su ubicación en la cota 100...y el arte de la cetrería y... “Tomaba conciencia de mis propias transformaciones al confrontarlas con la identidad de las cosas. Sin embargo, uno se acostumbra a ellas, y cuando recuerda de pronto la significación diferente que tuvieron y cuando han perdido todo significado, los acontecimientos tan distintos a los actuales que señalaron, la diversidad de actos realizados bajo el mismo techo, entre las mismas bibliotecas con vidrios, el cambio del corazón y la vida que implica esa diversidad, parecen aumentar todavía por la inmutable permanencia del decorado, reforzado por la unidad de lugar”3 Así pues, como en la Normandía de Proust, podemos considerar estos lugares, desde un comienzo extraño en cualquier habitación, perdidos en un espacio donde los nombres ni siquiera etimológicamente están fijados de 3. PROUST, Marcel. En busca del tiempo perdido. Vol.4. Sodoma y Gomorra. Santiago Rueda Editor. Buenos Aires. 1980. Págs.: 361-362 9


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Promenade architectural en el Viso del Alcor: C.P. “La Alunada” (LAN 1985). Viviendas de VPO , transformadas, (LAN 1985). Azulejos en la calle Antonio Machado. Casa de la Cultura (A. Saseta/ J. Santamaría). Fuente en el “Parque de la Muela” / JVA

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forma cierta y que en la medida que se recorren una y otra vez, movidos por diversos motivos, empiezan a peder todo misterio y así subidos en un tren de estación en estación podemos imaginar la diversidad de actos realizados sobre la inmutable permanencia del decorado. La culebra retorciéndose sobre la piedra del punto geodésico o los enterramientos profanados no se sabe cuando, se asoman a levante en su celebración diaria a la Tierra. 4. Un episodio sorprendente parece marcar el final de un cierto desarrollismo que ha proliferado a lo largo de las últimas décadas en el Aljarafe sevillano. Desde esas urbanizaciones de segunda residencia tipo “Colina Blanca” en la que empezaron a instalarse las primeras pista de “tennis-quick”, rodeadas de casitas con jardín y piscina, hasta las unidades de adosados proliferando en un monótono escenario del tedio; el Aljarafe ha ido privatizándose para convertirse en un laberinto de caminos clausurados, corona angustiada de un ciudad que se sabe cerca. Así, toda esa energía urbanizadora en un acto de casi psico-magia viene a encontrarse de bruces con un dolmen, el de Montelirio en Castilleja de Guzmán, algo probable. Pero en este caso, en los límites de una urbanidad de aceras, calzadas, alumbrado público y contenedores para una recogida selectiva de la basura, el dolmen contiene aún todos sus elementos interiores. Un conjunto de individuos vestidos con trajes hechos de conchas, formando un ritual de hombres, mujeres y muerte: dos vigilantes a la entrada, en la galería, una sala con mujeres y al fondo en otra sala, un hombre. Caprichos de la hipermodernidad. Las autoridades se han puesto pronto para el adecentamiento y el decoro de tan excepcional hallazgo. Al final de la escapada: un ritual para la eternidad. En la superficie: anatomía de una ola.

5. La travesía urbana por El Viso del Alcor resulta ser un plano-secuencia de sitios distintos que difícilmente se pueden recomponer desde la memoria del antiguo camino. Las viviendas han ido extendiéndose hacia el norte y el tráfico ya se regula por semáforos. De camino al Parque de La Muela la sensación de pérdida de planos sucesivos se detiene forma casual sobre uno que desencadena una cierta anomalía temporal: El C.P. “La Alunada”, uno de mis primeros proyectos, rodeado de un medio urbano, se asoma a la carretera con su fachada de acceso con la esquina rota, una posición que imaginamos cuando se ubicó en un principio sobre el descampado, el sitio del que toma su nombre, asomando al borde del alcor. En ese tiempo hicimos las fotos en blanco y negro y se llamaba “Dolores Ibarruri”. En el autobús, tras la luna con el símbolo de prohibido fumar, presenta un colorido extraño como si todo el entorno reflejara unos nuevos matices transformando la dureza de su volumen, dándole un aspecto más cotidiano ya encajado en la ciudad. A pie, inicio un particular paseo arquitectónico íntimo: la Casa de la Cultura en ladrillo rojo con la escalera quebrada, en esquina, extraño artefacto escalonado, a lo “stirling”; el proyecto transformado de siete viviendas, lleno de herrajes y balcones, o cómo convertir una pieza “coderch” en un pastiche. Me alejo para contemplarlo en su conjunto y no dejan de aparecerse, como veladuras, aquellos planos en vegetal lleno de líneas horizontales. Más allá, un azulejo en blanco y negro con la serigrafía de “La Pasionaria”, para terminar en la Muela, con un riachuelo de vertidos urbanos que discurre pendiente abajo. En un rincón la fuente de “arquitectura povera” hecha de ladrillo a tabla. Resulta difícil hablar de estos sitios sin que interfiera la memoria interior que permite fijar un momento exterior, en el que el PCE representaba una posibilidad de transformar la realidad, con una especial incidencia por Los Alcores. Hace unos años guardé en a:/ un texto que hablaba de todo esto con motivo de otros paseos por Los Alcores que compartí con amigos de la escuela. En a:/ recogía este paseo arquitectónico, entonces, en 1994, bajo el 11


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Dos interiores en El Aljarafe: Bodegas de “Casa Manuel El sargentillo” y Museo de Valencina de la Concepción / JVA

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título Los pasos perdidos, “...subiendo sus escaleras y como un extraño asomars e a sus habitaciones o mirar a la ciudad desde las esquinas acristaladas o desde sus ventanas donde ya anidan los pájaros...” 6. En una hipotética psico-cartografía del Aljarafe, “Casa Manuel El sargentillo” en Sanlúcar la Mayor debería de figurar como un lugar singular para la memoria. Un parroquiano gordo y con largas barbas que lee el periódico en la penumbra esquinada de la barra será nuestro anfitrión. Nos da paso primero, a unas habitaciones interiores donde cuelgan fotografías en color, de esas que se hacían en los setenta y que van perdiendo el contraste a favor de tonos homogéneos verdosos. La pieza, que se utiliza de comedor, es la antesala de una pequeña bodega ahora en desuso convertida en museo hiperrealista de toneles, aromas, telarañas y humedades, prensas, sogas, y unas estanterías con ruedas para jaulas de perdices de diseño cuidado e imaginativo. Antes de salir, el hombre tranquilo de largas barbas me da su tarjeta que definitivamente he perdido. Ahora que las distancias las medimos en tiempo, enfermos de velocidad, el tiempo vidrioso y lento de este interior nos re-envía a un Aljarafe de portones y cosechas. 7. Pequeño museo el de Valencina de la Concepción. Acostumbrados a la arquitectura museística que ha proliferado en los últimos años, éste hace olvidar al edificio que lo alberga, algo mediocre, a favor del conjunto de piezas arqueológicas originales del yacimiento prehistórico: huesos, herramientas, cerámicas, inscripciones, hogares, etc., conviviendo con unas maquetas entrañables que reproducen la vida cotidiana de los primeros poblados del lugar. Claudio Torres en Mértola, en el Alentejo portugués, en los años seten-

ta, apostó por la descentralización de los recursos arqueológicos a favor de la permanencia de los mismos en los lugares de origen. Se trataba de ofrecer la mejor manera de presentación y entendimiento de los hallazgos y a la vez de su devolución a los herederos más directos, los que seguían viviendo en el sitio. El Museo de Valencina, es un ejemplo en ese sentido. 8. Manual de uso. (Juan Larrea4, establecía una posible forma de ver, propia del sujeto contemporáneo: Mirar la realidad exterior de forma subjetiva y mirarse a uno mismo de forma objetiva). Entre trecho y trecho enumerados, Los Alcores y El Aljarafe, quedan unidos desde la distancia media, panoramas enfrentados sobre el área metropolitana, alrededores a levante y a poniente, lugares de multitud de actos distintos; los más recientes de depredación despiadada y otros remotos que siguen resistiendo en la permanencia del paleo-paisaje del bajo Guadalquivir. En la medida que la conciencia de nuestro pasado cada vez se establece en un tiempo más lejano; nosotros, el género humano, nos reconocemos de nuevo en la Tierra, en la única casa disponible. Si consideramos que contradiciendo a Amiel como apuntara Fernando Pessoa,5 los paisajes no son estados del alma, sino que más bien ocurre que los estados del alma son los que se convierten en paisajes; podríamos decir que en este siglo las huellas de los primeros pobladores del río grande, aún visibles, sus monumentos hechos de piedras colosales, nos salen al paso, coincidiendo con algunas preguntas que ahora nos hacemos con urgencia y que les dotan de nuevos sentidos. En cualquier caso, esta urgencia no debe 4. En Orbe, un diario de anotaciones realizadas por el escritor entre 1926-1932. Seix Barral. Barcelona 1990. 5. Bernardo Soares asomado al Tajo que se ha convertido en “un lago azul” y la “otra banda” en una “Suiza achatada”, reconociendo la “inimportancia del sujeto”, en el trecho 33 de Libro del desasosiego. Seix Barral. Barcelona 1991. Págs 51-52; establece: “Más certeza sería decir que un estado del alma es un paisaje; habría en la frase la ventaja de no contener la mentira de una teoría, sino tan solamente la verdad de una metáfora”. 13


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de hacernos olvidar la naturaleza provisional de las interpretaciones, teorías, metáforas y composiciones que seguimos realizando como producto de nuestros “estados del alma-paisajes”. No muy lejos de nosotros podemos encontrarnos, por ejemplo, al arquitecto Rafael Mitjana, ante el dolmen de Menga, entonces conocido como Cueva de Mengal, sobre el que realiza las primeras obras de limpieza y conservación, y del que presentará su interpretación y análisis en Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera en 1847. Arqueología de la arqueología que muestra el camino recorrido, desde entonces, por las ideas modernas acerca de esas piedras tan antiguas. De su presentación a la Academia Nacional de San Fernando extraemos el siguiente párrafo, que puede servir de ejemplo: “Aun cuando las primeras veces que entré en él no me atreví á clasificarlo, procurando solo reconocerlo para hacer su descripción artística, no obstante, estudiando luego sobre él, y cotejándolo con los que de igual forma se ha encontrado en otros paises, he creido poderlo clasificar con seguridad entre los templos druidas construidos por los céltas; estando también en la persuación de que es el monumento más antiguo que existe en España”6 6. MITJANA, Rafael: Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera. Málaga 1847. Edición facsímil Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Obra Socio-Cultural de Unicaja. Málaga 1996 14


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Marilyn Monroe en la fiesta presentaci贸n del rodaje de The misfits

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Anoche José L Canti

Tenemos un problema con las distancias. De muy diversa índole y escala. Existe la palabra “ayer”, que cuando se la ve entrecomillada hasta parece llena de faltas de ortografía y parece más una cosa que una palabra. En el medioevo la palabra evolucionó en el gallego hacia anoite –el ontem portugués para tal término-, y más que el día anterior, del ayer apenas nos separa la última noche de sueño, el último desdoble entre el subconsciente y el despierto consciente. Es una división temporalmente muy cercana, pero también está llena de milenios, porque para ello existen expresiones como los “ayeres” o “la noche de los tiempos”. También existe “hace un rato”, “hace unos minutos”, “hace un montón de tiempo, de siglos”; en definitiva, el pasado: superada cierta escala más allá de nuestro nacimiento, deja de haber memoria propia, sólo aprendida –adquirida- y mil veces mal aprendida, relatada, visualizada, reconstruida. Pero estos planos de temporalidad –si obviamos los museos arqueológicos, los libros y las fundaciones- están en el presente del territorio, para el que el ayer es sólo un desgaste de los restos físicos, una construcción tallada que nos llega hasta ahora en forma de imposible. Cuando una moto de cross utiliza la ligera elevación de un dolmen, cubierto como una teta de tierra hace miles de años, y deja los surcos de sus cubiertas una y otra vez laminando la herencia de todos, ni siquiera una noche de mal sueño

nos separa del acontecimiento; es hoy mismo, sin solución de continuidad, que ambas realidades se entretejen y manejan, en un espacio constituido por un inmenso síndrome de Diógenes que son nuestros territorios. Allí se acumula la basura del pasado; las puntas de flecha o las monedas, las pintadas pinturas de las cuevas, los ídolos y los huesos, los botones y las joyas, los peines y las vasijas, y hasta la base cerámica de ladrillos y tejas romanas los puedes apartar de los caminos con pequeñas patadas. A este escombro o desperdicio y su ambiente –además de a muchas otras cosas-, llamamos patrimonio. Alguno medio entero, casi entero; otro más sutil y difícil de ver, los nombres de las tierras, de las haciendas, de los arroyos y los accidentes, nos acompañan en el libro de las palabras del tiempo. Poner todo esto al registro de unos estudiantes de arquitectura, viene siendo la labor de estos últimos años en una asignatura apunto de desaparecer –optativa, como si la distancia del tiempo fuera opcional para una sociedad que se traslada en un lenguaje de presentes cargados de futuro-. Las situaciones de Los Alcores y el primer arco del Aljarafe, que recoge la experiencia de este número doble que saca adelante la revista Edap, no dejan de ser una suerte de libros territoriales llenos de capítulos fascinantes, que todavía continúan explicando el espacio que habitamos desde múltiples puntos de vista. Valencina, con sus dólme17


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nes, y su pequeño museo –próximo a los acontecimientos, y por tanto volcado en una ecología de la cultura con la ciudadanía, los niños que aprenden vocales y nosotros mismos, como universitarios-, plantea esta secuencia de imposibilidad por excesos de estímulos que a veces es el patrimonio que se nos aleja tanto en el tiempo. Desde allí, las ciudades a los pies de ese alto mágico, pura cornisa territorial en un valle tan llano y caluroso, ese pasillo estrecho y ritual del dolmen, esa posición tan soberana que ya tenían los muertos para los vivos en el pasado de hace mucho tiempo. Una gran torre de comunicaciones –telefonía móvil, señales radiofónicas o televisivas, un repetidor, no en vano, la palabra lo dice todo- plantea esa bisagra de temporalidades entre nuestro presente y nuestro pasado, que tan difícil es de comprender e interpretar cuando se está conviviendo en una única experiencia ambiental y temporal que es la presente, o sea, el presente feminizado o cambiado de género; basta girar el cuerpo ligeramente, y la historia de la humanidad se representa en un gran escenario que parece haber decorado un escenógrafo que está mal de la cabeza. El patrimonio no está limpio, y se presenta a un tiempo nítido y oscurecido y que sobre todo es el nuestro, y esto precisamente fortalece la aproximación a sus hechos y testigos: pequeñas mallas de simple torsión, basuras, grafitis, motos rampantes, olivos, torres tecnológicas y factoría militares; campos de tiro y campos para tirar, adosados que pisan dólmenes y cuyos cimientos caen sobre la oquedad que en otro tiempo fue un vientre terrenal y materno, devolución a la tierra del cuerpo y sus pertenencias. Nuestra contemplación habitativa del mundo circundante se constituye en un permanente y gigantesco montaje photoshop, donde todo está añadido, con procedencias dispersas y suturado cuando todo, alcanzando el debido tono de color -en este caso no lo facilita un software, sino el sol de cada momento-, se acopla en una única imagen que es con la que orientamos la visión de nuestra realidad. Esta técnica, será luego reinvertida y precisamente, las acciones propias del espacio de la intervención por parte de los estudiantes, acondicionan suelos virtuales, espectadores que no han estado, gente que pasa en bicicleta, pequeñas piezas amables que som18

brean las rutas de la cultura y el patrimonio, para esta vez sí, acoplar una virtualidad que quiere ser virtud en su propuesta; a ello todavía, denominamos por vicio, proyecto. Pero hemos, tal vez, perdido para siempre la posibilidad de un formato Atlas, que se distanciaría de este principio anterior; sobre el atlas se sostiene la cabeza y la bóveda celeste, su principio no está aún expropiado de lo humano, y maneja una complejidad que necesariamente es interpretada a cada momento. Sus páginas son secuencias ordenadas de una composición superior que tiene enormes dificultades de ser percibida a golpe de vista, de una sola vez. Es un camino de la invisibilidad o de la no visibilidad con la que tomamos refugio a través de la fragmentariedad y los estímulos de la realidad. Así, los trabajos de los estudiantes llevan este formato intelectual a un lejanísimo reflejo genético de la actividad de la cultura como una suerte de biología del pensamiento, y son los desgloses de la geografía y el territorio los que más titubeos, reiteración o problemas de espacialización tienen: es un mecanismo de préstamo –impropio, porque no es propio de ellos- y en el que mantienen el convencimiento de la transitoriedad del ejercitarse, puesto que realmente saben que el mundo está cifrado en el video tembloroso de un camino recorrido, en el filtro de color de una imagen que se anisa, para ya ser otra cosa, una nueva realidad o conocimiento. Para el atlas, la flor del anís estará en una página diferente de la página en la que está la tierra en la que brota y para el estudiante, anisar una imagen es la función técnica mediante una paleta digital de filtros por la que acalora una imagen para traerla a su imaginario: la transformación es una quiebra global de los sistemas de representación y de las sensualidades territoriales, que creíamos mantenían una correspondencia cognitiva organizada. Ellos van a gestionar el patrimonio de las futuras generaciones, ¿cómo organizar esta encrucijada? Hay que reconocer la escala de esta situación, primero de todo. Y luego, hay que articular una enseñanza donde la experiencia propia del estudiante esté antepuesta a casi todo: crear emociones quizás sea un servicio docente imprescindible hoy para articular procesos de acción: nuestros autobuses y los desplazamientos territoriales son hoy quizás decisivos sobre


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Marilyn Monroe en la fiesta presentación del rodaje de The misfits, en Ultimas sesiones (TVE2 12-03-2011). Dormitorio de M.M. Registro forense. Colección Greg Schreiner

todo por la dificultad y sospecha y malestar que están alcanzando dentro del cotidiano docente; parece como si salir al exterior fuera desproteger a la institución y generar ruidos molestos dentro de sus académicas pizarras; pero el nuevo atlas deshojado está más que nunca en las ventanillas de los autobuses que registran nuestro territorio, con sus fantasmas, patrimonios y salvedades. Una segunda cuestión a seguir a la anterior: las habitaciones de los estudiantes, como las nuestras propias –en el sentido de V. Woolf y más adelante, de Cacciari-, están siendo sometidas a un proceso de externalidad sin detención, y hay que establecer un referente docente en este fenómeno que nos atraviesa a todos. La externalidad está siendo la nueva fórmula de transferencia entre la esfera de lo privado e íntimo y la gestión pública: de ella se derivan, además de una futura nueva relación con lo político, una nueva capacidad de conocer -que ya es espacio de una identidad generacional, la

de los estudiantes de éste y de muchos otros sitios, y que ha transformado la biblioteca en red social-. Un paréntesis: (Una vez más, los autobuses han prestado un gran servicio a las recientes revoluciones en el ámbito de África del norte, mientras la crisis financiera del mundo avanzado ha sido el espacio interiorizado más opaco de los últimos siglos: dos modelos que chocan frontalmente se resuelven en esa paulatina externalidad de la habitabilidad contemporánea que está siendo clave de nuestro nuevo atlas cognitivo presente, y que impactará al patrimonio de las próximas décadas). Una última dificultad que concurre en las propuestas docentes de este bienio que se muestran en la publicación, y con ello, volvería al inicio del escrito: este fenómeno de externalidad está intoxicada de futuro, tiene su éxito en el futuro, pero también, su enfermedad. La alta velocidad con el que los contenidos docentes se están amontonando con los acontecimientos, es prácticamente única en la 19


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historia de la universidad si exceptuamos, por voto de confianza, las revoluciones. Por ello, el encuentro con el ayer en el escenario patrimonial es muy problemático para estudiantes y profesores; hablamos de temporalidades entorno a los 5.000 años que actualmente atraviesa su techo con desparpajo, desgasta y rotura una moto haciendo cross con sus correspondientes cabriolas, como es ya de sobras conocido en los montículos dolménicos de los Alcores. Esta problemática concreta de la distancia temporal, se minimiza o casi desaparece cuando contactamos con el patrimonio industrial, o en el patrimonio contemporáneo, porque la burguesía europea ha irrigado durante dos siglos un sistema de reconocimiento y proximidad que llamamos moderno, y que acerca el entendimiento bajo un soporte social y una herencia de memoria colectiva que ya se ha extinguido, por el contrario, en el dolmen para siempre, y que el especialista no puede puentear en el circuito del imaginario colectivo. El presente es un problema de compatibilidad escenográfica, donde organizar el trabajo determina siempre una altísima carga intelectual, creativa y propositiva. Recuerdo el camino con los estudiantes desde Gandul a Mairena, en los Alcores, con Roma, con el ferrocarril del pan desmantelado y cedido a una encantadora senda por donde transcurrimos; el impresionante campo de palmitos y las nopaleras ya leñosas, antiguas como la leche, que nos trasladaban en cualquier momento a México; los dólmenes, los mausoleos romanos, los eucaliptos, la antigua cárcel de mujeres, el campo de prácticas de los tanques de guerra que luego rodarían en escenarios de todo el mundo; las vallas una vez más, las parcelaciones ilegales y Mairena –llevábamos tres horas de camino- al fondo. Estas son rutas patrimoniales, pero confieso que a veces es más verosímil el señor arrugado como una pasa buscando espárragos que siempre te encuentras en esos lugares, que esas misteriosas construcciones que hablan de un rito con el cosmos y una reverencia con la tierra de la que socialmente estamos expropiados. En este sentido el trabajo acerca de una cultura material que nos hermana con los hombres y mujeres de los ayeres milenarios es imprescindible como aproximación para hacer presentes todos esos restos que ha compuesto un photoshop 20

inverosímil y delirante en nuestros territorios. La cultura masiva no ha perdido tiempo en dar una imagen estereotipada de ese tiempo, salvaje y rudo, que se contradice con sus industrias, sus cerámicas, abalorios y ritos. Lo salvaje se ha revertido sobre la contemporaneidad, y un nuevo estatus procede a formularse sobre estos antepasados y sus legados, que se ven permanente modificados por la aparición de lo científico y lo tecnológico puestos al servicio de la paleontología, la paleozoología, las formas de vida que se derivan de los restos, y aunque acunados en hipótesis, no dejan lugar a duda sobre los pequeños placeres –el vino, la cerveza, el licor- que llegan hasta el eco de nuestros días y perduran en nuestro presente continuo. Una nueva articulación, sin lugar a dudas derivada de la insostenible relación con el planeta que mantenemos, hará revisar todas estas civilizaciones en un sentido definitivo de proximidad –más bien de aproximación- a los imaginarios que pudiera encerrar. Todo ello está ahí, en pie, en nuestros territorios pendientes de acogida. Y precisamente el trabajo docente en relación con este patrimonio está en encadenarse con su contemporaneidad innata, aproximando medios e imaginarios. Nabokov, a través de su curso de literatura europea, nos ofrece un bello ejemplo de esta aproximación de temporalidad al presente de su época (mediados del s. XX) y al presente de las disciplinas, que es tan didáctico precisamente en un curso, es decir, en un espacio que ofrece recorrido por las cosas, viaje gnóstico –y de autobús- en un aula obsoleta: “La literatura no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle neanderthal gritando “el lobo, el lobo”, con un enorme lobo gris pisándole los talones; la literatura nació el día en un chico llegó gritando “el lobo, el lobo”, sin que le persiguiera ningún lobo.”11 Esta cita tiene una variada funcionalidad; es literaria per se, lo cual le da de inmediato un valor añadido; incorpora a los neanderthales ( ¡donde también existían chicos!) al espacio de la literatura, nada menos que al inmejorable honor de su inicio; y sobre todo desmaterializa cualquier aproximación primaria y primitiva a las sociedades humanas, tejiendo un espacio de sentimientos en los que empieza a caber no sólo el permanente frío, sino el sueño y la pesadilla, las carencias, 1. Nabokov, Vladimir: Curso de literatura europea. Ed. Círculo de Lectores. Pág 28.


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necesidades y los deseos: abre la espita a una suerte de normalización de lo humano –especular con nosotros mismos- imprescindible para empatizar y a seguir, interpretar con vigor estas secuencias de nuestro pasado presentes en el territorio.

la habitación –el registro de la habitación- de M.M ya muerta. Esos objetos que tienen ya la necesaria misión de explicar en términos forense –y siempre foráneos- la vida de la persona ausente, de su relato irreversible, no son muy diferentes de aquellos otros objetos antepasados que nos hacen humanos; siempre hay un recipiente cerámico que tiene en su interior algunas de nuestras mejores historias que convergen en la noche de los tiempos y, anoche.

Primer punto y aparte –que sirva para terminar, lector- y que tiene que ver con las cuestiones didácticas con las que aproximarse a estos patrimonios; sostengo una perenne necesidad de establecer imágenes de nuestra proximidad para vincularnos con el pasado que establece grandes distancias de temporalidades –y máxima proximidad territorial, una suerte de la teoría de la relatividad que lleva adherida casi toda experiencia patrimonial contemporánea- y para ello pienso en dos momentos distintos de Marilyn Monroe que tienen que ver con hace 3.000, 5.000, 10.000 años atrás si se quiere, y que tiene que ver, si se quiere también, con el lobo gris del que habla Nabokov, y que nos vincula a una transformación por la vía del sentimiento, imprescindible para acceder a estos espacios del conocimiento. Las dos primeras son imágenes de M.M. cuando se presenta al rodaje de The misfits, con un traje estampado que luego volveríamos a tener ocasión de contemplar –esta vez en blanco y negro- en la película de Houston. Este estampado de racimitos de cerezas, no dista mucho de las pinturas de Altamira, que aparte de animales con sombras y relieve –aprovechando la topografía de las piedras-, cuentan con otras pinturas o más bien dibujos de pequeños detalles –literalmente estampados-, entretenimientos picassianos que hablan del pequeño excedente de tiempo que constituye el estado de ánimo y que muchos siglos después se constituiría en el centro de algunas vidas; esos pequeños racimos de cerezas estampados llevan escritos –además de todas las pericias sexuales-, al recolector nómada y al sedentario, especies arquetípicas que M.M conocía de seguro a la perfección por su dilatado proceso de psicoanálisis, transferidas en su situación vital, demonios imaginarios, manadas de lobos grises que rodearon los sueños de la actriz. La otra imagen tiene que ver con 21


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LOS ALCORES REVISITED Ideas, acciones, figuras de intervenci贸n y proyectos 22


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Vista de Los Alcores / AGA 24


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Una visita a la comarca de Los Alcores Antonio Gavira Albarrán. Sociedad Ecologista Alwadi-ira

En los últimos años ha comenzado a hablarse de la posibilidad de crear una Zona Patrimonial en la comarca de Los Alcores, acogiéndose a la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Pero, al menos, desde finales de la década de los ochenta, asociaciones ecologistas y de defensa del patrimonio han venido realizando actos dirigidos a la difusión y preservación de sus valores,1 trabajo que ha pasado a ser colectivo tras la creación de la Plataforma en Defensa de Los Alcores.2 Los Alcores es una Comarca de más de 30 km. de longitud, situada al este de Sevilla, entre la Vega del Guadalquivir y la Campiña, que destaca del paisaje que la circunda como una cadena de lomas de pequeña elevación de dirección Noreste-Suroeste, teniendo sus cotas más altas en Carmona, donde alcanza los 250 msnm. La composición geológica de esta formación son calizas detríticas del terciario denominadas calcoarenitas, roca muy porosa que ha favorecido la existencia de un importante acuífero, aunque su compo1. VV.AA.: “Informe Los Alcores”. Plataforma en Defensa de Los Alcores. 2009. 2. Sus componentes son las asociaciones Ben Basso, Amigos de la Historia Padre Flores, Cornisa de Los Alcores, Baetica Nostra, Ecologistas Solano, Ecologistas en Acción y Sociedad Ecologista Alwadi-ira.

sición varía hacia el sur mostrando una facies más arenosa. Presenta hacia el noroeste un perfil en cuesta y hacia el sureste su elemento más característico, el escarpe. Lugar estratégico por sus características orográficas y ubicación, ha favorecido que el hombre recorriera estas tierras ya desde el Paleolítico, siendo lugar de asentamientos continuados desde el Calcolítico hasta nuestros días, por lo que dispone de un rico patrimonio arqueológico, arquitectónico, etnográfico y, a pesar del empeño que ponemos en destruirlo, natural. Desde Gallegos, en Alcalá de Guadaíra, hasta la Loma del Galloso, ya en Carmona, se esparcen por el territorio cientos de yacimientos arqueológicos, edificaciones de todo orden: alcázar, castillos, palacios, casas nobiliarias, haciendas, cortijos, ranchos, lagares, huertas, iglesias, ermitas, molinos, estaciones de bombeo, puentes, abrevaderos, fuentes, norias, pozos, galerías…, con su larga relación de nombres, que no es necesario mencionar. La existencia de un rico acuífero y la cercanía a un importante núcleo de población, Sevilla, condicionó su economía y su paisaje; buena parte de la industria se especializó en el abastecimiento a Sevilla, y así, es posible encontrar referencias de más de cuarenta molinos harineros en la comarca, y numerosos hornos de pan cuyo reparto se verá facilitado con la instala25


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ción de la línea de ferrocarril Sevilla-Carmona: el Tren de Los Panaderos. La importancia del agua la podemos rastrear hasta época romana cuando, desde las entrañas del alcor, mediante galerías, se comienza a extraer ésta para suministrarla a Sevilla, hecho que perdurará, al igual que el tren, hasta la segunda mitad del siglo XX. Pero el patrimonio es mucho más, el Alcor se configura como un lugar de gran interés paisajístico y botánico, pues en él podemos encontrar una variada gama de formaciones vegetales: restos de bosques de ribera, dehesas, palmares y matorral mediterráneo, pinares, huertas y parques de nueva creación. Para poder conocer una pequeña parte de este patrimonio, realizaremos un largo recorrido durante una intensa jornada. Por los alrededores de la ciudad de Carmona Amanece cuando inicio el camino en uno de los rincones más desconocidos de los Alcores, “Las Cuevas de La Batida”, situadas al norte de la población, entre las laderas de los Alcores y los faldones de la Alberquilla. Impresionan los grandes cortados, fruto del trabajo incesante del picapedrero, que no se detuvo en el exterior y, penetrando en las mismas entrañas de los alcores, dejó como resultado numerosas cuevas, algunas de tal extensión que se hace necesario el uso de linternas para su visita. He llegado al lugar por el cordel de Lora y, desde lo más alto, paseo la mirada por la soledad de la cantera. Realizo el descenso por un pedregoso camino que me lleva hasta su corazón, recorriendo las entradas de las cuevas sin atreverme a penetrar en ellas. En estos enormes paredones, compuestos por fósiles de millones de conchas de moluscos, es posible observar aún vestigios del trabajo de extracción de columnas y sillares, materia prima de esta histórica ciudad. Rodeo el lugar y me dirijo hacia el puente de Los Cinco Ojos, o Los Cinco Puentes, para cruzar el arroyo de las Alberquillas, aunque éste viene prácticamente seco. Comienzo la subida a la ciudad por los restos de una calzada romana, 26

desde donde observo el Parador y el Alcázar. Tras la pendiente llego a una pequeña carretera que continúa en ascenso hacia la puerta de Córdoba, una de las monumentales entradas de Carmona, pero yo voy a iniciar un pequeño descenso por ella y visitar la ermita de Nuestra Señora de Gracia, rodeada de jardines y un pequeño eucaliptal. En esta ermita, que tiene como leyenda de portada “MARIA GRATIA PLENA”, estuvo ubicada la imagen de la patrona de esta Ciudad. Tras dejar el lugar llego a la nacional IV y la cruzo para, tomando la vereda de Fuentes de Andalucía, acercarme al abrevadero del Pilar Ancho, construido en el año de 1467, según reza una lápida conmemorativa de la última restauración. Este pilar, de unos veinte metros de largo y uno y medio de ancho, se encuentra en un descansadero de ganado, cumpliendo fielmente su función tras más de cinco siglos. Vuelvo sobre mis pasos, cruzo la carretera y, tras un fuerte repecho, llego a la ermita de San Mateo, cuyo origen se remonta al siglo XIV. Un esfuerzo más y alcanzo la ciudad en el lugar donde estaría la antigua puerta de Morón. Rodeo la población por la calle de Extramuros y llego a la otra gran entrada de Carmona, la Puerta de Sevilla, que hoy día se encuentra apuntalada. Me encuentro cerca de la antigua estación del Ferrocarril Sevilla-Carmona, denominada Carmona Baja, para distinguirla de la de Guadajoz, y hacia allí me dirijo, no sin antes pasear por la Alameda de Alfonso XIII y descansar un momento en uno de sus bancos de interesante azulejería. Tomo la Ronda del Matadero, antiguo camino de la estación, para comenzar un agradable descenso hacia la campiña. A mi derecha voy dejando algunos corrales de ganado y tras éstos, el arroyo del Derramadero, cuyas pestilentes aguas cruzan el camino unos metros antes de alcanzar la Estación. En este lugar, al que llegaron trenes desde Sevilla hasta bien entrada la década de los sesenta, sólo permanecen erguidas unas tristes ruinas.


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Las Cuevas de La Batida en Carmona. El molino de Los Arcos / AGA

Los Alcores, Paisajes Sobresalientes Abandono el lugar con cierta pesadumbre incorporándome a la “Vía Verde del Alcor”, trazado del antiguo ferrocarril. Dirijo mis pasos hacia el oeste. Los Alcores se elevan a mi derecha y se alejan hasta perderse en el horizonte. Cruzo la carretera de Arahal y al poco llego al arroyo de Brenes, tributario del río Corbones, que también baja cargado de suciedad. Pienso en realizar la subida hasta su nacimiento, pasar junto al Cortijo de La Bóveda, acercarme a otro de los grandes abrevaderos de Carmona, el de “Los Limones”, detenerme un instante junto a sus transparentes y frescas aguas donde aún, diariamente, calma la sed el ganado, volver a ver los restos de sus molinos harineros y entrar en Carmona y disfrutar de esta ciudad, pero continúo el trazado viario dejando atrás Los Alcores del Sevillano, coronado por el cerro de La Bruja, donde aparecen posibles enterramientos antropomorfos. Cruzo el arroyo de La Esparragosa, el de Carriquemada, paso junto a las ruinas del cortijo de Santa Marina y, tras dejar atrás el arroyo del Acebuchal, alcanzo el cortijo del mismo nombre, edificación dedicada al turismo rural, que se encuentra enclavada en la finca de Trigueros. Junto al Cortijo, un camino permite acercarse a él, disfrutar de la finca paseando entre acebuches,

alcanzar las cotas más altas del alcor y acercarnos al cerro del Acebuchal, importante yacimiento arqueológico, donde Jorge Bonsor descubrió magníficos ejemplares de vaso campaniforme. Continúo mi camino viendo como, a pocos metros, una manada de toros pasta sin prisas, aún así acelero el paso pues la alambrada parece poco convincente para tan imponente animal. Pronto sale a mi derecha la vereda del Judío, que traspone el alcor por un puerto natural, dejando a la izquierda la hacienda del Judío, en uno de los rincones más hermosos de la comarca. Desde aquí podemos divisar los alcores en todo su esplendor, el gran escarpe coronado de encinas, acebuches, lentiscos, espinos, bayón, palmas, retamas, esparragueras…; la vegetación derramándose por la ladera del cerro de La Atalaya y Trigueros. A nuestra izquierda, la campiña se extiende interminable, kilómetros de tierras fértiles cultivadas de trigo y girasol, por las que discurren el arroyo Salado y el río Guadaíra, a las que sólo ponen fin las sierras de Esparteros, Montellano, La Peñagua… y más allá otras sierras, San Juan, Líjar, El Tablón, con el Terril y el Peñón de Algámitas…

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El Viso y Mairena, del Alcor El Cortijo de Alcaudete, con aspecto de imponente hacienda, se adelanta hacia el camino, en el cruce con el cordel del Alcaudete. Me detengo un instante en este lugar donde hubo una estación. No quedan vestigios. El cordel asciende hasta otro puerto natural, donde nace el arroyo del mismo nombre, arroyo cuyas aguas dieron vida a cuatro molinos construidos en el siglo XVIII: los de San Miguel, Santa Bárbara, San Nicolás y San Antonio. La Ermita de Santa María del Alcor se encuentra junto al molino de San Miguel, siendo lugar de romería de los Visueños. Observo el entorno y un elemento del paisaje destaca sobre los demás, una elevación troncocónica denominada túmulo de La Motilla o Alcaudete. Me dirijo hacia La Motilla. Llego hasta el molino más cercano, el de San Antonio, junto al cual se encuentra, semienterrado, un abrevadero sin agua. Tomo la Vereda de La Alunada y, campo a través, comienzo la subida por un terreno arado donde aprecio distintos restos cerámicos y líticos. Rodeo el cerro, formado por la acumulación de todo tipo de materiales, tierras, piedras, restos cerámicos..., y encuentro una senda que facilita el trabajo. En la cumbre veo una gran piedra, quizás un pilar, caída, y dos pozos que parecen haber sido silos. He vuelto a la vereda de la Alunada que me permite ir a media altura, entre el alcor y la campiña, disfrutando del paisaje. Paso junto a unos chopos antes de llegar a un gran corral de cabras, las del Virola. Continúo el sendero flanqueado de pencones y chumberas en flor, hasta llegar al camino del Moscoso. Desciendo junto a una canalización de agua que me lleva primero a la fuente, dedicada a los mayores del pueblo del Viso del Alcor, y luego al abrevadero del Moscoso. De vuelta a la vía cruzo el arroyo de la Alunada y me dirijo hacia el parque de la Muela, recorrido por un arroyo que nace junto al recinto ferial. A su izquierda sobresale el cerro de La Tablada, otro de los yacimientos destacados de los alcores y vértice geodésico. El trazado de la vía realiza un gran arco abrazando el cerro de La Ta28

blada. Un camino la cruza, se trata del cordel de Marchena. Lo tomo, pues permite acercarme a las ruinas de la ermita de Santa Lucía y seguir hacia Mairena del Alcor, para hacer una breve visita a su famosa fuente y abrevadero del Alconchel, cuyas aguas, como tantas otras fuentes de Los Alcores, provienen de galerías subterráneas. Desde aquí me dirijo por la calle de Las Minas hacia el castillo de Luna, edificio construido durante los siglos XIV y XV y que fue residencia de la familia Bonsor. Cerca del castillo se encuentra el antiguo lavadero público, construido en el siglo XVII, aprovechando la atarjea del primer molino del arroyo de Los Molinos del Campo, el de La Latera. Me encamino hacia los siguientes molinos, el de La Tranca y el espectacular molino de Los Arcos. Me incorporo nuevamente a la vía, dejando el molino del Culebro para otro día. Gandul y Marchenilla La vía llanea, aunque a lo lejos veo como asciende suavemente. Cruzo el camino del Chorrillo y el cordel de La Camorra, que algo más adelante pasará a llamarse de Utrera, donde unas enormes casuarinas dan sombra al camino. Voy llegando al arroyo de Bencarrón cuando la Mesa de Gandul, adelantándose sobre la campiña, aparece ante mí. Pronto llego hasta la Casilla de Cañada Honda, la casilla del tren que dio nombre a uno de los dólmenes más monumentales de Gandul. No puedo evitarlo y, furtivamente, entro en la finca. Me acerco a la fuente que dicen romana, la que daba aguas al abrevadero de Cañada Honda y, desde aquí, me dirijo, por un camino bien marcado donde no falta el acebuche, el lentisco, el majuelo o el jazmín silvestre, hacia el cerro de El Toruño. Desde este bastión del Bronce final, tengo a mis pies tres mil años de historia sobre el que medra un olivar, y hacia el norte la necrópolis de Gandul, donde destacan el mausoleo romano, el dolmen del Vaquero, el de la Casilla, el del Término y los Túmulos de Bencarrón. Vuelvo a la Casilla y enfilo el camino en dirección a la aldea de Gandul, enormes chumberas me acompañan. A la izquierda el palmar moteado de viejos alcornoques y a la derecha el antiguo campamento de Las Canteras,


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Torre de El Gandul. El castillo de Marchenilla. Vista de la sierra de Montellano y castillo de Cote desde Cuesta Carretilla / AGA

con su gran eucaliptal donde es posible encontrar hasta cinco variedades de orquídeas. Me detengo un momento en el cruce del cordel de Gandul. Una nueva casilla de tren aparece ante mí, la mejor conservada de todo el recorrido, y aún así no dejan de ser más que paredones. Abandono la “Vía Verde del Alcor” definitivamente y, tomando el cordel, me dirijo hacia la aldea. Paso junto a un edificio que fue molino y posada, y en la que nuestro viajero romántico más conocido, Washington Irving, detuvo sus pasos un momento en su viaje hacia Granada. Recorro su calle principal dejando a la izquierda el edificio de la Cárcel y el antiguo cementerio y a la derecha la Iglesia de San Juan Evangelista, sobre cuya portada leo “DOMUS DEI FI PORTA COELI”. Continúo pensativo hacia los Llanos de Gandul, la omnipresente torre, el palacio protobarroco, y el agua, que desde las entrañas de la tierra ve la luz a través de galería, dando vida a sus jardines, a los lavaderos y a los molinos harineros, el de Arriba, el de En Medio y el de Abajo, a las huertas y a la exuberante vegetación del arroyo de La Madre de Gandul. Doy la espalda al lugar en dirección al Camino Bajo de las Majadillas y, tras llegar a la carretera de Morón, me incorporo al cordel de Marchenilla.

Tras superar una buena cuesta, aparece el castillo de Marchenilla, o del Porras, a cuyos pies nace un pequeño manantial. Desde la torre del homenaje se puede divisar las lejanas sierras al sur y lo más cercano, el arroyo de Marchenilla con sus molinos: Tragahierros, Pared Alta, Cañiveralejos, Pasadilla, Granadillo, Hornillo, San José y La Boca; y el río Guadaíra penetrando en el alcor, y el Rincón de Alcalá y el Cortijo de Maestre…. Bajo de la nube y continúo por el camino de Marchenilla cruzando el arroyo en la Pasadilla, donde nunca falta el poleo, el mastranto, la madreselva, el botón de oro o el lirio de agua. Poco a poco el camino me acerca a Santa Lucía y Las Aceñas, lugar de nacimiento de los famosos Caños de Carmona. Junto al malogrado molino de Cajul veo manar un potente chorro de agua que desaparece con un pequeño salto en el Guadaíra. Me acerco al azud del molino de Las Aceñas. La torre se eleva hacia el cielo. El Guadaíra parece un gran río. Las aguas continúan su viaje saludando a un rosario de callados molinos: Benarosa, San Juan, Algarrobo, Arrabal, Realaje, Pelay Correa…, hasta unirse al Guadalquivir.

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Despedida a Los Alcores Cruzo las Aceñas y tomo un sombrío sendero, denominado de Los Molinos, que me lleva hacia el Rincón de Alcalá y luego, tras una pequeña pendiente, prosigo entre la hacienda de Oromana y cortijo de Olivera, hasta alcanzar el camino de Maestre. El camino me conduce rápidamente al cortijo del mismo nombre, descendiendo luego hacia el Guadairilla. Podría bajar y volver a disfrutar de uno de los bosques de Galería mejor conservados de toda la campiña: olmos, álamos, fresnos, sauces, majuelos, rosales silvestres, zarzaparrillas…, son el refugio ideal de numerosas aves, incluida la oropéndola, y mamíferos como la esquiva nutria. Pero decido saciar la sed en la fuente de su entrada y tomar el camino que nace a las puertas del cortijo: “camino privado”, anuncia un cartel. El Sol comienza a declinar cuando llego al camino de Cuesta de Carretilla, lo tomo, y lentamente me dirijo hacia el borde del alcor, donde una pequeña mesa destaca sobre el entorno, hecho que no pasó desapercibido para otras culturas. Desde este lugar dirijo la mirada hacia el suroeste y sobrevuelo la hacienda de Zafra o San José de Buena Vista donde, hace ya dos siglos, Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero, invitó a pasar unos días a Washington Irving3, y más allá, Benaborra, y la hacienda de Mateos Pablo, donde Felipe V y sus herederos pasearon sus reales figuras, y la dehesa de Gallegos y más allá Majada Alta, y Cortijena, y Gallegos y La Armada, y La Palma, donde sus piedras aún recuerdan a Fernán Caballero, y más allá Rosalejos y Marchamorón, donde el alcor deja de serlo para fundirse en la campiña.

3. TRAZEGNIES GRANDA, Leopoldo de: “La Hacienda de Cecilia”. Los Alcores. Crónicas Visueñas. Ediciones Grafein. Barcelona 2009.

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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA AMORES CARREDANO, Fernando: «Carta arqueológica de los Alcores (Sevilla), Sevilla. 1982. LAZARICH GONZÁLEZ, María y otros: El Yacimiento de “El Acebuchal” (Carmona, Sevilla): Un análisis de las estructuras Calcolíticas a través de los escritos inéditos de J. Bonsor e historiografía.. 1995. LÓPEZ PÉREZ, Francisco: Gandul en el Horizonte. Padilla Libros Editores & Libreros, 2004. VV.AA.: “Cortijos, Haciendas y Lagares. Provincia de Sevilla”. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio. Dirección General de Vivienda y Arquitectura. 2009.


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Vista general de la vega de Carmona con la torre del Picacho en primer tĂŠrmino / RAC

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Los valores del patrimonio histórico de Carmona Rocío Anglada Curado

Carmona nace hace unos 5000 años; surge a partir de un poblado de la Edad del Cobre que se localiza en el sector de levante del casco histórico amurallado. Desde esos momentos y hasta el día de hoy, no ha habido ningún periodo histórico sin presencia humana en el solar en el que hoy se levanta la ciudad. Cinco milenios es muchísimo tiempo. Doscientas generaciones de mujeres y hombres se reemplazan unas a otras, dibujando el trecho de Historia que les ha tocado vivir. El transcurrir de sus vidas va dejando huellas, pequeñas o grandes, materiales o intangibles, que el historiador y, particularmente el arqueólogo, se empeña en traducir, primero a códigos de lenguaje histórico y luego de otro tipo, como museográfico, económico o turístico. De esos 5000 años, de toda esa Historia, se derivan los valores patrimoniales de Carmona. Patrimonio soterrado frente a patrimonio emergente La Arqueología se consolida como disciplina científica ya avanzado el siglo XX. Lo que nació como un afán de coleccionismo y de búsqueda de tesoros, andando el tiempo se convirtió en la casi única forma de reconstruir la historia más arcaica de la Humanidad. Su carácter de ciencia joven, o de

disciplina científica joven, o de técnica histórica joven, pues todas estas conceptualizaciones se mueven en el debate interno del gremio, da lugar a una situación de expectativas abiertas con respecto a sus propias potencialidades y a lo que algún autor define como una gran “fuerza propositiva”. Es decir, la Arqueología todavía está delimitando sus desarrollos, sus terrenos, sus campos de actuación e incluso sus objetos de estudio. Hace ya años que los límites temporales de análisis de la disciplina se rompieron por completo y se pasó del exclusivo estudio de la Prehistoria y la Antigüedad a abordar primero la Edad Media, para continuar con las etapas posteriores, desarrollándose incluso una Arqueología Industrial que alcanza hasta el mismo siglo XX. Nace también la arqueología paramental, arqueología de la arquitectura o arqueología emergente, versión que resulta de la aplicación del método estratigráfico con el que se analizan la estructuras soterradas a aquellas que se alzan desde la cota de suelo. Esta nueva línea de investigación permite conocer la secuencia histórica de una edificación y supone la aportación de una información imprescindible y valiosísima para diseñar un correcto proyecto de rehabilitación o restauración. En definitiva, todos estos impulsos de nuestra ciencia no sólo permiten acrecentar el conocimiento histórico en general, sino que han determinado la posibilidad de conservar muchos elementos a los que se 33


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Panorama aéreo de Carmona. El Alcázar del rey D. Pedro sobresaliendo entre el caserío de la ciudad. El casco histórico desde la iglesia del Salvador / RAC

les ha aplicado el método arqueológico de forma novedosa. Hace años que se tiene asumido el hecho de que las dinámicas urbanísticas de las ciudades necesariamente provocan afecciones e incluso implican la destrucción del sustrato arqueológico. No obstante, la legislación intenta corregir esta situación mediante las excavaciones previas a las obras. De esta manera, queda documentada toda huella de actividad humana en cada uno de los solares de la ciudad, registrándose cada muro, cada pavimento y cada cimiento. La valoración histórica de este registro puede llevar a la decisión de no destruirlo e integrarlo en la nueva construcción o conservarlo bajo ella. La necesidad de conservar las estructuras arqueológicas a partir de excavaciones es ya una práctica real que nadie discute en su esencia. Sin embargo, a pesar de las nuevas posibilidades que para el conocimiento de una edificación ofrece la Arqueología, la salvaguarda de la mayor parte del patrimonio construido se encomienda a la valoración tipológica y estilística que 34

contienen los catálogos de planeamiento. Es decir, la aplicación del método arqueológico tiene su frontera, por lo común, en la cota de suelo, creándose situaciones paradójicas, que permiten registrar un muro del XVI si está enterrado y, sin embargo, si este se mantiene en pie y forma parte de una vivienda todavía en uso, o en reciente desuso, no es objeto de estudio por el arqueólogo. La Arqueología paramental, hasta hoy, se viene empleando para reconocer los valores históricos y apoyar la rehabilitación de edificios singulares, ya sean conventos, iglesias, cuarteles o casas palacio. Pero el grueso del patrimonio edificado de cualquier población de nuestro entorno, es decir, la arquitectura doméstica o popular, queda fuera, por lo general, de esta aplicación del método. De esta manera, su salvaguarda se basa en las apreciaciones tipológicas o estilísticas ya mencionadas, con las limitaciones que ello implica. La primera limitación es de tipo puramente físico, ya que los procesos habituales de reformas presentes en todas las edificaciones de cier-


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ta antigüedad pueden haber camuflado elementos que otorguen un valor no previamente reconocido a una casa y que ofrezcan una clave imprescindible para su lectura histórica y su consecuente interpretación. Y más aún, esa interpretación puede ser el argumento principal que salve de la demolición a una casa popular. En Carmona es frecuentísima la aparición de arcos y otros elementos arquitectónicos durante los procesos de renovación doméstica, elementos que quedaron olvidados bajo capas y capas de revestimientos. Un hecho curioso es que en la literatura especializada, hasta hace muy poco, casi todas las casas palacios carmonenses eran fechadas, su construcción se entiende, durante el Barroco. Sin embargo, en aquellas en las que se han efectuado obras en los últimos años se ha podido comprobar que a una planimetría y base constructiva mudéjares se le superpone una reforma barroca que proporciona la fisonomía predominante al inmueble. La aplicación de pequeños reconocimientos arqueológicos en las obras que tienen lugar sobre viviendas de carácter histórico ha permitido comprobar que en la arquitectura doméstica popular se constata la misma secuencia: las casas mudéjares de inicios del quinientos son reformadas al gusto barroco en el siglo XVIII, ya sea profundamente, ya sea de forma epidérmica. El resultado que se deriva de haber alcanzado estas conclusiones es un valor añadido al casco histórico de la ciudad, que cuenta con un porcentaje importante de edificaciones cuyo origen se retrotrae a principios del siglo XVI. Patrimonio Monumental frente a patrimonio popular La entrada al casco histórico de Carmona, si se llega desde Sevilla, se efectúa por el mismo sitio desde hace casi 3000 años. Se trata de un bastión imponente por su tamaño y su presencia masiva, y espectacular por su antigüedad. Su construcción se iniciaba en época orientalizante y consiste en un amurallamiento realizado por simple apilamiento de piedras sin trabajar. A partir de ahí y hasta que el uso masivo de la artillería pirobalística haga inútiles este tipo de construcciones, la fortificación irá aumentando su tamaño y su fuerza a base de nuevas edificaciones y de la aplicación de teorías

poliorcéticas diferentes. Es, sin duda, el principal monumento de la ciudad y, junto con la iglesia de Santa María, emblema identitario más rotundo de la población. Toda inversión en su mantenimiento y conservación es percibida como dinero bien gastado, ya que es la puerta de entrada del visitante (visitante que, no se olvide, va a gastar también su dinero en la ciudad). De la Puerta de Sevilla se podría decir, en consecuencia, que se trata de un ejemplo paradigmático de Patrimonio Histórico: reconocible por la población, que, a su vez, se reconoce en él; valorado de forma consensuada; pleno de contenidos de todo tipo, ya sean históricos, arquitectónicos, artísticos, ya afectivos, estéticos ect. Sin embargo, a pesar de todo lo anteriormente expuesto, a fines del XIX está fortaleza pudo ser demolida por orden del mismo Ayuntamiento, dada la dificultad de acceso al casco histórico que su presencia ocasionaba. El monumento se salvó, pero no por las voces que se alzaron para defenderlo sino por la escasez presupuestaria del Ayuntamiento. Ello evidencia las dificultades que el concepto de Patrimonio Histórico implica: lo que para nosotros es claramente un elemento patrimonial no era tenido por tal hace apenas cien años. Que se trata de un concepto cambiante y elástico lo ha demostrado el paso de los años. Para los carmonenses no sólo es digna de protección la Puerta de Sevilla, sino todas las iglesias, las casas palacio, las murallas, es decir, casi todo lo que puede ser entendido como “monumento” y que puede ser catalogado según lo previsto en la Ley. Mucho más difícil de entender, fuera de los contextos profesionales asociados, es la consideración de las casas populares como elementos patrimoniales. De la arquitectura doméstica se puede decir que es el elemento predominante, al menos numéricamente, del Patrimonio Histórico de una localidad. Generador de identidades colectivas, no por ser el Patrimonio más cercano a la población ha conjurado sus riesgos y sus amenazas. En el ámbito rural, la vida doméstica se ha fundido tradicionalmente con determinadas actividades productivas; la ruptura de ciertas dinámicas económicas como consecuencia 35


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

Panorama urbano entorno a la plaza de San Fernando. Una calle de Carmona. Rehabilitación pública de una casa de vecinos. Rehabilitación privada de la “Casa del Cura” / RAC

de la mecanización de las actividades agrícolas a partir de los años 50 puede suponer la pérdida de vigencia de algunos modelos habitacionales y su entrada en crisis. Afortunadamente, la aceleración de los ritmos constructivos de la última década ha encontrado una Carmona ya relativamente madura desde el punto de vista patrimonial y, aunque tal vez no se haya conservado todo lo que se debiera, ni de la manera más correcta en todos los casos, tampoco se han producido fenómenos como la profusión de azulejerías en fachada o las balaustradas de piedras sintéticas que tanto daño han hecho a las fisonomías tradicionales de otras ciudades andaluzas. En Carmona, la intervención dentro de murallas es hoy en día casi toda de rehabilitación y, en un porcentaje significativo, proyectada con criterios bastante aceptables. Ello no quiere decir que las tipologías tradicionales se mantengan inmutables, pues las exigencias de la vida actual se traducen en la necesidad de efectuar algunas transformaciones encaminadas a adecuar el espacio a nuevos usos y costumbres. Pero también es cierto que este tipo de arquitectura, que repite modelos espaciales, técnicas de construcción y léxicos ornamentales sin apenas variaciones a través de los años, de alguna manera está renovando su actualidad y su validez, aunque, lógicamente, desde la sustitución o modificación de los códigos culturales que condicionan 36

su percepción y su uso. Así, la conservación de una techumbre de madera, que antes era una manifestación de la pobreza y atraso de los moradores de una vivienda, hoy es tenida como un signo de modernidad, de sensibilidad e, incluso, de confort. Pero aunque se puede afirmar que el buen criterio ocupa porcentualmente un digno lugar en la lista total de intervenciones, no es riguroso dejar de citar los malos ejemplos de rehabilitación ni dejar de mencionar las demoliciones injustificables que se han producido en los últimos años. En primer lugar hay que plantearse cuándo se puede demoler, lo que se traduce en la aceptación de que “hay que demoler”. Todo tiene un principio y un fin, todo es susceptible de pasar por un proceso de deterioro y de falta de actualización que conduzca a un final. En una ciudad, esto no es necesariamente negativo: el recorrido por una calle de Carmona nos permite identificar una casa del siglo XVI, otra del XVIII, otra del XIX, y lógicamente, debe haber alguna del XXI. La del XVI se levantó sobre el solar de una casa del XIV demolida y así se ha ido enlazando el ciclo constructivo-destructivoconstructivo que origina la ciudad actual. El problema está a veces no en qué se destruye, sino en qué se constru-


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ye. Llegados al punto de que es necesario, o se puede, demoler una vivienda caduca del siglo XVIII, lo que requiere un reflexión pausada pues son 300 ó 500 años de microhistoria, hay que plantearse para qué. Si una vivienda antigua, quizás sin valores especiales, es sustituida por una buena expresión de la arquitectura de nuestros días, se está continuando el proceso histórico normal de toda ciudad, enriqueciéndola con la manifestación de un momento concreto. El problema se da cuando la sustitución se hace por una arquitectura sin valor o incluso con valor negativo. En este caso, tal vez la demolición no se justifique, pues se suplanta un elemento que tiene, por lo menos, valor histórico por otro cuyos valores están por demostrar. Patrimonio real frente a patrimonio inventado El fenómeno de fachadización (demolición completa a excepción de la fachada) tan potente en Sevilla, que va lentamente creando un ciudad-decorado y en la que el valor de lo auténtico se pierde, está teniendo su repercusión en Carmona. La sustitución de elementos antiguos por otros “iguales”, la monumentalización de viviendas populares para hacerlas parecer casapalacios, la construcción de nueva planta que mimetiza formas estéticas pasadas porque quiere parecer antigua, e incluso, quiere parecer antigua rehabilitada, llegando al colmo de la sofisticación de la tramoya, la profusión de colores y lenguajes decorativos de corte historicista (lógicamente, empleados sin rigor, lo que genera resultados discordantes en tiempos históricos), son actuaciones que si se generalizaran harían de Carmona un parque temático de la misma Carmona. Es el mismo fenómeno que en Sevilla, Madrid…sustituye los antiguos despachos de vino por abacerías y otras cadenas de bares con apariencia de antiguo. Lo paradójico es que ante la posibilidad de conservar lo autentico se opte por lo fingido. Sevilla, febrero de 2011

Rocío Anglada Curado, es arqueóloga municipal y conservadora del Museo de la Ciudad de Carmona. 37


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El Castillo de Luna en el escarpe y Jorge Bonsor 38


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La memoria del viajero romántico. (Rehabilitación del Castillo de Luna. Mairena del Alcor. Sevilla) Pura García Márquez/Ignacio Rubiño/Luis Rubiño

En Mairena del Alcor, localidad sevillana de la comarca de Los Alcores, nombre de una singular elevación geológica de roca arenaria que atraviesa serpenteando la planicie agrícola del valle del Guadalquivir al Este de la provincia, Jorge Bonsor, viajero inglés de finales del siglo XIX, adquirió fascinado los restos del castillo medieval que emerge tallado en la roca, integrante de la cadena de fortalezas que defendían la ciudad de Sevilla, fijando allí la que sería su residencia hasta su muerte acaecida en 1930. Considerado el precursor de la arqueología sistemática en Andalucía, Bonsor clasificó y expuso el prolijo material de rescate procedente de los muchos yacimientos que excavó, llegando a ser propietario de la necrópolis romana de Carmona. Una parte del resultado de sus investigaciones se expuso en condiciones precarias, junto a sus variopintas pertenencias y mobiliario en la casa-museo que construyó en el patio de armas del castillo. La Junta de Andalucía, tras comprar la propiedad a la familia del ilustre personaje, alcanzó acuerdos de cesión del legado, cuyo depositario es el Ayuntamiento, para convertir el conjunto en un pequeño museo, archivo y centro de investigación. Coordinado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH),

este proyecto plantea la adecuación del conjunto para albergar la “Colección Bonsor” mediante la restauración del castillo, la edificación doméstica, el jardín y el olivar que constituyen la propiedad, completándolo con una serie de piezas de nueva planta. En un nuevo estrato elevado sobre el jardín, el pabellón de archivo que sustituye al que ocupa ahora idéntico emplazamiento, y la sala de exposiciones ubicada en el primer foso reflejando simétricamente la casa, articulan escalas y recorridos para construir una imagen unitaria desde los fragmentos. Entre ruinas ciclópeas, conjugando pesantez y ligereza en un juego abstracto de materiales y transparencias, el proyecto quiere ser heredero atento de los arabescos que el devenir histórico y el viajero romántico trazaron para siempre sobre la primitiva atalaya.

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Dibujos del Castillo de Luna realizados por G. Bonsor. Fotograf铆as de la intervenci贸n realizadas por el arqueologo. Interior 40


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Emplazamiento y Planta general del Proyecto para el “Museo Bonsor� en el Castillo de Luna 41


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO CASTILLO DE LUNA. MUSEO BONSOR Mairena del Alcor. Sevilla. 1994/... Promotor: Consejería de Cultura. Junta de Andalucía Arquitectos: Pura García Márquez/Ignacio Rubiño/ Luis Rubiño. Aparejador: Roberto Alés. Consultores: O. Gil Delgado, S.L. Contratista: Joaquín Pérez Díaz, S.L. Observaciones: Parcialmente ejecutado. Bibliografía: Young Spanish Architect. Ed. Birkhäuser. Verlag. Basel. Arquitecturas de Autor. AA. T6 Ediciones. Pamplona 1998. Pabellón de España. 7ª Mostra di Architettura. Biennale di Venezia 2000. Ed. Electa España S.A. Arquitectura de España 1929/1996. Fundación Caja de Arquitectos. Guía de Arquitectura de España 1929/2000. M. Fomento. Tannais Ediciones. Arquitectura Viva nº 46. Enero/Febrero 1996. El Croquis nº 96-97. Diciembre 1999. Reseña.

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Secciones y vistas del Proyecto para el “Museo Bonsor”. Arriba, proceso de rehabilitación parcial en elementos del Castillo 43


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Alcores_Activando el territorio Marc Ballester Torrents/Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga Jesús Martín Carballo/Marta Salamanca Fernández

El punto de partida del artículo que ahora presentamos es un estudio, gestado en el seno del Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico en su edición 2007-2008 y realizado por un amplio equipo en el que la interdisciplinaridad fue una vocación desde el principio. Está compuesto por dos arquitectas, dos arqueólogos y un antropólogo e historiador, aunque en el trabajo realizado colaboró igualmente un tercer arquitecto, Juan David Gómez Laguna. El trabajo que se llevó a cabo durante ese año académico, y del que ahora pretendemos dar cuenta en este artículo, se desarrolla en torno al paisaje cultural de Los Alcores, así como a la activación de este territorio. Ha supuesto el desarrollo de una metodología de trabajo, apoyada en un sistema de información geográfica con bases de datos patrimoniales y una cartografía georreferenciada, ejecutado por un equipo interdisciplinar que permitió tratar de forma pormenorizada las distintas facetas del patrimonio cultural presente en este área. Esta labor inicial fue la matriz de la que nacieron varias propuestas independientes de investigación que se fueron materializando de forma independiente por los componentes del equipo. De este modo, de Alcores_Activando el Territorio nacieron posteriormente, como desarrollo del mismo,

Alcores_Planeando Activaciones, que supone un paso más sobre el anterior, ya que penetra en la delimitación y gestión de lo que podría ser el Parque Cultural de Los Alcores, insinuado en el trabajo inicial, y Alcores_Activando Relaciones, que avanza sobre las posibilidades de la puesta en carga del territorio objeto de estudio, de su recuperación y puesta al día desde el imput que constituye el sistema de producción agrícola. Carmona, la ciudad propuesta en el ámbito del máster para comenzar el trabajo, fue la excusa perfecta para el desarrollo de este proyecto patrimonial. Sin embargo, a poco de involucrarnos en el tema, nos dimos cuenta de que Carmona es la punta del iceberg de un sistema territorial mucho más complejo, el formado por el territorio de Los Alcores. Esta elevación situada en el interior del valle del Guadalquivir configura, junto a la Cornisa del Aljarafe, el espacio vital en el que se desarrolla el área metropolitana de Sevilla. El importante desarrollo urbanístico que ha sufrido la capital afecta ya, en su segunda corona metropolitana, a nuestro ámbito de estudio, planteándose esta realidad como un arma de doble filo para esta comarca. Por lo tanto, su introducción dentro de este área debe desarrollarse desde la dinamización y activación de este espacio, pero también, que duda cabe, desde la protección del mismo. 45


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Planos de lectura: Naturaleza y Domesticación. Visibilidad. Recorrido del “Tren de los Panaderos” / AAT

En el trabajo se ha llevado a cabo una importante lectura del territorio de Los Alcores que se basan en los cinco temas, planteados por Amores y Rodríguez Bobada, (2004) en sus propuestas para la puesta en valor de este territorio y cuyo eje central era el paisaje de esta zona sevillana: 1.- Naturaleza y domesticación: agua, roca, tierra, animales y plantas 2.- Historia, residencia, templo y memoria 3.- La defensa del territorio 4.- Redes en el paisaje 5.- El ánimo del paisaje Como herramienta de recopilación y análisis de todos los datos que obtuvimos de esta lectura realizada bajo estos cinco epígrafes se utilizó un Sistema de Información Geográfica (SIG), que nos permitió un tratamiento más ágil y una relación espacial entre las bases de datos y la cartografía georrefrenciada. Esta metodología de trabajo nos permitió obtener un conjunto de planos temáticos, conforme a los supuestos aneriores. El objetivo de esta aproximación al territorio era el de obtener una especialización de la carga patrimonial y hacer un análisis de la compleja realidad a la que nos enfrentábamos. Este primer acercamiento nos permitió constatar una realidad que ya 46

había sido verificada por otros investigadores que se han acercado al estudio de la Cornisa de los Alcores: su unidad indivisible. En un segundo momento, pudimos comprobar la gran riqueza de este territorio, derivada de sus numerosos recursos patrimoniales culturales y naturales (históricos y arqueológicos, paleontológicos, etnológicos, paisajísticos, naturales e hidrográficos), con un gran potencial, aunque, hasta el momento, poco valorados. El siguiente paso que se mostraba como imprescindible era conocer el estado de protección en el que se encontraba este territorio. De este modo vimos como indispensable comenzar estudiando los siguientes instrumentos de protección, territorial, urbanística y patrimonial: 1.- Plan de Ordenación del Territorio Andaluz (POTA) 2.- Plan de Ordenación Territorial de la Aglomeración Urbana de Sevilla (POTAUS) 3.- El planeamiento de Carmona, en especial el Plan Especial de Protección 4.- El Planeamiento de Alcalá de Guadaíra, cuyo PGOU se encontraba en fase de Avance 5.- El CGPHA y los elementos protegidos por esta instancia en toda la cornisa del Alcor (términos municipales de Carmona, El Viso del Alcor y


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Mairena del Alcor). El estudio y análisis de estos documentos nos permitió concluir la necesidad de actuar sobre los Alcores como una unidad ya que estas herramientas abordaban su protección de forma sectorial. El paisaje se nos mostró como un valor presente en todo el territorio y su protección como la manera más eficaz para preservar todo este sistema. La única propuesta de protección que se acerca de manera más global al territorio es la que presenta el POTAUS aunque contempla esta posibilidad de forma muy sesgada y parcial y como consecuencia amenaza la salvaguardia y preservación de un sistema patrimonial que se basa en la unidad indivisible de un territorio, Los Alcores. El concepto de bien cultural es un término que desde su acuñación ha experimentado una continua ampliación. Así, desde los años ’50 en los que se consideraba el objeto aislado hasta la actualidad. Este interés avanza un paso más en el proceso de valoración patrimonial que tuvo sus comienzos en la estimación del objeto, el monumento aislado, para ir evolucionado a través del tiempo y aumentando sus límites, en primer lugar a su entorno, luego al lugar del que forma parte y, finalmente, al paisaje. Durante el siglo XX y comienzos del XXI, el estudio sobre el paisaje, y en particular, el cultural se ha centrado en tres grandes temáticas: su comprensión fenomenológica, la elaboración de perspectivas complejas sobre su funcionamiento y estructura, y la necesidad de entender los estudios etnográficos asociados a éste. Así, las nuevas aproximaciones de investigadores como Agustín Berque (1990 y 1995) que centraron sus propuestas en el análisis de las tendencias históricas y ecológicas del paisaje, en el estudio de los sentimientos de los habitantes hacia éste y en los significados, signos y normas adjudicados a un medio particular. A partir de estas premisas se abordó el estudio sobre los paisajes entendidos como una construcción simbólica, como representaciones subjetivas del cruce entre el mundo natural y el mundo cultural. Se hace evidente pues, que las nociones de territorio, paisaje y paisaje

cultural han sido construidas desde perspectivas conceptuales muy diferentes. Las definiciones involucran en mayor o menor medida elementos sociales, identitarios, culturales, geográficos y naturales para dar cuenta de su alcance conceptual. La mayor capacidad técnica para transformar la naturaleza y los espacios de vida, el rápido aumento de la población y de los niveles de consumo debe ir acompañada de prudencia y respeto en el uso y la gestión de los recursos de que se disponen. Sólo así se conseguirá mantener y mejorar el nivel de bienestar, sólo así serán útiles las grandes potencialidades de nuestro territorio y se evitará legar a las generaciones venideras un territorio desfigurado, plagado de riesgos y repleto de exasperaciones cotidianas, de desequilibrios territoriales, de procesos segregadores y de deterioro irreversible de elementos culturales, simbólicos y patrimoniales. Desde esta perspectiva se hace patente la necesidad de replantearnos una nueva cultura del territorio. El paisaje no es sólo el espacio donde vive el hombre, sino que es creado y delimitado por el mismo. Es la huella del hombre en el territorio y del territorio en el hombre. Más que un simple fragmento geográfico, es el resultado del accionar social del hombre que va dejando cargas de significación y simbolismo en el espacio. En la noción sistémica del paisaje entonces, éste se concibe como un todo dinámico, como un bien productivo y cambiante. La Carta de Cracovia1 del año 2000, define los paisajes, entendamos culturales, como el “resultado y el reflejo de una interacción prolongada entre el hombre, la naturaleza y el medio ambiente físico. Son el testimonio de la relación del desarrollo de comunidades, individuos y su medio ambiente”. Pero sin lugar a dudas es el Convenio Europeo del Paisaje, celebrado en Florencia en el año 20002, que nace con la vocación de ser un documento consagrado exclusivamente a la protección, gestión y ordenación de todos los paisajes de Europa, el que sienta las bases de los estudios actuales de paisaje y establece como prioritario la participa1. Conferencia Internacional sobre Conservación, Carta de Cracovia 2000: Principios para la Conservación y Restauración del Patrimonio Construido, Cracovia, 2000. 2. Consejo de Europa, Convenio Europeo del Paisaje, Florencia, 2000. 47


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ción pública para la generación de una política paisajística, definiendo el paisaje como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos”. La integración de paisajes con valores culturales requiere conciencia y entendimiento de las relaciones en el tiempo. Esto implica establecer vínculos con el medio ambiente construido de la metrópoli, la ciudad y el municipio. El paisaje cultural supone una importante evolución conceptual, ya que no conoce fronteras políticas, abarca y expresa la herencia cultural universal en toda su riqueza y diversidad, ya que hoy en día se ha ligado de forma definitiva el paisaje a los procesos de transformación y a las actividades humanas asociadas a él. El paisaje pues, adquiere una connotación cultural, como obra combinada de la naturaleza y del hombre que expresa la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos en el transcurso del tiempo. El objeto patrimonial ha dejado de ser la meta y el objeto de las actuaciones públicas para convertirse en un medio. El interés por el objeto y el bien se encuentra subordinado a la necesidad de elaborar líneas estratégicas y planificadoras capaces de alcanzar fines más altos como pueden ser la medida de la calidad de vida, la preservación del medio ambiente y del planeta en general, la integración, la igualdad o la paz. Se crea una nueva cultura del territorio donde el turismo interior, la población local y el desarrollo sostenible juegan papeles importantes. Vivimos los momentos del protagonismo de lo global y a la vez de lo local sin encontrar incompatibilidades entre ellos. La globalización no implica la desaparición del ámbito local. Al contrario, con ella el concepto de desarrollo rural ha ido evolucionando hasta llegar al enfoque de desarrollo territorial. Según Jesús Izquierdo (2005) en el futuro, las sociedades rurales mejor desarrolladas serán aquéllas que sean capaces de organizar sus estrategias de desarrollo alrededor de la revalorización del lugar, del conocimiento profundo de lo universal y global y de la pertenencia a una comunidad virtual. Lo local, lo 48

global y lo virtual son las tres concepciones fundamentales para organizar el nuevo mundo rural. La figura de Parque Cultural fue creada en Aragón a finales del siglo pasado y ha contribuido a revitalizar zonas deprimidas económica y demográficamente en las provincias de Huesca y Teruel, habiéndose creado en toda la comunidad autónoma un total de cuatro. Todos tienen en común la consideración del binomio cultura-naturaleza como el principal recurso patrimonial, derivado de una reinterpretación del entorno, que ha pasado a constituirse en el elemento primordial para la reactivación económica de la zona en la que se ubican. Proteger, conservar, difundir, realizar actividades culturales y pedagógicas, promover la investigación científica y la divulgación de sus resultados son objetivos a cumplir para contribuir a la ordenación del territorio, corrigiendo desequilibrios socioeconómicos e impulsando una adecuada distribución de los usos del suelo compatible con el concepto rector del Parque en el que se incide en la necesidad de crear un Plan Integral como instrumento de planificación. La innovación de este proyecto se asienta sobre dos aspectos fundamentales: el método de desarrollo, centrado en una escala local y la puesta en marcha de la figura de “parque cultural”, como iniciativa de desarrollo endógeno que tiene en cuenta la cultura material e inmaterial y el medio natural como factores de desarrollo económico y social . En los Alcores se combinan un alto interés paisajístico e importantes valores culturales, aunque hasta el momento ha carecido de un tratamiento que potencie una visión integral de su importancia patrimonial, como ya se ha indicado anteriormente. La aproximación al lugar que planteamos tiene por objetivo poner de relieve las redes que entretejen el territorio y población a través de una actividad patrimonial. Con el fin de preservar este territorio así como los bienes patrimoniales, de diferente carácter y diacrónicos así como sus cualidades paisajísticas, se propone que Los Alcores como unidad territorial, y al amparo de la ley


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Los Alcores. Plano sĂ­ntesis de lectura / AAT

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14/2007 de Patrimonio Histórico Andaluz, su declaración como Bien de Interés Cultural como zona patrimonial y su gestión integral a través de una nueva institución cultural, el Parque Cultural. Hablamos de redes de activación dentro del territorio, un nuevo tipo de espacio al que nos encaramos sabiendo que proclama la definitiva dislocación de las relaciones entre la ciudad, el paisaje y el territorio. Un territorio que está articulado a partir de la potencia de los grandes sistemas estructurales, de movilidad y comunicación que lo vertebran. Sistemas estructurales que son capaces de articular y enlazar lugares y acontecimientos singulares, únicos, insólitos, pero que, demasiado a menudo, a través de operaciones inmobiliarias acaban marcando su identidad, desde la vulgaridad de unos patrones prefigurados e inadecuados que propician iconografías basadas en estereotipos, incluso simulaciones, de caricaturas mediáticas. Estas dinámicas nada tienen que ver con la construcción autobiográfica del lugar –constituyente del patrimonio material e inmaterial de este lugar-, con la lenta adecuación al contexto, ni con los tradicionales criterios de implantación como pueden ser proximidad, aglomeración de materias primas, facilidad de acceso, importancia simbólica o cultural del paraje, etc., sino que acudirían a intereses estratégicos y criterios de rentabilidad y expansión facilitados por los nuevos procesos de planificación y construcción. En estas estructuras destaca la importancia de una infraestructura mallada y elástica, en red, así como la incidencia del espacio en negativo, no tanto como resto o reserva residual, sino como engranaje soporte. Dentro de las actuaciones urbanas actuales el paisaje, el vacío, aparece entonces como un subsistema tanto o más importante que el urbano, considerado casi como una infraestructura, que es capaz de entrelazar nuevos y viejos procesos a partir de la seriación y conocimiento de los acontecimientos. Son estas redes que evolucionan sin cesar y el progresivo acceso de todos los puntos a la comunicación y a la información las que llevan a una desorientación y a una conducción hacia la nada, si no se definen referentes, puntos nodales o focos, capaces de sectorizar líneas de fuerza que permitan 50

canalizar vínculos. Estos nodos se establecerán como puntos de activación y focalización. Activar supone avivar, excitar, acelerar; propone actividad, pero una actuación, actividad y actitud actual, siempre en tiempo presente. Activar, dotar de vida, o mejor dicho, reactivar, volver a poner en funcionamiento estructuras hoy aparentemente obsoletas, relaciones que un día existieron, crear nuevas formas de diálogo con el territorio, impresiones y recuerdos que hoy sólo quedan en la memoria de unos pocos. Releer la escena, dejando a un lado el guión impuesto por la contemporaneidad, por su ritmo frenético e imparable…. éste es el fin último que pretendíamos alcanzar con nuestro trabajo. La activación es la acción por excelencia. Siempre es transformadora, nunca inerte o indiferente. La activación es una cualidad indispensable en la proposición progresiva. Podríamos pensar que el territorio se activa con la presencia de la arquitectura – entendida como muestra de la presencia humana- (yacimientos, molinos, haciendas, cortijos, etc.) y la arquitectura se activa mediante el uso. De esta forma se puede decir que el territorio se activa mediante su uso. Se establecen, de este modo, diferentes estrategias de activación de este territorio, objetos de diferentes desarrollos de este trabajo que se han evolucionado en varios proyectos de investigación mencionados de manera más detallada al principio de este artículo.


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Marc Ballester Torrents es antropólogo. Silvia Leiva Herrador es arquitecta. Luisa Loza Azuaga es arqueóloga. Jesús Martín Carballo es arqueólogo. Marta Salamanca Fernández es arquitecta. 52


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DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

Organigrama para el “Parque Cultural de Los Alcores”/ SLH-LLA

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Alcores_Planeando activaciones Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga

1.- La delimitación del Parque Cultural de los Alcores: presupuestos teóricos y metodología de trabajo. El proyecto Alcores_Activando el Territorio tiene su origen en el proyecto final del Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico en el curso académico 2007-8. Su objetivo era el de acercarse al concepto y definición de una nueva figura de gestión territorial, el Parque Cultural, planteada por la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía. Con el fin de aplicar los presupuestos teóricos sobre un territorio concreto centramos nuestro objeto de estudio sobre Los Alcores. La primera tarea que nos planteamos al enfrentarnos al trabajo fue la delimitación de su ámbito espacial; en otras palabras, los límites espaciales de este Parque Cultural y los presupuestos teóricos sobre los que debía apoyarse nuestra propuesta. Para ello hay que considerar que la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico acababa de entrar en vigor y no se ha llevado a cabo una declaración de Parque Cultural en Andalucía. El modelo sobre el que apoyamos nuestra innovadora proposición fue en la incoación como BIC en la categoría de zona patrimonial del enclave de Otíñar en el término municipal de Jaén, ahora ya declarado por Decreto del Consejo de Gobierno (Decreto 354/2009, de 13 de octubre, Boletín número 203 de 16/10/2009).

La Zona Patrimonial es una figura innovadora tanto por el carácter diacrónico de los bienes que forman un conjunto diverso y complementario que lo componen. Sin embargo, es la importancia que se le concede al valor de uso y disfrute para la colectividad, lo que diferencia y define esta figura como representativa de lo que se ha denominado como derechos de tercera generación, en la que la cultura, y en este caso concreto, el Patrimonio es considerado un derecho del que debe participar toda la sociedad. Sobre esta figura de protección se superpone otra de gestión, el parque cultural, definido por la LPHA 14/2007 de Patrimonio Histórico en su artículo 81 como “Aquel Espacio Cultural que abarca la totalidad de una o más Zonas Patrimoniales que por su importancia cultural requiera la constitución de un órgano de gestión en el que participen las Administraciones y sectores Implicados.” Uno de las tareas más complejas a la hora de llevar a cabo esta delimitación fue cómo definir los límites del paisaje, a la hora de abarcar un área tan extensa y con múltiples perspectivas paisajísticas. En los Alcores se sitúan cuatro núcleos urbanos, tres paisajes visuales fácilmente reconocibles (campiña, vega, alcor) y múltiples redes materiales e inmateriales. Esta complejidad nos obligó a aplicar una metodología que nos permitiera observar las diferentes redes para, una vez superpuestas sobre el territorio, interpretarlas. 55


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

´

LEYENDA Recorrido Tren del Pan Acueducto Lamina libre Conduccion Tramo subterráneo Defensas Sepulturas tumulares

! C Sepulturas tumulares Localizaciones Romanas ! Ciudades y aglomeraciones !

Villae

!

Canteras

!

Pequeñas explotaciones Localizaciones Neol¡tico ! Núcleo de Hábitat (poblado)

TÍTULO

ESCALA 0 1.000 2.000

AUTORES

TRABAJO FIN DE MÁSTER

MARPH 07-08

ALCORES_PLANEANDO ACTIVACIONES

SILVIA LEIVA HERRADOR LUISA LOZA AZUAGA

Necrópolis Núcleo de hábitat (poblado)

!

Fortificación

! ! ! ) " ) " ) " ) " ) " ) " ) " ) "

Necrópolis Asentamientos Edad del Bronce Canteras Molinos Defensas Antrópicas Iglesias Haciendas Ermitas Cortijos Conventos Capillas Suelo urbano o urbanizable Delimitacion Parque Cultural Ambito I Límite municipal Entorno

NÚMERO DE PLANO

PLANO

FECHA

! !

4.000 Metros

NOVIEMBRE-2008

ENTORNO HOJA 1 DE 1

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Propuesta de delimitación del “Parque Cultural de Los Alcores”/ SLH-LLA

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Con este objetivo se usa un Sistema de Información Geográfica (S.I.G.) como herramienta de trabajo que permite manejar un gran volumen de información y generar una cartográfica donde volcar toda la información recogida sirviendo como herramienta para la planificación territorial y facilite la interpretación de los diferentes niveles que nos plantean los Alcores a partir de un análisis interdisciplinar. Para ello se han realizado un total de 57 planos de análisis que nos han servido como soporte para la interpretación territorial del ámbito de estudio. Este acercamiento a los Alcores nos permite definir este territorio como un espacio a la vez limítrofe y estructurador, que debe ser pensado desde la relación con las ciudades que lo componen, la Campiña, la Vega pero, sobre todo hoy, más que nunca en relación con el área Metropolitana de Sevilla. Posteriormente, se realizan planos síntesis en los que se representa el grado de acogida de cada uno de los elementos que componen el sistema patrimonial de los Alcores, a través del SIG. Esta herramienta nos permite predecir su grado de incidencia en el parque cultural. El color rojo muestra el mayor grado de acogida, es decir, que su presencia es casi obligatoria, mientras que el verde más claro representa elementos que cuya presencia no es fundamental en el parque. Para poder sacar conclusiones acertadas en la delimitación de la Zona Patrimonial, gestionada por el Parque Cultural, hemos considerado indispensable la representación de los suelos urbanos y urbanizables de cada uno de los municipios que se ven afectados por la zona de estudio, ya que consideramos que estas zonas deberían quedar fuera de la delimitación de la protección del parque de modo que se permita un desarrollo urbano en los municipios afectados. Fuera del escarpe, zona de mayor sensibilidad, el resto del territorio, principalmente la vega, tiene una capacidad de acogida media, pero entendemos que es parte indispensable del parque. No obstante, se puede plantear una protección de su sistema productivo, basado en la agricultura extensiva, que garantice la continuidad de este paisaje, siempre desde la perspectiva de

la política social y el desarrollo sostenible. Junto a ese carácter social al que hacía alusión la Ley 14/2007, se perfila una nueva concepción del patrimonio que atañe a su inserción en un territorio y a la asociación entre patrimonio cultural y natural y su consideración como factor de desarrollo. La delimitación de la zona patrimonial de los Alcores debe tener una unidad espacial como la tiene el Alcor y facilitar con ello la comprensión de este sistema patrimonial. Para ello se propone la creación de una única zona patrimonial que albergase en su interior varios ámbitos, el escarpe y un segundo, una parte representativa tanto de la Vega como de las terrazas. La protección de cada uno de los ámbitos puede ser gradual y basarse en el establecimiento de unos usos compatibles para que se preservase el paisaje característico de esta comarca y con un entorno de protección. Los ríos Corbones y Guadaíra junto con sus riberas son elementos que definen el territorio de los Alcores, pero que en los últimos años han sido diezmados en sus valores culturales. Sin embargo, su vinculación al parque como entorno de protección es fundamental. Las riberas del río Corbones y Guadaíra junto con el Pinar de la Oromana actúan como línea de conexión para determinados flujos y desplazamientos de las especies que habitan en los Alcores y forman parte de esos valores diversos y complementarios que definen a la zona patrimonial. 2.- El Parque de los Alcores como Institución cultural La Ley 14/2007 contempla la creación de una nueva figura, el Espacio Cultural, que se clasifica en Conjuntos y Parques Culturales. Según esta norma, ambos necesitan un órgano para su gestión, pero no concreta la estructura y funcionamiento de los Parques Culturales. El artículo 82.1 de la ley 14/2007 es tan abierto que puede dar lugar a la existencia de parques culturales con personalidad jurídica como otros que puedan depender de una administración concreta, en función de la normativa de su creación. Esta falta de definición puede dar lugar a una gran variedad de situaciones, 57


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

en las que el órgano gestor no tenga personalidad jurídica propia, como es el caso de los Conjuntos. Los principios de desconcentración y descentralización, que rigen la acción administrativa así como la nueva concepción de la gestión patrimonial, tendente hacia lo local hacen pensar para concretar la figura del parque cultural en una serie de organismos con personalidad jurídica propia, en un órgano independiente, cercano al territorio, y que permita garantizar una mayor eficacia de sus acciones. Un acercamiento a la normativa, en concreto en el artículo 95 de la LPHA, hace pensar como la más adecuada la fórmula que permite que participen en la gestión del parque cultural las distintas administraciones interesadas, por lo que nuestra propuesta se decantó hacia los denominados los consorcios interadministrativos. La Ley señala también la necesidad de redactar un Plan director para la gestión de los Espacios Culturales, en especial, para los Conjuntos y Parques. En el momento de redactar nuestra propuesta, no existían modelos andaluces de Planes directores por lo que nos basamos en el análisis de la Ley de Parques Culturales de Aragón. En la actualidad está aprobado el Plan Director de la Alhambra y Generalife y los de Itálica, Alcazaba, Baelo Claudia y Dólmenes de Antequera tienen redactados sus documentos de avance. Una figura similar al Plan Director en el ámbito de los Parques Naturales pueden ser los Planes de Uso y Gestión, previstos para estas instituciones. Como punto de partida el plan consideraba la armonización con otros elementos de planificación sectoriales, como los urbanísticos, medioambientales, turísticos, de aquí, tras una primera fase de diagnóstico, los planes directores deberán recoger también aquellas actuaciones que se realizarán en estos espacios, en un ámbito cronológico concreto; no obstante, se cuenta con la posibilidad de revisión. Otro de los aspectos relevantes de estos Planes es su dimensión económica, intentando para ello, diseñar una serie de medidas para el fomento de la actividad económica en términos de desarrollo sostenible, señalando las 58

actividades compatibles con la protección del patrimonio. Otro punto de gran importancia es la necesidad de contemplar una institución participativa en la que se diera cabida a distintos colectivos e instituciones que tienen relación con el Parque. Dentro del territorio de los Alcores se inscriben una serie de colectivos ligados a la protección del Medio Ambiente, muy activos para la consecución de sus fines así como otro tipo de grupos ligados a sectores económicos, asociaciones de vecinos, consumidores, universidades, etc., que deberían contemplarse en la gestión del parque, propiciando una administración más participativa. Nuestra propuesta de delimitación del Parque Cultural de los Alcores afecta a los términos municipales de Alcalá de Guadaíra, El Viso del Alcor, Mairena del Alcor y Carmona, que deberían ser los promotores, en principio, para la solicitud de constitución del Parque Cultural de los Alcores y que deben expresar su voluntad de participar en su gestión. Una vez aprobado el Parque, puede procederse a la constitución de sus órganos de gobierno. El “Consorcio Parque Cultural de los Alcores” se ha diseñado como un organismo supramunicipal, con personalidad jurídica propia. Junto a los ayuntamientos implicados deberán participar en este consorcio la Diputación Provincial de Sevilla, y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, por el carácter programático de esta institución y las competencias que le son propias así como aquellos organismos públicos y privados que quieran contribuir a su mantenimiento económico. El consorcio del parque contaría con un órgano gestor, formado por un patronato, un consejo rector, una comisión técnica y una dirección del parque, con diferentes funciones y con una serie de departamentos y secciones que se pueden observar en el gráfico adjunto. En cuanto a la sede del Parque, el Patronato es el órgano encargado de decidir la ubicación de su sede técnico-administrativa así como el municipio y el edificio que lo albergará, a propuesta de alguno de los miembros que componen el Patronato. Sin embargo, la propuesta que se realice debe basarse en unos informes técnicos, fundamentados en el análisis de la realidad


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Trazado del “Alcotren”. Sede del “Parque Cultural de Los Alcores” . Tránsitos/ SLH-LLA

física del territorio y de sus circunstancias socio-económicas. En el trabajo realizado se han evaluado una serie de variables, que nos han permitido proponer como sede administrativa para el Parque de los Alcores, la Hacienda o Palacio de El Gandul, edificio que guarda un alto valor patrimonial y simbólico. 3.- La tutela del parque de los Alcores: el plan especial y las cartas patrimoniales La protección de la zona patrimonial de los Alcores, transciende por sus propias características definitorias la salvaguardia entendida de forma aislada y/o vinculada a un entorno. Es un concepto más amplio, vinculado al territorio y al paisaje, donde el planeamiento puede desempañar un importante papel. El Plan Especial de la Alhambra o el de Medina Azhara son experiencias ya contrastadas para estos ámbitos. La propuesta de Plan Especial de Cástulo es un documento que nos parece interesante traer a colación aquí por su proposición de zonificación. Las medidas de protección planteadas para esta zona arqueológica no se despliegan de forma uniforme; la normativa propuesta regula los usos del suelo, evitando el conflicto entre la preservación de los valores culturales y medioambientales y otros usos

consolidados. El Plan Especial del Parque Cultural de los Alcores deben integrar las previsiones establecidas por la Ley 14/2007 y la protección prevista para cada uno de los ámbitos que se recogen en la declaración de la Zona Patrimonial. En este espacio se produce una compleja trama de relaciones que traba el territorio mediante una red de caminos de diversas épocas, infraestructuras hidráulicas, de usos y tradicionales y actividades económicas, valores ambientales, paisajísticos que se han generado a lo largo de un proceso que se prolonga en el tiempo y que con unas características generales de ambiente que deben ser contemplados en la delimitación de los ámbitos concretos de actuación. Desde esta perspectiva, el Plan Especial de los Alcores deberá incorporar un catálogo con una visión integrada, en la que se inserten tanto los componentes naturales como los culturales y paisajísticos y se aborde su protección de una manera conjunta, nunca por separado, superándose la visión aislada del Bien y el concepto de entorno para entender la protección desde ámbitos, áreas, donde interactúan factores naturales (como el relieve, la hidrología, la flora o la fauna) y humanos (como las actividades económicas o el patrimonio histórico), elementos de cuyo estudio integral se debe 59


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

partir a la hora de implantar un sistema de protección territorial. Sin embargo, a la espera de la redacción y aprobación de un Plan Especial para El Parque Cultural de los Alcores, hay que sentar unas primeras bases para la implantación de unos usos, actividades, aprovechamientos del suelo, así como su régimen de autorizaciones y prohibiciones, aparte de lo que puedan precisar las instrucciones particulares de la propia Zona Patrimonial. Para definir usos prohibidos y permitidos se ha pensado en una carta de usos patrimoniales o cartografía patrimonial como herramienta para diagnosticar las actuaciones que inciden sobre la protección y conservación de la zona patrimonial e identificar y evaluar determinados impactos en el patrimonio cultural, en especial, el paisaje. 4.- Del tren de los panaderos al “alcotren” como eje vertebrador del territorio El 10 de enero de 1873 se inauguró la vía que unió durante cerca de un siglo Sevilla con Alcalá de Guadaira. Es conocido como el “tren de los panaderos” debido a que fue el encargado de transportar grandes cantidades de pan (panaderos y sus mulos) a la capital diariamente hasta 1975 cuando dejó de funcionar, convirtiéndose su pista en al actual Vía Verde de los Alcores. La recuperación del tren de los panaderos pretende vertebrar la comarca con una ruta alternativa a las carreteras convencionales, fomentando el deporte y la convivencia con la naturaleza. Supone uno de los ejes articuladores de todo el patrimonio disperso existente en la Comarca y la recuperación de esta infraestructura supondría un impulso al desarrollo turístico-cultural de este territorio. Además de servir para dinamizar el Parque Cultural, El tren de los Panaderos puede ser la infraestructura perfecta para potenciar la activación y desarrollo de Los Alcores, aprovechando su antiguo trazado para proponer su recuperación y uso. Este nuevo medio público de transporte, que hemos denominado Alcotren, se ha concebido como un medio de transporte me60

tropolitano y un importante reclamo turístico. El recorrido estaría compuesto por seis paradas, Gandul, primera puerta del parque, Mairena del Alcor, donde se sitúa el Castillo de Luna y el museo Bonsor, El viso del Alcor, Alcaudete, Corbones – Cuevas de la Batida y Carmona, de forma que cada una de ellas activasen una parte del territorio. Estas estaciones o paradas se complementarían con un servicio de alquiler de bicicletas que posibilitarían el paseo por la vía verde de Los Alcores. Estas estaciones o apeaderos se configurarían también como entradasaccesos al Parque Cultural. Por este motivo, hemos considerado que si debiese existir un centro de recepción de visitantes, éste debería ser móvil, capaz de adaptarse a cada una de las posibles entradas que se prevean para este parque. Así que no encontramos mejor centro de recepción que el propio Alcotren. En su interior se albergará la información sobre el parque, sus actividades, las poblaciones que lo conforman, rutas, establecimientos hoteleros, etc. para uso de sus visitantes. El territorio es la base del patrimonio de Los Alcores. Para conocerlo y re-conocerlo hay que recorrerlo, ponerlo en uso, dinamizarlo, ponerlo en carga, en definitiva activarlo.


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Silvia Leiva Herrador es arquitecta. Luisa Loza Azuaga es arqueóloga. 62


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DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

Áreas propuestas de Intervención Patrimonial / MBT-MSF

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Alcores_Activando relaciones Marc Ballester Torrents/Marta Salamanca Fernández

El territorio de Los Alcores viene definido por un proceso histórico de antropización continuo, desde los primeros habitantes de los Alcores en la Edad de Cobre (como nos demuestran los diferentes yacimientos arqueológicos) hasta la actualidad han pasado más de 5.000 años en los que ha existido una continua acción en y con el territorio. Se trata de un espacio totalmente domesticado, repleto de huellas y restos de culturas que lo ocuparon. El interés patrimonial que despierta esta comarca está más que justificado con los valores paisajísticos, sociales, culturales y arquitectónicos que posee. Los Alcores. El imaginario que establecemos abarca el escarpe, con sus elementos defensivos, sus asentamientos, su control del territorio; la campiña, con múltiples asentamientos, olivos, frutales; la vega, vasta llanura productiva, haciendas y cereal. Nos encontramos en una comarca cuya riqueza se explica principalmente por tres factores, que han sido determinantes para los sucesivos asentamientos humanos que la habitaron. En primer lugar, el carácter defensivo natural que crea el escarpe y lugar estratégico de dominio sobre la vega. Desde la Edad Media, la línea del Alcor servía como barrera de defensa de los reinos cristianos frente a los islámicos. De esta manera se construyeron numerosos castillos como el de Alcalá, Mar-

chenilla, o el de Luna en Mairena; y alcázares como el del Rey Don Pedro o el de la Puerta de Sevilla en Carmona. Por otro lado, por el abastecimiento de agua. El hombre aprovechó la riqueza hidrográfica para su consumo, pero además realizó obras de ingeniería hidráulica. Este hecho está documentado desde época romana, pero no lo podemos constatar físicamente hasta el siglo XII, centuria en la cual se construyen numerosos molinos harineros. Los molinos eran una de las principales fuentes productivas abastecedoras no sólo de la población más cercana, sino también de la capital hispalense. Tras la conquista cristiana, los molinos siguieron siendo una importante fuente de ingresos, sin embargo, a finales del siglo XIX comienza una crisis a causa de las nuevas técnicas y procesos de fabricación. En la actualidad, una parte importante de los molinos de los Alcores ha desaparecido, y de los ejemplos que nos han llegado, gran parte se encuentra en estado de ruina. En tercer lugar, y no por ello menos importante, por la riqueza del suelo, base de la principal industria de la comarca. A los pies del escarpe encontramos la vega, extenso terreno productivo documentado desde épocas muy tempranas. La vega (ceral) y la campiña (olivar) hicieron de los alcores un territorio altamente productivo, hecho determinante en la cultura de la 65


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La vega de Carmona. Hacienda “El Romeral” / MBT-MSF

zona y por el cual ha llegado a nuestros días el amplio patrimonio arquitectónico de haciendas, cortijos y variantes de explotaciones agro-ganaderas de la zona de alto interés patrimonial. Esta influencia del aspecto productivo se extiende a los núcleos urbanos donde encontramos mercados, mataderos, silos y lugares para el almacenamiento de la producción que completan esta cadena. Estas tres unidades de paisaje configuran en esencia el conjunto de los alcores, y conforman un todo indisoluble1. Dentro de él, ningún elemento de los que observamos se explica por sí sólo, sino como parte de un todo. Un todo que requiere para su comprensión posicionarse desde una visión holística, que nos remita no sólo al patrimonio, sino a lo que hoy influye en su conservación y reproducción. Se plantea en este entorno, una vez reconocidos sus valores patrimoniales, una acción que incida en cada uno de los elementos que entendemos configuran esta red. Una red que está definida por el sistema de producción y distribución y que ha permitido el desarrollo y mantenimiento de lo que hoy estamos considerando como patrimonio: un paisaje, unas construcciones, unas infraestructuras, unos espacios públicos. Cada uno de ellos a la vez que son independientes configuran un todo que viene a plantear lo que presentamos como la red que sustenta el patrimonio. 66

El paisaje de los Alcores. G. Acosta afirma que el Paisaje “no es el territorio estático si no lo que en él se desarrolla, la acción cambiante, y la interpretación que de él se tiene individual y colectivamente. Por ello la condición que lo define es sustancialmente cultural.” (ACOSTA, G. 2003; 46) Lo que presentamos como red es aquello que ha diseñado y hoy continua diseñando dicho Paisaje. A la vez, lejos de esa tradición paisajística que Sola Morales afirma que es la del ejercicio estético de mirar desde fuera (SOLA –MORALES, 2002; 154), entendemos que el Paisaje no sólo es una apreciación exterior, si no que se vuelve actor al ser apreciado por aquello que no sólo dibuja, sino que desarrolla y que sustenta. Entendemos Paisaje como contenedor y contenido, como actor activo. La definición de la UNESCO de Paisaje Cultural afirma “Los paisajes culturales representan las creaciones combinadas de la naturaleza y el hombre. Ilustran la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos en el curso de la historia, como construcciones de la relación entre medio y de las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, internas y externas (…)” (UNESCO; 1996) Esta definición nos sirve, no sólo como soporte institucional, sino porque transmite la idea que resulta determinante en la


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Torre contrapeso de antiguo molino de viga. Fachada principal del silo de Carmona / MBT-MSF

percepción del paisaje. El dialogo. La estrategia más fácil para gestionar este patrimonio, es el salto del sector primario a un sector terciario dirigido a un público foráneo, llamado comúnmente turista. Esta estrategia ligada al mencionado proceso globalizador se ha presentado como la “gallina de los huevos de oro” y ha conllevado un abandono de estas comunidades y con ello quiebra en la transmisión de formas culturales, oficios, que hoy parecen ya casi desaparecidos. Esto evidentemente implica un abandono del medio, transformando el paisaje y dejándolo en manos de intereses especulativos, Aracena, el Ajarafe sevillano, Alcalá de Guadaira,…son pequeñas muestras de estrategias que hoy se reconocen erróneas. En ocasiones, el patrimonio ha sido también utilizado como herramienta para el Desarrollo Local, en muchos casos sin sensibilidad para ello, por olvidar a los verdaderos protagonistas de la historia, la población local, la que hizo posible y ha mantenido lo que ha llegado a nuestros días. Proponemos un uso del patrimonio donde “la función que el patrimonio puede cumplir en los procesos de desarrollo territorial va más allá de su transformación en objeto de consumo. Como todo cambio social (…) tiene un componente endógeno – el pasado contiene el germen del futuro- y otro exógeno, y si el componente exógeno puede contener elementos imitativos

o impuestos en las sociedades económica y culturalmente dependientes, el endógeno es consecuencia de la trayectoria cultural e histórica de una formación social concreta” (ZAMORA 1994: 24). Frente a esta situación entendemos que para actuar, revalorizar y conservar, si fuera necesario, lo que reconocemos como patrimonio es necesario activar contextualizando los sistemas que han mantenido y recreado dicho patrimonio. Con ello queremos decir que si existe una propuesta de protección debe ir acompañada de una acción revitalizadora desde los agentes locales, a caso que lo que queramos sea hacer ciudades-paisajes museos. Sin embargo para ello no es necesario hacer del patrimonio un elemento más de consumo, la propuesta de partida es tener en cuenta aquella población que habita e interactúa con el patrimonio que reconocemos (sea inmueble, mueble, arqueológico o paisajístico). Diferentes modelos de desarrollo local y de intervención patrimonial nos muestran resultados que se vuelven contradictorios con el objetivo pretendido. Proteger un paraje con la figura de Parques Natural, como el de Doñana en Cádiz o el de la Sierra Tejada en la Axarquía, para proteger el patrimonio natural, pero con ello prohibir rompiendo el equilibrio que existía en el uso por parte de la población autóctona y su entorno resulta incoherente en una concepción patrimonial holística. 67


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Somos conscientes que existen modelos que se reproducen como clones en espacios y contextos dispares sin la respuesta del agente local. Modelo que acaba dejándolos en un plano secundario de la acción dinamizadora y gestora de su patrimonio. Por ello desde aquí se plantea un modelo que pretende conservar, revalorizar y activar el patrimonio sin caer en la más simple e ineficaz de las actitudes, la de volverlo no más que un mero objeto de consumo para nostálgicos de lo autentico. Estos modelos de acción patrimonial con todo el proceso de resignificación cultural que conllevan, no siempre son recibidos de forma pasiva y complaciente; el actor local no es un ente sin respuesta. Como afirma Manuela Cantón la globalización ha sacado a flote la reivindicación de la identidad colectiva en defensa de las particularidades culturales (CANTÓN, M. 2001: 203) Lo que en los años ’70 empieza a conocerse en América del Sur como los movimientos étnicos en Europa se llama Patrimonio. Frente a la avalancha externa, lo local responde reivindicando y a veces reinventando lo propio. Sin alejarnos de nuestro objetivo, vemos como el propio concepto de Patrimonio empieza a romper sus propios límites. La cultura y con ello el patrimonio dejan de mirar sólo aquello que producían una pequeña parte de la humanidad y empieza a valorar aquellas formas y productos que definen la cultura de los pobres, la popular, lo étnico. Diferentes conceptos acompañan a esta otra cultura tanto tiempo infravalorada. Tras un análisis actual del sector agrario en la zona, análisis económico y poblacional1, podemos decir que a pesar de ser propietarios de un paisaje diverso con alto valor productivo y sensorial, y una red productiva agraria que refleja las relaciones de equilibrio que se han reproducido en los Alcores a lo largo de la historia existe una profunda desvinculación con el mismo, a nivel productivo y sensorial. Se ha producido un desmantelamiento del sistema productivo tradicional relacionado con el ámbito rural y de sus relaciones socio-laborales y sus oficios, junto con una infravaloración de la 1. Ver investigación Alcores_Activando Relaciones. MARPH 2007-08

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identidad campesina en oposición a un reconocimiento de un pasado lejano mitificado. Elementos de gran valor patrimonial han sido abandonados (haciendas, silos, cortijos) y a pesar de estar protegidos no existe ninguna iniciativa al respecto. Sin uso actual ni previsto, ruinas que se llevan consigo el testimonio de una sociedad. Como dijo John Ruskin “Podemos vivir sin arquitectura (…); pero no podemos recordar sin su auxilio.” Son una prioridad en este sentido. Por otra parte, la presión urbanística que supone la cercanía a la metrópoli de Sevilla va en aumento, y también la amenaza sobre el territorio de los alcores. En términos urbanísticos podríamos decir que los alcores podrían llegar a asimilarse a la zona del aljarafe sevillano con el paso del tiempo si no se detienen el crecimiento incontrolado que están sufriendo. Dentro de la comarca, es la zona de la campiña la más afectada en este sentido, por su mayor proximidad a la ciudad, encontrando desarrollados en torno a las vías de comunicación principales (A398, A462 y nacional IV) pequeños asentamientos dispersos que nos dejan entrever este futuro que auguramos. Antiguas haciendas o cortijos fueron en muchos casos el germen generador de estos asentamientos. No se puede permitir que se repita la situación del aljarafe y es por ello que hay que actuar desde una posición dinamizadora, al mismo tiempo que protectora, de este territorio. La imposición de las nuevas infraestructuras de comunicación (fundamentalmente rodada) en este paisaje y su profunda repercusión, amenazan con propiciar crecimientos descontrolados, segregación de unidades territoriales y pérdida de identidades paisajísticas irrecuperables. La zona de la vega, protegida por el escarpe, todavía ajena a la especulación urbanística, también ve amenazada su supervivencia por el nuevo trazado del AVE que comunicará Sevilla, pasando por el aeropuerto, con Bobadilla, creando el eje transversal de Andalucía.


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Hay una falta importante de un proyecto general y con una visión holística para estos bienes más allá de la conservación y protección individual, o la transformación en objeto de consumo turístico. El diagnóstico realizado nos ha planteado una situación compleja. Una amenaza más que evidente a la Campiña, un aislamiento productivo de la Vega, un identidad que se auto reconoce pero que aún reproduce los estigmas designados tradicionalmente a la población agraria, un distanciamiento –promovidos por la implantación del sistema global- de los elementos identitarios de Carmona. Sin embargo en todo este proceso cambiante existe una nueva apreciación y generación que está buscando las experiencias cercanas con este medio y que empieza a apreciar su producto. Dicho proceso tiene diferentes causantes, desde la consciencia por el medio ambiente, el rechazo a los ritmos de vida urbanos, la creciente valorización de la salud y con ello de los productos alimentarios orgánico. Proponemos para la comarca de los Alcores la puesta en valor y adaptación al contexto actual, de los sistemas y condiciones culturales de su paisaje, que han sido las responsables del patrimonio material e inmaterial que hoy reconocemos. Incidir sobre varios aspectos fundamentales como son -La protección y activación de los diferentes elementos del sistema productivo de carácter inmueble que existen en las diferentes unidades paisajísticas de los Alcores (Vega, Campiña, Alcor, núcleo urbano) y que estructuran el paisaje. -Proponer nuevas estrategias de gestión para el sistema productivo que faciliten la relación y restitución a la población local de los bienes productivos de su paisaje. -Activar espacios de sociabilización y proponer nuevos (si fuera necesario) que sirvan como punto de encuentro y de distribución para el producto local, favoreciendo un consumo y unas relaciones sociales concordes con las nuevas tendencias de consumo responsable y soberanía alimentaria. -Promover un uso y explotación de la superficie agraria de carácter sos-

tenible y respetuoso con las características del medioambiente. -Restablecer la cadena transmisora de conocimiento trans-generacional, proponiendo dicho conocimiento como una vía alternativa a la tendencia global de producción industrial e intensiva. Así, cualquier proyecto patrimonial debería plantear (siempre y cuando el sujeto lo permita) no la musealización, sino la activación del acto que hace o ha hecho posible dicho patrimonio. Si apreciamos un paisaje no podemos olvidar que este a la vez es el resultado de una acción humana. A menudo la prohibición de la acción humana es también otro proceso de antropización que acaba congelado y limitando el desarrollo y continua adaptación de dicho paisaje y su sociedad. Para un Paisaje, es tan determinante la acción como la no-acción. Nosotros creemos que debemos escuchar el pasado para hablar con el futuro. Comprender como se ha configurado para proponer un discurso valido y actualizado que permita no solo conservar si no reproducir lo que entendemos es patrimonio. Es decir si lo concebimos como patrimonio es porque lo valoramos, porque lo concebimos como algo positivo, entonces ¿porque dejarlo inmutable, estático y atado al pasado?

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aproximación coevolutiva”. En Revista de Historia Agraria, nº 19 pp. 195-212. Ed. SEHA. 1999.

Marc Ballester Torrents es antropólogo. Marta Salamanca Fernández es arquitecta.


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Paseo por Los Alcores (26/10/2009). Perfil del alcor y mausoleo en El Gandul. / JVA 72


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Archivo ALCORES_2010 eDap Selección y montaje de Álvaro González Vergara/María Sierra Sánchez

ALCORES_2010, es el archivo resultante de los trabajos realizados en el curso 2009-2010, con el epígrafe, Alcores. Paisaje cultural. La siguiente selección se ha realizado, de forma reducida, a partir de los documentos, visitas, interpretaciones y propuestas elaborados por el aula. 73


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El Guadalquivir genera vida a su paso. Un ejemplo a dos bandas da a la altura de la ciudad de Sevilla, a cuyo este encontramos la elevaci贸n del Aljarafe y al oeste la cornisa de los Alcores, ambos con numerosos restos arqueol贸gicos que nos muestran como el ser humano los ha entendido siempre como lugares id贸neos para habitar. 74


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Su ubicación territorial en la cornisa hace que este conjunto posea una linealidad específica, una traza muy clara que alinea a los cuatro municipios que reune. Esto lo entendió muy bien la linea de tren que conectabaCarmona con Sevilla, la cual hizo que esa traza teórica fuese una vía física. El análisis de los elementos serápor tanto tan lineal como el paso del tren. 78


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Anรกlisis

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Alcalá de Guadaíra

La historia de la ciudad no tiene especial interés hasta la conquista islámica, período de tiempo en el que se le otorga su nombre: Alcalá de Guadaíra, que deriva de Qall’at Yâbir (Qalat Chabir) junto con la denominación del río Guadaíra, Wadi Ayra (Wadi ira). Durante esta época la ciudad se irá modernizando y ganando en infraestructuras, pero hemos de tener en cuenta que la realidad histórica exigía que las ciudades tuviesen un principal carácter militar y que girasen entorno a un elemento defensivo, en este caso el castillo que corona una de las colinas de Alcalá y que se ve rodeado en gran parte por el río. La segunda etapa importante para la ciudad será la Reconquista donde se consolidad como pueblo, dejando de ser un asentamiento militar. En 1280, Alfonso X da al pueblo la carta de poblamiento, creándose La villa de Alcalá. Esta será la ciudad que abre el recorrido de nuestra vía. La relación con el tren fue notable, creando una de las principales sinergias que existían en el siglo pasado con la ciudad de Sevilla. Alcalá es una ciudad con gran tradición en los hornos de pan gracias al legado árabe, que supo aprovechar la riqueza del rio. Incluso hoy día se pueden apreciar los molinos que pueblan el rio, muchos de época medieval. Estos molinos permitían moler el grano de trigo para generar la harina que después se convertiría en pan. Este pan se transportaba en mulos a la ciudad de Sevilla que a su vez eran transportados en tren. La ciudad le dio el nombre de El Tren de los Panaderos. 82


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El Poblado de El Gandul

De titularidad señorial desde la época del repartimiento de Sevilla. Su alfoz fue concedido a mediados del S. XIII por Enrique II, en 1369, en pago por los servicios prestados en la guerra contra el rey Don Pedro, a Mosén Arnao de Solier. El Gandul ha conservado esta jurisdicción con la familia Jáuregui hasta el S. XIX. El señorío fue elevado a Título de Castilla con D. Miguel de Jáuregui y Guzmán, que aprovechó su condición de diputado de la ciudad de Sevilla para prestar juramento de acatamiento en 1699 al joven Felipe V para obtener del monarca el título de Marqués de Gandul, en pago a su reconocimiento como rey. El palacio de los marqueses de Gandul es protobarroco, de principios del XVII. Consta de dos plantas, la inferior dedicada a la labor agrícola y la superior como planta noble con logia exterior de arquería cegada posteriormente para ubicar los balcones y almenado decorativo. Conserva junto a él una gran torre de tapial posiblemente bajomedieval muy alterada por la construcción de un palomar y su utilización como pajar. La Iglesia está dedicada a S. Juan Evangelista y es de traza mudéjar con importantes reformas de época barroca. Su única nave se cubre con armadura de par y nudillo con tirantes, el presbiterio con bóveda octogonal sobre trompas y la capilla del sagrario con medio cañón con lunetos. En su altar mayor había un cuadro representando a S. Juan dando la comunión a la Virgen, del s. XVII. 84


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La Mesa de El Gandul

Es un afloramiento rocoso de Los Alcores, en forma de meseta y orientado hacia la Vega del Guadaíra – Corbones. Está formada por una acumulación de restos y construcciones de murallas probablemente del Bronce Final. Son abundantes los restos calcolíticos, tartésicos e íberos. En el Calcolítico la Mesa albergó un pequeño poblado de cabañas, ampliado durante la Edad de Bronce y amurallado en época tartésica. Todavía puede verse parte de la muralla primitiva, y desde la “vía verde” podemos ver el Cerro del Toruño, cubierto de acebuches y que posiblemente formó parte de una de las entradas al poblado. En época romana la Mesa es un enclave urbano del que tenemos numerosas evidencias: fragmentos de mosaicos y piezas de mármol, abundantes restos cerámicos, etc. En torno a la ciudad romana se construyeron varias villas o explotaciones agrícolas, que se desarrollan al menos hasta el siglo V. Tanto en la Mesa como en las “villaes” se han hallado restos de villas con abundantes cerámicas republicana e imperial (especialmente terra sigillata), monedas, fragmentos de estatuas y mosaicos; de construcciones urbanas (cisternas, muros de casas y templos, capiteles, restos de una fuente en la vaguada norte de la Mesa; y de un posible anfiteatro situado al noroeste, entre la ciudad y el mausoleo circular. Actualmente está cercada como coto privado de caza, de propiedad particular, discurriendo la cerca junto al camino del desmantelado ferrocarril Sevilla-Carmona, que recorría toda la cornisa de los Alcores. 86


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Mairena del Alcor

Su historia se remonta al Paleolítico Final, período al que pertenecen algunos restos encontrados. En el Neolítico se conocen poblados agrícolas que explotaban los terrenos de la Vega. Se destacan numerosos restos tales como tumbas megalíticas, restos de vasos campaniformes, el tesoro “Andrés Morales”, etc. La comarca de los Alcores sería muy influenciada por las civilizaciones fenicia y griega que desarrollaron la agricultura y el comercio. En los siglos posteriores la zona no tendría mayor importancia que la explotación agraria y por tanto no se generaría un poblado como tal. En la Edad Media, la cornisa de los Alcores se convirtió en una zona de frontera natural, por ello se ubicó en Mairena una torre de defensa, vigilancia y comunicación. El nombre de Mairena deriva e Maharana, que significa “agua de la fuente”. En 1246 Fernando III se hace con las tierras de Mairena para el dominio cristiano. En 1342, Alfonso XI donó a Pedro Ponce de León el Señorío de Mairena del Alcor, segregándolo de la jurisdicción de Carmona. Las modificaciones a partir de este momento serán de carácter defensivo, muy relacionadas con el castillo. En el siglo XIX la villa crece debido al aumento de la natalidad y pasa de la Casa de Arcos a la Casa de Osuna. Como figura destacable dentro del pueblo encontramos a Jorge Bonsor que excava en toda la comarca y compra el Castillo de Luna en Mairena para que sea su residencia particular.

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El Viso del Alcor Al igual que en el resto de la comarca de los Alcores y debido a sus terrenos fértiles se pueden encontrar restos de presencia humana ya en el paleolítico y neolítico. Como referencia tenemos los yacimientos de La Alunada, el Cortijo del Moscoso y el Alcaudete. Las torres de defensa de esta zona son anteriores incluso a las de Mairena, encontrándose alguna prerromana. En cambio la conquista islámica no tuvo especial incidencia en esta zona. Fue ya con la reconquista cristiana cuando la zona es repoblada por la importancia defensiva que tenía, y el terreno de El Viso quedaría dentro del Señorío de Carmona, reduciéndose a grandes rasgos a una finca rústica. El período siguiente de El Viso viene marcado por una larga y rocambolesca historia de cambio de señores, divisiones de la propiedad, compra y venta del territorio y por concesiones del rey. No es hasta el siglo XV cuando se crea el primer Concejo o Ayuntamiento de El Viso. El desarrollo de la ciudad de Sevilla afecta de forma directa a las poblaciones cercanas y por ello las mejoras en el pueblo son evidentes, como ejemplo tenemos la creación de un pósito donde almacenar el grano. Como en muchas poblaciones andaluzas en El Viso tomarán gran influencia la Iglesia, las hermandades religiosas y las cofradías. Todas ellas sufrirán la desamortización. Es en el siglo XVII cuando la localidad se denomina con su nombre actual.

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La Ciudad de Carmona

Carmona siempre ha sido un lugar propicio. La facilidad para las actividades productivas unida a la situación defensiva de la zona fueron las claves para considerarla un lugar estratégico. El primer poblamiento intramuros de la actual Carmona surgió en el Calcolítico pleno, ocupando cota altas y laderas. Existen restos de este período en el Alcázar del rey D. Pedro, en el Alcázar de la Reina, en el Barranquillo y en el Picacho. Los Tartessos la toman como una de sus principales ciudades, ya que su posición permitía controlar todo el bajo Guadalquivir. Con los fenicios, el poblado de cabañas fue transformándose en una ciudad a partir del núcleo creado en el barrio de San Blas. Las cabañas circulares se convirtieron en casas de planta rectangular. La crisis de que acabó con Tartessos no tuvo mucha incidencia sobre Carmona, la ciudad Turdetana se estableció rápidamente sobre la ciudad antigua. Con Roma, un período de riqueza y bonanza, se construirán las murallas, la Puerta de Sevilla, la Puerta de Córdoba, la Puerta de la Sedía, la Puerta de Morón, los ejes Cardo Máximo y Decumana, el Foro, el Teatro y el Anfiteatro, las Termas, la Necrópolis y numerosas viviendas. La Carmona islámica será el centro de la cora que comprendía a Écija, Setefilla, Sevilla, Morón, Marsana y Bardis. La ciudad en este momento sigue creciendo, creándose una mezquita, un mercado, unos baños públicos y un arsenal. El proceso de la ciudad en los siglos posteriores seguirá el modelo conventual de otras ciudades cristinas...

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La Cantera de Carmona

El poblamiento más antiguo en el espacio que actualmente ocupa la ciudad de Carmona corresponde a la zona de Campo Real. Las “Cuevas de La Batida” están situadas en la primera elevación de la cornisa de los Alcores al Norte del casco histórico de Carmona, separadas de este por una profunda depresión. Fue Jorge Bonsor en 1898 el que descubrió un total de 42 silos excavados en la roca que contenían, en algunos casos, enterramientos. La datación de este yacimiento parece moverse entre el Neolítico final y el Calcolítico inicial, aunque perduró durante todo el período Calcolítico, lo que lo convertiría en coetáneo al ubicado en el casco histórico de Carmona. Todo este terreno sirvió durante el resto de la historia de Carmona como cantera para sacar la piedra de albero con la que se construyó la ciudad. Pasa a ser este el final del camino, la vía no continúa. Llegados al inicio de la historia del hombre en los Alcores: concluimos.

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Propuestas

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De una forma íntima, la propuesta desea recoger los elementos patrimoniales existentes e integrables a él. La dispersión de este patrimonio hace que el proyecto también sea disperso, tanto como una vía para ciclismo capaz de ir recorriendo lugares que estén a bastante distancia y también ir enlazando los lugares en los que se encuentren los edificios patrimoniales. El proyecto cuenta con tres elementos fundamentales: puestos de alquiler de bicicletas, oficina de turismo para aquellas personas que necesiten de su consulta para realizar la travesía y un carril de ciclismo que enlaza todas las ciudades, buscando una huella de la antigua comarca unida y no la dispersa de ahora. Por otro lado, se propone el acondicionamiento de aquellos edificios o paisajes patrimoniales deteriorados. Se pretende crear un foco donde las personas puedan ver la belleza de las Cuevas de La Batida y en la zona de El Gandul se quiere situar un lugar en el que el patrimonio encontrado se pueda exponer.

Propuesta de JesúsVillarrubia Guarino 98


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La idea de Parque Cultural se emplea para designar un territorio que contiene una variedad de valores históricos, geográficos, naturales, etc. Un espacio que integra el patrimonio cultural en su más amplio sentido: paleontológico, arqueológico, arquitectónico, etnográfico, paisajístico, geológico, museístico, gastronómico... Los cuatro municipios que lo componen: Alcalá de Guadaíra, Mairena del Alcor, El Viso del Alcor y Carmona, quedan unidos por la formación geológica terciaria de Los Alcores. El Parque Cultural queda delimitado por la A-92 en la zona norte y abarca la extensión protegida de interés paisajísitico (según P.O.T.A.) por el sur. A la hora de proyectar este Parque Cultural se establecen los siguientes objetivos: -La puesta en valor y difusión del patrimonio histórico. -Creación de una conexión natural que vincule los distintos municipios con la capital a través de un gran corredo verde. -Construcción de un centro de interpretación y alojamiento para la divulgación de la importancia medio ambiental. -Recuperación histórica respecto al enclave estratégico de defensivo de Los Alcores. -Protección de los cultivos por su importancia cultural y productiva. -Potenciación de los sistemas fluviales como elemento potenciador y estructurante de la orografía. -Diseño de un viario blando estructurante de transportes alternativos.

Propuesta de Alberto Álvarez Méndez 100


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Planteamos un viaje a través del pasado y del presente aunados por las huellas existentes. Durante el recorrido se podrá comprobar cómo la arquitectura abandonada a su suerte, en el transcurso del tiempo se ve invadida por la naturaleza, a su vez se pueden ver casos en los que la arquitectura se fusiona e invade en cierto modo la naturaleza existente. La propuesta pretende potenciar estas “invasiones”, introduciendo: la luz proyectada y la sociedad participando de estos elementos. La luz será la protagonista de la intervención, acentuando el intercambio entre luz natural que ilumina el lugar y la luz artificial que ilumina desde las construcciones hacia el exterior. La primera parada de nuestra ruta es la Estación de El Gandul. En ella encontramos una serie de equipamientos en los que abastecernos, descansar, hacer pic-nic, etc. La estación será el símbolo especial que marca el inicio del camino. Allí encontramos lo que sería “arquitectura invadida”, la que ha sufrido una mutación con el paso del tiempo. Esto nos lleva a pensar que el transcurrir temporal convierte automáticamente cosas que pasan desapercibidas frente a nuestros ojos en elementos realmente curiosos. Llegamos entonces a un lugar mágico, a pesar de tétrico. Un área excavada hace miles de años para albergar difuntos y permitir así que se cumpla el ciclo natural. “Naturaleza alterada para que la naturaleza siga su curso”. En este punto de inflexión en el camino nos paramos a mirar hacia la ciudad, que se encuentra justo encima de la cornisa de los Alcores. A media vista advertimos los dos acueductos, que se incrustan como arañazos en el terreno. La iluminación nocturna en la fractura superior de los acueductos acentúa la idea de “rasgar el paisaje”. Antes de concluir nuestro camino, destacaremos otra ”fractura” del terreno, en este caso un antiguo puente romano. Aquí se bifurca el camino en dos, la salida del recorrido y la senda hacia la cantera. Iluminaremos la parte inferior de los arcos, que proyectarán la luz hacia ambos lados incidiendo sobre la campiña. Hemos llegado al final de nuestro camino: “La Cueva de la Batida” o “La Cantera de Carmona”. La escala de la roca tallada es tal que nos sobrecoge. La roca nos cuenta una historia de trabajo, explotación material, etc. Una iluminación ambiental y la programación de actividades periódicas para potenciar este enclave en su dimensión territorial.

Propuesta de Mathias Apicella/Alejandro Manuel Coira Paradela 102


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Intervenir en la comarca de los Alcores, plantea un proyecto de escalas diversas. Como eje vertebrador se elige la “vía verde” que conecta Alcalá de Guadaíra con Carmona. A partir de ésta, se propone un proyecto general, de acuerdo con el POTAUS, para un “parque lineal”. El primer problema que se detecta es la dificultad de acceso. Para ello se acondiciona el inicio y el final de la vía, sus enlaces con las carreteras principales y se habilitan dotaciones de aparcamientos. El segundo problema se encuentra en el estado de la propia vía verde. Se propone una rehabiliación con suelos blandos, en todo su recorrido. El tercer problema a tratar, es el abandono y falta de protección actual del conjunto de El Gandul. Se establece una delimitación para todos los restos arqueológicos y de carácter ambiental. El Gandul será la primera bolsa cultural y ambiental con la que nos encontraremos en el transcurso del parque, en su acceso sur. Dada la extensión y la diversidad de hechos culturales-ambientales, se crean unas zonas de parada. Estas zonas serán denominadas en el plano como estaciones, apoyándose en la conservación y mantenimiento de los caminos que surcan el territorio.

Propuesta de Estefanía García Padou Zubiárriz/Giulana Gini Bernardi/Camila Verge Fanucchi 104


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El órgano-ciudad que bombea y distribuye los flujos al resto del organismo que es el territorio. Las arterias son las principales conductoras de estos flujos que entendemos como los activadores del mismo. Se establece así un ciclo de circulaciones que conforman la realidad terriorial de Sevilla. La propuesta consiste en la apertura de una línea de comunicación mediante la puesta en valor de la antigua vía ferroviaria del “Tren de los Panaderos”. De esta forma conseguimos entablar un diálogo entre Sevilla y los Alcores un diálogo abierto entre distintas temporalidades: la del patrimonio presente en los yacimientos y la de la Sevilla contemporánea. El proyecto surge bajo el concepto: “Dipolis Gandul-Valencina” con Sevilla como punto común para ambas gracias a su museo arqueológico. Teniendo en cuenta la escala del proyecto se genera un plan de movilidad para el Parque de Los Alcores. Se crean unos intercambiadores situados estratégicamente dotados de paradas de autobuses, aparcamientos y áreas de servicio. La ruta peatonal arqueológica tiene su entrada principal en El Gandul y está comunicada continuamente con los intercambiadores. El proyecto genera a lo largo de todo este camino una serie de pabellones de pequeña escala y con un programa muy básico. Esto permite aportar una cierta unidad al camino además de un diálogo entre temporalidades. Cada pabellón responderá a una temática acorde con el propio lugar donde se sitúe. Como actuación final en el área de Carmona se plantea la creación de un último pabellón que hará referencia al “Tren de los Panaderos” y a su última estación de Carmona. Más adelante, en el interior del complejo urbano se establece el final de la ruta donde tambien se colocará un elemento dotacional para aparcamientos y servicio de transportes.

Propuesta de Rosa Gallardo Parralo/Juan Manuel Gómez Pascual 106


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DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

Se busca realizar una mínima intervención en la zona, con la intención de dotar a la cornisa con los servicios suficientes para su desarrollo como Parque Cultural, aspecto que consideraremos imprescindible para su protección y pervivencia. Esta intervención consiste en una estructura metálica simple que se desarrolla alrededor de la vía verde, punto de partida y eje de unión de todo el patrimonio estudiado. De este modo la estructura va apareciendo y desapareciendo, plegándose y desdoblándose, adquiriendo mayor importancia a lo largo del camino para lograr varios objetivos fundamentales: enmarcar zonas y dar importancia a ciertas áreas o paisajes, dotar de un mobiliario que permita una mayor comodidad y disfrute del lugar y, lo más importante, dotar de unos accesos, aparcamientos, puntos de información y demás servicios básicos en los puntos estratégicos señalados para potenciar y fomentar Los Alcores como Parque Cultural.

Propuesta de Pablo Gómez González/Álvaro González Vergara/María Sierra Sánchez 108


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1. Bosque en galería: área sombreada ideal para una zona de descanso y recreo. Posibilidad de crear pequeños espacios junto al río como merenderos o baños para el verano 2. Vía parcialmente adoquinada para que el visitante aprecie el lugar en el que se encuentra. Como guiño histórico se podría hacer alusión a las piedras miliares romanas en intervalos regulares del recorrido, representados en estructuras cilíndricas de artistas contemporáneos. 3. Se proponen nuevos usos de agricultura de autoabastecimiento para los lugareños para activar estos espacios y conformarlos como zona de interacción entre la vía verde y la urbe. 4. Se trata de completar y acondicionar una red de recorridos de distinta jerarquía y caracterizados por distintos tratamientos según los usos, contextos y tipo de usuarios propuestos (nunca impuestos) y actuales. 5. Se propone la implantación en los bordes del camino de determinados elementos de Land-Art que inviten a salir del camino para poder descubrir los restos arqueológicos que se encuentran dispersos en la zona. Se trata de devolver a los dólmenes su carácter simbólico de hito que se alza sobre el territorio dominándolo. Así mismo se marcarán los puntos con restos arqueológicos catalogados por Jorge Bonsor. 6. Se busca mitigar la ruptura entre la ciudad y su entorno, con la creación de recorridos que aporten continuidad visual y física entre las urbes y su contexto.

Propuesta de Lena García Huber/Manuel Lago Gómez/Dacil Lorente Snowdow 110


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ALJARAFE(S) Arqueología del territorio vs ciudad genérica 112


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Manuscrito geopónico andalusí Tratado de Agricultura de Ibn Bassal, que prestó servicios agronómicos al rey de Sevilla Al-Mu´tamid (S. XI). Manuscrito de la Biblioteca del Palacio Real de Rabat.

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El Aljarafe: Corona de Sevilla Ahmed Tahiri

Aljarafe (al-Šaraf) figura como término en el léxico árabe clásico para designar una especie de lugar alto, a partir del cual se dominan las vistas. Por ello, resulta usual en las fuentes andalusíes calificar este territorio por su eminencia topográfica como monte del Aljarafe (ўabal al- Šaraf) y también como corona de Sevilla. Más precisa es la definición de un geógrafo magrebí quién nos informa sobre el origen del vocablo aljarafe que se atribuye a este lugar, porque domina las vistas de Sevilla ensanchándose desde el sur hacia el norte. No obstante, sería conveniente precisar que la palabra Aljarafe (al-Šaraf) alude a una elevación topográfica que domina las vistas a partir de poniente, según las aclaraciones de un eminente geógrafo oriental. Por ello, las fuentes andalusíes convergen en calificar este lugar como Aljarafe de Sevilla (Šaraf Išbiliya), porque domina la capital hispalense desde poniente. Además de su interés como topónimo andalusí plasmado en la topografía local, el Aljarafe se ordenaba dentro de la entonces entidad territorial llamada cora de Sevilla. Se trata de una circunscripción rural designada por las fuentes textuales y geográficas andalusíes como distrito del Aljarafe (Iqlim al-Šaraf). La cora de Sevilla contaba durante la época andalusí (ss. VIII-XIII) con doce distritos rurales más, como lo habíamos analizado con más detalles en un trabajo titulado: Agricultura y poblamiento rural en la Sevilla abbadí.

Las fuentes árabes nos ofrecen una serie de datos, aunque dispersos, que posibilitan llevar a cabo una delimitación del distrito del Aljarafe dentro del organigrama territorial de aquel tiempo. En una mera nota, se fijó la distancia “latitudinal del Aljarafe del este al oeste en doce millas”. La misma cifra fue más de una vez mencionada por otras fuentes. A lo largo del flanco este que da al río, el Aljarafe linda con los límites del distrito dependiente de la capital hispalense llamado Iqlim al-Madīna y hacia el noreste colinda con el distrito de Itálica (Iqlim Tāliqa). La línea de demarcación del Aljarafe con ambos distritos se dibujaba justo en las estribaciones naturales que arrancan en las inmediaciones de la orilla derecha del antiguo curso del Guadalquivir. Teniendo en cuenta las doce millas de distancia entre el flanco oriental del Aljarafe y sus lindes occidentales, nos inclinamos a fijar su límite oeste en el curso del Guadiamar llamado por las fuentes de la época como “wādi alTalh: un río del Aljarafe”, según aclaramos en un trabajo anterior. Fue precisamente en este curso fluvial donde se demarcaban los límites del Aljarafe con el distrito colindante de Huévar (Iqlim Webar) llamado también como distrito del trigo (Iqlim al-Burr). Hacia el noroeste, el curso del mismo río dibujaba los límites del Aljarafe con el distrito de Tejada (Iqlim Talyāta) llamado también como distrito de la cebolla (Iqlim al-Basal). 115


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Las crónicas fijan la extensión del Aljarafe en “cuarenta millas de longitud, desde el norte hacia el sur”. Disponemos de una mera referencia al respecto que ubica su límite norte en la alquería de Qūra conocida desde el siglo XI como Aznalcóllar (Hisn Qūra). La mencionada alquería fue considerada por el decano de los historiadores andalusíes Ibn Hayyan (m. 1076) como “límite septentrional del Aljarafe, distante de unas diez millas de la capital” hispalense. Hacia el sur, los alfoces meridionales del Aljarafe alcanzan el coto de las marismas (al-Sibāj), según las aclaraciones del geógrafo ceutí al-Idrisi (m. 1164). Muy escuetos son los datos referentes a los primeros asentamientos que se erigieron en Aljarafe tras la incorporación de al-Andalus en la Dar al-Islam. “La alquería aljarafeña llamada al-Balāt” ofrece un destacado ejemplo al respecto. Cabe señalar que otro asentamiento palaciego llamado también como “al-Balāt” ha sido levantado durante la misma época en las inmediaciones de la ciudad de Córdoba por el caudillo beréber Tarik. Igual ha sido el caso de “al-Balāt de abi-l-’Aўannas” fundado en el distrito de Espera (Iqlim Išbira)” dependiente de la colindante cora de Sidonia. Recordemos que el término de al-Balāt se identifica en el léxico arquitectónico árabe clásico como edificio en sillería, dotado de pavimento de empedrado y alzado con pilastras de piedra y mármol. No es casualidad que el asentamiento de al-Balāt erigido en las inmediaciones de Córdoba coincide con el emplazamiento de un antiguo palacio romano visigodo. Asimismo, las cimentaciones de al-Balāt de abi-l-’Aўannas se identifican con las ruinas romanas de Carissa Aurelia. Por ello, nos aventuramos en suponer que la alquería aljarafeña de al-Balāt marca el primer paso arquitectónico de la antigüedad romano-visigoda hacia la Edad Media andalusí, operado en Aljarafe durante las primeras décadas del siglo VIII. Desde aquel momento, una serie de alquerías y fortalezas no pararon de condicionar el panorama arquitectónico del distrito. Sería oportuno realizar una exhaustiva lectura en las fuentes árabes para identificar y clasificar un número creciente de localidades rurales con actividad desde la época emiral (s. IX). Nos limitaremos en el actual trabajo a destacar algunos ejemplos de 116

especial relevancia. El autor del célebre libro de la conquista de al-Andalus (fath al-Andalus) nos revela la importancia de la antigua “alquería de Mūra en el Aljarafe de Sevilla”. Otro historiador la ubica a una distancia de “tres parasangas, desde la capital”. Cabe señalar que la localidad de Mairena del Aljarafe “(Muryāna algāfiqiyyin en Aljarafe de Sevilla)”, figura también como una antigua alquería. Su identificación con el linaje árabe de los al-gāfiqiyyin asentado en el Aljarafe como lugartenientes desde los primeros momentos de la conquista nos proporciona un dato suplementario acerca de la fecha de su edificación, durante el siglo VIII. Es de constatar que la mencionada alquería de “Muryāna al-gāfiqi dependiente del distrito del Aljarafe (Iqlim al-Šaraf)” permaneció en actividad a lo largo de los siglos posteriores, a juzgar por las referencias que han venido señalando su creciente importancia. Otras dos alquerías fueron implantadas durante la misma época por los linajes árabes de los Banū Hawzan y los Banū Sa‘id. Por ello se les atribuyó respectivamente sus nombres de “la alquería de alHawzanī” y la “de los banū Sa‘id”. Fue más tarde, hacia finales de la época emiral (s. IX), cuando el cabecilla árabe llamado Kurayb b. ‘Utmān “se trasladó hacia su alquería en aljarafe” identificada como “Coripe del Aljarafe (alquería de Kurayb)”, tras su rebelión contra la autoridad central omeya en Córdoba. Fue durante la misma época y precisamente en el 913 cuando el patrón de Sevilla Muhammad b. Ibrāhim b. Haўўāў “se apoderó del Aljarafe donde edificó la fortaleza de Qira”. El decano de los historiadores andalusíes, nos aporta datos sobre la edificación durante la época emiral de “Hisn Qūra” cuyo nombre árabe todavía se conserva en la actualidad bajo la denominación de Aznalcóllar. Se menciona también la alquería de Qūra que identificamos con el actual pueblo de Coria del Río. Se trataría de una alquería que permaneció en actividad durante los siglos posteriores, a juzgar por las referencias que se conservan en diversas crónicas. No obstante, los disturbios y la inseguridad que acarreó la decadencia


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del reino ‘abbādi de Sevilla obligaron el rey al-Mu‘tamid a fortificar la mencionada alquería que pasó a denominarse desde aquel entonces como “Hisn Qūra”. No se trata, en este caso, de Aznalcóllar sino de la recién fortificada Coria del Río, a juzgar por la apreciación de un geógrafo sevillano que confirma su ubicación al borde del Guadalquivir. Sin embargo, la densidad demográfica y el incremento de la población alcanzaron su máximo grado durante la época califal (s. X). Las estimaciones relacionadas con la extensión máxima del poblamiento rural en el Aljarafe, se fijaron en la cifra de “doscientas veinte alquerías”. Según los dictámenes jurídicos de la época, el número de hogares que componían una alquería andalusí oscilaban entre una media aproximativa de “treinta viviendas [susceptible de caer a un mínimo] de doce casas”. En algunos casos, las alquerías principales pueden alcanzar un total de doscientas viviendas. Contrariamente a la opinión general que ha venido a lo largo del siglo pasado insistiendo sobre la penuria de datos y la pobreza de las fuentes árabes en lo que se refiere a cuestiones relacionadas con el urbanismo, la nueva metodología y enfoques de estudio basados en una exhaustiva lectura en centenares de fuentes árabes nos ofrece nuevas perspectivas. Ya se puede iniciar una reconstrucción global del tejido urbanístico que conformaba la estructura del poblamiento rural durante los cinco siglos de historia andalusí en tierras del Aljarafe. La “alquería de Bolluyuh” que coincide con el actual pueblo de Bollullos de la Mitación fue más de una vez mencionada en una obra botánica atribuida a un científico sevillano del siglo XI. El mismo autor nos informa sobre otra alquería aljarafeña llamada “Falaў del Aljarafe (al-Šaraf)” cuya etimología nos procura una pista para su posible ubicación. El sentido del vocablo Falaў alude a una topografía parecida a la forma de dientes separados que se pueden apreciar en los escarpes en forma de tres colinas que dominan las vistas hacia el asentamiento de Itálica. Disponemos de otras pistas susceptibles de orientarnos hacia una posible identificación y ubicación de la alquería de Rubda. Nos referimos al

riachuelo denominado como “wādi Rubda que atraviesa el olivar aljarafeño dependiente de Sevilla”. El vocablo Rubda de origen etimológico romance se conservó durante la época andalusí en el habla popular aljarafeño para designar las plantas de tornasol que ocupaban el curso del mencionado arroyo conocido actualmente como Repudio. Las fuentes consultadas nos informan sobre otro riachuelo aljarafeño denominado como “Guadix del Aljarafe (wādi Aš)”. Igual como en el caso anterior, “se atribuye el nombre de Aš a una alquería del Aljarafe” ribereña del mencionado riachuelo. Otros indicios subrayan la importancia de “la alquería de Talmit del Aljarafe” cuya apelación alude, en idioma beréber, a una especie de planta silvestre. Se menciona también “la alquería de Qarrāta situada al pie del monte” donde arrancan las estribaciones del Aljarafe. El erudito jurisconsulto onubense Ibn Hazm (m. 1063) señala en su obra genealógica “la alquería de Qaršāna del Aljarafe”. En otra nota conservada en una fuente botánica, se confirma que “Ubiluh es una alquería de Aljarfe”, cuya ubicación queda por determinar. Se menciona también “la alquería de Almensilla (Al-Mansiya)” que supo conservar su antiguo nombre árabe hasta la actualidad. Sin embargo, no sabemos en el estado actual de la investigación hasta que punto podríamos identificar, por su coincidencia etimológica, la localidad de “Bartaniš” con el actual pueblo de Espartinas. Tampoco podremos identificar y ubicar la localidad aljarafeña de “Banўārnis” y la “alquería de Yabsāna”, entre otras más. Imponente fue “la alquería de Sanlúcar (Šallūqa)” que permaneció como aglomeración semi-urbana hasta el último siglo del Aljarafe andalusí. Sus impresionantes murallas de tapial cuyos restos se conservan hasta hoy en día indican la creciente importancia que tuvo esta localidad bajo el dominio almohade (ss. XII-XIII). Por ser dotada de imponentes instalaciones defensivas, las crónicas aluden en contextos relacionados con la época ‘abbādi (s. XI) a “la barriada de Aznalcázar (hawmat hisn al-Qasr)”. Este asentamiento semi-urbano que conserva hasta el momento su antiguo nombre árabe no tardó en transformarse durante el siglo XII en imponente baluarte defensivo bajo la soberanía 117


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imperial almohade. Asimismo, las crónicas relacionadas con este periodo histórico citan con frecuencia el prestigioso palacete de Aznalfarache (Hisn al-Farў). Se trata de elementos urbanísticos que han sido, durante las últimas décadas, objetos de trabajos de investigación histórica y arqueológica. Sin embargo, escaso es el interés dedicado por los estudiosos al “castillo de la conquista” “Hisn al-Fath”, que permaneció en actividad durante la época ‘abbādi (s. XI). Según el autor sevillano del siglo XI “Hisn al-Fath se ubica en Aljarafe”. Importantes son los indicios que ubican el mencionado “castillo de la conquista” en las cercanías de la “gran fuente” “(al-’Ayn al-kabira)”. Su emplazamiento daba hacia “la vega de al-Fath donde se apreciaban los restos de un bosquecillo”. Cabe señalar que la muralla que cercaba el casco histórico de la Sevilla ‘abbādi contaba con una puerta llamada también como la de la conquista “Bāb al-Fath”. Todos estos indicios nos llevan a suponer que estamos ante una puerta que daba a una vega conocida por el mismo nombre cuyo acceso hacia el Aljarafe estaba bajo control del mencionado castillo de al-Fath, según lo habíamos expuesto con más detalles en la obra que dedicamos a la reconstrucción urbanística de la Sevilla abbadi a través de las fuentes árabes. Las fuentes árabes aportan una impresionante información sobre los equilibrios que se conservaron en el Aljarafe entre la vida silvestre, el medio ambiente natural, la explotación agrícola, el poblamiento rural y el anhelo de la población al bienestar. Elocuentes son las palabras expresadas por un hombre de letras andalusí en los términos siguientes: “las alquerías del Aljarafe superan a las demás por ser selectas sus construcciones y por el interés de sus habitantes en el mantenimiento del interior y exterior de sus viviendas. Al encalarlas, parecen más bien como estrellas en el cielo de los olivares”. Tampoco faltan datos acerca de otro tipo de vivienda rural conocido como Maўšar (pl. Maўāšir) frecuente en Aljarafe. Se trata según los estudios realizados al respecto de una especie de cortijos. Nos limitaremos en este ensayo a mencionar algunos ejemplos, como el caso de “Maўšar Sayyed 118

situado en las cercanías de Sevilla, hacia el Aljarafe”. El mencionado cortijo se ubica precisamente a “dos millas de la capital” hispalense. Más allá en “el cerro de Almonte dentro del territorio del Aljarafe”, se encuentra otro cortijo con las mismas características constructivas. Las fuentes árabes no paran de aportarnos datos sobre otras entidades de este índole como el caso de “Maўšar Talmit”, “Maўšar al-Quraši”, “Maўšar al-Zuhri”, “Maўšar Ibn al-Yadd” y “Maўšar al-Dimašqi”, entre otros. Señalamos que una propiedad de la noble familia aljarafeña de los Banū Haўўāў se ubicaba a “quince millas de la capital” hispalense en el lugar llamado “ladera (sanad) de los Banū Haўўāў”. Nos inclinamos a situarla en los declives que se dominan desde Albaida del Aljarafe. Recordemos que los Banu Haўўāў fueron durante la época emiral (s. IX) señores de Sevilla y Carmona. Otro linaje de sabios aljarafeños se adueñaba de inmensos terrenos con viviendas y cortijos en la zona. Nos referimos a la célebre familia de médicos descendientes de Ibn Zuhr cuyos nietos sirvieron en la corte almohade. Sus inmensas propiedades fueron confiscadas por el rey ’abbādi de Sevilla durante la época taifa (s. XI). Tan sólo le fueron devueltas a sus descendientes dos fincas: la más célebre se denominaba como “Roўўāna Ibn Zuhr” que identificamos con la actual localidad de Rociana. Su antigua transcripción Roçiana con /ç/ marca la variación fonética árabe de la vocal /ў/. La segunda finca se calificaba como “Hiўā’” de Ibn Zuhr que no descartamos la posibilidad de identificarla con el actual pueblo de Hinojos. Estamos ante indicios históricos y toponímicos que nos incitan a iniciar una reconstrucción más exhaustiva y detallada de la evolución de este distrito rural sevillano, durante los cinco siglos de historia andalusí.

Ahmed Tahiri, es catedrático de Historia Medieval y presidente de la “Fundación Al Idrisi Hispano Marroquí para la Investigación Histórica, Arqueológica y Arquitectónica”.


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Polígonos comerciales en San Juan de Aznalfarache / LAZ

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Luces y sombras de los espacios públicos del Aljarafe sevillano Antonio García García/Víctor Fernández Salinas/Luis Andrés Zambrana

1. La metaciudad Los procesos de crecimiento urbano metropolitano vienen captando la atención de urbanistas desde hace decenios. Los procesos de difusión de la urbanización, la pérdida de peso demográfico de los municipios centrales, el consumo de recursos territoriales y naturales de importancia, la intensificación del número de desplazamientos unido al uso del transporte privado, así como la generalización de un modelo de vida específico (la vida en el suburbio), expresan una de las dimensiones de la contemporaneidad en muchos países del planeta. La ciudad, más allá de las grandes regiones urbanas, tan potentes en algunos ámbitos del planeta como la Costa Este americana o la cuenca del Rurh en Westfalia, se ha convertido en lo que algunos han venido en llamar la metaciudad; es decir, una construcción social que más allá de una realidad física es una realidad desligada hasta cierto punto de las estructuras territoriales y enraizada en el cerebro de los ciudadanos. La metaciudad está en la mente de los individuos: es una forma de entender la vida, una cultura, un estado de ánimo y un referente espacial muy distinto de la ciudad clásica (con su centro y periferias). La metaciudad hace referencia al espacio urbano que utiliza un ciudadano que satisface sus distintas demandas en territorios muy diversos (trabaja en un sitio, vive en otro, descansa en

otro, compra en otro, etcétera, a menudo a muchos kilómetros uno de otro). La metaciudad entrevera el conjunto del territorio de valores y elementos urbanos, convierte lo natural y lo rural en espacios acotados, protegidos, pero también convertidos en otra cosa, a menudo en espacios de ocio y consumo por y para metaciudadanos y, además, homogeniza el paisaje del territorio y el paisaje del individuo. La metaciudad va unida a los procesos de globalización, y como tales, se identifica con recetas universales, generales, unívocas y a menudo superficiales. Un gran centro comercial rodeado de raquetas de autopistas y de urbanizaciones que no están en un lugar determinado es la imagen más recurrente de este modelo de suburbio de ciudad difusa que aparece en la mayor parte de las grandes ciudades del planeta. Sin embargo, señalar estos procesos como todos iguales e inevitables también es una reducción de la realidad. En los países más desarrollados (económica, social, ambiental y culturalmente), las políticas territoriales y urbanísticas han impuesto también condiciones a estos procesos urbanos. La regulación de los procesos de suburbanización dependen también de la voluntad política y de la capacidad técnica de los territorios, de su inteligencia y de sus condiciones de gobernanza. Entre los modelos de crecimiento urbano de Estocolmo, Miami, Osaka o Munich hay notables diferencias. 121


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Cada ciudad debe encontrar su modelo y desarrollar las estrategias que lo posibiliten. La Sevilla metropolitana, como otras ciudades españolas en las que los procesos de crecimiento urbano han sido importantes y supramunicipales durante los últimos decenios, presenta un modelo que evidencia la ausenta de políticas territoriales coordinadas, a pesar de la voluntad manifestada por el Consejo de Política Territorial de la recién creada Junta de Andalucía cuando en 1983 plantea la necesidad de establecer directrices de planeamiento urbanístico para el hecho metropolitano, en aquel momento en ciernes, y de que 11 años después, en 1994, tras la primera gran oleada urbanística, el Consejo de Gobierno acuerda formular el Plan de Ordenación de la Aglomeración Urbana de Sevilla, plan que nunca vio la luz y que permitió el avance urbano en ausencia de una mínima ordenación del territorio y ante la competencia entre distintos municipios por atraer las inversiones inmobiliarias. El resultado ha sido muy preocupante en la mayor parte de estos municipios; el objetivo de este artículo es reflexionar sobre las consecuencias de este proceso en uno de los ámbitos de mayor valor patrimonial y paisajístico de la Sevilla metropolitana. 2. El Aljarafe único Una nota característica de la ciudad andaluza es la de que, además de recrear un escenario urbano simbólico de marcado carácter y personalidad (Granada, Córdoba, Ronda, Carmona…), también genera escenarios rurales próximos a estas ciudades que a modo de mezcla entre la arcadia idealizada y el paraíso perdido son el trasfondo que, desde mucho antes del Romanticismo, completa una relación perfecta entre ciudad-campo y naturaleza: la Vega de Granada, los Montes de Málaga, la Sierra de Córdoba, las marismas de la bahía de Cádiz son en su variedad ejemplo de lo anterior. Es en este tipo de espacios que participan también de la imagen más idealizada, pero también de la más auténtica, de la ciudad a la que pertenecen, en el que hay que concebir la relación entre el Aljarafe y Sevilla. Sin embargo, muchos de estos espacios, y de forma mucho más grave 122

que el resto el Aljarafe sevillano, están insertos en un proceso territorial que está cambiando sus valores singulares y específicos por otros de carácter genérico, banales y contrarios a los conceptos de sostenibilidad. El relieve del Aljarafe bascula bruscamente en sus límites este y oeste; en cambio, ofrece un suave declive hacia el sur. Esta condición de tierra firme, cercano y rodeado en buena parte por la indefinición física de las tierras marismeñas que lo bordean, han terminado por conformar tras milenios de humanización un trasunto de locus amenus, compuesto por pequeños pueblos de marcado carácter rural, próximos entre sí, pero separados por formas suaves, en las que sobresalen sobre todo las haciendas del olivar. Se habla incluso, y se exagera también, de las ventajosas condiciones climáticas del Aljarafe, sobre todo respecto de las que posee la capital provincial. De cualquier forma, la singularidad del Aljarafe se basa sobre todo en aspectos relacionados con la percepción cultural del territorio. El Aljarafe, frente a otros espacios en las que esta característica es menos potente, posee una imagen atractiva. No hay mirada, sino miradas. Desde hace decenios, el paisaje aljarafeño ha inspirado miradas individuales, solitarias y anónimas; pero también hay una mirada colectiva de gran interés. Esta mirada se relaciona con aspectos patrimoniales tangibles del propio Alfajare (el paisaje, los pueblos, los monumentos…), pero también con patrimonios intangibles ligados a la fiesta: el Aljarafe se convierte en parte de uno de los recorridos culturales más significativos durante la romería del Rocío. Las obras de Campos Venutti y de Francesco Indovina describieron ya hace decenios un proceso que servirían para explicar la degradación actual del Aljarafe. El minifundismo administrativo, el precio del suelo en el término municipal de Sevilla y una relativa existencia de infraestructuras viarias atrajeron buena parte del crecimiento de la Sevilla metropolitana hacia el oeste. Este proceso que se acelera desde los últimos años ochenta, presenta un balance de transformación profunda de las claves territoriales en el que es difícil precisar si lo peor son los impactos o el ritmo de su desarrollo.


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Sevilla y su área metropolitana en 1975 y 2004 / Elaboración Propia

La población del Aljarafe Metropolitano1 se duplicó en los treinta años de formación de la misma, pasando de 98.850 habitantes en el censo de 1981 a 207.635 en el padrón de 2010, lo que supuso un incremento superior al 100% de población, crecimiento que se sitúa muy por encima de la media metropolitana que en el mismo periodo creció un 32%. Se han desencadenado todos los procesos típicos de la urbanización. Esto es, se viene consolidando un modelo de ciudad difusa, estructurada en 1. Consideramos Aljarafe Metropolitano los incluidos en el non nato Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla de 1994: Almensilla, Bormujos, Camas, Castilleja de Guzmán, Castilleja de la cuesta, Coria del Río, Espartinas, Gelves, Gines, Mairena del Aljarafe, Palomares del Río, Puebla del Río, Salteras, San Juan de Aznalfarache, Santiponce, Tomares y Valencina de la Concepción.

los grandes corredores territoriales que unen Sevilla con occidente y en la que se engastan grandes centros comerciales y de ocio. De hecho, se produce una confusión de usos y una inadecuada utilización de emplazamientos de gran fragilidad no sólo paisajística, sino también desde el punto de vista físico (sobre todo en la cornisa oriental del Aljarafe). Esta confusión de usos y un crecimiento acelerado, que no se acompaña del establecimiento de espacios de sociabilidad y de la creación de nuevos hitos simbólicos de la escala del nuevo proceso urbanizador, termina creando una anomia urbana, un desequilibrio entre viejos y nuevos órdenes espaciales y una pérdida de valores culturales acelerada. Podemos afirmar que estos procesos se han desarrollado sobre la dimensión URBS, en ausencia de una POLIS capaz de 123


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Desarrollo inmobiliario en el Aljarafe / LAZ

planificar y ordenar y sin el acompañamiento de una CÍVITAS que lo dotara de una dimensión vital más allá de albergar una masa móvil de consumidores y productores. 3. La ciudad del despilfarro Es cierto que se han generado nuevas centralidades periféricas y que, desde un punto de vista objetivo, el Aljarafe que se abre al siglo XXI es más central que el de hace pocos decenios. No obstante, la nueva centralidad tiene poco que ver con los nodos tradicionales de este ámbito y se fundamenta en los citados centros comerciales, estandarizados y globales, y con una escasa capacidad para conectar con la personalidad cultural del territorio en el que se implantan. Por otro lado, el precio del suelo en este ámbito facilita una situación competitiva respecto a otros ámbitos cercanos y, sobre todo, ha generalizado, en lo que podemos calificar como el primer “boom” 124

urbanístico, el que se da durante la década de los 80 y que se paraliza tras la celebración de la exposición universal del 92, un modelo de vivienda unifamiliar también monótono, consumidor de grandes espacios y muy poco generoso desde el punto de vista ambiental, entre otras cuestiones porque obliga a grandes éxodos pendulares diarios en un radio geográfico muy amplio. Además, muchas de estas urbanizaciones se acercan ya a al modelo de urbanización acotada, cerrada y vigilada, de gran opacidad espacial y con un perfil segregador desconocido hasta hace pocos años. Especialmente preocupante desde todos los puntos de vista es el de los campos de golf como motor del desarrollo inmobiliario, en el que se conjugan todos los problemas territoriales citados ligados al proceso urbanizador (segregación, impacto ambiental, consumo excesivo de agua, etcétera). En la segunda oleada, la que da comienzo a finales de los 90 y se paraliza con la actual crisis, amparado en el discurso oficial de las bondades


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de la ciudad compacta y en el crecimiento exponencial de los precios de la vivienda, las construcciones en el Aljarafe metropolitano sustituyen los unifamiliares por bloques en vertical, apareciendo nuevas piezas de ciudad enfocadas a la demanda de vivienda que la ciudad central ha expulsado por la vía de los precios. Por último, en el Aljarafe también han aparecido nuevos equipamientos empresariales, científicos y sanitarios de interés, pero todos ellos no pueden compensar el consumo y la destrucción del capital territorial que el proceso urbanizador ha implicado. De hecho, la infraestructura general de esta zona se ha volcado, de forma absolutamente insuficiente, a modelos de transporte motorizado privado, despreciando las infraestructuras existentes (especialmente del ferrocarril) y con una política de creación de nuevos modos de comunicación muy por detrás de la edificación de grandes piezas territoriales y teniendo como efecto el estrangulamiento diario y el colapso frecuente tanto en las relaciones internas de las localidades del Aljarafe, como sobre todo respecto a Sevilla capital. 4. Los Aljarafes En términos absolutos el Aljarafe no es una realidad urbanística, poblacional o patrimonial homogénea, aunque sí se comparte cierta similitud en los procesos que lo han configurado como lo conocemos en la actualidad, sobre todo en el caso de los grandes núcleos de población de lo que se podría denominar el “Aljarafe Central”, con evidentes síntomas de conurbación, y que representan la dominancia de la ciudad difusa a la que parecen optar la mayor parte de los planes de ordenación urbana de la comarca. Su naturaleza periurbana y su extrema vocación residencial han consolidado unas relaciones centro-periferia tanto en el plano urbanístico, como social. Éstas se producen a dos escalas: por un lado el Aljarafe es la periferia de la ciudad central de Sevilla, lo que se evidencia en continuos movimientos pendulares entre ambos (laborales, administrativos, lúdicos…). Por otro lado, dentro de los propios núcleos, se ha reproducido un contraste centro-periferia propio

de la capital. Todo ello tiene un claro reflejo en el espacio público. A escala metropolitana, el crecimiento poblacional y la difusión espacial de la trama urbana ha determinado el interés en grandes espacios libres que doten no sólo a la población de la ciudad central sino también al vecindario cada vez más abundante de la corona periurbana. En el Aljarafe aparecen algunos espacios que responden a estas características, como el parque periurbano de la Hacienda Porzuna o los pinares de Puebla del Río. Sin embargo, otros muchos espacios potencialmente atractivos incluidos en el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla en 2009 y que ya fueron identificados como actuaciones prioritarias en el Documento de Objetivos del anterior POTAUS están por materializar (véanse los parques del Carambolo, el Central o el de la Cornisa del Aljarafe, así como los terrenos de Tablada entre el Aljarafe y Sevilla). Una situación que evidencia el escaso interés mostrado en este tipo de lugares por el urbanismo del Aljarafe en las últimas décadas. Ahora bien, en función de la conjunción de circunstancias espaciales, históricas, simbólicas o de programación, estos espacios colectivos también pueden tener una relación particular con su entorno inmediato. Este carácter dual se observa por ejemplo en el parque de la Hacienda Porzuna, al que incluso se asoma el caserío reciente de Mairena del Aljarafe, o en otros espacios propuestos como el Corredor Verde de Riopudio, con un gran interés como herramienta de protección de los valores ambientales y estructurales del Aljarafe, así como de ordenación del crecimiento de los núcleos cercanos. En la escala local el espacio público no es indiferente a esta dicotomía centro-periferia, como revela el cambio de los escenarios urbanos, la multifuncionalidad o la heterogeneidad del vecindario de cada uno de los casos, en el que el uso hiperbólico del automóvil, entendido como factor de ciudadanía, se convierte en una clave explicativa básica. Esta diferencia tiene una connotación fundamentalmente cualitativa y no cuantitativa en cuanto a los espacios libres. Afecta pues a cuestiones relativas al equilibrio espacial y a derechos sine qua non de los mismos como la calidad visual, la utilidad, la 125


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riqueza de funciones, la autenticidad o la tenencia de un nombre (Declaración de Burgos2). En la ciudad compacta de los núcleos del Aljarafe, aunque con importantes diferencias entre ellos, las plazas o los jardines se insertan de forma aceptablemente suave en el tejido urbano. Son lugares con una mayor tradición y uso, lo que deriva en un mayor reconocimiento y simbolismo. En ellos domina el detalle, la relativa variedad de formas, la integración con las viviendas y la presencia de personas. Ahora bien, el mantenimiento de su vitalidad pasa, entre otras cuestiones, por su cuidado y la dotación de elementos y contenidos que promuevan el uso y la participación activa, en sus distintas facetas e intensidades. Cuestión ésta que no siempre se ha resuelto con la misma fortuna. Por el contrario, en las zonas de crecimiento los espacios libres reflejan los cambios sociales, urbanísticos y de especialización residencial que las caracteriza como ciudad difusa en la mayoría de los casos. Ello se traduce en una tendencia a la homogeneidad de formas (destacan las plazas duras y de paso, paupérrimos espacios terrizos o zonas ornamentales) y en una evidente escisión de su idiosincrasia de espacio constructivo y de lugar de sociabilidad. En muchos casos son anodinos, pero su principal problema es que son convertidos en espacios residuales, que existen como consecuencia de las determinaciones urbanísticas, pero que en un amplio porcentaje están subyugados a los requerimientos funcionales del viario urbano. Encontramos pues paseos que son medianas ornamentales, plazas y jardines en las traseras de las urbanizaciones y en el punto de contacto con las arterias de acceso, etc… Espacios secundarios en definitiva y en la mayoría de los casos incluso anónimos. Ahora bien, no siempre es nítida la virtud de los espacios libres de la ciudad compacta ni la vileza de aquellos de la ciudad difusa. En este sentido, no es inhabitual encontrar espacios libres degradados, físicamente privatizados o funcionalmente simplificados en los centros tradicionales cualquiera

de los núcleos aljarafeños. Algunos de ellos, espacios teóricamente singulares. Igualmente, algunos espacios de barrios recientes muestran una imagen y dotaciones mínimas que anima a su uso, aunque esté directamente condicionado por la especialización residencial de su entorno. Por último, este barrido por algunas de las principales claves de la idiosincrasia del espacio público del Aljarafe no sería completo sin una referencia al éxito adquirido por los que algunos autores han llamado “espacios urbanoides”3, inducidos por el deseo de vivir la experiencia urbana pero con una sensación de seguridad, aunque también por el anhelo de diferenciación socioeconómica. Un caso evidente es la ciudad fortaleza, que se difunde tanto en forma de urbanizaciones segregadas de los núcleos y creadas ex profeso con este fin, como en barrios interiores que se hermetizan mediante cerramientos y controles de acceso. En ambos casos los espacios libres, aunque cuenten con buenas condiciones, son ejemplos de privatización y de endogamia social. También triunfan, al igual que en el conjunto del área metropolitana de Sevilla, los nuevos espacios de ocio y consumo, que forman auténticas aglomeraciones comerciales. Éstos, a menudo demonizados, son una piedra de toque del devenir del urbanismo y la ciudadanía en los últimos decenios, sobre todo si se tiene en cuenta la paradoja de que, en ocasiones, cuentan con mayores contenidos y calidad formal que los espacios libres por antonomasia.

2. Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas (Toledo, 2001). Consejo Internacional de Monumentos y Sitios -Icomos

3. Goldberger, Paul (1996): “The rise of the private city”, en Vitullo-Martin, Julia (Ed.): Breaking away. The future of cities. Nueva York, Twentieth Century Fund Press, pp. 135-148.

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Conclusiones La rápida y descontrolada expansión de la ciudad metropolitana de Sevilla se ha hecho a menudo sin tener en cuenta cuestiones clave como la identidad local, la vitalidad, la diversidad o la habitabilidad. El urbanismo dominante en el Aljarafe es prueba de ello. En este sentido, nos podríamos preguntar si otro Aljarafe es posible y concluir que sí. Pero quizás ante la pregunta de si otro Aljarafe es probable también tendríamos que contestar afir-


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mativamente, a la vista de los procesos ya emprendidos y los planteamientos del planeamiento en redacción de la mayoría de sus municipios. En resumen, se puede atisbar un horizonte de tensiones territoriales y sociales que necesitarían ser correctamente arbitradas. De todas ellas, desde la especulación más voraz a los movimientos ciudadanos más participativos, el espacio público continuará siendo un fiel reflejo.

Antonio García García es profesor del Dpto. de Geografía, Historia y Filosofía, Universidad Pablo de Olavide. Víctor Fernández Salinas es profesor del Dpto. de Geografía Humana, Universidad de Sevilla. Luis Andrés Zambrana es profesor del Dpto. de Economía Aplicada II, Universidad de Sevilla. 127


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L谩mina 1.- Excavaciones arqueol贸gicas en el interior del casco urbano de Valencina / JMVJ 128


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Panorama del sitio de Valencina: instrumentos de ordenación y difusión patrimonial Juan Manuel Vargas Jiménez - Arqueólogo Municipal Ayuntamiento de Valencina de la Concepción

El sitio arqueológico de Valencina representa un importante activo patrimonial ampliamente conocido en el ámbito académico de la Prehistoria, pero casi al mismo nivel desconocido para el público en general. De ello se deriva una prolífica bibliografía especializada, pero también una evidente falta de interpretación y puesta a general disposición de las particularidades científicas que ha ido ofreciendo la investigación arqueológica, desde que el yacimiento se comenzara a excavar a finales del siglo XIX. Desde una perspectiva orientada hacia la planificación en la gestión venimos trabajando desde hace algunos años para poder generar instrumentos de ordenación que nos permitan superar las carencias existentes en materia de protección y difusión en los yacimientos de Valencina. Con esa idea nació el proyecto auspiciado por la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de Valencina de redactar la Carta Arqueológica Municipal1 como documento de diagnosis y propuestas que permitiera sustentar las medidas normativas necesarias. Su estructura se concibió buscando una plasmación física de las diferentes realidades arqueológicas que se conocían del yacimiento de Valenci1. VARGAS, J.M.- Carta Arqueológica Municipal de Valencina de la Concepción. Sevilla. Junta de Andalucía, 2004.

na-Castilleja, por lo que se priorizó el acceso a las fuentes de información originales y a los datos no procesados y/o interpretados, lo cual no fue tarea fácil dada la heterogeneidad de los documentos consultados: publicaciones, informes arqueológicos, notas administrativas, cartografías y papeles de archivos. Es por ello que el catálogo de las diferentes intervenciones arqueológicas efectuadas supone un elemento de estudio fundamental y el sustento principal sobre el que se apoyan las diferentes propuestas que se ofrecen en la carta arqueológica. (Lám. 1). El análisis de la distribución de las primitivas construcciones y de los objetos asociados, conforme a una metodología arqueológica específica, ha permitido la fijación de los parámetros económicos, sociales o religiosos caracterizadores de una población que durante el tercer milenio a.C. alcanzó un alto nivel de desarrollo, convirtiéndose en verdadero eje económico del suroeste peninsular. Los distintos elementos arqueológicos individualizados en asociación a su diferente ubicación y a su interrelación con la evolución de la topografía sustentadora, constituyen los primordiales indicadores de extensión y distinción zonal, de manera que se definen dos grandes sectores, el poblado, concentrado en el actual casco urbano de Valencina, su entorno inmediato y 129


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Lámina 2.- El dolmen de La Pastora en el paisaje de montículos de esta parte del Aljarafe, al fondo la ciudad de Sevilla / JMVJ

los cerros septentrionales que se asoman a la cornisa; y por otro lado, al sureste y adentrándose en Castilleja de Guzmán el área exclusiva de necrópolis. Dentro de la primera comienzan a realizarse distinciones zonales como la que recientemente postula la existencia de un sector de producción metalúrgica en el límite meridional del poblado.2 Respecto de la segunda, unas sesenta construcciones funerarias determinan la fijación de un paisaje en el que resalta la individualización de determinadas construcciones ocupando preeminencias del terreno. (Lám. 2). Los espacios intermedios en este sector 2. NOCETE, F.; QUEIPO DE LLANO, G. ; SÁENZ, R.; NIETO, J. M.; INÁCIO, N.; RODRÍGUEZ, M. R.; PERAMO, A.; VARGAS, J. M.; CRUZ-AUÑÓN, R.; GIL-IBARGUCHI, J. I. y SANTOS, J. F.: ”The smelting quarter of Valencina de la Concepción (Seville, Spain): The specialised copper industry in a political centre of the Guadalquivir valley during the Third Millennium BC (2750-2500 BC).” Journal of Archaeological Science 35, 2008, pp. 717-732. 130

principal de la necrópolis megalítica están ocupados por una profusión de estructuras de entidad menor. Del dimensionado de ambas áreas resulta una superficie de 235.60 hectáreas correspondientes a la zona de hábitat y/o productiva, así como de 233.20 hectáreas para el caso del área exclusiva de necrópolis. De este modo resulta una superficie total para el yacimiento prehistórico de Valencina estimable en unas 468.80 hectáreas. Esta caracterización referente a su extraordinaria extensión, ejemplifica su singularidad, afianzándose aquellas propuestas que lo consideran como un verdadero centro de poder, capital o centro matriz de un entorno, que al menos englobaría el Bajo Guadalquivir. Sobre la base de los datos suministrados por la carta arqueológica y con la mayoritaria aceptación de la propuesta de delimitación arqueológica


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que hicimos, se podía plantear la fijación de los parámetros normativos que obligasen a una salvaguarda de los bienes arqueológicos que se habían identificado. El camino presentaba un doble recorrido, por un lado cabía utilizar las figuras recogidas en la legislación autonómica de patrimonio histórico; y por otro insertar medidas especificas que nos permitiesen participar en el procedimiento para la obtención de licencias urbanísticas, con lo que el control sobre aquellos procesos que generaban un mayor “riesgo arqueológico” era aún mayor, y en nuestra experiencia, también más efectivo. Por suerte ambos caminos se han realizado y hoy contamos tanto con el Bien de Interés Cultural al amparo de la Ley de Patrimonio Histórico Andaluz, como con una Normativa de Protección Arqueológica específica, inserta en las normas urbanísticas municipales: -Decreto 57/2010, de 2 de marzo, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Arqueológica, la zona delimitada en los términos municipales de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán (Sevilla), BOJA nº 44 de 5 de Marzo de 2010. -Normativa de Protección Arqueológica, Modificación de las Normas Subsidiarias del Municipio de Valencina de la Concepción (Sevilla), BOJA nº 13 del 18 de Enero de 2008. Desde la perspectiva de la aplicación de la normativa arqueológica municipal que ahora cumple tres años podemos afirmar como se ha producido un notable incremento del nivel de protección del yacimiento atestiguado por el número de intervenciones efectuadas a su amparo, de manera que a pesar de la crisis en el sector inmobiliario y el descenso vertiginoso del número de licencias, las actuaciones arqueológicas se han mantenido estos años con valores medios superiores a los anteriores donde el movimiento constructivo fue mucho más fuerte. El procedimiento establecido y aun cuando seguramente existen desajustes que corregir, ha logrado un alto grado de efectividad en la protección arqueológica frente a las amenazas constructivas.

De igual modo la existencia de una oficina municipal arqueológica que atiende a los diferentes usuarios facilitándoles información directa, ha posibilitado que la ciudadanía conozca de primera mano la problemática arqueológica que le afecta, conociendo la mecánica a seguir, lo que ha redundado en un mayor entendimiento de la cuestión, pues la información es siempre un valor en pro de la comprensión. Sin embargo, ello no significa que no existan casos en los que se deslegitima esta protección patrimonial, sobre todo en lo referido a la financiación privada de las excavaciones preventivas.3 Es por ello que debemos seguir trabajando en la generación de un modelo más justo y equitativo que tenga en cuenta las situaciones particularizadas de un municipio pequeño en el que en algunos casos es difícil afrontar la carga de la investigación arqueológica por propietarios que son autoconstructores de modestas viviendas. El marco normativo anterior ha proporcionado garantías en la preservación de los restos arqueológicos, sin embargo era necesario también activar otros mecanismos que posibilitasen un punto de unión cercano con el público de manera que la realidad arqueológica no solo se percibiese como una carga sino también como un nexo vivo y real con nuestro más remoto pasado. Es por lo que aprovechando la experiencia previa de la muestra permanente sobre el Calcolítico existente en la Casa de la Cultura, se puso en marcha el proyecto correspondiente al Museo de Valencina, Monográfico del Yacimiento Prehistórico. (Lám. 3). La infraestructura de difusión del sitio arqueológico de Valencina se centraliza en el Museo de Valencina e incluye la visita a los dólmenes de La Pastora y Matarrubilla incorporados a la Red de Espacios Culturales de Andalucía. Se trata de un recorrido tematizado que tiene como eje principal al yacimiento del III milenio a.C., con una primera parte donde objetos recuperados del yacimiento y distintos dispositivos de divulgación tratan de trasmitir una visión de la vida y también de la muerte, lo que en segundo 3. Aquellas vinculadas a las obras conforme se recoge en el Reglamento de Actividades Arqueológicas (BOJA nº 134 de 15 de Julio de 2003) y el de Protección y Fomento del Patrimonio Histórico de Andalucía (BOJA nº 43 de 17 de Marzo de 1995). 131


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Lámina 3.- Pequeños visitantes ataviados para la ocasión, visitando el Museo de Valencina. Lámina 4.- Presentación al público de un horno del III milenio a.C. con ocasión de la celebración del día internacional de los museos en el Museo de Valencina / JMVJ

lugar se puede comprobar de manera directa visitando los citados monumentos funerarios. El Museo de Valencina, ofrece un producto singular que huye de consideraciones de índole tipológica, para presentar un enfoque de interpretación histórica, temática específica y de carácter territorial. El fin por tanto, no es facilitar al público una percepción de objetos más o menos singulares, sino a través de ellos y de otros recursos divulgativos, explicar el desarrollo vital de una comunidad, escogiendo aquellos aspectos que pueden caracterizarla e individualizarla frente a otros ejemplos, y que definen su contexto cultural entendido en sentido amplio. Se trata de facilitar al visitante instrumentos 132

para conseguir que información y objetos extraídos de sus lugares originales vuelvan a conformar una estructura coherente. Su discurso presenta peculiaridades que lo diferencian de la mayoría de museos municipales, pues éste no es cronológico, narrativo y genérico, sino temático y específico. De este modo se presenta: a) el yacimiento en su contexto espacial actual; b) la investigación arqueológica como cimiento sobre el que apoya todo el proceso de reconstrucción histórica y de conocimiento de las peculiaridades de la comunidad; c) el medio físico del entorno, como parámetro de incidencia principal en el “éxito” del yacimiento y su relevancia frente a otros ejemplos de la Baja Andalucía; d) los ámbitos identificados dentro del enclave y su


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caracterización; e) el hábitat y las actividades domésticas y de producción; f) los contextos funerarios y los elementos simbólico-religiosos y ornamentales; y g) el sector principal de la necrópolis, representado por un conjunto megalítico bien conservado.4 Desde la concreción de sus contenidos se persigue obtener una visión contextual e integradora (recursos económicos, paleomedio, creencias...) que permita comprender la hegemonía económica, social y cultural del sitio de Valencina no solo en el entorno, sino en el marco del suroeste peninsular. Desde una mirada, como no podía ser de otro modo, particularizada de quien afronta la problemática diaria de la gestión arqueológica de este extenso yacimiento, nos gustaría repasar en esta segunda parte del artículo, algunas de las cuestiones que nos pueden invitar al debate o al menos a la reflexión sobre la materia que nos ocupa. El yacimiento cuenta con una extensa base de actuaciones arqueológicas que han ofrecido un no menos extenso caudal de información arqueológica, sin embargo gran parte de esa información no ha sido procesada científicamente, con lo que la reconstrucción de los procesos históricos que incumben al yacimiento se encuentra todavía en “la prehistoria de la historia”, valga la expresión. Las propuestas que van surgiendo son sumamente atrayentes y comienzan a plantear interesantes debates sobre aspectos particularizados del enclave como la metalurgia del cobre o los restos óseos humanos encontrados5, sin embargo se trata todavía de islas en un proceso que debemos entender de una manera planificada, de modo que se establezca un marco de referencia sobre el que canalizar el flujo de información que se genera. 4. VARGAS, J.M. y SAGRERA, M.I.: El Museo de Valencina, Monográfico del Yacimiento Prehistórico. Una infraestructura para la difusión cultural. Sevilla. Cajasol. 2007. 5. COSTA, M. E.; DÍAZ-ZORITA, M.; GARCÍA SANJUÁN, L. y WHEATLEY, D.: “The Copper Age settlement of Valencina de la Concepción (Seville, Spain): Demography, metallurgy and spatial organization.” Trabajos de Prehistoria 67 (1), 2010, pp. 87-118.

En este ámbito la universidad debe asumir un papel principal como entidad depositaría de unos cauces de investigación que son más complejos de activar para otras instituciones como los ayuntamientos. La planificación de diferentes proyectos de investigación debe redundar en una más operativa gestión de las metodologías arqueológicas a aplicar en cada sector del yacimiento donde se intervenga, proponiendo aspectos concretos de investigación preferente, analíticas prioritarias y cauces específicos de intervención en determinados elementos “sensibles”, de modo que el grado de cualificación de la información y los materiales recuperados alcancen los más altos valores. El modelo de las actuaciones preventivas, antes de urgencia, financiadas por los promotores de las actuaciones ha generado un mercado basado en los principios liberales de la oferta y la demanda que poco margen dejan para la satisfacción de aquellas necesidades de índole puramente científica que una intervención sobre patrimonio prehistórico requiere. Es por ello que es nuestra responsabilidad ofrecer a cada excavador un marco de colaboración y asesoramiento que solvente estas carencias en aras de ese objetivo primordial que a todos nos debe guiar, esto es la salvaguarda y adecuada documentación de un registro milenario. Es por ello que los diferentes proyectos de investigación deben ser abiertos a esta problemática, estando dispuestos a interactuar a pie de obra conforme a las novedades de los hallazgos y de las singularidades que se puedan dar en cada caso, y no esperar a la clausura y cierre de los expedientes para ofrecer respuestas a destiempo. Implicación directa y acomodo a los tiempos que se manejan en la gestión arqueológica son claves para que en la fase de los trabajos de campo la información se recupere conforme a unos parámetros específicos de excelencia científica. Pero no todo acaba con el acopio, sistematización y procesamiento de la información científica. No responderíamos a nuestro deber, si no somos capaces de cumplir la función social que desde una perspectiva moderna es inherente al concepto de patrimonio, de manera que es necesario trazar un 133


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proceso de reversión de la información al público general. (Lám. 4). Precisemos que esto es algo más que una generalidad que cabe repetir para justificar como en gran parte son los contribuyentes públicos quienes sustentan la financiación de cualquiera de los tipos de intervención que se realizan sobre el patrimonio y por tanto los principales acreedores de nuestras actuaciones. Desde una perspectiva profesional, en la medida en la que seamos capaces de convencer sobre las bondades de la preservación de nuestro patrimonio, sobre todo a los colectivos más inmediatos, estaremos en la senda de conseguir una protección efectiva. Se trata de construir vínculos de carácter emocional que permitan establecer lazos directos entre los bienes patrimoniales de un territorio y las personas que más estrechamente se relacionan con él, bien por vecindad, bien por su consideración como usuario continuado. Los caminos para poder acceder a ello son bastante amplios y diversos, si bien puede ser un buen comienzo la búsqueda de elementos de raigambre cultural de una comunidad como representaciones simbólicas, o determinados imaginarios presentes en los colectivos, que nos permitan conexiones directas. Por ejemplo un programa de visitas en el contexto de otro tipo de celebraciones obtendrán una repercusión mucho mayor que en otro marco diferente. Sirva como ejemplo la exposición de la Amazona recuperada en las excavaciones de Écija que tuvo 9.000 visitantes durante los siete días de la Semana Santa del 2003 con la que se hizo coincidir, cuando la media anual de visitantes del Museo de Écija, donde se expuso, se sitúa en torno a los 20-25.000 visitantes.6 También es posible y acaso necesario, generar en este sentido una “marca” que suponga un elemento de referencia para una comunidad, lo que además en el terreno que nos movemos, no es demasiado complejo pues nuestra tradición cultural ha otorgado siempre un fuerte valor a los elementos de nuestro pasado, que cuanto más importante más nos enorgullecen y nos hacen partícipes activos de una comunidad de raigambre. Para nacidos en un lugar o llegados de fuera es siempre preferido el nexo con el elemento

territorial de abolengo que con las más recientes formaciones urbanísticas. No somos del barrio de Pino Montano -que es más grande y poblado que muchos municipios- sino que por lo general preferimos referirnos a nuestra matriz sevillana, aunque nos encontremos bastante alejados de las murallas que ciñen la ciudad histórica de Sevilla. En nuestro caso la vinculación que muy acertadamente se realiza entre Valencina y la verdadera Sevilla prehistórica, es decir la de los más remotos orígenes del poblamiento estable en esta parte del valle del Guadalquivir 7 suponen un buen slogan para nuestros propósitos en el que, al igual que en el caso anterior, recurrimos al elemento superior de vinculación territorial, que nos otorga peso especifico y reconocimiento internacional. Esto sin embargo no es algo que se logre de la noche a la mañana ni fruto de la improvisación. Es a mi juicio imprescindible partir de un proceso planificador que instrumentalice de manera adecuada el camino a recorrer a corto y medio plazo, elaborado a partir de las aportaciones de todos los agentes implicados: instituciones, colectivos y empresas del ramo, y además debe contar con los recursos suficientes para ello. No caben ya las acciones aisladas, los planteamientos paralelos que no convergen, ni la perspectiva de un beneficio o unos resultados inmediatos; si no somos capaces de superar estas rémoras históricas que estamos sufriendo, en Valencina seguiremos mostrando un perfil de bajo nivel, dentro del contexto de los lugares patrimoniales de tipo arqueológico. Ahora bien la planificación no es sino una aptitud de anticipación, una manifestación del sentido común a la hora de afrontar determinados retos, de manera que no podemos considerar que la mera preparación de un documento denominado plan sea la panacea que resuelva una problemática tan sumamente compleja, pues además entendemos que el propio proceso planificador es algo abierto y cambiante pues durante el avance del/os proyecto/s será necesario casi con total seguridad la modificación de tareas o la reasignación de recursos por citar dos de los elementos que más pueden

6. ROMO SALAS, A.S.: “Arqueología urbana y difusión. Las excavaciones de la Plaza de España de Écija”, VIII Jornadas Andaluzas de Difusión del Patrimonio Histórico, Sevilla, 2008, pp. 149 - 163.

7. Artículo de L. García Sanjuán publicado en el Correo de Andalucía del 26 de Noviembre de 2010 titulado: Sevilla, 5.000 años.

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estar sujetos a remodelación. Es por tanto necesario un notable grado de agilidad y dinamismo pues la planificación no es algo inmutable que la evolución de los acontecimientos se encargará de validar (o no), sino que hay que entenderla como una herramienta con la que realizar los ajustes periódicos que sean necesarios para lograr el fin perseguido. Como hemos dicho anteriormente, es necesario invertir en conocimiento pues sobre él se debe sustentar todo el edificio interpretativo y de puesta en valor de los bienes patrimoniales. De algún modo es una carencia que con mayor o menor éxito se ha intentado paliar: proyectos de investigación, tesinas, publicaciones o reuniones científicas por citar algunos ejemplos, han tenido o tienen como objeto Valencina, pero si estos esfuerzos los podemos considerar escasos lo son aun más en relación a la inversión en la divulgación general de ese conocimiento, pues el prestigio científico del yacimiento de Valencina es algo conocido, eso sí carente de una necesaria internacionalización, pero resulta sorprendente el desconocimiento que produce al público en general, incluso en nuestra área de influencia inmediata. Revertir esta tendencia debe ser algo programado y sólidamente cimentado, de manera que se produzcan los efectos deseados y no se incurran en errores por otros cometidos, lo que nos lleva ineludiblemente a la mencionada planificación del proceso. En la praxis para la definición de una estrategia (plan/programa) de difusión patrimonial de Valencina se debe conocer inicialmente: -Lo que significa la valoración de los bienes patrimoniales en el contexto más amplio de las políticas culturales y como se afronta dentro del ámbito de la gestión. (Modelo teórico). -Las dimensiones del desafío, es decir cuáles son las características de los diferentes elementos conformantes, del equipamiento cultural, los habitantes, de los servicios públicos y de los usuarios. -La realidad institucional y de mercado: organismos implicados y/o afectados, concentración y dispersión, oferta cultural dominante o carencial; organizaciones que en ella hacen vida pública (asociaciones, amigos de...).

-Y también los llamados sistemas de representación, es decir las relaciones perceptivas, las imágenes compartidas del ciudadano sobre la cultura y las diferentes visiones de las necesidades de conjunto de cada grupo (profesional, edad…). A partir de ello se podrá abordar la descripción de conformantes, las potencialidades, las propuestas que correspondan y los recursos a activar para su puesta en marcha. No existen recetas infalibles para abordar la difusión de los bienes arqueológicos pero en cualquier caso la activación de estos elementos suponen un plus de garantía en la obtención del éxito perseguido, en el caso de Valencina lograr un reconocimiento generalizado del valor del sitio arqueológico y una consideración como recurso educativo, social, cultural y también económico que entre todos debemos potenciar.

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El Aljarafe como inter-acción de sistemas: El arte de la tierra propia Rogelio Cantero Gutiérrez/Carlos Martín Sánchez

Pensar en el Aljarafe como un concepto homogéneo y delimitado se nos hace del todo inalcanzable. Sólo mediante la interrelación de multiplicidad de sensaciones, acontecimientos, historias, recuerdos, sombras de sistemas al fin, somos capaces de vislumbrar un espacio común para identificar un territorio cuya mirada se nos sesga cada vez más con el prometeico desarrollo humano. Quizás la historia sea la que de alguna manera nos ofrezca las claves para entender en qué momento nos encontramos. La Historia se reescribe una y otra vez de forma sistemática a la espera de la siguiente catástrofe, la cual ejercerá de veneno y cura posterior… ¿Nos encontramos una vez más en esa espera? ¿Se podrá leer mejor el pasado como consecuencia de soluciones a posteriori de la ruptura de los límites naturales? O tenemos herramientas eficaces que eviten desbordar esos límites del desastre ecológico, hasta la ruptura del límite físico e incluso algo peor, el límite moral. Decía Charles Baudelaire: “Nosotros causantes también del universo, de su creación y de su futura destrucción”. Quizás en el marco del Aljarafe podemos hablar en esa línea, por poner algunos ejemplos: la catástrofe de los vertidos tóxicos de la empresa de capital sueco, Boliden-Apirsa en el río Guadiamar en el término municipal

de Aznalcóllar cuyos lodos de pirita altamente contaminantes afectaron a multiplicidad de biotopos y a los entornos del Arroyos Agrio, Pudio, por supuesto el mismo Guadalquivir y todos los sistemas del entorno próximo -sin entrar en fenómenos de efecto mariposa- interconectados entre sí. La consecuencia positiva ha sido la generación operaciones de protección como la del Corredor verde del Guadiamar, las del río Pudio, o de estrategias cargadas de tintes políticos como la del “Proyecto Guadalquivir Turístico” más recientemente. Sin duda ha sido tarde como siempre, y como colofón al mismo, la reacción humana ante el desastre ya perpetrado. En cualquier caso, y aunque nos es el objeto de estas líneas, sería interesante preguntarnos hacia donde se ha trasladado la explotación de estos recursos de minerales esenciales de la explotación minera. Sin lugar a dudas, la “patata caliente” se trasladará a otro territorio que también será esquilmado y destruido por enésima vez. La linealidad del discurso occidental se retroalimenta en discursos de esta simpleza e inmediatez. Otra de las catástrofes, ésta sin temor a equivocarnos, es la vorágine inmobiliaria descontrolada, contando con la idea recurrente de Sevilla como imagen reflejada, una imagen idílica, de cuaderno de viaje de pintor romántico, en la que realidad y el deseo no se corresponden y que generan unas 137


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Presiones metropolitanas. (Elaboración propia). Vista hacia el sureste desde los jardines de J.C.N. Forestier en Castilleja de Guzmán. Vista parcial de Castilleja de Guzmán con Sevilla al fondo / RCG-CMS

tensiones de difícil metabolización. La sensación que nos queda es la de un desarrollismo a cualquier precio para un enriquecimiento a corto plazo y, posteriormente, una adición de panópticos dotacionales que justifiquen lo que no se tuvo en cuenta a priori y no se pensó desde un principio. El paisajista J.C.N. Forestier, desde sus jardines en Castilleja de Guzmán alude a esta antigua quimera en la que observador y observado se recrean en un vergel desde sus miradores pero, ¿no sería necesario acudir a una revolución como fue la del siglo XVIII en la que se produjo del cambio en la máquina con el surgimiento del Romanticismo? Y la banalización de su mensaje, ¿cuánto daño a hecho a ciudades que se construyen en la continua virtualidad de relaciones con otra a la que no corresponde? Nos referimos 138

en este caso a Sevilla y su área metropolitana Aljarafe. Retomar elementos tan trivializados hoy día como la espontaneidad, el amor, el impulso, la libertad, conceptos que surgen en aquélla época como respuesta a la ideología mecánica -que hoy en día nos abduce desde la tecnología y el desarrollismo mal entendido-, no serían mala estrategia para comenzar este cambio de paradigma. Sin duda, el cambio debe partir de la revisión de la ideología occidental que desde Descartes, hacía al hombre sujeto en un mundo de objetos. Tal como sostiene Edgar Morin en El año I de la era ecológica, es necesario replantear la cuestión del desarrollo del hombre, es decir, de una mutación de la organización social entera. Ante la pregunta de si es el sistema capitalista


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El Ajarafe y los Alcores en el sistema Guadalquivir. (Elaboración propia). Red de espacios libres de la aglomaración urbana de Sevilla. POTAUS 2009

actual capaz de resolver el problema del control del crecimiento es necesario responder en función del nivel en que se planteé este problema. Si no se considera más que su aspecto tecnológico y económico, entonces el sistema parece capacitado para ello gracias a un esfuerzo en el campo de la tecnología. En cambio, si el problema se plantea el un nivel fundamental o radical, su carácter sistémico nos obliga a plantearnos la reestructuración de la vida y de la sociedad de un modo integral. Es por ello prioritario construir una nueva ciencia del hombre que lo sepa integrar en la realidad biológica, ya que la dependencia del medio que creemos haber conseguido se ha generado en base a multiplicar los vectores de dependencia hacia él. Según Morin, “cuanta más independencia queremos conseguir, más debemos acercarla a la dependencia… la organización del mundo exterior está inscrita en el interior de nuestra propia organización viva”. Sin embargo, hemos asistido a un proceso de artificialización y desterritorialización intensivo, basado en la imposición agresiva de la tecnología sobre el territorio. Los crecimientos desmedidos han fragmentado sistemas naturales, eliminado montes, alterado cauces y dominando ríos, de modo que la tecnología se superpone al lugar y a su historia, los paisajes cotidianos

pierden singularidad y tienden a homogeneizarse. Lewis Mumford, en “Ibídem” escribe: ”…nuestra máquinas han llegado a ser gigantes, poderosas, auto-operativas, opuesto a los verdaderos estándares y propósitos humanos; nuestros hombres, desvitalizados por estos procesos, están ahora empequeñecidos, paralizados e impotentes. Sólo el restaurar la primacía en la persona, en las experiencias y en las disciplinas que tienen lugar en la construcción de personas puede el desequilibrio fatal, ser vencido”. Los resultados de dicha catástrofe están a la vista: el urbanismo atroz y la desidia del ciudadano no ha tenido límites. Hemos acabamos siendo cómplices de nuestro estado actual. La articulación de los complejos sistemas en el ámbito del Urbanismo y Arquitectura, trazan una visión sesgada o como mínimo incompleta, como consecuencia del empleo de herramientas en consonancia con la “ciencia tradicional”. Elementos como la zonificación y estratificación propias de las inercias heredadas en la toma de decisiones, mediatizan y coartan el potencial de los sistemas. Para entender el funcionamiento de un sistema es necesario conocer, además de sus elementos, las interacciones o relaciones existentes entre ellos. 139


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Megalitos accesibles en Andalucía. Jardines y zona de recreo en Castilleja de Guzmán. La cornisa del Aljarafe pone en relación numerosos BIC, además de otros elementos de valor patrimonial y ambiental como caminos rurales y cauces fluviales. (Elaboración propia)

Pero no sólo eso, también se requiere saber sus estados y sus transiciones. Un sistema es algo más que la simple suma de sus elementos constitutivos. Por un lado, emergen propiedades nuevas que no pueden atribuirse a ninguno de ellos. Por otra parte, se reprimen o inhiben algunas de sus propiedades intrínsecas. Este comportamiento surge únicamente cuando el sistema se considera como un todo, como algo global y colectivo, teniendo en cuenta singularidades locales que abonan el espacio de lo “glocal”. En el caso concreto de Ajarafe, no tendría sentido mantenernos al margen de esa compleja red de sistemas que a su vez construyen, no solo un territorio, sino también un paisaje y sobre todo una cultura. Una estructura necesaria para la comprensión de una idiosincrasia que conecta Sierra Morena con el Coto de Doñana de norte a sur y, desde el área más oriental, resulta 140

inevitable la toma de conciencia de interrelación de sistemas dentro de la depresión del Guadalquivir tales como la formación de los Alcores, la vega del Guadaíra, la aglomeración urbana de Sevilla y su área metropolitana, la elevación hacia el Oeste de la plataforma del Aljarafe con la penetración de la vega del río Pudio. Todo ello conforma un magma diverso que el planeamiento actual debe contemplar mediante la introducción de herramientas al margen de la mera instrumentación y nos introduzcan de manera más eficaz en la toma de decisiones a diversas escalas. La sectorización y jerarquización de las figuras de planeamiento producen fallas irreconciliables en esta visión global necesaria para un pensamiento en términos de liso-estriado en la línea de Deleuze y Guattari, aunque muy en consonancia con la realidad actual como los mismos autores reflejan en


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El Lago Ligur y el golfo tartéssico. Vista aérea actual del estado del Aljarafe y su inserción sistémica. La cárcava de Sanlúcar la Mayor. (Elaboración propia)

su obra Capitalismo y Esquizofrenia. Dicha visión y la identificación con una realidad queda representada indefectiblemente por una cultura. Pero las figuras de planeamiento y estrategias de protección no siempre lo consideran así. Por ejemplo, el paisaje para la normativa medioambiental es una manifestación natural y la Ley del Patrimonio de Andalucía (2007) tuvo oportunidad de asumirlo como un bien cultural, pero prefirió no protegerlo específicamente y, a cambio, añadir a las existentes tipologías de bienes inmuebles de interés cultural una nueva, la Zona Patrimonial o sea: “aquellos territorios o espacios que constituyen un conjunto patrimonial, diverso y complementario, integrado por bienes diacrónicos representativos de la evolución humana, que poseen un valor de uso y disfrute para la colectividad y, en su caso, valores paisajísticos y ambientales.” Las políticas no llegan a acuerdos fiables sino, atenazados siempre por intereses mercantilizados, provocan una desestructuración en el territorio, una ruptura con la identificación cultural de las realidades y lo que más grave, una tergiversación en la lectura de un territorio con cuyos parámetros solo podría leerse desde la linealidad de un metarrelato desesperantemente recurrente. Una desestructuración que construye una realidad sesgada, limitada e irreal por ende. Dicha desestructuración produce un conflicto de inconexas miradas

que desembocan en una “disneylandización” del patrimonio y del paisaje, minimizándolo, banalizándolo… Los recientes hallazgos de restos arqueológicos de Montelirio en Castilleja de Guzmán y la pervivencia de tres grandes construcciones funerarias monumentales en Valencina de la Concepción: “La Pastora”, “Matarrubilla” y “Ontiveros” que ya se encuentran en trámite para su inscripción en el catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz como BIC, aseguran su pervivencia antes de que intereses espurios pudiesen acabar con ellos. La figura BIC les salvará “por los pelos” de la catástrofe. Existen figuras de protección que garantizan la pervivencia de realidades, y ¿por qué no la tierra no debería comenzar a tenerla? Por ejemplo estudiar qué tipo de tierra y con qué características nos ha llegado, qué energía produce y qué podría producir, qué tipo especies y cultivos, qué grado de permeabilidad y su evolución en el tiempo... Finalmente, estudiar el legado de la tierra para conocerla mejor y por tanto hacerla propia. La tierra tiene su propia historia, en continuo cambio y evolución, que se remonta mucho tiempo atrás de la primera huella humana sobre ella. El problema es que las huellas son cada vez más profundas e irreversibles, y las miradas más nubladas. Valorar el papel de la tierra como soporte de proce141


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Vista desde Castilleja de Guzmán hacia el noroeste / RCG-CMS

sos biológicos, como sustrato para el desarrollo de la vida, como vehículo canalizador de energía y flujos vitales, tanto en su seno como a la superficie y la atmósfera. Son estos aspectos fundamentales para valorar el patrimonio que la tierra representa en sí misma, y por ello, de las posibilidades para el desarrollo que desde esta condición se generan. En su desarrollo, la tierra ha autogenerado defensas frente a la explotación humana de diversa índole, y en el Aljarafe hay muestras elocuentes de ello. La geomorfología alomada de la Cornisa, moldeada por el viento y las escorrentías temporales, la ha salvaguardado de ser devorada por explosión urbanística que ha castigado comarca en los últimos decenios. Por otro lado, al igual que sucedió en toda la comarca aljarafeña, la fertilidad de su suelo y la calidad de su clima propició el aprovechamiento agropecuario de la Cornisa desde tiempos remotos. Este hecho ha relegado a la vegetación autóctona del lugar a fragmentos aislados, de poca entidad y densidad, encontrando su única posibilidad de desarrollarse allí donde el suelo es demasiado escarpado para ser cultivado. No cabe duda del valor patrimonial de paisajes agrarios tradicionales como el de la Cornisa, ya que constituyen representaciones de la cultura humana mediante transformaciones del medio natural desde tiempos ances142

trales, y por ello, toda iniciativa orientada a su valorización y conservación se antojan necesarias. Sin embargo, los paisajes agrarios tradicionales pueden desempeñar una relevante función ambiental, más allá de la propiamente productiva, en la medida de que se logren fórmulas de coexistencia y desarrollo entre el aprovechamiento agropecuario y la vegetación autóctona territorial. La biodiversificación del paisaje y la interconexión de los flujos biológicos en éste, añadirían un importante plus ambiental al valor cultural y paisajístico implícito en un territorio con posibilidades de instituirse como base orgánica en la que asentar futuras dinámicas territoriales. Esto plantea quizás un nuevo “bio-desarrollo” que genera nuevos paradigmas en la relación entre arquitectura y agri-cultura. Pero, ¿cómo puede el desarrollo humano contribuir al medioambiente al que transforma? Como punto de partida, repensar dicha pregunta puede ser una buena base para “mover ficha”. El hombre nunca tuvo tan exactas y maravillosas herramientas para observar el mundo… ¿Podemos positivar dicha situación? Tenemos multiplicidad de herramientas tecnográficas que no nos ayudan a generar nuevos planeamientos. ¿Son útiles? O el exceso de información nos paraliza hasta el límite de renacer eternamente de nuestros errores. Muchos de ellos ya son


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Imágenes desde la cárcava de Sanlúcar la Mayor. / RCG-CMS. A line made by walking, Richard Long, Inglaterra, 1967

irreversibles. En lugar de jugar a nuestro favor, ¿nos ha restado creatividad la tecnología? Evidentemente sí. Decía J.J. Rousseau: “Abole la humanidad y tendrás éxito como humanitario”. Pero, ¿tenemos las estrategias sociales y culturales necesarias para tal cambio en la construcción de nuestro relato? ¿Es posible que la historia teja una estructura coherente al margen de los “metarrelatos”? Los atributos de la tecnología, orientados hacia el control, que han sido enfatizados en las sociedades capitalistas, no agotan las potencialidades del industrialismo moderno. Una forma fundamentalmente diferente de civilización debe enfatizar otros atributos de la tecnología compatible con una distribución más amplia de las calificaciones culturales y de los poderes que promueven la integración técnica de una amplia gama de valores que apuntan a mejorar la calidad de vida, más allá de la mera búsqueda de ganancias y poder. Se hace fundamental una verdadera reforma radical de la sociedad tecnológica que se desarrolle realmente inmersa en la sociedad. Los manuales están agotados, los dogmas han muerto, y quizás debamos replantearnos nuestras acciones desde otro punto de vista, abordar los

problemas con otras herramientas desarrolladas con una nueva forma de ver la ciencia y mediante una nueva cultura, una cultura basada en la tierra, quizás una perma-cultura que elimine las tensiones postcapitalistas en la que el medio sea considerado con otras reglas del juego en relación con los seres vivos. Estrategias de acción en el territorio como el Land-Art, enfatizan la idea de creación como acontecimiento que prima la mirada y la experiencia antes que el propio objeto. En un momento como el actual que podríamos calificar como de incertidumbre, una intervención que no modifica el objeto es interesante por su condición de reversible. En cambio, en otros casos en los que el objeto está sometido a un proceso de degradación, sí es interesante reinvertir el proceso. En los paseos de Richard Long, el artista pone en evidencia la relación entre la consistencia y fugacidad de una marca dejada por caminar en el campo, que fue totalmente evidente al momento de tomar la fotografía, pero que comenzó a desaparecer después del último paso. La huella y la ausencia definen de este modo la acción en el lugar. Las montañas, los valles, los fenómenos atmosféricos y los espacios abiertos en general, pasan a ser soporte y materia de nuevas formas de ex143


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presión artística efímeras no destructivas hacia el soporte, en las que subyace una protesta contra la degradación, la mediatización y el olvido de la naturaleza. Se manifiesta en una voluntad de reencontrarse con el ritmo y el fluir de las energías del universo, abriendo una reflexión sobre las interdependencias que ligan al hombre con el mundo y señalan la trascendencia de los más mínimos gestos sobre la piel del planeta y los procesos ecológicos que éste acontecen. ¿Podríamos aprender de esta forma de acercamiento al territorio y aplicarla a nuestro en nuestros métodos cotidianos de actuación? Para ello sin duda es necesario cambiar muchos valores sociales para los cuales la inercia heredada no juega a favor de esta visión. Hablar en estos términos en un territorio tan devastado como el Aljarafe, no es una quimera. Los restos que nos han llegado, nos hablan de lo que realmente perdura en el tiempo. Patrick Geddes decía que “el civismo es un arte que no tiene nada que ver con imaginarse un lugar inexistente e imposible donde todo fuera perfecto, sino en tratar de hacer lo máximo y lo mejor en cada lugar”. ¿Hemos pensado en estos términos en el desarrollo de nuestro paisaje urbano? Pensar en el Aljarafe como una interrelación de sistemas, nos guía en última instancia a la idea de cultura. Una cultura en la que debiera plantearse como insoslayable la introducción natural del Arte como elemento que deje guiar nuestras experiencias desde los sentidos y puedan ser apoyadas por una ciencia más compleja que establezca lazos en lugar de barreras. Una Ciencia en definitiva, que no se encuentre en su tradicional esfuerzo estático de mantener su status quo, sino que establezca dispositivos propios para el encuentro, la imaginación y relación con la tierra propia.

Rogelio Cantero Gutiérrez y Carlos Martín Sánchez son arquitectos. 144


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“La Pastora” / JVA 146


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Archivo VALENCINA_DÓLMENES eDap Selección y montaje de Laura Carreño Naranjo/Rosa Estrada López/Francisco A. Tejada Muñoz

VALENCINA_DÓLMENES, es el archivo resultante de los trabajos realizados en el curso 2008-2009, con el epígrafe, Aljarafe genérico. Parque dolménico en Valencina de la Concepción. La siguiente selección se ha realizado, de forma reducida, a partir de los documentos, visitas, interpretaciones y propuestas elaborados por el aula. 147


ANÁLISIS

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“ (…) Más allá de los confines del mundo civilizado del Oriente Próximo y de Egipto, donde aparecen en este momento ciudades, estados, pirámides, escritura y operaciones algebraicas; las sociedades neolíticas de Europa y el Mediterráneo occidental conocen notables mutaciones. Estos avances conciernen tanto a aspectos técnicos –con la difusión de objetos metálicos a partir de la práctica de la metalurgia y su desarrollo- como a aspectos sociales –con un elevado aumento de asentamientos, lo que se traduce en una fuerte progresión demográfica. Conciernen también, probablemente, a cambios ideológicos, con la difusión del megalitismo y el rito de la inhumación colectiva, la aparición del arte antropomorfo, y la micro-regionalización de culturas materiales y su rápida sucesión en el tiempo (...) Estas transformaciones, que tienen sus raíces en los períodos anteriores, alcanzan una especie de paroxismo en el tercer milenio, a un tiempo madurez y crisis del mundo neolítico. Este período parece marcado, a un tiempo, por una fuerte voluntad de afirmación de la identidad del grupo y quizás incluso del individuo, y por la aparición de importantes fenómenos de escala continental como son la difusión del megalitismo, de la metalurgia y de los vasos campaniformes. Estos dos hechos no son, sin duda, contradictorios, y transmiten una realidad histórica compleja donde los intercambios a larga distancia, los desplazamientos de grupos (…) pueden ser considerados como el establecimiento de las condiciones de desarrollo de las sociedades protohistóricas.”1 1. “Del Neolítico a la Edad de Bronce: entre piedra y metal.” Olivier Lemercier. Université de Bourgogne. 148

“Las construcciones megalíticas no solo adquieren su sentido dentro de un orden social. Hay numerosos indicios racionales de su importante papel como elementos activos en la interpretación y asimilación cultural del orden natural y cósmico. Numerosos monumentos megalíticos (tanto funerarios como del tipo menhir, henge o cromlech) ofrecen un fuerte componente simbólico como focos cósmicos (y quizás cosmogónicos), sugiriendo su importancia en relación con el paisaje astral. Evidencias tales como patrones de orientación astronómica recurrentes y homogéneos se han encontrado tanto en el marco del continente europeo como en el Sur de la Península Ibérica en particular.”2

2. “Grandes Piedras, Paisajes Sagrados.” Leonardo García Sanjuán. Department of Archaeological Sciences. University of Bradford. En PH Boletín 31.


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“La evidencia de conexiones entre las distintas “provincias” megalíticas del oeste y del norte de Europa plantea cuestiones significativas e importantes referentes a los orígenes de esta tradición megalítica. Las interpretaciones tradicionales, basadas en el concepto de “pueblo megalítico” o “raza megalítica”, incluían mapas que mostraban la distribución de monumentos megalíticos indicando la dirección de su dispersión. Gradualmente esta idea de migración de pueblos enteros dio lugar a una opinión más matizada sobre el tipo de conexión en cuestión. Hasta los años 60 y 70 en que la datación por radiocarbono proporcionó por primera vez la posibilidad de fechar los monumentos a través de técnicas científicas, estas teorías “difusionistas” fueron dominantes. Los resultados de la datación de radiocarbono revelaron que el patrón cronológico de los monumentos megalíticos no era de unos primeros monumentos mediterráneos seguidos de otros progresivamente más tardíos según se desplazaba uno hacia la fachada atlántica: por el contrario, los primeros monumentos parecían estar situados en Bretaña, aunque en Escandinavia meridional, Irlanda y Portugal también fueron identificados núcleos tempranos de monumentos megalíticos. Los monumentos megalíticos se habrían, por tanto, originado de forma independiente en varias regiones distintas de Europa occidental aproximadamente al mismo tiempo. Sin embargo, una teoría de orígenes independientes múltiples resultaría difícil de sostener dada la clara semejanza (material, forma, orientación, alineación) entre los monumentos megalíticos en las diversas regiones de la Europa atlántica.”3

3. Nuevos enfoques para el estudio de los monumentos megalíticos de Europa Occidental. Chris Scarre. Department of Archaeology. Durham University. En PH Boletín 67 Especial. Monográfico 023. 149


ANÁLISIS

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La distribución de los yacimientos en la Península Ibérica se concentra básicamente en las zonas costeras del Atlántico, penetrando mínimamente en el Mediterráneo. Destacan la densidad de yacimientos situados entre Extremadura y el Alentejo portugués, así como la cultura de Los Millares, localizada en Almería. 150

“Parece que para época prehistórica la situación en el entorno de Valencina estaría marcada por la proximidad de ese importante golfo marino, y la presencia en las tierras bajas de una gran arteria fluvial que dada la cercanía de su desembocadura debía mostrar un ambiente de fuerte presencia hidrológica. Como resultado de los últimos trabajos de investigación, parece que en la época prehistórica, el entorno de Valencina estaría marcado por la proximidad de un importante golfo marino, y por la presencia en las tierras bajas de una gran arteria fluvial que desembocaría en el mismo. Es preciso, para comprender la morfología del propio yacimiento de Valencina y su significación en época prehistórica y la de los enclaves del entorno, establecer el marco físico en el que se desenvolvieron las actividades de sus habitantes. La evolución de esta zona, de alta relevancia histórica no solo dentro del espacio concerniente al Aljarafe, sino en el conjunto del Bajo Guadalquivir, ha preservado vestigios que plantean una secuencia encuadrable en un Calcolítico – Bronce Antiguo. Será necesario, por tanto, llevar a cabo el análisis de aquellos aspectos que inciden en la ocupación del espacio, es decir en la relación hombre-medio, y para ello debemos partir de una aproximación a la situación actual, heredera de pretéritas condiciones paleoambientales. Valencina y su entorno presentan, desde el punto de vista del relieve, varias unidades diferenciables que de norte a sur serían: la campiña alomada


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de la cuenca del arroyo Pie de Palo, la vega del Guadalquivir, el escarpe del Aljarafe y finalmente, la plataforma elevada del Aljarafe donde se emplaza la actual población y se concentran los vestigios arqueológicos que constatan la ocupación de estas tierras desde época prehistórica. Sintetizando esta caracterización, podrían establecerse, desde el punto de vista del relieve e incluso de la sedimentología, dos áreas principales: por un lado los terrenos bajos fuertemente influenciados por la dinámica fluvial, y por otro la corona superior correspondiente a las elevaciones del Aljarafe. La configuración del medio y su paulatina evolución se verán condicionadas por el avance de las aguas marinas a causa de la denominada transgresión flandriense cuya culminación hacia el 4000 a.n.e aproximadamente, provocará la formación de una línea de litoral jalonada por cabos y golfos cuyas playas se situaban en tierras hoy interiores (sería este el caso de del espacio actual de las Marismas del Guadalquivir, conformado como un verdadero golfo marino con su límite norte en el escarpe del Aljarafe y hacia levante los antiguos acantilados de Lebrija y Trebujena). De este modo debemos considerar que primitivamente, la desembocadura del Guadalquivir se hallaba bastante más arriba que la actual, vertiendo a un golfo marino conocido en la antigüedad con el nombre de sinus Tartessii. Más arriba, el estuario prolongaba el ambiente litoral hasta la propia Sevilla, que entonces debía ser una especie de isla en medio de una vasta llanura aluvial. En época romana, el río anteriormente denominado Tartessos cambió su nombre por

el de Baetis, ubicándose su desembocadura más abajo, a la altura de Lebrija. La acumulación sedimentaria habría reducido el antiguo golfo, convertido ahora en laguna litoral, el lacus Ligustinus de los romanos. De este modo se justificaría la posición estratégica del yacimiento de Valencina ocupando las máximas altitudes del Aljarafe, suficientemente separado de las insalubres condiciones de las tierras bajas y de los inestables terrenos del escarpe, en un punto que además constituye el extremo oriental de la vía natural que pone en contacto los yacimientos mineros de Aznalcollar y la vía fluvial del Guadalquivir.”4

4. “Elementos para la definición territorial del yacimiento prehistórico de Valencina de la Concepción (Sevilla).” Juan Manuel Vargas Jiménez. 151


ANÁLISIS

DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO Arroyo Riopudio. Corredor verde del Aljarafe El arroyo Riopudio recorre de norte a sur la zona oriental del aljarafe. Su cauce, sus márgenes y el valle a su alrededor contienen los escasos elementos naturales que quedan en el Aljarafe. La ADTA (Asociación para la Defensa del Territorio del Aljarafe) impulsa el proyecto del Corredor Verde, en defensa de los valores territoriales. La Cañada Real de las Islas de Medellín a Isla Mayor es el principal camino que atraviesa Valencina y una de las más importantes vías pecuarias de España. Se trata de un trazado ferroviario que discurre por la campiña, transitable sin acondicionar de 30 km a Gerena y 27 km a Aznalcóllar. A su paso, se descubren el centro histórico de Sevilla, las minas y el castillo de Aznalcóllar y la necrópolis visigoda e iglesia mudéjar de Gerena.

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ANÁLISIS

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1. Estructura de la escalera 2 y 3. Estructuras de la Pastora 4. Dolmen de la Pastora 5. Estructura de Mataherrera-La Curva 6. Estructura de Roquetito 7. Estructura de la finca Ntra. Señora de los Reyes 8. Dolmen de Ontiveros 9. Estructuras de Montelirio 10. Antiguo Depósito (C. Guzmán) 11. Sepulturas de Los Cabezuelos 12. Dolmen de Los Veinte 13. Dolmen de Matarrubilla 14. Estructuras de la Divina Pastora 15. Estructura del Algarrobillo 16. Estructura Sitio Valencina 17. Estructura Cerro Mármol-Herrerilla 18. Cerro de la Cabeza 154


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ANÁLISIS

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Dolmen de la Pastora

Se distinguen dos realidades: una exterior, cambiante a lo largo del tiempo, soporte de los cambios físicos y culturales; y otra interior, oculta, donde los restos del pasado se mantienen casi intactos como testigos de la historia. 156

El Dolmen de la Pastora es el mejor conservado de toda la zona. Fue descubierto en 1860 durante unas labores agrícolas, pero no fue excavado hasta 1868, cuando se descubrieron 28 metros de corredor de una cámara funeraria de tendencia circular. En esta misma década, volvieron a llevarse a cabo labores de excavación y se descubrieron 16 metros más de corredor, a los que faltaban la cubierta y el techo. Hoy en día, este dolmen cuenta con 44 metros de longitud y una cámara de 2.60 metros de diámetro. Tiene la peculiaridad de conservar casi completos dos de sus tres metros de puerta, quedando de la primera solamente la jamba derecha. Las paredes están construidas de pizarras superpuestas y la cubierta es de granito y arenisca. Dentro de este dolmen se ha encontrado una gran cantidad de cuentas de collar, fragmentos de cerámica, restos óseos humanos, cuchillos de sílex, etc. Además, en sus alrededores se han hallado enterramientos de menor entidad, manteniendo la misma estructura constructiva, con elementos de ajuar como puntas de lanzas de bronce y puntas de flecha de cobre y bronce.


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Dolmen de Matarrubilla

Otros restos arqueológicos

El dolmen de Matarrubilla fue el segundo hallado en Valencina. Fue descubierto durante unas labores agrícolas, al igual que el Dolmen de la Pastora, en el año 1917. Consta de un corredor y una cámara, con una longitud total de 32 metros, en la que se aprecian las grapas de hierro con que fueron unidas entre sí las piedras que forman la cubierta durante su segunda restauración. El corredor se conforma a partir de hileras alternas de piedra y tierra, y tiene una altura de 1.30 metros. La cámara es circular, con un diámetro de 2.72 metros y una falsa cúpula de mampostería. Este dolmen cuenta, además, con una pileta de piedra negra de forma cuadrangular y con la parte superior rebajada situada en la cámara, siendo la primera de estas características encontrada en la península ibérica y que puede considerarse una mesa de ofrendas. 1. Dolmen de Ontiveros 2. Tholos nº5 perteneciente al conjunto funerario investigado en los terrenos de Divina Pastora 3. Inhumaciones en la sepultura colectiva de Roquetito 4. Ídolo placa procedente del Cerro de la Cabeza

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PROPUESTA A

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La propuesta de Centro de Interpretación se basa en un modelo diseminado que se extiende por todo el parque arqueológico de Valencina. Según las características de cada zona se eligen unos contenidos de exposición. 1 Dolmen de la Pastora: zona con mayor carácter general, se tratarán temas relativos a la Historia General de Andalucía, como la construcción del Canal de los Presos o los desastres medioambientales del Guadiamar. 2 Dolmen de Montelirio: la situación de desamparo en la que se encuentra el conjunto dolménico frente a la especulación inmobiliaria toma especial importancia. Es un espacio diseñado para que la plataforma ciudadana por un Aljarafe habitable tenga un lugar para poder dar a conocer sus reivindicaciones. 3 Dolmen de Ontiveros: se tratarán temas relacionados con la historia reciente de los dólmenes, su descubrimiento y las modificaciones que han sufrido a lo largo de la historia. 4 Dolmen de Matarrubilla: temas relacionados con la historia de los dólmenes y las gentes que en ellos habitaron, aprovechando el marco de privacidad e intimidad que generan los olivares. 158

1. Dolmen de la Pastora Siguiendo el “plano” de los primeros pobladores de la zona, y apostando por una urbanización que se adapte al relieve y no irrumpa en el entorno, la actuación en los alrededores más próximos de La Pastora comprende una serie de surcos o hendiduras leves en el terreno, cuya dirección y naturaleza nos aluden a las realidades que tienen lugar en la “periferia” del dolmen. En contraposición con el “parque de hormigón” que amenaza al Aljarafe, tomándose como un centro simbólico de nuestra actuación, la Pastora aparece como un espacio diáfano, un amplio espacio público que dialoga con las otras intervenciones (Matarrubilla y Montelirio). Se adopta así el discurso de lo subterráneo que se desarrolló en este entorno. Los surcos que conforman el espacio, a modo de “paseo canalizado”, indican posibles recorridos al transeúnte, a la vez que le relacionan de una forma indirecta con los lugares reseñados en las cartografías.


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2. Dolmen de Montelirio En el entorno del dolmen de Montelirio proponemos establecer un “urbanismo ligero” que recrea todos aquellos accidentes que los pobladores de esta zona, en la Edad de Bronce, diseminaban por el terreno (fosos, silos, zanjas). Esto se establece sin el orden racional ni la ortogonalidad que sobrevendrían siglos después. Lugares de estancia como hendiduras en el terreno o pequeños remontes sobre él, ejecutan una disposición que juega con el relieve de la zona, procurando conservar lo diáfano de la misma.

3 y 4. Dólmenes de Ontiveros y Matarrubilla Se pretende integrar Ontiveros en el conjunto dolménico de Valencina, haciendo accesible mediante la red de senderos interiores y permitiendo el paso interior de la propiedad privada. El dolmen de Matarrubilla es el que más resguardado se encuentra, por lo tanto los contenidos de la exposición serán más íntimos, y harán referencia a la historia de los dólmenes y de Valencina y Castilleja.

A. Propuesta de Francisco Montes Cantador/Niccoló Navarro Di Meo 159


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

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PROPUESTA B

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1 Zonas de descanso, miradores, aparcamientos bici, bancos y recreo 2 Dolmen de la Pastora 3 Centro de Interpretaci贸n 4 Posibilidad de derribo de la hacienda para la reconstrucci贸n del dolmen 5 Dolmen Ontiveros 160


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B. Propuesta de Pablo Chaves Maza/Beatriz Gago Roncero/ Lucía García de Oya 161


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

PROPUESTA C

La propuesta consigue crear un camino que une entre sí los distintos puntos arqueológicos y que a su vez sirve para comunicar los núcleos de Valencina y Castilleja. Para ello se apoyan sobre vías ya existentes. Además proponen la ampliación del parque dolménico propuesto en el Plan General de Valencina, de forma que, en colaboración con el ayuntamiento de Castilleja pueda crearse un entorno protegido unido por ese carácter de tesoro arqueológico. Para ello se plantea la creación de un nuevo Museo-Centro de interpretación. El museo dispondría de aparcamientos y de un punto de alquiler de bicicletas para facilitar el paseo a través de la ruta planteada. El nuevo centro de interpretación sustituye al actual museo de la ciudad de Valencina situándose junto a la ruta. Funcionando como punto de partida, el centro consiste en un ensanchamiento de camino construido.

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caminos propuestos centro de investigación

C. Propuesta de Alberto de Mora de la Osa/Ana Tarín Domínguez 163


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

1 Es la ruta mรกs corta, recorre los yacimientos mรกs destacados.

2 Es un poco mรกs larga que la primera, y contiene algunos yacimientos mรกs.

PROPUESTA D

3 Es la ruta mรกs larga y completa de las circulares.

Se propone una red de caminos que permitan la conexiรณn de los yacimientos del parque arqueolรณgico. Las diferentes rutas van recorriendo los mรกrgenes para despuรฉs penetrar en el interior. 164

4 Es una ruta lineal que va de norte a sur. Es la mรกs extensa. Conecta el parque arqueolรณgico con los accesos peatonales y ciclables, ademรกs de llegar hasta Itรกlica por el norte.


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Para el Centro de Interpretación se propone una plataforma de acceso como un símil con el objeto de estudio: los conjuntos megalíticos destacados de la historia. Así, se plantea un camino de acceso cubierto por una pérgola, asemejándose a la galería de un dolmen, cuyo último tramo se acerca a otra referencia (los conjuntos megalíticos circulares del tipo de Stonehenge) y conduce al visitante hacia el espacio más importante, el centro de interpretación. La edificación del Centro se proyecta según dos módulos cuadrados intersecados entre sí diferenciados por el uso y la orientación (uno de ellos orienta una de sus fachadas hacia el Sureste, mirando hacia el poblado del Carambolo, y el otro hacia el Nordeste, es decir, mirando hacia el conjunto de Itálica). El objetivo es conseguir una conexión tanto visual como física del Centro y el parque con los conjuntos arqueológicos más destacados de la zona.

D. Propuesta de Lidia Cabanillas Centeno/ Irene Rubio Marín 165


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

PROPUESTA E

El espacio escogido para desarrollar nuevas rutas se corresponde con la mayor parte del parque arqueológico delimitado actualmente por el PGOU. Se trata de una parcela rodeada por carreteras y caminos, los cuales se van a mantener e intentar conectar con nuevas vías posibles, adaptándolo al medio de forma óptima y respetando en todo momento los elementos patrimoniales del entorno. Los bienes arqueológicos del conjunto megalítico, desde la órbita de su difusión, deben ofrecer, a parte de la presentación del propio objeto, los valores intelectuales deducidos de los progresos de investigación y estudio, es decir, dotarse de contexto y significado para ofrecer un sentido al visi-

E. Propuesta de Gonzaga Mora Figueroa Medina/Cynthia Rivas Bajo 166

tante. Es por ello que los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la presentación de los primitivos vestigios son la Investigación Arqueológica y los Recursos de Difusión Sociocultural por lo que ambos aspectos deben recogerse en cualquier propuesta en este sentido. Desde el acceso, el edificio se presenta diluido en el entorno, cediéndole todo el protagonismo al espacio natural, al dominio visual sobre el valle del Guadalquivir y el Parque Arqueológico. Se cubre el espacio contenido con un manto natural, las propiedades del edificio variarán con el entorno. La única marca es la fisura de entrada al centro.


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En definitiva, se busca un lugar de convivencia colectiva, un lugar que aglutine desde investigadores, que pueden pasar largas temporadas, hasta visitantes del parque arqueológico. Se proponen talleres de experimentación donde se manipulen objetos arqueológicos y se desarrollen actividades de comprensión patrimonial. Todo desde el aspecto más recreativo y práctico del conocimiento y la educación. Buscar espacios flexibles donde los recorridos y los límites espaciales se diluyan se hace fundamental en la propuesta.

1/ acceso principal. 2/ taquillas e información. 3/ aseos. 4/ cafetería. 5/ áreas de exposición. 6/ sala de reuniones/investigadores/consulta de libros. 7/ despachos arqueólogos. 8/ salón de actos. 9/ talleres/investigación. 10/ taller/zona de actividades varias. 11/ almacén.

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PROPUESTA F

DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

F. Propuesta de Carmen Machuca Mac铆as/ Fernando Rinc贸n Ord贸帽ez 168


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Como podemos observar, los tres principales yacimientos arqueológicos del municipio de Valencina de la Concepción se presentan situados estratégicamente formando un triángulo. El símbolo del triángulo en la prehistoria es sinónimo de mujer, es decir, triángulo y feminidad fueron en otros tiempos términos equivalentes. Ello nos hace caer en la cuenta de que todo el conjunto dolménico es imagen metafórica del seno femenino: el dolmen es la vulva, el corredor por el que se accedía y se profundizaba en la cámara es la vagina, y la cámara abovedada en la que se colocaba al difunto es el útero donde se forma un nuevo ser. Es decir, las estructuras funerarias son símbolo del Vientre embarazado de la Diosa Madre Tierra, metáfora perfecta entre la forma y el lugar en el que se engendra la nueva vida (nacemos de la tierra) y en el que se recoge a sus hijos muertos. También en los motivos decorativos de los ídolos placa vemos representada la figura del triángulo, en ellas el símbolo se repite entre 28, 29 y 30 veces. Estos números poseen un marcado carácter astronómico (número de

lunaciones en un año trópico, número de días en un mes), lo que indica que los dólmenes presentan algún tipo de simbología astronómica de carácter lunisolar. Todo esto nos ha llevado a utilizar este triángulo que surge de la unión de los tres dólmenes como punto de partida para desarrollar una retícula que se extiende por toda la zona de protección anteriormente delimitada. Partiendo del límite de protección arqueológica existente se plantea una nueva configuración del mismo adaptándose a la retícula propuesta, la cual va servir como base para el desarrollo de un parque arqueológico. Dicho parque va a surgir mediante una disposición de “llenos y vacíos” de la retícula, sumando un total de 30 triángulos que ocupando el vacío del solar quieren representar el período de lunación que vemos reflejado en los ídolos placa. Estos triángulos albergarán los diferentes usos del parque, entre los que podemos encontrar aulas, talleres, zonas de descanso, etc, así como un centro de interpretación desarrollado en un triángulo mayor. Los distintos espacios estarán comunicados por una red de caminos que conectan todo el recinto. 169


DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO

PROPUESTA G

G. Propuesta de Aida Sepúlveda Mora

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DOCUMENTOS de ARQUITECTURA y PATRIMONIO CRÉDITOS Han colaborado en este número: Antonio Gavira Albarrán. Rocío Anglada Curado. Pura García Márquez. Ignacio Rubiño. Luis Rubiño. Marc Ballester Torrents. Silvia Leiva Herrador. Luisa Loza Azuaga. Jesús Martín Carballo. Marta Salamanca Fernández. Ahmed Tahiri. Antonio García García. Víctor Fernández Salinas. Luis Andrés Zambrana. Juan Manuel Vargas Jiménez. Rogelio Cantero Gutiérrez. Carlos Martín Sánchez Alumnos de la ETSA: FAP_VALENCINA_DÓLMENES. 2008-2009: G1. Alcántara Cárdenas, José. Rodríguez Hans, Rodrigo/G2. Montes Cantador, Francisco. Navarro Di Meo, Niccoló/G3. Chaves Maza, Pablo. Gago Roncero, Beatriz. García de Oya, Lucía/ G4. Machuca Macías, Carmen. Rincón Ordoñez, Fernando/G5. Ragera Carrasco, Juan Antonio. Sánchez Olio, Elena/G6. Pradas Chirino, Juan. Roman Cano, Julio Alberto/G7. Castro Medina, Jaime. Gomez Bermudo, Alfredo. Martínez Marín, Carlos/G8. Bascón Hurtado, Mª Concepción. Caballero Algarín, Carlos. Díaz Carrasco, Iván/G9. Navarro Gómez, María. Palacios Álvarez, Ana Isabel. Sierra Serrano, Cristina/G10. Carrasco Chaves, Álvaro. Galiana Rebolledo, Pablo/ G11. Mora Figueroa Medina, Gonzaga. Rivas Bajo, Cynthia/G12. Castillo Jiménez, Pedro. Villahoz Feria, Pablo/G13. Cabanillas Centeno, Lidia. Rubio Marín, Irene/G14. Morales Aragon, Alejandro. Reyes Marín, Angel. Yuani Gómez, Mario/G15. de Mora de la Osa, Alberto. Tarín Domínguez, Ana/G16. Fernández Adán, Ana María/G17. Quiñones Moreno, Violeta. Rubio Rubio, Andrés. Robles Velasco, Sergio/G18. López Marcos, Marta. Lozano Blanco, Irene. Olea Villoslada, Cristina/G19. Fuentes Muñoz, Juan Antonio. León Sánchez, Carlos. Uceda Tello, Francisco Miguel /G21. Sepúlveda Mora, Aida/G22. Gallego Pasadas, Reyes FAP_ALCORES. 2009-2010: G2. Apicella, Mathias. Coira Paradela, Alejandro Manuel/G3. García Huber, Lena. Lago Gómez, Manuel. Lorente Snowdow, Dacil/G5.1. Marrodan Castro, Sara. Ruíz Sánchez, Jaime/G5.2. Villarrubia Guarino, Jesús/G6. Gallardo Parralo, Rosa. Gómez Pascual, Juan Manuel/G7. García Valencia, José Antonio. Jiménez García, Raquel. Márquez Garfia, Encarnación/G8. Bossi, Simone. D´Acri, Stefano. Spapen, Steven/G9. Álvarez Méndez, Alberto/G10. Sabaniego Redondo, Ignacio. Vercistegui Sánchez, Jesús/G11. Almirante Vélez, Rosa María. Guerrero Gómez, Jennifer. Polo Rodríguez, Sergio/G12. Gómez González, Pablo. González Vergara, Álvaro. Sierra Sánchez, María/G13. García Padou Zubiárriz, Estefanía. Gini Bernardi, Giulana. Verge Fanucchi, Camila/G15. Rodríguez Campos, Carlos/G16. García Jonsson, Ingrid De las imágenes, planos y fotografías: Portada: Panorama a levante desde “La Pastora”. JVA Página 3: Vista de la vega del Corbones desde El Gandul. JVA Páginas 22-23: Spanien 1:50.000. Carmona. Sonderausgabe XI. 1940 Páginas 38-43: Del estudio de Pura García Márquez/Ignacio Rubiño/Luis Rubiño. Fotografías y planos históricos del Archivo Bonsor Páginas 72-111: De FAP_ALCORES 2009-2010 Página 113: Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán en el vuelo americano de 1956 Páginas 146-171: De FAP_VALENCINA_DÓLMENES. 2008-2009 Página 174: El Aljarafe. Olivar. JVA 172

Abreviaturas utilizadas: AGA: Antonio Gavira Albarrán RAC: Rocío Anglada Curado AAT: Marc Ballester Torrents/Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga/Jesús Martín Carballo/Marta Salamanca Fernández SLH-LLA: Silvia Leiva Herrador/Luisa Loza Azuaga MBT-MSF: Marc Ballester Torrents/Marta Salamanca Fernández LAZ: Luis Andrés Zambrana JMVJ: Juan Manuel Vargas Jiménez RCG-CMS: Rogelio Cantero Gutiérrez/Carlos Martín Sánchez JVA: Juan José Vázquez Avellaneda


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D O C U M E N T O S d e A R Q U I T E C T U R A y P A T R I M O N I O


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