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Psicología Terror nocturno
Es un trastorno de sueño que se caracteriza por producir un terror extremo y un estado de inhabilidad para recuperar la consciencia completamente. En este estado, la persona no tiene control de sus movimientos. El niño o adulto grita de forma súbita, presentando un despertar de tipo vegetativo con sudoración, taquicardia e hiperventilación. Puede ser difícil de despertar y rara vez recuerda el episodio al despertarse por la mañana. Las crisis recidivantes son raras y el tratamiento suele estar basado en medidas para tranquilizar al paciente por parte de los padres.
Tanto el terror nocturno como el sonambulismo son alteraciones del despertar. Por el contrario, la pesadilla se produce durante el sueño REM y provoca un despertar completo con memoria por parte del paciente del episodio desagradable asociado con el sueño. También puede llamarse “síndrome Eserenol”, que es cuando afecta a personas mayores. Es una parasomnia o trastorno del sueño que provoca sentimientos de terror o temor y que se produce normalmente en las primeras horas del sueño durante la fases 3 o 4 del sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR) Los terrores nocturnos suelen ocurrir en períodos entre el estado de alerta del sueño y el sueño delta, lo que indica que las personas con una actividad más frecuente de sueño delta son más propensas a padecer terrores nocturnos.Son conocidos desde la antigüedad, aunque no fue posible diferenciarlos de las pesadillas comunes sino hasta que se descubrió el movimiento rápido de los ojos.
Mientras las pesadillas (malos sueños que provocan sentimientos de horror o miedo) son relativamente comunes en la infancia, los terrores nocturnos ocurren con menos frecuencia según la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. La prevalencia de episodios de terror nocturno se ha estimado en 1% y el 6% en los niños y en menos del 1% de los adultos. Los terrores nocturnos pueden confundirse a menudo con el trastorno del despertar confuso o con la parálisis del sueño dos trastornos completamente diferentes. Suelen comenzar entre las edades de 3 y 12 años y por lo general se disiparán durante la adolescencia. Entre los adultos ocurren con más frecuencia entre los 20 y los 30 años. A pesar de que la frecuencia y la severidad varían entre los individuos, los episodios pueden ocurrir en intervalos de días o semanas, en noches consecutivas o varias veces en una noche. La característica universal es el desconsuelo.
Durante los episodios de terror nocturno los pacientes suelen “levantarse sobre la cama en posición vertical” con los ojos bien abiertos, con una mirada de miedo y pánico en su cara, a menudo profiriendo un grito. Además, por lo general, presentan sudoración, respiración y frecuencia cardíaca rápidas. En algunos casos, los individuos son propensos a presentar una actividad motora más elaborada, similar a un forcejeo o lucha con las extremidades. Hay una sensación de que la persona está tratando de protegerse a sí misma y/o escapar de una posible amenaza que puede conducir a un daño físico de la persona.
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Aunque parece que los niños están despiertos durante un terror nocturno, ellos parecerán confundidos, inconsolables o no responderán a los intentos de comunicarse con ellos, incluso pueden no reconocer a sus familiares. En ocasiones, cuando se despierta abruptamente a una persona con un terror nocturno, puede repentinamente atacar a la persona que lo hizo, lo que puede ser peligroso. La mayoría de las personas que sufren este trastorno sufren de amnesia o amnesia parcial al día siguiente del incidente. El sonambulismo y los terrores nocturnos son diferentes manifestaciones del mismo desorden o parasomnia.
Existe evidencia de que una predisposición a terrores nocturnos y otros trastornos del sueño puede ser congénita. Los pacientes con este padecimiento frecuentemente informan que otros miembros de su familia y ancestros tuvieron episodios de terrores nocturnos y/o sonambulismo. En algunos estudios, se ha observado un aumento de 10 veces en la prevalencia de la enfermedad en parientes de primer grado biológicos, sin embargo, la causa hereditaria precisa no se conoce.
Otros factores incluyen el asma nocturna, el reflujo gastroesofágico y efectos secundarios de medicaciones para el sistema nervioso central. Se deben tomar consideraciones especiales cuando el sujeto sufre de narcolepsia, dado que podría haber una relación entre ambos trastornos. Aunque los síntomas del terror nocturno son similares en los adolescentes y los adultos, la etiología, prognosis y tratamiento son cualitativamente diferentes. Existe cierta evidencia que sugiere que los terrores nocturnos pueden ocurrir si el paciente no come una dieta adecuada, no recibe la cantidad adecuada o calidad de sueño (por ejemplo, apnea del sueño), o está sufriendo eventos estresantes en su vida.
Los terrores nocturnos en adultos son mucho menos comunes y a menudo responden mejor a los tratamientos que al tratar de subsanar la causa de la mala calidad o la cantidad de sueño.