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Un poco de historia

La década de 1980 fue bastante regular para Colo Colo, donde se mantuvo en los tres primeros puestos de la tabla, con excepción de 1988 cuando cae al sexto lugar. Alcanza 4 campeonatos: en 1981 y 1983 de la mano del director técnico Pedro García, y en 1986 y 1989 bajo la dirección de Arturo Salah. Resultando además subcampeón en 1982 y 1987; y tercero en 1984 y 1985. Además de ganar 5 Copa Chile en 1981, 1982, 1985, 1988 y 1989.

La campaña internacional, por otra parte, no tendría tanto éxito, ya que no logró pasar de la primera fase de Copa Libertadores en casi toda la década, sólo lo hizo en 1988, año en que tuvo su peor campaña en el campeonato nacional.

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Por otro lado, uno de los hitos más importantes de la década es la inauguración definitiva del Estadio Monumental el día 30 de septiembre de 1988, ya que la venta de Hugo Rubio permitió realizar los trabajos inconclusos para su reapertura.

El primer duelo fue ante Peñarol, donde Marcelo Barticciotto marca el primer gol en el estadio.

Respecto al Estadio Monumental, existe un mito de que fue Pinochet quien otorgó los fondos para que se pudiese terminar de refaccionar el estadio en una segunda etapa, pero eso no fue así. El dictador ofreció una ayuda económica de 300 millones de pesos que jamás llegaron, ya que lo hizo como una jugada política 5 días antes del plebiscito que determinaría su continuidad o no al mando de la nación, a lo que decidió utilizar al equipo más grande de Chile, al con más adeptos para intentar ganar en dichos comicios.

Pero no fue así, no logró engañar ni seducir a un pueblo cansado de las violaciones a los derechos humanos y la represión, quienes votaron que NO querían la continuidad del dictador, por lo que una vez perdido el plebiscito, Colo Colo no recibió ni un peso de esos 300 millones.

¿Qué es Colo Colo?

Por Gonzalo Altamirano

Para poder responder esta pregunta he decido buscar entre mis recuerdos el momento exacto en el cual este nombre y símbolo se adhiere y enraíza con tal firmeza en mi existencia, que se transforma en pilar fundamental de los cimientos de mi alma, así, como una cadena perpetua que sentencia de una manera mágica los días de mi vida.

Mientras busco y revuelvo en mi pasado, me encuentro con mi Padre, hombre bello y revolucionario de esta tierra. Me emociono muchísimo, porque ahí me encuentro siendo un niño, tomado de la mano de mi viejo, bajando las escaleras del block en Villa Francia, llevo una bandera con el símbolo imponente de un mapuche en su centro. Voy lleno de alegría y con una ilusión que solo vive en los ojos de un niño feliz por ir al encuentro de su amado equipo.

Gonzalo Altamirano

Son tantas historias que podría estar toda la noche escribiendo sobre días épicos como la inauguración del estadio Monumental, en donde llegamos 6 horas antes al estadio con mi viejo, o la copa del 91´, cuando el inspector entraba a mi sala con un papelito de retiro diciendo: “Gonzalo se va al dentista”, y afuera estaba mi padre contento y listo para llevarme a Pedrero, o el gol de Murci Rojas en el 98´, o el gol no celebrado de uno de los máximos ídolos del club, Marcelo Barticciotto cuando jugaba en Católica. Insisto, podría estar toda la noche recordando todos los abrazos que le di a mi hermano Gigo y a cientos de amigos y desconocidos por culpa de Esteban y así se me vienen uno tras otro, tantos momentos.

De repente, de tanto buscar en el pasado, doy con el día clave, un momento inolvidable que determina el tono de mi pasión y condiciona mi vida para siempre. Es el día miércoles 28 de enero de 1987; con apenas 6 años de vida me encuentro en Las Cruces, bello pueblo del litoral. Estamos en la casa recién construida de mi tío, es una casa de madera con todo el estilo playero de una casa frente al mar. Ahí estoy junto a mis primos y tíos viendo la final del campeonato frente a Palestino. Todo es nervioso en el ambiente familiar, porque a pasar de que Colo-Colo gana 1x0, Palestino ataca y ataca encontrando el vuelo del cóndor Rojas que salva una y otra vez el arco del equipo popular. Es aquí, justo aquí cuando en el minuto 43 del segundo tiempo, se desata la llama eterna de mi amor por el Club. Ahí lo puedo ver, a Hugo Rubio, que se lanza en una carrera utópica que termina estremeciendo el arco norte del Estadio Nacional: ¡Gooooool! siento un estruendo de gritos de esos que vienen de adentro y que revientan los pulmones, desfigurando caras. Veo que mi Tío salta con tal ímpetu, que al caer con tanta fuerza, rompe el piso de madera de la casa y queda atascado con los pies en la arena, pero continúa con los brazos en alto. Recuerdo que nadie repara en el tío, porque todos los niños salimos en una estampida frenética gritando aquel gol de campeonato. El partido finaliza, nuestra familia se abraza, puedo sentir esa

algarabía que habita en el sitio. Nuestro abuelo reúne a sus hijos y nietos y comenzamos a dar una vuelta olímpica, todos juntos, al ritmo del bombo legüero, cantando el Himno del Cacique. Todo termina con un gran fogón familiar, en donde el humo blanco de las ramas verdes del eucalipto se eleva hacia el cielo. Vuelvo a los brazos de mis padres y me duermo entre la dicha y la gloria. Jamás olvidaré ese día de mi vida.

Vuelvo al presente y veo al equipo de mis amores asaltado y al borde del abismo, en manos de mercenarios que al igual que los dictadores Pinochet y Piñera, vieron en el Club una fuente inagotable de poder. Usan el nombre y la insignia para acercarse a la gente, pero no lo lograrán porque no hay dinero en el mundo que pueda comprar el amor por la camiseta y la historia que vive en el alma del hincha colocolino.

A pesar de todo, veo con alegría y esperanza como la gente del Club Social y ustedes especialmente, amigos de la Filial Maipú, derriban día a día el mito de que el fútbol es el opio del pueblo. Ustedes jóvenes consientes, han demostrado con su trabajo serio y dedicado que se pueden abrir espacios para la cultura, el arte, el deporte y la solidaridad entre pobladores. Ustedes han contribuido a la transformación del concepto de Club Social.

Dicho todo esto, puedo concluir que Colo-Colo trasciende de manera transversal en la historia de nuestro país, y que con su poder es capaz, no solo de obtener grandes logros deportivos, sino que también, como ha quedado demostrado durante el estallido social, puede aportar a la transformación de la sociedad.

Antes de terminar quisiera agradecer a la Filial Maipú por permitir expresarme en este espacio y plasmar por la eternidad todo el amor que siento por el Colo, su gente y su historia. Por último, estimados lectores, quisiera compartir con ustedes 2 canciones de mi autoría dedicadas a Colo-Colo: • Te llevo en el alma y te canto, canción escrita el año 2011 que refleja mis sentimientos hacia el club de mis amores. https://www.youtube.com/watch?v=6rmTGpvn4yg&feature=youtu.be&ab_channel=SembrandoResist encia

• La cueca del Colo, cueca escrita en septiembre del 2019, la que refleja para mí, la esencia que caracteriza la historia del club. https://www.youtube.com/watch?v=3SpRHPxmWWc&feature=youtu.be&ab_channel=SembrandoResi stencia

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