La paradoja de la felicidad

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LA PARADOJA DE LA FELICIDAD PAOLA ZAMORA BORGE, CCH AZCAPOTZALCO Resumen En esta reflexión que comparto, trataré de exponer cómo la felicidad parece una paradoja, en la cual prevalece el deseo como su llamado a ser pero que, por tanto, la felicidad es dificil definir lo que es, pero si es posible pensarla en tanto lo que no es. Quiero llegar a a la idea de que la felicidad es un asunto personal, y por lo tanto, su realización no se encuentra fuera de la persona, sino en ella misma. Y que la forma de procurar la felicidad no es esperarla, lo cual nos coloca en una actitud pasiva y, por lo tanto inactiva, sino que es una tarea más bien de cuidado y procuración de nosotros mismos, pero que demanda permanecer alertas, vitales y en la aceptación de la totalidad de nuestra vitalidad y sus condiciones. Para ello, se plantea la idea de felicidad como incompletud y conformidad y con la idea de virtud y cuidado de si. Por último, aunque la felicidad se manifiesta con la alegría o se procura con el placer también se constituye del deseo, el dolor, el aburrimiento y la fatiga.

Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar… Antonio Machado

Introducción

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i reflexión se desarrollará en definir la felicidad a partir de su negación. Es decir, que aclararé que no es una meta, ni un tenerla. No es alegría, ni placer, y mucho menos esperanza. La felicidad, no es ni un lugar al que se

llega ni un estado emocional que se obtiene. Sin embargo, si es un estado de realización humana que se actualiza con las acciones reflexionadas de quien trabaja por ella. Es decir, la felicidad adquiere realidad cuando se procuran las acciones humanas en concordancia con la voluntad y conciencia del sujeto que la cuida y alimenta. Así, la

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filosofía, como sabiduría vital nos permite llevar a cabo los ejercicios reflexivos adecuados para procurar la felicidad como un estado de plenitud y realización.

Desarrollo

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a felicidad es paradojica, entre más queremos alcanzarla, se nos escapa de las manos. Definirla, atraparla, se vuelve polisémica. Es un producto de la imaginación - a decir de Kant- y, por lo tanto, es

subjetiva. Por ello, solo se entiende en la concordancia del sujeto con su mundo. Entre más preocupados estemos en alcanzarla más se nos escapan las cosas que nos allegan a ella. A más preocupación, más distanciamiento. Se vuelve un deseo y en este desearla se anuncia su carencia. Entre más proclamamos estar felices menos lo somos. Conviene preguntar, ¿es un estado del ser o su modo? El sistema de consumo se basa en la generación y estimulación de su deseo. Como si la felicidad fuera algo de ser obtenido. Por ejemplo, el anuncio de Coca Cola que asocia su consumo como forma de alcanzar la felicidad es el paradigma más claro del significado de felicidad que ofrece la mercadotecnia. Promete saciar la sed cuando solo hace lo contrario -como el video crítico de Slavjok Zizec ante el consumismo- en el que compara la felicidad con Coca Cola, como Coca Cola en el desierto: entre más la tomas para saciar la sed, más sed te provoca. La felicidad no está en donde se le piensa. Esto es así porque la felicidad no es algo que se pueda tener, poseer, comprar, y con ello aludo a Fromm, sin duda. Dado que no es un estado de estado de posesión, “sino tienes, no eres feliz”, más bien, aun sin tener, seas aquel dispuesto a ser. Nos familiarizamos con la felicidad asociando la carita feliz que no es sino una sonrisa. Pensamos que estar alegre es estar feliz. Pero el prozac, los alusinógenos, el extasis o el autoengaño, pueden darnos el mismo efecto, pero al final del viaje, la felicidad no ha permanecido. Y, sin embargo, la alegría es parte de la felicidad, pero siendo emoción necesaria, no resulta suficiente. Es decir, la felicidad no es una emoción aunque puede ir acompañada de emociones. 2


Pues bien, igual que pasa con el placer, como nos lo ejemplifica como la máquina de placer en el experimento mental de Robert Nozick en el cual nos hace reflexionar qué pasaría si estuvieramos conectados permanentemente a una máquina dadora de placer. Así, la felicidad no puede ser, como dice Schopenhauer, un estado de realización absoluta, pues cuando nada se requiere llegamos al sufrimiento por aburrición, misma que demanda romper el estado rutinario, o como se dice actualmente, cambiar del estado de confort. Así salir del aburrimiento, nos trae consigo nueva vuelta de tuerca hacia la carencia. Pero también es cierto que, no puede ser el puro placer porque éste necesita su opuesto para ser contrastado. Es decir, es el dolor y las dificultades cuando mejor identificamos la ausencia del placer, tal como ocurre con la enfermedad que solo la apreciamos y distinguimos en su ausencia. En palabras de Montaigne “nos enfermamos porque estamos vivos”. Es la enfermedad y la crisis la manifestación de un organismo que lucha por el equilibrio de autoregenerarse, vivir. La felicidad no se espera, porque el que espera desespera. Es la felicidad sin esperanza. Sin esperarla como espectativa de aquello que me haga feliz. Si la espero me convierto en algo pasivo que no se mueve en su hacer. Sin movimiento no hay vitalidad y sin vida, no hay existencia. Por eso, no puede venir de afuera. Es una condición del estado interno. De la vida interior. Así, me atrevo a sostener que la felicidad es un estado psiquico, no solo una emoción. En todo caso, las emociones son el conjunto de expresiones de nuestra sensibilidad y la imaginación para hacernos con el entorno y responder a sus estimulos. Es el concilio de las emociones y el individuo. Es la persona ubicada en concordancia con su emoción. Con la aceptación de aquello que siente y el sentido de porque lo siente. Pero, sentir no es suficiente, se requiere un estado mental que cobre conciencia del sujeto como ser en el mundo y su disposición de plenitud en ello. Es una actitud entre la existencia y el mundo. Entre el estar en el mundo y ser en él. Mi existencia se forja en el mundo. La feliciad entonces es unmodo de vida que se elije, se hace y ahí se realiza. Y, sin embargo, la felicidad puede parecer a la autorealización, pero, aunque parece meta, es proceso. Es decir se aspira como punto de llegada, pero solo es camino. Tiene que ver más con lo que se hace que con lo que se obtiene, con lo que se adecua

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que con lo que se desea. Es decir, tiene que ver más con cada paso que me conduce a mi idea de felicidad que con la idea misma. Es el atrevernos a hacer, lo que hemos decidido ser. Es estar bien con un mismo, en conformidad, pero no significa un estar en posición, sino en conciencia, es un estado de dar cuenta y de poner atención sobre mi persona. De ser así, como proceso y camino, entonces es dinamismo, y que sino es dinámico aquello que goza del juego de opuestos. Estar conforme a mi persona y el mundo, no significa ausencia del conflicto, sino aceptación del conflicto como generador del dinamismo de búsqueda de mi propio sentido. Animo como vitalidad, vitalidad como felicidad. Significa pues, que también debe haber dolor que es el mejor sintoma de vitalidad y su medida. Ahí donde duele hay alerta de cuidado. Y es este punto una perspectiva que quiero señalar con relación a la felicidad: el cuidado. Pero no basta ser vital. Vivos estamos. Se trata de un asunto de conciencia, de saber que vivir implica placer como superación del dolor, por ende, el dolor es constitutivo. Que el estado de felicidad no es permanente, pues lo permanente cae en el aburrimiento, es decir el momento en que no pasa nada y por tanto el tiempo transcurre como si estuvieramos detenidos, sin poder salir. Salir de él nos lleva a cambiar el estado de cosas. Y que en la espera insensante de la felicidad nos agotamos, de tal suerte que, cansados, es imposible, tener la condición atenta para saber del arribo de la felicidad, por lo tanto no implica una espera, la esperanza es agotadora. Es conocida la frase de Schopenhauer “La vida oscila, como un péndulo, del dolor al hastío” así la espectativa nos da ansiedad, su realización decepción. La felicidad es una problema. Dice Comte-Sponville “la esperanza es un deseo que se refiere a lo que no tenemos, del que ignoramos si es o si será satisfecho, y cuya satisfacción no depende de nosotros: sin gozar, sin saber y sin poder”. Así pues la felicidad es una paradoja. Implica una mirada atenta de mi ser en el mundo, y quizá en ello, mi estado de consciencia propicia pensar en la felicidad pero que justo en ello, desaparece el estado propicio del ser feliz. ¿En qué consiste ser feliz? Necesaria es la definición de felicidad, de saber si es un modo de vida o una manera de dirigirse a la vida. Se trata de vivir bien, estar bien.

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Lo común, el bien, como mayor objeto de deseo, no es una idea, solo puede ser una práctica de hacer en el mundo. Para Aristóteles es la feliciad el mayor bien deseable y posiuble, siendo la vida diseñada y conducida para dicho fin. Es el ser humano un proyecto cuya realización es la felicidad. Proyecto de vida, es proyecto humano. El humano es un proyecto, su vida, su realización. ¿Cuál es el acto? ¿Cómo se logra la realización del proyecto humano, es decir la felicidad? No es lo mismo vivir bien que las cosas sin las cuales no es posible una vida buena. La felicidad está bordada de bien y belleza. La belleza moral: Una vida feliz es una vida de autosuficiencia . Para Aristóteles la funicón del hombre es la actividad del alma. Según la razón y el actuar de acuerdo a la excelencia. A Kant, no le preocupa la felicidad como asunto de la moral, en tanto que la felicidad es un deseo producto de la imaginación y, por tanto, subjetiva y no solo aspiracional sino que resulta también un deber, el deber ser feliz. Ejercicio espiritual. Disciplina. Una vida sin examen no merece ser vivida. La verdadera felicidad es una felicidad fundada en la verdad. No encontrar la felicidad, no hacer camino a la felicidad trae consigo la insatisfacción. Quién se preocupa de la felicidad es porque no la tiene, no la trabajo. De otro modo, no se tiene tiempo para pensar en su ausencia. “Montaigne: Nos enseñan a vivir cuando ya no queda mucho por vivir. La filosofia, sirve para aprender a vivir, antes de que sea demasiado tarde.” Dijo Epicuro: Vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no se suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma.

Conclusión Entonces, en conclusión la felicidad nunca está donde se piensa. Pues no pertenece al mundo de las cosas ni del tener. Pero, aun siendo la felicidad producto de la imaginación no permanece como idea, sino que se desenvuelve en la acción. La

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felicidad es un modo de vida, es plenitud de la acción, acción consciente. La felicidad no es un estado emocional, como la alegría, pero se expresa en estados diversos emocionales, pero del cual el ser humano como proyecto se apoya y los convierte en aliados. No para ser sometidos de modo estoico, pero tampoco desbordados de modo anárquico. Como los caballos del auriga platónica descritos en el Fedro, para ser nuestros conductores.

Bibliografía Comte-Sponville, André (2001) La felicidad, desesperadamente, Madrid: Paidós García Gual, Carlos (1986) Epicuro, Madrid: Alianza Epicuro (2000) Sobre la felicidad, Madrid: Debate Hadot, Pierre (2010) No te olvides de vivir, Madrid: Siruela Schopenhauer, Arthur (2009) Aforismos sobre el arte de vivir, Madrid: Alianza Trueba, Carmen (2011) La felicidad, México: Siglo XXI

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